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Donde hubo fuego. El proceso de adaptación del MLN-Tupamaros a la


legalidad y a la competencia electoral (1985-2004),

Book · January 2006

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Adolfo Garcé
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Donde hubo fuego u 1
2 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 3

Adolfo Garcé

Donde hubo fuego


El proceso de adaptación
del MLN-Tupamaros a la legalidad
y a la competencia electoral
(1985-2004)

A n e x o D o c u m en t a l
Lucía Caldes - Carla Chiappara - Mateo Porciúncula

Editorial FIN DE SIGLO


4 u Adolfo Garcé

ISBN: 9974 - 49 - 373 - 0

Editorial Fin de Siglo


Eduardo Acevedo 1624 - Tel/fax: 400 0214
e-mail: finsiglo@adinet.com.uy

Queda hecho el depósito que ordena la ley


Impreso en Uruguay - 2006

diseño de portada: Oscar SCOTELLARO


diagramación y armado: Elena BOTELLA
Donde hubo fuego u 5

«La historia del MLN-T durante estos años es la de


la lenta asimilación de tres ideas: la legalidad, el
frenteamplismo y el frentegrandismo».
Eduardo León Duter («Manso»)

«En 1985 arranca la contradicción que sigue hasta


hoy. El MLN-T hace una propuesta política hacia fue-
ra de gran amplitud. Pero en lo interno, predomina
un planteo de organización cerrada».
Diego Piccardo («Camello»)

«Hoy, apenas a 12 años de la V Convención


Nacional del MLN-T, es innegable que una fracción
mayoritaria, la históricamente más importante,
retrocedió en el plano de las concepciones [...].
Ahora sí se consagró el triunfo ideológico que la
clase dominante no había logrado por las armas
y la tortura. En poco menos de cinco años una
conducción revolucionaria se transformó en la
imagen viva del retroceso ideológico que ella misma
criticaba en la izquierda frenteamplista».
Senda Tupamara (2002)
6 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 7

Índice

Prefacio........................................................................................ 11

1. Introducción............................................................................17

2. El lugar de la ideología en el debate teórico


sobre adaptación partidaria.................................................23
2.1. Hacia la consideración de la matriz ideológica
como variable independiente..........................................24
2.2. Teoricismo versus pragmatismo.....................................26
2.3. Monolitismo versus pluralismo......................................27

3. Principales rasgos de la tradición ideológica


del MLN-Tupamaros..........................................................29
3.1. Los tupamaros en el marco
de la izquierda uruguaya.................................................29
3.2. Una matriz ideológica esencialmente
heterogénea.....................................................................32
u El nacionalismo..........................................................36

u Las zonas de contacto entre la tradición

tupamara y el anarquismo..........................................37
3.3. Hechos y no palabras:
anti-teoricismo y pragmatismo.......................................43
3.4. La destreza política.........................................................45
3.5. Eclecticismo, autonomía y la política
de los «hechos consumados»..........................................47

4. La inserción del MLN-T en la legalidad


(1985-1989)........................................................................51
4.1. El gran abrazo.................................................................52
4.2. Autocrítica y reafirmación revolucionaria......................58
4.3. El mapa de la interna......................................................63
8 u Adolfo Garcé

u Frentegrandistas..........................................................63
u Proletarios...................................................................70
u Ni proletarios, ni frentegrandistas..............................76

4.4. Una interna disputada y equilibrada...............................79


4.5. El pleito entre amplitud y profundidad...........................81
u El «polo revolucionario» en el FA:

la creación del MPP....................................................87


u El MLN-T y el asalto a La Tablada............................92

4.6. El debate sobre la participación


en listas electorales.........................................................93

5. El imaginario insurreccional (1989-1994)..............................97


5.1. La V Convención..........................................................100
u Los proletarios contra el Frente Juvenil...................104

5.2. Olor a pólvora............................................................... 114


u El imaginario insurreccional y la teoría

de la «defensa del territorio».................................... 115


u El problema de las «finanzas».................................. 119

u Las tensiones con la Intendencia de Vázquez..........123

5.3. Encuentro Progresista y Frente Grande........................124

6. El horizonte electoral (1995-2004).......................................133


 6.1. La sociedad amortiguadora..........................................133
u Mujica y Fernández Huidobro

cambian el rumbo.....................................................136
u La retirada de Zabalza y la

 nueva coalición interna............................................138


6.2. El «fenómeno» Mujica.................................................140
u La dialéctica entre reforma y revolución..................142

u Los nuevos abrazos..................................................144

6.3. La alianza entre el MLN-T y Tabaré Vázquez.............146


u Creación, despegue y fractura

de la Corriente de Izquierda.....................................148
6.4 Los disidentes...............................................................157

7. Configuración ideológica y adaptación política...................163


Donde hubo fuego u 9

7.1. Ideología, tupamaros y elecciones................................163


u Las circunstancias mandan, la teoría obedece..........163

u Pluralismo interno....................................................165

u Ambición y destreza política....................................167

u Innovación y tradición..............................................168

7.2. El argumento teórico, más allá del MLN-T..................171

Bibliografía y fuentes ............................................................175


u Libros y artículos.............................................................175

u Documentos internos del MLN-T...................................177

u Listado de entrevistas......................................................178

Anexo Documental ............................................................179


MLN-T: Estructura, trayectoria, contexto............................182
Guerrillas del Cono Sur y Caribe.........................................190
Ideología, teoría y práctica...................................................195
Tradiciones ideológicas........................................................203
MLN en la legalidad. Dos líneas en la interna.....................214
Tradición ideológica y adaptación política...........................223
Despedidas............................................................................232


10 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 11

Prefacio

Entre 1986 y 1989, mucha gente de mi generación leyó Mate Amargo


y devoró las historias sobre las acciones y penurias de los tupamaros. Yo
no. No me interesaba demasiado ni Raúl Sendic ni la épica tupamara.
En realidad, recién sentí verdadera curiosidad por conocer a fondo la
trayectoria del MLN-T durante el 2003 y el 2004, es decir, a medida que
iba resultando evidente que en torno a dos figuras emblemáticas de la
guerrilla urbana, José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro, se había
terminado estructurando un fenómeno electoral inusual.

En cuanto pasó el vértigo de la campaña electoral me dispuse a saldar


definitivamente mi vieja deuda intelectual con el movimiento tupamaro.
Para eso, a fines de diciembre de 2004, con la ayuda de varios colegas y
amigos, fui armando la lista de las obras de autores nacionales que debía
leer para entender la trayectoria del MLN-T. Fue así que, en enero, me
acompañaron a Santa Lucía del Este los libros de Clara Aldrighi (2001),
Samuel Blixen (2000), Alfonso Lessa (2004), Hebert Gatto (2004), Jorge
Torres (2002) y Gerardo Tagliaferro (2004), entre otros.

A la vuelta de las vacaciones, como producto de estas lecturas, mi


curiosidad por los tupamaros se había multiplicado. Decidí que valía la
pena concederle a este asunto un espacio importante en mi agenda de
investigación en el marco del Instituto de Ciencia Política. En esencia,
me parecía un desafío apasionante tratar de entender el proceso de
transformación política e ideológica de los tupamaros, de guerrilleros
derrotados en exitosos buscadores de votos.

u u u

Lo primero que hice, orientado por otro buen amigo, el «Polaco»


Fernández, tupa y ex compañero de trabajo en el Banco Hipotecario,
12 u Adolfo Garcé

fue revisar el archivo «oficioso» del MLN-T que, hasta hace muy poco,
estaba bajo la responsabilidad de David Cámpora. Lamentablemente,
este archivo tiene todo lo imaginable sobre la historia del MLN-T…
hasta la IV Convención (1987). De ahí en adelante, tiene poco y nada.
Me pareció raro, pero lo interpreté de un modo muy sencillo: para Cám-
pora, pensé, las únicas historias tupamaras dignas de ser prolijamente
documentadas deben ser las de las acciones armadas, a lo sumo las de
la cárcel y el exilio.

Decidí visitar el local del MLN-T en Tristán Narvaja y Colonia y


pedir el material de la V Convención de 1990. Luego de mucho insistir,
se me informó, amablemente, que la dirección del MLN-T consideraba
que no era el momento de divulgar esos documentos. No entendí. ¿Por
qué no se pueden leer los documentos de 1990? Intenté averiguar quiénes
integraron las direcciones del MLN-T durante todos estos años. Tampoco
pude conseguir esa información. ¿Por qué, si el MLN-T está embarcado,
a través del Movimiento de Participación Popular (MPP), en una estra-
tegia electoral, no se pueden conocer detalles sobre sus autoridades, su
estructura organizativa y su concepción política?

A continuación inicié una ronda de entrevistas con militantes y


dirigentes de distintas épocas. Al principio, los códigos me resultaban
desconocidos y no lograba desentrañar el significado preciso de nu-
merosas expresiones. A medida que empecé a aprender el dialecto fui
advirtiendo que en el MLN-T, como en cualquier organización, había
distintas corrientes de opinión. Pero no me quedaban claros ni los puntos
de contacto ni las diferencias entre ellas. En especial, no entendía por qué
tanto misterio: ¿por qué nadie terminaba de hablar claro y de explicarme
la trama interna de un modo inteligible?

De a poco, realmente muy de a poco, le fui encontrando una punta al


ovillo. Ahora que creo haber llegado al final de la madeja, comprendo por
qué me dio tanto trabajo acceder a la información necesaria y entender
el proceso reciente del MLN-T. La explicación, de tan sencilla, es difícil
de asimilar. Hace apenas quince años, para la mayoría de quienes en ese
momento militaban en la organización, la situación política uruguaya
era similar a la de 1965 o 1966. El país se encaminaba, más temprano
que tarde, hacia un «nuevo 73»: la «Orga» debía estar preparada para,
esta vez, no faltar a la cita. El MLN-T, concebido como Organización
Donde hubo fuego u 13

Político Militar, pretendía ser el «esqueleto armado» de la insurgencia


popular en defensa de la democracia.

Este enfoque, que Zabalza denomina el «imaginario insurreccional»,


comenzó a desvanecerse dentro la organización durante el año 1994.
Por circunstancias que espero poder explicar con claridad, a instancias
fundamentalmente de José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro, a
partir de fines de 1994 y comienzos de 1995, el MLN-T modificó su
percepción de la coyuntura política y se reorientó aceleradamente hacia
la competencia electoral. Luego de oponerse durante años al «viraje
hacia el centro» y de obstaculizar, en 1994, la creación del Encuentro
Progresista, los tupamaros se fueron convirtiendo en aliados claves en
la estrategia político-electoral de Tabaré Vázquez. Desde fines de 1994
en adelante, el horizonte de un gobierno progresista desplazó y minimizó
al imaginario insurreccional.

u u u

Comprendo perfectamente que algunas de las revelaciones contenidas


en este libro acerca de la década 1985-1994 representen un problema
para mucha gente. Francamente, hubiera preferido poder contar otra
historia. Me hubiera gustado poder escribir que los tupamaros, para usar
la famosa frase de Raúl Sendic, se insertaron en la legalidad «sin cartas
en la manga». Sin embargo, no es cierto. Una parte de la organización,
la liderada por Sendic, quería profundizar la democracia. Otra parte,
la que tomó el control de la «Orga» entre 1989 y 1994, se preparaba
intensamente para volver a la acción armada.

Obviamente, para saber qué fue lo que ocurrió no contraté una agencia
de detectives ni le pedí ayuda a los servicios de inteligencia del Ministerio
del Interior. La información que documenta estas afirmaciones me fue
proporcionada por los propios tupamaros. ¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué
decidieron ventilar ahora algunos secretos muy bien guardados durante
mucho tiempo? No lo sé con absoluta certeza pero me atrevo a esbozar
algunas hipótesis. Creo que algunos de ellos, especialmente los que lu-
charon por reorganizar al MLN-T como Organización Político Militar,
colaboraron con mi trabajo porque quisieron demostrar que Mujica y
Fernández Huidobro, al reorientar al MLN-T, desde 1995 en adelante,
hacia la cooperación con la estrategia electoral del resto de la izquierda,
«traicionaron» un proyecto revolucionario en marcha. Interpretan este
14 u Adolfo Garcé

giro como «la segunda derrota del MLN-T» y quieren dejarlo claro. Creo
que otros, los que se oponían a la «proletarización» y «militarización» del
MLN-T, aportaron su testimonio porque, por luchar dentro de la organi-
zación contra esta línea, fueron hostigados y/o expulsados del MLN-T.

Para todos ellos no ha sido fácil hablar del pasado: el pasaje por la
organización marcó sus vidas para siempre. Por eso valoro muy espe-
cialmente que confiaran en mí para brindar su testimonio. En lo personal,
aunque comprendo que mucha gente no pueda entenderlo, confieso que,
pese a no compartir sus ideas, he aprendido a apreciarlos y a respetarlos.
Sin lugar a dudas, los tupamaros son una de las tribus más peculiares y
sufridas de la política uruguaya. Estos gauchos del asfalto son románticos
pero pragmáticos, atropellados pero persistentes, críticos pero testarudos,
marxistas pero casi anarcos, «fanáticos del colectivo» pero caudillistas,
revolucionarios pero tradicionalistas…

u u u

Tratándose de asuntos que, tanto desde el punto de vista político


como desde el ángulo de las trayectorias vitales de los protagonistas son
ciertamente delicados, he extremado las precauciones metodológicas de
rigor en el trabajo profesional. La técnica fundamental de recolección
de información ha sido la entrevista semiestructurada en profundidad.
Las interpretaciones fundamentales, como la periodización y la recons-
trucción de la dinámica interna a partir del pleito entre frentegrandistas
y proletarios, han alcanzado el nivel de «saturación» reclamado por los
manuales de metodología de la investigación social. Los datos contenidos
en este libro se apoyan en un proceso muy cuidadoso de contrastación
entre diversos testimonios. En particular, evité quedar atrapado en el
punto de vista de algunas de las dos grandes corrientes que tensaron la
interna. Por eso busqué sistemáticamente contrastar informaciones e
interpretaciones de proletarios y frentegrandistas.

u u u

Este texto no fue escrito ni para aplaudir ni para condenar a nadie.


No se busquen en estas páginas juicios de valor. No los hay. Documento
hechos, relato procesos y ofrezco algunas hipótesis explicativas. No
juzgo ni ideas ni conductas. He meditado mucho sobre esto. Es posible
que alguien se sorprenda de verme narrar, sin perder la calma, algunos
Donde hubo fuego u 15

temas escabrosos. Lo hago a conciencia: me parece desleal abrir juicios


de valor acerca de conductas de personas gracias a cuyos testimonios
pude escribir este trabajo y poner a disposición de la sociedad uruguaya
información que considero muy relevante. Ellos me abrieron las puertas
de sus casas y las tapas de sus viejos biblioratos. Muchos me conocen
bien y no esperan mi aplauso. Pero ninguno espera ni comprendería
mi censura. No me gusta faltar al debate cívico. Todo lo contrario. Sin
embargo, pido que esta vez me excusen: sobre los aspectos morales de
esta historia que discutan otros.

En la misma línea de lo anterior: éste es un ensayo escrito desde la


perspectiva de la Ciencia Política y no para hacer política. Esto también
debe quedar meridianamente claro. No ignoro que lo escrito aquí puede
tener consecuencias políticas. Pero que nadie se confunda: no me interesa
acarrear agua para ningún molino, ni de izquierda, ni de centro, ni de
derecha. No me propongo terciar en ninguna polémica ni dentro de la
izquierda ni dentro de la familia tupamara. Desde luego, seguramente
tirios y troyanos encuentren en las páginas de esta obra muchos argumen-
tos para la denuncia o el reproche. No me interesa calcular quien gana
y quien pierde. Mi objetivo fue otro, muy distinto: me propuse entender
un proceso muy delicado y muy relevante desde el punto de vista de la
trayectoria y de las perspectivas de la democracia uruguaya, y relatarlo
lo más clara y certeramente posible.

u u u

Como fue dicho, este libro hubiera sido imposible sin los testimonios
y documentos aportados por los protagonistas. A todos ellos, nuevamente,
mi reconocimiento. Sin embargo, la lista de quienes contribuyeron de
una forma u otra con este proyecto es más extensa. Quiero agradecer
muy especialmente la colaboración de tres excelentes estudiantes de
Ciencia Política, Lucía Caldes, Carla Chiappara y Mateo Porciúncula.
Además de ocuparse del Anexo Documental, me ayudaron de muchas
maneras: consiguiendo libros, desgrabando entrevistas y transcribiendo
documentos. Asimismo, discutiendo con ellos pude aclarar muchas de
mis ideas. Deseo agradecer, también, la colaboración de Gabriel Seré,
otro talentoso futuro colega que nos ayudó durante los primeros meses
de este trayecto.
16 u Adolfo Garcé

También me he beneficiado, en distintos momentos, de comentarios


de colegas del ICP. Quiero mencionar especialmente a Jaime Yaffé.
En realidad, desde el punto de vista teórico, esta investigación sobre
los tupamaros debe mucho a su excelente Tesis de Maestría, que puso
a disposición de nuestra comunidad académica lo mejor del debate
contemporáneo acerca de la adaptación a la competencia electoral de
los partidos de izquierda. También pude compartir algunas de mis ideas
con Astrid Arrarás, de Miami University y con Rebecca Aubrey, de la
Universidad de Connecticut, que está haciendo un extenso estudio sobre
las guerrillas en América Latina.

Afortunadamente, este manuscrito ha sido leído por muchos pro-


tagonistas y especialistas. Entre los primeros, quiero agradecer muy
especialmente los comentarios de Eduardo León Duter y Jorge Zabal-
za. Dejo constancia, de paso, que quince días antes de enviarlo a la
imprenta, dejé sendas copias de este texto en manos de José Mujica y
Eduardo Bonomi. Entre los segundos, quiero destacar la ayuda de dos
queridos amigos, Hebert Gatto y Jaime Yaffé. Muchas gracias a ambos.
Finalmente, no quiero dejar de mencionar a Gerardo Tagliaferro quien,
además de revisar este manuscrito, me ayudó mucho a dar los primeros
pasos en la comprensión de las leyes, tan extrañas para mí, que rigen el
microcosmos del MLN-T.
Espero que todos, protagonistas, colegas, amigos y lectores, sepan
disculpar errores y omisiones.
Donde hubo fuego u 17

1.
Introducción

A fines de los sesenta y comienzos de los setenta, el MLN-Tupamaros


era noticia en todo el mundo. En mayo de 1969, la revista Time hablaba
de los tupamaros como los «Robin Hood de la guerrilla». En 1972 se
publicaba en francés, en París, la primera edición de las Actas Tupamaras.
En el capítulo que cerraba la obra, un entusiasmadísimo Régis Debray
recomendaba enfáticamente «aprender de ellos».1 La irrupción de la
guerrilla en Uruguay generó asombro e interés al menos por dos razones.
En primer lugar, porque costaba entender el brote guerrillero en un país
que, al menos hasta la década del cincuenta, había sido considerado un
ejemplo de progreso político, económico y social. En segundo lugar,
porque la comunidad internacional no tardó en advertir en él algunas
conductas políticas infrecuentes en las guerrillas de la época: el movi-
miento armado de los tupamaros era una guerrilla urbana (y no rural),
y parecía mucho más enfocado a denunciar la corrupción en el sistema
político uruguayo durante la Presidencia de Pacheco que a realizar una
revolución socialista. Muy poco tiempo después de haber convocado la
atención de los principales medios de prensa internacionales, el MLN-T
volvió a ser noticia: menos de seis meses después de que el Parlamento
uruguayo encomendara a las Fuerzas Armadas la tarea de «combatir la
subversión», aquel movimiento guerrillero, aparentemente tan poderoso,
se desplomó con estruendo y sin remedio.

Desde hace unos pocos años, el MLN-T ha vuelto a ser noticia. Los
ex guerrilleros, que se habían reorganizado para actuar en la legalidad
en 1985 al restaurarse la democracia, se convirtieron, con el paso de los
1 Nous les tupamaros, suivi de «Apprendre d’eux», par Régis Debray, Cahiers Libres
226-227, Francois Maspero, Paris, 1972.
2 Así se informó sobre este episodio, ese mismo día, en el portal de noticias Obser-
18 u Adolfo Garcé

años, en uno de los fenómenos electorales más llamativos de la historia


reciente de la política uruguaya. En 1985, el MLN-T era un movimiento
en ruinas, carcomido por la obsesión de la derrota militar y los debates
autocríticos, sin un rumbo estratégico definido. Para colmo de males,
poco después (en abril de 1989) murió su principal líder histórico y
referente público, Raúl Sendic. Sin embargo, en la elección de 2004, el
movimiento electoral auspiciado por los tupamaros y encabezado por
uno de los más reconocidos jefes de la guerrilla, José Mujica, obtuvo
el apoyo de más de 320.000 electores. El 30% de quienes apoyaron a
Tabaré Vázquez como candidato a la Presidencia lo hicieron votando la
lista al Senado de los tupamaros y sus aliados.

Si un guionista de una película hubiera querido poner de manifiesto,


con una sola imagen, el giro copernicano que se ha verificado en el lugar
que ocupan los tupamaros en el sistema político uruguayo, no hubiera
podido imaginar una mejor escena que la que se vivió el 15 de febrero
de 2005, cuando le correspondió al ex guerrillero José Mujica, como
primer titular de la lista más votada del partido ganador de la elección,
presidir la Asamblea General y tomar el juramento formal de obediencia
a la Constitución a todos los senadores y diputados. A su vez, le corres-
pondió a Eleuterio Fernández Huidobro, fundador y dirigente histórico
del MLN-T, también senador, tomarle el juramento de «obrar en todo
de acuerdo a la Constitución» a José Mujica.2

En términos de posiciones políticas es difícil concebir un cambio


más radical que el experimentado por el MLN-T a lo largo de sus cua-
tro décadas de vida. El MLN-T, durante la década del sesenta, luchaba,
armas en mano, por la «liberación nacional y el socialismo». Era la en-
carnación de la pasión revolucionaria y, como tal, el peor enemigo del
«reformismo», el «verbalismo» y el «electoralismo» en el que, según
los dirigentes del movimiento guerrillero, estaba sumida la izquierda
tradicional. A comienzos del siglo XXI, ese mismo MLN-T, todavía
dirigido por algunas figuras emblemáticas de la época de la guerrilla,
está totalmente integrado a la competencia electoral y constituye una

va: «Pero la emoción alcanzó su punto cúlmine cuando al final de la ceremonia el


senador Eleuterio Fernández Huidobro tomó juramento a Mujica, el único que no
había jurado. ‘La vida tiene estas zancadillas. [...] Ni el mayor novelista pudo haber
pensado estas cosas. Compañero del alma de todas las horas, tómeme juramento’,
dijo Mujica previo a jurar ante Fernández Huidobro. Antes, cuando Mujica le tomó
Donde hubo fuego u 19
20 u Adolfo Garcé

15 de febrero de 2005. José Mujica jura como Senador ante Eleuterio Fernández Huidobro.
Foto: Iván Franco.
Donde hubo fuego u 21

parte fundamental del moderadísimo gobierno de centro-izquierda que


preside Tabaré Vázquez.

En el contexto de una izquierda política que ha experimentado una


transformación radical, el MLN-T es la organización que más profun-
damente ha cambiado. ¿Cómo se verificó este proceso? ¿Qué actores
y coaliciones internas lo impulsaron? ¿Qué fases deben distinguirse?
¿Cómo se suturó el pasado guerrillero con la participación electoral?
¿Qué características del propio MLN-T facilitaron su mutación política?
¿Qué puede aportar el estudio del caso MLN-T al debate teórico sobre
adaptación partidaria? Estas son algunas de las preguntas que en este
libro intento contestar.

Existe una abundante literatura teórica y empírica sobre adaptación


partidaria, en general, y sobre el cambio de los partidos socialistas en
particular. En diálogo con esta literatura, se argumentará que el caso del
MLN-T permite poner de manifiesto que para entender los procesos de
adaptación partidaria no alcanza con comprender las características orga-
nizativas del partido o el tipo de «raíces sociales» que tiene. Además, es
imprescindible estudiar a fondo su matriz ideológica original. Así como
ciertas estructuras organizativas facilitan más que otras la adaptación
partidaria, algunas tradiciones políticas e ideológicas son más flexibles
que otras. La evolución del MLN-T desde fines de los años sesenta hasta
comienzos del siglo XXI es un caso extremo de cambio político profun-
do y adaptación partidaria exitosa. Algunos aspectos fundamentales de
la matriz originaria de la ideología del MLN-T le han permitido a esta
organización tener una flexibilidad política inusual.

Esta idea se despliega del modo siguiente. En el segundo capítulo se


presenta muy sucintamente el debate reciente sobre adaptación partidaria,
intentando determinar cuál ha sido el papel que la ideología del partido
ocupa en él. En el tercero se analiza la tradición política del MLN-T y
su configuración ideológica original: sus objetivos finales, su visión de
la relación entre teoría y práctica, sus sucesivas visiones estratégicas,
su estilo de funcionamiento orgánico, etc. Los tres capítulos siguientes
juramento a Fernández Huidobro, se refirió a él como el ‘querido compañero de
todas las horas, de ayer y de hoy’». Observa, 15 de febrero de 2005.
3 Las traducciones en este apartado nos corresponden. Agradezco a Mateo Porciúncula
y Lucía Caldes su ayuda en esto también (AG).
4 Steven Levitsky (2001) ha explicado la capacidad de mutación del peronismo en
22 u Adolfo Garcé

analizan las tres etapas en las que he dividido la evolución del MLN-T
durante el lapso estudiado: la inserción en la legalidad (1985-1989), el
predominio del «imaginario insurreccional» (hasta fines de 1994), y la
reorientación hacia la competencia electoral (desde el ingreso de Muji-
ca al Parlamento hasta octubre de 2004). En el capítulo final retomo el
argumento central acerca de la relación entre la configuración ideoló-
gica inicial del MLN-T y la dinámica ulterior. En particular, sub-rayo
los aspectos de la tradición tupamara que facilitaron su inserción en la
legalidad y su adaptación exitosa a la competencia electoral. Asimismo,
argumento por qué creo que este enfoque teórico puede servir para ex-
plicar otros casos de adaptación partidaria.

Quien escribe un libro desde la Ciencia Política enfrenta un dilema


entre escribir para el lector especializado o para el público en general.
Confío en haber encontrado una fórmula que respete las expectativas y
preferencias de ambos. En particular, le recomiendo, al lector no espe-
cializado en los vericuetos teóricos de la Ciencia Política, prescindir de
la lectura del capítulo 2 en el que presento muy brevemente el debate
académico en el cual quiero inscribir el caso de la adaptación estratégica
del MLN-T, y pasar directamente a los capítulos 3, 4, 5 y 6 en los que
me concentro en el análisis de la evolución ideológica y política de los
tupamaros durante los últimos veinte años.
Donde hubo fuego u 23

2.
El lugar de la ideología en el debate teórico sobre
adaptación partidaria

¿Por qué cambian los partidos socialistas? ¿Por qué los partidos de
izquierda terminan abandonando muchas de sus ideas más radicales y
ofreciendo programas de gobierno moderados? ¿Cuáles son los factores
endógenos que facilitan su mutación política e ideológica?

Durante las últimas dos décadas, la Ciencia Política se ha ocupado


extensamente de intentar responder estas preguntas. Siguiendo una hue-
lla clásica abierta, entre otros, por la teoría de Otto Kirchheimer acerca
de la transformación de los partidos europeos de posguerra en partidos
catch-all, Przeworski y Sprague (1986), en un trabajo ya clásico, pre-
sentaron una de las principales claves interpretativas de estos procesos:
la moderación del ardor revolucionario de los partidos socialistas en el
mundo sería una consecuencia directa e inevitable de la asimilación de
las reglas de la competencia electoral. Los partidos socialistas se moderan
porque deciden ganar elecciones: «La decisión de participar no es más
que un prólogo en la historia del socialismo. Pero los prólogos definen
la obra completa. Una vez que los líderes de los partidos socialistas de-
ciden entrar en la competencia electoral, el sistema electoral estructura
sus opciones futuras» (1986: 2).3

La lógica de la argumentación de los autores referidos es sencilla y


demoledora. Para llegar al socialismo hay que competir electoralmente y
ganar, pero para ganar hay que atenuar el programa y renunciar al socialis-
mo, porque ningún partido socialista podrá ganar una elección sin obtener
tiempos de Menem a partir de ciertas características institucionales de la propia
organización que le otorga al líder un poder de maniobra muy fuerte. Completando
su argumento, recientemente escribió que la debilidad institucional del justicialismo
24 u Adolfo Garcé

el apoyo de sectores no obreros de la población. La estrategia electoral


enfrenta a los partidos socialistas a un severo dilema entre amplitud y
profundidad. La estrategia electoral implica erosionar la perspectiva de
clase, lanzar alianzas policlasistas y limar el contenido revolucionario
de la propuesta del partido. Aunque los partidos no siempre tienen
plena conciencia de ello, la mera decisión de competir electoralmente
condiciona sus opciones posteriores. Una vez que se escoge el camino
de la lucha electoral, tarde o temprano, el partido revolucionario debe
aceptar moderar su programa de cambios y su plataforma electoral tanto
como sea necesario si realmente quiere ser algo más que un testigo de
un pleito electoral protagonizado por otros. Esto significa: abandonar
las propuestas socialistas en el caso de los partidos obreros europeos;
abandonar las propuestas «antioligárquicas y antiimperialistas» que
abrirían el camino a la revolución socialista de acuerdo a la lógica del
programa frenteamplista de 1971, en el caso de la izquierda uruguaya.

Los estudios empíricos demuestran que no todos los partidos revolu-


cionarios logran adaptarse del mismo modo a la competencia electoral.
El modo en que cada partido se adapta a las circunstancias del entorno
depende de sus procesos políticos internos. Partiendo del supuesto de
que el factor «liderazgo» es clave, algunos expertos han argumentado
que éste no se ejerce en el vacío sino al interior de determinadas reglas
de juego fijadas por la organización. Por ende, sugieren analizar de qué
modo la estructura organizativa del partido facilita o no la irrupción de
liderazgos innovadores. Este enfoque ha sido empleado por Levitsky en
su estudio de la evolución ideológica del Partido Justicialista argentino
durante el menemismo. Según este autor, la débil institucionalización
del justicialismo (su relativa «desorganización») le habría facilitado a
Menem despegarse de la tradición estatista anterior del peronismo y
construir nuevas bases sociales de apoyo para su política.

2.1. Hacia la consideración de la matriz


ideológica como variable independiente
En estos trabajos, la ideología sigue siendo solamente la variable
dependiente. Las características organizativas del partido, facilitando
o dificultando el despegue de liderazgos innovadores, operan como
variables intervinientes. En ese contexto, como un aspecto más de la
institucionalización de los partidos, aparecen algunos factores ideológi-
Donde hubo fuego u 25

cos. Por ejemplo, algunos estudiosos han mostrado que los votantes y
miembros de un partido desarrollan una adhesión afectiva que va más
allá de las ideas concretas que este partido esté defendiendo. La «infusión
de valor» es una dimensión del proceso de institucionalización de los
partidos (Randall y Svasand 1999). Algunos estudios empíricos de pro-
cesos de adaptación partidaria han mostrado que, la «infusión de valor»,
suministrando emociones y afectos a cambio de razones, puede facilitar
el cambio en las ideas de los partidos (Yaffé 2005: 36-37).

Quien más se aproximó a considerar a la ideología como variable


independiente ha sido Herbert Kitschelt. Según este autor, para explicar
por qué y de qué modo concreto algunos partidos llevaron adelante
procesos de adaptación estratégica subóptimos, es necesario tomar en
cuenta las tradiciones discursivas de estos partidos y del sistema político
en el que están inmersos: «voy a proponer –escribió– que las tradiciones
políticas, identificando argumentos e ideas aceptables, conforman el
discurso interno en los partidos políticos y limitan el rango de posibles
opciones estratégicas cuando los partidos enfrentan nuevos desafíos»
(1994: 255). Repasando la experiencia del laborismo británico y de la
socialdemocracia sueca durante los sesenta, Kitschelt mostró que la tra-
dición discursiva de un partido dado no necesariamente es compatible
con los énfasis programáticos que dicha organización debería incorporar
en el marco de una estrategia electoral óptima. Dicho de otro modo: no
alcanza con que una idea sea electoralmente conveniente para que un
partido pueda incorporarla a su discurso. Las nuevas ideas del partido
deben ser compatibles con el stock de argumentos preexistente. Si no lo
son, la credibilidad del partido puede verse afectada.

Sin embargo, como veremos en seguida, el estudio del caso del


MLN-T permite impulsar la reflexión teórica sobre la relación entre
ideología y estrategias políticas en una dirección distinta. No siempre los
temas viejos condicionan rigurosamente los nuevos. Algunas matrices
ideológicas son más flexibles que otras. ¿Qué características de la matriz
ideológica de un partido podrían incidir en la dinámica de su ideología?
Como mínimo, pueden distinguirse dos dimensiones de la ideología
partidaria relevantes desde este punto de vista. La primera refiere al tipo
de relación entre teoría y práctica implícito en la ideología del partido.
La segunda, al grado de tolerancia respecto a la dispersión ideológica
interna. Veamos ambas dimensiones rápidamente.
26 u Adolfo Garcé

2.2. Teoricismo versus pragmatismo


Hay partidos políticos para los cuales las definiciones ideológicas y
teóricas tienen un estatus muy alto. Son partidos que construyen sus ideas
muy cuidadosamente, a partir de definiciones filosóficas y teóricas muy
precisas. La conducta política del partido está firmemente subordinada a
un conjunto de concepciones teóricas. La teoría precede a la práctica. Un
ejemplo extremo de este tipo de partidos está constituido por los partidos
comunistas. Las posiciones políticas de estos partidos tienen cimientos
filosóficos, ideológicos, teóricos y políticos muy profundos. Es natural
que este tipo de organización política tenga problemas para adaptar sus
ideas a las novedades, desafíos y oportunidades del entorno.

Otros partidos, piénsese, por ejemplo, en algunos casos clásicos


del populismo latinoamericano como el Partido Justicialista argentino,
carecen de un cuerpo ideológico tan definido como los ya mencionados
partidos comunistas. Invocan, de un modo abstracto, por ejemplo, la
defensa de los intereses del «pueblo» y de la «nación». Y asumen, desde
el comienzo, que las políticas específicas escogidas para defender estos
intereses y valores puedan cambiar si se modifican las circunstancias.
Para estos partidos, como decía el propio Perón, la «doctrina tiene que
ser flexible». Es obvio que una matriz ideológica de este tipo será más
elástica, más blanda, más maleable, que la de los partidos comunistas.

Evidentemente, todos los partidos combinan convicciones «duras»


con dosis de pragmatismo. Siguiendo con el ejemplo de los partidos
comunistas, es sabido que muchos de ellos, como el propio Partido Co-
munista uruguayo, hicieron gala de una gran capacidad para, aun teniendo
un apoyo electoral relativamente pequeño, desempeñar un papel político
relevante a través de un fuerte desarrollo de su capacidad de inserción en
el movimiento sindical. Sin embargo, puede asumirse que los grados de
rigidez ideológica y de su contracara, el pragmatismo, son cambiantes.
Parece razonable esperar que los partidos pragmáticos puedan modificar
sus propuestas políticas más fácilmente que los ideológicos.

2.3. Monolitismo versus pluralismo


Hace mucho tiempo que se sabe que, como recordó Sartori, «los par-
tidos son sistemas políticos en miniatura» (1987: 97). Existen actores e
instituciones, gobernantes y gobernados, autoridades establecidas y lide-
razgos emergentes, cooperación y competencia, principios e intereses...
Donde hubo fuego u 27

También es sabido que, así como varía el número de partidos que


integran un sistema determinado (desde el multipartidismo al partido
único), los grados de fraccionalización de los partidos políticos pueden
variar mucho. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en el plano de
los sistemas de partidos, no es fácil encontrar estudios de las diferencias
ideológicas entre las distintas unidades que componen al partido. Dicho
de otro modo: ha habido mucha investigación acerca de las ideologías
de los partidos como unidades (como partes de un sistema, para retomar
la conceptualización de Sartori), pero menos sobre los partidos como
«un todo», es decir, sobre la varianza de la ideología de cada partido
considerado como un sistema político en sí mismo.

Para avanzar un paso más, volvamos al ejemplo de los partidos


comunistas. Por definición, los partidos leninistas no pueden tener frac-
ciones. Existe una y sólo una orientación política dentro del partido, la
que ha sido determinada por mayoría en los organismos de dirección.
La minoría está obligada a someterse a las posiciones de la mayoría.
No hay, por lo tanto, orientaciones diferentes. La ideología del partido
tiende a ser monolítica.

En este tipo de partidos no es nada sencillo introducir cambios en su


orientación. En caso de existir corrientes de opinión internas, la mayoría
no tiene mayores dificultades para defender su política en la medida
en que controla los principales recursos de poder de la organización
(mecanismos de promoción de cuadros, escuelas de formación política,
medios de prensa, etc.).

La capacidad de adaptación de un partido como éste depende básica-


mente de la habilidad de su dirección. Sin embargo, incluso una dirección
políticamente perspicaz, en un partido tan centralizado, tiene pocos in-
centivos para cambiar. Enfocar al partido en una nueva dirección puede
facilitarle la tarea a los liderazgos emergentes. Cambiar es arriesgar.

En el extremo opuesto, hay partidos que habilitan y/o fomentan las


diferencias internas. En este tipo de partidos hay muchas fracciones con
ideas distintas. Otra vez, el ejemplo del justicialismo argentino puede
resultarnos muy útil. En torno a Perón y a algunos pocos principios muy
generales –«justicia social, independencia económica y soberanía polí-
tica»– se conformó un vasto movimiento en el que convivían sectores
con posiciones muy distintas, por ejemplo, en el eje izquierda-derecha.
28 u Adolfo Garcé

Se dirá que la existencia de fracciones depende del marco institucional


del partido. En cierto modo es correcto. Sin embargo, no es razonable
decir que los partidos comunistas no tienen fracciones internas porque
adoptaron el centralismo democrático. En realidad, se rigen por esa regla
porque es la que mejor expresa su manera de concebir cómo debe actuar
la vanguardia revolucionaria (como un pequeño ejército). Lo mismo
puede decirse del justicialismo. Tienen reglas que toleran y reproducen
las diferencias internas porque han definido al justicialismo como un
«movimiento» y no un «partido». El grado de pluralismo interno de un
partido es también producto de su ideología y no sólo de sus instituciones
o formato organizativo.

En definitiva, y volviendo al argumento central, parece razonable


suponer que un partido que aloja sin problemas diferentes visiones y
tradiciones dispone de un stock de ideas más amplio que un partido
monolítico (al estilo de los partidos comunistas). Cuando las circunstan-
cias cambian, no es difícil para un partido plural, hurgando en su propia
tradición, encontrar una propuesta que se ajuste bien al nuevo contexto.
Donde hubo fuego u 29

3.
Principales rasgos de la tradición ideológica del
MLN-Tupamaros

¿Cómo definir a los tupamaros? ¿Qué distingue la tradición del


MLN-T de otras tradiciones de la izquierda uruguaya? Desde luego, esta
pregunta se la han hecho todos los que desde hace varias décadas han
intentado descifrar los principales códigos políticos de la organización.
En general, los estudiosos han coincidido en presentar a los tupamaros
como un típico movimiento revolucionario y socialista de los años
sesenta, fuertemente influido por el impacto de la revolución cubana, y
heterogéneo desde el punto de vista de sus fuentes y referencias teóricas
(entre otras, marxismo, leninismo, anarquismo, liberalismo y naciona-
lismo). Asimismo, en general se ha señalado una tendencia fuerte hacia
el pragmatismo y el eclecticismo. En este trabajo se argumentará que,
en el marco de la izquierda socialista uruguaya, la tradición política
tupamara se caracteriza por su ambición política, su impaciencia, su
voluntarismo, su pragmatismo, su flexibilidad, y su imaginación para
inventar atajos hacia el poder. Como veremos, el MLN-T, pese a que
sus principales documentos teóricos de todas las épocas tienen una clara
impronta marxista (y, a veces, hasta leninista), se aleja mucho del estilo
de los partidos comunistas y se acerca notablemente a tradiciones como
la del justicialismo argentino, caracterizadas por el pragmatismo y el
pluralismo interno.

3.1. Los tupamaros en el marco


de la izquierda uruguaya
Los tupamaros no se han diferenciado mucho del resto de la izquierda
por los objetivos perseguidos. Más allá de detalles, han coincidido en que
30 u Adolfo Garcé

la lucha revolucionaria en Uruguay tiene dos fases íntimamente relacio-


nadas, la «liberación nacional» y «la revolución socialista» propiamente
dicha. También han coincidido en objetivos estratégicos clásicos como
la búsqueda de la unidad política de la izquierda (durante los sesenta y
ochenta), la lucha contra la dictadura (en los ochenta) o la necesidad de
facilitar el crecimiento del Frente Amplio (en los ochenta y noventa).
Aunque seguramente fueron los tupamaros quienes llegaron más lejos
en la sutura de las propuestas revolucionarias socialistas con la tradición
política uruguaya (especialmente con el artiguismo y la épica revolucio-
naria blanca), fueron, en esto, una manifestación más del proceso general
de «nacionalización» de la izquierda que ya venían procesando, desde la
década del cincuenta, comunistas y socialistas, entre otros.

La principal diferencia entre los tupamaros y el resto de la izquierda


no tiene que ver con los objetivos políticos sino con los procedimientos.
Los tupamaros se organizaron y diferenciaron, precisamente, a partir de
cuestiones de métodos. Mientras que la izquierda comunista y socialista
asignaba una gran importancia a la elaboración teórica, la actuación par-
lamentaria y la lucha electoral, los tupamaros decidieron que el ejemplo
cubano demostraba que «las condiciones subjetivas se crean luchando» y
que la lucha armada no sólo era la única vía a la revolución en América
Latina sino el principal método de lucha, al que deberían subordinarse
todos los demás. Para los tupamaros, la práctica revolucionaria es más
importante que la teoría revolucionaria. Los hechos, las acciones, los
gestos, los símbolos, son más importantes que las teorías, los discursos,
los documentos, las palabras.

Recientemente, Hebert Gatto ha realizado una extensa, sistemática


y erudita interpelación de esta visión. Desde su punto de vista, la cohe-
rencia e intensidad de la elaboración teórica del MLN-T son mayores
de lo que la interpretación tradicional ha señalado. Según Gatto, la
concepción teórica de los tupamaros es mucho más coherente de lo que
se suele señalar: estaba alineada «sin matices con el pensamiento de
Marx y Lenin» (2004: 146). En particular, «fueron marxistas críticos en
su voluntarismo y en su rescate del hombre, e incluso ultrapasaron esta
concepción, en tanto prescindieron de la clase e incluso del partido, a los
que, yendo más allá de Lenin, creyeron posible sustituir –al menos en
la etapa insurreccional– por la vanguardia, dirigiendo no ya un partido
sino un ejército popular en ciernes». «Por ello –sigue diciendo Gatto–, si
Donde hubo fuego u 31

Lenin fue un voluntarista-vanguardista, la guerrilla fue ultravoluntarista


y ultravanguardista, como si en el exceso encontrara la justificación de
su identidad» (2004: 219). En cuanto al lugar de la teoría en la ideología
de los tupamaros, Gatto sostiene que no hay que confundir la «relativa
parquedad de los tupamaros, así como sus constantes apelaciones a la
práctica en desmedro de las palabras como una afiliación al pragmatismo
político» (2004: 141). Llevando hasta el final su argumento, ve en los
tupamaros a «intelectuales armados».

Nadie puede negar la profunda incidencia del pensamiento marxista


en el MLN-T de todas las épocas. También es cierto que, sobre todo en
algunos momentos (durante el breve interregno de los organizadores
del Simposio de Viña del Mar a comienzos de los setenta o durante el
apogeo de los proletarios, en los noventa, como veremos más adelante),
el leninismo dejó una huella profunda. Sin embargo, creo que reduciendo
la ideología tupamara a su nutriente marxista podemos perder más de
lo que ganamos.

En particular, me cuesta mucho reconocer a los tupamaros en esa


imagen, que encuentro demasiado estilizada, de los «intelectuales arma-
dos». Veo, en cambio, en el MLN-T, más rebeldía que revolución, más
improvisación que planificación, más pasión y sentimiento que capaci-
dad estratégica. Más que como emergente armado de la intelectualidad
sesentista, el MLN-T se me representa como un grupo heterogéneo de
militantes socialistas profundamente desencantados con la democracia
y los métodos de la izquierda uruguaya tradicional. Mi imagen del
MLN-T es la de una «organización desorganizada» (permítaseme el
juego de palabras que parafrasea a Levitsky),4 una guerrilla invertebrada,
mutante, camaleónica, dotada, eso sí, de una llamativa habilidad para la
comunicación política.

a nivel nacional es compatible con la existencia de fuertes organizaciones locales.


Por eso lo ha definido como una «desorganización organizada».
5 Discurso de Eleuterio Fernández Huidobro en el acto del Estadio Franzini, diciembre
de 1987, página web del MLN-T.: http://www.chasque.net/mlnweb/
6 Comunicado del MLN-T difundido por Radio Sarandí, junio de 1969, citado por
Rey Tristán (2004: 172-173).
7 A principios de 1963 algunos grupos de militantes de diversos orígenes (socialistas,
32 u Adolfo Garcé

3.2. Una matriz ideológica


esencialmente heterogénea

En el MLN-T convergieron numerosas vertientes políticas e ideoló-


gicas. En el cauce tupamaro desembocaron corrientes universales (como
el marxismo, el leninismo, el trotsquismo, el anarquismo, el maoísmo
y la «teología de la liberación»), regionales (como el «guevarismo» y
el dependentismo), y nacionales (entre otros afluentes, debe destacarse
el «socialismo nacional» de Vivián Trías y Carlos Quijano, la tradición
artiguista y la épica revolucionaria del Partido Nacional). En el siguiente
pasaje de un recordado discurso de Fernández Huidobro se describe bien
la heterogeneidad de fuentes, referentes y tradiciones teóricas del MLN-T:

«Estas ideas no son exclusivamente nuestras. Ni tampoco son


todas las que tenemos. Están, como ustedes comprenderán, mal
pergeñadas en la improvisación de un discurso. Nos vienen a
nosotros, los tupamaros, de una lejana herencia todas estas
ideas. Nos vienen desde el «Viejo» Artigas, nuestro «Viejo»
Artigas, el de las masas desposeídas y de la reivindicación so-
cial, traicionada y olvidada. Nos vienen del gaucho y del indio
libertarios, del «naides es más que naides» de las patriadas
multitudinarias. Nos vienen de los viejos anarquistas y de los
viejos socialistas pioneros para poner en pie, aquí, a fines del
siglo pasado y principios de éste, a la clase obrera uruguaya;
clase que fue, desde que se puso en pie y desde que existió como
tal, la vanguardia indiscutida de la lucha de clases en el Uruguay,
hasta hoy. Y por lo tanto, estas ideas son también, además de
independientes, además de nacionales, socialistas. Nos vienen
del «Viejo» Erro, y nos vienen de Zelmar. Nos vienen del «Toba».
Porque no podían dejar de venirnos estas ideas a nosotros y a
otros. Donde gente oriunda de los partidos blanco y colorado,
donde alentaron Grauert y donde alentó Carnelli. Nos vienen
también de Gerardo Gatti, de León Duarte y del «Perro» Pérez.
Nos vienen de Hugo Méndez y de todos los compañeros mártires
del GAU. Nos vienen del sacerdote Indalecio Olivera, mártir del
MLN, y del pastor Jurado, mártir también del pueblo uruguayo,
religiosos que murieron con las armas en la mano. Nos vienen
de tantos mártires que han quedado por el camino. Y nos vienen
Donde hubo fuego u 33

Contratapa del número 4 de la revista Hervidero. Esta publicación apareció a comienzos


de 2003, y es editada por un grupo de ex militantes del MLN-T (ver Anexo). En las
contratapas, el «colectivo Hervidero» suele rendir homenaje a sus principales referentes
políticos y teóricos, desde Marx y Bakunin a Líber Seregni y José D’Elía, pasando por
Artigas, Fidel Castro y Luce Fabbri, entre otros.
34 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 35

también de aquel gran mártir gigantesco, el Che Guevara».5

Según Rey Tristán, el MLN-T se formó, en 1966, básicamente, a partir


de tres grupos de militantes (2005: 129-134). Un primer grupo provenía
del Partido Socialista. Estaba integrado, entre otros, por Raúl Sendic,
Jorge Manera, Julio Marenales, Amodio Pérez, Alicia Rey, Tabaré Ri-
vero y Jesús Rodríguez Recalde. Traían del PSU una base marxista, una
creciente vocación nacionalista y el sueño del «socialismo en libertad».
Un segundo grupo había sido forjado por Raúl Sendic en su militancia
en UTAA. Los «peludos» eran como Sendic: hombres de campo, duros,
sufridos, lacónicos. No les gustaba perder el tiempo, y menos en discu-
siones teóricas. El tercer grupo («el grupo de La Teja») provenía en su
mayoría del Movimiento Revolucionario Oriental que se había formado
en torno a Ariel Collazo en el Partido Nacional y que había ingresado
al FIDEL en 1961. Muchos de ellos habían participado, a través del
Movimiento de Apoyo al Campesino, en la solidaridad militante con
la movilización de los cañeros. El principal referente de este grupo era
Fernández Huidobro. Tenían un sustrato ideológico nacionalista y una
fuerte empatía con el proceso cubano (que los acercó a los comunistas). A
ellos, en estos tiempos de forja, se sumaron José Mujica, que simpatizaba
con el anarquismo y había militado con Enrique Erro en el Herrerismo
y Jorge Torres, que había tenido militancia en el batllismo, el Partido
Comunista y había fundado el MIR.

Socialistas como Sendic y blancos como Mujica, ex anarquistas como


Rivera Yic y disidentes comunistas como Jorge Torres, cañeros como
Julio Vique y «picapedreros» como Marenales, pro cubanos como Fer-
nández Huidobro y pro chinos como Rodríguez Belletti, en ese MLN-T
inicial había más diferencias sociales e ideológicas que coincidencias.
Había, también, importantes coincidencias: tanto los que venían del
Partido Socialista como los que se acercaban a la lucha revolucionaria
desde la tradición blanca, portaban fuertes convicciones nacionalistas.

anarquistas, militantes de la juventud del Movimiento Revolucionario Oriental y


del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, entre otros) comenzaron a debatir
acerca de cómo pasar a la acción armada. En el marco de estos debates se planificó
36 u Adolfo Garcé

El nacionalismo
El nacionalismo se manifestó de modos diversos. En primer lugar,
en la jerarquía atribuida a la «liberación nacional» dentro de la estrate-
gia revolucionaria del movimiento. Para la izquierda de la época, para
avanzar hacia la revolución socialista era imprescindible, en una primera
etapa, convocar a luchar «por la liberación nacional». Comunistas, so-
cialistas y tupamaros coincidían, con terceristas y dependentistas, en la
necesidad de la ruptura de los lazos de dependencia con el imperialismo.
Sin embargo, mientras que para los comunistas la fase «agraria, antioli-
gárquica y antiimperialista» era una estación importante pero secundaria
respecto al momento de la revolución socialista, para los tupamaros, la
lucha contra el «imperialismo» tenía una carga emotiva muy especial.
Por eso mismo, teniendo como objetivo el socialismo, constituyen un
«movimiento de liberación nacional». Cuestión de matices, de acentos,
de sílabas tónicas. Pero visible y políticamente relevante: unos ponían el
acento en la lucha por salvar al obrero de la explotación capitalista, los
otros, en la lucha por «salvar a la patria del imperialismo».

En segundo lugar, en su expresa y reiterada vocación de independencia


política. El MLN-T insistió, a lo largo de toda su historia, en que era
independiente de cualquier organización internacional. En este sentido
subrayaba su diferencia con el Partido Comunista, que había cultivado
una estrecha relación con el PCUS. Ciertamente, como ha señalado
Gatto (2004: 202), todos los partidos marxistas han proclamado que el
«marxismo no es un dogma, sino una guía para la acción». Sin embar-
go, el MLN-T llevó su independencia de criterio al extremo, adoptando
posiciones distintas de las de algunos de sus referentes más destacados
como Regis Debray o Ernesto Guevara. Esta defensa de la independencia
intelectual es una de las principales constantes en la identidad ideológica
del MLN-T: «Constituye una vocación de uruguayos y por lo tanto de
Tupamaros el pensar con la propia cabeza sin atarse a ningún esquema»,
proclamó Julio Marenales, uno de los fundadores y principales referentes
de la organización en diciembre de 1985 (MLN-T 1985).

El nacionalismo tiene una manifestación más: para el MLN-T no sólo


había que pensar como uruguayos; además, los revolucionarios debían
poder comunicarse en el lenguaje de los uruguayos. Toda la izquierda
uruguaya, desde mediados de los años cincuenta, venía experimentando
un proceso que los especialistas han caracterizado como de «tradicio-
nalización» o «nacionalización» (Caetano y Rilla 1995: 48-51, Yaffé
Donde hubo fuego u 37

2003, Lanzaro 2004: 33). En ese marco, el esfuerzo de Vivián Trías


dentro del Partido Socialista fue especialmente importante. El MLN-T
elevó esta vocación por conectar el discurso revolucionario y socialista
con la tradición política nacional y con los códigos de comunicación
de los uruguayos al rango de definición estatutaria. En el Reglamento
del MLN-T se dice: «El MLN debe realizar su prédica y dirigirse al
pueblo en el lenguaje que el pueblo habla». Por eso mismo, los funda-
dores de la organización se autodenominaron «tupamaros», evocando
a «aquellos gauchos rebeldes de antes, que se llamaban tupamaros, que
cuando hubo un gobierno extranjero en este país, asolaban la campiña
para hacerle la vida imposible a los intrusos, burlándose de las leyes de
un régimen injusto».6 Para poder «hablar en uruguayo», los tupamaros
solían presentarse frente a la opinión pública como los continuadores de
la tradición de lucha revolucionaria en el país, desde Artigas y su lucha
por la independencia nacional en las primeras décadas del siglo XIX,
hasta Aparicio Saravia y sus revoluciones contra los gobiernos colorados
(fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX).

Las zonas de contacto entre la tradición tupamara


y el anarquismo
«Sigo siendo anarquista; creo que soy bastante libertario».
José Mujica (Campodónico 1999: 23)

A cuenta de investigaciones más exhaustivas, es posible detectar


múltiples zonas de contacto entre la tradición tupamara y el anarquis-
mo. En primer lugar, existen abundantes puntos de comunicación entre
las trayectorias vitales de los fundadores del MLN-T y el movimiento
anarquista uruguayo. Tupamaros y anarquistas compartieron una larga
trayectoria común, desde principios de los años sesenta en las marchas
cañeras y el «Coordinador»7, hasta la creación, junto al PVP, del MPP,
pasando por sus respectivas experiencias de lucha armada. La experien-
cia del «Coordinador» fue especialmente importante. En ese ámbito las
definiciones ideológicas se manejaban, según los propios tupamaros, en
el asalto al Tiro Suizo, Club de Tiro de Nueva Helvecia (departamento de Colonia).
En principio, se procuraba obtener armas para apoyar la ocupación de la estancia
Silva y Rosas. Algunos de los que participaron de este «Coordinador» terminarán
fundando el MLN-T en 1966.
8 Este pasaje pertenece al documento MLN-T, Preconvencional, «Trabajo autocrítico
presentado por la comisión preconvencional de autocrítica a la III Convención Na-
cional», 24/02/86.
9 Declaraciones de Julio Marenales. Entrevista del autor.
38 u Adolfo Garcé

los términos siguientes: «En las etapas previas a la creación del MLN
(«Coordinador») ubicamos la búsqueda de nuevos caminos, para res-
ponder revolucionariamente a una situación planteada por el desarrollo
de la lucha de clases en el Uruguay. Estas respuestas cabe analizarlas
fundamentalmente desde el punto de vista ideológico, pues son respuestas
dadas por un grupo pequeño de militantes con trayectoria en la izquierda
y que corresponden a los grados más elevados de conciencia. No hay
una definición ideológica expresa: se acepta la inclinación marxista,
anarquista o cristiana, dentro de una intención común revolucionaria
antiimperialista y por ende socialista».8 En esta etapa, previa a la creación
del MLN-T, los futuros tupamaros tuvieron un espacio permanente de
debate con algunos de los principales referentes del anarquismo uruguayo,
como Mauricio y Gerardo Gatti, León Duarte y Juan Carlos Mechoso
(Rey Tristán 2005: 230-234).

«El Coordinador», de todos modos, no fue la única instancia de


comunicación entre los futuros tupamaros y el anarquismo. Blixen ha
señalado que, durante los años de militancia en la FEUU de Sendic los
anarquistas tenían un peso importante en el movimiento universitario
(Blixen 2000: 34). Por otro lado, en el libro de Aldrighi, Zabalza relató
que Sendic conocía bien «la visión libertaria de la autogestión (…), desde
sus coincidencias con Proudhon (2001: 186). Tagliaferro, por su parte,
recogió el testimonio de Fernández Huidobro acerca de sus discusiones
sobre el proceso revolucionario en Uruguay con Mario Naviliat, médico
de origen anarquista, en determinada etapa de la formación de sus ideas
revolucionarias (2004: 55). El propio Jorge Zabalza tuvo un pasaje por la
Federación Anarquista del Uruguay. Carlos Rivera Yic, uno de los funda-
dores del MLN-T, era de extracción anarquista. Había tomado contacto
con estas ideas en sus tiempos de obrero en una fábrica de vidrio. En el
libro de Campodónico, José Mujica explicitó muy claramente su deuda
con el anarquismo: «Mi primer pensamiento de izquierda fue anarquista,
esto es incuestionable. Después fui encontrando mayor racionalidad, una
mayor explicación a través de una interpretación histórica más marxista»

10 MLN-T, «Un aporte al tema ideología«, Jorge Torres y Eleuterio Fernández Huidobro,
1987. Documento interno.
11 Uno de los ejes centrales de la polémica entre marxistas y anarquistas fue, preci-
samente, la valoración de la clase obrera como sujeto revolucionario. «Frente a la
concentración marxiana de todas las expectativas en un sector social muy definido
sociológicamente, como es el proletariado de los países industriales, los clásicos
anarquistas tendieron a confiar en «los trabajadores» en general, o en los campesinos,
Donde hubo fuego u 39

(1999: 69).

Este importante testimonio de Mujica nos conduce al segundo tipo


de contactos entre tupamaros y anarquistas que es preciso estudiar más
a fondo: las coincidencias en el plano de las ideas. La primera afinidad
entre el anarquismo y la tradición política del MLN-T es la elección de
la propaganda armada como método de creación de conciencia. Según
Rey Tristán, «serían en 1876 anarquistas italianos los que realizasen
una declaración proclamando la propaganda mediante la acción [...]:
creían que el hecho insurreccional destinado a afirmar los principios
socialistas mediante la acción es el medio de propaganda más efectivo y
el único que sin engañar ni corromper a las masas puede penetrar hasta
las capas sociales más profundas [...]. Esta estrategia política nacida del
anarquismo, presente en todo el movimiento revolucionario de la época,
fue la adoptada por el MLN-T» (2005: 181). Como el propio Rey Tristán
señala, la propaganda armada estaba presente en todo el movimiento
revolucionario de la época, empezando por la revolución cubana. Po-
dríamos agregar, que el propio Lenin consideraba que podía ser útil en
determinadas circunstancias. Se dirá, y con razón, que la propaganda
armada en Uruguay fue más una herencia de la revolución cubana que
del anarquismo español. De todos modos, también es cierto que no nació
con Fidel Castro ni con el asalto al Cuartel Moncada.

La segunda afinidad entre ambas tradiciones es la resistencia a las


jerarquías, dentro y fuera de la organización. No creo necesario insistir en
que este rasgo es uno de los que mejor distingue al anarquismo de otras
tradiciones revolucionarias. Ciertamente, es también una de las señas de
identidad más típicas del movimiento. Los tupamaros jamás reconocie-
ron líderes. En palabras de Marenales: «Al MLN-T no hay nadie que lo
mande. Ni Raúl Sendic. Esto es un colectivo verdadero. Somos fanáticos
del colectivo».9 Este punto ha sido señalado por Aldrighi (2001:128):
«La influencia libertaria de los orígenes del MLN estableció un estilo
llano en las relaciones jerárquicas y en el ejercicio de la dirección».
Todos los intentos del MLN-T por funcionar de acuerdo a los principios
del centralismo-democrático a lo largo de la historia han fracasado: para
los tupamaros es mucho más importante la libertad que la autoridad.
En un texto que circuló internamente en el MLN-T durante la etapa de
su reorganización, Fernández Huidobro y Jorge Torres decían: «Como
los jóvenes, las minorías raciales o culturales, el lumpenproletariado o los grupos
marginados que nada tienen que perder con el derrumbamiento del sistema» (Álvarez
Junco 1992: 278).
40 u Adolfo Garcé

una de las garantías de que los objetivos de la revolución y del pueblo


no serán sustituidos por los de un partido o por los de la organización,
el MLN luchará siempre por asegurar la participación de todos sus in-
tegrantes en la discusión y adopción de las decisiones fundamentales,
rechazando como contrarios a esos objetivos la formación de cualquier
tipo de camarilla así como la consolidación de formas de organización y
de decisión excesivamente centralizadas».10 Desde luego, los tupamaros
no reconocían jerarquías dentro del movimiento, pero tampoco fuera de
él. Como se verá un poco más adelante, hasta 1995, fueron muy frecuentes
los choques entre el MLN-T y el principal referente del FA, Líber Seregni.
También lo fueron, hasta la instalación del gobierno «progresista», los
enfrentamientos con Tabaré Vázquez.

El tercer paralelismo muy fuerte entre ambas tradiciones surge al


considerar su visión de las clases sociales. Uno de los puntos centrales de
la polémica histórica entre el anarquismo y el marxismo ha sido la valo-
ración del papel de la clase obrera. Mientras que el marxismo ha insistido
históricamente en atribuirle el papel de «vanguardia» revolucionaria, el
anarquismo ha preferido centrar en «los explotados» en general las espe-
ranzas redentoras.11 Pese a los sucesivos esfuerzos por «proletarizarlo»,
es notorio que el MLN-T siempre ha mirado con simpatía a todos los
marginados de la ciudad y del campo, y no sólo a los obreros. Como han
señalado muy especialmente Varela (1988: 82-84, 100-101) y Rey Tristán
(2005: 164), en la configuración ideológica inicial del MLN-T no hay
una jerarquización de la clase obrera por encima de otros sectores socia-
les. A la hora de definir el sujeto (la «fuerza motriz») de la revolución,
los tupamaros se referían «al pueblo» en general, a los «trabajadores»,
a los «explotados» y no a la «clase obrera» como era tradicional en los
partidos marxistas. La hipótesis del sustrato anarquista permite explicar
la «prescindencia» del sujeto «clase obrera» como protagonista central
de la revolución que señalara Gatto al definir el «tipo de marxismo» al
12 Los economistas le merecieron al menos un par de frases célebres: durante la campaña
electoral de 2004, comentando unas declaraciones del economista Carlos Viera, opinó
que el punto de vista defendido por el actual director de la OPP era «una choricez
típica de los economistas». Más recientemente, explicando sus diferencias con el
equipo económico que encabeza Danilo Astori sentenció que «los de Harvard son
tan dogmáticos como los de Moscú». Desde luego, también los politólogos han sido
blanco de sus críticas: según Mujica, es una «papita» ser politólogo; más que un
trabajo, es «un curro».
13 Hugo Fontana, en Historias robadas, un libro muy recomendable, recogió la historia
de vida de dos anarquistas uruguayos. Según el testimonio de Beto, «Cuando ter-
minó la Revolución española, en Montevideo recibimos a un montón de refugiados,
Donde hubo fuego u 41

que estarían afiliados los tupamaros.

Las respectivas «sociologías» de la tradición tupamara y anarquista


tienen otro punto de coincidencia fuerte: ambos comparten una fuerte
desconfianza hacia las minorías ilustradas. Permítaseme citar el extenso
estudio de Álvarez Junco: para Bakunin, «la clave de la división de la
sociedad en clases no residía tanto en la propiedad de los instrumentos
de producción como en el abismo existente entre el trabajo intelectual y
el manual. Ese era el que iba haciendo aparecer nuevos grupos sociales
opresores, caracterizados por la posesión del saber –lo que en términos
más actuales, se llamarían «tecnocracias»– que se aprestaban a sustituir
a las viejas aristocracias de la sangre y del dinero. Pese a su inmensa
fe en las posibilidades liberadoras de la ciencia, los bakunistas siempre
recelaron de las pretensiones de superioridad de los científicos» (Álvarez
Junco 1992: 284). Otro tanto puede decirse de los tupamaros: combinaron
una fuerte fe en la ciencia y el progreso científico, con cierto desprecio
hacia los intelectuales. Recuérdense, por ejemplo, las insistentes críticas
de Mujica a los economistas y a los politólogos.12 La posible raigambre
anarquista del antiintelectualismo de los tupamaros había sido advertida,
en su momento, por Régis Debray en La crítica de las armas (Varela
1988: 81). Como veremos un poco más adelante, en el caso de Raúl
Sendic habría que introducir algunos matices: su formación universitaria
le permitió construir una interfase más amplia con algunos sectores de
la intelectualidad.

La hipótesis de una influencia relativamente importante, más indirecta


que directa, del anarquismo en la matriz ideológica del MLN-T requiere
una investigación específica. Sólo cabe agregar que es históricamente
plausible. Téngase presente que el movimiento anarquista fue especial-
mente fuerte en España entre fines del siglo XIX hasta la Guerra Civil.
Según Álvarez Junco, luego de un período de repliegue, «la reaparición

dirigentes sindicales de importancia como González Entrialgo, Musulén Fajardo,


González Saavedra, quienes estuvieron un tiempo militando entre nosotros y después
antes de perderse por ahí» (Fontana 2003: 55).
14 Según el ex militante del MLN-T Carlos Caillabet, «el método de los tupamaros es la
improvisación». «Hay gente que planifica y luego, en el margen, obligada, improvisa.
Los tupas hacen al revés. Improvisan planes». Entrevista del autor.
15 Alfonso Lessa ha ilustrado de un modo elocuente este aspecto del MLN-T: «Más
allá de los hechos estrictamente militares, surge otra cuestión fundamental para
comprender la derrota de los Tupamaros: la incidencia en este fracaso de la hetero-
42 u Adolfo Garcé

en 1930-31 fue impresionante e inauguró un [...] lustro [...] en el que


el anarquismo mundial fue ciertamente español» (1992: 298-299). Los
anarquistas españoles tuvieron una relación conflictiva pero destacada en
el movimiento republicano (en 1936 llegaron a tener cuatro ministros).
Derrotada la República fueron duramente perseguidos y nutrieron la
abundante camada de inmigrantes españoles que llegaron a Uruguay en
las décadas del cuarenta y cincuenta. Esta ola de anarquistas españoles
se sumó al aporte de los ácratas de distintas nacionalidades que, desde
hacía algunas décadas, animaban el movimiento sindical uruguayo. Sobre
este punto, José Mujica ha dejado un testimonio esclarecedor. Evocando
sus años de adolescente dijo: «Todavía quedaban elementos de la cultura
anarquista. Los anarquistas son los fundadores del sindicalismo urugua-
yo, por más que la literatura que vino a posteriori nunca haya querido
reconocerlo. La organización sindical llegó en las panzas de los buques
de los inmigrantes y tenía una bandera anarquista. Pero claro, como
después el movimiento anarquista empezó a debilitarse se creó algo así
como una cultura oficialista, como si el sindicalismo hubiera empezado
en 1917 o algo por el estilo» (Campodónico 1999: 29-30).13

Desde luego, y volviendo al comienzo de este apartado, debe quedar


claro que el énfasis puesto en persuadir al lector acerca de las conexiones
entre la tradición tupamara y el anarquismo no debe interpretarse como
si se estuviera reduciendo la ideología tupamara a la matriz anarquista.
Muy por el contrario, pretendo insistir en que no se gana mucho tratando
de hacer encajar la configuración ideológica del MLN-T en un único
referente teórico, por importante que haya sido. No es correcto decir que
los tupamaros eran, en esencia, anarquistas. Pero, si mi interpretación
es correcta, tampoco sería conveniente presentarlos, simplemente, como
marxistas, por fuerte que haya sido la huella de esta corriente.

3.3. Hechos y no palabras:


anti-teoricismo y pragmatismo

Al conformarse el MLN-T a mediados de los sesenta, había muchos


génea composición
partidarios de luchar delpor
movimiento guerrillerosocialista
una revolución con las consiguientes
en Uruguay.contradicciones
Muchos
en el plano estratégico y en particular acerca de la valorización de la democracia.
La heterogeneidad política, ideológica y social de sus componentes, producto del
proceso de reclutamiento de sus cuadros y militantes, explica en buena medida las
contradicciones ideológicas y la consiguiente confusión de objetivos que terminarían
operando como un factor paralizante de la organización» (Lessa 2004: 99).
16 El principio organizativo básico del MLN-T fue el «centralismo estratégico con
Donde hubo fuego u 43

de ellos, desde Carlos Quijano a Vivián Trías, eran también partidarios


de estrechar los lazos entre la tradición nacional y el pensamiento so-
cialista. Sin embargo, hay un aspecto ideológico en el que el MLN-T
se distancia nítidamente de las demás grandes corrientes socialistas de
Uruguay durante esos turbulentos años sesenta: el lugar de la teoría en
relación con la práctica revolucionaria. Mientras que en el marxismo y en
el leninismo «sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria»,
para los tupamaros «la teoría surge de la práctica» y «no hay mejor teoría
revolucionaria que la que surge de las revoluciones hechas». Los tupa-
maros, se ha dicho muchas veces, se reunieron en torno a una consigna:
«las palabras nos separan, los hechos nos unen» (Blixen 2000: 78-85).

En realidad, tan importante como comprender el terreno teórico del


que tomaron sus principales nutrientes es percibir que, a partir de esos
elementos, terminó brotando una propuesta política que subestimaba
explícita y rotundamente el papel de la teoría. Creo que este aspecto
de la tradición política e ideológica del MLN-T ha sido notablemente
bien fundamentado por Jorge Torres, uno de los fundadores del propio
movimiento, en La derrota en la mira (2002).

Para los fundadores del movimiento, se había acabado el tiempo de


los debates doctrinarios y de los discursos revolucionarios: había que
pasar, de una buena vez, de las palabras a los hechos. En el caso de los
tupamaros, el anti-teoricismo era, en esencia, una manifestación de im-
paciencia. El MLN-T reunía a los que no estaban dispuestos a esperar
cincuenta años para ver cambios revolucionarios. Este sentido de la
urgencia los estimulaba (y los sigue incentivando) a fabricar «atajos»
hacia los cambios revolucionarios. El MLN-T nació como guerrilla,
pero sus fundadores escogieron esta opción porque consideraban que,
en esas circunstancias, no existía un camino más corto hacia el poder. La
experiencia de los partidos marxistas uruguayos les parecía deprimente,
frustrante. En cambio, el camino cubano lucía espectacular, deslumbrante.

La instalación de un foco armado en Uruguay fue más una reacción


de rebeldía que una decisión anclada en una teoría cabal del proceso
revolucionario. Podría decirse que, en buena medida, fue la resultante
de una serie de factores circunstanciales: el impacto emocional de la
revolución cubana, que para algunos habría demostrado que bastaba un
poco de coraje y decisión para desatar un proceso revolucionario victo-
rioso; el desencanto frente a los paupérrimos resultados electorales de
44 u Adolfo Garcé

la izquierda uruguaya en 1962 (en particular del Partido Socialista) que


fue interpretado por algunos como la demostración de la inutilidad de
los caminos de creación de conciencia revolucionaria que habían seguido
hasta la fecha por los partidos de izquierda uruguayos; la profundización
de la crisis de legitimidad de la democracia uruguaya y del desprestigio
creciente de sus principales partidos; el in crescendo del autoritarismo,
especialmente durante la presidencia de Pacheco. Algunos relatos de la
construcción de la guerrilla, como el de Blixen (2000), muestran hasta
qué punto el empuje rebelde que se expresó en el MLN-T se fue mol-
deando al calor de la contingencia, de «derrota en derrota», como ha
dicho irónicamente Fernández Huidobro, improvisando sobre la marcha.14

Tener en cuenta que es a través de su approach pragmático a la acti-


vidad política, y no de una elaboración teórica sofisticada y consistente,
que el MLN-T adopta la metodología de la propaganda armada, es algo
esencial para comprender la evolución ulterior. Es cierto que el MLN-T
nació como un movimiento guerrillero. Es cierto que el olor a pólvora está
impregnado en sus códigos genéticos. Sin embargo, antes de la pólvora,
en términos lógicos, está el pragmatismo. Nacieron como guerrilleros
porque, en ese momento, en esas circunstancias, consideraron que los
demás caminos eran inviables, ineficaces y/o ineficientes. Sólo así pue-
de explicarse que, en 1971, en el momento de máxima fortaleza de la
organización, los tupamaros hayan decidido sorpresivamente suspender
las acciones de propaganda armada y crear un brazo político legal del
MLN-T (el Movimiento de Independientes 26 de Marzo) para partici-
par de la primera experiencia de unidad sin exclusiones de la izquierda
uruguaya (el Frente Amplio). En el Documento 1, el más importante en
la historia del MLN-T redactado en junio de 1967, se decía: «Las con-
cepciones estratégicas no surgen de laboratorios, sino de la práctica».
La estrategia se apoya en datos de la realidad, que por definición son
cambiantes: «una estrategia se elabora a partir de hechos reales básicos,
y la realidad cambia independientemente de nuestra voluntad» (citado
por Torres 2002: 203-204).

Nótese, asimismo que, al definir la instalación de un foco guerrillero


urbano, los tupamaros, haciendo gala de su ya señalada independencia
autonomía táctica». El movimiento tenía una única dirección política, pero estaba
constituido por estructuras totalmente autónomas. Se procuraba, de esta forma, evitar
que la caída de una organización afectara lo menos posible al resto del movimiento.
A partir de 1967 se fueron formando columnas. La columna 15 fue especialmente
Donde hubo fuego u 45

intelectual frente a los caminos revolucionarios sugeridos desde otras


naciones, desafiaron al Che Guevara (que había insistido en que no podía
funcionar una guerrilla en los países con sistemas democráticos) y al
modelo cubano (que instaló sus focos guerrilleros en la Sierra Maestra
y no en La Habana).

3.4. La destreza política


Según la espléndida y célebre expresión de Carlos Real de Azúa, el
MLN-T no fue una guerrilla sino un «movimiento político con armas»
(1988: 102-104). Los tupamaros usaban el método de la propaganda
armada porque lo consideraban el más eficaz y eficiente para la tarea de
creación de conciencia en las masas. El método estaba al servicio de una
estrategia política. Como regla general, es bien sabido que los tupamaros
calculaban muy cuidadosamente el impacto potencial de sus acciones en
términos de popularidad. Sendic era especialmente meticuloso en esto:
«Su obsesión por la opinión de la gente lo llevaba a escuchar atentamente
las conversaciones en los ómnibus y registrar distintas opiniones y co-
mentarios sobre los tupamaros» (Blixen 2000: 176). Esta preocupación
lo llevaba, por ejemplo, a luchar dentro del MLN-T contra la utilización
de explosivos en los operativos.

Ciertamente, como el propio Real de Azúa señalara, no todas las


acciones de los tupamaros les granjearon un incremento de simpatía en
la población. Es probable que el allanamiento de la Financiera Monty
(1969), el robo de la documentación y valores de la familia Mailhos
(1970) y la fuga de más de un centenar de tupamaros desde la Cárcel
de Punta Carretas (1971) hayan sido algunas de las acciones que más
prestigio y simpatía despertaron en la opinión pública. Otras acciones,
como la muerte de los cuatro soldados frente a la casa del Comandante
del Ejército (18 de mayo de 1972) o la ejecución del peón rural Pascasio
Báez (dada a conocer en 1972), por el contrario, generaron rechazo.

No es sencillo estimar el grado de apoyo popular generado por el


MLN-T. Con lo relativa que puede ser, la aproximación más razonable
la ofrece la votación de «Patria Grande», el sublema al Senado encabe-
zado por Enrique Erro. Precisamente, el principal rasgo que distinguía
a Erro en 1971 era el de aparecer públicamente como el principal aliado
46 u Adolfo Garcé

de los tupamaros. Si esta valoración es correcta, puede estimarse que,


entre 1966 y noviembre de 1971, el MLN-T logró capitalizar un apoyo
político de aproximadamente 70.000 electores.

Fuente: Elaboración propia a partir de Piñeiro y Yaffé (2004).

No deja de ser paradójico: los tupamaros no supieron organizar una


guerrilla invencible, ni acelerar el proceso revolucionario, ni fabricar un
atajo hacia la insurrección popular. Ni siquiera pudieron participar en la
Huelga General de 1973. Pero, haciendo propaganda armada, comuni-
cando sus ideas mediante acciones arriesgadas e ingeniosas, utilizando
pocas palabras pero perfectamente comprensibles por el uruguayo medio,
conectando hábilmente su lucha con las principales tradiciones revolucio-

narias del país y, muy especialmente, con el artiguismo, demostraron que


sí sabían cómo hacer política. En el fondo, lo mejor que tuvieron como
guerrilleros fue lo que tenían de políticos: picardía, «olfato», intuición,
capacidad de comunicación.

3.5. Eclecticismo, autonomía y la política


de los «hechos consumados»
En el MLN-T siempre convivieron militantes de las más diversas for-
maciones e inclinaciones: leninistas, anarquistas, trotsquistas, maoístas,
guevaristas, cristianos revolucionarios, blancos, colorados, etc.15 Cabe
preguntarse cómo hacían para zanjar sus diferencias ideológicas y definir
sus rumbos políticos.

En teoría, de acuerdo a los sucesivos reglamentos internos, la orga-


nización se estructuraba sobre la base del centralismo-democrático, es
decir, llevando hasta sus últimas consecuencias la regla de la mayoría.
Donde hubo fuego u 47

Sin embargo, el MLN-T, en los hechos, tendía a funcionar de un modo


diferente, buscando conciliar las diferencias internas y brindando már-
genes importantes de autonomía a sus diferentes estructuras políticas y
militares.

Uno de los principales recursos para la superación de las diferencias


internas dentro de la organización fue, a lo largo de toda su historia, el
eclecticismo. Los documentos elaborados por los tupamaros nunca fueron
«puros» desde el punto de vista ideológico o teórico. Tradicionalmen-
te han sido redactados intentando conformar visiones diferentes. Los
principales documentos siempre han sido fruto de transacciones entre
distintas corrientes de opinión internas.

Otro de los caminos habitualmente recorridos por la organización


para permitir la coexistencia de visiones distintas ha sido el reconocer
amplias zonas de autonomía a sus distintas estructuras. La autonomía,
en el fondo, derivaba del pragmatismo. No es posible determinar a priori
(en el sentido más estricto de la expresión, es decir, «antes de la expe-
riencia»), cuál es la teoría más correcta. Es necesario poner en práctica
las concepciones existentes para ir construyendo, a partir de la práctica,
la teoría revolucionaria.

Dando un paso más: incluso es legítimo y hasta saludable que la


misma organización experimente, al mismo tiempo, caminos distintos.
El primero en manejarse de este modo era el propio Sendic. Si creía que
era conveniente para el movimiento revolucionario llevar adelante una
determinada acción no esperaba el consentimiento de la organización.
Y consentía que los demás también tuvieran un margen importante de
autonomía: «¿Qué es lo peor que puede pasar?», decía Sendic, dando vía
libre al impulso autónomo. Por eso en el viejo MLN-T convivían, bajo
el mismo techo, visiones más «militaristas» (en la «columna 15») con
enfoques más «políticos» (como en la columna del interior que dirigió
el propio Sendic).16

activa en el plano de la acción armada (Rey Tristán 2005: 141-156).


17 En el Simposio de Viña del Mar (marzo de 1973) se insistió mucho en la necesidad
de vigilar cuidadosamente el perfil social de los militantes y cuadros del MLN como
forma de dar la «lucha ideológica» contra «los elementos disolventes y vacilantes».
Los documentos de esa reunión pueden verse en MLN-T, Simposio de Viña-1973,
La carta de los presos y otros documentos.
48 u Adolfo Garcé

La «teoría de los hechos consumados» es una de las manifestaciones


más claras de esta peculiar manera de concebir el funcionamiento de la
organización revolucionaria. La teoría, en principio, es una justificación
del foquismo. Sin embargo, los dirigentes tupamaros terminaron extrapo-
lando esta manera de operar a la interna de la «Orga». En el documento
3 del MLN-T (mayo de 1968) se decía: «Dicha estrategia consiste es-
quemáticamente en lo siguiente: un grupo armado como para sostener
una lucha prolongada, es decir, como para no ser destruido de inmediato
inicia acciones. Ante el hecho consumado, el resto de la izquierda y el
pueblo se ven ante estas alternativas: o sumarse a la lucha armada o
permanecer indiferente a la misma, o servir de ‘soldado tranquilo’ de la
contrarrevolución» (citado por Torres 2002: 272).

Los tupamaros no sólo han aplicado la teoría de los hechos consuma-


dos «hacia fuera», en su campaña política hacia la ciudadanía. Además,
han apelado a los «hechos consumados» para dirimir pleitos internos en
torno a opciones estratégicas.

Éste fue el expediente empleado por Sendic para facilitar la inserción


del MLN-T en la legalidad. De ese mismo recurso, tan típicamente tupa-
maro, se valió Mujica para liderar, a partir de 1995, «aparato» hacia la
cooperación con la estrategia de la mayoría de la izquierda y de Tabaré
Vázquez.

18 Hubo 18 rehenes, 9 varones y 9 mujeres. Los varones permanecieron presos en


cuarteles, en grupos de a tres, durante 11 años, desde setiembre de 1973 hasta marzo
de 1984. Las mujeres volvieron al Penal de Punta de Rieles a fines de 1976. Proba-
blemente esto ayude a entender por qué la expresión «rehenes» se usa casi siempre
para hacer referencia a los 9 «rehenes» varones.
19 «Conferencia del MLN-T», semanario Asamblea, 18 de marzo, 1985.
20 El 26 de Marzo «en Uruguay», como antes el Movimiento de Independientes 26 de
Marzo, fue el «brazo legal» del MLN-T. El 26 de Marzo «en Uruguay» fue reor-
ganizado clandestinamente, a partir de 1983, por militantes del MLN-T como Luis
Rosadilla, Sandra Menoti, Daniel Carbajal, Ruben Bouvier y Edmundo Canalda, luego
Donde hubo fuego u 49

4.
La inserción del MLN-Tupamaros
en la legalidad (1985-1989)

«Los tupamaros no eligieron la democracia y la


50 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 51

competencia electoral. La democracia se les impuso».


Carlos Casares
Ex integrante del CE del MLN-T

Desde su creación, a mediados de los sesenta, hasta ahora, la historia


del MLN-T puede ser dividida en tres grandes etapas. La primera es la
de organización guerrillera propiamente dicha. Aunque sus antecedentes
pueden rastrearse al menos hasta julio de 1963 (cuando Sendic y otros
revolucionarios robaron los fusiles del Tiro Suizo), el MLN-T propiamen-
te dicho nació en enero de 1966 al celebrarse su I Convención. Durante
estos años el MLN-T pasó de ser un puñado de militantes (apenas 50 en
1968) a ser una organización de miles de miembros. A fines de 1972 la
guerrilla había sido derrotada militarmente por las FFAA y desarticulada.
En ese momento dio comienzo la segunda etapa del MLN-T. Es una etapa
de dispersión y de fuerte debate autocrítico. Durante esta etapa se produ-
jo el Simposio de Viña del Mar (1973) que procuró orientar al MLN-T
hacia el leninismo y fortalecer su componente proletario.17 La tercera
etapa comenzó en marzo de 1985 y sigue hasta ahora. Si la primera tuvo
como contexto la clandestinidad y la segunda transcurrió en la cárcel y el
exilio, la tercera etapa del MLN-T corresponde a la de su actuación en la
legalidad a partir de la Ley de Amnistía a los presos políticos aprobada
al comienzo de la presidencia de Julio María Sanguinetti (marzo 1985).

Durante esta tercera etapa de su ya larga vida (cuatro décadas), el


MLN-T experimentó cambios muy importantes que modificaron pro-
fundamente su perfil político. En esta tercera etapa deben distinguirse,
a su vez, tres grandes momentos: i) desde 1985 hasta la muerte de Raúl
se fueron integrando otros militantes como Nora Castro y Carlos Casares. Además,
existió otro «26 de Marzo», el «seispuntista». Fue una fracción organizada en la
cárcel en el contexto de los debates sobre autocrítica. Reivindicaban la historia del
MLN-T, su dirección histórica y su vigencia pero, al mismo tiempo, sostenían algunas
tesis que generaron fuerte rechazo en muchos tupamaros: i) que la «vanguardia de
52 u Adolfo Garcé

Sendic (abril de 1989); ii) desde la muerte de Sendic hasta las elecciones
de 1994; iii) desde esa fecha hasta el triunfo electoral en octubre de 2004.

4.1. El gran abrazo


Como en 1963, cuando una iniciativa suya –el asalto al Tiro Suizo–
desencadenó un proceso que culminaría en la creación de un poderoso
movimiento guerrillero en Uruguay, le correspondió a Raúl Sendic asumir
la responsabilidad histórica de señalar el nuevo camino. A comienzos de
1985, todavía prisionero de la dictadura, Raúl Sendic volvió a anticiparse
a sus compañeros y a operar de acuerdo a la vieja lógica de los «hechos
consumados». En una carta justamente célebre que su hermano Victo-
riano leyó en un programa de radio, el viejo líder guerrillero sostuvo que
los tupamaros debían deponer las armas, insertarse en la legalidad «sin
cartas en la manga», y trabajar por la profundización de la democracia
(Blixen 2000: 314-315).

El 14 de marzo de 1985 fueron liberados los últimos presos políticos.


Entre ellos, recuperaron la libertad el pequeño grupo de dirigentes del
MLN-T (los «rehenes») que, desde 1973 a comienzos de 1984, habían
sido encarcelados en condiciones especialmente brutales.18 Entre ellos
había fundadores del MLN-T como Raúl Sendic, Eleuterio Fernández
Huidobro, Julio Marenales, Jorge Manera y José Mujica y otros dirigentes
como Jorge Zabalza, Mauricio Rosencof y Henry Engler.

De inmediato, los «rehenes» brindaron una conferencia de prensa en


la que reafirmaron la posición adelantada por Sendic: teniendo en cuenta
las nuevas condiciones políticas abiertas por el fin del régimen autorita-
rio, los tupamaros se comprometían a actuar en la legalidad. Hablando
en nombre de los «rehenes», en la Conferencia de Prensa realizada el
día de la liberación de los últimos presos, el 14 de marzo de 1985, dijo
Eleuterio Fernández Huidobro:

«En este momento consideramos que se ha abierto una etapa


la revolución socialista mundial era el Partido Comunista de la Unión Soviética»,
ii) que el Partido Comunista Cubano era «la vanguardia de la revolución latinoame-
ricana», y que «el Partido Comunista uruguayo era la vanguardia de la revolución
en Uruguay». A esta fracción pertenecían los hijos del propio Raúl Sendic. Y es el
actual 26 de Marzo.
21 Testimonio de Alba Antúnez. Entrevista del autor.
Donde hubo fuego u 53
54 u Adolfo Garcé

Conferencia de prensa de los «rehenes», en Conventuales, 14 de marzo de 1985.


Donde hubo fuego u 55

de democracia primaveral en nuestro país. La democracia es


un hecho que no está en los votos. Ni está en el resultado de
las elecciones. Está en la calle. La democracia en el Uruguay,
ésta que hay hoy, es obra del pueblo uruguayo. Y entendemos
que esa realidad rompe los ojos, nos rompe los ojos a nosotros
también, tiene que ser respetada porque es una orden del pue-
blo. Entonces, nosotros vamos a cumplir esa orden del pueblo.
Vamos a militar y a luchar en el marco de esa democracia que
–les repito– a nuestro juicio es primaveral. No es una democracia
caduca como la de 1972 y 1971, en la cual avanzaban sobre el
pueblo las fuerzas de la reacción».19

La decisión de deponer las armas representaba un punto de inflexión


impactante en la historia del MLN-T. Para los tupamaros, incluso desde
antes de existir formalmente como tales, la única política realmente revo-
lucionaria era la que se hacía armas en mano. En la óptica de Raúl Sendic
y los demás fundadores del MLN-T, los magros resultados obtenidos
por los frentes de izquierda en la elección de 1962, que llevaron a Aldo
Solari a escribir su punzante «Réquiem para la izquierda», constituían la
demostración más evidente de la escandalosa inutilidad de los caminos
de creación de «conciencia revolucionaria» que la izquierda uruguaya
había recorrido históricamente. Para los tupamaros, lucha armada y po-
lítica revolucionaria constituían dos conceptos inseparables, dos caras
de la misma moneda. Esta definición, simple y tremenda, estaba en los
códigos genéticos del nuevo grupo.

Desde luego, hubo polémicas. Pero la consigna de Sendic fue compar-


tida por la inmensa mayoría de los tupamaros que, en sucesivas instancias
(reuniones de dirección, Asambleas Consultivas, III Convención), sus-
cribieron este rumbo. «Sendic nos interpretó a todos», dijo en el marco
de esta investigación Eleuterio Fernández Huidobro. Astrid Arrarás
(1998) presentó abundante evidencia empírica acerca de este punto.
Ella concluye que, a fines de 1984, las principales corrientes de opinión
dentro de la tradición tupamara tendían a coincidir en que, a partir de la
restauración de la democracia, el MLN-T debería privilegiar la acción
política legal. Desde Andrés Cultelli y su Movimiento por la Reorgani-
zación (en el exilio) a Raúl Sendic, Eleuterio Fernández Huidobro, Julio
Marenales y Jorge Zabalza (en la prisión), pasando por el Movimiento
22 Testimonio de Alba Antúnez. Entrevista del autor.
56 u Adolfo Garcé

de Independientes 26 de Marzo en Uruguay (que venían organizando,


en la clandestinidad, desde 1983, dirigentes como Luis Rosadilla y Ed-
mundo Canalda, entre otros)20, los tupamaros percibieron claramente la
impactante intensidad del anhelo de redemocratización presente en la
sociedad uruguaya. En Uruguay y en el exilio, desde el Penal o fuera de
él, durante los años de la dictadura los tupamaros pudieron comprobar
con toda claridad hasta qué punto los uruguayos deseaban recuperar la
libertad política. Durante los años sesenta, los tupamaros respiraron la
densa atmósfera de desafección que fue rodeando a las instituciones de-
mocráticas y que constituyó el prólogo de su quiebre. Durante los años
del régimen autoritario, también tomaron nota del resurgimiento de la
pasión por la libertad y por la participación cívica.

Los tupamaros estuvieron de acuerdo con Sendic en cuanto a que las


circunstancias imponían la inserción en la legalidad. Sin embargo, dis-
creparon con él sobre otro tema fundamental: según Sendic, el MLN-T
no debía ser reorganizado. Los tupamaros debían, desde luego, seguir
militando por hacer avanzar la perspectiva revolucionaria pero estaban
llamados a inventar nuevas herramientas organizativas. Desde su punto de
vista, la «Orga» había sido una herramienta válida para una determinada
etapa del proceso político, caracterizada por el avance de la represión.
La derrota de la dictadura abría una etapa nueva. Los tupamaros debían
contribuir a la construcción de amplios movimientos de masas en torno a
los problemas más graves y urgentes. En esa línea fue que, sin esperar el
apoyo formal de sus compañeros, organizó el Movimiento por la Tierra
y contra la Pobreza.

La sorprendente postura de Sendic generó que, de inmediato, los


23 MLN-T, «Trabajo autocrítico presentado por la Comisión Preconvencional de Au-
tocrítica a la III Convención Nacional», Montevideo 24/02/86.
24 En 1973, en el segundo piso (sector A), José Pedro Lopardo, Eduardo Bonomi,
José Solsona y Nulbio Antúnez, entre otros, constituyeron un grupo denominado
«Tendencia». Cuestionaban las carencias teóricas del MLN-T. Un poco después,
Andrés Cultelli, en Buenos Aires, recogiendo en buena medida la autocrítica de
Viña del Mar, conformó la «Tendencia Proletaria». Ambos grupos reclamaban un
giro hacia el marxismo-leninismo. Pero la TP de Cultelli insistía también en vigilar
la extracción de clase de militantes y dirigentes. Agradezco a Eduardo León Duter
por estas aclaraciones.
25 MLN-T, «Trabajo autocrítico presentado por la Comisión Preconvencional de Au-
tocrítica a la III Convención Nacional», Montevideo 24/02/86.
26 MLN-T, III Convención, «Tesis ideológica, Autocrítica», 1985.
27 MLN-T, III Convención, «Del MLN-T al pueblo: Informe de la III Convención
Donde hubo fuego u 57

tupamaros comenzaran a debatir sobre si debían o no reorganizarse. El


testimonio de Alba Antúnez es muy esclarecedor:

«Yo salí el 14 de marzo a las 7 y pico de la tarde. Fui la última


de las mujeres en salir y por eso me llevé la bandera del Frente
Amplio que habíamos fabricado adentro. La camioneta me dejó
en la puerta de mi casa. Había muchísima gente que yo no co-
nocía y se armó una «batucada» imponente. Llegó un momento,
cerca de la madrugada, que me fui a dormir. A las 7 y media
de la mañana vino un auto y dejó una esquelita avisando que
nos juntábamos en Conventuales de mañana a discutir sobre la
reorganización del MLN. Había dormido dos horas. Le dije a mi
padre: ¿qué ómnibus me tomo para ir a Conventuales? Pobres
mis padres, pienso hoy. Mi padre me acompañó hasta Conven-
tuales. Esa fue la primera reunión, en la que nos preguntamos,
un grupo de compañeros (no éramos más de 20), si valía o no
valía la pena reorganizar el MLN. Los que estábamos ahí pensá-
bamos que sí. Pero decidimos que había que consultar con más
compañeros. Hicimos entre todos una lista, todos conocíamos
a algunos compañeros, y convocamos a una reunión unos días
después. La cuestión era discutir la Gran Pregunta».21

Al día siguiente de ser liberados de su largo cautiverio, muchos


tupamaros ya estaban militando nuevamente. La «gran pregunta» fue
debatida durante tres Asambleas Consultivas realizadas los días 20 de
marzo, 31 de marzo y 21 de abril. En la primera participaron 116 per-
sonas, en la segunda 108 y en la tercera 84. En estas reuniones podían
participar todos los militantes, pero eran cerradas al público (Arrarás
1998). En las tres reuniones predominó, abrumadoramente, la posición
a favor de la reorganización.

En el proceso de reorganización participaron, según diversos testimo-


nios, cerca de dos mil militantes. Según Luis Rosadilla, aproximadamente
la mitad eran nuevos, es decir, no habían tenido participación ni directa
ni indirecta en la lucha armada. Vale decir que participó en este proceso
de reorganización un grupo relativamente pequeño de los ex guerrilleros.
Nadie ha investigado sistemáticamente por qué muchos tupamaros no
intervinieron en esta etapa de reorganización. Alba Antúnez insistió en
Nacional», Acto del 26 de diciembre de 1985, Informa: Julio Marenales.
28 Según varios testimonios, habría nacido en el seno de esta corriente la idea de propiciar
58 u Adolfo Garcé

este punto:

«Muchas de mis compañeras no fueron a los Consultivos. ¿Por


qué? Habían tenido una política de lucha dentro del Penal. A
mí me gustaría saber qué pensaron esas compañeras en ese mo-
mento. No lo sé. ¿Qué pensaban las que ya hacía un tiempo que
habían salido del Penal? En aquel momento no me lo pregunté.
Ahora creo que valdría la pena saberlo. ¿Qué pensaron? ¿Qué
sintieron? ¿Qué pensaban que estaba mal de lo que estábamos
planteando? Muchos compañeros muy valiosos no volvieron.
Claro, se integraron muchos nuevos. Muchísima gente nueva».22

4.2. Autocrítica y reafirmación revolucionaria


Durante 1985 los tupamaros avanzaron rápidamente en su reorga-
nización. Eran visibles, siempre lo habían sido, profundas diferencias
ideológicas. Sin embargo, predominó lo que ellos han denominado «la
política del gran abrazo»: priorizar la preservación de la unidad de la
familia tupamara administrando las discrepancias. En ese contexto, por
ejemplo, se verificó la unificación del Movimiento 26 de Marzo «en
Uruguay» y el MLN-T. En diciembre, el proceso de reorganización cul-
minó con la celebración de la III Convención Nacional (20, 21 y 22 de
diciembre). Esta convención, además de elegir el Comité Central y de
ratificar algunas decisiones adoptadas por otras instancias organizativas
del MLN-T en los meses previos (como la solicitud de ingreso al Frente
Amplio o la decisión de actuar legalmente), debatió intensamente las
razones de la derrota militar de 1972.

En el proceso de la III Convención fueron presentados 43 planteos


de autocrítica. En realidad, este tema venía siendo discutido desde fines
de 1972. Ya desde entonces se perfilaban dos grandes interpretaciones de
la derrota, que volvieron a expresarse en la III Convención. Un enfoque,
defendido fundamentalmente por los dirigentes históricos, consideraba
que la derrota del MLN-T se había debido a errores en el terreno de la
estrategia político-militar. En realidad, se retomaban y desarrollaban
argumentos ya expuestos en la «Carta de los presos», documento escrito
por «la dirección histórica del MLN-T y otros compañeros de experien-
un referéndum contra la Ley de Caducidad que terminó siendo adoptada por toda
Donde hubo fuego u 59

cia», en el Penal de Libertad, a mediados de 1973:

«Nuestro enfoque centra entonces como factor principal de


nuestros errores el agotamiento y por lo tanto la ausencia de
la estrategia para la etapa 68-69 en adelante [...]. El error de
carácter estratégico es determinante en la medida que no ade-
lanta y prepara la organización para el salto cualitativo que el
pueblo, con el aporte de nuestra práctica entre otras formas de
lucha, está dando. Impidió así mismo una real contemplación
de las formas de lucha como estaba planteado desde el inicio
y esbozada estratégicamente en el documento 4 pero que debió
visualizarse con anterioridad en cuanto a etapa concreta. Una de
las causas principales que explican el quedarnos sin estrategia
para la etapa es el problema de la formación, única garantía de
control ideológico interno que explica otros errores derivados:
la imposibilidad de recambios formados, el paulatino desprecio
por la teoría, el paulatino alejamiento de la inserción en los
frentes de lucha popular (principalmente en el sector obrero).
La imposibilidad práctica en la complementación de las formas
de lucha de llevar correctamente el planteo de integrarnos a
una lucha de masas. Así como otros errores que se expresaron
en desviaciones pequeño burguesas como lo fue el voluntarismo,
liberalismo, accionismo (algunos compañeros expresan que en
rigor no es una desviación «militarista» en la medida en que no
hubo realmente un aparato militar en todo el sentido del término
con práctica formación y concepción de ejército), cortoplacismo
y un proceso de involución en el desarrollo de las definiciones
ideológicas».23

El otro enfoque ponía el acento en aspectos ideológicos y no mili-


tares. De acuerdo a esta otra visión, la derrota del MLN-T habría sido
la consecuencia de insuficiencias teóricas e ideológicas, derivadas, a su
vez, de la inconveniente composición de clase de la organización y sus
direcciones. Esta versión de la autocrítica también tenía una larga historia
dentro de la organización. Distintas corrientes, desde los partidarios del
giro hacia el marxismo-leninismo en el Simposio de Viña del Mar hasta
el grupo denominado «Tendencia» del Penal de Libertad, pasando por
la «Tendencia Proletaria» que conformara Andrés Cultelli en Buenos
Aires,24 habían ido a buscar en la composición de clase del MLN-T y en
60 u Adolfo Garcé

sus carencias teóricas, las razones de la derrota:

«En el desarrollo del MLN va configurándose una organización


policlasista y polideológica. Policlasista, no porque se nutra
de militantes de distinta extracción social (en todas las orga-
nizaciones ocurre así) sino porque plantea estratégicamente la
defensa de diversos sectores de la sociedad, que constituyen el
pueblo, sin ubicar a ninguno de ellos como vanguardia, o como
clase cuyos intereses se subordinan a los intereses de los demás
sectores. Polideológica, porque coexisten en su seno diversas
posturas ideológicas [...]. En el proceso que va desde la infancia
de la organización hasta su madurez el MLN se convertirá en
la expresión política de las capas medias radicalizadas. A esto
contribuyen dos factores, uno externo y otro interno. El externo
es la radicalización de los sectores medios de nuestra sociedad
a raíz del proceso de agudización de la crisis. Estos sectores
que incluyen estudiantes, trabajadores independientes, intelec-
tuales, asalariados y pequeños burgueses propiamente dichos,
se expresan políticamente de acuerdo a las pautas ideológicas
de la pequeña burguesía: necesidad de respuestas inmediatas,
de ver realizados sus frutos en el corto plazo, superficialidad del
análisis de lo general, subjetivismo, impaciencia etc. En lo inter-
no es la propia indefinición de la organización que, al absorber
nuevos militantes sin patrones ideológicos que la encauzaran
permitió que maduraran las posiciones eclécticas, las que más
fácil podían conciliar los diversos matices que se incorporan a
la lucha y las que más atractivas parecían a lo inmediato [...]. La
indefinición ideológica, la primacía de posturas cortoplacistas,
el pragmatismo, el militarismo, en suma la primacía ideológica
de las capas medias, hizo que todos los esfuerzos se volcaran al
la izquierda. Así relató este episodio Eduardo León Duter: «Diego Piccardo llama
a una reunión urgente del Comité Ejecutivo y plantea hacer un plebiscito y que no
lo debe convocar el MLN. Dice que hay que armar un grupo de personalidades, que
hay que hablar con la organización de Madres y Familiares de Desaparecidos». La
propuesta de «consultar al pueblo» empezó a ser manejada por el MLN-T a través de
Mate Amargo desde agosto de 1986. En un editorial de esa época titulado «Impunidad
Si o No: Consulta Popular», puede leerse: «[...] ha llegado la hora de consultar al
pueblo. La situación amenaza en transformarse en una pesadilla en la conciencia de
los orientales y de una manera clara debe expedirse la voluntad mayoritaria de la
Nación». Mate Amargo N°3, 21/08/1986.
29 Documentos Internos del MLN-T, Informe de la Comisión de Prensa, 1986.
Donde hubo fuego u 61

fortalecimiento del aparato armado en desmedro del trabajo de


organización en las masas. El rumbo estratégico esbozado se
perdió siendo sustituido por tácticas circunstanciales («Cacao»,
secuestros, doble poder, etc.)».25

La III Convención no logró zanjar esta discusión y no adoptó una


decisión definitiva sobre el tema. De todos modos, quedaron claros algu-
nos acuerdos importantes. En primer lugar, los casi dos mil participantes
en estos debates nunca cuestionaron haber tomado las armas durante
la década del sesenta. Por el contrario, consideraban haber realizado
múltiples aportes, entre ellos, haber contribuido a «levantar el nivel de
conciencia de las masas». Luego de la derrota del 72, después de haber
atravesado la experiencia de la cárcel y de haber debatido las peripe-
cias de la organización, los tupamaros culminaron su primer año en la
legalidad ratificando, en la III Convención, su vocación y su tradición
revolucionaria.

En segundo lugar, existía también acuerdo en que el MLN-T había


subestimado el trabajo de elaboración teórica: «por reacción frente al
teoricismo de la izquierda, caímos en el error diametralmente opuesto:
descuidamos los problemas teóricos y la actividad formativa».26 En ter-
cer lugar, había cierto acuerdo en que, hacia comienzos de los setenta,
la organización no logró incorporar al pueblo a la lucha revolucionaria.
Por el contrario, los tupamaros reconocían que, con el paso de los años,
el vínculo con la opinión pública en lugar de mejorar había empeorado.

En definitiva, en la III Convención los tupamaros conciliaron la recu-


peración de su tradición revolucionaria con el «mandato» de defensa de
la democracia que habían recibido del pueblo uruguayo. La conciliación
de ambas convicciones se manifestó claramente en una decisión muy
importante: al finalizar la III Convención, los tupamaros anunciaron pú-
blicamente que, llegado el caso, estaban dispuestos a luchar por defender
la democracia «hasta las últimas consecuencias». Julio Marenales, al co-
municar públicamente las principales conclusiones de estos debates dijo:

«Queremos señalar con toda la claridad posible que los tupama-


ros, tal como lo hemos venido haciendo, hemos resuelto ahora,
30 El testimonio de Canalda fue publicado por Mate Amargo el 19 de julio de 1989,
junto al de Diego Piccardo y Eleuterio Fernández Huidobro, en la nota titulada «Tres
años, tres directores, tres relatos».
31 En este punto coinciden los testimonios de Canalda y Zabalza. Entrevistas del autor.
62 u Adolfo Garcé

a título expreso, en esta III Convención Nacional, desarrollar


nuestra acción en el marco de la legalidad. Es unánime el sen-
timiento de los tupamaros en el sentido de militar legalmente.
De nada valdrán las preguntas capciosas ni las interpretaciones
retorcidas, de nada valdrá querer vincularnos caprichosamente
a cuanto conflicto se desate en el Continente o en el Mundo. Re-
iteramos: estamos firmemente decididos a respetar la legalidad
y aún más, a no incurrir en ningún tipo de actitud que pueda ser
manejada como una ocasión para que los enemigos del pueblo
desaten sobre éste el peso de su violencia organizada y alevosa.
No daremos motivo. Pero alertamos al pueblo en el sentido de
que hay fuerzas reaccionarias que esperan su oportunidad. Si
la agresión de dichas fuerzas violentas y armadas, vuelve a
descargarse sobre las espaldas del pueblo será necesario que
éste se encuentre unido por encima de las actuales diferencias
políticas [...] para pelear hasta las últimas consecuencias por la
defensa de nuestros hijos y la tranquilidad de nuestros hogares
amenazados. Que los golpistas tengan clara conciencia de que
nos encontrarán a todos dispuestos a ir hasta el final en la lucha
por detenerlos».27

Como veremos más adelante, los tupamaros se tomaron muy en serio


esta decisión.

4.3. El mapa de la interna


Más allá de las coincidencias explicitadas durante los debates de la
III Convención, subsistían diferencias importantes entre los tupamaros.
Ordenar estas diferencias y clasificar a los tupamaros en corrientes de
opinión no es tarea sencilla: las ideas políticas no siempre coinciden con
las lealtades personales o con el lugar de militancia dentro de la «Orga».
Sin embargo, es imposible comprender la evolución del MLN-T sin,
aun corriendo el riesgo de simplificar demasiado, recortar dos polos con
identidades ideológicas y referentes políticos claros: en un extremo los
frentegrandistas, en el otro los proletarios.

32 La lucha contra el Decreto 690/980 que amparaba las razzias policiales se gestó en
distintas instituciones como el Foro Juvenil y el Instituto de Ciencias Sociales de la
Facultad de Derecho durante 1988. En esta etapa el sociólgo Rafael Bayce jugó un
papel importante investigando y denunciando estos operativos. La conformación de
Donde hubo fuego u 63

Frentegrandistas
Para algunos, que se identificaban con los planteos que Raúl Sendic
había venido formulando desde 1984, la coyuntura democrática era una
gran oportunidad para hacer avanzar el grado de conciencia, organización
y lucha popular. El MLN-T debía sacar el máximo provecho de las insti-
tuciones políticas.28 Para estos militantes, no había nada tan importante
como multiplicar la zona de contacto entre el MLN-T y el pueblo. Ése
era el gran desafío de la organización.

La prioridad a la apertura hacia las masas era compartida por un grupo


minoritario pero calificado de militantes del MLN-T, auspiciados por el
propio Raúl Sendic. Entre otros, participaban de esta visión, Edmundo
Canalda, Diego Piccardo, María Elena Curbelo, Washington Rodríguez
Belletti, Alba Antúnez y los dirigentes del Frente Juvenil.

El propio Sendic impulsó la creación de un Movimiento por la Tierra,


dirigido a crear cooperativas de productores en terrenos expropiados por
los bancos a los deudores o en tierras de grandes latifundistas (ver Anexo).
La «Cruzada por la Tierra» era uno de los núcleos programáticos de su
propuesta de Frente Grande, una gran alianza social y política en torno
a un programa «mínimo» de soluciones a los principales problemas del
país (la «sangría» de la deuda externa, la pobreza, la necesidad de tierra
de los trabajadores del campo, la falta de crédito para los emprendimien-
tos productivos).

la Coordinadora Anti-Razzias le dio un nuevo impulso a la movilización: «Con una


estructura flexible, que reúne grupos juveniles de La Teja, el Cerro, Parque Posadas,
Atahualpa, la revista juvenil De esquina a esquina, el grupo Homosexuales Unidos,
la Red de Teatro Barrial y el conocido Sindicato Único de Muchachos de la Esquina
(SURME), entre otros, la Coordinadora ha realizado diversas actividades en los
barrios, como los «fogones contra el embole» los días de apagón y dos marchas
centrales: la del 23 de junio por 18 de Julio (…) y la marcha con antorchas en el
Cerro a fines del mes pasado». Nota de Roger Rodríguez en Brecha, 4 de agosto de
1989.
33 Guillermo Machado, obrero de la construcción de 31 años, miembro de la juventud
comunista (UJC), fue detenido el domingo 16 de julio de 1989. Estaba almorzando
con una amiga (pan, fiambre, vino) en la plazoleta del Hospital Pasteur, en el barrio
de la Unión. Fue llevado la seccional 15ta. A las 20:30 ingresaba al Pasteur en estado
64 u Adolfo Garcé

Al mismo tiempo, los partidarios de la política de «tranqueras abier-


tas» impulsaron la realización de actos públicos. Sendic había presionado
mucho en este sentido a comienzos de 1985. Estaba convencido, según
el relato de Blixen, de la posibilidad de realizar un acto en el Estadio
Centenario (2000: 319). La propuesta no fue atendida.

Mate Amargo y Radio Panamericana


Todas las actividades que se han mencionada hasta ahora fueron
importantes para la reconstrucción del vínculo entre el MLN-T y la ciu-
dadanía. Sin embargo, la cara más visible de la organización durantes
estos años fueron sus medios de comunicación (Mate Amargo y Radio
Panamericana). Curiosamente, los medios de prensa que jugarían un pa-
pel fundamental en la divulgación de las ideas frentegrandistas de Sendic
fueron creados con su reserva: «¿Para qué queremos nuestra propia capilla
si todas las iglesias se nos abren?», decía. El líder tupamaro era fiel a
sus viejas ideas sobre el papel negativo que habría jugado la prensa de
los partidos de izquierda, cristalizando las diferencias y obstaculizando
los procesos de unidad. Luego, cuando verificó el enfoque y el alcance
de esos medios, los apoyó decididamente.

Los primeros planteos sobre este tema fueron formulados en la Comi-


sión de Prensa, constituida a principios de 1985, que integraban Mauricio
Rosencof, Miguel Ángel Olivera, Germán Vidal y Carlos Núñez. Uno de
los planteos analizados y descartados por esta comisión fue la propuesta
realizada en mayo por Federico Fasano de participar en la dirección del
diario que, por ese entonces, estaba planificando editar. A partir de octubre
de 1985, en el marco del proceso de unificación con el Movimiento 26
de Marzo en Uruguay, comenzó a evaluarse la posibilidad de publicar
Mate Amargo. En ese momento, en la Comisión de Prensa trabajaban
también Jorge Torres, Sonia Mosquera y Edmundo Canalda. La revista
debía combinar amplitud y profundidad. Al mismo tiempo debía ser
«instrumento de lucha política», «instrumento de lucha ideológica» e
«instrumento complementario de la política de formación de cuadros».
Estaba pensada como «la tribuna» en donde se expondrían «de un modo
exhaustivo pero al mismo tiempo accesible, un conjunto de proposiciones
políticas». Fiel a su tradición, el MLN-T insistía en que el «lenguaje» de
su revista debía ser «claro, popular, original».29

El miércoles 19 de julio de 1986 se publicó el primer número de Mate


Donde hubo fuego u 65

Amargo (que salía el primer y el tercer miércoles de cada mes). Según el


testimonio de Edmundo Canalda, su primer director, rápidamente logró
un número de lectores importante: «comenzamos tirando 8 o 9 mil [...]
y después de los diez números ya estábamos en los primeros lugares. El
calor popular se hizo sentir y creo que fue por el número 13 o 14 que
llegamos a los 23 mil ejemplares». Para Canalda, las principales virtudes
de la publicación fueron «su independencia partidaria, su enfoque po-
pular, su lenguaje».30 De todos modos, el éxito de Mate Amargo no sólo
debe explicarse por las especiales características de su enfoque político
y periodístico. Su alta penetración se apoyó también en un importante
esfuerzo de los militantes tupamaros.31

Según Eleuterio Fernández Huidobro, Mate Amargo siempre fue


polémico. Nadie cuestionaba el «enfoque popular». En cambio, sí había
críticas al «lenguaje» (había quienes opinaban que la izquierda tenía que
usar un «tono más doctoral») y a la «independencia política» de la revista.
Esta era la crítica más dura: muchos militantes del MLN-T consideraban
que la revista debía «dar más línea», «servir para organizar a la gente»,
«aportarle elementos teóricos e ideológicos». Cuando, gracias a la in-
termediación de Hugo Batalla ante el Ministerio de Defensa, el MLN-T
accedió a su propia radio (Panamericana, inaugurada el 19 de junio de
1988), Canalda dejó su puesto en Mate Amargo y fue sustituido por Diego
Piccardo. Bajo la orientación de Canalda, la radio llevó adelante un estilo
de comunicación similar al de Mate Amargo. Las mismas críticas que
antes llovían contra la revista, empezaron a caer sobre la radio.

El Frente Juvenil
En el marco del proceso de reorganización del MLN-T se constituyó
en 1985 el Frente Estudiantil. Se estructuraba en tres «mesas» (Secun-
daria, Universidad y UTU) dirigidas por un secretariado en el que se
combinaban dos generaciones de militantes estudiantiles, la de quienes
habían pasado por el Frente Estudiantil Revolucionario-68 (como Re-
ggina Stratta, Julio Calzada y Renato Taboada) y la de quienes habían

de coma. Hay mucha información sobre este tema en la prensa de la época. Ver, por
ejemplo, Alternativa Socialista, N°183, 27 de Julio de 1989.
34 Sendic es recordado con mucho cariño y admiración por los ex dirigentes del Frente
Juvenil. Todos insistieron en que Sendic los estimulaba a captar las novedades del
desarrollo social, en particular, el avance científico y tecnológico. Para ello, a veces,
invitaba a las reuniones del Frente Juvenil a expertos en estos temas: «un día nos
presentó a un compañero que había estudiado en Francia y trabajaba en el Instituto
66 u Adolfo Garcé

participado en la organización de las nuevas asociaciones de estudiantes


(ASCEEP-FES, ASCEEP-FEUU) al final de la dictadura (como Miguel
Idoyaga).

En 1987, a propuesta del propio Frente Estudiantil, se formó el Frente


Juvenil del MLN-T. Se consideraba que la problemática estudiantil era
una de las dimensiones relevantes del problema, más general, de los
jóvenes uruguayos. Desde el comienzo, el Frente Juvenil se estructuró
como uno de los «frentes de masas» de la organización. Se le reconocía,
por ende, un papel específico relevante y cierta autonomía operativa.
Su vínculo con el Comité Ejecutivo del MLN-T fue, entre 1985 y 1989,
Eduardo León Duter. Durante el segundo semestre de 1989 León Duter
fue sustituido en esta tarea por Jorge Zabalza en el marco de un incremen-
to notorio de la tensión entre el Frente Juvenil y el «aparato» del MLN-T.

El Frente Juvenil tenía una intensa actividad en el movimiento es-


tudiantil, tanto en Secundaria como en la Universidad. Sin embargo,
además, logró tener una presencia fuerte en actividades de base territo-
rial, como la Coordinadora Anti-Razzias, conformada durante el primer
semestre de 1989.32 Las movilizaciones contra las razzias se terminaron
transformando en un problema para el Presidente Sanguinetti. El 27 de
julio, al día siguiente de la muerte de Guillermo Machado,33 Antonio
Marchesano debió renunciar al cargo de Ministro del Interior.

El Frente Juvenil tuvo una relación muy especial con Raúl Sendic.
Siempre que podía, el líder tupamaro participaba en las reuniones del
Secretariado del Frente Juvenil en las que solía hablar de los temas
que más le interesaban en ese momento como las promesas y desafíos
del desarrollo científico y tecnológico.34 La empatía con Sendic no se
alimentaba sólo de mística. La mayoría de los integrantes del Frente
Juvenil coincidían con el planteo frentegrandista. Tenían una vocación
muy especial y una indudable aptitud para el trabajo con los movimientos
de masas. Al mismo tiempo, como el propio Sendic, tenían poco afecto
Pasteur: era Ricardo Ehrlich».
35 Testimonio de dirigentes del Frente Juvenil. Entrevista del autor.
36 Andrés Cultelli (1921-2003) fue el principal referente teórico de los proletarios.
Fue militante del Partido Socialista, edil de la Junta Departamental de Montevideo,
licenciado en Psicología de la Facultad de Humanidades y Ciencias, administrador
del diario Época, militante de la UTAA y fundador del MLN-T. Fue uno de los
que más teorizó, desde comienzos de los 70 hasta mediados de los 90’, acerca de
la necesidad de dotar al MLN-T de una ideología coherente y de una teoría de la
Donde hubo fuego u 67

Pegotín de la «Coordinadora Juvenil contra las Razzias» (1989).


68 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 69

por el Frente Amplio y escaso interés en la lucha electoral.

También los acercaba a Sendic su preocupación por la integración de


científicos, técnicos y profesionales a la política: «Sendic no subestima-
ba a los universitarios. No en vano, él mismo se había graduado como
Procurador y había ejercido su profesión».35 Para el Frente Juvenil este
aspecto era muy importante. En aquél MLN-T no era fácil explicar que
un militante tuviera, además del proyecto político, un proyecto personal:
terminar una carrera universitaria, ejercer una profesión, construir un
hogar.

Este último aspecto les hacía sentir un respeto especial por el ingenie-
ro Jorge Manera, quien se reintegró a la militancia en el MLN-T (hasta
su «licencia» en 1989, Ver Anexo) pero, al mismo tiempo, reconstruyó
su vida familiar y laboral. Desde luego, también reivindicaban de Ma-
nera su insistencia en que el militante tupamaro debía distinguirse en el
movimiento popular por ciertos «Valores Ideológicos Básicos»: hones-
tidad, modestia, espíritu de sacrificio, tenacidad, disciplina, creatividad,
iniciativa, concordancia entre la idea y la acción, trabajo colectivo,
lenguaje claro y sencillo, respeto por la opinión ajena, etc. Los VIB,
como los denominó la «cultura del acrónimo» tupamara, fueron tema de
discusión permanente dentro la organización. Los militantes del Frente
Juvenil compartían esta visión casi espartana de la militancia, teorizada
por Manera, que veían encarnada en diferentes figuras del movimiento
revolucionario, desde el Che Guevara al propio Sendic.
revolución apoyada en el marxismo-leninismo.
37 De todos modos, y para no presentar una idea demasiado esquemática de una in-
terna ciertamente muy compleja, hay que mencionar que muchas dirigentes que no
pertenecían a la línea de los proletarios, apoyaron el «documento de los 22» en la
IV Convención. Entre ellos puede mencionarse a Alba Antúnez, Rodríguez Beletti,
David Cámpora y León Duter. Testimonio de Zabalza. Entrevista del autor.
38 MLN-T, «IV Convención, Objetivos finales», p. 3, 1987.
39 MLN-T, «IV Convención, Objetivos finales», p. 3, 1987.
40 MLN-T, «IV Convención, Objetivos finales», p.3-4, 1987.
41 Testimonio de Jorge Zabalza. Entrevista del autor.
42 MLN-T, «Boletín interno n°8», 31-07-85.
43 Testimonio de Fernández Huidobro. Entrevista del autor.
44 Testimonio de Irma Leites. Entrevista del autor.
45 Testimonio de Alba Antúnez. Entrevista del autor.
46 Discurso de José Mujica, en el Acto Festival del Movimiento de Independientes 26
de Marzo «en Uruguay». Sábado 17 de Marzo de 1985. Ver Anexo.
47 Reportaje de Edmundo Canalda a López Balestra, Hugo Batalla y José Mujica,
«Hacia una propuesta popular», en Mate Amargo, 21 de octubre de 1987.
48 Testimonios de Roberto Villanueva y Jorge Zabalza. Entrevistas del autor.
49 Testimonio de Zabalza. Entrevista del autor.
70 u Adolfo Garcé

Proletarios
En el Frente Sindical y entre los militantes de los barrios de la periferia
norte y oeste de Montevideo (Zonales 3 y 4) prevalecían los proletarios.
Algunos de los más destacados integrantes de esta corriente eran Julio
Marenales, Andrés Cultelli,36 Mario De León, Jorge Zabalza, Nora Castro,
Roberto Villanueva, Irma Leites y Hugo Leytón.

Una manera sencilla de definirlos consiste en decir que fueron el polo


opuesto de los frentegrandistas. Al debatir la autocrítica, habían tendido
a coincidir en explicar la derrota de la organización por sus «carencias»
ideológicas y teóricas, y por la baja presencia de obreros. Para ellos era
fundamental que el MLN-T abrazara el marxismo-leninismo y jerarqui-
zara el papel de la clase obrera como actor central del proceso revolucio-
nario. Insistían mucho en la importancia de la instrucción política en el
marxismo-leninismo, priorizaban la inserción en el movimiento sindical
y reclamaban el reclutamiento de obreros. En este sentido, representan la
continuidad de la línea de reflexión autocrítica de quienes reclamaron, en
Viña del Mar, un giro marxista-leninista y la «peludización» del MLN-T,
de la «Tendencia Proletaria» de Andrés Cultelli en el exilio, y de la otra
«Tendencia Proletaria», constituida en el Penal de Libertad.

Mientras que los frentegrandistas tendían a ver el escenario de la de-


mocracia restaurada como una oportunidad para el movimiento popular,
para los proletarios, no había que hacerse ilusiones: la democracia seguía
siendo, como habían enseñado Marx y Bakunin, una forma especialmente
sutil de dominación social. Esta democracia uruguaya, en particular era,
en realidad, una «democracia tutelada», hija de la transición pactada
entre partidos y militares.

Mientras que los frentegrandistas depositaban sus expectativas en la


posibilidad de grandes alianzas políticas y sociales que permitieran hacer
avanzar un programa mínimo de soluciones a la crisis, los proletarios
50 La relación de Sendic con el MLN-T desde 1985 hasta su muerte fue tormentosa.
De hecho, fue el único dirigente que, a comienzos de 1985, argumentó que los tupa-
maros no debían reorganizar el MLN-T sino integrarse a los movimientos sociales.
Muchos de sus compañeros llegaron a creer que Sendic tenía secuelas sicológicas
demasiado profundas por los años de durísimo cautiverio (Blixen 2000: 318-321).
De hecho, aunque fue electo para el Comité Central, participaba muy poco en las
discusiones. Cuando quería generar un hecho político, salía de la organización y
recurría directamente a la opinión pública a través de los medios de prensa.
Donde hubo fuego u 71

vislumbraban, a mediano plazo, un fuerte ascenso de la lucha de clases


que sería inexorablemente seguido por un endurecimiento de la represión
contra el movimiento popular. Este proceso desembocaría, a su vez, en
una «confrontación generalizada». El MLN-T debía prepararse política
y militarmente en esa perspectiva, para convertir ese «nuevo 73», ahora
sí, en una insurrección popular triunfante.

Así como los frentegrandistas se concentraron en construir amplios


canales de comunicación con la sociedad, los proletarios, consecuentes
con su visión de las causas de la derrota del 72, procuraron en esta etapa
que el MLN-T profundizara en la elaboración de su teoría de la revolu-
ción, se blindara ideológicamente y fortaleciera su componente obrero.
Por eso mismo, tuvieron una participación decisiva en la elaboración de
las «resoluciones» de la IV Convención (celebrada entre el 19, 20 y 21
de junio de 1987 en el Platense Patín Club) y lograron que los documen-
tos del MLN-T reflejaran, en buena medida, su visión de la coyuntura
política y del proceso revolucionario. De hecho, las resoluciones del
IV Convención recogieron las propuestas contenidas en el denominado
«documento de los 22», redactado por Andrés Cultelli, Jorge Zabalza,
Julio Marenales y Roberto Villanueva.37

El planteo estratégico aprobado por el MLN-T en la IV Convención,


en líneas generales, era similar al formulado durante los años de la
guerrilla: se seguía pensando el proceso revolucionario uruguayo de
acuerdo al esquema etapista clásico en los años sesenta (primera fase
democrática de liberación nacional, seguida de una segunda fase socia-
lista) y se seguía enunciando la necesidad de construir la «fuerza motriz
de la revolución» (el «frente de liberación nacional»), integrado por muy
diversos sectores sociales.

Sin embargo, el avance de las posiciones marxistas y leninistas


defendidas muy especialmente por los proletarios se manifestó en un
cambio importante: en la IV Convención los tupamaros explicitaron que
«en el Uruguay, la clase obrera juega el rol directriz y determinante en
la lucha por la liberación nacional y el socialismo».38 Al mismo tiempo,
más como concesión a Sendic y los frentegrandistas que por convicción,
el documento incorporó la idea de Frente Grande, pero planteada en los
51 Discurso de Sendic en el Estadio Franzini, 19/12/87. Página web del MLN-T: http://
www.chasque.net/mlnweb/
72 u Adolfo Garcé

términos siguientes: «El Frente Grande será el reflejo, en los social y


político en la lucha contra el capital financiero y por la democracia y
marcará un paso en el camino hacia la construcción del futuro frente de
liberación nacional».39 El planteamiento estratégico, como es de orden
en las organizaciones revolucionarias, venía seguido de una tesis sobre
las «vías» de la revolución. En la IV Convención este tema se formuló
en los términos siguientes:

«Se entiende por vía, el camino por el cual va a transitar el pro-


ceso hacia la toma del poder. Que la vía sea pacífica o violenta
no depende sólo de las fuerzas populares, sino también, de las
fuerzas reaccionarias que se oponen a las transformaciones
necesarias y que históricamente han utilizado todos los medios
a su alcance, incluso las armas, para oponerse al cambio.

1) Para llevar adelante los cambios estructurales es necesario


resolver la cuestión del poder y la vía para alcanzarlo.
2) Debemos desarrollar un proceso de acumulación de fuerzas
políticas y sociales, de organización y de formación ideoló-
gica.
3) Este proceso va a ser largo; en él caben avances y retrocesos.
En ese camino hacia el poder se irán produciendo cambios
en la correlación de fuerzas a favor del pueblo.
4) En dicha confrontación, los enemigos del pueblo recurren
a todos los resortes del poder del Estado para liquidar todo
intento que afecte sus intereses.
5) El pueblo va a desarrollar distintas formas de lucha. Ellas
van a depender de condiciones objetivas y subjetivas (con-
ciencia, organización y dirección revolucionaria). Las con-
diciones objetivas determinan a las subjetivas, mediando
como dinamizadora la organización revolucionaria. Es tarea
de la organización revolucionaria impulsar el desarrollo de
la conciencia política de las masas en el marco de la lucha

52 Reportaje a Sendic, Las bases, año III, 10 de junio de 1987, Montevideo, p. 10.
53 Reportaje a Sendic, Las bases, año III, 10 de junio de 1987, Montevideo, p.9.
54 Testimonio de Eduardo Bonomi. Entrevista del autor.
55 Discurso de Sendic en el Estadio Franzini, 19/12/87. Página web del MLN-T: http://
www.chasque.net/mlnweb/
56 Los principales documentos de esta polémica son los editoriales de Mate Amargo
Donde hubo fuego u 73

de clases. De igual manera debe impulsar la formación de


distintos instrumentos organizativos que encaucen la par-
ticipación de las masas en la lucha revolucionaria en sus
distintas formas.
6) Todo este proceso culminará en una confrontación generali-
zada, donde la lucha política expresada en distintas formas
llevará a la solución final de esta contradicción, ya que ins-
taurará un régimen popular, democrático y revolucionario
que sustituirá el aparato de que se valen las clases dominantes
para la defensa de sus intereses».40

Esta idea («todo este proceso culminará en una confrontación gene-


ralizada») aparecía muy frecuentemente en los documentos sobre estra-
tegia del MLN-T de esta etapa. Los tupamaros seguían pensando que la
violencia revolucionaria era inevitable como «partera» de la revolución.

Los proletarios se ocuparon también de promover que el MLN-T


montara «escuelas de cuadros» con la finalidad de impartir cursos so-
bre materialismo histórico, materialismo dialéctico, economía política,
historia y realidad nacional, historia de los procesos revolucionarios.
Asimismo, se elaboró una «bibliografía mínima» de estudio, obligatoria
par todos los militantes del MLN-T», sobre la base de «obras de Marx,
Engels y Lenin», aunque se admitía la posibilidad de incluir, además,
otros autores. En la misma línea de intensificar el trabajo ideológico y
teórico, obtuvieron el apoyo necesario para crear una revista teórica
(Comité Central de setiembre de 1986). En junio de 1987 apareció el
primer número de Germen, bajo la dirección de Mario de León (figura
destacada del Frente Sindical). El consejo de redacción estaba inte-
grado por Ricardo García, Irma Leites y Hugo Leytón. También, y en
forma paralela a Mate Amargo, se editó el quincenario Tupamaro, bajo
la dirección de Jorge Zabalza, con fuerte contenido ideológico y baja
repercusión fuera del MLN-T.

De todos modos, aunque su prioridad fuera la reconstrucción del


«aparato» del MLN-T, los proletarios asignaban una gran importancia
a la construcción de los vínculos con «las masas», especialmente en las
zonas de concentración obrera. Desarrollando esta idea, dijo Zabalza en

del 2 de diciembre («El compás de espera llega a su fin») y los del diario comunista
La Hora del viernes 4 de diciembre («Los iluminados salvadores de siempre») y
74 u Adolfo Garcé

el marco de este trabajo: «La primera mateada se organizó en La Teja,


ex Plaza Lafone. La organizaron los del grupo MLN-T del barrio (…).
En ese momento eran todos proletarios y recién liberados. La idea de la
mateada fue tomada por Rodríguez Beletti y los «celestes» (ex seispun-
tistas) que organizaron el taller de propaganda y extendieron la práctica
a todo el Uruguay. O sea que los proletarios nos dábamos maña en la
búsqueda de instrumentos para establecer vínculos con las masas».41

Las «mateadas» tuvieron mucho éxito. Eran actos barriales, sin pro-
tocolo ni estrado, en el que los dirigentes tupamaros, munidos solamente
de un micrófono, dialogaban con los vecinos. Según un boletín interno
cumplían un doble cometido: «Las mateadas constituyen la demostración
clara de que el MLN se mueve en el marco de la legalidad vigente. Que
el pueblo vea de cerca a los terroristas y asesinos de la leyenda negra,
que el pueblo conozca de cerca las caras que aparecían desfiguradas en
la prensa burguesa. Y, el conocimiento o, mejor dicho, el reconocimien-
to, es mutuo. Los amnistiados y los desexilados reconocen las caras, las
múltiples caras, que ofrece el pueblo uruguayo».42

Proletarios y comunistas
La importancia dada por los proletarios al problema ideológico, y a
la necesidad de elaborar una teoría de la revolución uruguaya apoyada
con absoluta coherencia en el marxismo-leninismo, los acercaba a las
posiciones tradicionalmente sostenidas por el Partido Comunista uru-
guayo. Recuérdese que, desde la instalación del MLN-T en adelante, el
PCU había polemizado muy duramente con los tupamaros. Es posible
que el extenso contacto entre comunistas y tupamaros en la cárcel haya
dejado una huella en los tupamaros y reforzado la posición de quienes
venían propiciando, siguiendo la brecha abierta por el Simposio de Viña
del Mar, una autocrítica ideológica dentro del MLN-T.

De acuerdo a los testimonios de Fernández Huidobro y de Irma


Leites esta hipótesis es plausible. La influencia de los comunistas se dio
por muchas vías, en la cárcel, en el exilio. «Hubo muchos tupas que se
fueron lisa y llanamente al PC y otros que se quedaron pero adoptaron
la teoría completa», señaló Fernández Huidobro.43 Según él, consciente
o inconscientemente llevaban adelante algunos de los planteos históri-
del martes 8 de diciembre («El Frente Grande y la vocación unitaria»). El MLN-T
defendió oficialmente su política de alianzas en el acto realizado en el estadio Luis
Franzini. El editorial de Mate Amargo había sido escrito por Edmundo Canalda.
Donde hubo fuego u 75

cos de los comunistas. Refiriéndose a la dirección que llevó adelante el


Simposio de Viña del Mar, pero disparando, por elevación, contra los
proletarios que seguían actuando dentro y fuera del MLN-T, escribió:
«Por otra parte, nadie ignora que esta tesis: ‘el MLN es una organización
pequeñoburguesa’, tenía y tiene autor con derechos legítimos (los demás
eran y son vergonzantes plagiarios. La ‘tesis’ fue, desde mucho antes,
el gran caballo de batalla de la más grande fuerza cultural y política
de la izquierda uruguaya: el Partido Comunista» (Fernández Huidobro
2001: 46).

Irma Leites también señaló la influencia de los comunistas sobre las


presas del MLN-T:

«El contacto con el Partido Comunista en la cárcel incidió


muchísimo en los compañeros del MLN. Esta incidencia no
fue positiva, fue negativa. Muchas compañeras y compañeros
salieron de la cárcel afiliados al PC. [...]. De todos modos, la
autocrítica que dice que nos faltó teoría revolucionaria, aunque
coincidía con lo que podían decirnos los comunistas, tuvo raíces
autónomas. Desde el comienzo hubo en el MLN gente que rei-
vindicó la necesidad de la formación, de estudiar otros procesos
revolucionarios de otros países. [...]. Hubo compañeros nuestros
que aceptaron cursos de formación que se instrumentaron en
la cárcel, por ejemplo en Punta Rieles, donde las compañeras
del PC eran las que hablaban del marxismo leninismo, de la de
la teoría del Partido de Lenin… Las compañeras del MLN no
podían contrarrestar esto. El militante promedio del MLN tenía
menos manejo de la teoría que el del PC. [...]. Además, hay
otro tema, las comunistas tenían más años de militancia social.
Nosotras éramos más jóvenes, 19, 20 años».44

Ni proletarios, ni frentegrandistas
En el fondo, proletarios y frentegrandistas se disputaban la tradición
tupamara. La corriente conformada en torno a Sendic era la mejor expre-
sión de la enorme ambición política del MLN-T inicial, siempre orientado
a encontrar el atajo hacia el poder y la revolución; de su sorprendente

Desde La Hora, contestó Esteban Valenti, secretario de propaganda del PCU. Desde
el MLN se encomendó la continuación del debate a Jorge Torres.
76 u Adolfo Garcé

capacidad para pensar el proceso de cambios progresistas en Uruguay


de un modo diferente, rompiendo con los moldes teóricos del resto de
la izquierda; de su desconfianza respecto al leninismo y cualquier otro
enfoque dogmático; de su enorme tolerancia a la diversidad teórica e
ideológica dentro de la organización revolucionaria. La corriente de
los proletarios era la expresión de otra faceta básica de la identidad del
MLN-T inicial: su convicción en el papel decisivo e irremplazable de la
lucha armada, su predisposición hacia los aspectos militares de la lucha
revolucionaria, su vocación por transgredir los límites institucionales
del Estado y de la legalidad, su desapego respecto a las «formalidades»
democráticas.

Había una tercera corriente que también pretendía ser la más auténtica
expresión de la mejor tradición tupamara. No se sentían identificados con
ninguno de los dos polos. Compartían algunas de las ideas de unos y de
otros. Salvo Sendic, que claramente lideraba una de las corrientes y el
trío integrado por Jorge Zabalza, Julio Marenales y Andrés Cultelli, que
aparecían como los principales referentes de la otra, la mayoría de los
«rehenes» y de los dirigentes históricos del MLN-T formaban parte de
este subconjunto. Además, se inclinaba hacia esta suerte de punto medio
la mayoría de los militantes tupamaros que habían ayudado a reconstruir
el Movimiento 26 de Marzo «en Uruguay», desde comienzos de la dé-
cada del ochenta. Los principales referentes de esta posición intermedia
y esencialmente articuladora eran Eleuterio Fernández Huidobro y José
Mujica. Junto a ellos, hay que mencionar también a Jorge Quartino,
Eduardo León Duter y Eduardo Bonomi.

Como no tuvieron una identidad claramente definida, no corresponde


hablar de una corriente de opinión propiamente dicha. Pese a su hete-
rogeneidad, jugaron un papel muy importante en la articulación de las
diferencias entre los dos polos y, por ende, fueron decisivos en la con-
servación de la unidad de la organización. Expresaron, en este sentido,
otro de los aspectos más destacados de la matriz original del MLN-T: su
capacidad para hacer convivir diferentes ideologías y enfoques políticos.

Aunque no era en ese momento un dirigente tan influyente como


Fernández Huidobro, José Mujica jugó un papel muy importante en la
preservación de la unidad del MLN-T. El testimonio de Alba Antúnez
57 Discurso de Fernández Huidobro en el Estadio Franzini, 19/12/87. Página web del
MLN-T: http://www.chasque.net/mlnweb/
Donde hubo fuego u 77

es especialmente esclarecedor:

«Mujica fue importantísimo en la primera época de la reorgani-


zación. Desde el principio jugó un papel de articulador funda-
mental. Sin él no hubiera sido posible mantener el MLN. Él hizo
los equilibrios internos, era como una bisagra: entre los viejos;
entre los viejos y los jóvenes; entre las distintas tendencias; en-
tre el MLN y otros sectores políticos. Era capaz de articular las
posiciones más extremas. Entendía las historias y los dramas de
los viejos. Pero también entendía los planteos nuevos».45

Desde el comienzo, Mujica apostó a conciliar las diferencias internas


y no a radicalizarlas. Fue un factor de unidad y no de ruptura. Mujica
pensaba que era muy importante que los tupamaros lograran reorgani-
zarse. Para ello, la «dirección histórica» y los «rehenes» tenían un papel
decisivo a jugar. Así lo dijo en su primer discurso público, en el acto
organizado por el Movimiento 26 de Marzo «en Uruguay» en el Platense,
el 17 de marzo de 1985:

«Y no venimos a llorar nuestros dolores y nuestras penas, sim-


plemente a dejar bien clarito que el puñado de viejos que van
quedando tiene nítidamente claro que apenas es un palito, que
debe funcionar, para que la colmena se aglomere en rededor: lo
esencial no es el palito, sino la colmena».46

No fue el único que jugó este papel. A su manera, también Fernández


Huidobro fue un factor de unidad. Con la misma facilidad que Mujica era
capaz de acercar personas y generaciones, Fernández Huidobro mezclaba
palabras y visiones teóricas. Por eso mismo, por su destreza para cons-
truir soluciones eclécticas en el plano de la teoría, Eleuterio Fernández
Huidobro ha jugado siempre un papel destacado en la elaboración de los
documentos teóricos del MLN-T.

Ciertamente, en este grupo intermedio podían reconocerse matices.


Algunos, como Mujica, mostraban mayor simpatía por las tesis de los
frentegrandistas que por las de los proletarios. En un reportaje en Mate
Amargo de octubre de 1987, formulaba estas ideas en los términos si-
guientes:

58 La Declaración Constitutiva puede leerse completa en Fernández Huidobro (2001:


78 u Adolfo Garcé

«En la encrucijada que vive el país hay que ponerle el hombro


desinteresadamente a planteos que vistos desde un ángulo teórico
ortodoxo pueden parecer reformistas. Con esta prevención: si el
instrumento político nos da como para plantear una nacionaliza-
ción de la banca, es posible que la propia oligarquía nos venga
a romper los huesos. (…). Si nos equivocamos en la prevención
que tenemos, con esa desconfianza de viejo mochilero, llegará
el momento de decir: ‘tenemos que hacernos la autocrítica, en
este país fue posible a un costo social menor realizar cambios
que nosotros pensábamos que la oligarquía no iba a permitir’.
(…). No siento ninguna clase de rubor y, es más, creo que es
un paso revolucionario, poner el hombro desinteresadamente
a cualquier fórmula política que le de participación a gente
para luchar por tres o cuatro cambios que son fundamentales, y
en última instancia, que la historia defina cuál es la verdadera
actitud revolucionaria».47

En el eje frentegrandistas-proletarios, Fernández Huidobro se acer-


caba más a algunas posiciones de los proletarios. Ciertamente, tenía
grandes diferencias con ellos en el terreno teórico. No suscribía la expli-
cación «ideológica» de la derrota del 72. Para este dirigente, la derrota
había sido militar y no teórica o ideológica. Sin embargo, coincidía con
los proletarios en numerosos aspectos de coyuntura y estrategia, desde
la crítica al manejo de los medios de comunicación realizado por los
frentegrandistas, hasta la reivindicación de la necesidad de combatir el
«retroceso ideológico» en la izquierda mediante la consolidación de un
«polo revolucionario» al interior del Frente Amplio. También se acercaba
a los proletarios en la valoración de la centralidad que debían tener los te-
mas militares en cualquier organización pretendidamente revolucionaria.

4.4. Una interna disputada y equilibrada


En la IV Convención ninguna de las tendencias logró prevalecer
decididamente sobre las otras. Los principales referentes del ala «pro-
63-67).
59 MLN-T, «Informe del Comité Central a la IV Convención Nacional. La coyuntura»,
19 de Abril de 1987.
60 Discurso de Fernández Huidobro en el acto del MLN-T en el Franzini, 19/12/87.
Página web MLN-T: http://www.chasque.net/mlnweb/
Donde hubo fuego u 79

letaria» y marxista-leninista tuvieron, como se dijo líneas arriba, una


participación decisiva en la redacción de los documentos estratégicos
pero, según la práctica habitual en el MLN-T, debieron incorporar (en
aras de la unidad) algunos de los principales puntos de vista de las otras
corrientes de opinión. El eclecticismo se refleja, por ejemplo, en que la
propuesta de un Frente Grande (la obsesión de Sendic) convive con la
convocatoria a la creación del «polo revolucionario» al interior del FA
(la idea fija de quienes querían «luchar contra las tendencias reformistas»
dentro de la coalición de izquierda) y con la perspectiva, a largo plazo, de
la «confrontación generalizada» (que caracterizaba muy especialmente a
los proletarios). A la hora de elegir el nuevo Comité Central, los prole-
tarios quedaron en minoría frente al peso político de los otros dirigentes
históricos como Fernández Huidobro y Sendic. Los proletarios ganaron
las principales batallas ideológicas pero no la conducción política.48

El equilibrio entre las distintas tendencias se componía de otros fac-


tores. Los proletarios eran muy influyentes dentro de la organización
pero tenían relativamente poco peso en la sociedad. De hecho, hicieron
un gran esfuerzo por insertarse en el movimiento sindical pero les resultó
muy difícil romper el predominio impuesto por el Partido Comunista y
otras organizaciones de izquierda, luego del derrumbe del PCU. Aun así,
los proletarios lograron tener un papel importante en varios sindicatos
en los que animaron conflictos de relieve. Entre ellos debe mencionarse
CUTCSA (Freddy Ardusso), SUANP (Jorge Balmelli y Néstor Luisis),
ANCAP (Embert Martínez), El Espinillar (Catanni y Aramburu), AFE
(Silvia Carrero y Carmen Melo), UNTMRA (especialmente en el con-
flicto de ISABELLA), FUNSA (Julio Rosa), SUNCA (agrupación «20 de
mayo»), Magisterio (Nora Castro), y los sindicatos de la industria de la
bebida y de la química (especialmente en COLAGEL y Juan Benzoe).49

Participación del MLN-T en la composición


de la dirección sindical (1985 -2003)

Congreso III 1985 IV 1990 V 1993 VI 1996 VII 2001 VIII 2003
MLN/MPP 1 1 0 1 2 1
Total 16 14 16 13 13 13
Fuente: elaboración propia a partir de Doglio, Senatore y Yaffé (2004: 258).
61 «MLN-T: fortalecer la izquierda», reportaje a Eduardo León Duter, Mate Amargo,
80 u Adolfo Garcé

Las ideas generadas desde la familia tupamara que tenían mayor im-
pacto público eran, desde luego, las de Raúl Sendic. Como vimos, dentro
del MLN-T sus posiciones eran apoyadas por una corriente minoritaria.
De hecho, todos los testimonios coinciden en que la participación de
Sendic en la vida de la organización durante esa época era marginal.50
Sin embargo, las mismas ideas que eran tomadas con reticencia por la
mayoría de sus compañeros generaban verdaderos terremotos políticos
fuera de la organización. Esto se debe, al menos, a tres razones. En
primer lugar, Sendic había sido y seguía siendo el principal símbolo del
MLN-T. Lo que él dijera, más allá de los documentos oficiales de las
convenciones y de las resoluciones de los distintos órganos de dirección
del MLN-T, era, para todo el mundo, la posición oficial de los tupamaros.
En segundo lugar, como se dijo un poco más arriba, el influyente aparato
de medios de comunicación (la cara más visible del MLN-T) reproducía,
en esencia, los planteos frentegrandistas de Sendic. En tercer lugar, la
propuesta del Frente Grande logró una repercusión pública muy especial
porque despertó una fuerte resistencia en importantes sectores del Frente
Amplio. Observemos este tema un poco más de cerca.

4.5. El pleito entre amplitud y profundidad


En realidad, a lo largo de todos estos años, la relación entre el MLN-T
y el FA fue muy conflictiva. Por un lado, el 11 de abril de 1986, José Mu-
jica, David Cámpora, Washington Rodríguez Belletti y Luis Rosadilla, en
nombre del Comité Ejecutivo del MLN-T, enviaron una carta al Plenario
del Frente Amplio solicitando formalmente el ingreso del MLN-T a la
coalición de izquierda. Fundamentaban esta solicitud de ingreso en «razo-
nes históricas» y «motivos actuales» (MLN-T 1989: 29). Entre las razones
5/03/1989.
62 En el n°167 de Brecha, publicado el viernes 3 de febrero de 1989, puede leerse el
comunicado del Comité Ejecutivo del MLN-T y algunos fragmentos de la declara-
ción de rechazo aprobada por la Mesa Política del Frente Amplio. De paso, vale la
pena señalar que el Comité Editorial de Brecha cuestionó en términos muy severos
la posición de los atacantes de La Tablada y la declaración del MLN-T. Sobre esto
último se dice: «Pero el MLN-T no se expide claramente sobre estas consecuencias
nefastas del ataque, que él mismo califica de ‘equivocación grave’. El caso no queda
cerrado invocando la paz de los muertos [...]. Ahorremos muertos. Ansiemos menos
Donde hubo fuego u 81

históricas, los tupamaros invocaban, en primer lugar, la «Declaración del


MLN-T de adhesión al Frente Amplio», dada a conocer públicamente en
diciembre de 1970. En este documento, manifestaron no creer que en el
Uruguay, se pudiera «llegar a la revolución por las elecciones»: «no es
válido –decían, refiriéndose al caso chileno– trasladar las experiencias
de otros países». Y agregaban: «Mantenemos nuestras diferencias de
métodos con las organizaciones que forman el frente y con la valoración
táctica del evidente objetivo del mismo: ganar las elecciones. Sin embar-
go, consideramos conveniente plantear nuestro apoyo al Frente Amplio».
Valoraban al Frente Amplio como un «importante intento de unir a las
fuerzas que lucha contra la oligarquía y el capital extranjero» (MLN-T
1989: 11). En segundo lugar, entre las «razones históricas», invocaban
la creación del Movimiento de Independientes 26 de Marzo y la activa
participación de sus militantes en los comités de base del FA, desde
1971 en adelante. Además, se justificaba la solicitud de ingreso apelando
a «motivos actuales»: «se fundan en el interés y deber del MLN-T de
fortalecer la alianza de las fuerzas antiimperialistas y antioligárquicas de
este país». Luego, el documento hace referencia a las distintas instancias
orgánicas en las que los tupamaros debatieron y aprobaron el ingreso al
FA, desde la Asamblea representativa de delegados realizada el 1° de
setiembre de 1985 hasta la reunión del Comité Central del 2 de marzo
de 1986 que dio fin al «prolongado y estudioso análisis» de la política a
seguir hacia el FA por parte del MLN-T (MLN-T 1989: 29).

Por otro lado, al mismo tiempo que esperaban que el FA tramitara


su solicitud, los tupamaros cuestionaban muy severamente la política
llevada adelante por la dirección frenteamplista y lanzaban la polémica
propuesta de un Frente Grande. En el fondo, seguían pensando, como en
1971, que el FA, tal como estaba integrado y posicionado políticamente,
no era una herramienta demasiado útil para el proceso de cambios en el
país. En primer lugar, el FA no era suficientemente «combativo». Para
los tupamaros, el FA, fiel a la tradición reformista de la mayoría de los
partidos que lo integraban, llevaba adelante un estilo de oposición timora-
to, contemporizador. Los tupamaros consideraban que seguía imperando
la lógica «acuerdista» que había llevado a la izquierda al Pacto del Club
Naval. Una de las consecuencias más negativas de este estilo «acuerdista»
es que desmoralizaba y desmovilizaba a la militancia. Esta crítica estaba
dirigida directamente contra Líber Seregni y el Partido Comunista.

En segundo lugar, tampoco las propuestas programáticas del FA


82 u Adolfo Garcé

conformaban a los tupamaros. Contra lo que podía esperarse teniendo


en cuenta que lo que procuraba Sendic, otra vez, era construir un atajo
al poder, desde el punto de vista programático, su propuesta de Frente
Grande estaba «a la izquierda» de los planteos del FA en 1987. El propio
Sendic lo subrayó en el mismo acto de diciembre 1987, realizado pocos
días después de finalizado el I Congreso Ordinario del FA:

«Deploramos que sobre una estafa descomunal como la deuda


externa, no hubiera salido en el último Congreso del Frente Am-
plio una rotunda posición de no pago como salió en la reu-nión
de centrales sindicales, sino una moderada y contemporizadora
rebaja de intereses y demás, que no cuestiona a la deuda en sí
[...]. En definitiva, estamos por la unidad, por la unidad sin exclu-
siones. Pero no reunirnos para transar, para contemporizar con
el gobierno. Tampoco estamos para transar con el que transa».51

En tercer lugar, los tupamaros pensaban que el FA no constituía una


herramienta útil para llevar adelante cambios porque era, apenas, una
fuerza «montevideana». Decía Sendic, en 1987, con toda crudeza: «En
el 71 se propició el voto dentro del Frente Amplio, pero seguimos con la
tesitura de un Frente Grande sobro todo teniendo en cuenta la ineficien-
cia del Frente Amplio en el interior del país, que no es un movimiento
nacional sino montevideano [...]. Vemos como elemento fundamental
para crear un movimiento nacional el ingreso de nuevas fuerzas [...]».52
Aquí es donde ingresaba la propuesta de Frente Grande. Había que
construir, rápidamente, un atajo al poder, incorporando nuevas fuerzas
progresistas. Según el MLN-T, el FA no daba nuevos pasos en el camino
hacia la unidad de las «fuerzas progresistas» porque en él predomina-
ban intereses menores, «el intento de copar». Según Sendic, en algunos
sectores predominaba el «cálculo pequeño»: «si hacemos un frente más
amplio capaz que no somos mayoría en él, si nos unimos con otra gente
quién sabe cómo queda la correlación de fuerzas acá».53

Resumiendo, y para decirlo en los términos de Przeworski y Sprague,


durante estos años, para los tupamaros el FA carecía, a la vez, de amplitud
y de profundidad. Su política de alianzas no era suficientemente ambicio-
sa. Su programa tampoco. Aunque los grados de cariño hacia el FA eran
variados dentro de la organización (era un poco mayor que el promedio
entre los militantes que provenían del 26 de Marzo) era evidente que los
Donde hubo fuego u 83

tupamaros no demostraban un gran entusiasmo hacia el FA.

Por eso mismo, y teniendo en cuenta que la falta de simpatía era re-
cíproca (transcurridos casi dos años desde la solicitud formal de ingreso
el FA no se había expedido sobre el asunto), durante 1987 Raúl Sendic
llegó a plantear la posibilidad de intentar crear un Frente Grande sin el
Frente Amplio.

Según el testimonio de Eduardo Bonomi, esta idea fue defendida por


Sendic en el Comité Central durante el segundo semestre de 1987, en el
marco de las discusiones previas a las definiciones estratégicas de la IV
Convención: «Durante las discusiones en el CC de 1987, viendo que no
prosperaba el pedido de ingreso, Sendic planteó que no había que insistir
con el ingreso al FA y que el MLN tenía que tener candidato presidencial
propio, acumulando de alguna forma con el FA. La posición no prosperó
en el CC».54 A fines de diciembre, Sendic insistió públicamente en esta
idea en el acto del MLN-T en el Estadio Franzini:

«Hoy, el Frente Amplio ya ha resuelto, digamos, su versión de


Frente Grande, o sea una alianza con sectores políticos con los
cuales pueda tener una coincidencia programática. Pero tendrán
muchas dificultades para llevarlo a cabo. El Partido Nacional,
que se había fermentado en sectores enfrentados cuando el voto a
la ley de impunidad, ya se está recomponiendo y ofrece un frente
interno bastante consolidado. La estrategia de su directorio es
tener una sucursal a la derecha y otra a la izquierda y recolectar
votos de todos lados (…). Hoy día tendría que haber un gran
empuje del pueblo, una expresión de deseo de unidad, como
aquella del Obelisco del ’83, para obligar a las cúpulas políti-
cas a modificar sus cálculos. Hoy es, sobre todo el votante del
Partido Nacional, el que debe pedir cuentas a sus dirigentes. Él
votó a un Partido Nacional que tenía una posición frontal contra
los militares golpistas, al punto que su principal dirigente estaba
preso. Él votó contra la banca extranjerizada, y por una reforma
del campo a través de aquel programa que se le planteó como
«Nuestro compromiso con usted». El compromiso no se cumplió
y ahora
mártires losensectores
evitables Américaque más
Latina o menos
y más se mantuvieron
procesos fieles
que efectivamente a él,
avancen
hacia la liberación nacional y social de nuestros países».
63 Mate Amargo, n°60, 1° de febrero de 1989.
64 Revista Aquí, 29 de agosto de 1989, reportaje de Luis Udaquiola a Carlos Casares,
«Autocrítica sin renegar», p. 11.
84 u Adolfo Garcé

parece que van a sumar sus votos con los que lo traicionaron,
por conveniencia electoral. Era un compromiso con usted y usted
tiene derecho a pedir cuentas. Frente a este panorama tenemos
que construir la unidad desde abajo. Tal vez lo que los dirigen-
tes políticos no consigan, lo logremos trabajando desde abajo,
pacientemente, codo a codo, con hombres y mujeres de distintas
tendencias. Tal vez los desengañados de algunos políticos no
estén tan desarmados. Tal vez todos los condenados a vivir a
la intemperie podamos unirnos. Tal vez, incluso, logremos una
fórmula electoral (…)».55

Diciembre de 1987 fue el momento más tenso de la relación entre el


MLN-T y el FA. Días antes del acto del MLN-T, con el telón de fondo
del I Congreso Ordinario del FA, había estallado una fuerte polémica
entre Mate Amargo y La Hora, el diario que expresaba los puntos de vista
del Partido Comunista del Uruguay.56 La polémica fue desencadenada
por un editorial muy duro de Mate Amargo publicado el 2 de diciembre
en el que se reiteraban algunas de las críticas clásicas hacia el FA y se
anunciaba la perspectiva de una «nueva unidad»:

«En el Frente Amplio, por otra parte, se desdibujan propuestas,


conductas y hasta objetivos; y como consecuencia de ello, decae
el apoyo activo de la gran columna frenteamplista independiente
[...]. Cunden las vacilaciones y ya ni siquiera es lo más impor-
tante el problema de los ingresos, sino la falta de perspectivas
de un proyecto que parece renegar de sus acuerdos constitutivos
en aras de una, por lo menos torpe, estrategia electoral. Y así
se pierde por la ‘izquierda’ y por la ‘derecha’, pues si de elegir
‘moderados’ se trata, ¿no es más atractivo un candidato de par-
tido tradicional? Quizás la manera de salir del brete en que está
la izquierda (encerrada en sus propias carencias y por iniciativa
de la derecha), sea proponerse las nuevas formas políticas que
unifiquen y proyecten el fenómeno más importante a nivel de
grandes sectores: la formación de un Frente Popular que junte,
con chance cierta, al país de alternativa. La tierra de nadie a
donde se retiran los militantes frenteamplistas decepcionados es
la misma que habitan también las huestes blancas traicionadas

65 Desde 1986 hasta 1996, Mate Amargo, tuvo siete directores: Edmundo Canalda (julio
Donde hubo fuego u 85

por su dirección partidaria. Y en esa tierra de nadie está ger-


minando la semilla de la nueva unidad. La hora de la espera
se termina».

El editorial generó un revuelo de proporciones en la izquierda. Apenas


dos días después, los comunistas salieron al cruce y avivaron todavía
más la polémica, acusando a los tupamaros de no haber aprendido nada
del pasado, y de ser los «iluminados salvadores de siempre»:

«Resulta difícil de creer, pero nos rendimos ante la evidencia:


hay fuerzas políticas que no aprenden absolutamente nada de la
historia, que no han sido capaces del mínimo análisis autocrítico
y siguen juzgando a los demás con la soberbia de los iluminados,
de los únicos, clarividentes que se han asignado la misión de
guiar como lazarillos a todos los partidos de izquierda [...]. El
MLN diseñó –aunque no explícitamente– toda su política sobre
la base de ‘unificarnos’ a todos detrás del liderazgo opositor de
Ferreira Aldunate. Como el ‘método’ como supremo mecanismo
para ‘iluminar y despertar’ al pueblo no dio resultado, ahora hay
que sustituirlo por otro atajo, el del personaje ilustre. La histo-
ria es implacable con estas ilusiones y esquemas, y la mayoría
del PN, a pesar de los cantos de sirenas entre las ‘tentaciones’
populistas y frentegrandistas del MLN y sus intereses de clase,
decidió una vez más elegir por la impunidad, por las zonas fran-
cas, la compra de bancos fundidos y el apoyo al plan colorado».

1986-1988, cuando pasa a dirigir Radio Panamericana), Diego Piccardo (1988-mar-


zo1989), Eleuterio Fernández Huidobro (marzo 1989 a marzo 1990), Jorge Zabalza
(marzo 1990 a noviembre de 1992), Roberto Villanueva (noviembre 1992 a mayo
1993, cuando pasa a dirigir Radio Panamericana), José López Mercao (junio 1993
a julio 1994) y Eduardo Bonomi (setiembre 1994 en adelante). Con Bonomi como
director, empezó la Tercera Época. La Cuarta Época del Mate empezó en setiembre
de 2000. Dejó de publicarse en diciembre de 2002.
66 Los datos de audiencia y cobertura de Mate Amargo y Radio Panamericana fueron
86 u Adolfo Garcé

El editorial de Mate Amargo no sólo había generado conflictos hacia


fuera de la organización. También despertó críticas dentro de ella. Un
documento interno sostenía que los tupamaros debían «estar abiertos
a reconocer errores propios, como el que [...] cometió, en cuanto a la
oportunidad y algunos aspectos de estilo, el mencionado editorial del 2
de diciembre» (MLN-T 1989: 80). De todos modos, vale la pena sub-
rayar que el MLN-T, como organización, no cuestionó el contenido del
editorial.

Desde luego, tanto Mujica como Fernández Huidobro se esforzaron


por argumentar que el Frente Amplio y el Frente Grande no eran ideas
contradictorias. En el Acto del Franzini en diciembre de 1987, Fernández
Huidobro había formulado esta idea en los términos siguientes:

«Nuestra idea de Frente Grande busca acumular fuerzas para los


cambios urgentes, para enfrentar la crisis y para la resistencia
al fascismo. Para la creación también de mayores niveles de
conciencia. Constituye un avance nuevo en el proceso de unidad
popular que no lo entendemos paralizado, ni lo queremos para-
lizar. No es de ninguna manera, nunca lo fue, antagónico con el
Frente Amplio, ¡todo lo contrario! Nosotros somos partidarios
de que el Frente Amplio sea la vanguardia en la postulación de
esta idea, y trataríamos por todos los medios de convencer a
los compañeros del Frente Amplio que deben tomar y enarbolar
ellos, en bloque, esta bandera».57

La relación con el FA siguió siendo muy tensa a lo largo de todo el


año 1988. Sin embargo, la campaña de recolección de firmas concentró
los principales esfuerzos de la izquierda. El alejamiento de la lista 99
y del PDC, generó la oportunidad que habilitó el ingreso de todos los
grupos que lo habían solicitado. El 20 de mayo, finalmente, por decisión
del Plenario del FA, el MLN-T pasó a formar parte de la coalición de
izquierda. Simultáneamente, se creaba el Movimiento de Participación
Popular.

cedidos gentilmente por Equipos-Mori. Mi agradecimiento a César Aguiar y Leonardo


Quintana.
67 Testimonio de Jorge Zabalza. Entrevista del autor.
Donde hubo fuego u 87

El «polo revolucionario» en el FA: la creación del MPP


La idea de combatir el «reformismo» desde dentro del FA no era nue-
va. Con ese objetivo, a principios de 1973, el MLN-T había propiciado,
a través del Movimiento de Independientes 26 de Marzo, la creación de
la «Corriente». En esta fracción, además del 26 de Marzo, participaban,
entre otros, la lista 99 de Zelmar Michelini, la Unión Popular del senador
Enrique Erro y el Movimiento de Independientes 26 de Marzo. Según
su Declaración Constitutiva, «uno de los objetivos fundamentales de
la Corriente será contribuir a un mayor dinamismo del Frente Amplio,
procurando que su línea sea cada vez más unitaria, firme y combativa».58

En el Informe del CC del MLN-T a la IV Convención, luego de carac-


terizar la etapa como un tiempo de «fortalecimiento del frente burgués»,
los tupamaros insistieron en la idea de recrear la experiencia de la «Co-
rriente»: «Aún en la presente y difícil coyuntura que vive el movimiento
popular, el MLN-T no debe cejar en sus esfuerzos por aglutinar un polo
revolucionario entre las fuerzas que integran o no el FA. Mantener el
mutuo respeto, la solidaridad y la cooperación práctica con todas las
organizaciones políticas de la izquierda y centro del país. No agredir,
pero no dejar de sostener, fraternalmente, los principios revolucionarios.
Luchar con argumentos e ideas para cambiar un estado de cosas que,
a la larga, desalentará a las grandes masas. Nuestra experiencia de los
últimos dos años nos indica que las direcciones de casi todas esas fuerzas
políticas, han caído en el retroceso ideológico». 59

Fue en estos términos, precisamente, que Fernández Huidobro planteó


por primera vez públicamente la propuesta de recrear la experiencia de
la «Corriente». En el ya referido acto del Franzini de diciembre de 1987
terminó su discurso diciendo:

«El MLN, por mi boca y en este acto, se ofrece, acepta ese de-
safío histórico del pasado y del futuro, llama y convoca a todos

68 Brecha, 7 de setiembre de 1990, p. 8, nota de Roger Rodríguez, «5ª Convención: El


MLN rompe el silencio».
69 Estos pasajes fueron tomados de un documento de circulación interna, elaborado
por Roberto Villanueva antes de la V Convención (marzo de 1990).
70 Julio Marenales, «La cuestión del Frente Juvenil», documento sin fecha, pero anterior
88 u Adolfo Garcé

nuestros fraternales compañeros del pasado, hermanados con


nosotros en muchas cosas, a cumplir esa tarea histórica. Tres
entonces son nuestras propuestas, compañeros: el Frente Gran-
de; el Frente Amplio; y un movimiento político que exprese a
quienes hoy –viejos y jóvenes, organizaciones o militantes inde-
pendientes– estamos por el poder popular, pleno, plural, libre,
participativo, sin hegemonismos, sin aparateos, solidario, por la
unidad sin exclusiones, contra las burocracias, los autoritaris-
mos, los dogmas, independiente, que tenga, de ser posible, tam-
bién una expresión electoral concreta a la que vamos a apoyar,
porque vamos a participar activamente en las elecciones, y que
sea revolucionario, que luche sin ningún lugar a dudas por la
liberación nacional y por el socialismo».60

Durante 1988 y comienzos de 1989 se realizaron múltiples contactos


con vistas a la creación del nuevo grupo. Según el relato de Mazzeo
(2005:27-29), en la construcción del MPP fueron decisivos algunos diri-
gentes del MLN-T como Fernández Huidobro, Jorge Quartino, Eduardo
León Duter, Eduardo Bonomi, el PVP, representado fundamentalmente
por Hugo Cores y Carlos Coitiño, y un puñado de independientes como
Carlos María Gutiérrez, Helios Sarthou, Jorge Durán Mattos y Marcos
Abelenda.

El MPP, como antes la «Corriente», nació luchando contra el «re-


formismo». Para muchos tupamaros, entre ellos, Fernández Huidobro,
las grandes alianzas populares en las que insistían los frentegrandistas
eran compatibles con el fortalecimiento del perfil revolucionario del
Frente Amplio. Pero insistían en que el Frente Amplio no debía despla-
zarse hacia el centro. En plena crisis del Frente Amplio, a comienzos de
1989, Eduardo León Duter exponía la posición del Comité Ejecutivo del
MLN-T en los siguientes términos:

«Muchos todavía se preguntan qué pasó, por qué se fue Bata-


lla. Nosotros tenemos una interpretación: creemos que dentro
del PGP, [...], ha triunfado la postura de quienes desde 1985
a abrilvienen planteando una emigración a posiciones «centristas»,
de 1989.
71 Scarcela murió en un confuso episodio policial en Rocha. Perdomo, que había sido
uno de los integrantes del comando tupamaro que participó en el operativo que
culminó con cuatro soldados muertos el 18 de mayo de 1972, debió huir del país
cuando su credencial cívica fue encontrada en la escena de un asalto a fines de abril
Donde hubo fuego u 89

Tapa del folleto que reúne los discursos del acto del MLN-T en el Estadio Franzini,
realizado en diciembre de 1987.
90 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 91

un alejamiento de la izquierda definiendo un espacio de «cen-


troizquierda», apostando a otros tipos de salidas diferentes a las
que postulaba el Frente Amplio. [...]. Desde la izquierda, donde
nosotros estamos ubicados, advertimos que un «corrimiento»
hacia ese centro no fortalece al movimiento popular sino que
implica un debilitamiento. Los grupos de izquierda que se co-
rren hacia allí terminan transformándose en grupos de centro.
[...]. No sirve la táctica de correrse al centro para favorecer al
surgimiento de ese sistema de alianzas. Y menos la de romper
la unidad de la izquierda con ese objetivo».61

El MLN-T y el asalto a La Tablada


Una prueba adicional de cómo se combinaban amplitud y profundidad
en el MLN-T de estos años fue la posición asumida por la organización
ante el asalto al cuartel de La Tablada en Argentina. En la madrugada
del 23 de enero de 1989, medio centenar de guerrilleros del Movimiento
Todos por la Patria (MTP) orientado por el ex líder del Ejército Revolu-
cionario del Pueblo (ERP) Enrique Gorriarán Merlo, atacaron el cuartel
del Regimiento 3 de La Tablada (Capital Federal) en el cual, según la
información que manejaban, se estaba gestando un nuevo complot militar
de los «carapintadas» (en la línea del levantamiento del coronel Aldo Rico
en marzo de 1987 y del amotinamiento en Campo de Mayo que lideró el
coronel Mohamed Ali Seineldín en diciembre de 1988).

Este hecho generó una polémica muy fuerte entre el MLN-T y el resto
de la izquierda. Mientras la Mesa Política del Frente Amplio declaraba
su «más firme rechazo a las acciones foquistas o terroristas de cualquier
signo utilizadas como método para el logro de fines políticos», el Comité
Ejecutivo del MLN-T emitía una declaración en la que la solidaridad
con los caídos prevalecía notoriamente sobre la crítica al ataque armado:
«los compañeros se equivocaron gravemente según nuestra humilde
opinión de orientales que no conocen a fondo ni sufren en carne propia
la situación argentina. Pero son compañeros y pagaron con su vida. Ya

de 1991. A raíz de ese incidente, además, fue expulsado por «indisciplina grave» del
CC del MLN-T en julio de 1991. Curiosamente, Ricardo Perdomo había sido de los
92 u Adolfo Garcé

es suficiente. Ahora hay que tener, aunque más no sea, un poco de res-
peto y vergüenza con los caídos».62 La solidaridad con el MTP no fue
mera retórica: de hecho, el MLN-T tenía una estrecha relación política
con el MTP y puso militantes y estructura logística al servicio de esta
organización luego del ataque fallido a La Tablada.

La posición del Comité Ejecutivo del MLN-T fue acompañada rotun-


damente por Sendic quien, incluso, elogió algunos aspectos militares de
la operación: «La parte del operativo que culminó con la toma del cuartel
es impresionante [...]: era una base supuestamente inexpugnable de los
carapintadas y entraron en ella y en el cuartel vecino exitosamente».63
La posición de Sendic fue terminante: más allá del acierto o el error
en cuanto a la oportunidad de la acción realizada, los atacantes de La
Tablada eran revolucionarios y los tupamaros debían ser solidarios con
ellos (Blixen 2000: 335).

4.6. El debate sobre la participación en


listas electorales
El MLN-T ingresó al FA, convocó a la formación del MPP pero no
autorizó a sus miembros a integrar las listas para la elección de noviembre
de 1989. No fue una decisión cupular ni antojadiza. En realidad, los tupa-
maros venían discutiendo sobre qué posición adoptar en esta instancia por
lo menos desde la IV Convención. El debate se procesó en sus principales
instancias orgánicas: Comité Ejecutivo, Comité Central y en asambleas
zonales de militantes. Incluso, a pedido expreso del MPP, volvieron a
discutir su posición contraria a la participación electoral en un Comité
Central ampliado convocado exclusivamente con ese fin (20 de agosto
de 1989). La posición inicial se ratificó porque era la que reflejaba mejor

pocos proletarios que se habían pronunciado a favor de la inclusión de tupamaros


en las listas del MPP en 1989. Freddy Ardusso participó en el asalto a otro local del
BPS, en setiembre de 1998. Sobre ese episodio volveré más adelante.
72 MLN-T, «Informe de la CAI Ampliada», 1° de Junio de 1990.
73 MLN-T, Frente Sindical, V Convención, Documento Preconvencional, «Profundizar
al MLN-T en una organización de cuadros y militantes en lo interno y en el trabajo
de masa en lo externo, como las formas más válidas para participar efectivamente
en todo el desarrollo de la lucha de clases». Sin fecha (aproximadamente, marzo de
1990).
74 MLN-T, Frente Juvenil, Tercera Asamblea Nacional de Militantes. Sin fecha (apro-
ximadamente 1989).
Donde hubo fuego u 93

a la mayoría de los militantes. Los testimonios coinciden en que si los


partidarios de integrar listas al Parlamento hubieran intentado forzar el
apoyo de la organización a esta posición, el MLN-T se hubiera quebrado.

En este tema, como suele ocurrir en la historia del MLN-T, preva-


lecieron los argumentos de coyuntura sobre las justificaciones teóricas
o derivadas de principios. Por ejemplo, los frentegrandistas tendían a
estar en contra. Pero no por razones de principios sino de coyuntura.
Pensaban que la inclusión de tupamaros en las listas del MPP podía ser
contraproducente desde el punto de vista político, y separar al MLN-T
de la gente. Algunos, como por ejemplo los integrantes del Frente Ju-
venil, llegaban a esta conclusión tomando nota del clima de creciente
malestar y desconfianza hacia los partidos políticos que percibían en las
organizaciones sociales en las que estaban insertos. Otros, como Canalda
y Piccardo, priorizaban una línea de razonamiento diferente: pensaban
que era un grave error político sumergir a los dirigentes tupamaros en
listas electorales de un MPP estrecho, concebido como «polo ideológico
revolucionario».

En ese pronunciamiento negativo a la participación en listas al


Parlamento se mezclaron razones políticas y cuestiones emocionales.
Las razones políticas no necesariamente derivaban de un rechazo a la
democracia en el plano de los principios. En realidad, muchos tupama-
ros pensaban, como los integrantes del Frente Juvenil, que la gente más
descreída de la política podía no entender esta decisión. Pero más impor-
tante que el factor racional fue el emocional. Decía Carlos Casares en un
reportaje en la revista Aquí: «Creo que hay un sentimiento generalizado
entre muchísimos viejos militantes del MLN-T que hoy no consiguen
ver del todo a sus compañeros en el papel de parlamentarios. Tal vez
sea un proceso de maduración, de tiempo, pero objetivamente existe y
nosotros lo valoramos».64

Esta decisión fue muy mal recibida por el MPP, que le reclamó con
insistencia al MLN-T que autorizara la inclusión de los nombres de
algunos ex guerrilleros en las listas para la elección a cargos nacionales
y departamentales de noviembre de 1989. En particular, a nadie se le
escapaba que, durante esos años, Eleuterio Fernández Huidobro se había

75 «En busca de confluencias», semanario Brecha, 25 de octubre de 1991, p. 8.


76 El conflicto de CUTCSA estalló a comienzos de 1988. Fue encabezado por Freddy
94 u Adolfo Garcé

transformado en un personaje muy popular dentro de la izquierda más


radical. Antes de 1985, se sabía que había tenido un papel fundamental en
la creación del movimiento guerrillero, en la redacción de sus principales
documentos teóricos, y en la preparación y ejecución de importantes
operativos militares. A partir de la inserción del MLN-T en la legalidad,
muy rápidamente, Fernández Huidobro exhibió públicamente nuevos
atributos políticos, en particular, una peculiar capacidad para la comunica-
ción tanto escrita como oral. En esos años, escribió numerosas columnas
para Mate Amargo y algunos de sus principales libros sobre la peripecia
del movimiento guerrillero. Era, desde luego, uno de los dirigentes más
demandados para participar en las «mateadas». Su popularidad dentro
de la izquierda radical quedó de manifiesto en la elección de la dirección
nacional del MPP celebrada el 1° de julio de 1989. Participaron en el
escrutinio cerca de 4.000 adherentes. Fernández Huidobro fue el dirigente
más votado, con 2.339 votos, seguido de Helios Sarthou con 2.317. Sin
embargo, el MPP debió esperar al año 1994 para poder contar con él, y
con otros tupamaros, en sus listas.

Ardusso, del Frente Sindical del MLN-T, integrante de la dirección del Zonal 4.
Fue uno de los conflictos más duros de la época. No faltaron los «miguelitos» y los
ómnibus incendiados.
77 Testimonios de integrantes del Frente Juvenil. Entrevista del autor.
Donde hubo fuego u 95

5.
El imaginario insurreccional
(1989-1994)

«Si nuestro análisis de la crisis es correcto y la


96 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 97

acumulación de fuerzas se produce, el Uruguay


marcha hacia la confrontación y el Golpe de Estado».
Tesis sobre Estrategia de la
V Convención Nacional MLN-T
Junio 1990

El segundo período en la historia reciente del MLN-T comenzó con


la muerte de Raúl Sendic a fines de abril de 1989 y llegó hasta fines de
1994 o comienzos de 1995. Mientras que durante los primeros años de la
reorganización las distintas corrientes internas habían logrado coexistir
de un modo relativamente pacífico, reconociéndose grandes zonas de
mutua autonomía y distribuyéndose recursos de poder, durante esta se-
gunda fase, los proletarios desencandenaron una ofensiva por el control
de la organización. Mientras que el equilibrio entre frentegrandistas y
proletarios había tenido como consecuencia que el MLN-T tuviera, desde
1985 a 1989, una línea que intentaba compatibilizar máxima amplitud
con máxima profundidad, durante los siguientes 5 años, el predominio
de los proletarios y el retroceso de los frentegrandistas determinó una
disminución notoria en la búsqueda de la amplitud y un giro fuerte en la
perspectiva de la profundidad.

Uno de los primeros bastiones de poder político interno perdidos


por los frentegrandistas fue el control de los medios de comunicación.
Durante 1989, Zabalza y los proletarios, con el decisivo apoyo de Fer-
nández Huidobro, desplazaron a los frentegrandistas de la dirección de
los medios de comunicación: a principios de 1989 y de 1990, Piccardo y
Canalda fueron relevados respectivamente de la dirección de Mate Amar-
go y radio CX 44.65 A partir de ese momento, estos medios cambiarán
ostensiblemente su política de comunicación y perderán penetración en
la opinión pública.66

Fuente: Equipos - Mori


98 u Adolfo Garcé

El debilitamiento de la línea frentegrandista no fue únicamente la


consecuencia de la muerte de Sendic. Tres hechos políticos exógenos
contribuyeron a jaquearla. En primer lugar, el ostensible debilitamiento
de los sectores «progresistas» en el Partido Nacional y el Partido Colora-
do. De hecho, en el Partido Nacional, la fracción liberal (el Herrerismo)
recuperó su histórica hegemonía desplazando a los sectores de centro
izquierda (el wilsonismo) que habían predominado entre 1971 y 1984.
En segundo lugar, el ingreso del MLN-T al FA obligó a los tupamaros a
tener un discurso público menos crítico. En tercer lugar, la ratificación

de la Ley que impedía juzgar y castigar a los responsables


de las violaciones a los Derechos Humanos durante la
78 MLN-T, Frente Juvenil, «Política interna», setiembre de 1990.
79 Coincidieron en este punto tanto los dirigentes del Frente Juvenil consultados como
los jefes de la línea proletaria. Entrevistas del autor.
80 El manifiesto de «los 45» puede leerse en La República, domingo 13 de octubre de
1991.
81 La lista de los 135 firmantes aparece en la edición del domingo 17 de noviembre
de 1991, del diario La República. Según Roger Rodríguez «Entre los firmantes
[...] se destacan figuras vinculadas a la Unión de Juventudes Comunistas (UJC), la
Vertiente Artiguista, el grupo disidente del Frente Juvenil del MLN-T, y militantes
de diversa extracción que acompañaron el llamado en calidad de independientes. No
aparecen entre los firmantes dirigentes de la Juventud Socialista ni del Movimiento
Donde hubo fuego u 99

dictadura, fortaleció la posición de quienes sostenían que el «aparato


represivo» no vacilaría en castigar nuevamente al «movimiento popular»
cuando se intensificara nuevamente la lucha de clases.

Este último punto era un motivo de gran preocupación dentro del


MLN-T. Muchos militantes tupamaros, desde 1985 en adelante, con-
vivieron con la incomodísima sensación de que podían, en cualquier
momento, ser atacados por algún nuevo «escuadrón de la muerte». Esta
sensación de peligro se profundizó durante la campaña de recolección
de firmas que hizo posible que la ciudadanía fuera consultada acerca de
si mantener o derogar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del
Estado. A los tupamaros les preocupaba mucho cómo reaccionarían las
FFAA en caso de triunfar la derogación de la Ley. Uno de los escenarios
que consideraban probable era el de un ataque selectivo de los militares
contra organizaciones de izquierda, entre ellas, contra el MLN-T.

El referéndum se llevó a acabo el 16 de abril de 1989. Por decisión


de su Comité Ejecutivo, desde el 15 hasta el 17 de abril la estructura
del MLN-T permaneció en lo que ellos mismos denominan «estado de
reserva». El MLN-T se «sumergió» en la clandestinidad durante 48
horas: «nadie durmió en su casa, los contactos con la organización se
hacían en la calle».67

5.1. La V Convención
Prologada por una etapa preconvencional muy tensa, entre junio y
julio de 1990, en las instalaciones del Platense Patín Club, se celebró la
V Convención del MLN-T. Fue la Convención del misterio. En aquel
momento, los tupamaros se negaron a explicitar claramente los debates
ocurridos en el Platense («de eso no se habla»). Recién en setiembre,
dos meses después de finalizada la convención, José Mujica y Eduardo
Bonomi accedieron a responder, aunque elípticamente, un reportaje de
Roger Rodríguez para Brecha. En esa entrevista Mujica reconoció la
existencia de un pacto de silencio que justificó en los términos siguientes:
«La Convención decidió que determinadas cosas se dicen y que de otras

de Participación Popular». Brecha, 22 de noviembre de 1991, p. 7.


100 u Adolfo Garcé

no se habla. [...]. Queremos mantener el derecho [a la reserva] que tiene


una organización que se precia de ser de militantes y que procura ser de
cuadros, que sabe que los procesos de cambio dependen del grado de
participación de las masas, que reconoce que no hay ninguna vanguardia
esclarecida que represente a una clase social, [...], que tiene un pasado
revolucionario y tiene un porvenir revolucionario, porque si no fuera así
el grueso de los compañeros que estamos en el MLN nos iríamos».68 A
pesar del pacto de silencio, en aquel momento trascendió que el Frente
Juvenil se había retirado de la Convención.

¿Qué pasó en la V Convención? En nombre de la necesidad de


construir una Organización Político Militar clasista, marxista-leninista,
coherente política e ideológicamente, los proletarios provocaron el aleja-
miento del Frente Juvenil, que terminó de concretarse el 29 de diciembre
de 1990. A la pasada, saldaron cuentas con Edmundo Canalda.

El malestar con Canalda venía de lejos. En realidad, su clara alineación


en posiciones frentegrandistas disgustaba a muchos militantes tupamaros.
Los proletarios querían que los medios de prensa dedicaran más espacio
a los problemas del mundo sindical y cumpliera un papel más importante
desde el punto de vista de la formación ideológica y teórica de los mili-
tantes tupamaros. A otros les molestaba muy especialmente la insistencia
en la crítica pública al FA y el recurrente llamado a la ampliación de las
alianzas. En particular, habían censurado, como vimos, especialmente
por razones de oportunidad, la publicación del editorial «El compás de
espera llega a su fin» que desató, en diciembre de 1987, una durísima
polémica con otras fuerzas de izquierda.

Al morir Sendic, Canalda había perdido su principal apoyo interno.


Durante el segundo semestre de 1989 su situación como director de Radio
Panamericana se hizo cada vez más difícil. Por eso mismo, en febrero de
1990, al regresar de sus vacaciones de verano, Canalda, simultáneamen-
te a su destitución de la dirección de la radio decidida por el ejecutivo
del MLN, presentó su renuncia a la dirección de programación que le
fue asignada y al MLN-T. Varios integrantes del CC (entre ellos, Julio
Marenales, Jorge Zabalza, Roberto Villanueva, Ricardo García y Andrés

82 MLN-T, «Plan de trabajo 1991/1992», 1990.


83 MLN-T, V Convención, Documento preconvencional, «Estrategia», 1990.
84 MLN-T, «Aportes al análisis de la nueva coyuntura», diciembre de 1989.
Donde hubo fuego u 101

José Mujica y Eduardo Bonomi accedieron a responder algunas preguntas para Brecha.
102 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 103

Cultelli) presentaron una moción rechazando el pedido de renuncia de


Canalda y solicitando su expulsión de las filas del MLN-T por «actitu-
des desleales» hacia la organización. La moción no fue tratada por la
V Convención. Pero la expulsión de Canalda se concretó unos meses
después, en la reunión del Comité Central del 11 de noviembre de 1990.

Tanto la carta de Canalda como los documentos internos elaborados


por otros miembros de la dirección durante el proceso de debate previo a
su expulsión ilustran la intensidad de la confrontación ideológica, teórica
y política entre proletarios y frentegrandistas. Uno de los ejes centrales
de estas diferencias fue enunciado por Canalda en su carta de renuncia
(ver Anexo) en los términos siguientes:

«El MLN parecería conducido a ser la ultraizquierda organizada


del FA mientras que otros hemos trabajado por un MLN frente-
grandista, bregando por la unidad de la izquierda –no sólo del
FA–, removedor de las caducas estructuras políticas del país. En
ese sentido la muerte de Sendic –tan olvidado en sus conceptos
como usado en fotografías– marca el fin de una etapa».

Simultáneamente, Roberto Villanueva, uno de los firmantes de la


moción de expulsión y claro representante de la línea proletaria decía:

«El alejamiento de Edmundo Canalda del MLN-T, así como los


fundamentos que presenta para el mismo, dejan al descubierto
los aspectos esenciales de las contradicciones existentes en el
seno de la organización. [...]. Es ilusorio pensar en un MLN-T
monolítico. No es esa tampoco la intención. Es necesario pen-
sar un MLN-T coherente, comprometido con la lucha popular
y con los intereses de la revolución a nivel nacional, latinoa-
mericano y mundial Es en este punto donde estaría planteada
la contradicción [...]. Tal vez sea Canalda quien sostiene por
primera vez tan claramente una de las «corrientes de opinión»
que han estado en lucha dentro de la organización. La próxima
Convención Nacional deberá resolver esta discusión. Deberá
definir qué organización necesitamos para seguir trabajando
con perspectiva revolucionaria. Esta es la gran interrogante
que deja planteada la renuncia de Canalda: ¿Movimiento so-
cial y espontáneo sin teoría revolucionaria, sin vanguardia, sin
organización política u organización de cuadros y militantes?
104 u Adolfo Garcé

Más sencillamente:¿movimiento de coordinación popular u


organización de revolucionarios?».69

Además de presionar a favor de la expulsión de Canalda, los proleta-


rios confrontaron duramente con el Frente Juvenil, provocando la salida
de un centenar de cuadros y militantes jóvenes.

Los proletarios contra el Frente Juvenil


Mientras Sendic vivió, el Frente Juvenil pudo desarrollar una políti-
ca relativamente autónoma con respecto a la del «aparato». Desde una
parte importante de la estructura del MLN-T, la autonomía del FJ era
considerada «una desviación teórica». En un documento escrito un poco
antes del Referéndum, decía Julio Marenales:

«El MLN-T precisa un organismo específico para el trabajo


político con los jóvenes. Para cubrir esa área se ha creado el
Frente Juvenil. [...]. Como estructura específica para la labor
política entre los jóvenes, el FJ, como todos los frentes del MLN,
debe de actuar con grados de autonomía táctica [...]. Pero esa
autonomía táctica [...] no puede llegar al extremo de ignorar lo
que tácticamente tiene planteado como conjunto el MLN-T».70

La situación era similar a la de los medios de comunicación. Buena


parte de la estructura del MLN-T y muy especialmente los proletarios,
consideraban que tanto los medios de comunicación como el FJ tenían
niveles de autonomía excesivos. Mientras Sendic vivió no les fue posible
intentar modificar esta realidad porque ambos, medios de comunicación
y estructura juvenil, gozaban de su protección política.

Durante la etapa preconvencional, la temperatura del enfrentamiento


había subido mucho, entre otras razones, a raíz de las denuncias de «vio-
laciones a los derechos humanos» realizadas por el Frente Juvenil contra
la Dirección del Zonal 4 que dirigía Jorge Zabalza. Vale la pena recordar
quiénes formaban parte de esta Dirección y sus trayectorias posteriores.
En ese momento, estaba integrada, entre otros, por Jorge Zabalza, Was-
hington Muniz, Rony Scarcela, Ricardo Perdomo y Freddy Ardusso.71
85 MLN-T, «Resoluciones de la V Convención», junio-julio 1990.
86 Información aportada por militantes del MLN-T.
87 Testimonios de militantes tupamaros que participaron en el viaje a Libia.
Donde hubo fuego u 105

Durante un curso de formación impartido por la Comisión de Ingresos


del Zonal 4 a aspirantes a incorporarse al Frente Juvenil del MLN-T,
los encargados del curso orquestaron un simulacro de interrogatorio
policial. Según el documento de la investigación interna realizada por
la CAI (Comisión de Asuntos Internos), «la bajada de pantalones a dos
compañeros generó una situación de incomodidad en ellos y en algunos
participantes». Y agrega: «Entendemos explicable y válido que esos
compañeros se hayan sentido incómodos [...]. Debemos destacar que
la utilización de situaciones que no se adecuan a la realidad actual, son
erróneas desde el punto de vista político. Entendemos que tomarla como
medio para el objetivo buscado, es entrar en un terreno peligroso por
cuanto puede tener efectos distorsionantes para la evolución política de
los compañeros, máxime cuando se trata de nivel de ingresos». Según
el informe interno, los denunciantes habrían exagerado la situación: «la
CAI ampliada entiende que hay que desterrar la práctica incorrecta y
casi terrorista de hacer acusaciones exageradas de un hecho para atacar
un planteo político contrario al que se sustenta. Las ideas deben ser
combatidas con ideas, no con maniobras si queremos seguir utilizando
el estilo ‘tupa’ para resolver nuestras contradicciones internas».72

En ese clima de alta tensión entre proletarios y FJ se llegó a la V


Convención. ¿Cuál era el centro de la polémica? El conflicto entre estos
dos grupos no tenía que ver con la perspectiva de la lucha armada: para
ambos, tarde o temprano, la cuestión militar era insoslayable. Las dife-
rencias estaban centradas en otros aspectos fundamentales de la acción
política. Los proletarios querían profundizar la estructuración del MLN-T
como Organización Político Militar (OPM). Por eso mismo el episodio
del simulacro de interrogatorio en el Zonal 4 era tan trascendente. Para
88 Brecha, «La previsible decisión frenteamplista. El MRO y el camino de la intempe-
rie», nota de Enrique Roldós, 29 de noviembre de 1991.
89 El MLN-T estructuró tres Regionales: Montevideo, Interior y Exterior. Cada Re-
gional se dividía en Zonales. Los zonales eran estructuras intermedias de dirección.
En Montevideo hubo 5. En 1987 sus responsables eran: Zonal 1: Ricardo García,
Zonal 2: Jorge Selves, Zonal 3: Roberto Villanueva, Zonal 4: Jorge Zabalza, Zonal
5: José Mujica.
90 La relación entre los partidos políticos y la creación de asentamientos irregulares no
ha sido, hasta la fecha, estudiada sistemáticamente. Algunos testimonios coinciden en
que no sólo los tupamaros organizaron ocupaciones de terrenos públicos y privados.
Algunos especialistas señalan que también comunistas y colorados lideraron este
tipo de actividad a fines de la década del ochenta y comienzos de los noventa. Debo
106 u Adolfo Garcé

los proletarios, era imprescindible supervisar la «calidad» de los ingresos


para velar por la «seguridad interna». Desde luego, preferían «militan-
tes probados» (que hubieran pasado por la experiencia de la tortura y
la cárcel) a los recién ingresados, especialmente si no provenían de la
«clase obrera».

¿Qué quería decir convertir al MLN-T en una Organización Político


Militar? Dejemos que lo expliquen los propios «proletarios». En un
documento elaborado por el Frente Sindical antes de la V Convención
se decía:

«El MLN es la única organización de la izquierda uruguaya que


rescató o impulsó en su práctica al cuadro y la organización
político-militar. Si pensamos en una organización política de-
bemos verla como una organización de combate, que organiza
y dirige a las masas, buscando los caminos que conduzcan al
asalto definitivo del poder. Para ello necesitamos los cuadros
y la mentalidad político-militar [...]. En la situación actual de-
bemos ir elaborando la estrategia político-militar resolviendo
los problemas de la práctica cotidiana en el enfrentamiento de
la lucha de clases, insertos en el pueblo. Es deber y obligación
de los tupamaros volcar su experiencia en el pueblo [...]. Plan-
tearnos el aparato político militar sólo por el aparato sería
desconocer la derrota del pasado. [...]. Nuestra propuesta es
la de una organización de cuadros y militantes con mentalidad
político militar, inserto en la masa».73

Los proletarios querían que el MLN-T se preparara rápidamente para


la hipótesis de un nuevo enfrentamiento militar. En cambio, la prioridad
absoluta del FJ era el trabajo directo con las masas. Más específicamente,
el FJ se había propuesto construir una suerte de «frente grande juvenil»,
la Organización Política Juvenil (OPJ):

«La OPJ es una herramienta estratégica del MLN-T y su FJ


que construye esa herramienta de intermediación para llegar a
organizar y movilizar sectores de la juventud uruguaya hacia su
organización como sector social [...]. Debemos tener presente

este punto a Salvador Schelotto, Decano de la Facultad de Arquitectura y jerarca de


la Intendencia Municipal de Montevideo entre 1990 y 1991.
Donde hubo fuego u 107

que el marco de acumulación es cualitativamente distinto al del


MPP; acumula jóvenes de todos los pelos que comparten una
metodología y un programa que no es frenteamplista y tampoco
MPPista».74

El pleito puede resumirse así: mientras que el Frente Juvenil quería,


siguiendo la línea impulsada por Sendic, priorizar la amplitud maximi-
zando la inserción en las masas y la construcción de coaliciones sociales,
los proletarios estaban decididos a enfocar al MLN-T hacia una política
de mayor profundidad, siempre pensando en acelerar el momento de la
«confrontación generalizada» y la revolución. Los proletarios, en el fon-
do, temían el ascenso del FJ. Les parecía estar asistiendo a la reedición
del proceso vivido en el MLN-T a fines de los sesenta, cuando se verificó
un fuerte ingreso de estudiantes a la organización. Según ellos, dicho
contingente estudiantil, de clase media, había debilitado ideológicamente
a la organización. Combatiendo al FJ, pretendían estar inmunizando a la
organización contra una patología ya vivida.

Otheguy, uno de los dirigentes del FJ, recordó para Brecha las razo-
nes de la ruptura en estos términos: «Las diferencias con la dirección
del MLN-T fueron de fondo. El proceso de discusión antes y durante la
Convención marcó diferencias estratégicas al generarse una polarización.
Nosotros vemos el país en forma diferente al MLN-T y eso generó que
se confrontaran proyectos distintos. Se rechazó nuestra propuesta y se
nos acusó de pequeño-burgueses, de no haber sabido lo que fue la cárcel,
de no ser claramente revolucionarios y de apostar al espontaneísmo».75
La desconfianza de los proletarios hacia el Frente Juvenil derivaba,
básicamente, de prejuicios ideológicos. Durante los años previos, los
cuadros del Frente Juvenil habían mostrado un alto nivel de compromiso
con la organización. No habían dudado en participar en las actividades
de entrenamiento militar, en el apoyo a la huelga de CUTCSA en 1988
76
o en las tareas, ciertamente riesgosas, de solidaridad activa con los

91 Las conclusiones del informe de la Comisión Especial pueden leerse en el Expe-


diente N° 96-003390 de la Junta Departamental, Resolución N° 6.948. Agradezco
al Arquitecto Jaime Igorra su ayuda en este punto. La Comisión Especial para el
estudio de la problemática de los asentamientos funcionó durante el período en el
que, precisamente, Jorge Zabalza se desempeñó como Presidente de la Junta.
92 En el II Congreso del MPP participaron aproximadamente 500 delegados. El centro
fue la política de alianzas. El PVP estaba claramente a favor de facilitar la creación
de la «macrocoalición». La crónica puede verse en el Mate Amargo del 22/12/93,
108 u Adolfo Garcé

militantes del MTP luego del ataque a La Tablada.77

El enfrentamiento entre el Frente Juvenil y los proletarios fue muy


duro. La Convención debió suspenderse durante 45 días. Fernández Hui-
dobro se esforzó por acercar las posiciones de ambos sectores. El conflicto
pudo haberse resuelto pactando autonomías. De hecho, hasta 1990, la
tensión entre ambos polos lograba aliviarse mediante este mecanismo,
muy habitual en la historia del MLN-T. Precisamente, éste fue el planteo
del Frente Juvenil. En un documento de setiembre de 1990 el Frente
Juvenil argumentaba que una de las formas de conservar la unidad del
MLN-T y evitar el desgajamiento del FJ era ser «realistas» y «flexibles»:

«En la orga tendremos que tomar como dato de la realidad,


desde la dirección a la base, la existencia de distintas visiones
político-ideológicas y estratégicas, que aún no han sido saldadas
con el debate interno [...]. La flexibilidad para articular estas dis-
tintas visiones será un componente básico si queremos preservar
la unidad. La construcción de la línea, definiciones, etc, tiene
que necesariamente partir de esta realidad, adaptando desde el
vamos un criterio a lo interno de pluralismo y participación de
estas distintas visiones político-ideológicas en las distintas tareas
que nuestra organización enfrenta o enfrente».78

Los proletarios no estaban dispuestos a conceder autonomía al FJ.


Todo lo contrario, querían que el FJ renunciara al importante grado de
independencia con el que se había venido manejando: ninguna organi-
zación revolucionaria permitía diferencias ideológicas importantes y
autonomías desmedidas. Las sesiones del Comité Central realizadas en
setiembre ratificaron las resoluciones previas. En el vocabulario de la
«Orga», debía privilegiarse el «territorio» al «frente», la estructura de
dirección central a las de los frentes de masas.

Durante todo el año 1990, antes, durante y después de la V Conven-

N° 187.
93 MLN-T, «Resoluciones de la V Convención«, junio-julio de 1990, p.9.
94 Mate Amargo, 1° de junio de 1994, págs. 2 y 3.
95 «El Frente de Sendic», Editorial de Mate Amargo, 27 de Julio de 1994, pág 4.
96 Mate Amargo, 16 de enero de 1994, p. 5.
97 El Órgano de Conducción Política (OCP) fue creado entre diciembre y enero de 1994
para reflejar en la dirección cotidiana del FA su compleja realidad política interna.
Donde hubo fuego u 109

Tapa del diario La República, 30 de enero de 1991.


110 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 111

ción, la dirección del Frente Juvenil mantuvo un contacto permanente


con Eleuterio Fernández Huidobro y con José Mujica. Los jóvenes
planteaban que era necesario detener el avance de la línea «proletaria
y militarista». Según los testimonios aportados por los dirigentes del
Frente Juvenil, Mujica y Fernández Huidobro «coincidían en que había
que frenar a los proletarios». Sin embargo, cuando llegó el momento
decisivo, Mujica y Fernández Huidobro optaron por no terciar en el
conflicto. Les cuestionaron a los proletarios alejarse del estilo «tupa»
de manejar los conflictos internos, al pretender imponer sus puntos de
vista haciendo tabla rasa con las posiciones minoritarias. Pero, de hecho,
permitieron una nueva victoria interna de Zabalza y los proletarios. A
fines de diciembre, más de cien jóvenes abandonaron el MLN-T. De
todos modos, algunos militantes del Frente Juvenil permanecieron en la
organización. Tampoco el Frente Juvenil era perfectamente homogéneo
en términos ideológicos.79

Sobre todo si se considera cuál fue el camino que recorrieron a partir


de 1995, la opción tomada por Mujica y Fernández Huidobro durante el
año 1990 es difícil de entender. ¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué no con-
frontaron en ese momento con los proletarios? ¿Por qué permitieron la
virtual «expulsión» del Frente Juvenil? No es posible dar una respuesta
definitiva sobre este punto. Parece claro que pesaron componentes po-
líticos y emocionales.

Fernández Huidobro, en aquel momento, tenía más coincidencias con


la visión de los proletarios que con los frentegrandistas. Se acercaba a los
proletarios en dos temas claves. En primer lugar, coincidía con ellos en
cuanto a la necesidad de combatir contra el reformismo en la izquierda.
En ese sentido, encontraba más apoyo en los proletarios que en el Frente
Juvenil para su apuesta al MPP como «polo revolucionario» dentro del
FA. En segundo lugar, coincidía con los proletarios en la valoración de
la centralidad de los aspectos militares: consideraba correcto reconstruir
al MLN-T como una OPM, aunque no compartía que fuera oportuno,
necesario y conveniente presionar tanto al «aparato» en esa dirección.

En particular, la intención era institucionalizar la «coparticipación» en la dirección


del FA de su líder histórico, Seregni, y sus figuras en ascenso, Astori y Vázquez.
Estaba integrado por doce miembros: Líber Seregni (Presidente del FA), Tabaré
Vázquez (Intendente de Montevideo), Danilo Astori (candidato a la vicepresiden-
cia del FA en 1989), Rodríguez Camusso («Espacio Blanco»), Reinaldo Gargano
112 u Adolfo Garcé

Es posible que la comprensión de la existencia de una diferencia


importante con el proyecto de los proletarios (en cuanto al timing de la
«militarización» del MLN-T) haya contribuido a que Fernández Huidobro
y Mujica prefirieran sufrir el desgajamiento del «ala juvenil» de la orga-
nización que perder todo control sobre las actividades político-militares
de los proletarios. ¿Cómo hubiera reaccionado el ala proletaria si la V
Convención hubiera rechazado su tesis de la OPM y optado por el camino
que impulsaban los más jóvenes? No era imposible que, al quedar en
minoría, los proletarios intentaran generar «hechos consumados» que
forzaran a la organización a regresar al camino de la preparación militar.
El extraño episodio del asalto de abril de 1991 (en el que Ricardo Per-
domo «pierde» su credencial cívica) es apenas un mínimo ejemplo de la
política de «hechos consumados» que podían haber llegado a impulsar
los proletarios para intentar encarrilar a la organización en la dirección
que deseaban.

Además de los factores políticos pesaron componentes afectivos y


generacionales. Aunque tanto Mujica como Fernández Huidobro tenían
una buena relación con muchos cuadros del Frente Juvenil, es obvio que
estaban unidos por lazos emocionales particularmente estrechos con la
generación que los había acompañado en la experiencia guerrillera.

Nótese que los dirigentes del Frente Juvenil del MLN-T no fueron los
únicos jóvenes que, en esos años, vieron frustradas sus posibilidades de
conservar posiciones de influencia en la vida del país. Como es sabido,
la redemocratización tuvo un componente muy intenso de restauración
de las posiciones de influencia previas al golpe. En ese contexto, los
dirigentes «históricos» fueron desplazando del poder a quienes habían
tenido que tomar el relevo durante la dictadura.

Durante 1991, muchos de los jóvenes tupamaros escindidos intentaron


crear un espacio de coordinación con jóvenes de otras organizaciones
políticas de izquierda. En octubre de 1991 se publicó en la prensa un
manifiesto titulado «¿Hacia dónde hay que ir?». Estaba firmado por 45
jóvenes escindidos de distintas organizaciones de izquierda, la mayoría de
ellos, ex militantes del Frente Juvenil. En los pasajes medulares decían:

«En los 90 la izquierda vuelve a restaurar o a reciclar ideas y


dirigentes [...]. La izquierda reproduce en su interior lo que el
Donde hubo fuego u 113

país produce: la marginación de las nuevas generaciones. Los


jóvenes no sólo han llegado tarde a un país que no está diseñado
para ellos, sino que también lo han hecho a la hora de incidir en
las organizaciones de izquierda. De todas formas, no hay lugar
para las lágrimas en esta historia. Los ámbitos de decisión y de
participación no se piden ni se suplican [...]. Hay una generación
que está ausente en todo este proceso, que mira con recelo a los
alrededores, pero percibe que hay algo potencial durmiendo en
ella que posibilita una alternativa. Una energía concentrada en
sectores jóvenes que participaron en la lucha contra la dictadura
y que en estos tiempos promueven nuevos estilos de movilización
en los movimientos sociales, y que hoy es el tiempo de activarla
para que se encuentren coincidencias».80

El llamado a la confluencia de la nueva generación que se sentía


desplazada en las organizaciones de izquierda tradicionales tuvo eco. Un
poco más tarde, en noviembre, 135 jóvenes convocaron a un encuentro
en el Teatro Astral, que se realizó el sábado 23 de noviembre.81 A pesar
de estos esfuerzos, durante 1992 se fueron dispersando.

5.2. Olor a pólvora


Este giro militarista que los proletarios procuraron imprimir en la
actividad del MLN-T descansaba en una «tesis sobre acumulación»
claramente enunciada en diversos documentos de la organización ema-
nados de la V Convención. Por ejemplo, en el Plan 1991-1992, redactado
por Jorge Zabalza y Ernesto Agazzi, por mandato del Comité Central
(diciembre de 1990), se decía:

«Si nuestra tesis sobre acumulación es correcta y la acumu-


lación se produce realmente, a Uruguay le espera un período
signado por rupturas de la legalidad y la institucionalidad. Es
importante entender que el proceso de acumulación es, a la vez
e inseparablemente, un proceso de ascenso en la lucha de clases.
De otra manera sería imposible acumular fuerzas; ello no puede

(Partido Socialista), Marina Arismendi (PCU), Sergio Previtali (UNIR), Eleuterio


Fernández Huidobro (MPP), Alberto Couriel (Vertiente Artiguista). Además, había
tres delegados de los comités de bases.
114 u Adolfo Garcé

lograrse solamente a partir de la voluntad política organizada.


En este sentido, el objetivo general de este Plan de Trabajo es
preparar condiciones para la resistencia popular a las agresiones
y rupturas en que caiga el régimen».82

El MLN-T manejaba nueve hipótesis acerca de cómo podría mani-


festarse la «violencia burguesa» en esta etapa: «i) Ilegalización selec-
tiva (contra una sola organización); ii) Ilegalización generalizada; iii)
Terrorismo selectivo; iv) Terrorismo generalizado; v) Golpe de Estado
con división entre ellos; vi) Golpe de Estado a corto plazo; vii) Golpe
de Estado a mediano y largo plazo; viii) Insurrecciones inorgánicas; ix)
Acciones armadas de grupos equivocados o usados».83

A comienzos de 1990, evidentemente, el MLN-T consideraba que


la situación política del país era similar a la de 1966 o 1967. Igual que
entonces, el país vivía la víspera de un fuerte ascenso de la lucha de
clases y la movilización popular. Como consecuencia de ello, se transi-
taría nuevamente por un período de incremento de la represión contra el
movimiento popular como el vivido durante el pachequismo. Todo esto
desembocaría en una «confrontación generalizada». La «democracia pri-
maveral» se había terminado. Había que prepararse para el invierno. La
visión de los tupamaros era sorprendentemente sombría. En un informe
político de la época de la V Convención puede leerse: «1994 comienza a
transformarse en otro formidable nudo de contradicciones. ¿La derecha
permitirá llegar a esa elección?»84

El imaginario insurreccional y la teoría


de la «defensa del territorio»
Desde el punto de vista político-ideológico, a partir de la ruptura con
el Frente Juvenil, dentro del MLN-T pasó a predominar abiertamente lo
que algunos han denominado como «imaginario insurreccional». Recien-

98 Testimonio de Eduardo León Duter. Entrevista del autor.


99 Testimonio de Zabalza. Entrevista del autor.
100 MLN-T, «Aportes al análisis de la nueva coyuntura», diciembre de 1989.
101 Véase la crónica de Raúl Ronzoni, publicada en Búsqueda, 26 de agosto de 1994,
p. 3.
102 Los tupamaros dijeron desconocer el origen de la grabación. Según la crónica
publicada en Búsqueda el 22 de setiembre de 1994 (p. 15) «varios integrantes del
gobierno dijeron en las últimas horas tener la firme sospecha de que un legislador
Donde hubo fuego u 115

temente, en un folleto titulado Senda Tupamara, ex militantes del MLN-T


describieron este «imaginario insurreccional» en los términos siguientes:

«Ya desde 1983, la militancia que venía luchando contra la dic-


tadura, imaginaba un pueblo con armas en la mano, organizado
para defender los barrios obreros frente al malón del terrorismo
de Estado. Un dibujo imaginario, mezcla de la huelga general de
junio de 1973 y la batalla que dieron los chilenos en los cordo-
nes industriales de Santiago. Pese a que esa imagen estaba muy
lejos de ser un proyecto político acabado, puede decirse que fue
la pauta central en el pensamiento de los que reorganizaron el
MLN-T desde 1985. A pesar de las diferencias políticas implícitas
en las distintas prácticas militantes de sus dirigentes, tuvieron
un proyecto común de hacer política revolucionaria sin armas,
apuntando a organizar masas, militantes y cuadros rumbo al
objetivo estratégico de ocupar una zona, dominarla y desde
ella confrontar con las fuerzas represivas» (Senda Tupamara
2002: 51-52).

«Ocupar una zona, dominarla y desde ella confrontar con las fuerzas
represivas»: en esto consistía, en esencia, la «teoría de la defensa del
territorio» mencionada reiteradamente en los documentos del MLN-T de
estos años. Según este planteo, era inevitable que, en el mediano o largo
plazo, se repitiera un escenario político similar al de 1973. Según esta
visión, la historia enseña que cuando la movilización popular empieza
realmente a desafiar su dominación, la clase dominante no vacila en
destruir la legalidad burguesa apelando al aparato represivo del Estado.
En la V Convención el MLN-T describió con mucha claridad cómo se
imaginaba el proceso:

«La etapa debe quedar caracterizada como un escalón hacia


futuros enfrentamientos de las fuerzas populares contra las
reaccionarias. A medida que el pueblo trabajador profundice
sus objetivos y radicalice sus movilizaciones, el frente burgués
irá aumentando la violencia de la represión. Es un proceso de-
terminado por el ascenso en la combatividad de las masas y la
inseparable escalada represiva. Estamos parados en uno de los
fue a la reunión con Gianola portando un micrófono de solapa».
103 La carta de Jorge Zabalza al Comité Central del MLN-T fue redactada entre di-
ciembre y febrero de 1995. Debo el conocimiento de este esclarecedor documento
116 u Adolfo Garcé

escalones más bajos de dicho proceso hacia la confrontación


abierta y masiva. Sin embargo, desde ya, nuestro objetivo debe
ser preparar la organización para que esté a la altura de las
circunstancias futuras». 85

Para defender la democracia no bastaba con hacer como en 1973,


cuando el movimiento sindical y los gremios estudiantiles ocuparon
durante quince días las fábricas y los centros de estudio. La única forma
eficaz y eficiente de resistir la represión consistía en pasar de la defensa de
un local (laboral o estudiantil) a defender un territorio. Según el MLN-T,
no era razonable implementar la defensa del territorio en cualquier zona
del país. Esto sólo sería posible, al menos al comienzo, en los barrios de
tradición obrera y revolucionaria (como el Cerro y La Teja). Además, se
debía priorizar el trabajo «territorial» en barrios que, desde el punto de
vista de un eventual enfrentamiento con fuerzas represivas, podían ser
neurálgicos desde el punto de vista logístico (como Capurro). Durante
estos años, apuntando a preparar la «defensa del territorio», militantes
tupamaros inspeccionaron las caños subterráneos del saneamiento de
Montevideo, como durante la fase de instalación de la guerrilla urbana
a mediados de los sesenta.86

Con la mirada puesta en este horizonte insurreccional, a partir de la


reorganización pero muy especialmente durante estos años, los tupama-
ros realizaron instrucción militar. Todos los grupos de base participaban
de la vigilancia de los locales de la organización. Para poder cumplir
esta tarea los militantes recibían un entrenamiento militar básico, en
campos de tiro situados en chacras o en campamentos en el interior del
país. La frecuencia e intensidad de estas prácticas dependía de quién
fuera el responsable político del «zonal». Los testimonios recogidos en
el marco de esta investigación coinciden en que, allí donde mandaban
los proletarios, el componente militar de la actividad de un tupamaro
era más intenso. Además de esta capacitación básica, el MLN-T llevó
adelante operativos de formación militar más ambiciosos. Por ejemplo,
a mediados de agosto de 1989 una delegación del MLN-T viajó durante
casi tres semanas a Libia para participar en la conmemoración de los
veinte años del régimen de Kadaffi. Además de participar en el desfile
oficial y de gestionar apoyo económico para la organización, una dece-

al propio «Tambero».
104 Búsqueda, 1° de setiembre de 1994, p. 14.
Donde hubo fuego u 117

Tapa del documento final de la V Convención.


118 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 119

na de miembros de esta delegación recibió entrenamiento militar en el


desierto. Se acordó llevar adelante una segunda etapa de adiestramiento
de seis meses de duración.87

El problema de las «finanzas»


El viaje a Libia no sólo permite visualizar hasta qué punto, en 1989, los
aspectos militares estaban presentes en la organización. Además, ayuda a
entender que el problema de las finanzas empezaba a hacerse realmente
muy agudo. Los gastos de funcionamiento de una organización política
como el MLN-T son múltiples: locales y servicios conexos, militantes
rentados, viajes hacia o desde el interior, viajes al exterior, medios de
prensa, apoyo a integrantes en situación de emergencia. Durante los pri-
meros años de la inserción en la legalidad los gastos de la organización
se financiaron con las actividades normales de finanzas, con aportes de
los militantes y con un importante flujo financiero proveniente de la diás-
pora y de organizaciones extranjeras afines. Durante su mejor época, el
quincenario Mate Amargo se financió gracias a sus ventas y a los aportes
de la editorial TAE en la que se hizo sentir la destreza empresarial de
Leopoldo Laferranderie. El caso de Radio Panamericana fue distinto:
se financió fundamentalmente desde el exterior porque, aunque tenía,
sobre todo al comienzo, una audiencia importante, contaba con escasos
avisadores.

El tema económico comenzó a convertirse cada vez más en un proble-


ma serio a finales de la década del ochenta, cuando empezó a disminuir
el flujo de apoyo desde el exterior. En ese marco, volvió a intensificarse
en el MLN-T la discusión acerca de cómo financiar la actividad de la
organización. Durante toda la fase de actividad guerrillera el MLN-T se
había financiado mediante la política de «expropiaciones». De hecho, la
«piedra fundacional» del MLN-T la colocó Raúl Sendic, el 31 de julio de
1963, al planear y ejecutar el robo de los fusiles del Tiro Suizo. De ahí
en más, cuando los guerrilleros precisaban algo, simplemente, lo «ex-
propiaban». Aquí también se localizó un punto de fricción desde 1985 en
adelante. Los testimonios coinciden en que, más allá de los debates, pese
a la decisión de actuar en la legalidad, los tupamaros siguieron haciendo
«finanzas» a la antigua. ¿En qué volumen? ¿Hasta cuándo? No es fácil
105 Búsqueda, 8 de setiembre de 1994, p.16-17.
106 MLN-T, «Carta de Jorge Zabalza al CC del MLN-T», diciembre 1994-febrero 1995.
120 u Adolfo Garcé

contestar estas preguntas. Todo indica que se profundizaron a medida que


creció el peso de los proletarios dentro de la organización. En realidad,
el proyecto OPM requería profundizar la actividad de «finanzas» para
comprar «berretines», armas y equipamiento.

¿Cuál era la posición de José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro


frente a las actividades de «finanzas»? No es sencillo desentrañarlo. Al-
gunos entrevistados señalaron que era prácticamente imposible que las
desconocieran. Argumentan que, a partir de la V Convención, integraban
el Comité Central, el Comité Ejecutivo y una dirección operativa cotidia-
na conocida en la interna como el «mediocampo», junto a Jorge Zabalza y
Julio Marenales. De acuerdo al testimonio de Zabalza, el «mediocampo»
se ocupaba de todos los aspectos relacionados con la implementación del
proyecto OPM. Otros, como Roberto Villanueva, dijeron que, al menos a
partir de determinado momento, procuraron controlarlas y que llegaron
a vetar «operaciones» de este tipo.

Como sea, es claro que sobre el MLN-T, en esta materia, operaban


dos fuerzas muy grandes de sentidos opuestos: la tradición, la mística, la
vocación rupturista, el «imaginario insurreccional» presionaban a favor
de las «expropiaciones»; la decisión de actuar en la legalidad, de ingresar
al FA, de cuidar la imagen frente a amigos y enemigos, los convocaba a
la cautela y a mantenerse dentro de los márgenes de las acciones legales.
Téngase en cuenta que en noviembre de 1991, el Partido Comunista
planteó la expulsión del MRO de la coalición al comprobarse que José
Maneiro, dirigente de esta organización, había participado en el asalto a
una financiera.88 En este tema, como en materia de entrenamiento militar,
lo más probable es que hayan convivido simultáneamente diferentes vi-
siones y varias políticas dentro de la misma organización, dependiendo,
otra vez, de los «zonales» y sus jefes.89

Las tensiones con la Intendencia de Vázquez


El predomino del «imaginario insurreccional» se manifestaba en
otras prácticas dirigidas a radicalizar la movilización popular (evitando
la «conciliación de clases») y a enseñar a traspasar la «institucionalidad
burguesa». Una de las prácticas más extendidas en esta suerte de pedago-
gía de la trasgresión, fue el fomento a la instalación de «asentamientos».
Desde 1989 en adelante, liderados muy a menudos por militantes del
Donde hubo fuego u 121

Índice del Plan de Trabajo del MLN-T redactado sobre la base de las resoluciones de
la V Convención.
122 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 123

MLN-T, grupos de familias ocuparon ilegalmente terrenos públicos y


privados en los que edificaron viviendas precarias.90 Según el informe
elevado por la Comisión Especial creada en la Junta Departamental de
Montevideo en diciembre de 1996, durante los años noventa, la población
de los asentamientos creció «explosivamente a una tasa de 9,6% anual».91
Naturalmente, esta política no era vista con simpatía por Tabaré Vázquez
que había sido electo, en noviembre de 1989, Intendente de Montevideo.

En el marco de la misma visión rupturista, al MLN-T enfrentó la


política de regularización de la venta callejera informal decidida por el
entonces Intendente de Montevideo, Tabaré Vázquez. El enfrentamiento
entre el Intendente y el ala más radical del Frente Amplio (integrada por
el MLN-T y otros grupos del MPP) terminó en la expulsión del MLN-T
y del MPP de Enrique Echeverría, integrante del gabinete municipal, que
había colaborado con Vázquez en la elaboración e implementación de
la normativa de regularización del «ambulantismo» (Lanza y Tulbovitz
2004: 197-199).

5.3. Encuentro Progresista y Frente Grande


El predominio de los proletarios dentro del MLN-T explica por qué
esta organización, la misma que había impulsado muy tempranamente la
idea de un Frente Grande, se opuso a la creación del Encuentro Progresis-
ta. El problema de cómo facilitar el crecimiento electoral de la izquierda
venía siendo discutido dentro y fuera del Frente Amplio desde 1985.
Desde fuera del Frente Amplio, hablando, fiel a su estilo, sin afecto por
el FA y sin eufemismos, Raúl Sendic, desde 1984, había lanzado la pro-
puesta de Frente Grande. Dentro del Frente Amplio, la idea de propiciar
«nuevas coincidencias» políticas fue insistentemente defendida, entre

107 Zabalza también ha señalado que, en ese momento, manejaba la posibilidad de con-
tinuar su actividad revolucionaria en otro país de América Latina. Esta alternativa
no se concretó. Entrevista del autor.
108 Testimonio de Helios Sarthou. Entrevista del autor.
109 Grupo Radar, «Informe de Opinión Pública», junio y julio de 2004.
110 Este documento puede leerse completo en Mazzeo (2005: 109-120).
111 El documento completo de la «Concertación para el Crecimiento» puede leerse en
el Portal Observa http://www.observa.com.uy/zonadocumentosdefault.asp?id=283
112 Como el lector habrá notado, no puse mayor entusiasmo en la reconstrucción de
la relación entre el MLN-T y las FFAA. Este tema, sobre el que Álvaro Alfonso
124 u Adolfo Garcé

1986 y fines de 1988, por la lista 99 y el PDC. La más firme oposición a


estos planteos provino del Partido Comunista y del propio líder del FA,
el general Líber Seregni (Garcé y Yaffé 2004: 48-53).

En 1991, el II Congreso Ordinario del FA aprobó una importante


flexibilización de la política de alianzas, para «caminar hacia la cons-
trucción de un gobierno de mayorías nacionales» (Garcé y Yaffé 2004:
58-61). Entre 1992 y 1994, en torno a la figura en ascenso del intendente
Tabaré Vázquez, se multiplicaron los operativos políticos destinados
a concretar el gobierno de «mayorías nacionales» mediante nuevas
confluencias políticas. Las personalidades y grupos frenteamplistas que
participaron del proyecto de creación (Vázquez, el Partido Socialista, la
Vertiente Artiguista) de esta «macrocoalición progresista» tenían claro
que la creación de una nueva alianza política que incluyera al FA pero
que, al mismo tiempo, permitiera trascenderlo, requeriría un importante
«ajuste» en el programa de gobierno: una propuesta programática más
moderada, un viraje hacia el centro (Yaffé 2005: 170-176). Esta perspec-
tiva era resistida, aunque no exactamente por las mismas razones, por
Líber Seregni, Danilo Astori, el Partido Comunista y el MPP.

La mayoría del MPP estaba francamente en contra de la «macrocoa-


lición». En el II Congreso del MPP realizado en diciembre de 1993, el
único grupo que se pronunció a favor de esta nueva política de alianzas
fue el PVP.92 Por esa razón, este partido optó por abandonar el MPP,
decisión que hizo pública el 7 de junio de 1994. Automáticamente, Hugo
Cores renunció a la banca que ocupaba por el MPP en la Cámara de Di-
putados. El MLN-T, por su parte, venía cuestionando el «reformismo»
y la «búsqueda del centro» desde los tiempos de la IV Convención. En
la V Convención habían sido bien claros en este punto: «Se apuesta a la
acumulación de fuerzas en el único terreno que la conciben: votos [...].
Y se juegan a una alianza que implica pagar el precio necesario para
llamara la atención, merece ser profundizado. A cuenta de esa deuda dejemos
constancia que, de acuerdo a algunos testimonios recogidos en el marco de este
trabajo, los contactos con policías y militares empezaron mucho antes, a fines de
los 80’ (en torno al Referéndum de abril de 1989) y comienzos de los 90’.
113 Mate Amargo, abril de 1996.
114 Mate Amargo, 12/12/96.
115 Puede verse más información sobre la Corriente de Izquierda en:
http://www.elistas.net/lista/cmarxen2/archivo/msg/35/
116 Zabalza relató en los términos siguientes los entretelones de su polémica decisión:
«Votar en contra de la privatización del Hotel Carrasco siendo presidente de la
Donde hubo fuego u 125

‘crecer hacia el centro’ [...]».93

El MLN-T, desde el MPP, debía combatir el «retroceso ideológico»


en la izquierda y la creciente tendencia a transformar todo en «corrientes
de opinión». Por eso mismo, el MLN-T se opuso, desde fines de 1993 a
mediados de 1994, a la creación del Encuentro Progresista, una alianza
del Frente Amplio con sectores de centro-izquierda del Partido Nacional
y del Partido Colorado, y con un sector del Partido Demócrata Cristiano.

Dos días antes del comienzo de la instancia decisiva, el II Congreso


Extraordinario del FA, al ser consultado por Mate Amargo el dirigente
del MLN-T Jorge Quartino, que tenía la responsabilidad de representar
al MPP en la Comisión de Programa afirmaba que «la macrocoalición
está en pañales». Y agregaba, especificando las prioridades del MPP y
del MLN-T: «Como dice el Pepe Mujica, nosotros estamos dispuestos
a hacer alianzas hasta con quien se descuide... pero sobre la base de
comenzar a resolver los problemas de la gente. Esta visión es la que nos
ha llevado a fijar con claridad nuestras posiciones en la Comisión de
Programa, en temas clave como el empleo y salario, sistema financiero,
deuda externa. Iniciativa de las Américas, Mercosur, 4 + 1 –es decir
liberalización del comercio exterior– y el tema de las Fuerzas Armadas,
el relacionamiento con ellas».94

Una vez que el Congreso empezó a sesionar se comprobó que los


partidarios de la creación de la «macrocoalición» eran mayoría, pero
que no lograban alcanzar los 2/3 previstos por el Estatuto. A propuesta
de Hugo Cores, secretario general del PVP, se formó una Comisión Es-
pecial de 160 miembros con el cometido de pronunciarse sobre el tema.
Esta comisión, reunida el 23 de julio, aprobó la creación del Encuentro
Progresista y designó la fórmula presidencial Tabaré Vázquez-Rodolfo
Nin Novoa. El titular principal de la portada del Mate Amargo del 27 de
julio de 1994 fue categórico: «NO ES EL FRENTE DE SENDIC». En el
editorial se fundamentaba esta interpretación en los términos siguientes:

Junta Departamental era grueso, era un acto de desacato total. Eso se resolvió en
una asamblea del MPP de 500 militantes. Nunca se había visto una asamblea tan
grande. Esto fue más o menos una semana antes. El día antes, el miércoles, desde
las 2 de la tarde a las 9 de noche el Pepe me trajo a toda la dirección del 26 de
Marzo a hablar conmigo. El Pepe se quedó en silencio. El 26 decía que yo tenía
que argumentar y después levantarme e irme de sala. Ese mismo día el Pepe dijo
126 u Adolfo Garcé

«La mayoría del Frente Amplio terminó de definir, el fin de sema-


na pasado, su política de alianzas [...]. En el proceso de discusión
de esta política de alianzas –antes, durante y después del congre-
so del FA– se ha tratado de argumentar que estamos en presencia
de la concreción de las ideas de Sendic. Que este es el Frente de
Sendic. Aquel por el que fuimos criticados, ridiculizados y de-
nominados ‘los iluminados de siempre’ por diversos sectores del
FA, especialmente a través de un editorial del diario que dirigía
Esteban Valenti en diciembre de 1987 [...]. Este no es el Frente
Grande de Sendic. No es el Frente que dé verdaderas respuestas
a las necesidades de trabajo, salario, vivienda, educación, salud
y seguridad social que padecen los más carenciados. No es el
Frente Grande de lucha contra el hambre y contra la pobreza,
conceptos que estaban íntimamente ligados en su pensamiento.
La montaña parió un ratón y el Frente de Sendic todavía está
por construirse. Ello no obstante, es claro que no se terminaron
las discusiones, punto por punto, coma por coma, por cambiarle
una o dos frases al documento. Por importante que ellas sean.
Ahora empieza la hora de la reafirmación fundacional del FA y de
la verdadera construcción del Frente Grande, en la calle, con el
protagonismo de los verdaderos interesados en una herramienta
de lucha acorde con sus intereses. El Frente de Sendic estará en
la lucha de los trabajadores de ‘El Espinillar’ y los cañeros de
Bella Unión, en la marcha de los pescadores de Rocha y la de los
papeleros de Juan Lacaze, en el NO a la minirreforma y el SI a
los plebiscitos de la Enseñanza y la Seguridad Social. El Frente
de Sendic se construirá desde abajo, en la calle y en la lucha, y a
partir de ella, y no antes, podrá crecer su expresión en el Frente
Amplio y en el Frente Grande, el Encuentro Progresista, o como
quiera llamársele, siempre y cuando no se arríen banderas en
función del futuro cogobierno con Sanguinetti y Volonté. Lo que
terminaría de enfrentar, definitivamente, esto que se concretó
ahora, con el Frente Grande de Sendic, puesto que estaría
consagrando, de una vez por todas, la unidad para transar».95

¿Qué pensaba Fernández Huidobro, a fines de 1993 y comienzos de


1994, respecto a la posibilidad de la creación de esta nueva alianza? Las

por la Radio que yo tenía que votar a favor y luego irme del FA. Desde las 9 de la
noche como hasta las 3 o 4 de la mañana, estoy discutiendo con el Pepe, Abelenda,
Donde hubo fuego u 127

dos organizaciones a las que pertenecía, el MLN-T y el MPP, tenían una


posición totalmente contraria. Fernández Huidobro, en esa época, escri-
bió muy poco en Mate Amargo sobre este tipo de problemas políticos.
Una de las pocas columnas en la que hizo referencia al debate sobre la
creación de la «macrocoalición» sugiere que temía que se terminara
rebajando el programa. Polemizando con Fasano, a quien le reprochó
haberse apurado a proclamar la fórmula Vázquez-Nin facilitando que
Hugo Batalla cerrara su negociación con Julio María Sanguinetti, dijo:

«Hayamos sido o no los estrategas del Frente Grande, sólo cabe


repetir algo que no se dice [...]: nuestra idea de Frente Grande
va inseparablemente unida a un programa que leyó Raúl Sendic
en el Franzini, el 19 de diciembre de 1987: ‘- Distribución de
la tierra y mejoras para el trabajador rural. - Terminar con la
banca privada en manos extranjeras. - Terminar con la sangría
del pago de la deuda externa. Volcar esos recursos y lo quitado
a esos especuladores, para un aumento general de salarios que
traiga el consiguiente ensanchamiento del mercado interno. Que
las industrias y comercios endeudados con la banca pasen a los
trabajadores. Que se haga un gran Frente que se comprometa
con estas soluciones.’ Que no hay fórmula electoral, ni idea de
Frente Grande o Mayor, sea cual sea su nombre o el dueño de la
idea, independiente del programa. Cualquier fórmula electoral
puede ser discutible y más o menos meritoria. Pero antes, o al
mismo tiempo, hay que discutir el para qué».96

En el libro de Tagliaferro, Fernández Huidobro reconoce como un


error del MLN-T, y suyo propio, la oposición a la creación del Encuen-
tro Progresista: «en 1994, el MPP se opone a la creación del Encuentro
Progresista. Yo me incluyo. Garrafal error, producto de una mentalidad
que se impuso, bien sectaria, bien constreñida a la clásico, al Partido
Marxista Leninista vanguardia del Proletariado» (Tagliaferro 2004: 198).

Como dicen los abogados «a confesión de parte relevo de prueba». Sin


embargo, es posible que, ya a esa altura, Fernández Huidobro estuviera
experimentando el mismo proceso de mutación política que la mayor
parte de la izquierda. Téngase presente que, por ejemplo, los comunistas,
Quartino y el Bicho Bonomi. El Bicho no tenía una postura. Los demás decían
que no votara en contra. Lo curioso es que el Pepe, el Pato Quartino, Abelanda
128 u Adolfo Garcé

que entre 1985 y 1989 habían sido duros adversarios del «viraje hacia el
centro», habían ido modificando su posición. Muchos de ellos, ya en 1991
habían comenzado a operar políticamente para facilitar la creación de la
nueva coalición (entre ellos, los firmantes del «documento de los 24»).
Otros, como los que participaron en el decisivo II Congreso Extraordi-
nario del FA (julio 1994), terminaron dando sus votos en la Comisión
Especial para facilitar el proyecto de Vázquez. Es posible que Fernández
Huidobro haya ido modificando sus ideas al influjo de este debate de
toda la izquierda. De hecho, abandonó su cargo como representante del
MPP en el Órgano de Conducción Política del FA,97 dejó de concurrir
a las reuniones del MPP y no participó en la campaña electoral. Varios
entrevistados coincidieron en que, a mediados de julio de 1994, Fernández
Huidobro estaba «en transición». El testimonio de León Duter ratifica
esta percepción: «Eleuterio Fernández Huidobro fue cambiando. Fue
comprendiendo en la práctica que el tipo de movilización política que
llevaba adelante al MPP no facilitaba su crecimiento. Siempre eran las
mismas personas en todas las movilizaciones. A partir del 92 o del 93
se empieza a ver que hay que cambiar. En 1994, Fernández Huidobro
era más partidario ya de apoyar el EP, pero en el MPP prevalece la otra
posición y en el MLN-T también».98

El predominio del «horizonte insurreccional» dentro del MLN-T no


impidió que la organización decidiera autorizar a sus integrantes a integrar
listas electorales a cargos nacionales y departamentales. En 1989, luego
de extensas discusiones, había prevalecido en el MLN-T la posición
contraria. Hacia 1993, en cambio, había consenso entre los tupamaros
en que era posible compatibilizar el «horizonte insurreccional» con la
presencia en instituciones del «régimen burgués». Según Zabalza, la
decisión de participar en las listas se adoptó en 1993 en un «consultivo»:
«En el 89 eran pocos los que querían integrar listas. En el 93 la cosa
cambió porque se hizo un balance positivo de la experiencia de Sarthou
y Cores en el Parlamento, y el nivel de compromiso con ellos creció. En
el 93 fue unánime. Todos de acuerdo».99

Uno de los argumentos fundamentales para adoptar esta decisión


fue que, luego de la elección de 1989, el MLN-T había evaluado que
el magro resultado electoral obtenido por el MPP debía explicarse, al

estuvieron en la Asamblea del MPP de una semana antes y no dijeron nada, ni una
palabra. Fue por aclamación». Entrevista del autor.
Donde hubo fuego u 129

menos parcialmente, por la ausencia de tupamaros en las listas. En un


documento interno de balance de esa elección elaborado en diciembre
de 1989 puede leerse: «La falta de presentación de candidatos propios
fue otro handicap enorme. Nos costaba la unidad interna y por lo tanto
la decisión en el MLN-T bajo la amenaza de ese precio fue correcta, pero
la vida se ha encargado de demostrar que nos equivocamos».100

Pese a la inclusión de reconocidas figuras del MLN-T en las listas del


MPP, el desempeño electoral de esta fracción en 1994 fue, nuevamente,
mediocre. El MPP obtuvo casi la misma cantidad de votos que en la elec-
ción anterior (aproximadamente 45.000), pero su participación relativa
disminuyó porque la votación de la izquierda, gracias a la candidatura
presidencial de Tabaré Vázquez y la formación del Encuentro Progresis-
ta, experimentó un incremento notable, creciendo desde el 20% al 30%
del electorado. El Partido Colorado, ganador de esa elección, obtuvo
32% de los votos. La izquierda quedó a sólo 20.000 votos de obtener la
presidencia (ver Anexo).

Es posible que una de las razones de la mala votación del MPP haya
sido su protagonismo en el hecho más violento registrado durante los
últimos 20 años en Uruguay: la «masacre de Jacinto Vera». En agosto de
1994, el Poder Judicial resolvió dar trámite al pedido de extradición de
tres ciudadanos vascos acusados por la justicia española de pertenecer a
la ETA. Buscando impedir ser extraditados, los acusados iniciaron una
huelga de hambre. Al tiempo, viendo que la salud de los vascos podía
correr peligro, el gobierno optó por internarlos en un hospital montevi-
deano (el Hospital Filtro).

Mujica y Fernández Huidobro iniciaron una campaña muy activa,


117 En el Mate Amargo del 14/01/99 hay una buena crónica de lo sucedido en este
congreso. Nota de Luis Rómboli «El debate no se toma licencia». La moción por
el retiro de la CI tuvo el apoyo de 192 congresistas, 14 votaron en contra y hubo
18 abstenciones. 60 no votaron.
118 Helios Sarthou, «A fuego y a empezar de nuevo», en revista SURda, Año 1, N°1,
setiembre de 1999.
119 Hacia la Refundación Nacional, VI Congreso del MPP, marzo de 2004, pp. 26-32.
120 Testimonio de Julio Marenales. Entrevista del autor.
121 Testimonio de Julio Marenales. Entrevista del autor.
122 Testimonio de Julio Marenales. Entrevista del autor.
123 Entre otros firmaron esta carta Irma Leites y Hugo Leyton (Ver Anexo).
124 Carta de Alba Antúnez y Diego Piccardo, integrantes del Comité Central. El ale-
jamiento de estos dirigentes se produjo entre fines de 1989 y mediados de 1990.
130 u Adolfo Garcé

especialmente desde la radio CX 44, destinada a impedir el cumplimento


de esta resolución legal. El MLN-T obtuvo el apoyo de la central sindical
y del Frente Amplio. Pronto, el 24 de agosto de 1994, a poco más de 90
días de las elecciones nacionales, los alrededores del Hospital Filtro se
fueron cubriendo de manifestantes. La situación se fue tensando. Para
trasladar a los vascos el gobierno no vaciló en reprimir la manifestación.
Del lado de los manifestantes hubo piedras, disparos, cócteles Molotov.
Según las crónicas periodísticas de la época, algunos se comunicaban
entre sí con walkie talkies. Mientras tanto, la frecuencia de radio de la
policía fue interferida por personas que no se identificaron.101

El balance fue impactante: 80 heridos y un manifestante muerto por


heridas de bala. El 26 de agosto, el gobierno del Presidente Lacalle decre-
tó la clausura de la Radio Panamericana, apelando a vicios formales en
el contrato. El MLN-T contraatacó: el jueves 15 de setiembre Fernández
Huidobro difundió por radio una grabación de una reunión entre el Minis-
tro Gianola y legisladores blancos y colorados realizada el 11 de agosto.
Un detalle de este episodio fue especialmente impactante: la reunión se
había llevado a cabo… en el Comando de la Guardia Republicana.102

(Ver Anexo).
125 Agradezco a Roberto Villanueva por haberme facilitado un ejemplar de este docu-
Donde hubo fuego u 131

6.
El horizonte electoral
(1995-2004)

Todo empezó a cambiar. A partir de 1995 el MLN-T reorientó pro-


fundamente su estrategia política. Los tupamaros pasaron, de priorizar
la construcción del «esqueleto armado» de la «autodefensa popular» y
la «lucha contra el reformismo», a cooperar decidida y eficientemente
con la estrategia electoral del resto de la izquierda. Para entender cómo
dieron tan exitosamente este viraje hay que tomar en cuenta tanto diná-
micas internas (los cambios en la lectura de la coyuntura política) como
influencias exógenas (en particular, el efecto «inductor» de la estrategia
política del resto de la izquierda).

mento.
126 Agradezco a Mauricio Almada de la producción del ciclo «Víctimas y Victima-
rios», conducido por Aureliano Folle, emitido por Canal 10 en el primer semestre
de 2006, por haberme facilitado acceder a los detalles de este episodio, incluido el
expediente judicial. Los detenidos denunciaron haber sido torturados por la policía.
127 Agradezco a Irma Leites por facilitarme un ejemplar de Senda Tupamara. En el
Anexo pueden leerse otros pasajes de este documento.
132 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 133

La creciente moderación de la izquierda y la progresiva reorientación


del MLN-T hacia la competencia electoral fueron dos procesos que se
alimentaron mutuamente: la plena incorporación de los tupamaros a la
estrategia electoral de la mayoría de la izquierda facilitó la victoria del
EP-FA en octubre de 2004; al mismo tiempo, el proceso de moderación
de la izquierda facilitó el debilitamiento de los proletarios, el eclipse
del «imaginario insurreccional» y la reorientación del MLN-T hacia
la competencia electoral de la mano de Mujica y Fernández Huidobro.

6.1. La sociedad amortiguadora


El año 1994 fue decisivo en la evolución de la izquierda uruguaya. Lo
fue también para el MLN-T. En 1990 estaban convencidos que habría un
proceso de acumulación de fuerzas que derivaría en una «confrontación
generalizada» y en «rupturas de la legalidad». En 1994, quedó clarísi-
mamente de manifiesto que, lejos de verificarse un proceso de este tipo,
había ocurrido todo lo contrario. La democracia se había afirmado, el
movimiento popular se había debilitado y la izquierda había renunciado
a sus objetivos de transformación iniciales, conformándose con ofrecer, a
modo de alternativa política, la moderadísima perspectiva de un gobierno
«progresista». Durante esos años, el socialismo «real» se derrumbó y,
con él, el enorme edificio político del Partido Comunista del Uruguay.
Para colmo de males, en el único momento en que saltó la chispa de la
violencia, en el Filtro, los tupamaros sintieron que fueron tomados de
sorpresa y que desperdiciaron la oportunidad.

Hacia fines de 1994 se iba tornando evidente para los tupamaros


que la «tesis sobre acumulación» aprobada por la V Convención, y que
había presidido la reconstrucción del «aparato» como Organización Po-
lítico Militar, era errónea. A comienzos de 1995 el propio Jorge Zabalza
desarrollaba algunas de estas ideas en una carta que enviara al Comité
Central, previa a su alejamiento de la organización.103 En este documento
comienza mostrando su asombro por la pasividad del movimiento popular
ante el avance del «neoliberalismo»:
134 u Adolfo Garcé

«En 1987 se hablaba de detener la implantación del modelo


neoliberal. Ahora ya lo implantaron. Menos profundamente
que en otros países hermanos, pero lo implantaron [...]. Si la
miseria se ha extendido de una manera nunca vista, si la brecha
se hizo abismo sin fondo y las condiciones parecen ser más hoy
de lo que fueron ayer… ¿Por qué pudieron cambiar el Uruguay
sin resistencias? ¿Por qué se puede privatizar desconociendo
el plebiscito del 13 de diciembre de 1992? ¿Por qué vuelve a
ganar Sanguinetti? [...] ¿Por qué los condenados no toman su-
permercados como en Rosario? ¿Por qué no se dan desbordes
espontáneos como en Santiago del Estero?»

A continuación, Zabalza formula una tesis fundamental para entender


el cambio de mentalidad que se procesó en el MLN-T: la acumulación
de fuerzas en un sentido revolucionario no prospera porque en Uruguay
existen muy potentes mecanismos de «amortiguación» de los conflictos:

«Tanto los propietarios perjudicados como los asalariados que


mantienen el status han permitido la reestructuración de un
sistema de equilibrios políticos que amortiguan la polariza-
ción social. Constituyen la base social del sistema político «a
la uruguaya», a imagen y semejanza de lo que fue el Uruguay
batllista que creímos liquidado luego del golpe de Estado.
Las amortiguaciones políticas admiten resistencias al avance
neoliberal como los plebiscitos contra las privatizaciones, en
defensa de la seguridad social y la minirreforma [...]. El siste-
ma funciona en base a diferentes expresiones partidarias: unas
vienen de la izquierda, acrecentando el rico espectro de ofertas
políticas de centro [...]. La actual dinámica de la amortiguación
política resultó legitimada en las elecciones de noviembre de
1994. No sólo por el triunfo del Foro Batllista, sino porque la
conciliación fue en esencia la transmitida por los discursos de
Volonté y buena parte del Encuentro Progresista. La repetición
del gobierno frenteamplista en Montevideo hay que verla en ese
marco (legitimación del sistema amortiguador) más que en una
perspectiva de cambio que tampoco es posible desconocer. Sólo
128 Aquí, 29 de agosto de 1989, reportaje de Luis Udaquiola a Carlos Casares, «Auto-
crítica sin renegar», p. 11.
129 Testimonio de Julio Marenales. Entrevista del autor.
Donde hubo fuego u 135

el desarrollo del proceso de descentralización política y social


ofrece un camino hacia el crecimiento político del pueblo en un
proceso de aprendizaje del autogobierno».

Para Zabalza, el proceso político del país desde 1990 demostraba que
se estaba «llegando al techo de una forma de hacer política que arrancó
en 1985 con la liberación de los presos y ya dio lo que tenía que dar»:
avances en la implantación del neoliberalismo sin resistencia popular,
retroceso en la izquierda (creación del Encuentro Progresista), nuevo
triunfo del centro (victoria del Partido Colorado y del Foro Batllista, mala
votación del MPP… «Esta situación –agregaba–, planteada por muchos
compañeros [...], lleva a olfatear o intuir la necesidad de dar un golpe de
timón, un gran viraje en la forma de hacer política de los tupamaros».

Zabalza y los proletarios sostenían que la acumulación para las ideas


revolucionarias se había detenido porque el MLN-T no había implemen-
tado coherente y sistemáticamente las propias definiciones estratégicas
y tácticas de la V Convención:

«En la medida que se posee una tesis global redondeada en el


debate y no se ha sido capaz de una práctica también global
para desarrollarla, se puede hablar de incongruencia entre
doctrina y acción política. Sólo hemos sido capaces de avanzar
en algunos aspectos del proyecto y no en todos los necesarios.
Para ser congruentes con la tesis de la defensa del territorio es
preciso trabajar para crear las condiciones concretas que hagan
posible la defensa popular de las instituciones democráticas y las
libertades ciudadanas y, en especial, el desarrollo de las tácticas
y herramientas de lucha popular hoy ausentes de la práctica
cotidiana como todos pudimos apreciar durante los sucesos
del Filtro donde el caos y la falta de experiencia disminuyeron
las posibilidades de autodefensa frente a la violencia desatada
por la represión [...]. Es hora de que el MLN-T encare el tema
y analice si a su visión global de la acumulación de fuerzas le
interesa o no el desarrollo de formas lucha populares que se
saltan del marco legal vigente y de la institucionalidad, sin por
ello autoaislarse ni romper con nada».

Para el «Tambero» la solución no era cambiar el libreto revolucionario


sino implementarlo con mayor coherencia. Sin embargo, el progresivo
136 u Adolfo Garcé

viraje de Mujica y Fernández Huidobro lo iban dejando cada vez más solo.

Mujica y Fernández Huidobro cambian el rumbo


«Hay que dar un golpe de timón» en la forma de hacer política de los
tupamaros, decía Zabalza a comienzos de 1995. Los hechos mostraron
que Mujica y Fernández Huidobro estaban de acuerdo con el diagnóstico
del «Tambero», pero no con su solución.

Zabalza quería seguir por el mismo camino. Mujica y Fernández


Huidobro ya no. Para ellos, el segundo semestre de 1994 había dejado
claramente de manifiesto que el MLN-T debía elegir entre dos cami-
nos. O los tupamaros acompañaban la estrategia de la mayoría de la
izquierda orientada a adecuar el comportamiento político y la propuesta
programática al objetivo de facilitar el triunfo electoral de la izquierda, o
intentaban evitar la moderación de la izquierda y preparar al movimiento
popular para nuevos enfrentamientos como los del Hospital Filtro en la
perspectiva de un «nuevo 73».

En 1994, en un momento decisivo para la historia de la izquierda,


la línea política prevaleciente en el MLN-T había ido en contra de la
estrategia del resto de la izquierda. Mientras Vázquez y la mayoría del
FA habían logrado fabricar el Encuentro Progresista, los tupamaros no
sólo habían obstaculizado esta decisión en el congreso decisivo, sino que,
un mes después, habían propiciado la manifestación de solidaridad con
los etarras que derivó en la «masacre de Jacinto Vera» y, según muchos,
en la derrota electoral de Tabaré Vázquez.

Desde el punto de vista de su relación con el resto de la izquierda, el


episodio del Filtro le costó muy caro al MLN-T (ver Anexo). El jueves 25
de agosto, durante la reunión del Órgano de Conducción Política (OCP)
del FA, Líber Seregni señaló que la responsabilidad de lo ocurrido no
era sólo del gobierno y de la policía sino también de los manifestantes,
entre los cuales había quienes portaban armas de fuego. Responsabilizó
también a las radios a CX 44 y CX 36 por «crear el clima» del enfren-
tamiento.

El miércoles 31 de agosto, en la siguiente reunión del OCP, Seregni


llevó su crítica mucho más lejos: «el que no esté de acuerdo con las
Donde hubo fuego u 137

alianzas y con los candidatos definidos por el Frente que se busque


otras alianzas y otro candidato, pero sin lugar a dudas afuera del Frente
Amplio». Tabaré Vázquez fue igualmente contundente. Argumentó que,
dentro del Frente Amplio, hay dirigentes y grupos políticos que están tra-
bajando «en contra de la estrategia definida en los congresos del FA y por
lo tanto, en contra del Frente Amplio y de su candidato presidencial».104

La críticas contra el MLN-T se escucharon llegaron también desde


sectores políticos. El sábado 3 de setiembre, en la reunión del CC del
Partido Socialista, Korzeniak planteó la expulsión de los tupamaros del
FA. Por su parte, en un acto público y en presencia de Tabaré Vázquez,
el PDC había acusado a los sectores «radicales» del FA de «hacerle el
juego a la derecha».105

A fines de 1994, para Mujica y Fernández Huidobro ya no había dudas.


A mediados de los sesenta habían contribuido a crear el MLN-T porque
estaban convencidos de que no era posible, en aquellas circunstancias,
esperar ningún progreso por la vía de la lucha política en el marco ins-
titucional. La prueba más perfecta de la inutilidad del camino electoral
había sido la elección de 1962, en la cual, a pesar de la existencia de un
contexto favorable tanto en el plano internacional (revolución cubana)
como en el nacional (se hacían sentir los efectos de la crisis económica
que el país vivía desde mediados de los cincuenta), la izquierda había
recibido una nueva y muy contundente derrota electoral. Si la elección
de 1962 los alejó de las urnas y los acercó a las armas, la de de 1994
(¡faltaron sólo 20.000 votos!) les mostró con toda claridad que era
perfectamente posible avanzar hacia un gobierno «progresista» por el
camino electoral. Ciertamente, el triunfo del Encuentro Progresista no
significaría ni la «liberación nacional» ni el «socialismo». Pero podía
ser un paso adelante.

La retirada de Zabalza y la nueva coalición interna


A comienzos de 1995 Jorge Zabalza y algunos otros referentes
de los proletarios como Roberto Villanueva, optaron por abandonar
la organización. Según sus testimonios, el MLN-T no implementaba
consecuentemente las decisiones estratégicas adoptadas a partir de la V
Convención. En la carta que Jorge Zabalza enviara al Comité Central del
MLN-T un poco antes de su renuncia, se preguntaba si la mencionada
138 u Adolfo Garcé

contradicción entre documentos y prácticas políticas no estaría escon-


diendo un desacuerdo teórico de fondo:

«¿Seguimos coincidiendo en la teoría de la defensa de un territo-


rio? ¿Y de las definiciones adoptadas en el Plan 1991-1992 para
la priorización del trabajo en una zona? ¿Y en la concepción de
la organización de la emergencia? [...] ¿O realmente vemos que
la cosa pasa por otro lado y la lucha tiene un marco diferente y
en consecuencia nos debemos organizar de otra manera? Enten-
demos que si existen diferencias entre lo aprobado anteriormente
y lo que pensamos hoy, hay que sincerarse porque lo peor de
todo es tener papeles con un contenido y prácticas políticas con
otro totalmente distinto».106

Como vimos, entre 1989 y 1994 quienes, como Zabalza, seguían vis-
lumbrando un horizonte revolucionario e insurreccional, habían logrado
avanzar mucho en el control de las decisiones políticas del MLN-T.
Sin embargo, su predominio estaba lejos de ser total. A medida que los
temores de un golpe de estado se iban despejando, Mujica y Fernández
Huidobro mostraban cada vez menos entusiasmo hacia las actividades
de preparación de la autodefensa popular y de reorganización del aparato
militar del MLN-T. Al mismo tiempo, cada vez exhibían mayor afinidad
hacia la perspectiva electoral y hacia la estrategia de Tabaré Vázquez, que
propiciaba el viraje hacia el centro del espectro político. A comienzos de
1995, Zabalza y Fernández Huidobro, que habían «trillado juntos» cerca
de treinta años, comprendieron que tenían diferencias políticas innego-
ciables. En este caso no hubo expulsiones. Zabalza optó por abandonar
la organización («fue un acuerdo mutuo en el Comité Central»).107

Al retirarse algunos de los principales referentes de los proletarios,


en el marco general de desvanecimiento del «imaginario insurreccional»,
la estrategia política del MLN-T pasó a ser marcada por José Mujica
y Eleuterio Fernández Huidobro. Julio Marenales, que había sido un
referente permanente de los proletarios y del horizonte insurreccional,
se plegó a la estrategia mayoritaria.

Mujica logró mostrar, con hechos, que era capaz de volver a darle a los
tupamaros un lugar central en el debate público. La muerte de Sendic, el
cierre de Radio Panamericana y la decadencia de Mate Amargo, habían
Donde hubo fuego u 139

dejado al MLN-T sin capacidad de influencia política por primera vez


en su historia. Hasta 1972, armas en mano, habían logrado conmover el
país y generar una base de apoyo importante dentro de la izquierda. Entre
1985 y 1989 pudieron mantener un protagonismo muy importante a través
de las iniciativas, siempre polémicas, de Sendic, de las «mateadas» y de
los códigos innovadores de sus medios de comunicación. Entre 1990 y
1994, los tupamaros habían retrocedido notoriamente en su capacidad de
generar hechos políticos. Aunque muchos militantes de la estructura del
MLN-T no coincidían con el tono del discurso de Mujica, celebraban la
recuperación del protagonismo por parte de la familia tupamara.

Hacia comienzos de 1994, Fernández Huidobro dudada entre apoyar


o no la estrategia de Vázquez. A partir de comienzos de 1995 su posi-
ción cambió. Dentro del MLN-T encabezó una discusión ideológica
muy fuerte destinada a impulsar un cambio en la política del MPP. En
la defensa y legitimación interna de los nuevos puntos de vista también
jugaron un papel muy importante Eduardo Bonomi y Jorge Quartino.
El peso de Bonomi en la interna se explica al menos por tres razones:
en primer lugar, porque los tupamaros siempre reconocieron en él una
sólida formación teórica; en segundo lugar, porque había sido uno de
los líderes de la «Tendencia Proletaria» durante sus años de prisión en
el segundo piso del Penal de Libertad; en tercer lugar, porque había
jugado un papel importante en la forja del MPP. Quartino, por su parte,
además de ser un activo participante en las principales discusiones de
las sucesivas convenciones del MLN-T, tenía una amplia trayectoria en
el trabajo en el frente político (en la Columna 70 y en el 26 de Marzo).
Tanto sus visibles convicciones frenteamplistas como su formación en
problemas económicos, le permitieron jugar un papel importante, además,
en el MPP y en la Comisión de Programa del FA.

6.2. El «fenómeno» Mujica


Si el resultado de la elección de 1994 había mostrado lo poco que le
faltaba a la izquierda uruguaya para acceder al gobierno, a partir de su
140 u Adolfo Garcé

ingreso a la Cámara de Diputados, Mujica descubrió su propio potencial


político. Muy rápidamente, logró conquistar un espacio importante en
los medios de comunicación.

El interés de los periodistas (y de la opinión pública) por Mujica no


sólo tenía que ver con su condición de ex guerrillero. En realidad, todo
en él llamaba la atención. En primer lugar, su apariencia: Mujica nunca se
puso un traje o una corbata para ir al Parlamento. Por el contrario, siguió
vistiéndose de la misma forma que antes de ser parlamentario, con ropa
vieja, ajada, como la de los trabajadores más pobres. En segundo lugar,
su estilo de vida: Mujica siguió viviendo en la misma chacra, realmente
muy humilde, en la que se había instalado desde que salió de la cárcel,
situada en un barrio muy pobre de la periferia de Montevideo. En tercer
lugar, su lenguaje: en el polo opuesto del político tradicional (que, o era
abogado o trataba de aparentarlo), lejos de los códigos de comunicación
de los dirigentes de la izquierda tradicional (universitarios, intelectuales),
el líder tupamaro utilizó sistemáticamente un lenguaje sencillo, popular,
directo. La eficacia del lenguaje de Mujica no derivaba solamente del
tipo de palabras o de expresiones utilizadas para expresar sus ideas sino,
además, de la forma de pronunciarlas. En cuarto lugar, también llamó
la atención de los comunicadores y del público por sus ideas. Desde
el comienzo, fue evidente que ese dirigente no sólo era diferente a los
demás por su aspecto, su forma de vivir o de hablar. Además, expresaba
conceptos poco habituales en políticos de izquierda y realmente inespe-
rados en un ex guerrillero.

Mujica no entró al Parlamento para explicar la perspectiva insu-


rreccional y revolucionaria, o para hablar de la lucha por la liberación
nacional y el socialismo. Estos temas no desaparecieron totalmente de
su discurso, pero los pilares conceptuales de su comunicación fueron
otros. En su discurso reaparecieron los ejes políticos que Raúl Sendic
había priorizado en sus últimos años de vida: la lucha contra pobreza, la
defensa de la nación, la necesidad de un Frente Grande. Este discurso no
había desaparecido totalmente del MLN-T durante los años previos. Sin
embargo, se había ido volviendo cada vez menos visible por la muerte
de Sendic y el cambio de política en los medios de comunicación. El
ingreso de Mujica al Parlamento le dio al viejo guión frentegrandista la
caja de resonancia que le estaba faltando.
Donde hubo fuego u 141

En el fondo, todos estos rasgos hicieron de Mujica un político diferen-


te. Por su ropa, sus palabras, su forma de vivir, sus ideas. Pero también
por su trayectoria. Según Helios Sarthou, «Mujica representa el hombre
antisistema. La imagen del guerrillero heroico es un elemento funda-
mental para eso: se jugaron la vida. Eso es muy importante. Por eso la
gente le cree».108 Aquello que, a priori, constituía su principal handicap,
se convirtió con el paso de los años en un atributo fundamental de su
capital político: su pasado guerrillero.

Nació, de este modo, lo que periodistas y analistas han denominado


el «fenómeno Mujica». El ex guerrillero se fue transformando en una
figura habitual en los medios de comunicación, y en un protagonista
clave del debate público. En setiembre de 1997 la fracción de Mujica
fue la segunda más votada en la elección interna del Frente Amplio. En
octubre de 1999 Mujica logró ser electo senador. A partir de ese momento,
el crecimiento del MPP fue meteórico. En mayo de 2002, fue el sector
más votado dentro de la interna del FA. En octubre de 2004, otra vez la
lista encabezada por Mujica fue la más votada dentro de la izquierda,
recibiendo más de 320.000 votos: el 30% de quienes votaron a Vázquez
como presidente, lo hicieron apoyando la lista al Senado del MPP. El
MPP obtuvo más votos que todo el Partido Colorado.

Según diversos estudios realizados a partir de la información recogi-


da en sondeos de opinión pública durante el 2004 por Grupo Radar, el
MPP logró transformarse en una buena opción para el «frenteamplista
medio». Prueba de ello es que, de acuerdo al sondeo realizado en junio,
el 44% de quienes en ese momento manifestaban su intención de votar
por el MPP declararon haber apoyado la lista 90 en 1999, que fuera, en
esa ocasión, la preferida por los frenteamplistas. Los sucesivos estudios
del perfil ideológico de los votantes emepepistas demostraron hasta qué
punto el sector encabezado por José Mujica había logrado construir una
base electoral amplia. Por ejemplo, de acuerdo a la encuesta realizada
en julio, el 59% de quienes preferían la lista al senado del MPP se au-
to-identificaba como de izquierda, pero el 39% como de centro109.

La dialéctica entre reforma y revolución


Aunque los principales pilares de su comunicación política fueron
otros, Mujica siguió presentándose como el ex guerrillero que no renega-
142 u Adolfo Garcé

ba de su pasado. Siguió evocando los compañeros caídos en las acciones


revolucionarias de la década del sesenta y la figura de Raúl Sendic. Nunca
dejó de hablar, principalmente en los actos del MLN-T, de «revolución»,
de «liberación nacional» y de «socialismo».

El ejemplo más elocuente de esta política fue que a sólo tres semanas
de la elección nacional de 2004, el 8 de octubre, como todos los años,
el MLN-T conmemoró públicamente la toma de la ciudad de Pando
ejecutada también un 8 de octubre, pero en 1969. Este gesto le valió un
durísimo ataque político desde el Partido Colorado. A simple vista, podría
ser visto como un «error de campaña». En realidad, evocar la tradición
guerrillera, lejos de ser contradictorio con la política de apoyar la estra-
tegia electoral del resto de la izquierda, fue funcional a ella.

Mujica no se lanzó a la búsqueda de votos cortando amarras con sus


organizaciones de referencia, el MLN-T y el MPP. Ciertamente, como es
habitual en la tradición tupamara, se manejó con gran autonomía respecto
a ellas. Pero incluso cuando tomó por senderos discursivos novedosos,
nunca dejó de intentar persuadir a sus viejos compañeros acerca de cómo,
también por este camino, podría llegarse a Roma. Mujica luchó para
sustituir el «imaginario insurreccional» por la perspectiva del gobierno
popular, progresista, concebido como prólogo de transformaciones más
profundas pero casi inevitablemente lejanas.

En esta tarea contó con algunos aliados decisivos como Eleuterio Fer-
nández Huidobro, Eduardo Bonomi y Jorge Quartino. Al mismo tiempo
que Mujica abría sendas hacia la opinión pública desde el Parlamento y
los medios de comunicación, sus «socios» trabajaban intensamente en
la interna del MLN-T y del MPP para legitimar la colaboración de los
tupamaros con la nueva estrategia política.

Un momento decisivo fue la aprobación del documento «Del MLN-T


al Congreso del MPP», aprobado por el CC de los tupamaros en 1995.
En este texto, una vez más, redactado por Fernández Huidobro, se ar-
gumentaba que el enemigo principal del movimiento revolucionario y,
por ende, de los tupamaros, era el «imperialismo» y no el «reformismo»:
«El debate contra el reformismo admite tensiones diferentes según el
momento y los acontecimientos. Pero nunca puede pasar a ser una lucha
Donde hubo fuego u 143

sin cuartel con fuerzas caracterizadas erróneamente como antagónicas.


No lo son». En otras palabras, se estaba diciendo que el MPP debía dejar
de ver a sus compañeros del Encuentro Progresista como un «obstáculo»
al proceso revolucionario. Por el contrario «una vasta gama de fuerzas
reformistas hoy, puede formar parte de la fuerza motriz de la revolución
históricamente posible». Y se agregaba como para que quedara más claro
todavía: «Hay una relación dialéctica entre reformismo y revolución en
los países sometidos». El propio Sendic había dicho muchas veces que
«el camino cambia a los caminantes». Los reformistas de hoy, insistían
Mujica, Fernández Huidobro y Bonomi, pueden y deben ser los revo-
lucionarios de mañana. El argumento a favor de la alianza con fuerzas
reformistas tenía, además, otra implicación importantísima: legitimaba
la transformación del MPP en una fuerza más abierta, más plural, más
policlasista en la jerga del MLN-T (más catch-all en los códigos de los
politólogos)110.

Los nuevos abrazos


Entre 1985 y 1994 Mujica y Fernández Huidobro habían privilegia-
do lo que los propios tupamaros llamaron «el gran abrazo», es decir,
la política de mantener, casi a cualquier precio, la unidad de la familia
tupamara. A partir de 1995, de hecho, sus prioridades cambiaron. Se
abrazaron con Tabaré Vázquez y la mayoría de la izquierda. Y, para ser
consecuentes con esta nueva estrategia, tendieron sus brazos hacia nuevos
actores sociales. El cambio de prioridades terminó venciendo a la otrora
tan potente fuerza centrípeta de la cofradía tupamara.

En agosto de 2001, la IX Convención del MLN-T hizo pública una


declaración convocando a conformar «una gran correntada popular de
carácter nacional, es decir ancha y patriótica», con el objetivo de resistir
el «letal proceso de desmantelamiento y descapitalización» del «aparato
productivo». José Mujica, cumpliendo con este mandato, dedicó grandes
esfuerzos a tejer la alianza entre el MPP y nuevos sectores sociales. En
primer lugar, tendió un puente hacia los pequeños y medianos produc-
tores rurales. Paulatinamente, logró conquistar la confianza de diversas
corporaciones vinculadas a la actividad agropecuaria como la Federación
Rural (que presidía Gonzalo Gaggero) o la Asociación de Cultivadores de
Arroz (presidida por Hugo Manini Ríos). El «abrazo» con estos sectores
empresariales en nombre del «Uruguay Productivo» culminó, a fines de
2001, en la experiencia de la «Concertación para el Crecimiento». Ésta
144 u Adolfo Garcé

se integró con 18 gremiales empresariales que reivindicaron la necesidad


de un cambio profundo en la política económica del gobierno y un «gran
acuerdo productivo nacional». En esta activa y exitosa política hacia el
sector rural Mujica contó con el apoyo de Ernesto Agazzi, que había sido
electo diputado en 1999, y que jugó un rol importante en la Comisión
de Ganadería de esa Cámara.

El 13 de diciembre de 2001 la «Concertación» presentó un documento


en el Parlamento con propuestas dirigidas a modificar la política econó-
mica. Este documento terminaba diciendo: «La reactivación del mercado
interno debe ser uno de los pilares básicos e imprescindibles para lograr
el desarrollo nacional. La competitividad del sector agroexportador es
un eje fundamental y se debe lograr a través de un mecanismo de devo-
lución de impuestos que llegue directamente al sector que lo genera a
través del BROU. Las soluciones al endeudamiento deben ser asumidas
por todo el sector financiero y acordes con la realidad de cada actividad
económica».111

El 16 de abril de 2002, la «pinza social» a favor de un cambio en la po-


lítica económica terminó de cerrarse: la «Concertación para el Crecimien-
to» y el PIT-CNT convocaron juntos a una movilización que culminó en
la lectura de una proclama en la que empresarios y trabajadores coincidían
en el reclamo del cambio en la política económica (Zurbriggen 2002). La
sustitución de Bensión por Atchugarry en el Ministerio de Economía, a
fines de julio de 2002, permitió que el gobierno retomara contacto con
algunas de las gremiales que habían participado en la experiencia de la
«Concertación para el Crecimiento». Pero la experiencia contribuyó a
acercar al sector empresarial al proyecto progresista.

Mientras tanto, Fernández Huidobro se ocupó de tejer una alianza,


aún más inesperada, con sectores de la policía y de las Fuerzas Armadas.
En setiembre de 1995, en ocasión de la visita de Fidel Castro a Uruguay,
el «aparato» del MLN-T fue convocado por los servicios de inteligencia
de la policía para «mantener la seguridad del visitante» (Alfonso 2004:
11). El segundo capítulo de estos contactos se registró durante 1996 y,
otra vez, en torno a visitantes extranjeros. Los reyes de España, Juan
Carlos y Sofía, habían sido invitados por Sanguinetti a visitar Uruguay.
El servicio secreto español, con los antecedentes del «Filtro» sobre la
Donde hubo fuego u 145

mesa, temían que el MLN-T pudiera facilitar un atentado de la ETA contra


los visitantes. Para disipar toda duda, los servicios secretos terminaron
reuniéndose con dirigentes tupamaros y militares uruguayos. En el mar-
co de esos contactos, surgió la posibilidad de que el MLN-T facilitara
las negociaciones entre el gobierno español y la ETA. Varios dirigentes
tupamaros viajaron a España para concretar estas negociaciones de paz
(Alfonso 2004: 12, 22-24).

A partir de estos hechos, los contactos entre dirigentes tupamaros y


militares se profundizaron. En particular, Fernández Huidobro constru-
yó una vía de diálogo con la Logia Tenientes de Artigas. El objetivo de
esta política era llevar tranquilidad a las FFAA ante la perspectiva de un
gobierno de izquierda (Alfonso 2004: 26). Fiel a esta política, Fernández
Huidobro argumentó contra la derogación de la Ley de Caducidad en el
Congreso del Frente Amplio celebrado en diciembre de 2003.112

6.3. La alianza entre el MLN-T y Tabaré Vázquez


La transformación del MLN-T en una fuerza funcional a la estrategia
de aligerar la carga programática de la plataforma electoral de la izquierda
para facilitarle la captación de los esquivos electores de centro, sólo se
pudo procesar una vez que fue evidente que, perseverando un poco más
por este camino, la izquierda terminaría ganando las elecciones.

En medida nada desdeñable, la moderación del MLN-T fue inducida


por el éxito de la estrategia electoral del resto de la izquierda. El debilita-
miento del «imaginario insurreccional» dentro del MLN-T es posterior a
la construcción de una perspectiva tangible de triunfo electoral protago-
nizada por la izquierda no tupamara. En buena medida, la incorporación
definitiva de los tupamaros a la acción política legal y a la competencia
electoral es un proceso exógeno, inducido por el exitoso desarrollo de la
estrategia política que el resto de la izquierda había venido impulsando
desde muchas décadas atrás.

Poco a poco, Fernández Huidobro, Mujica y Bonomi fueron tejien-


do una alianza con Tabaré Vázquez. En la forja de esta coalición tiene
146 u Adolfo Garcé

un peso decisivo la coincidencia de los tupamaros con Vázquez en el


enfrentamiento a la política «acuerdista» de Seregni acerca de la inicia-
tiva de reforma constitucional lanzada por el entonces presidente, Julio
María Sanguinetti. La relación entre el MLN-T y Seregni nunca había
sido buena. Entre 1985 y 1989, Seregni no facilitó en absoluto el ingreso
de los tupamaros al FA. Por su parte, el MLN-T había sido muy crítico
respecto al estilo de oposición del FA durante la primera presidencia
de Sanguinetti. A su vez, Seregni había sido de los más críticos con los
tupamaros antes y después del episodio de la extradición de los vascos
acusados de pertenecer a la ETA en agosto de 1994.

A comienzos de 1995, por tanto, el MLN-T comenzó a acercarse


rápidamente a las posiciones de Vázquez. Antes, había tenido varios
enfrentamientos con él: los tupamaros habían rechazado su política de
regulación del ambulantismo y el operativo que desembocó en la crea-
ción del Encuentro Progresista. Sin embargo, durante 1995, Vázquez y
el MLN-T coincidieron fuertemente en el combate contra la política de
Seregni, cuyo único apoyo interno significativo era el de Danilo Astori.
Luego de la renuncia de Seregni a la presidencia del FA, en febrero de
1996, la tensión entre el MLN-T y Seregni creció todavía más.

En su discurso en el aniversario de la muerte de Sendic, el 28 de


abril de 1996, Fernández Huidobro cuestionó muy duramente al líder
histórico de la izquierda: «Seregni dijo que somos antifrenteamplistas.
Eso ya es grave [...]. Pero luego de decir eso, y tras cartón, no teniendo
nada que ver con nada porque el lío era con nosotros, dijo: ‘qué mal
para el compañero Tabaré que cuenta con su apoyo’. Lindo agregadito
[...]. Recordó que fuimos partidarios de la lucha armada, eso lo dice un
General que coordinó acciones armadas con nosotros. Parece que en el
71 cuando se necesitaba la sangre de los tupamaros para oponerse a un
golpe de Estado éramos buena gente para hablar con ella, y que ahora
cuando estamos desarmados y discrepamos, somos mala gente».113

Tomando posición contra Seregni y la política del «acuerdismo»,


Donde hubo fuego u 147

los tupamaros se acercaron a Vázquez y se alejaron, por primera vez en


décadas, de Danilo Astori. A comienzos de los setenta, Astori solía ser
consultado en temas económicos por los dirigentes del Movimiento de
Independientes 26 de Marzo. En 1989, los tupamaros apoyaron decidida-
mente su postulación como candidato a la Vicepresidencia acompañando
a Seregni. En 1994 otra vez estuvieron juntos, resistiendo la transforma-
ción del FA en Encuentro Progresista. En 1995 la alianza se rompió. Astori
acompañó a Seregni hasta el final en la línea de acordar con los demás
partidos una reforma constitucional. Vázquez rompió las negociaciones y
el principio de acuerdo alcanzado. De este modo, precipitó el alejamiento
de Seregni de la dirección del FA y debilitó fuertemente a Danilo Astori,
que había emergido de la elección de 1994 muy fortalecido por su rescate
de la tradición frenteamplista. Desde fines de 1995 en adelante quedó
claro que, en la interna frenteamplista, el MLN-T apoyaría a Vázquez. En
diciembre de 1996, al conocerse el ajustadísimo resultado del plebiscito
de la reforma constitucional, Mate Amargo explicitó su malestar con
Danilo Astori comparándolo con Hugo Batalla: mientras que la cara del
líder de Asamblea Uruguay ocupaba toda la portada, el titular principal
decía: «¡QUÉ BATALLA!». En letras más chicas, se transcribían los
resultados del escrutinio: «Reforma constitucional: 2.020.028 votos
emitidos. SI: 48,5%, NO: 48,1%, Observados: 3,4%».114

Vázquez se ocupó de cultivar esta alianza con el MLN-T. Para eso,


por ejemplo, designó como asesores a cuatro figuras importantes del
MPP, tres de los cuales eran también dirigentes del MLN-T (Eleuterio
Fernández Huidobro, José Mujica y Jorge Quartino). Finalmente, incidió
en la batalla política que se libraba dentro del MPP entre quienes querían
adaptarlo a la estrategia electoral de la mayoría de la izquierda (como
Mujica, Fernández Huidobro y Bonomi) y quienes preferían que siguiera
funcionando como «polo revolucionario». El episodio de la votación
de la concesión del Hotel Casino Carrasco, al que se hará referencia a
continuación, será un momento clave en este sentido.

Creación, despegue y fractura de la Corriente de Izquierda


En 1997, el MLN-T participó en la creación de la Corriente de Izquier-
da. Convergieron en este proyecto, además del MPP, pequeños grupos
de izquierda radical: Partido Socialista de los Trabajadores –ligado al
148 u Adolfo Garcé

trotsquista Secretariado Unificado de la IV Internacional–, Movimiento


26 de Marzo (ex «seis puntistas», Raúl Sendic-hijo), Movimiento 20 de
Mayo (escindidos del PGP cuando éste abandonó el FA en 1989, Lucas
Pittaluga), Izquierda Frenteamplista Independiente, Corriente de Unidad
Frenteamplista, Unión Popular (Enrique Erro-hijo), Tendencia Marxista
(Julio Louis), etc. Los objetivos políticos de esta alianza eran similares
a los de la vieja «Corriente» (1973) o a los del MPP (1989): agrupar a
la izquierda revolucionaria, «radical y clasista», para combatir las «ten-
dencias reformistas» en el FA.115

Estos objetivos eran contradictorios con la visión que Mujica, Fer-


nández Huidobro, Bonomi y Quartino venían impulsando dentro del
MLN-T y del MPP. De hecho, el MPP empezó a discutir el documento
«Del MLN al congreso del MPP» en su III congreso (setiembre 1996).
Mientras tanto, en su estreno electoral, la CI obtuvo un éxito rotundo:
fue el segundo sector más votado en las elecciones internas del Frente
Amplio celebradas en 1997.

La excelente votación de la CI avivó el debate. Algunos interpretaban


el fortalecimiento de este sector como un reconocimiento a la política
«combativa» que se venía llevando adelante. Otros lo asociaban con
el ascenso de la popularidad de Mujica. Todos comprendían que en el
IV Congreso del MPP, el principal sector de la CI, se libraría la batalla
definitiva. Los jugadores de ambos bandos fueron moviendo sus piezas.
Zabalza, cumpliendo con el mandato del MPP y contradiciendo las ges-
tiones de los «asesores de Vázquez»,116 votó en contra de la concesión
del Hotel Casino Carrasco decidida por la administración de Mariano
Arana. Tabaré Vázquez, por su parte, renunció a la presidencia del Frente
Amplio. En noviembre de 1998, el MLN-T, comunicó públicamente su
decisión de retirarse de la CI. Luego del episodio de la votación de Za-
balza, para Mujica y Fernández Huidobro estaba claro que no era posible
poner a la CI en sintonía con la «actualización ideológica» y la estrategia
electoral que proponía Vázquez. Al mismo tiempo, Zabalza publicó su
libro La estaca, reivindicando la necesidad y la posibilidad de construir
«una opción estratégica distinta» a la de la creciente moderación política
y programática predominante en el FA:

«El vehículo de esta estrategia para un gobierno popular en


Donde hubo fuego u 149

Uruguay, camina recostado contra la raya izquierda del Frente


Amplio. Es un espacio político imposible de ser ignorado. Existe
porque amaga ser una respuesta política que exprese la radicali-
dad social al interior de las grandes esperanzas depositadas en un
próximo gobierno progresista. [...]. Existe también porque exis-
ten ojos críticos y espíritus insurrectos, soñadores impenitentes
capaces de continuar comprometidos con los cambios profundos
en la sociedad, con la Revolución Social, pese al posmodernismo,
pese al fin de la historia, pese a la desmonetización de las ideo-
logías. Este espacio de ideas todavía no acabadas, obra como
una estaca clavada en la izquierda de la izquierda progresista,
como un ancla impidiendo que la marejada arrastre el barco [...].
Es una corriente frenteamplista, un espacio frenteamplista por
razón y por corazón, que no ha podido ser descalificado como
tal por estar constituido con militantes reconocidos a lo largo
y lo ancho del movimiento popular por su actuación en todas
las instancias históricas que vivió la izquierda uruguaya. Los
que asumieron la responsabilidad de impedir que la figura de
Zelmar fuera arrastrada lejos del Frente Amplio, los herederos
de la intransigencia de Erro, los que mantienen vivos la voz y el
pensamiento de Germán Araújo, los que fueron frenteamplistas
desde la clandestinidad con Raúl Sendic, los que construyeron las
jornadas del Primero de Mayo en 1983, el PIT, Asceep, Fucvam
y la red que fue empujando a los militares hacia los cuarteles
y lo siguieron haciendo con la lucha por Verdad y Justicia, los
que removieron la sociedad con sus movilizaciones estudiantiles
en los noventa [...]. Frenteamplistas por definición y estrategia
propias: en este período histórico de Uruguay el camino de los
cambios pasa por la acumulación de fuerzas en el Frente Amplio
[...]. Expectativas populares, radicalidad social, definición y
corazón frenteamplistas, compromiso con la revolución social,
estaca en la raya izquierda…» (Zabalza 1998: 57-62).

A partir de su IV Congreso, el MPP dejó de ser «la estaca» que re-


150 u Adolfo Garcé

clamaba Zabalza. Pese a la oposición del propio Zabalza y de Sarthou, a


iniciativa del MLN-T, los congresistas votaron por romper con la CI. De
todos modos, se autorizó la «doble militancia». Esto les permitía a estos
dirigentes seguir perteneciendo al MPP y a la CI. Asimismo, respaldaron
con su voto la actuación de los «asesores» de Vázquez (Mujica, Fernández
Huidobro, Quartino y Abelenda). Finalmente, apoyaron una resolución
que modificó definitivamente la política de alianzas de este sector:

«El MPP desea expresar con su lucha el interés de los trabaja-


dores y demás sectores explotados, pero también entiende que
ellos deben convocar a una gran alianza de todos los sectores
golpeados por el imperialismo y la oligarquía. El FA y el EP son
hoy, en el plano político, la misma expresión de esa voluntad y
del trabajo en ese sentido realizado a lo largo de muchos años
por las generaciones que nos precedieron. Deben ser mejores y
más amplios. Su tarea de convocatoria popular no ha concluido.
Faltan aún otros sectores de nuestro pueblo para engrosar esas
filas [...]. Por lo tanto, ratificamos nuestro compromiso con dicha
política de alianzas [...]. En ese sentido, teniendo como eje a la
gran masa de trabajadores de la ciudad y del campo, junto a los
desocupados, los estudiantes, los jubilados, los intelectuales, los
pequeños y medianos productores, industriales y comerciantes,
con la intención de acercar aun aquellos burgueses que acepten el
desafío de librar la histórica batalla por la Liberación Nacional,
pueden y deben sumarse a estas filas [...]».117

Evidentemente, entre el III y IV congreso, la correlación de fuerzas


al interior del MPP había cambiado. A partir de comienzos de 1999, el
MPP mantendrá su retórica original (la convocatoria a la «liberación
nacional») pero cambiará su estrategia política, en particular, la política
de alianzas. Zabalza y Sarthou, partidarios de mantener las «banderas del
Donde hubo fuego u 151

71», organizaron el «MPP-fundacional» y permanecieron un tiempo más


en la CI. Dijo Sarthou, explicando su discrepancia con el viraje del MPP:

«La causa de la división del MPP fue la voluntad política del


MLN de cambiar el modelo político del Movimiento de Partici-
pación Popular, nacido en las entrañas de un FA postdictadura,
rebelde, aún participativo, fuerte y opositor, por un MPP fun-
cional al cambio del FA con sesgo electoralista, con avance del
personalismo y el manejo del carisma y afectado por una crisis
ideológica y de la participación [...]. Resistimos toda inflexión
centrista a los programas fundacionales del Frente Amplio.
Creemos en un FA como fuerza de izquierda pegado a la lucha
de los trabajadores, los carenciados, de los pobres».118

La crisis económica en la que el país se sumergió a partir de 1999


ayudó a consolidar el predominio de la nueva estrategia. La debacle
económica y social es «la circunstancia» que permite justificar el cambio
en el contenido del programa de la izquierda:

«Las organizaciones que formaron parte del MPP transitaron,


fundamentalmente, por la lucha de liberación nacional y por
el desarrollo de esa gran alianza que había que construir para
emprender el proceso de construcción del socialismo, unido a
las tareas concretas del momento histórico. Esas tareas –en
aquel país productivo– se sintetizaron en cuatro consignas pro-
gramáticas: Reforma Agraria, Nacionalización de la Banca y
del Comercio Exterior, y Moratoria de la Deuda Externa, que
se consideraban el inicio de un largo tránsito al socialismo. Se
estableció por lo tanto un programa que asociaba estrecha-
mente las tareas democráticas con las tareas socialistas y no
se pretendía esperar a que la burguesía se pusiera al frente o
que participara con todas sus fuerzas en el proceso nacional,
popular y democrático. Ese programa afectaba a los sectores de
la burguesía directamente aliada al imperialismo y a los sectores
152 u Adolfo Garcé

que generaban el excedente económico más importante en el


país. Aquel programa de cuatro puntos –con las variantes del
caso– fue durante años el programa de la izquierda uruguaya.
El Frente Amplio fue aggiornando aquellos conceptos en cada
período pero, de todas formas, hasta hace muy poco tiempo, se
seguían rastreando aquellas ideas de 1965 luego de cada refor-
mulación. Pero todo eso varió a partir de los acontecimientos
de julio y agosto de 2002 [...] En la etapa actual, el programa
de transición, ése que une las tareas concretas de la etapa con
las tareas socialistas, ya no puede apoyarse en las consignas
de 1965 porque aquéllas no funcionan ya como el escalón más
bajo sobre el que debería apoyarse todo lo demás: mataron al
país productivo y los excedentes de producción, que antes se
pretendía redistribuir, ya no alcanzan».119

En suma, durante esta tercera etapa de su acción en la legalidad, el


MLN-T logró adaptarse plenamente a la lógica de la competencia elec-
toral. En 1994 se había opuesto a la creación del Encuentro Progresista.
Cinco años después, en 1999, Mujica y Fernández Huidobro lograron
tomar el control político del MPP y trabajaron codo a codo con Tabaré
Vázquez en el operativo electoral. En el 2004, ambos, Mujica y Fernán-
dez Huidobro fueron figuras decisivas en la construcción de la primera
victoria electoral de la izquierda uruguaya. Al cabo de este largo proceso
de construcción y mutación política, el peso específico del espacio tupa-
maro ha tenido un aumento notorio.

Votación de la fracción que contiene al MLN-T (1971-2004)


Elección 1971 1984 1989 1994 1999 2004
Votos 70.944 26.785 45.145 45.469 139.692 327.947
Fuente: Banco de Datos de Política y Relaciones Internacionales-FCS. En ausencia de
otros datos, se asume que la votación de «Patria Grande» en 1971 y de la «Izquierda
Democrática Independiente» en 1984, constituyen una aproximación razonable al peso
electoral del espacio tupamaro.

Al cabo de todo este complejo proceso de adaptación partidaria,


algunos dirigentes tupamaros, sin romper los lazos con el «aparato» del
Donde hubo fuego u 153

Resoluciones del 6to. Congreso del MPP (marzo, 2004).


154 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 155

MLN-T, han logrado conquistar posiciones de gran influencia política.


José Mujica y Eduardo Bonomi ocupan cargos en el gabinete de Váz-
quez. En el Parlamento, la bancada del MPP, cuyo principal vocero es
Fernández Huidobro desde su banca en el Senado, es la mayor de toda
la izquierda. El crecimiento de la influencia de estos dirigentes en la opi-
nión pública ha sido paralelo al debilitamiento organizativo del MLN-T.
La salida de Zabalza, el ascenso de Mujica y la mutación de Fernández
Huidobro determinaron un cambio profundo en las prioridades políticas
de la organización. La perspectiva electoral pasó a ser la predominante.

Aunque no desapareció, el horizonte insurreccional se debilitó no-


toriamente. El MLN-T sigue manteniendo su estructura («el aparato»),
concebido como el esqueleto militar de la autodefensa popular. Marenales
es su principal referente. A diferencia de Zabalza y otros referentes de los
proletarios que piensan que el «imaginario revolucionario se desvaneció
en 1994», considera positiva la transformación operada en el MPP y
válido el «experimento» del gobierno de Tabaré Vázquez:

«La ruptura del MPP no fue un retroceso, fue un avance [...].


Pudimos ampliar las alianzas, la columna blanca y todo eso.
La ruptura nos permitió avanzar y dar el salto con el MPP. La
línea política permitió un desarrollo diferente. No fue sólo el
Pepe. No fue fácil, acá adentro se discutió mucho. Hasta ahora
no sabemos que no es una claudicación. Estamos haciendo un
experimento. Vamos a ver cómo funciona. Es nuestra escuela.
Nosotros nos hemos equivocado y nos vamos a seguir equivo-
cando como todo el mundo pero no somos frívolos. Pensamos,
tratamos de entender. No hemos establecido una línea de una
vez y para siempre».120

Desde luego, Marenales sigue luchando «contra el sistema»:


«Hay que hacer trabajo antisistema. No se hace desde el Par-
lamento. Es un trabajo muy difícil y muy lento. Nos llamamos
Movimiento de Liberación Nacional porque luchamos por la
soberanía. Pero para alcanzar la soberanía tenemos que luchar
todos los latinoamericanos juntos. No es fácil, pero yo sigo acu-
mulando para eso. Pero en la izquierda esta visión es muy débil.
Nadie piensa en esto».121
156 u Adolfo Garcé

Desde el punto de vista de la «acumulación» el gobierno municipal


lo entusiasma especialmente:
«¿Cómo se llega desde el progresismo al socialismo? Se llega a
nivel continental. Para que la gente piense en política tiene que
comer. Ahora no piensan en política. Déle de comer para que
pueda pensar. No es la revolución, pero la gente si no come no
piensa. La revolución pasa por la barriga de la gente que tiene
que comer. Desarrollamos un trabajo político sobre esa base.
Ahora, el gobierno nacional que haga lo que quiera. Yo creo
que se puede hacer mucho más en el gobierno departamental,
haciendo una experiencia real de participación popular. Esto es
estratégico y no táctico. Vamos a ver si ganamos a la gente que
está alrededor nuestro para estas ideas».122

6.4. Los disidentes


Durante 1985, en el marco del proceso reorganización, participaron
cerca de 2.000 militantes. En este momento, según Zabalza, no puede
haber más de 200 militantes en la estructura del MLN-T. La desvincula-
ción de los tupamaros ha sido generalmente un proceso solitario y gradual
(«el goteo»). En realidad, a lo largo de todos estos años, se registró un
solo desgajamiento importante, la ya referida ruptura entre el «aparato»
y el Frente Juvenil en 1990.

De todos modos, es posible señalar algunas tendencias generales.


Hasta comienzos de la década del noventa, la organización era abando-
nada invocando motivos muy diferentes y a menudo opuestos. Algunos
militantes se iban por considerar que el MLN-T era poco revolucionario
y «clasista»; otros, porque no lo veían capacitado como para romper
ideas y prácticas antiguas. El año 1989 nos ofrece un buen ejemplo de
estas dos visiones. Por un lado, algunos integrantes del Comité Central
renunciaron manifestando estar convencidos de que el MLN-T no «logró
desde 1985 a la fecha (1989) rearmar una propuesta revolucionaria».123
Consideran que la «Organización se va sumando poco a poco a la estra-
tegia que domina en la izquierda», es decir, una estrategia electoralista y
Donde hubo fuego u 157

reformista. Simultáneamente, otros importantes dirigentes abandonaron


la organización por motivos opuestos. Critican la insistencia en métodos
de trabajo viejos, el burocratismo, el verticalismo, el «divorcio entre el
planteo político y el aparato»: «Somos casi una armadura, gris, impe-
netrable, sin aromas vitales, puramente medieval».124 Más o menos en
la misma época y por las mismas razones, también abandona el MLN-T
Edmundo Canalda (ver Anexo). Un poco antes, en 1988, y por otras
razones, había decidido solicitar licencia en todos sus cargos Jorge Ma-
nera (ver Anexo).

A partir 1995, el perfil ideológico de quienes se desvinculan se vuel-


ve más homogéneo. En realidad, se van retirando quienes, como Jorge
Zabalza, Mario de León o Roberto Villanueva, concluyen que el imagi-
nario «insurreccional» y «revolucionario» ha sido herido de muerte al
interior de la vieja organización. Afortunadamente, elaboraron algunos
documentos en los que explican su visión del proceso revolucionario en
Uruguay y de la evolución del MLN-T desde 1985 en adelante: Colectivo
Tupamaro (setiembre 1998) y Senda Tupamara (2002).

Colectivo Tupamaro nació en el marco de la transformación del MPP


en una fuerza funcional a la estrategia de Vázquez, concretada en el IV
Congreso del MPP. Una docena de tupamaros, ex integrantes del MLN-T,
se reunieron para discutir sobre la perspectiva del proceso revolucionario
en Uruguay. Entre ellos se encontraban algunos de los referentes de los
proletarios, como Jorge Zabalza, Mario de León, Roberto Villanueva y
Washington Muniz. Sus ideas quedaron reflejadas en un folleto que fue
divulgado al mismo tiempo que se publicaba La Estaca de Jorge Zabal-
za. Dicho de modo muy sintético, los patrocinadores de Colectivo se
propusieron intentar incidir políticamente para «quebrar el quietismo»:

«No parece correcto entrar en el corral de ramas que plantea la


disyuntiva entre acatar el retroceso y someterse a las estrategias
conciliadoras que predominan en la izquierda frenteamplista, o
irse para la casa a rumiar las desilusiones que aquejan a los
que creyeron en la cercanía de Revolución social. Aun en las
condiciones de defensiva estratégica (retroceso, debilidad, des-
movilización), es posible plantearse la acumulación política con
158 u Adolfo Garcé

un neto rumbo revolucionario dentro de la acumulación popular,


electoral y progresista. Implica de hecho acciones políticas que
tiendan a quebrar el quietismo y la pasividad actuales, que
permitan responder a las agresiones económicas y políticas del
bloque de poder, creando el caldo de cultivo del pensamiento
crítico y el desarrollo de las ideas de cambio. En este sentido
tienen crucial importancia las acciones tácticas de masas que
demuestren que la lucha es posible y que rinde frutos, así como
la actitud ofensiva en el plano de las ideas, de los gestos, señales
y mensajes que se emiten hacia el pueblo trabajador. La táctica
debe tener un carácter de permanente ofensiva».125

Casi al mismo tiempo que se elaboraba Colectivo, un grupo en el


que predominaban ex tupamaros, asaltó la sucursal del BPS en el Par-
que Posadas. Este asalto, concretado el 8 de setiembre de 1998, fue un
episodio especialmente violento y llamativo. La «tupabanda», como la
denominó la prensa, estaba integrada por Diego Villar, Freddy Ardusso,
Sonia Veneri, Juan Carlos Ospitaleche, Jacinto Carrato, Yamandú Milán
y Carbajal Monroy. Milán y Monroy murieron durante el asalto.126

Unos años después, con el telón de fondo del ascenso de la izquierda


al gobierno, se puso en circulación un folleto más extenso en el que se
desarrollan algunas de las ideas formuladas en Colectivo Tupamaro.
La elaboración de Senda Tupamara también fue un proceso colectivo.
En ambas publicaciones, pero especialmente en esta segunda, pueden
reconocerse las ideas y el estilo de Jorge Zabalza:

«Venimos de todas las sangres tupamaras derramadas bajo la


bandera artiguense del MLN-T. De aquellos insurrectos impeni-
tentes de los años 60. De los que no se rindieron jamás, ni en los
calabozos ni en el exilio [...]. Nacimos con la segunda derrota del
MLN-T. En la incredulidad de cada mañana. Desubicados, sin
hogar, en la intemperie. Perplejos, buscando qué hacer y cómo
hacerlo. Sabiendo que nada está muerto, que sólo murieron los
que dejaron de luchar. Sabiendo que la versión oficial del MLN-T,
que hizo un movimiento electoral de aquel movimiento de viejos
guerrilleros reagrupados apenas terminada la dictadura, es
Donde hubo fuego u 159

apenas el desarrollo de una de las varias visiones que, en estado


de latencia y potencial, coexistieron al interior del pensamiento
y la práctica tupamaros. Estamos en el polo opuesto de ese ofi-
cialismo. Nos paramos en la clase trabajadora y el marxismo
para analizar el mundo y hacer política, no renegamos de nada
y menos todavía de la estrategia insurreccional que hizo de los
tupamaros uno de los protagonistas principales de la lucha de
clases en el Uruguay [...].127

Colectivo y Senda nos brindan un testimonio muy importante. Mujica


y Fernández Huidobro lideraron la concreción de una operación política
muy delicada: enfocar a la vieja «Orga» hacia la legalidad y la compe-
tencia electoral. Sin embargo, muchos de sus compañeros interpretan
esta mutación como la «segunda derrota del MLN-T».
160 u Adolfo Garcé

7.
Configuración ideológica
y adaptación política

A lo largo de los tres capítulos anteriores hemos recorrido el cami-


no desde la inserción en la legalidad hasta el «fenómeno Mujica». El
repaso de la peripecia política del MLN-T durante los últimos 20 años
demuestra que, efectivamente, esta organización ha experimentado una
mutación extraordinaria no sólo por la distancia que logró recorrer desde
los tiempos de la guerrilla urbana sino, también, por el éxito electoral
que ha coronado el operativo.

En este capítulo se vuelve al argumento teórico inicial. Para ello, en


primer lugar, se relaciona la transformación del MLN-T con algunos
aspectos distintos de su matriz original básica. En segundo lugar, se
sugiere por qué este argumento puede ser extrapolado a otros casos de
adaptación partidaria, dentro y fuera del caso uruguayo.

7.1. Ideología, Tupamaros y elecciones


¿Cuáles son los aspectos de la identidad ideológica del MLN-T que
le permiten mutar tanto y tan exitosamente? ¿Cuáles son los genes que
facilitan la metamorfosis? Básicamente cuatro: pragmatismo, tolerancia
a la diversidad ideológica interna, ambición e «intuición» política, y
habilidad para suturar cambio y tradición.
Donde hubo fuego u 161
162 u Adolfo Garcé

La foto fue tomada el 19 de setiembre de 2004 en La Teja (Herrera y Obes esq. Ángel
Salvo), al término de uno de los innumerables actos barriales que Mujica, al frente del
Movimiento de Participación Popular, realizó durante la campaña electoral de ese año.
Foto: Ricardo Antúnez.
Donde hubo fuego u 163

Las circunstancias mandan, la teoría obedece


Los estudios de Kitschelt habían mostrado que la tradición discursi-
va de un partido dado no necesariamente es compatible con los énfasis
programáticos que dicha organización está obligada a incorporar en
el marco de una estrategia electoral óptima. En el caso del MLN-T, la
tradición discursiva tiene una flexibilidad muy especial. Recurriendo al
expediente del «cambio de las circunstancias», la organización puede
modificar brusca y profundamente sus definiciones políticas, incluso
aquellas que, en principio, podrían parecer más esenciales.

Desde el comienzo, el MLN-T hizo del pragmatismo político su


principal seña de identidad. Los tupamaros han discutido mucho (desde
1972 en adelante) acerca de las consecuencias que podría haber tenido
esta característica ideológica fundacional en la derrota militar de la or-
ganización. Sin embargo, no puede negarse que ese rasgo les permitió
adaptarse a la legalidad y a la competencia electoral. La resistencia interna
a la adaptación a las nuevas condiciones provino, precisamente, de los
sectores que habían visto en el pragmatismo original y en su otra cara,
el «descuido» de la teoría, el enemigo fundamental a combatir.

Repasemos cómo argumentaron los tupamaros tres virajes decisivos:


la inserción en la legalidad, la participación en las listas electorales y la
rebaja del contenido transformador del programa de la izquierda uru-
guaya. Según el MLN-T, la lucha armada estaba plenamente justificada
en aquella «democracia caduca». Pero les parecía evidente que ya no se
justificaba en 1985, en tiempos de «primavera democrática». Cambian
las circunstancias, cambian las estrategias. Es cierto, asombra que ha-
yan dejado de lado la propaganda armada, que era el elemento que más
claramente los diferenciaba del resto de la izquierda. Sin embargo, lo
hicieron, y no sintieron que traicionaban ninguno de los pilares de su
identidad política. Analizando la ideología del MLN-T guerrillero, Varela
había señalado que el MLN-T descartó «todo dogma que no fuera el de
la lucha armada». Por eso mismo, el «fetichismo de las armas dominaría
la vida de la organización» (1988: 80-81). En realidad, el análisis de los
últimos 20 años demuestra que ni siquiera la lucha armada fue un dogma
164 u Adolfo Garcé

para los tupamaros.

Frente a la participación en las elecciones el MLN-T también ha


tenido una actitud increíblemente variada y pragmática. En 1966, en la
I Convención de la «Orga», se consideraba que no tenía ningún sentido
participar en la «farsa» electoral. Sin embargo, en 1971, el MLN-T
participó indirectamente en la elección a través del Movimiento de In-
dependientes 26 de Marzo. El camino electoral fue profundizado en los
años posteriores. En 1989, el MLN-T había ingresado al FA y propiciado
la creación del MPP. Sin embargo, no presentó candidatos en esas listas,
otra vez, en nombre de las circunstancias. En aquel momento, Carlos
Casares, que integraba el Comité Ejecutivo, lo dijo muy claramente:
«Nosotros definimos que no es una cuestión de principios. Es una deci-
sión para estas elecciones y no necesariamente para otras instancias en
que tendremos que valorar concretamente».128

Finalmente, también fueron invocados «los nuevos datos de la reali-


dad» cuando se optó por abandonar el programa del 71 y su contenido
antiimperialista para plegarse a la estrategia «progresista». La «crisis del
2002» hizo que todo cambiara. La lucha inmediata no es por la «liberación
nacional». Ahora es por la «refundación nacional». Las circunstancias
mandan, la teoría obedece.

Pluralismo interno
El segundo rasgo de su configuración ideológica inicial que le brindó
una flexibilidad especial es el pluralismo interno. Ciertamente, luego de
la muerte de Sendic, entre 1989 y 1995, los márgenes para la diversidad
al interior de la organización se estrecharon fuertemente. Esto determinó,
como vimos, la salida de la organización de muchos cuadros importantes,
especialmente de la corriente frentegrandista. Sin embargo, a la larga,
la matriz ideológica original terminó imponiéndose.

El pluralismo interno hizo posible que al interior de una organización,


que acompañando el tono general de la época había restaurado la mayor
parte de los códigos anteriores a la dictadura, surgiera una visión nueva
acerca de la relación entre democracia y cambios progresistas que se
sintetizó en la convocatoria de Sendic a un Frente Grande. Los frente-
grandistas, pese a estar en minoría, fueron admitidos dentro de la orga-
nización y sus bastiones políticos (como el Frente Juvenil y los medios
Donde hubo fuego u 165

de comunicación) fueron respetados, al menos hasta la muerte de Sendic.


Sin el antecedente de la tesis del Frente Grande, para Mujica, Fernández
Huidobro, Bonomi y Quartino hubiera sido mucho más difícil suturar
la convergencia del MLN-T con la estrategia electoral predominante en
la izquierda a partir de la creación del Encuentro Progresista en 1994.

La tradición pluralista también ayuda a entender por qué han per-


manecido en el MLN-T los que no estaban tan convencidos de la nueva
estrategia política impulsada desde 1995. Mujica, por su parte, no empleó
su peso político para eliminar del MLN-T a quienes siguen vislumbrando
un horizonte insurreccional. «Mujica hace su trabajo, yo hago el mío»,
dice Marenales.129 Ambas visiones se toleran mutuamente y conviven en
la actualidad. En cierto modo, la persistencia del «aparato» es funcional a
la estrategia de la «refundación nacional» a través de sucesivos gobiernos
de centro- izquierda. La continuidad de la estructura del MLN-T es un
«signo» muy importante: expresa, o pretende expresar que, a pesar de
todo, los ex guerrilleros siguen siendo revolucionarios.

En realidad, las distintas corrientes del MLN-T no sólo se han tole-


rado mutuamente. Además, el repaso de la historia de la peripecia de
la organización muestra una sucesión de pactos entre dirigentes y entre
sectores. Se negocia la redacción de los documentos (que, por eso mismo,
generalmente rebosan eclecticismo), se delimitan zonas de influencia
en las cuales cada dirigente (estuve a punto de escribir, cada caudillo)
decide cómo implementar la estrategia del movimiento (de acuerdo,
naturalmente, a su propia valoración de las prioridades políticas). A
comienzos de 1989, el MLN-T hacía muchas cosas distintas a la vez:
algunos intentaban convertirlo en el esqueleto militar del «nuevo 73»,
otros en el eje de un «polo revolucionario» dentro del Frente Amplio,
otros en el catalizador de un Frente Grande. Había, incluso, diferencias
importantes en las prácticas políticas dentro del «aparato»: no era igual
la vida del militante del Zonal 4, que dirigía Zabalza, que el del Zonal
5, orientado por Mujica. A pesar de estas diferencias lograron seguir
juntos mucho tiempo.

Aunque pueda resultar extraño, esta manera algo anárquica de conce-


bir el funcionamiento del MLN-T ha terminado favoreciendo el cambio
166 u Adolfo Garcé

y la adaptación partidaria. El caso del MLN-T ratifica la visión de Yaffé


acerca de la relación entre pluralismo interno y adaptación partidaria
(2005: 37-39). La matriz ideológica original no podría favorecer más
la emergencia, experimentación, legitimación y desarrollo de visiones
políticas y estratégicas novedosas.

Ambición y destreza política


El tercer rasgo ideológico que hizo posible que el MLN-T terminara
transformándose en la columna vertebral de un muy exitoso movimiento
electoral es que el MLN-T siempre ha tenido una gran ambición política.
Nació bajo el signo de la urgencia, buscando «tomar el cielo por asalto»,
pero siempre por el camino más corto. Una vez que concluyeron que
estaban condenados a la legalidad, no tardaron mucho en comprender que
para alcanzar el gobierno por la vía electoral debían aceptar modificar
la plataforma programática. La primera decisión, la más impresionante,
la de no retomar las armas, condicionó las restantes: la cooperación con
la estrategia de Vázquez y la transformación del MPP en una «puerta de
entrada» confortable para electores de centro y centro izquierda.

Además de ambición, los tupamaros siempre han tenido destreza


política. Cuando hicieron política con armas lograron generar una co-
rriente de simpatía importante que se expresó a través del Movimiento
de Independientes 26 de Marzo y de la votación a Enrique Erro en 1971.
Por eso mismo, cuando se insertaron en la legalidad ya conocían algunos
secretos importantes respecto a cómo comunicarse con la ciudadanía.
Armados o desarmados los ha caracterizado una destreza especial en el
manejo de la comunicación simbólica y en la generación de mensajes
con alto impacto público. En especial, siempre han sabido «hablarle a
los uruguayos en el lenguaje de los uruguayos».

Más allá de su infrecuente capacidad comunicacional, es evidente que


en esto Mujica no ha innovado respecto a la tradición tupamara. Desde
el comienzo, uno de los rasgos que diferenció a los tupamaros de otras
corrientes de izquierda fue la búsqueda de un lenguaje popular. Desde
luego, en cualquier explicación del éxito electoral de Mujica, tan impor-
tantes como sus palabras son sus silencios, sus gestos, sus rezongos, su
aspecto, su forma de vivir. También en este sentido, es más expresión de
la continuidad de una escuela de comunicación política que de ruptura.
Donde hubo fuego u 167

Los tupamaros, desde el comienzo, construyeron su imagen fundamen-


talmente a partir de hechos, trasmitieron sus ideas mediante símbolos y
actitudes y no tanto con palabras (Panizza 1990: 151-179).

Innovación y tradición
El cuarto rasgo de la configuración ideológica original que facilitó el
cambio del MLN-T es que han logrado apoyar el presente en el pasado.
Durante estos 20 años, los principales referentes públicos del MLN-T
cultivaron sistemáticamente su tradición política. Siempre hubo un com-
ponente emocional en la pertenencia al MLN-T. Sin embargo, la intensa
peripecia de la organización ha multiplicado el sentimiento de fraternidad.
Para decirlo en los términos de la literatura reciente, el MLN-T siempre
tuvo y ha multiplicado los procedimientos de «infusión de valor». Los
tupamaros se ocuparon de construir una épica y de escribir la historia
que les convenía contar desde el punto de vista de su estrategia política.

La construcción de la épica la realizaron relatando con crudeza sus


años de prisión, con picardía sus operaciones militares y con humor
sus derrotas. Nunca renegaron de su pasado. Por el contrario, siguieron
recordando, todos los años, la muerte de Raúl Sendic y conmemorando
la toma de Pando del 8 de octubre de 1969. Tampoco se presentaron
como héroes infalibles. En realidad, Fernández Huidobro, el principal
reconstructor de la historia del MLN-T, suele decir que ellos han sido
«mariscales de derrotas», pero que de cada una de ellas han logrado
aprender y renacer.

Al mismo tiempo que relataban sus peripecias, los tupamaros fueron


reescribiendo la historia política reciente. En primer lugar, fueron rein-
terpretando su relación con la democracia. Mientras al principio, como
surge nítidamente tanto de los documentos como de la práctica política de
la época, no mostraban apego ni depositaban esperanzas en la democracia
«burguesa» (en realidad, tendían a verla como un obstáculo para la toma
de conciencia del pueblo), luego de la dictadura han insistido en presen-
tarse como defensores de una democracia agredida. Este argumento, en
mi opinión, no es totalmente falso. Existía en la época en que comenzó
a formarse el MLN-T (1963-1964) una preocupación por el ascenso
del fascismo en el Cono Sur. Esta preocupación se reforzó con el golpe
de Castelo Branco en Brasil en 1964. También es cierto, que una parte
importante de la izquierda interpretó la reforma constitucional de 1966
y el gobierno de Pacheco como el prólogo de una dictadura propiamente
168 u Adolfo Garcé

dicha. Sin embargo, en esencia, la interpretación que presenta a los tu-


pamaros como defensores de la democracia no se sostiene. El objetivo
principal de la lucha de los tupamaros fue, mediante la acción revolu-
cionaria, acelerar el proceso de creación de las condiciones subjetivas
para la revolución socialista y su primera fase, la liberación nacional.

Además de reinterpretar su relación con la democracia para hacer


menos sorprendente el pasaje de guerrilleros a buscadores de votos, los
tupamaros han reinterpretado su relación con el Encuentro Progresista.
Aquí también suelen contar solamente una parte de la historia, la que
mejor se ajusta a sus intereses políticos. Es cierto que el MLN-T fue
uno de los primeros grupos en la izquierda en convocar a formar un
círculo concéntrico más grande, que incluyera al Frente Amplio, pero
que permitiera incorporar otras fuerzas «progresistas». Sin embargo, se
suele olvidar que, tras el cambio de correlación de fuerzas en su interna
entre frentegrandistas y proletarios, el MLN-T terminó, paradójicamente,
oponiéndose a la creación del Encuentro Progresista en julio de 1994.
Los tupamaros suelen presentarse como pioneros en la creación del
Encuentro Progresista. Es obvio que no lo son. En 1994 les ocurrió lo
mismo que en 1971: en los dos momentos más importantes de la historia
reciente de la izquierda uruguaya, los tupamaros estaban embarcados en
una estrategia política opuesta a la del resto de la izquierda: en 1971
hicieron apenas una pausa en la lucha armada: consideraban que el FA
no era una alternativa realista de poder popular; en 1994, se opusieron a
la creación del Encuentro Progresista y generaron el conflicto del Filtro.

7.2. El argumento teórico, más allá del MLN


El argumento que se acaba de desarrollar puede ser aplicado a otros
partidos. A modo de ejemplo, en este apartado final, voy a presentar, en
primer lugar, cómo podría facilitar la comprensión de la extraordinaria
supervivencia de otros partidos políticos en Uruguay y, en segundo lugar,
cómo podría extenderse a otros partidos políticos de América Latina.

Numerosos aspectos de la matriz ideológica del MLN-T no son patri-


monio exclusivo de los tupamaros. Muy por el contrario, constituyen el
común denominador de los más antiguos partidos uruguayos, el Partido
Donde hubo fuego u 169
170 u Adolfo Garcé

Imágenes del ministro José Mujica tomadas en la Expo-Prado 2005 y 2006.


En la primera foto, Vázquez y Mujica aparecen acompañados del Ing. Fernando Mattos
Costa, Presidente de la Asociación Rural del Uruguay, institución organizadora del evento.
En la segunda, nuevamente Mujica y Mattos, esta vez con el vicepresidente Rodolfo
Nin Novoa.
Fotos gentileza de SEPREDI.
Donde hubo fuego u 171

Colorado y el Partido Nacional. Como los tupamaros, a lo largo de la


historia, los colorados y los blancos han tenido un conjunto de ideas
distinguibles y relativamente estables. Si el MLN-T se ha caracterizado
por luchar por la «liberación nacional y el socialismo», los colorados se
han identificado, durante muchas décadas, por su vocación moderniza-
dora y su énfasis en la equidad, y los blancos por su insistencia en los
temas clásicos del liberalismo político y económico (De Armas, Garcé
y Yaffé 2003).

Sin embargo, colorados y blancos comparten con los tupamaros el


haber manejado sus principales ideas con enorme pragmatismo, adap-
tándose con gran flexibilidad a los sucesivos desafíos que tuvieron que
enfrentar desde el gobierno o desde la oposición. Asimismo, han sido
especialistas en el arte de conciliar las diferencias internas entre grupos,
corrientes y fracciones. Para ello, han construido una épica, que se re-
monta a las luchas políticas del siglo XIX, y una tradición. Finalmente,
si lograron reproducir sus apoyos durante tanto tiempo es porque han
tenido, desde sus orígenes, una capacidad indudable de «hablar en uru-
guayo». Si este argumento es correcto, la mutación y reproducción del
MLN-T obedece a algunas de las razones que han permitido explicar
la longevidad inusual de los partidos tradicionales uruguayos. Aunque
pueda parecer extraño, mirado desde este punto de vista, el MLN-T sería
el más «tradicionalista» de los sectores de la izquierda uruguaya.

La relación entre el MLN-T y la tradición política uruguaya tiene otro


punto de contacto sorprendente. «La historia del MLN-T es la historia
de sus direcciones», me dijo en algún momento Gerardo Tagliaferro.
Totalmente de acuerdo. Y, de sus caudillos, podríamos agregar. A nadie
se le escapa que la forja y el ascenso del prestigio de la guerrilla tienen
que ver con el liderazgo de Sendic. Los errores políticos y militares de
principios de los setenta tienen que ver con el proceso obligado de reno-
vación de direcciones. La jugada sorprendente de crear el Movimiento de
Independientes 26 de Marzo se debe, otra vez, a la flexibilidad política
de Sendic, que impulsó esta iniciativa desde la cárcel de Punta Carretas.
La inserción en la legalidad y la instalación de la visión frentegrandista
dentro del MLN-T, se debe, otra vez, al coraje intelectual y a la audacia
política del viejo jefe guerrillero. El predominio de los proletarios y las
acciones políticas del MLN-T, en el quinquenio que va desde la muerte
172 u Adolfo Garcé

de Sendic en 1989 a las elecciones de 1994, son inseparables del ascenso


de Jorge Zabalza. Luego, la recuperación y capitalización del frentegran-
dismo se debe fundamentalmente a José Mujica. Fernández Huidobro ha
jugado, en todas las épocas, un papel fundamental pero esencialmente
diferente. Casi nunca, salvo en cuestiones estrictamente militares, marcó
el rumbo de la organización. Pero, como él mismo ha dicho, escribió casi
todos los documentos importantes del MLN-T. Siempre jugó un papel
articulador decisivo. Y en todas las épocas formó parte de la pequeña
coalición de dirigentes que predominó en la interna de la organización.

El argumento que busca en la matriz ideológica original la explicación


de por qué algunos partidos tienen más capacidad de mutar que otros
puede servir también para analizar experiencias de partidos políticos
de otros países. En particular, durante los últimos años, se ha reflexio-
nado mucho sobre el caso del Justicialismo argentino que pasó de su
viejo discurso nacionalista y estatista de los tiempos del primer Perón,
al liberalismo económico de la era Menem. Las explicaciones se han
concentrado en aspectos institucionales. Sin embargo, no han reparado
en un dato muy sencillo: también el peronismo se ha caracterizado por
su pragmatismo, su heterogeneidad ideológica y su mística. Perón decía
que «mejor que decir es hacer» y que «la doctrina debe ser elástica».
De hecho, no hay que esperar a Menem para encontrar cambios en las
políticas del peronismo. Los especialistas en historia económica han
señalado diferencias entre el Perón de los cuarenta y el de los cincuenta.
Y entre el de los cincuenta y el del regreso… Y entre el último Perón y
Menem… Por cierto, el justicialismo no es el único ejemplo en América
Latina de partidos mutantes.

Si mi insistencia en tratar de explicar la evolución ideológica de los


partidos políticos a partir de las características originales de sus matrices
ideológicas es correcta, cabe preguntarse por qué, siendo un argumento
tan sencillo, no ha sido explorado antes. En mi opinión, hay una sola
explicación: el predominio de los enfoques teóricos centrados en las
instituciones y los intereses ha tenido como correlato casi inexorable la
disminución del interés de los investigadores en la reflexión sobre las
ideologías. En este caso, el precio que se ha pagado es bastante alto. Es
mucho más sencillo explicar que un partido cambia porque nunca asig-
nó demasiada importancia a sus construcciones teóricas, que relacionar
cambio ideológico con estructuras organizativas internas. Hay partidos
Donde hubo fuego u 173

y movimientos políticos cuya principal seña de identidad ideológica


es, precisamente, un mandato imperativo a favor de la adaptación a las
circunstancias.

Bibliografía y Fuentes

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1985 MLN-T, «Boletín interno n°8», 31-07-85.
1985 MLN-T, «Informe de la III Convención».
1985 MLN-T, III Convención, «Del MLN-T al pueblo: Informe de la III
Convención Nacional», Acto del 26 de diciembre de 1985, Informa:
Julio Marenales.
1985 MLN-T, III Convención, «Tesis ideológica, Autocrítica».
1986 MLN-T, Preconvencional, «Trabajo autocrítico presentado por la co-
misión preconvencional de autocrítica a la III Convención Nacional»,
24/02/86.
1987 MLN-T, «Informe del Comité Central a la IV Convención Nacional. La
coyuntura», 19 de Abril de 1987.
1987 MLN-T, «IV Convención, Objetivos finales»
1987 MLN-T, «Un aporte al tema ideología», Jorge Torres y Eleuterio Fer-
Donde hubo fuego u 177

nández Huidobro.
1989. MLN-T, «Aportes al análisis de la nueva coyuntura», diciembre de 1989.
1989. MLN-T, Frente Juvenil, Tercera Asamblea Nacional de Militantes.
1990 MLN-T, «Informe de la CAI Ampliada», 1° de Junio de 1990.
1990 MLN-T, «Resoluciones de la V Convención», junio-julio 1990.
1990 MLN-T, Frente Juvenil, «Política interna», setiembre de 1990.
1990 MLN-T, Frente Sindical, V Convención, Documento Preconvencional.
1990 MLN-T, Plan de trabajo 1991/1992.
1990 MLN-T, V Convención, Documento preconvencional, «Estrategia»,
1990.
1994-1995 MLN-T, «Carta de Jorge Zabalza al Comité Central», diciem-
bre 1994-febrero 1995.
178 u Adolfo Garcé

u Listado de entrevistas

u Agazzi, Ernesto. u León Duter, Eduardo.


u Antúnez, Alba. u Lev, León.
u Baroni, Alejandro. u Marenales, Julio.
u Bonomi, Eduardo. u Piccardo, Diego.
u Caillabet, Carlos. u Rosadilla, Luis.
u Canalda, Edmundo. u Ramada, Jorge.
u Casares, Carlos. u Sarthou, Helios.
u Coitiño, Carlos. u Villanueva, Roberto.
u De León, Mario. u Zabalza, Jorge.
u Fernández Huidobro,
Eleuterio.
u Leites, Irma.
Donde hubo fuego u 179

A n e x o D o c u m en t a l
Lucía Caldes - Carla Chiappara - Mateo Porciúncula
180 u Adolfo Garcé
Donde hubo fuego u 181

Nota Preliminar

En este anexo documental presentamos diversos artículos de prensa, do-


cumentos internos, datos estadísticos, información académica y cartas de ex
integrantes del movimiento, buscando ilustrar la evolución histórica del MLN-T.

Cabe señalar que la documentación relevada a lo largo de esta investigación


es mucho más abundante y quizás más rica que la expuesta en este espacio.
Sin embargo, el criterio de selección adoptado ha sido no abrumar al lector e
incorporar aquellos documentos que mejor ilustran los argumentos propuestos
a lo largo del libro.

Asimismo, destacamos los documentos inéditos y las cartas de la sección


Despedidas, por el valor testimonial que poseen.

MLN-T: Estructura, Trayectoria, Contexto


182 u Adolfo Garcé

Organigrama (1987)

Convención Nacio-
C.A.I.
Comisiones
t

t
Comité Central

t
Autoridades del MLN-Tupamaros (III y IV Convención)
t
Comisiones
Comité Ejecutivo

t
Frente Social

t
Sindical

t
Juvenil
t

t t t

Regional Exterior Regional Interior Regional Montevideo


(Interzonal) (Interzonal)
t t
t

Frentes

t t t t t t
Zonal Zonal Zonal Zonal Zonal Zonal
t t t t t t

G. de G. de G. de G. de G. de G. de
Base Base Base Base Base Base
t t t t t t

G. de G. de G. de G. de G. de G. de
Ingreso Ingreso Ingreso Ingreso Ingreso Ingreso
Donde hubo fuego u 183

Titulares y suplentes del Comité Central


electos en la III Convención (diciembre 1985)

TITULARES SUPLENTES
Comité Ejecutivo III Convención
N° Nombre Votos N° Nombre Votos
(en orden alfabético)
1. Raúl Sendic 882 34. Artigas Gandaro 264
2. Eleuterio Fernández 827 35. Xenia Itté 263
3. José Mujica Cordano 821 36. Edmundo Canalda 262
4. Jorge Manera 787 37. Julio Listra 256
5. Julio Marenales 774 38. Wilder Cesar 257
6. Washington Rodríguez Beletti 710 39. Leopoldo Lafferranderie 254
7. Jorge Zabalza 674 40. Julio Rosa 252
8. Jorge Balmelli 573 41. Rómulo Rodríguez 250
9. Walter González 557 42. Juan Cavillón 248
10. Juan Almirati 520 43. Raquel Dupont 247
11. Luis Rosadilla 485 44. Esther Uribasterra 244
12. Andrés Cultelli 447 45. Ricardo García 235
13. Jorge Selves 374 46. Jorge Ramada 235
14. Eduardo León Duter 373 47. Edgardo Tiscornia 233
15. Nicolás Estévez 366 48. Ricardo Perdomo 229
16. Roberto Villanueva 359 49. Daniel Olesker 220
17. Ismael Basini 357 50. Julio Martínez 218
18. Alba Antúnez 354 51. Noris Menotti 205
19. Mario de León 351 52. Gloria Sclavo 195
20. José Martínez 335 53. Irma Leites 189
21. Graciela Jorge 334 54. Ruben Bouvier 186
22. David Cámpora 331 55. Carlos Ubiría 184
23. Violeta Setelich 325 56. Héctor Juambeltz 183
24. Arturo Dubra 325 57. Roberto Arnoso 182
25. Pablo Blanco 313 58. Daniel Muzio 181
26. Daniel Yarzábal 308 59. Jorge Quartino 181
27. Sonia Mosquera 307 60. Ruben Castro 178
28. Raúl Gallinares 295 61. Pedro Dubra 178
29. Alejandro Buscarons 282 62. Mariela Wins 177
30. Diego Piccardo 272 63. Daniel Carbajal 174
31. Samuel Blixen 265 64. Carlos Casares 172
32. Juan José Domínguez 265 65. Jorge Aiello 170
33. Embert Martínez 265 66. Hugo Leytón 170
184 u Adolfo Garcé

TITULARES SUPLENTES
N° Nombre
Datos Electorales Votos N° Nombre Votos
1. Marenales, Julio 676 34. Castro, Ruben 147
Evolución del apoyo
2. Fernández, Eleuterio 625 electoral al MLN-T
35. Zapata, José 141
3. Sendic, Raúl en Elecciones Nacionales (1971-2004)
623 36. Brasil, Walter 140
4. Mujica, José 616 37. Amir, Carlos 136
5. Manera, Jorge 569 38. Alonzo, Pocho 134
6. Antúnez, Alba 562 39. Desiderio, Juan 134
7. Zabalza, Jorge 539 40. Muguruza, Eduardo 174
8. Dubra, Arturo 510 41. Franco, Cholo 163
9. De León, Mario 440 42. Rodríguez, Rómulo 157
10. León Duter, Eduardo 414 43. Juambeltz, Héctor 156
11. González, Walter 400 44. Cesar, Wilder 153
12. Rosadilla, Luis 369 45. Hernández, Uberfil 132
13. Cultelli, Andrés 341 46. Menéndez, Marx 127
14. Casares, Carlos 311 47. De Toro, Lalo 125
15. Piccardo, Diego 309 48. Demichelli, Álvaro 119
16. Buscarons, Alejandro 301 49. Martínez, Ember 118
17. Leites, Irma 297 50. Tarocco, Baldemar 117
18. Rosa, Julio 293 51. Ayala, Onito 112
19. Villanueva, Roberto 293 52. Statakis, Víctor 106
20. Almiratti, Juan 278 53. Hornos, Pocho 101
21. Basini, Ismael 263 54. Torres, Jorge 99
22. Rodríguez Beletti 255 55. Révori, Ventura 95
23. Canalda, Edmundo 248 56. Ubiría, Carlos 92
24. Domínguez, J. J. 241 57. Smith, Teresa 88
25. Yarzábal, Daniel 239 58. Herrera, Roberto 81
26. Uribasterra, Esther 234 59. García, Ruben 79
27. Leytón, Hugo 230 60. Brun, Diego 77
28. Quartino, Jorge 220 61. Arriera, José 75
29. Martínez, José 218 62. Alaniz, Omar 74
30. García, Ricardo 211 63. Caballero, Roberto 57
31. Bonomi, Eduardo 187 64. Anruti de Cabillón 41
32. Selves, Jorge 183 65. Minetti, Carlos 41
33. Suárez, (Quico) 179 66. Benítez, Walter 24
67. González, Luis 12
Donde hubo fuego u 185

u Antúnez, Alba
u Balmelli, Jorge
u Cámpora, David
u De León, Mario
u Duter, Eduardo León
u Mujica Cordano, José
u Piccardo, Diego
u Rodríguez Beletti, Washington
u Rosadilla, Luis

Comité Ejecutivo IV Convención


(en orden alfabético)

u Antúnez, Alba
u Casares, Carlos
u De León, Mario
u Dubra, Arturo
u Duter, Eduardo León
u Fernández, Eleuterio
u Manera, Jorge
u Marenales, Julio
u Piccardo, Diego
u Rosadilla, Luis
u Sendic, Raúl

Titulares y suplentes del Comité Central


electos en la IV Convención (junio 1987)
186 u Adolfo Garcé


1971 1984 1989 1994 1999 2004
Patria Grande IDI MPP MPP MPP E-609

Votos 70.944 26.785 45.145 45.469 139.692 327.947


% del FA 23,3 6,7 10,8 7,3 16,3 29,1
% del total 4,3 1,4 2,3 2,2 4,7 15,1
Fuente: base de datos de Política y Relaciones Internacionales FCS

Cronología MLN-T (1985-2004)

Primera etapa: 1985-1989


1985 – 14 de Marzo. Liberación de presos políticos.
Donde hubo fuego u 187

1985 – Marzo y abril. “Asambleas Consultivas” de militantes del MLN-T


para debatir sobre la reorganización del movimiento.
1985 – Diciembre. III Convención. Debate sobre autocrítica y reafirmación
revolucionaria.
1986 – 2 de marzo. CC del MLN-T resuelve pedir el ingreso al FA.
1986 – Aparece Mate Amargo
1987 – IV Convención fija la línea estratégica.
1987 – Diciembre. Debate entre el PCU y Mate Amargo acerca de la pro-
puesta de Frente Grande.
1987 – 19 de diciembre. Acto del MLN-T en el Franzini.
1988 – Comienza a trasmitir Radio Panamericana (CX 44)
1989 – Febrero- Ruptura del FA.
1989 – 16 de Abril. La Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Es-
tado es ratificada por la ciudadanía en referéndum. El MLN-T pasa
a “estado de reserva”.
1989 – 28 de Abril. Muerte de Sendic.
1989 – 20 de Mayo. Ingreso del MLN-T al FA.
1989 – Junio. Acto de lanzamiento del MPP.
1989 – Elecciones a padrón abierto para hacer listas a cargos en el Parlamento
del MPP. El MLN, después de un largo proceso de debate interno,
no autoriza la inclusión de sus integrantes en las listas del MPP.
1989 – Noviembre. Elecciones: el MPP obtiene dos bancas en diputados:
Helios Sarthou y Hugo Cores.

Segunda etapa: 1990-1994

1990 – V Convención. Alejamiento del Frente Juvenil. Debilitamiento de


las posiciones frentegrandistas. Predominio de los proletarios. El
MLN-T como Organización Político Militar.
1990 –Vázquez en la IMM.
1991 – I Congreso del MPP. El ambulantismo como problema.
1991 – Congreso del FA. Hacia un cambio en la política de alianzas.
1992 – Referéndum contra “Ley de Empresas Públicas”.
1993 – Se empieza a tejer la “macrocoalición progresista” en torno al In-
tendente Tabaré Vázquez.
1993. MLN-T autoriza la incorporación de militantes tupamaros en las listas
electorales del MPP.
1993 – II Congreso del MPP. El PVP a favor de la macrocoalición. El resto,
incluidos los tupamaros, en contra.
1994 – Junio. El PVP se va del MPP y renuncia a todos los cargos de repre-
sentación (diputado y ediles).
1994 – Creación del Encuentro Progresista. El MPP se opone. El MLN-T
188 u Adolfo Garcé

también.
1994 – Agosto. “Masacre de Jacinto Vera”. Clausura de Radio Panamericana
(CX 44.)
1994 – Noviembre. Elecciones: dirigentes históricos del MLN-T en listas
al Parlamento. Encuentro Progresista pierde la elección por aproxi-
madamente 20.000 votos.

Tercera etapa: 1995-2004


1995 – Mujica diputado.
1995 – Zabalza se aleja del MLN-T: se “desvaneció el imaginario insu-
rreccional”.
1995 – Enfrentamiento de Seregni-Astori con el MLN por Reforma Cons-
titucional. Dirigentes históricos del MLN-T empiezan a acercarse
a Vázquez.
1996 – Ofensiva de Mujica y Fernández Huidobro para modificar la estrate-
gia política del MPP. Documento “Del MLN al Congreso del MPP”
1996 – III Congreso del MPP. Comienza el debate estratégico sin conse-
cuencias dramáticas.
1996 – Mate Amargo compara a Astori con Batalla por su posición en torno
a la reforma constitucional.
1997 – Creación de la Corriente de Izquierda
1997 – Elecciones en el FA: la Corriente de Izquierda (CI) se convierte en
la segunda fuerza.
1997 – Enfrentamiento de Zabalza con la IMM por tema Hotel Casino
Carrasco. Vázquez renuncia a la presidencia del Frente Amplio.
1998 – Mujica, Fernández Huidobro, Quartino y Abelenda designados
“asesores” por Vázquez.
1998 – MLN-T se aleja de la CI y promueve la ruptura del MPP con la CI.
1998 – IV Congreso MPP. Triunfa la línea aperturista. Ruptura del MPP con
la CI y cláusula de libertad de acción (se habilita la “doble militan-
cia”, en el MPP y la CI).
1999 – Febrero. Segunda parte del IV Congreso del MPP. Se ratifican las
resoluciones adoptadas en la primera parte del congreso.
1999 – Setiembre. Ruptura definitiva con Zabalza y Sarthou.
1999 – Octubre. Elecciones parlamentarias: Mujica y Fernández Huidobro
senadores.
2001 – El MLN-T y el MPP contribuyen a forjar la “Concertación para el
Crecimiento”.
2002 – Deja de salir Mate Amargo.
2002 – Elecciones internas en el FA: MPP primera fuerza.
2002 – V Congreso del MPP: “refundación nacional”.
2004 – Espacio 609. El MPP como expresión del frenteamplista promedio.
Donde hubo fuego u 189

2004 – Octubre: MPP primera fuerza del EP.

Guerrillas del Cono Sur y Caribe

Ideología, Teoría y Práctica

Llamados para la acción: Raúl Sendic (1968)


190 u Adolfo Garcé

1-¿Cuál ha sido el principio fundamental en que se ha basado la actividad


de su organización hasta el presente?
País
El principio deGuerrilla Período de en sí, el
que la acción revolucionaria Ideología Organización
hecho mismo de armar-
acción legal
Argentina Ejército Guerrillero De 1963 a 1964 Marxista-
del Pueblo (EGP) leninista,
guevarista

Ejército De 1970 a 1977 Al principio


Revolucionario trotskysta y
del Pueblo (ERP) posteriormente
guevarista

Fuerzas Armadas De 1969 a Marxista-


de Liberación mediados de leninista con
(FAL) 1970 rasgos maoístas

Fuerzas Armadas De 1967 a 1973 Peronista de


Peronistas izquierda.
(FAP) Guerra popular
prolongada

Fuerzas Armadas De 1967 a 1973 Marxista-


Revolucionarias leninista-
(FAR) peronista.
Al principio
tuvo militantes
guevaristas

Movimiento De 1969 a 1977 De izquierda Juventud


Peronista Montonero peronista con Peronista
(MPM) raíces fascistas Regionales
nacionalista,
con agenda
social radical
católica
(Teología de la
Liberación)

Uturuncos De 1959 a 1960 Peronista


y castrista
Donde hubo fuego u 191

País Guerrilla Período de Ideología Organización


acción legal
Brasil Acción Libertadora De 1968 a 1970 Marxista
Nacional (ALN)
Movimiento Desde los Guevarista
Revolucionario de últimos años
Octubre 8 de la década
(MR-8) del 60 hasta
principios de
la del 70
Vanguardia Desde 1968 De izquierda
Popular hasta los nacionalista al
Revolucionaria últimos años principio,
(VPR) de la década castrista
del 70 después
Chile Frente Patriótico Desde principios Marxista
Manuel Rodríguez de la década del
Partido Comunista 80 hasta la
de Chile actualidad.
(FPMR/PCCH) Abandonó la
lucha armada
al terminar el
régimen militar
Movimiento De 1965 a 1968 Castrista Movimiento
de Izquierda y guevarista democrático
Revolucionaria popular
(MIR)

Costa La Familia Desde 1981 Marxista-


Rica hasta 1983 leninista.
Guerra Popular
prolongada
Organización Desde 1986
Patriótica hasta 1988
Santa María/
Ejército de la
Democracia y la
Soberanía (OPS)

Cuba Movimiento De 1953 a 1959 Castrista


26 de Julio (combinación
(M-26) de nacionalismo
cubano y
marxismo)
192 u Adolfo Garcé

País Guerrilla Período de Ideología Organización


acción legal
República Movimiento Se funda a Marxista-
Dominicana 14 de Junio finales de los castrista
(M-14) 50s. Comienza
la lucha armada
en dos
oportunidades,
en 1963 y luego
en 1970

El Salvador Ejército Desde 1972 Al principio, Ligas


Revolucionario hasta 1992 maoísta. Populares
del Pueblo Influido por 28 de febrero
(ERP) Nicaragua y el Partido
y Cuba de la
Revolución
Salvadoreña
Frente 1980 Marxista- Representado
Farabundo leninista legalmente
Martí de por el
Liberación Frente
Nacional Democrático
(FFMLN) Revolucionario

Fuerzas Desde 1977 Marxista- Partido de


Armadas de hasta 1992 leninista Acción Renova-
Liberación ortodoxo dora la Unión
(FAL) Democrática
Unión Nacio-
nalista
Opositora
Fuerzas Desde 1975 Marxista no Partido de
Armadas de hasta 1992 ortodoxo, Resistencia
Resistencia vinculada a la Nacional y el
Nacional Iglesia Frente de
(FARN) Católica y a la Acción Popular
clase media Unido

Fuerzas Desde 1970 Maoísta- Bloque Popular


Populares de hasta 1992 castrista. Revolucionario
Liberación Guerra
Farabundo popular
Martí prolongada
(FPL)
Donde hubo fuego u 193

País Guerrilla Período de Ideología Organización


acción legal
El Salvador Partido 1976 Inicialmente Movimiento
Revolucionario Abandona la trostkysta, de Liberación
deTrabajadores lucha armada a partir de Popular
de Centroamé- en 1992 1979 más
rica/Fuerzas marxista-
Armadas leninista
Revolucionarias ortodoxo.
de Liberación Concepción
Popular regional de
(PRTC/FALP) la lucha.

Grenada New Jewel 1973 Marxista-


Movement leninista
(NJM)

Honduras Frente Desde 1967 Maoísta


Morazonista hasta el
de Liberación presente
Nacional
Hondureño
(FMLNH)

Fuerzas Desde 1981 Sandinista,


Populares hasta el marxista
Revolucionarias presente
Lorenzo Zelaya
(FPRLZ)

Movimiento Desde 1980 Marxista-


Popular de hasta el leninista
Liberación presente populista
«Cinchoneros» rural
(MPL
Cinchoneros)

Partido Desde 1977 Al principio


Revolucionario hasta el trostkysta
de los presente
Trabajadores
Centroamerica-
nos de
Honduras
(PRTCH)
194 u Adolfo Garcé

País Guerrilla Período de Ideología Organización


acción legal
México Ejército Desde 1994 Estrategia
Zapatista de hasta el guevarista,
Liberación presente foquista
Nacional
(EZLN)
Liga Comunista Desde 1973 Ultramarxista-
23 de hasta 1976 leninista
Septiembre
(LC-23S)
Partido Desde 1969 Marxista-
Revolucionario hasta 1974 leninista
de Obreros y
Campesinos/
Partidos de los
Pobres
(PROC/PP)
Nicaragua Frente Desde 1961 Marxismo.
Sandinista de hasta 1979 Teología de
Liberación la Liberación,
Nacional sandinismo
(FSLN)
Uruguay Movimiento Desde 1962 Marxista
de Liberación hasta 1972 Movimiento
Nacional 26 de Marzo
Tupamaros
(MLN-T)
Venezuela Movimiento Década de Castrista
de Izquierda 1960
Revolucionaria/
Fuerzas
Armadas de
Liberación
Nacional
(MIR/FALN)
Partido Desde 1961
Comunista de hasta 1968
Venezuela/
Fuerzas Armadas
de Liberación
Nacional (PCV/
FALN)
Fuente: Lisa Gross, Handbook of Leftist Guerrilla Groups in Latin America and the
Caribbean. (Cabe señalar que el texto incluye datos completos para América Latina, por
razones de extensión restringimos los datos al Cono Sur y el Caribe.
Donde hubo fuego u 195

se, de pertrecharse, de procesar hechos que violen la legalidad burguesa genera


conciencia, organización y condiciones revolucionarias.

2-¿Cuál es la diferencia fundamental de la organización de Uds. con otras


organizaciones de la Izquierda?
La mayoría de estas últimas parecen confiar más en los manifiestos, en la
emisión de enunciados teóricos referentes a la Revolución para preparar militan-
tes y condiciones revolucionarias sin comprender que, fundamentalmente, son
las acciones revolucionarias las que precipitan las situaciones revolucionarias.

3-¿Me puede poner algún ejemplo histórico ilustrativo de cómo funciona


el principio de que la acción revolucionaria genera conciencia, organización
y condiciones revolucionarias?
Cuba es un ejemplo. En lugar de un largo proceso de formación del Partido
de masas, se instala un foco guerrillero de una docena de hombres y este hecho
genera conciencia, organización y condiciones revolucionarias que culminan con
una verdadera Revolución Socialista. Ante el hecho revolucionario consumado
todos los auténticos revolucionarios se ven obligados a lanzarse detrás.

[…]

6-¿Quiere decir que la lucha armada al mismo tiempo que va destruyendo


al poder burgués, puede ir creando el movimiento de masas que necesita una
organización insurrecional para hacer la Revolución?
Sí, sin considerar esfuerzo perdido el que se realice para crear un Partido o
Movimiento de masas antes de lanzar la lucha armada, hay que reconocer que
la lucha armada apresura y precipita el movimiento de masas. Y no es sólo el
ejemplo de Cuba; también en China el Partido de masas se fue creando en el trans-
curso de la lucha armada. Quiere decir que la formula rígida de ciertos teóricos,
“primero crear el Partido para después lanzar la Revolución”, históricamente,
reconoce más excepciones que aplicaciones. A esta altura de la historia nadie
puede discutir que un grupo armado, por pequeño que éste sea, tiene mayores
posibilidades de éxito, para convertirse en un gran ejército popular, que un grupo
que se limite a emitir “posiciones” revolucionarias.

7-Sin embargo, un movimiento revolucionario necesita plataformas, docu-


mentos, etc.?
Desde luego; pero no hay que confundir. No es sólo puliendo plataformas y
programas que se hace la Revolución. Los principios básicos de una Revolución
196 u Adolfo Garcé

Socialista están dados y experimentados en países como Cuba y no hay más


que discutir. Basta adherir a esos principios y señalar con hechos el camino
insurreccional para lograr su aplicación.

[…]

11- ¿Cuáles son los objetivos fundamentales, en general, del movimiento


en esta etapa?
Tener un grupo armado, lo mejor preparado y pertrechado posible, probado
en la acción.
Tener buenas relaciones con todos los movimientos populares que apoyan
esta clase de luchas.
Crear órganos de propaganda destinados a radicalizar las luchas y crear
conciencia.
Tener un eficiente aparato de captación de militantes con posibilidades de
formación teórica y grupos dentro del movimiento que cumplan con las fun-
ciones antes mencionadas.

[…]

16- ¿Me puede detallar la estrategia para la toma del poder en el Uruguay?
No, no puedo darle una estrategia detallada. En cambio, puedo darle algu-
nas líneas generales estratégicas y esto mismo sujeto a modificaciones, con el
cambio de circunstancias. Es decir, líneas generales estratégicas válidas para el
día, mes y año en que se anuncian.

17- ¿Por qué no puede darme una estrategia detallada y definitiva?


Porque una estrategia se va elaborando a partir de los hechos reales básicos
y la realidad cambia, independientemente de la voluntad. Comprenda que no es
lo mismo una estrategia basada en el hecho de un movimiento sindical fuerte
y organizado, que una basada en el hecho de que ese movimiento haya sido
desbaratado, para poner un ejemplo ilustrativo.

[…]

28- ¿Considera que todas estas tareas son igualmente revolucionarias?


Sí. Algunos creen que solamente cuando estamos entrenándonos para com-
batir o cuando se entra en acción, estamos haciendo una tarea revolucionaria,
pero todas las tareas que ayuden a un plan estratégico son igualmente importantes
para la revolución.

[…]
Donde hubo fuego u 197

30- ¿Quiere decir que una posibilidad estratégica se puede abrir con nuestro
esfuerzo cotidiano?
Sí. Una estrategia para la revolución depende de las condiciones que po-
damos crear con nuestro esfuerzo orientado a un plan para la toma del poder,
además de no perder de vista las condiciones que nos da la realidad

Fuente: Entrevista a Raúl Sendic en “30 preguntas a un Tupamaro” Revista Punto Final
nº 58, Impresora Prensa Latinoamericana, Chile, 2 de julio de 1968.

Autocrítica: Carta de los presos (1973)

Publicada en el folleto “La carta de los presos y otros documentos”, MLN-T,


sin fecha. Este documento fue elaborado por algunos de los principales dirigentes
del MLN-T a mediados de 1973. La carta está fecha el 19 de agosto de 1973.

Conclusiones de la autocrítica sobre estrategia

Nuestro principal error no fue la desviación pequeño burguesa, sino el error


original de línea que luego dio lugar a esa desviación. A partir de 1969, aproxi-
madamente, la organización se quedó sin estrategia. Desde 1963 al 69, siempre
tuvimos el gran rumbo estratégico claro; primero fue construir el aparato mínimo
(63-66); luego la acción genera conciencia (66-69); en este último período,
tratamos de pasar del pequeño grupo inicial a un gran movimiento, creando
conciencia a través de la acción. Todo este tiempo (63-69) fue el más típicamente
foquista. Pero ya en el Documento 4 (enero 69) decíamos que el reto histórico
era crear la telaraña MLN-pueblo; era quizás el comienzo de una proposición
estratégica que no se profundizó adecuadamente. No nos dimos cuenta cabal
de que justamente por haber sido correcta la estrategia de que la acción genera
conciencia y organización, y haberse plasmado en la práctica, era necesario
responder a las nuevas interrogantes que la organización y la conciencia creada
planteaban. Esta situación fue haciendo crisis dentro del MLN, al principio, en
1969, casi imperceptiblemente, luego con más fuerza en el 70, y en forma más
aguda en el 71, particularmente después de las elecciones. Lo peor fue que no
sólo no dimos con esa estrategia justa, sino que no hicimos conciencia de esa
carencia. Durante ese tiempo creímos tener estrategia, cuando lo que hacíamos
era seguir aplicando una ya caduca, la acción genera conciencia, etc., o elaborar
tácticas circunstanciales a las que por error denominábamos estrategia: desarmes,
secuestros, satanás, cacao, cárceles del pueblo, doble poder, etc.
198 u Adolfo Garcé

El hundirnos en este error significó que siguiéramos dando importancia


desmesurada al aparato armado, cuyo crecimiento se transformó en el princi-
pal fin de nuestro trabajo en todos los frentes. Significó que no elaboramos a
tiempo respuestas militares adecuadas a nuestra nueva envergadura. A esto se
agregó que dado el crecimiento desordenado o irracional del aparato armado,
éste creara sus propias necesidades de acción, que muchas veces dieron origen
a planes o tácticas inconducentes o francamente impolíticas. NO dimos una
cabal respuesta al frente de masas, por el contrario, el gran apoyo con que con
nuestra acción generamos lo frustramos, pues como única respuesta teníamos
la posibilidad de integrar a la gente al aparato militar, lo cual perjudicó tanto al
aparato militar como a la perspectiva en el frente de masas.

Recién en 1971, ya con el agua al cuello, por imperio de los acontecimientos,


comenzamos a crear los mecanismos del aparato de masas, pero ya era tarde. La
desviación pequeño burguesa no se instala en la organización por arte de magia,
sino que al irrumpir en la organización los nuevos contingentes generados por
el prestigio logrado en las clases medias, no lo hacen en forma selectiva. Dado
que lo que precisábamos era combatientes de inmediato, y dado que al frente
de masas, concretamente a la clase obrera, le dábamos relativa importancia, los
estudiantes salieron beneficiados en esa selección. Pronto pasaron a ocupar los
puestos claves en la organización.

Si esta visión autocrítica es correcta, ello significa que aún hoy podemos estar
en grave omisión, porque ¿tenemos una cabal respuesta estratégica? Pensamos
que la principal pregunta que comenzó a plantearse en 1969 y que debió ser
respondida era y es: ¿cómo tomaremos el Poder? y ¿cuáles serán los grandes
pasos de aproximación al Poder? ¿Cómo será el camino de la revolución en
el Uruguay, qué papel jugarán las clases, el Partido, la organización, la lucha
armada, etc., en las nuevas batallas? Esta es pues una tarea pendiente y urgente,
al no estar resuelta esta cuestión comenzamos a patinar en el plano ideológico,
organizativo y táctico. Fuimos cayendo en una búsqueda incesante y a veces
desordenada, en todos los planos; la improvisación sustituye a la planificación.
Pretendemos seguir conduciendo una organización enorme, con responsabi-
lidades enormes y con complejos problemas, con los mismos organismos de
dirección del pasado. Peor aún, con menos mecanismos de dirección que los que
teníamos cuando éramos un puñado; abandonamos la costumbre de los simpo-
sios, no realizamos las convenciones nacionales, mantuvimos escuálidos C.E.,
recién al final asistido penosamente por un secretariado. El error que venimos
señalando es un error típico de dirección.

En el plano militar, no hicimos a tiempo conciencia de que la estructura


guerrillera que poseíamos tenía un plafond organizativo y táctico eficiente para
la época en que la estrategia era crear conciencia y organización con acciones,
Donde hubo fuego u 199

pero incapaz de dar respuestas militares superiores.

En lugar de crecer ideológica, organizativamente, porque cualitativamente


caímos en la artesanía. Por la ausencia de un gran rumbo estratégico claro,
incurrimos en la constante búsqueda táctica y organizativa, errando muchas
veces gravemente. Luego, muchas desviaciones que tuvieron origen en el error
principal, cobraron mayor importancia y actuaron otra vez en forma determi-
nante de nuevos errores.

Hasta aquí las conclusiones referidas a los errores de orden estratégico,


principales a nuestro juicio, respecto a los que nos pasó. A ellas nos referimos
cuando decimos que a cierta altura llegamos a una edad crítica a la que no
supimos dar las respuestas estratégicas y adecuar la organización y la táctica
a esas respuestas.

Queda pendiente entonces la gran tarea de elaborar nuestras respuestas


estratégicas a la luz, ahora también, de los golpes recibidos; hay rubros que
también deben cubrirse en materia autocrítica: funcionamiento y organización,
táctica, dirección y dirigentes.

1972-1973 tal vez mandemos algo al respecto.

Una idea para pelotear y aplicar si se considera viable. Unir en un solo


movimiento a todos los grupos que constituyen la Corriente, incluso al 26;
argumento: es gente probada en las peores, con ellos no podemos tener contra-
dicciones mayores que en el pasado, la unión multiplica las fuerzas disponibles,
estamos débiles para la ofensiva que en el frente de masas hay que llevar a cabo.
Condiciones: un programa, una disciplina férrea, una sola dirección, un solo
esquema organizativo, adecuarse a las actividades legales y clandestinas en el
frente de masas; prioridad de trabajo en la clase obrera, representación de la
organización en la dirección de los puestos claves. Que quede claro que se debe
colaborar activamente con la organización y a la inversa, reclutamiento para la
organización en el seno de ese movimiento; control por parte de la organización
de la faz formativa y de seguridad internas.

Pasos a dar: conversaciones privadas, un congreso de unificación, una


declaración pública y un llamado al pueblo; unificación organizativa, plan de
trabajo global y para todos los frentes; los frentes deben ser: movimiento obrero,
estudiantil, comité de familiares, religiosos, barrios claves (Cerro, La Teja, Ma-
roñas, Cerrito), marginados, propaganda, Frente Amplio, alianzas y relaciones.

En estudiantes, docentes y funcionarios; en obreros, empleados; en propa-


200 u Adolfo Garcé

ganda, una política global para todas las formas de propaganda. Otros frentes:
pequeños productores.

En función de esto, concebida la organización como el Partido, establecer por


tanto, con este movimiento a crear, una relación dialéctica de polea de transmi-
sión MLN-Pueblo; el grueso de nuestro trabajo de masas en esta etapa debe ser
hecho por este movimiento, la organización debe dividirse en aparato armado
y político de masas, este último se encargará del bancamiento y la acción en el
nuevo movimiento, nuestro aparato de masas debe ser una columna vertebral
de cuadros selectos: tener claro que en el 72 muchos amigos de la Corriente
respondieron en gran forma. Más adelante mandaremos concepción y criterios
en torno al Partido, estamos peloteando estos conceptos:

1) La organización constituye el elenco revolucionario probado a que se


refería Lenin para llevar a su fin la revolución.
2) De hecho ya un movimiento de masas (Tendencia) lo acepta como van-
guardia aun en los momentos de mayor crisis (mediados de 72).
3) Ese Partido debe corregir sus deformaciones buscando una mayor inte-
gración obrera.

MLN-T, FA y elecciones de 1984

El Movimiento de Independientes 26 de Marzo y las elecciones

El Movimiento de Independientes 26 de Marzo en el Uruguay, ante las


próximas elecciones nacionales a realizarse el 25 de noviembre, declara:

1. Su total adhesión al Programa de Gobierno y a los candidatos comunes


del Frente Amplio, compañeros Crottogini, D’Elía, como asimismo a los
19 candidatos a las intendencias departamentales.
2. Que, como es postulado fundamental, el Movimiento no presenta listas
propias, ni sus militantes integran listas sectoriales.
3. Que no obstante, como afirmó en 1971, “dejará a sus militantes en
plenísima libertad de escoger en el abanico de posibilidades ofrecidas
por las distintas listas frentistas, sintiéndose dignamente representado
Donde hubo fuego u 201

por los candidatos de los distintos sectores del FA, ya que todos estarán
obligados a impulsar el programa del Frente, rindiendo cuentas ante las
bases”.
4. Que estas elecciones condicionadas por la dictadura, que mantiene en la
cárcel a cientos de compañeros, con cientos de desaparecidos, a miles
de proscriptos y decenas de miles en el exilio, serán, no obstante, un
paso más que recorrerá el pueblo uruguayo en la búsqueda de un camino
verdadero para conquistar la liberación.
5. Que a las limitaciones aludidas en el punto 4, a las que debemos sumar-
le el uso indiscriminado de los medios de comunicación por parte del
oficialismo y de los sectores continuistas, en un claro plan de terrorismo
verbal, debemos oponerle la fuerza movilizadora y vigilante del pueblo,
que convierta cada instante de lucha en la forja de la conciencia, y la
decisión soberana del pueblo de lograr no sólo el gobierno, sino el poder
popular.
6. Que como siempre nuestra militancia estará también en los comités de
base, impulsando la campaña electoral, que para nosotros es la campaña
por la conciencia, la movilización y la organización del pueblo en pos
de sus legítimos derechos.
7. Que independientemente del resultado, el acto electoral, debe entenderse
solamente como un instrumento y no como un fin, para que realmente
hagamos carne aquel concepto que viene de los orígenes de nuestra
coalición de “que el objetivo fundamental del Frente Amplio es la acción
política permanente y no la contienda electoral”.

Por lo tanto después del 25 de noviembre estaremos en cada comité para


afirmar la unidad, fortalecer la organización y continuar la lucha por una PA-
TRIA PARA TODOS.

AVANZAR Y LUCHAR POR PODER POPULAR


MOVIMIENTO DE INDEPENDIENTES 26 DE MARZO
EN EL URUGUAY

Noviembre de 1984

Tradiciones ideológicas
202 u Adolfo Garcé

Marxismo y Anarquismo

Contratapa de la publicación independiente Hervidero, nº6, Julio de 2004.


Hervidero fue creada en abril de 2003 por un grupo de ex militantes del MLN-T.
El primer equipo coordinador estuvo integrado por Cristina Carrera, Ricardo
Elena, Elba Ferrario, Gustavo Melazzi, Jorge Ramada, Roberto Sasiaín, Wla-
dimir Sawchuk y Baldemar Taroco. En ella han escrito, entre otros, Eduardo
Bonomi, Hugo Leytón, Carlos Caillabet y Daniel Viglietti. Andrés Cultelli fue
uno de los principales impulsores de esta publicación. En la contratapa de cada
número aparecen retratos de las figuras que, a juicio de la revista, constituyen
los principales referentes del pensamiento revolucionario.
Donde hubo fuego u 203

«El palito y la colmena»: José Mujica (marzo 1985)

1. “Seguimos vertebrando sueños…”

Lo primero, muchachos, reconocer lo mucho que han hecho ustedes.


Reconocer en ustedes lo mucho que ha hecho para con nosotros este pueblo.
Estamos aquí, un poco agobiados por la emoción, porque miramos entre las

caras y deberían estar muchas otras, que han ido quedando en estos años, largos
años de peripecias… Miramos mucha gente joven, miramos nuestras manos e,
inevitablemente, nos vemos 30 años atrás; cuando, potrillos, andábamos de la
mano con alguna novia y un sueño de revolución por las esquinas. Hay ciertas
novias que no se olvidan nunca.

Seguimos todavía vertebrando sueños. Y seguiremos.

Tengo que no olvidar, y no es fácil para un cerebro carcomido de rejas, que


fuimos invitados por ustedes, sin condiciones y mucho, mucho, tenemos que
agradecer. Vamos a ir a todas las tribunas que nos ofrezcan, sin condiciones,
vamos a ir para estar con todos, y para todos. Esa es una posición que entraña
204 u Adolfo Garcé

una postura política que cada cual sabrá medir. Sin embargo, por estar en un
estrado, no se deja de estar abajo. Estamos reaprendiendo, porque hasta la
tumba se reaprende.

2. “Lo esencial es la colmena…”

Muy poca, poquísima calle las circunstancias nos han permitido hacer por
estos días, sin embargo, ya hemos aprendido una lección: este pueblo se ha
transformado y mucho. Y el que no lo interprete pierde el tren. Se acabaron los
lineazos de la altura. Ya no importan tanto los “locales”, la cosa está en la calle.
Hay una diferencia abismal, aquella masa que nosotros conocimos… Las cosas
pueden ser lentas, difíciles, hay que convencer, hay que convencerse. La gente
quiere pensar, participar. Y es bueno que eso sea, es bueno que se termine el
dirigentismo. No tenemos línea. No podemos tenerla, porque nuestros cerebros
están ignorantes; muchos años sin nada, absolutamente nada. Y no venimos a
llorar nuestros dolores y nuestras penas, simplemente a dejar bien clarito que
el puñado de viejos que van quedando tiene nítidamente claro que apenas es
un palito, que debe funcionar, para que la colmena se aglomere en rededor: lo
esencial no es el palito, sino la colmena. Y es bueno recordar algunas cosas que
fueron quedando; porque los tupamaros fuimos presa de la urgencia. Muchas
veces, queriéndolo hacer, no hicimos cosas fundamentales.

Tuvimos que olvidar la docencia, tuvimos que olvidarnos de escribir papeles,


de escribir libritos; porque había cantones que evacuar, en otra época, porque
había que fabricar documentos, porque había que luchar con la clandestinidad.

3. “Ni una máquina de escribir...”

Y esto no son justificaciones, sirven para interpretar ciertas cosas, que se


fueron modelando y tenemos conciencia de nuestras limitaciones: los compa-
ñeros, nosotros mismos, por el esfuerzo, de todos Uds., y sobre todo el inmenso
esfuerzo de ese Pueblo que ustedes están representando. Apenas un torbellino
de problemas se nos acampó en el lomo, dónde van a vivir, de qué van a comer,
cómo solucionan sus problemas. Y hay que decirlo claro, compañeros, sabemos,
lo hemos visto, lo hemos palpado; tenemos pueblo, y mucho pueblo. Pero bien
clarito. Los medios materiales que tienen en sus manos los hombres de la Guar-
dia Vieja son nada, absolutamente nada. Somos la organización política –si se
puede llamar organización a esta gigantesca emoción– más pobre del país, ni
una máquina de escribir, ni un escritorio, menos una oficina, no tenemos nada,
absolutamente nada, cicatrices. Sin embargo los tenemos a Uds., y a los muchos
otros, lo demás va a venir sobre la marcha.

4. “Las discrepancias ayudan a elegir caminos…”


Donde hubo fuego u 205

Y como hombre viejo –no para dar consejos– es bueno recordar algunas
cosas que quedaron. Siempre, absolutamente siempre tuvimos discrepancias,
claro que sí, las discrepancias son buenas, ayudan a elegir caminos. Ya por
1966 teníamos definido, y era decreto para nosotros, que en eso que llaman lucha
ideológica, no se insultaba a nadie, yo les recuerdo muchachos que la pasión no
justifica la miseria…, la miseria del alma. Nacimos para luchar por la igualdad,
y por el sueño de un hombre, si no nuevo, algo mejor.

Y hay ciertas cuestiones de método que salpican la pureza de nuestra causa.


Debemos tener claro que las diferencias de la familia tupamara que pueden ser
muy grandes, no lo son tanto como para que no tengamos claro y definido esto.

Los viejos vamos a jugar nuestro papel, hasta que ustedes…, hasta que us-
tedes se reencuentren a Uds. mismos, habrá que renovarse a su debido tiempo.

5. “Nuestra presencia será sistemática…”

Queremos además con nuestra presencia, representar a los otros compañe-


ros viejos, que no pueden estar aquí sencillamente, porque estamos durmiendo
un par de horas, porque estamos, estamos atosigados de problemas, pequeños
problemas; dónde vive Juan, qué pasa con Pedro, dónde estará fulana, y así son
las cosas, todo ese mundillo de pequeñas cosas que son inmensas para nosotros.
Deben ser atendidas y no existe nada, no existe nada de eso que se puede llamar y
se suele llamar aparato. Hacemos lo que podemos, esa es la razón de que nuestra
presencia, que debió ser más amplia, y que pretende ser más amplia y que será
cada vez más sistemática, donde ustedes estén, y donde quiera que se levante
una tribuna sin condiciones, por este pueblo, cualquiera sean las organizaciones
políticas, cualquiera sean las diferencias. Estaremos con todos, para todos, para
enseñar sobre la práctica que se puede discrepar y sin embargo ser lo mismo.
Quiero además, quiero… tal vez discrepar con muchos, particularmente de la
gente joven que anda aquí, no acompaño el camino del odio, ni aun aquellos
que tuvieron bajezas sobre nosotros, el odio no construye. Esto no es pose de-
magógica, esto no es cosa de andar eludiendo el bulto, esto no es cosa de poner
una cara linda, estas son cosas de principios, cosas que no se pueden hipotecar.
Queremos además y perdonen por la incoherencia, no es fácil ser coherente con
la emoción que Uds. representan, con tantos años de trillo en esos calabozos,
con tanta soledad encima, no es fácil, perdonen las limitaciones, para hilvanar
lo que teníamos para decir, hay mucho, mucho, mucho, mucho… quisiéramos
haber tenido tiempo, media hora.

6. “Vale la causa no el apellido…”


206 u Adolfo Garcé

Quisiéramos por ejemplo haber podido hablar qué es para nosotros un


Tupamaro, cómo concebimos como tipo de Hombre un Tupamaro, nos llevará
la noche hablar. Fuimos creando nuestra cultura que no está escrita, fuimos
generando nuestra propia historia que tampoco está escrita. La Guardia Vieja no
tuvo tiempo de escribir, apenas pudo pensar y no siempre, porque tuvo mucho
que hacer y por eso, mucho, mucho, también se equivocó la Guardia Vieja.
Los movimientos políticos de las organizaciones no tienen los dirigentes que
merecen, no, hay un conjunto de circunstancias que pueden determinar que a
veces en una calle de feria las circunstancias te coloquen a ser mirados con ojos
un poco de devoción, la gente joven; pero no estamos aquí para hamacarnos
en los brazos de la gloria. Elegimos ciertos principios que hay que recordarlos:
Somos primero, Tupamaros, elegimos un sistema de direcciones colectivas, y
cada día más, la complejidad de los fenómenos sociales y políticos, va deter-
minando que las dirigencias son equipos, y que un equipo de dirigentes sería
bueno en la medida que sea capaz de generar otros mejores, y por eso... y por
eso tenemos claro, y definidos palitos, palitos para que la colmena se aglomere
después, la base después con Uds., porque bien claro entre los valores que entraña
una concepción de la vida, que va más allá de un esquema de ideas políticas;
hay una manera peculiar de mirar el mundo. Aprendimos en la orfandad de los
calabozos, en todos estos años, muchachos, con qué poco se puede ser feliz, y si
con eso no lo lográs no lo lográs con nada... Aprendimos también sin libros, un
modo de mirar sí, si vos querés un tanto Panteísta, nos gustaban las arañas, nos
gustaban las hormigas, porque eran la única cosa viva que teníamos en la soledad
de nuestros calabozos. Somos de la naturaleza y con ella estamos. Después de
nosotros, vendrán otros y muchos otros, lo que vale es la causa, no el apellido.

7. “Llevaban un puñadito de sueños...”

Vamos a salir en la medida que nos den las fuerzas, a caminar por la calle, a
tomar un poco de mate con los muchachos por las esquinas, a conversar con la
gente de las fábricas con el mismo espíritu con que fuimos allá por el año 66,
algunos otros compañeros a reclutar el primer grupo de estudiantes que debajo
de sus portafolios, de sus reglas llevaban un puñadito de sueños, se cuenta que,
en nuestra cultura no escrita, los muchachos preguntaron: ¿qué línea tienen
Uds? Para el movimiento estudiantil, nosotros contestamos (1966): nosotros no
tenemos línea para el movimiento estudiantil, Uds. tienen que generar la línea.
Tenemos claro que la etapa que se viene tiene sus inmensas posibilidades, sus
tremendas interrogantes. Hay una generación que es fundamental, la que se
está procesando, que trae un bache; muchos años de oscuridad, mucho fervor.

8. “Ni ayer ni hoy reformistas...”

Solo una actitud democrática permitirá una maduración política masiva, de


Donde hubo fuego u 207

esa inmensa potencialidad, hay que ser democrático, tremendamente democrá-


tico, es la hora de tenerlo claro que entre el dilema centralismo y democracia,
hay que inclinarse por más democracia, por eso, porque ya aprendimos, por-
que ya tenemos claro esto, porque estamos viejos, porque tenemos conciencia
lúcida que pronto tenemos que marcharnos por el camino de la naturaleza, por
todo eso estamos convencidos que vamos a ser la fuerza política que englobe la
juventud, la cosa esencial de la juventud del país. Pero vamos a compartir esa
juventud con todos aquellos que se muevan en una dirección esencial bastante
similar, que se mueva por los mismos objetivos. No nos creemos el ombligo de
la historia. También las organizaciones políticas son circunstancias, son etapas,
son instrumentos. Estamos y estaremos con todos aquellos que luchen por un
paso de progreso, y si a veces no podemos llegar a más, será porque medimos
objetivamente que las condiciones no dan más, pero no vamos a mentir, ni ayer
ni hoy reformistas.

9. “Vivir como pobres...”

Pero bastantes viejos, sabemos que ese mismo Pueblo que tiene momentos
de Quijote tiene mucho de la sabiduría de Sancho, mucho valor también tie-
nen las reformas, mucho valor tiene la solución de los problemas inmediatos
de la gente. Hay que tenerlo claro, y aún más cuando la estrella no llega, por
lo menos, es una actitud moral, ética, preocuparse por una miga de pan para
el que no tiene pan, luchar en todos los frentes, absolutamente en todos los
frentes. Porque nosotros seguimos soñando y seguiremos soñando, pensamos
en organizaciones de vanguardia, en partidos de vanguardia, que tengan algún
día sus comités centrales, definidamente integrados, por hombres que no tie-
nen sólo un montón de papeles escritos, que se pueden llamar la ideología del
proletariado, allí donde se corta el bacalao. Tenemos claro que hay que pensar
sencillamente en vivir como pobres, quien luche por la igualdad con demasiado
poder político sobre un puñado de hombres, tiene que tener claro que no es juez
de las necesidades de la masa, pero quien luche por la igualdad con entrega
absoluta entra en la carrera de los “honores”. Para nosotros, tiene que tener
claro, que hay que vivir en la igualdad de los más y no para algún día, porque
aprendimos en todos estos años que la dureza con nosotros mismos, es la mejor
fuente de ternura para los demás. Porque decimos esto muchachos..., no se llega
mañana al fin de las estrellas, no hay ningún programa que se termine, no hay
una tierra prometida al final de un programa, o del segundo, tercero, quinto o
décimo plan quinquenal.

Se empieza a ser igual ya, hoy, en un culto sistemático con […] las defor-
maciones que tenemos cada uno de nosotros.

10. “Pensar en el pueblo como es...”


208 u Adolfo Garcé

Soñar no significa no razonar, razonar es medir nuestros límites. Medir los


límites, es pensar en el pueblo como es, como somos los hombres. En definitiva
debemos tener una actitud de cultivar al máximo, hay que formar generaciones,
tras generaciones de hombres que luchen por la mejora de la especie. Y ese
trabajo no se termina nunca.
Estamos hermanados con todos los hombres que en la historia nos han en-
señado algo, que hay que hacer un poco más por los demás.

Ya la palabra Socialismo es bastante complicada, simplemente alcanza con


lo más chiquito: luchamos por la igualdad social entre los hombres.

Las cosas..., que en la política sean verdaderamente gravitantes, que no se


puedan explicar con sencillez, no son tan importantes. Seguimos pues con otros
métodos, en este caso con otro “fierrito”en la lucha por lo mismo. Y estamos
viejos.

El compañero (El Ñato) decía las otras noches que si desgraciadamente a


esa democracia de Primavera nos la roban..., sí, absolutamente sí, desgracia-
damente sí: tendremos que agarrar otro “fierrito”.

Por eso una actitud abierta, una actitud no sectaria, una actitud no dogmáti-
ca, una actitud de aprender, una forma de estar con todos aquellos que piensan
medianamente parecido. Hay que agrandar mucho las filas del Pueblo, hay que
luchar mucho por agrandar esas filas, y hay que tener la sabiduría de no pedirle
a la gente lo que la gente no puede dar... Porque si nuestra impaciencia llega a
pedir más, más a los hombres de lo que aquellos pueden darnos nos exponemos
a un fracaso y los arruinamos a ellos.

11. “Organizar las filas...”

Tremendamente impacientes, tal vez por ello, bastantes revolucionarios,


pedimos paciencia. Lo primero organizar las filas. Lo segundo soldarnos con el
pueblo. Lo tercero educarnos, formarnos. Seguimos siendo: primero que nada
hombres de acción. Hay acción con la azada, hay acción con el trabajo, hay
acción con la humildad, hay acción con la prédica.
Yo sé, yo sé que un par de tiros es una cosa perfectamente seria, y sé que
hay mucho titular de por medio. Pero una cosa es bulla y muy otra propaganda.
De la bulla no queda nada, de la propaganda queda una docencia, un algo...,
un algo que aprender.

De uno a uno, de verbo en verbo, Esta democracia tiene que servir para
Donde hubo fuego u 209

educarnos. Cuando el gobierno falle, cuando en el eterno dilema de los pobres


y ricos se nos incline por la panzocracia..., tendremos que seguir educando,
luchando y forjándolos.

Nuestros dos viejos partidos tradicionales, no son ni por asomo algo que
merezca desprecio, porque si los despreciamos, desconocemos la esencia de este
país. Y es bueno, es bueno que los hombres de izquierda empiecen a poner las
patas en el suelo. A re-pensar, re-pensar la historia nacional, y después re-fabricar
nuestros propios esquemas.

12. “Un país de la Gran Nación Latinoamericana...”

Los tupamaros tenemos diferencias, aun entre los hombres de la Guardia Vie-
ja: Perdonen compañeros, yo no tengo empacho, ni me pidan que no lo diga, que
en mi interpretación histórica de este país, soy blanco, perfectamente blanco...
No por blanco menos tupamaro, y como pertenecemos a una organización que
no robotiza el cerebro de los hombres, tengo la libertad suficiente..., para decir
nuestro modo personal, que interpreta el de muchos otros compañeros, pero no
necesariamente el de todos. Y sin embargo seguimos siendo el mismo equipo.
Que para nosotros que no tememos golpear contra las “vacas sagradas” de la
historia, así categóricamente decimos que somos blancos, mídase que decimos
blancos, no P. Nacional.

Tal vez muy después de Don José Artigas, el hombre más importante de la
Historia Nacional se llama José Batlle y Ordóñez.

Y esto no lo decimos para quedar bien con unos o con otros. Lo discutimos
con oficiales en la soledad de los calabozos, lo dijimos en los juzgados en todos
estos años, tenemos testimonio.

En nuestro modo de pensar o de re-pensar la Historia Nacional que no se


termina nunca y que es un capítulo fresco al que yo invito a la muchachada
joven a meter las narices, pero teniendo en cuenta que el mensaje de esa Historia
Nacional se enraba con una Patria que está para hacer.

Somos apenas un país de la Gran Nación Latinoamericana y a ella nos de-


bemos... Y hay que tenerlo claro, hay que tenerlo claro, toda nuestra lucha está
enrabada, salpicada por ellos y es por esto que ya no podemos tener, queridos
compañeros jóvenes, aquellas falsas ilusiones de nuestro tiempito de estudiantes,
no muchos, cuando para seguir marchando necesitábamos un esquemita claro,
perfectamente claro.

13. “La Revolución es primero trabajo y más trabajo...”


210 u Adolfo Garcé

Hemos aprendido también en estos años que las cuestiones sociopolíticas son
hondas y por ello tremendamente oscuras. No debemos sacrificar, por claridad,
profundidad. Hay que bucear y bucear, muchas veces a media luz, pero calar
hondo y a ello se llega por dos caminos: Democracia y ciencia.

Hacer horas estudiando los problemas. Democracia, equipo, sudor para


interpretar. Es por eso muchachos que no alcanza con un programa de razones
claras, no alcanza con estudiar algunas horas, no alcanza con algunos manifies-
tos, con algún panfleto.

Hay que sistematizar horas en años de vida, sí, por décadas, “por sécula”,
y hay que entenderlo: la Revolución es primero, trabajo y más trabajo, eso es...

Yo llamo a los compañeros primero a responsabilidad. Segundo recalco:


no odio. Tercero otra diferencia, que me permite la libertad ideológica de ser
tupamaro (para aquellos que dicen que no tenemos ideología). Yo puedo decir
(y nadie me va a dar un tirón de orejas) que no creo en ninguna forma de justicia
humana. Toda forma de justicia, en mi filosofía casera, es una transacción con
la necesidad de venganza.

Por eso no creo mucho en una justicia que se promete. Y no me gusta sacar
gajos de árbol caído, muchos nos “carranciaron”, muchos nos insultaron en estos
años, no vamos a responder con eso. Estaremos sí, no en el campo de la filosofía
diletante de café, de la cual abjuramos hace muchos años, el tupamarismo se
generó como una reacción al mero diletantismo. Y es por ello que vamos a estar
en guardia junto a ustedes, y con ustedes, y con todo el Pueblo. Pero no con un
hacha en la mano, vengadora, de ninguna manera, nosotros estamos para tratar
de hacer y de construir con ustedes.

Las circunstancias lo dirán... Muchas gracias compañeros.

Fuente: Palabras de José Mujica Cordano en el acto festival del Movimiento Indepen-
diente “26 de Marzo” en el Uruguay, Sábado 17 de Marzo de 1985. Archivo del MLN.
(Itálicas de los autores).

Senda Tupamara: la Revolución en el Uruguay de hoy (2002)

Nos sentimos viniendo de las muchas sangres de Tupac Amaru. Caminando


por su misma senda, luchando junto a los pueblos indígenas de América Latina,
para liberarnos de la esclavitud y el genocidio que soportamos desde hace más
Donde hubo fuego u 211

de quinientos años.
Nos sentimos viniendo de los indios, negros y gauchos tupamaros, del pue-
blo que acompañó a José Artigas hasta el final, sin transar jamás, ni en lo más
mínimo, con los dueños de las tierras y el puerto de Montevideo, fueran malos
españoles o peores americanos.

Venimos de las sangres que hicieron la Huelga General de 1973. De las


raíces mismas de la lucha de clases en el Uruguay [...] Venimos de la sangre
del Che Guevara. De aquella América Latina echada a andar, ardiendo en dos,
tres muchos Vietnam. De la Revolución en la Revolución, sin capitalismo de
Estado ni burocracias privilegiadas. Sin copiar a nadie. Ni a la URSS, ni a nadie.

Venimos de todas las sangres tupamaras derramadas bajo la bandera arti-


guense del MLN-T. De aquellos insurrectos impenitentes de los años 60. De los
que no se rindieron jamás, ni en los calabozos ni en el exilio [...].

Nacimos con la segunda derrota del MLN-T. En la incredulidad de cada


mañana. Desubicados, sin hogar, en la intemperie. Perplejos, buscando qué
hacer y cómo hacerlo. Sabiendo que nada está muerto, que sólo murieron los
que dejaron de luchar.

Sabiendo que la versión oficial del MLN-T, que hizo un movimiento electoral
de aquel movimiento de viejos guerrilleros reagrupados apenas terminada la
dictadura, es apenas el desarrollo de una de las varias visiones que, en estado
de latencia y potencial, coexistieron al interior del pensamiento y la práctica
tupamaros.

Estamos en el polo opuesto de ese oficialismo. Nos paramos en la clase tra-


bajadora y el marxismo para analizar el mundo y hacer política, no renegamos de
nada y menos todavía de la estrategia insurreccional que hizo de los tupamaros
uno de los protagonistas principales de la lucha de clases en el Uruguay […].

¿Adónde vamos?
Marchando por una nueva Senda Tupamara,
de derrota en derrota, pero nunca derrotados.
Veteranos, pero nunca cansados de luchar.
Hemos perdido el miedo a palos, rejas y picana.
Cargamos cuarenta años de historia,
nuestras conclusiones críticas
y la responsabilidad de hacerlas acción revolucionaria.

Nuestro colectivo se conformó en septiembre de 1998, alrededor de aquel


folleto que titulamos “Colectivo Tupamaro”, y con esta segunda publicación
212 u Adolfo Garcé

se intenta recrear el piso donde apoyar una teoría revolucionaria […] llegar al
techo ya no es sólo asunto nuestro […].
Como en 1958, como siempre, la democracia burguesa tiene una cara y
una careta. Como cuarenta años atrás, las elecciones y el parlamento son sim-
ples recursos para entretener a los pueblos, la careta de libertades que cubre
la horrorosa cara de la represión. Aún con el cien por ciento del parlamento y
el gobierno ocupados por un elenco progresista, las decisiones fundamentales
de la economía y la política las seguirán tomando los dueños del poder, los
nacionales y los extranjeros.

Más allá de cómo se ha ido avanzando en el entendimiento del papel de la


clase dominante y el imperialismo, en este Uruguay de hoy, cuando las famosas
condiciones objetivas están más dadas que nunca, la subjetividad color rosa de
origen socialdemócrata, posmoderno y frenteamplista, está siendo el freno más
importante para que el pueblo asalariado deje de perder el tiempo golpeando
las puertas equivocadas. Habrá que romper la hegemonía de esa subjetividad
dominante para que se lance a la lucha por hacerse dueño de sí mismo, autónomo
e independiente de todo otro poder que no sea el propio...
Como consecuencia, de esta lectura de la realidad y sus perspectivas, la
tarea que surge y se impone como prioritaria es recomponer el movimiento
revolucionario en todas sus vertientes ideológicas e históricas.

Recomponer:
La mística revolucionaria,
un imaginario insurreccional,
una teoría para hacer la revolución en el Uruguay de hoy,
y la voluntad de llevar adelante prácticas políticas de transgresión y ruptu-
ra, organizadas en función de una estrategia revolucionaria.

No queremos más revoluciones petrificados o traicionadas,


Ni faltar a la cita de la Huelga General,
O la soledad del foco en 1972.

No queremos nuevos errores originales de línea,


Desviaciones militaristas,
Ni la trampa de los empresarios y militares “patrióticos”.

Menos aún tenemos vocación de enésimo grupo más a la izquierda,


O de conspiradores por deporte,
Ni de posar para la foto.

Aborrecemos las prácticas electoralistas


Y sus vicios: el culto a los grandes personajes,
Las pujas, codazos y zancadillas.
Donde hubo fuego u 213

Sólo queremos decir “se puede”,


Tirar el guante y esperar
Que los oídos receptivos lo recojan.

Esperar al acecho,
Pero activos, sin quedarse quietos,
Haciendo lo que sea necesario
En las construcción del pueblo armado y organizado
[...].
Fuente: Senda Tupamara (2002), folleto.

MLN en la legalidad. Dos líneas en la interna

Declaración de lucha por la tierra y contra la pobreza (1985)

Salimos de una larga noche. Orgullosos de pertenecer a un pueblo tan heroico.


Mucho ha sido el sufrimiento. Muchos los sacrificios.

Uruguay ha llegado al fondo de una crisis con escasos precedentes en su


historia llena de cicatrices.

Pero es hora de mirar hacia delante. Un amanecer nos demanda. Proponemos


de todo corazón, a todos, tender la vista hacia el horizonte del futuro. Miremos
por los niños porque el horizonte con su amanecer está en ellos.

I) Sin que ello signifique renunciar de ninguna manera a los objetivos por los
cuales tanto hemos luchado, creemos de buena fe que hay un Programa posible
en el Uruguay de hoy; una salida uruguaya. Pensada con nuestra propia cabeza,
para nuestra propia realidad y para nuestras propias necesidades.

Pero ese Programa no puede ni debe consistir en palabras; no puede ni debe


reposar descansadamente en los lugares comunes. Tampoco es ése, no lo ha sido
nunca, el idioma que acostumbramos a hablar. Los programas los entendemos
hechos carne, y vida comprometida, a muerte, con ellos.

Donde se ha declarado tanta guerra se puede y corresponde declarar una


guerra a la miseria. Sin cuartel. Y todos podemos participar en ella.
214 u Adolfo Garcé

Porque sólo con una movilización nacional, preñada y sostenida con el


sentimiento de emergencia que dan las guerras donde se juega todo para todos,
podemos hacer frente a esta situación que amenaza la supervivencia misma de
la patria.

Venimos a postular la vida.


El hombre, el ser humano, debe ser el centro de todos los números, de todos
los cálculos. La productividad de un país debe medirse en términos de felicidad.

La máxima posible. No lo podemos entender de otra manera.


Los niños, los ancianos y los enfermos deben ser los únicos privilegiados
en esta hora. De allí para abajo, todos, sin excepción, debemos ser iguales en
el sacrificio.

Enemigos, sólo los parásitos que medran con nuestro dolor. Los de afuera
y los de adentro.
Que la nueva libertad lo sea sin miseria.

II) Proponemos e invitamos a todos los uruguayos de buena voluntad, para


que por encima incluso de intereses particulares legítimos, nos aboquemos
juntos a la tarea de elaborar un Plan de Emergencia para la lucha por la tierra
y contra la pobreza.
A nuestro juicio él debe contener como medidas concretas urgentes las
siguientes:

1. Una “cruzada por la tierra”. Que comience ya, por todos los medios y con
todos los recursos disponibles, a colonizar al ritmo que la hora exige, el
territorio de la patria, hipotecado y desertado a extremos inadmisibles,
con la conciencia bien clara de que eso será ahora o nunca. Desde que
en 1815, en su Reglamento provisorio, José Artigas nos ordenó poblar y
arreglar los campos, van 170 años de desacato a esa orden sagrada. Las
consecuencias de no haberlas cumplido están hoy a la vista de todos. Y
en el dolor de todos. Nunca como antes el magisterio del Viejo conductor
ha tenido tanta vigencia, aun viniendo desde tan lejos en el tiempo. Está
vivo. Resuena en nuestros oídos. No lo oye quien no lo quiere oír. 252
estancias de más de 5.000 há, cada una ocupan 2 millones de hectáreas
y agrupan apenas el 0.4% de los propietarios de la tierra. Mientras tanto,
44.500 sufridos productores rurales son exprimidos hasta decir basta en
sus predios de menos de 200 há, 1.000 estancieros ocupan la tercera parte
del territorio nacional. 1.000 personas, un tercio del país.
Donde hubo fuego u 215

¿Será de utilidad pública crear 252 pueblos llenos de vida en esos 252
desiertos de más de 5.000 há cada uno?
El apoyo a los sectores progresistas y postergados del campo pasa a ser
una responsabilidad de todos.
El movimiento obrero y el movimiento estudiantil deben hacer punta en
esta “Cruzada por la Tierra”, porque esa lucha les pertenece también.
Por pertenecer a su destino.

2. Intervención inmediata y posterior estatización de la banca.


Hasta el hartazgo, desde hace ya mucho tiempo, la banca privada ha de-
mostrado ser el sector más nefasto de la vida nacional. Hoy nos tienen a
todos esclavizados, trabajando para ellos. Y no hay salida posible, salvo
decirle basta.

3. Estatización del comercio exterior, que drena las venas del país llevándose
la parte del león de lo que los uruguayos con nuestro trabajo producimos.

4. Estatización, intervención y control del estado y autogestión directa por


los interesados de todos los mecanismos de la gran intermediación, en
especial la que finca sus tentáculos en el agro.

5. Defensa de la moneda nacional. No admitir más la claudicación de so-


beranía que significa el uso para transacciones internas de una moneda
extranjera (el dólar). La frontera de la patria también pasa por el Banco
Central y se puede agredir a un país invadiéndole el sistema monetario.
Restablecimiento del curso forzoso del peso uruguayo y control estricto
de las divisas y del cambio.

6. Bolsa nacional de trabajo controlada por las organizaciones de los trabaja-


dores. Seguro nacional de paro y creación inmediata de fuentes de trabajo
hasta que no quede un solo uruguayo desocupado, y ello, a breve plazo.
Creación inmediata en cada pueblo del interior de una pequeña (por lo
menos) agro-industria para dar ocupación a su juventud más necesitada
y comenzar a detener, de urgencia, la hemorragia de la emigración. No
puede quedar parado, en lo inmediato, ni un gramo de la tierra fiscal, ni
de la maquinaria existente, ni de los recursos del estado.

7. Control de precios. Control de gastos suntuarios. Reinversión obligato-


ria para todas las empresas mientras dure esta situación de emergencia
nacional y devolución del poder adquisitivo de los salarios y de las
pasividades hasta cubrir, por lo menos, las necesidades básicas de la
población como imperativo patriótico ineludible. Porque si la patria no
es su gente: ¿qué es?

8. Reordenar en el marco de dicho plan de emergencia todos los recursos


216 u Adolfo Garcé

estatales, pero muy en especial los de transporte y fiscales. Eliminar


todos los impuestos a la mano de obra y reformar el sistema fiscal, para
que las cargas impositivas nacionales y municipales recaigan sobre los
sectores parasitarios y privilegiados.

9. Crear mecanismos de vigilancia contra todo tipo de ilícitos económicos,


para que nunca más, de ahora en adelante, se juegue impunemente con
la miseria del pueblos y para que nadie esterilice las frutos de la buena
fe y el sacrificio de todos.

10. Desde luego que para cumplir con nuestro pueblo habrá que incumplir
con la banca internacional en el pago de la deuda externa. Ambas cosas
a la vez ya se intentaron en otros países de América Latina y el hambre y
la desocupación que perdura allí (aún sin pagar más que refinanciaciones
que aumentan la deuda), demuestra que hay que elegir entre lo uno y lo
otro. Hay que desenmascarar la estafa monstruosa a los pueblos que es
la deuda externa y repudiarla en su conjunto.

11. Por otro lado, hay que impedir que EE.UU. y el Mercado Común Europeo
sigan vendiendo su producción de alimentos a menos de la mitad de su
costo (subsidios mediante) provocando la baja del precio de nuestras
exportaciones ganaderas y agrícolas. Hay 50 millones de personas que
mueren de hambre en el mundo por año. Que EE.UU. y el MCE subsi-
dien esa producción y la donen para los pueblos más hambreados y que
los precios vuelvan a su nivel natural. Uruguay, sin perjudicarse, hará
también su contribución gratuita para paliar ésta, la mayor vergüenza
del mundo contemporáneo.

III) Para elaborar detalladamente y llevar adelante el Plan de Emergencia


convocamos a todos los partidos políticos, a todas las fuerzas sociales, a todos
los gremios, que sientan su necesidad. El Plan de Emergencia definitivo debe
ser obra de todos. Esto no va contra los planes a largo plazo que ha hecho o
haga la CONAPRO, sino que parte de la situación dramática de decenas de
miles de familias uruguayas y trae una solución para hoy, no reñida con lo
que rendirán otros planes a mediano y largo plazo. Partimos de la base de que
todos esos sectores tienen importantísimos aportes que realizar porque, entre
otras cosas, son los que, por vinculados directamente a los problemas, mejor
los conocen. Proponemos un plan, mejor que un programa, porque entendemos
que es necesario poner en práctica ya mismo, medidas concretas, y proyectos
concretos. Porque creemos, en fin, que es en la práctica, codo con codo, que
los compromisos cobran sentido, que los hombres se conocen y se entienden
realmente. El Uruguay puede y debe ser un jardín. Queremos tender una invi-
tación y una mano fraternal a todos los que piensan, para llegar a un acuerdo
Donde hubo fuego u 217

por encima de banderías, en torno a un plan y una tarea comunes y concretas,


proyectadas hacia una patria para todos.
No se puede esperar más. Nosotros lanzamos esta invitación y esperamos
fervientemente que tras ella se abran mil flores.

Propuesta de Raúl Sendic para una Reforma Constitucional (1985)

Montevideo, 24 de abril de 1985.

(Agregado al artículo que establece la propiedad como inviolable y dice que


sólo puede ser expropiada por utilidad o necesidad pública mediante “justa y
previa indemnización”.)

Agregado al artículo 32: la indemnización no regirá para la expropiación de


campos de particulares que excedan las 2.500 hectáreas y que no estén explotados
en régimen de cooperativas, extensión que se establece como límite máximo para
este tipo de propiedad. Tampoco para otras clases de gran propiedad abusiva,
previa declaración expresa de tal por ley. Se considera propiedad abusiva aquella
que acapara una parte excesiva o desperdicia una riqueza natural del País o la usa
para expoliar a un sector grande de los factores económicos o de la población.

Agregado al artículo 50: La administración del ahorro nacional no puede


hacerse por instituciones privadas. Toda la Banca que capta y presta el ahorro
de los residentes en el País debe ser propiedad del Estado.

Agregado al artículo 6: Ningún organismo de gobierno reconocerá o pagará


deudas contraídas por gobiernos inconstitucionales o sea no elegidos de acuerdo
a las normas de esta Constitución.

Deróguese el 1er. apartado del artículo 79: La acumulación de votos por


lema para cualquier cargo electivo, sólo puede hacerse en función de lemas
permanentes, sin perjuicio de cumplirse en todo caso, para la elección de Re-
presentantes, con lo dispuesto en la primera parte del artículo 88. Un lema para
ser considerado permanente, debe haber participado en el comicio nacional
anterior, obteniendo representación parlamentaria. La ley, por dos tercios de
votos del total de componentes de cada Cámara, podrá modificar dicho requisito.

Disposiciones transitorias.

1) Toda la tierra que exceda las 2.500 hectáreas en propiedad privada no


cooperativa pasará de pleno derecho, al aprobarse esta reforma, a la
218 u Adolfo Garcé

propiedad del Estado, quien la administrará por sí o la distribuirá entre


colonos en forma de cooperativas o de usufructo familiar mientras la
puedan trabajar, cediendo en todos los casos una hectárea en propiedad
para el asentamiento de cada familia de colonos.
2) Todas las instituciones privadas que capten o administren ahorro nacio-
nal pasarán de pleno derecho a propiedad del Estado al aprobarse esta
Reforma Constitucional. Se considerará que han incurrido en propiedad
abusiva, y por lo tanto no les corresponde indemnización, a aquéllas que
han obtenido ganancias anuales mayores a su patrimonio en cualquiera
de los últimos 10 años.
3) La Deuda Externa contraída por los gobiernos habidos entre el 27 de
junio de 1973 y el 1 de marzo de 1985, será repudiada en su conjunto,
salvo las contraídas con institutos estatales de otros países que no sean
por concepto de armamentos y con los Bancos interestatales que no hayan
sido para refinanciación de las deudas con la Banca privada.

«Olor a Pólvora». 1994: Límites a una postura radical

Korzeniak planteó la expulsión de tupamaros y el 26 de Marzo en medio de


una firme reacción socialista contra la escalada radical

El senador José Korzeniak planteó el sábado 3 en el Comité Central del Par-


tido Socialista (PS) la necesidad de expulsar del Frente Amplio al Movimiento
de Liberación Nacional- Tupamaros (MLN-T) y al Movimiento 26 de Marzo,
dijeron a Búsqueda participantes de la reunión.
El planteo de Korzeniak se produjo durante un análisis de las responsa-
bilidades que tuvo el Frente Amplio en los incidentes del miércoles 24 entre
policías y manifestantes durante la extradición a España de tres etarras y “fue
el sentimiento de todo el mundo” en el Comité Central socialista, pese a que
no resultó aprobado, dijeron las fuentes.
“No parecía conveniente plantearlo ahora, ni había posibilidades” de que esa
expulsión se concretara en los hechos, comentó un dirigente socialista.
Agregó que se evaluó que tras las elecciones de noviembre el Frente Amplio
tendrá en sus órganos de dirección una representación proporcional al caudal
electoral de cada grupo político y se espera que el margen de incidencia de los
sectores radicales se vea acotado. “Todos pensamos que en noviembre se va a
‘marcar la cancha’”, confió.
Empero, en la reunión del sábado los socialistas entendieron que “de aquí
en más hay que ser muy duros marcando (a los radicales) las reglas de juego”
y admitieron haber sido “responsables en cierta forma” por los desbordes
ocurridos en el Hospital Filtro con el saldo de un muerto y decenas de heridos,
“en la medida en que [les] pasó por arriba la situación”, señalaron las fuentes.
Añadieron que hubo coincidencia en que “salimos a responder después
Donde hubo fuego u 219

del hecho consumado. Nadie evaluó el alcance que iban a dar los hechos, pero
muchas veces uno tiene que prever esas situaciones”.
El candidato presidencial del Encuentro Progresista (EP), Tabaré Vázquez,
integra el Comité Central del PS, pero no asistió a la reunión.
Durante la sesión, el diputado Guillermo Chifflet presentó un proyecto de
declaración donde se apoyaban las movilizaciones realizadas contra la extra-
dición de los tres etarras y expresó que había que analizar también las causas
del terrorismo vasco. La cruzada del legislador no fue apoyada por ninguno de
los asistentes y naufragó.
Al cabo de la sesión, la dirección socialista emitió una resolución en la que
rechazó “la campaña de insultos y agravios orquestada contra las posiciones
mayoritarias adoptadas en el Congreso del Frente Amplio y contra el candidato
unánime de todos los integrantes del Encuentro Progresista”.
El PS señaló que estas actitudes antiunitarias colocan a quienes las realizan
contra el Frente Amplio, contra el Encuentro Progresista y contra Tabaré Váz-
quez” y llamó a eludir “discusiones menores y subalternas”.
La “delincuencia peor”. La reflexión socialista se produjo en momentos en
que sus dirigentes se dirigían públicamente en duros términos a la organización
terrorista vasca ETA y a las prácticas violentistas.
Vázquez reiteró el mismo sábado en el acto de proclamación de la lista al
Senado del Partido Demócrata Cristiano (PDC) que no quiere “ninguna forma
de violencia”.
“No queremos la violencia de la represión, que la hubo, que se pudo haber
evitado y que costó la vida de un uruguayo”, ni “la violencia de quienes preten-
den separarnos en dos bandos”, ni “la violencia que lleva a los niños a comer
en los tachos de basura” y de “un país que expulsa a sus jóvenes porque no les
da posibilidades de estudiar a todos ellos”, agregó.
“No queremos tampoco el terrorismo. […] Condenamos el terrorismo
violento de Buenos Aires y de la Argentina” y “el terrorismo de Estado”, dijo
Vázquez en el Platense Patín Club. “En el EP no hay lugar ni para la violencia
ni para el terrorismo”, continuó.
En tanto, el edil socialista Artigas Melgarejo afirmó el jueves 1º durante una
sesión de la Junta Departamental de Montevideo que la ETA es responsable de
“la delincuencia peor que puede haber” por lo que es improbable que la mayoría
de los uruguayos haya estado en contra de la extradición de los tres etarras.
Melgarejo, también miembro del Comité Central del PS, dijo sentirse “do-
blemente indignado” por los episodios del miércoles 24.
“Hemos visto la misma película en dos cines diferentes. Es decir, hemos
visto la película en el Uruguay y también en España”.
“Voy a decir claramente que no moví, no muevo ni moveré un solo dedo
por ningún terrorista vasco; no lo haré jamás. Me fue suficiente lo que vivé en
España”, señaló Melgarejo recordando su exilio en ese país durante los años
220 u Adolfo Garcé

del gobierno militar uruguayo.


Sostuvo que la ETA pudo hacer en Uruguay “la manifestación más grande
de gente que se ha conocido en su historia” y advirtió que la mayoría de la gente
que asistió al Filtro lo hizo “por un sentimiento relacionado con al defensa de
la vida”.
El primer edil socialista opinó que si el supuesto “riesgo de vida” de los
etarras en huelga de hambre no hubiera sido “manejado como se hizo […] no
habría existido ninguna movilización”.
Melgarejo pidió la renuncia del ministro del Interior, Ángel Gianola, por la
represión policial de aquel día, pero dijo que “hubo provocaciones” que partieron
de los manifestantes con “piedras” y “cócteles molotov”.
“Todos tenemos una cuota parte de responsabilidad. Quizás, nosotros tuvimos
responsabilidad por no haber dicho esto que estamos diciendo hoy un día antes”
y “por no haber previsto determinadas cosas”, indicó.
Melgarejo recordó que el secretario general del PS, Reinaldo Gargano, ha
definido a la ETA como una organización “asesina, criminal, impía y nazi” y
destacó que “ésta es una opinión muy nuestra”.
“El juego a la derecha”. El acto del PDC en que participó Vázquez fue
tomado por los dirigentes de ese partido como la oportunidad de marcar distan-
cias de los sectores radicales del Frente Amplio, a quienes acusaron de hacerle
“el juego a la derecha”.
El PDC integra el EP junto al Frente Amplio, el Compromiso Progresista
Independiente (ex blancos), el Batllismo Progresista (ex colorados) y la Opción
Socialista (ex pegepistas).
El diputado Héctor Lescano, que encabezará la lista al senado del PDC,
dijo que su fuerza política no se afilia a la tesis “de que la acusación al otro es
excusa a nosotros mismos. Censuramos con claridad y con coraje a sectores de
la izquierda radicalizada que le hacen el juego a la derecha. Sectores que han
provocado enfrentamientos en el lenguaje y en los hechos”.
En tanto, el presidente del PDC, Mario Cayota, recordó las figuras de Zelmar
Michelini y Juan Pablo Terra como fundadores del Frente Amplio, nacido como
alternativa al “guerrillerismo como opción de cambio”.
Pablo Mieres, que lidera la lista de Diputados, señaló: “les decimos ‘no’ a los
radicalismos, `no’ a la intolerancia, ‘no’ a los mesianismos. Nosotros aprendimos
con dolor lo que es el autoritarismo y aprendimos sobre todo que más allá o
más acá de las ideas que tengamos cada uno, lo fundamental, lo esencial, es la
tolerancia, el pluralismo y la democracia”.
“Las nuevas trincheras no son las de los ‘60. Eso es un tema de algunos pocos
nostálgicos. Las nuevas trincheras son las que separan a los que aprendimos la
lección de los que no aprendieron nada”, dijo Mieres.
Las intervenciones de los dirigentes democratacristianos fueron aplaudidas
Donde hubo fuego u 221

por Vázquez, quien el jueves 1º había logrado que el Órgano de Conducción


Política (OCP) del Frente Amplio aprobara una declaración rechazando “las de-
claraciones políticas agraviantes (de dirigentes radicales) que afectan la unidad”
y oponiéndose a las “prácticas de confrontación” interna al EP.
Además advirtió que “a ese respecto no se tolerará desviación alguna”.
Luego de complejas negociaciones, la declaración no fue acompañada por los
representantes del Movimiento de Participación Popular (MPP) y de Unir. El
PCU también evitó pronunciarse respecto a la frase que alude al rechazo a “las
declaraciones políticas agraviantes”.
En esas deliberaciones, el presidente del Frente Amplio, Líber Seregni, llegó
a amenazar con pasar “todos los antecedentes (de manifestaciones de dirigen-
tes radicales contra la dirección frentista y el EP) a un tribunal de conducta”,
informaron asistentes a la reunión.
Pero el sábado 3 el líder tupamaro, Eleuterio Fernández Huidobro, se pre-
guntó durante una entrevista publicada en “La República” “por qué el OCP, en
lugar de discutir las pavadas que discutió, no nos llamó a todos a reflexionar
sobre lo que había pasado”.
El ex guerrillero volvió a opinar que los “compañeros de la dirección del
FA están muy alejados de la gente” y a criticar la “estrategia de mirar al centro.
En lugar de estar con la gente se consulta a los creativos de las agencias de pu-
blicidad para ver cómo se elabora la imagen para vender el producto político”.
Tras ser consultado en tres ocasiones sobre su permanencia en el Frente
Amplio, Fernández Huidobro dijo finalmente no saber si existe la posibilidad
de “un divorcio civilizado en la coalición”.
Empero, expresó que si esto ocurre “no es ninguna tragedia, pero es una
responsabilidad en cuanto a que el FA es una herramienta del pueblo uruguayo
que costó mucho construir”.
Interrogado sobre la posibilidad de una “salida conjunta” en el Frente Amplio,
el dirigente tupamaro dijo que quiere “ver qué posición se va a tomar sobre los
plebiscitos de la enseñanza y la seguridad social” y comentó que “no se puede
decir que quienes apoyamos el derecho al aborto estamos contra el derecho a
la vida. Esto es agraviar mucho... Es brava, es brava”.
Ese argumento había sido empleado por Vázquez para oponerse a la des-
penalización de aborto.
Fuente: Semanario Búsqueda, Jueves 8 de septiembre 1994, Pág. 16-17

Tradición Ideológica y Adaptación Política


222 u Adolfo Garcé

Pasajes seleccionados de José Mujica

Acto por Raúl Sendic (abril 2001)

[…] La historia es una lucha de correlaciones de fuerza, de poco valen las


razones teóricas si atrás de ellas no hay multitudes de voluntades. El pueblo y
las sociedades tienen su tranco, y no hay que confundir el fragor de nuestras
gargantas y nuestras ideas con el estadio medio de las sociedades por las cuales
transitamos […]

[...] (no sé si existe la democracia, pero empezar, empieza en la oreja, es-


cuchando) [...]

[...] Los actos de homenaje al Bebe deben ser actos de contenido, hetero-
doxos, renovadores y removedores. Como homenaje a él, quería hablar sobre
el trabajo, para aportar a un debate que vamos a tener que continuar. Los his-
toriadores de la antropología dicen que este mono complicado y complicador,
inteligente, transformador del medio, va conformando la civilización por su
capacidad de trabajar y por la lucha de apropiarse del trabajo ajeno, generando
la institución Estado, habiendo vivido antes la peripecia de crear el valor por
la vía del comercio.

El trabajo es la función primera y más importante de la historia humana; toda


la sabiduría, toda la tecnología, toda la ciencia, todo el capital es una montaña
gigantesca de trabajo acumulado y tal vez todo el drama y la alegría humana
giran alrededor de esa función […]

[...] Hay que dar una batalla por el rescate de los valores, se debe rescatar
la conciencia de los trabajadores, se precisa democracia participativa, control,
democracia efectiva real.
Tenemos experiencia de lo que pasó en el mundo. La marcha y el funcio-
namiento del Estado es un problema de todos y tenemos que dar la batalla para
que los trabajadores comiencen a conocer la gestión y aprendan. De lo contrario
van a seguir siendo burócratas.
Hay que recrear, que no es cambiar de vereda, cosa muy distinta […]
Fuente: Fragmentos del discurso de José Mujica en el Acto por Raúl Sendic (abril 2001),
Donde hubo fuego u 223

www.chasque.net_mlnweb.

Reportaje a José Mujica en Página 12 (2002)

“Yo creo que lo que nos permitió sobrevivir a tantos cambios en la militancia
fue que siempre tuvimos la misma actitud ética” afirma el diputado, ex senador y
dirigente del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) Tupamaros, del Uru-
guay, Pepe Mujica. Con más de 70 años, varios de ellos en la clandestinidad y en
prisión y otros tantos como legislador y dirigente del Frente Amplio, la fuerza
política más importante de su país, Mujica se ha convertido en un personaje
legendario de América Latina. “La política está para ayudar a la gente y tiene
que enamorar a la juventud”, señala el ex guerrillero al que todos recuerdan en
Uruguay cuando iba en bicicleta a ocupar su banca en el Senado mientras seguía
trabajando en su puesto de venta de flores en Montevideo.

[...]

–Usted hizo política en dos etapas muy distintas, ¿qué es lo que tienen en
común esos dos momentos?
–Hay un problema que siempre sucede, cuando un partido legal, de izquierda
de masas, decide pasar a la lucha armada, es una de San Quintín, y al revés
también, como nos pasó a nosotros. Eso significó siempre colapso. En nosotros
tal vez por razones históricas se dio una cosa mezclada. En gran parte porque
habíamos vivido las dos, por lo menos un puñado lo habíamos vivido así. Yo
pienso que a nosotros, uno de los factores que nos ha mantenido a pesar de las
metodologías tan diferentes que debimos afrontar es una ética frente a la política.
Nos pueden relajar muchas cosas y metimos la pata un montón de veces. Pero
tenemos un capital amortizado de un puñado de hombres que son intachables
desde el punto de vista ético. Los vas a ver vivir de la misma forma, son co-
herentes en el patrón de vida. Y yo creo que eso ha generado reconocimiento,
incluso por parte de la derecha.

[…]

– ¿Cuál fue el secreto de que hayan podido mantener esa línea de conducta
cuando cambiaba toda la realidad alrededor?
–Nosotros tuvimos una enorme flexibilidad en cuanto a las modalidades de
hacer política, pero no transigimos nunca con la cuestión ética. Entonces nos
224 u Adolfo Garcé

sentamos a la mesa de cualquiera, dialogamos con cualquiera, nos llevamos bien


con el que sea, pero nuestra manera de ser se mantiene. Y al principio, cuando
apenas habíamos salido de la cárcel, lo han intentado, trataron de domesticarnos,
de ofrecernos todo, de llevarnos a sus mesas para ponernos como adornos en
la vitrina de la sociedad burguesa y por suerte teníamos bien claro que en eso
no íbamos a ceder.

Fuente: Palabras de José Mujica Cordano para Página 12. Argentina, 2002 en http://
www.página12.com.ar.

Acto en conmemoración de la Toma de Pando


(octubre de 2002)

[...] Y nos juntamos en ésta época light, en esta época tan peculiar donde
nos toca jugar de senador y de muy radical para unos, de muy moderados para
otros (que estamos viejos, dicen, que abdicamos de nuestros programas, dicen).
Que defendemos de repente a algún estanciero, que tiene 400 hectáreas con
ovejas, y se está muriendo de hambre. Y vamos a los sindicatos, y todo eso es
contradictorio. Porque nosotros nos educamos en la vieja lucha contra el impe-
rialismo, contra la dominación mundial. El cambio de método para algunos, y
las cuestiones tácticas que parece que son definiciones eternas […]

[...] Empecemos por lo primero: cuando se abraza el camino de la revolución


se abraza una novia, se abraza un código, una ética, una forma de vida. Y hemos
tenido y vamos a tener toda la sutileza y nos sentaremos en todas las mesas y
negociaremos en todos los lugares, pero nuestra novia es la revolución. Y nuestra
novia es el amor, para transmitirles a los que van a venir, porque esta lucha va
más allá del periplo de nuestra existencia. Y entonces nos tenemos que reunir,
porque es una vela de armas, como en la Edad Media, una vela de armas entre
los sueños. Entre las causas más profundas en una época light, donde todo se
compra y todo se vende.

Nos reunimos para demostrar tajantemente, también a nosotros mismos, que


no todo se vende ni todo se compra [...]

[...] Se nos terminó el tiempo de ser radical oposición, ahora hay que crear
las bases de la refundación de una nueva nación, hay que tener la generosidad
muy superior a la que nos permite la sociedad presente y un íntimo respeto
hacia todos.
Debemos ser más tupamaros que siempre, más abiertos, más sembradores,
más luchadores que siempre, más capaces de abrazarnos con todos los sectores
que están contra este proyecto, con mucha memoria para no olvidar nada, pero
Donde hubo fuego u 225

con poca memoria para cobrar cuentas, porque aramos hacia delante, hacia un
tiempo en el cual no viviremos, pero en ese tiempo habrá patria para todos [...]
Fuente: Fragmentos del discurso de José Mujica en el Acto por la Toma de Pando (octubre
2002), www.chasque.net_mlnweb.

Acto por Raúl Sendic (25 de abril de 2003)

[...] Por eso queremos hablar de la idea de Refundación. Porque tenemos que
refundar también nuestra cabeza, nosotros también tenemos que refundarnos.
Porque para ese país, para semejante frivolidad, ya no hay en el mundo tolerancia.
Nosotros, los de izquierda, también debemos refundar nuestras cabezas;
refundar no es abdicar. Compañeros ¿cómo podemos sacar una foto de 1960,
y repetirla como un sonsonete hueco, sin entender los cambios de la realidad?
Porque para que exista lo permanente tiene que existir el cambio, y la confron-
tación con la realidad [...]

[...] Compañeros, ¿por qué los proletarios critican tanto a los pequeño bur-
gueses, pero todos quieren vivir como el pequeño burgués?¿Por qué los critican
tanto, si en el fondo es más de lo mismo?
Entonces compañeros, creo que necesitamos revisar todas nuestras categorías
también [...]
Fuente: Fragmentos del discurso de José Mujica en el Acto por Raúl Sendic (25 de abril
de 2003), www.chasque.net_mlnweb

Acto por Raúl Sendic (28 de abril de 2004)

[...] Entonces resumo: la vida del Bebe es un canto a la libertad en el campo


del pensamiento, de los nunca amansados, de los que no transforman las ideas
en religión. [...]

[...] Pero tienen que entender, y tenemos que entender que triunfar en un
evento electoral produce mucha oportunidad, y seguramente una noche de
mucha alegría, pero es un compromiso de carácter histórico. Dije al principio,
y por algo lo dije, que nuestra enfermedad es el sectarimo y el infantilismo. El
creer que se puede pechar con la realidad porque sí, porque estoy convencido,
porque tenemos razón. Sin ver que una sociedad y que la marcha económica
de una sociedad es un problema terriblemente complejo y que si fracasás en el
campo del guiso podrás gritar todo lo que quieras y jetear en las calles, pero las
masas te dan la espalda.
226 u Adolfo Garcé

Por lo tanto hay que tener la inteligencia y la flexibilidad de hacer andar la


economía del país a partir de lo que es y como está, y no con sueños, porque
no hay tiempo para los sueños. La gente pide realizaciones al otro día. No no-
sotros, los cascoteados y viejos militantes, sino el pueblo, el pueblo-masa que
es lo único que inclina la balanza a favor o en contra. Y que hay que ganarlo
palmo a palmo. Pero que si bien el hombre no vive solo de pan, mucho menos
vive sin pan. Y si cometemos la gilada de permitir que se destroce la economía,
corremos el riesgo de durar lo que un lirio, es decir de transformar en un fracaso
una acumulación y un triunfo de carácter histórico.

Por eso hay que marchar con la inteligencia de respetar todo aquello que
puede hacer andar la parte sana de la economía y la parte sana de la economía
es la que como el dedo de Dios, multiplica los panes y los peces: la producción.

Y ahí va a jugar la plusvalía y ahí una clase va a medrar con el sudor de otra.
No tenemos que disimular nada[…] No es lo mismo el capitalismo de Haití que
el capitalismo de Suecia. No pongamos todo dentro de una bolsa [...]

[...] El concepto de Liberación Nacional por el cual se fundó esta casa, no


es un concepto equivalente a socialismo, es una etapa previa para enriquecer
la sociedad en su infraestructura material y económica y en el campo cultural.
Porque no habrá jamás socialismo con pueblos semianalfabetos, idiotizados en
el marco de la sociedad de consumo. No abdicar de nada. Pero no estamos para
mentir y para boberías en medio de un pequeño país [...]

[...] Y además, junto con el Bebe y con tantos otros, somos hijos de un tiem-
po y nuestras ideas estaban recortadas, generadas en medio del drama de ese
tiempo. También aprendimos por el camino de la derrota, cargamos en nuestra
mochila la derrota del mayor experimento fenomenal del punto de vista político
y sociológico que ha hecho el hombre arriba de la tierra. Y cargamos con ese
fracaso, no con la intención de repetir los mismos caminos, sino de ayudar a
alumbrar nuevos caminos. Porque la humanidad será, encontrará la convivencia
donde lo mío y lo tuyo no nos separe, o tal vez este mono gregario y complicado
comprometerá su propia existencia arriba del planeta.

Por eso compañeros, cuando vamos a una batalla de carácter electoral porque
la historia lo ha querido así, y peleamos en cancha abierta y convocamos a la
mayor cantidad posible del pueblo blanco y del pueblo colorado, y les recomen-
damos a nuestros compañeros que no hay que andar barajando en la izquierda,
no son tiempos de rascarnos el ombligo ni de andar intercambiando figuritas,
hay que pelearlos con los recursos de ellos. Cada uno que le arranco son dos,
uno que viene para acá y uno menos que tienen ellos [...]
Fuente: Fragmentos del discurso de José Mujica en el Acto por Raúl Sendic (28 de abril
Donde hubo fuego u 227

de 2004), www.chasque.net_mlnweb

El MLN-T y Tabaré Vázquez. Ruptura con la CI

Congreso del MPP


Motivos y trasfondos de una fractura inminente

Por una abrumadora mayoría el Congreso del Movimiento de Participación


Popular (MPP) aprobó las propuestas elevadas por el MLN, consistentes en
retirarse de la Corriente de Izquierda y avalar la participación de cuatro des-
tacados dirigentes del sector (Jorge Quartino, Eleuterio Fernández Huidobro,
José Mujica y Marcos Abelenda) en el grupo de asesores de Tabaré Vázquez a
título personal. En cambio la propuesta de un sector del MLN, que promovía
la competencia de dos listas para las elecciones internas de abril, no prosperó
y fue retirada.
De esta forma, se consolida lo que parece una división profunda e irrecon-
ciliable entre la mayoría tupamara y el sector liderado, con matices pero en base
a una alianza táctica, por el senador Helios Sarthou y el edil Jorge Zabalza. Días
antes un editorial del semanario Mate Amargo pronosticaba que “es cada vez
más difícil que se mantenga la unidad orgánica del MPP” y aseguraba “algún
tipo de ruptura”. La organización mayoritaria del espacio radical había difundido
un documento en el que señala que las diferencias entre los dos sectores del
MPP se refieren a cuatro aspectos: la política de alianzas y la de acumulación
de fuerzas, la crisis de confianza interna y la libertad de acción. Por su parte,
Zabalza dijo que las diferencias se remontan al asunto del Hotel Carrasco,
cuando el MLN presionó al edil para que no votara en contra de la concesión,
y se profundizaron a raíz del plebiscito para la derogación del artículo 29 de la
ley de inversiones, campaña que el MLN no apoyó.

El sector minoritario señaló que en los últimos meses se constató un viraje


del MPP al pasar a alinearse con “el partido de Tabaré”, en alusión a la supuesta
subordinación del MLN a los estilos y criterios de dirección que promueve el
presidente del Frente Amplio. En este sentido, Zabalza señaló al diario La Re-
pública que se trata de “asesorías personales, porque por la vía de los hechos el
centro de decisión se traslada al equipo de Tabaré”. En efecto, aunque los debates
más ríspidos del Congreso giraron en torno a la propuesta del MLN de abandonar
la Corriente de Izquierda (alianza entre el MPP y otros grupos radicales que
obtuvo el segundo puesto en las elecciones internas del FA), la cuestión de los
asesores de Vázquez sobrevoló la reunión y se convirtió en elemento simbólico
del giro que denuncia el sector de Sarthou y Zabalza.
228 u Adolfo Garcé

Más allá de las discrepancias, otros dos hechos simbólicos reflejan los nuevos
estilos que parecen irse imponiendo en el sector radical: semanas atrás Quartino
participó en una reunión que mantuvo el Frente Amplio con una delegación
del Fondo Monetario Internacional, otrora uno de los “cucos”de los radicales.
El segundo hecho es más trascendente: por primera vez desde su fundación, el
MPP presentará una lista a las elecciones de abril que no será elegida por los
simpatizantes a padrón abierto sino por la dirección de la organización que,
también por primera vez, fue elegido por el Congreso y no por medio de una
elección abierta. Precisamente el tema de las listas para abril será el revelador
de la profundidad de la fractura. El diputado Mujica anunció que no irá en la
misma lista que Zabalza y Sarthou y fuentes del sector aseguran que el veto del
MLN al edil es un hecho, cuestión que puede acelerar la ruptura.
Fuente: Semanario Brecha, 12 de febrero de 1999, pág. 2.

Declaraciones de la IX Convención del MLN-T (2001)

La refundación nacional

Montevideo, 5 de Agosto de 2001.

Uruguay vive como pocas veces en su historia, un letal proceso de desmante-


lamiento y descapitalización de su aparato productivo inducido por el estrepitoso
fracaso de las políticas económicas que se han venido implementando desde
hace ya demasiados años y precipitado por la creciente ofensiva de poderosos
intereses extranjeros que pugnan, hasta ahora con éxito, por aprovecharse de
nuestras riquezas.

Si bien dicho proceso no es nuevo sobre la tierra, pocas veces como ahora,
los errores, los combates y las complicidades han conjuntado tanto daño sobre
nuestro territorio. La generalización de la pobreza a niveles desconocidos, la
emigración, la marginación en masa de gran parte de nuestra población, la
desocupación batiendo niveles seculares, el colapso de la Salud Pública, el
sacrificio escandaloso de la mitad de nuestros niños sumidos en la indigencia,
y todos los demás acompañantes de tanta miseria, producen también pesados
sentimientos de desesperanza y desesperación. No menos peligrosas son las
dudas aviesamente sembradas en algunos ámbitos internos y externos acerca
de la viabilidad de nuestro país o de limitarlo a un destino de fatal inferioridad.

La 9ª Convención Nacional compromete los esfuerzos del MLN (Tupama-


ros) para sumarlos a la convocatoria de una gran correntada popular de carácter
Donde hubo fuego u 229

nacional, es decir ancha y patriótica, no solo para resistir estos ataques sino para
defender y potenciar nuestros patrimonios morales y materiales, tanto públicos
como privados.

Con la profunda convicción de que nuestro país ofrece holgadas posibili-


dades para el bienestar y el crecimiento de la población, y cuenta con energías
y reservas suficientes para desempeñar con éxito esta empresa a la que, en la
hora actual, todos debemos supeditar nuestros peculiares intereses porque no
hay otra más importante ni más vital.

La Defensa Nacional

Montevideo, 5 de Agosto de 2001.

Tal como se manifiestan poderosas fuerzas en el mundo de hoy, la República


Oriental del Uruguay sufre potentes avances sobre su identidad en los más varia-
dos aspectos: culturales, económicos, técnicos, ecológicos, financieros, etcétera.
Como pocas veces en su historia la viabilidad del país viene siendo puesta
en tela de juicio desde varias tiendas internas y externas.
Ante esas realidades contemporáneas la 9ª Convención Nacional del MLN
ratifica y convoca a ratificar la plena y prioritaria vigencia del fundamental
hecho político conocido como República Oriental del Uruguay y sentirlo como
lo es: patria.

En consecuencia, entiende imprescindibles, insoslayables e impostergables


todas las tareas, empresas y estrategias destinadas a la Defensa Nacional como
compromiso que debe desempeñar toda la nación.

Dentro de ese compromiso nacional Uruguay debe contar con Fuerzas


Armadas, preparadas para encarar junto al pueblo los aspectos militares de esa
Defensa, en el bien entendido de que el Uruguay no tiene vocación agresora
y, por el contrario, propone la solución pacífica de todas las controversias y el
desarme mundial.

Pero si la mala hora cuadra y lo exige, debe quedar claro que la población
de este país hará honor a su pasado, y defenderá como mejor pueda su presente
y su futuro, poniendo en ello los sacrificios que sean necesarios para mantener
su soberanía e integridad.
Convocamos por tanto a un gran debate nacional en torno a estos aspectos
a los efectos de encarar las nuevas realidades y adaptarnos a ellas.
230 u Adolfo Garcé

José Mujica y el desarrollo científico (2003)

“Desde ese punto de vista hemos planteado alguna hipótesis, pero nada más
que hipótesis. Como globo sonda, como elemento motorizador de la discusión.
Esas ideas, si les tuviéramos que poner un nombre les diríamos Finlandia,
por decir un bolazo, pequeña nación en un rincón del mundo, vendedora de
troncos y de madera; con todo lo bastardo, desde el punto de vista intelectual,
que puede significar el ser un pobre vendedor de materia prima, que a partir de
ahí nos está infectando con los Nokia. Hizo otra apuesta, pero no dejó de ser
un país maderero, más bien con la madera financió el otro país. Y con lo cual
le quedó una tajada muy fuerte de plusvalor para seguir siendo un formidable
maderero, en todos los planos tecnológicos que implica eso. Y hemos planteado
la hipótesis, que no la podemos resolver nosotros, que tenemos que llamar a la
gente que piensa, para que la haga pelota, para que la critique, pero usted que
lo critica proponga algo mejor, porque nosotros no somos hombres de ciencia,
somos apenas luchadores sociales, que tenemos la certidumbre –porque la po-
lítica también es un arte– que hay que introducir la ciencia, en las decisiones
fundamentales. Ya no podemos tener un proyecto nacional implícito, tiene que
ser explícito, tiene que ser absolutamente consciente y medido y discutido, tiene
que caminar por el camino de la conciencia hasta que termine siendo, en todo
caso, un brutal sentimiento y una emotividad global de nación, porque nuestro
problema sigue siendo la política”.

Fuente: Intervención de José Mujica en el Centro Artiguista por los Derechos Econó-
micos, Sociales y Culturales (Cadesyc). 22 de mayo de 2003.
En http://www.neticoop.org.uy/documentos/dc0290.pdf

Despedidas

Carta de Diego Piccardo y Alba Antúnez

Un Enfoque sobre balance

Estas líneas han sido elaboradas por la convicción que tienen quienes par-
ticiparon en ello de que un balance al hoy debería arrancar del inicio mismo
del proceso de reorganización. Pensamos que muchas dificultades y problemas
que hemos tenido y tenemos para enfrentar aspectos tan importantes como el
trabajo de masas tienen su origen allí.
Donde hubo fuego u 231

Es en buena medida una reflexión personal surgida del análisis de prácticas


concretas, que aspiramos a que sirvan para un intercambio positivo sobre el tema,
que puede permitir plantearnos algunas instancias de acuerdo que posibiliten
algún grado de reconstitución en lo interno.

No se tocan temas contenidos en el documento elaborado por el C.E. porque


si bien él incluye aspectos de análisis y de balance con los que concordamos y
otros con los que discrepamos, lo que planteamos es una óptica y un enfoque
diferente para abordarlos.

A la salida de la cárcel se logra acuerdo sobre algunas ideas esenciales para


la etapa que reflejan una adecuación bastante asombrosa del planteo político
a una realidad nueva y totalmente diferente a aquella en que se había operado
más de una década atrás:

– conciencia de que se vive una situación de emergencia nacional


– idea clara de que solo es enfrentable con una serie de medidas de fondo
– idea de que es imposible llevarlas adelante sin la instrumentación de
una política de alianzas amplísima sobre la base de acuerdos en temas
medulares: Deuda Externa, Medidas concretas en lo económico y en lo
social, Cruzada por la tierra, Reforma Constitucional.

Para aportar estas ideas al conjunto del pueblo, recrearlas colectivamente,


enriquecerlas, desechar lo que apareciera como incorrecto, o inviable, darle al
conjunto una formulación definitiva como proyecto político popular e instru-
mentar caminos para concretarlo, debió ser necesario una organización de otro
tipo, mucho más fermental.

Una organización cuyo objetivo central fuera, en principio, cotejar estas


ideas con la realidad, abrir amplios canales de participación y discusión más
allá de los marcos orgánicos MLN.

Si en el planteo político inicial primó, no sin dificultades, la visión de Raúl,


en el planteo organizativo ni siquiera llegó a considerarse seriamente la concep-
ción profundamente revisionista de Raúl en este terreno y su descreimiento en
la utilidad para esta etapa y para el desarrollo del planteo político, de un aparato
232 u Adolfo Garcé

de las características del que estábamos creando.

El fantasma de las “desviaciones pequeño burguesas”, –como males que


explicaba todos los errores del pasado–, jugó a favor de la “ortodoxia” en la
construcción del aparato –construcción, por otra parte, prácticamente al margen
de la práctica social–.

Los “consultivos” fueron una instancia necesaria para lograr un consenso


mínimo respecto de la viabilidad y/o necesidad de la herramienta del MLN y sus
futuras características. Hoy creemos que estos puntos debieron ser discutidos
también y fundamentalmente en marcos más amplios.

Creemos que comenzamos la etapa con una concepción muy estrecha y


en cierta forma elitista de la participación. Es posible que entonces no fuera
posible otra cosa por falta de una práctica y experiencia que sirviera de base a
la profundización.

La participación real quedó en lo declarativo. La intención de las mateadas


fue muy buena pero no supimos instrumentar la idea para que diera sus frutos.

Y el “no supimos” tiene que ver con nuestra propia formación en nuestra
práctica anterior.
Para que este planteo, el que da origen a la “mateada”, el de la participación
popular en la elaboración de la línea, e incluso en la valoración crítica de nuestra
experiencia anterior fuera realmente positivo, debió ser necesario definir pre-
viamente el contenido de estos términos. Acordar los alcances y actuar todos
en consecuencia.

Una definición de este tipo nos hubiera requerido un esfuerzo muy grande
de reformulación personal-colectiva. Una nueva forma de observar, analizar, e
incidir sobre la realidad.

A la mateada la gente fue a dar una prueba de reconocimiento a un pasado


valorado y respetado más allá de lo que todos esperábamos. Fue a informarse,
con curiosidad sana, con ganas de aprender, en muchos casos con deseos reales
de participar, en otros a escuchar propuestas con mucho sentido crítico (sobre
todo el grueso del antiguo MLN y su área de influencia, que no estaba encua-
drado en ese mínimo organizado), y también y en muy alto porcentaje a recibir
Donde hubo fuego u 233

“línea”. Porque eso es parte de la formación ideológica que impone el sistema.


Necesitamos de alguien que nos diga qué hacer, necesitamos de ese algo más
“arriba” que sepa ver más que nosotros y sepa decidir mejor que nosotros. Este
aspecto de la realidad también debimos tenerlo en cuenta y saber manejarlo para
no caer en la tentación de, algo que se dio, empezar a ser los hacedores de la línea
desde nosotros mismos. Tomar aspectos parciales de lo escuchado que pudieran
interesarnos y trabajarlos en función de una visión del tema preconcebida.

No supimos instrumentar la participación. No cumplimos el papel de, en


principio, ser receptores de una realidad fermental riquísima, que tenía un tramo
de historia desconocida por la mayoría de nosotros. Debimos saber oír, cuestio-
nar, problematizar, inquirir, investigar en planteos que nos llegaban. Debimos
con estas herramientas promover el debate en cada instancia, investigar colec-
tivamente y ser sujetos de síntesis, proyección y potencialización de todo este
bagaje hacia la concreción de un proyecto político popular, realmente nacido de
la gente. Las bases que se tenían eran más que suficientes para ser reformuladas
colectivamente. Tenían “olfato” político. Tenían detrás experiencia política, eran
muy valiosas pero no supimos trabajarlas.

El haber tenido una actitud como la descripta nos hubiera implicado ir a tra-
bajar en los frentes de masa con criterios completamente distintos. Los planteos
para los frentes en su mayoría fallaron una y otra vez. A 5 años de trabajo los
resultados son más que magros. Creemos que esto no se debe a la justeza o no
de planteos teóricos sino a nuestra mentalidad vieja y aparatista para trabajarlos.

El divorcio entre el planteo político y el “aparato” se acrecienta hasta llegar


a desconocerse mutuamente. Los canales de irradiación del planteo son cada
vez más los “medios” –Mate y CX 44–. La pérdida de canales directos, de vaso
comunicadores permanentes, para la relación con la masa, determina, junto al
estancamiento de la propuesta, un progresivo alejamiento de la dirección de
la cuestión “trabajo de masas”, un desentendimiento casi de todo lo relativo a
organizaciones y movimientos sociales –salvo cuando estos golpean demasiado
fuerte a la puerta– y, en consecuencia un estancamiento y empobrecimiento en
la capacidad de enriquecer, generar y desarrollar ideas y concepciones, más allá
de generalidades estériles. O, lo que es peor, se elabora y se produce por fuera
y lejos de los ámbitos de discusión del pueblo todo lo que tiene que ver con lo
que este tiene o tendrá que hacer, con la idea de llevarles estas ideas para que se
organice y actúe de acuerdo a ellas. Sobre esa base los llamados a la participación
son en realidad llamados a legitimizar planteos, estrategias, organismos, etc.
elaborados y surgidos lejos, al margen, sin contar con la participación de aque-
llos a quiénes están dirigidos. Es una “participación” en una sola dirección, de
arriba hacia abajo. Esto, más allá de los términos y de las apariencias formales,
234 u Adolfo Garcé

contradice la democratización en beneficio de la burocratización.

Somos una organización cada vez más cerrada, burocratizada, que hace
planteos políticos desde sí y para sí, donde poco lugar queda para la creación
colectiva, para el sentido crítico, esencial para poder avanzar, ni muchísimo
menos para aceptar el caminar con matices puestos a prueba en la práctica con-
creta. Por otra parte y no menos importante, es el hecho de que cada vez más
perdemos capacidad autocrítica. Somos casi una armadura, gris, impenetrable,
sin aromas vitales, puramente medieval.

Cuando se dan realidades como esta en una organización política, los llama-
dos a la participación se transforman en llamados a la legitimación de estrategias
no elaboradas por los sectores populares.

La misma mentalidad que nos guía en el accionar hacia fuera, la aplicamos,


por supuesto a lo interno de la organización.

Parece simplista hablar de retrocesos ideológicos en el sentido de explicar


por ese lado el debilitamiento de nuestra organización, su pérdida de poder de
convocatoria, su falta de inserción en los organismos de masa. En la actuali-
dad el MLN debe ser de las organizaciones de la izquierda nacional con más
atraso y menos desarrollo en lo que tiene que ver con asimilación y desarrollo
de metodologías y técnicas relativas a organización y participación popular –a
pesar de las definiciones generales que asumimos–. Del mismo modo debe ser
de las menos preocupadas en el estudio de la realidad nacional y en el aporte
científico técnico.

Dándose en este aspecto el extremo de cros, que se alegran del alejamiento


de los sectores universitarios, como si se tratara de una peste de la que al fin
nos liberamos.

Hoy somos la cuarta parte del espacio PC y la mitad del PS. Podemos seguir
culpando a ellos del “retroceso ideológico”, o a la conducción de la Radio, o
al responsable del Frente Sindical, o al del Interior, o al de tal o cual área, y
analizando cada una en particular. Creemos que es un camino equivocado, que
de bastante poco serviría.

Diego Piccardo Alba Antúnez

Carta de Jorge Manera Lluveras*


Donde hubo fuego u 235

NOTA ACLARATORIA: Esta carta fue entregada por el cro. Manera como
planteo para discutir en el CE. Dicha discusión aún no se ha procesado y en
el marco de la discusión preconvencional y con acuerdo con el cro. se decidió
circularla, debido a diversas solicitudes de cros.; a pesar de que el cro. Manera
no lo hizo con el objetivo de discutirlo en la CN.

Montevideo, 6 de junio de 1988.


Estimados compañeros del Comité Ejecutivo:

Hemos señalado en varias oportunidades nuestra preocupación por las


desviaciones ideológicas tan generalizadas en el seno de la O., que unidas a
vicios organizativos y a concepciones erróneas en cuanto a estilo de trabajo y a
criterios de formación, configuran un panorama interno inquietante, y originan
la situación de relativa inoperancia de la O.
Este estado de cosas opera de diversas formas sobre los cros. de la O.:

Algunos se quiebran, retirándose de la militancia o adoptando una actitud


pasiva; otros, debido a su inexperiencia, no han tomado conciencia de la gra-
vedad del problema; algunos (excepciones) bregan por mejorar la situación, sin
resultados dado el deterioro general; otros, quedan a la espera de una supuesta
evolución espontánea, de que se “haga el proceso”, de que los cros. nuevos
vayan sustituyendo a los desgastados viejos, etc.; finalmente, hay quienes na-
vegan como el pez en el agua (o como la anguila en el barro) por ese mar de
conductas erróneas.

Jamás se va a corregir esa situación espontáneamente, ni por la sola iniciativa


de los cros. de base: el esfuerzo central debe estar a cargo de los compañeros
de la Dirección, comenzando por superarse ella misma. Pero a ese nivel, no
inquietan suficientemente estos temas; en recientes episodios se ha confirmado
la actitud de soslayar estos problemas, sacándole el cuerpo al enfrentamiento
franco con quienes son el foco de los mismos.

En planteos anteriores hemos intentado infructuosamente interesar a los cros.


de dirección en los problemas ideológicos internos, siempre postergados; para
no repetir, nos remitimos a ellos, adjuntados como anexos: “Fortalecimiento
interno”, “Operación rescate”, moción autocrítica en la reunión del CC 17-4-88.

Durante los últimos años, hemos ido acumulando tolerancias a situaciones


erróneas, arriesgando caer en el acostumbramiento, que está a un paso de su
aceptación. Pero episodios recientes han actuado (en mi caso) como detonantes, y
hoy despierto súbitamente a la conciencia viva de la magnitud de las debilidades
y deformaciones de nuestra O. en su conjunto, como si hubiera caído de pronto el
telón que las velaba, que habíamos ido tejiendo con tolerancias, postergaciones,
236 u Adolfo Garcé

autoengaños y equivocadas expectativas de que se diera espontáneamente el


proceso de autodepuración de la O.
Este tipo de ceguera permitió, en el pasado, que trepara Amodio, lo mismo
que otros individuos no tan peligrosos, aunque también nocivos, lo que junto
a otras desviaciones más generalizadas, llevaron a la O. a una situación de
verdadero desquicio, en el 71. ¿Se repite al historia?
Señalo, a continuación, algunas de las fallas que a mi entender nos aquejan.

Tenemos una orga deliberante, escasamente actuante. Hacia fuera, hemos


adoptado una modalidad verbalista, con mínima incidencia sobre el medio, en
contradicción con uno de nuestros más caros principios en otros tiempos. Segui-
mos dedicando desproporcionados esfuerzos a proveer los demás medios para
canalizar el verbalismo. Este nuevo estilo, así como el continuo empapelamiento
de la militancia, ha sido fomentado desde arriba.
En general, se considera que militar es sinónimo de reunirse cómodamente,
con mate y bizcochos; se dedica el 90% del tiempo a la deliberación, y el pucho
restante a actuar. Tienden a destacarse cros. por sus cualidades para las exposi-
ciones o discusiones teóricas, mientras escasean las mentalidades realizadoras.

Individuos disolventes medran en todos los niveles y a veces se los promueve


o son electos.
Las chacras prosperan y nadie les mete mano. Algunas de ellas están estanca-
das, mientras que otras tienden a ser estancias. Tendemos a transformarnos en una
federación de chacras, llámense estas zonales, comisiones u órganos diversos.

No tenemos discrepancias en cuanto a estrategia, ni con las definiciones


ideológicas, ni con la mayor parte de los planes; salvo que estos son excesivos
en número y ampulosidad, totalmente desproporcionados con nuestra esmirriada
capacidad de realización; los planes se suceden y amontonan, todos con el sello
de prioritarios, apabullando al militante de base, que ni siquiera tiene tiempo de
asimilarlos, y que como no sabe por dónde arrancar, termina contemplándolos
con indiferencia.

Esta situación contribuye a frustrar al ingreso; muchos cros. nuevos, luego


de pasar por las horcas caudinas de la “formación”, se insertan en la inoperancia
general y poco a poco se amoldan a nuestro ritmo de caracol, a la indisciplina, al
voluntarismo en la militancia y a la irresponsabilidad generalizadas. Soñemos
con que no les entren las otras desviaciones que nos aquejan.

Nuestra capacidad de actuar sobre el medio, no tiene nada que ver con
nuestro prestigio (o leyenda) hacia afuera. Nuestros planes grandilocuentes y
posturas públicas tienen tal desproporción con lo que somos que rayan en la
Donde hubo fuego u 237

irresponsabilidad. Nos vendemos un verso y se lo vendemos al pueblo, que lo


compra por ahora. Le esquivamos el cuerpo al trabajo hormiga de largo aliento
necesario para construir nuestra base social, y no formamos a nuestra militancia
para la tarea dura, oscura, permanente y responsable.

La excesiva tolerancia ante la irresponsabilidad, desmoraliza a los cros. que


se toman a pecho los compromisos contraídos.

Algunas estructuras orgánicas no son claras y funcionales, siendo a veces


producto de adaptaciones para contemplar situaciones personales o de chacra.

Al no comprenderse las causas de fondo de la obstrucción del trabajo, se


suceden los reacomodos, soslayando el enfrentamiento, con quienes bloquean
el funcionamiento, y barajando siempre las mismas cartas marcadas, que se van
desgastando con el uso.

Un número excesivo de organismos intermedios, alienan a demasiados cros.


en largas reuniones. Cada nivel orgánico pretende tener derecho a decirlo todo;
de lo contrario, no se aceptan las tareas. Los niveles de jerarquía no son claros
y el funcionamiento a veces debe filtrarse dificultosamente entre la maraña de
organismos y personajes.

Una de las situaciones más claramente irregulares es la del Regional Mon-


tevideo, que luego de obstaculizar el desarrollo de los organismos centrales va
asumiendo más y más funciones del CE. La inoperancia de éste en lo operativo
fomenta ese proceso; el afán de acaparar funciones, por el otro lado, empuja en
el mismo sentido. Al margen de lo que significan de por sí esas prácticas, tal
trasposición de las jerarquías significa que, nadie en la O. tenga autoridad para
pedirle cuentas (y eventualmente intervenir) a los zonales que no funcionen.

En resumen, estamos construyendo un gran estrado, sobre una base de palos


podridos. Seguimos agregando andamios y telones ostentosos, sin preocuparnos
por consolidar ideológicamente la base. Hoy nos deslumbramos con nuestro pro-
pio brillo visto desde el exterior, que es el reflejo de una imagen ficticia estucada
sobre una leyenda construida por otros, y quizás ahora refrendada por nosotros
mismos, cometiendo una irresponsabilidad histórica que un día nos costará cara.

Cúpula. Es a ese nivel donde el deterioro del estilo tupa (no en todos los
cros.) tiene las más graves consecuencias.

En otras cosas se constatan: vanidad, autobombo, caudillismo, protagonismo,


afán de lucimiento y predominio. En algún caso, arribismo neto. Como forma
238 u Adolfo Garcé

de autopromoción; se exageran errores de otros cros.; para escalar, se pisotea a


otros. A ese nivel, escasean el compañerismo y la relación fraterna, primando la
mutua desconfianza; más que las razones, decide el “peso” o el apabullamiento
verbal. Los “caudillos” o aspirantes aceptan a adulones, y en ciertos casos se
dejan influenciar por estos.

La exigencia en cuanto a VIB a los cuadros y militantes ha quedado en el


olvido para muchos; por el contrario, se llega a reivindicar a cros. que, por sus
graves fallas en ese aspecto no merecen la condición de tales, y se fundamenta
teóricamente esa postura. No hay disposición para embarcarse en la imposter-
gable tarea de depuración interna, y nos descaderamos haciendo cintura para no
enfrentar decididamente situaciones o individuos censurables. Ejemplo típico
de esto (aunque no es lo único) es el tratamiento dado al tema Taller Raíces.
Cuando se lo consideró por primera vez el CC hizo una lamentable opción: entre
desautorizar y censurar a quienes se hacían eco de injustas acusaciones al cro.
Arturo o cuestionar a este, se optó por lo segundo; todo en medio de extensos
planteos teóricos, seguidos por el correspondiente autoelogio del cuerpo, por
su alto nivel.

Muy absorbidos por los grandes temas, postergamos indefinidamente el


tratamiento de la problemática interna, en especial de las carencias ideológicas
y organizativas.

En todo grupo humano, en toda organización, en todo equipo de trabajo,


es natural que aparezcan contradicciones entre los cros., y hasta cierto grado
eso enriquece. Pero si esas contradicciones no son llevadas de modo fraterno,
o si responden a manifestaciones de deformaciones individuales no tratadas, el
equipo rechina, se torna ineficaz o hasta inviable, desgastándose en continuados
choques.

Tratamiento del tema empresas por el CE.


No vamos a hacer acá una historia del trabajo realizado en este terreno,
sino solamente el planteamiento crítico en cuanto a procedimientos a mi juicio
erróneos, por parte del CE en su consideración de este tema.

La promoción de empresas rentables como fuentes de recursos era una


antigua idea de varios cros., y fue una tarea que se comenzó a concretar en los
primeros tiempos de la reorganización, en el año 1985. Desde entonces, la O.
ha destinado recursos y militancia a ese fin.

Entre los avatares de esta tarea, destacamos un hito, en la resolución del CE


Donde hubo fuego u 239

anterior, que suprimía la ayuda económica a la misma; esto ocurrió hace algo
más de un año, y la fundamentación que se dio se basaba en la imposibilidad de
la O. de continuar destinando dinero con ese fin, no habiéndose hecho una valo-
ración del trabajo realizado hasta entonces, ni sobre las perspectivas del mismo.

Desde entonces hasta la fecha, el desarrollo de esas tareas se financió con


otros recursos, en parte provenientes de Suecia, en parte con préstamos y dona-
ciones de varios cros. Sin embargo, en la medida de que estos recursos han sido
muy limitados, la supresión de la ayuda financiera de Finanzas Central significó
un retraso en la tarea, no subsanable con el incremento de sacrificio personal de
los cros. que participan en ella, y una asfixia económica casi constante.

Desde hace algunos meses comenzó por parte de algunos cros. del CE, una
campaña tendiente a menoscabar nuestras realizaciones en la materia, y a los
cros. que militan en ese sector, en particular a mi persona. Se echaron a rodar
versiones antojadizas o falsas, en cuanto a los resultados de la tarea, que se
calificaba de fracaso total; de Bartolomé Viajes, se afirmaba que “los cros. la
financiaban pagando los pasajes más caros que en plaza”. Algunos cros., auto-
convencidos sin haberse molestado en informarse, llegaron a plantear por escrito
(proyecto del Plan Regional Mvdeo., aproximadamente) que “ante el fracaso de
las empresas, era necesario proceder a entregarlas a los zonales respectivos”;
es decir, que ciertos cros. decretaban su fracaso y planteaban echarles mano.
Otro ejemplo es la versión traída de Suecia acerca de mis incorrectos manejos
de fondos de esa procedencia, recogida de boca de conocidos intrigantes, y que
en lugar de plantearse directa y personalmente o en instancia que permitiera los
descargos se lo hacía como alusiones.

Este tipo de versiones solían aparecer en las reuniones del CE, no como
tema sino intercaladas entre otros asuntos, lo que hacía imposible su debido
tratamiento. En algunos casos, se reducían a simples alusiones. Estas llegaban
a veces a tan bajo nivel, en el afán de menoscabar nuestro trabajo, como afirmar
falsedades acerca de la moralidad de algún cro. de los que militan en este sector
(“a fulano no le tengo la menor confianza, porque le pega a la cra. todos los
días”, o “fulano es un alcohólico perdido”).

En enero de este año fue entregado al CE un informe sobre Empresas, y al


mismo tiempo hice un pedido de destinar una reunión a discutir en debida forma
el tema, de ser posible llamando a otros cros. del sector.

El 11 de mayo se realizó una extensa reunión, donde el CE fue informado en


detalle sobre la situación y perspectivas de las empresas. El tono de la reunión fue
respetuoso en general, salvo algunas preguntas insidiosas (“¿por qué Bartolomé
vende los pasajes más caros que otras agencias?)”. Se notó la ausencia de uno
de los cros. que más cuestionaba nuestro trabajo en empresas.
240 u Adolfo Garcé

Varios días después de esa reunión, (20/5) Julio M. y Carlos C. me comunica-


ron que el CE había resuelto que las empresas fueran administradas directamente
por Finanzas Central y que Leopoldo había sido designado responsable de esa
tarea. Pregunté cuál sería mi función en el futuro, y me dijeron que colaborar con
Leopoldo. Pregunté si el CE había hecho alguna valoración sobre lo informado
de la situación de empresas, y me contestaron que no. Posteriormente, (el 26),
Leopoldo, aparte de lo ya comunicado por Julio y por Carlos, me informa que
mi función iba a ser responsable de Judi, conjuntamente con él.

De lo anterior, surgen las siguientes valoraciones:


a) Hubo un prolongado hostigamiento, con ataques más o menos solapados
a mi desempeño en empresas, difundiéndose esas versiones.
b) Se le proporcionó un exhaustivo informe al CE, del que surgía claro que,
sin pretender haber hecho maravillas, por lo menos se daba un contun-
dente mentis a las versiones en boga.
c) El CE, sin haber hecho una valoración expresa de nuestro trabajo, re-
suelve relevarme de la responsabilidad de la tarea, lo que para cualquier
observador significa una censura.
d) Se nos comunica la resolución sin una adecuada fundamentación; si se
piensa que no soy apto para la tarea, lo que correspondía era un planteo
sincero y directo.
e) El CE toma las resoluciones mencionadas sin consultar a los cros. que
desde hace tanto tiempo estamos en la tarea. Por supuesto que no es su
obligación hacerlo, pero la consulta es una práctica saludable (especial-
mente entre cros.).
f) De ningún modo podemos estar de acuerdo con la centralización de em-
presas, sino con el criterio que siempre se había manejado de la mayor
descentralización (con todas las coordinaciones necesarias, por supuesto),
tendiendo, cuando fuera posible, a la compartimentación con el resto de
la orga.
g) Es desconcertante, (por lo menos) el expresado socavamiento sistemático
de nuestro desempeño en la tarea, habida cuenta de que, si bien este no ha
sido nada descollante, hay otros sectores de la O. que están en situación
mucho más calamitosa que empresas, por lo que parecería que el CE
debiera haberles dedicado atención prioritaria, en su afán por arreglar las
cosas, lo mismo que el combate de las graves deformaciones ideológicas
que hacen peligrar la integridad de la O. Por ejemplo, cabe preguntarse
porque el CE no dedica el esfuerzo que va a destinar ahora a manejar las
empresas, a tratar de controlar los zonales, que es su función prioritaria.

Mi situación personal.
Donde hubo fuego u 241

Lo expuesto mas arriba, determina mi actitud actual.

Nuestra experiencia en diversas formas de militancia ha demostrado inequí-


vocamente que la condición esencial del cuadro y del militante revolucionario
debe ser manejarse en base a un adecuado nivel de VIB. La trayectoria de la O.
en los tres últimos años, tan problematizada en lo interno, reafirma fuertemente
esa premisa. Mi posición al respecto es más irrenunciable que nunca, habiendo
llegado al punto de no poder convivir mas con las deformaciones señaladas,
tanto colectivas como individuales.
Por otra parte, no me considero capaz como para dar la lucha por cambiar
las cosas, lo que considero muy difícil sino imposible, tanto a nivel del CC
como del CE, por varias razones:
a) Los intentos anteriores no tuvieron el eco mínimo.
b) Por el contrario, a ese nivel incluso se reivindica a cros. con pésima
trayectoria, por razones pragmáticas.
c) Las declaraciones de principios al respecto, por parte de la IV CN y otras
instancias, obviamente son letra muerta.
d) Me siento desgastado y hasta desubicado en estas posturas.
e) Reconozco mi escasa capacidad o habilidad para la argumentación dis-
cursiva, y para convencer por ese medio, aún en los casos en que estoy
seguro de tener la razón.

En tales condiciones, la permanencia en los organismos de dirección me ha


ocasionado un desgaste síquico, habiendo llegado paulatinamente a los límites
de mi resistencia; los últimos episodios han rebasado esos límites.

De ningún modo debe interpretarse el presente planteo como una defensa


de posiciones personales, de las cuales ya me he retirado; pienso que si en la
O. se hace necesario entrar a nadie en ese terreno, tal O. ya no me sirve. Si hay
algo que defender en mi actuación, que lo hagan otros cros., y si no lo hacen,
debo pensar que no merezco esa defensa, razón de más para dejar mi puesto a
otros cros., y si no lo hacen, debo pensar que no merezco esa defensa, razón de
más para dejar mi puesto a otros militantes más capaces.

En virtud de todo lo expresado, solicito licencia por un año a todas mis


tareas de dirección.

Reciban ustedes un saludo fraterno.

Jorge Manera

ANEXO 1 OPERACIÓN RESCATE (propuesta)


242 u Adolfo Garcé

Durante los casi tres años de nueva vida legal que llevamos, hemos dedicado
la mayor parte de nuestro tiempo a la discusión de la línea conductora de nuestro
(futuro y postergado) trabajo hacia fuera.

Muy poco esfuerzo hemos dedicado a la preparación de una organización


apta para concretizar esos lineamientos, y ellos se han dedicado en el mejor de
los casos a la realización de cursos teóricos. En consecuencia, nuestra gestión
hasta ahora ha sido pobre, salvo los éxitos logrados por algunos compañeros
individualmente o por pequeños grupos.

Los diversos criterios orgánicos que hemos ensayado, se han estrellado contra
las trabas de toda forma, proveniente de las deformaciones que proliferan a todo
lo ancho y alto de la orga.

Esta situación, que nunca ha dejado de preocuparnos (ver trabajo “For-


talecimiento interno” presentado por FOP), hoy es tan evidente que muchos
compañeros comienzan a señalarla como una de las principales causantes de
nuestro estancamiento, a la vez que se plantean críticas a la dirección por su
tolerancia hacia los cros. que manifiestan dichas deformaciones.

Efectivamente, una orga donde campean la irresponsabilidad y la indisciplina,


donde el compromiso militante y la disposición hacia el sacrificio son excepcio-
nes, donde afloran con demasiada frecuencia el individualismo y hasta el afán
de beneficios personales, donde el compañerismo suele ser sustituido por el
amiguismo o por el caudillismo o por la práctica de círculos cerrados (“chacris-
mo”), es una orga inoperante hoy, que expulsa o trauma a los militantes sanos, y
que mañana será incapaz de vanguardizar el avance ideológico de la sociedad.

Lo peor es que nos hemos habituado poco a poco a tolerar este deterioro
ideológico general y las fallas en particular de muchos cros. “al vil precio de
la necesidad”, por considerar que ellos son imprescindibles o en atención a su
eficacia en ciertos aspectos del trabajo, olvidando las enseñanzas de nuestra
propia historia y el alto precio que pagamos por nuestras concepciones erróneas
en estos aspectos.

Es imperioso darle a toda la orga, de arriba a abajo, un sacudón de alarma,


procediendo a una “operación rescate” de los valores ideológicos. No se trata de
aspirar a metas ideales o exquisitas, sino de lograr un nivel que haga posible un
funcionamiento armónico, en un ambiente razonablemente fraterno, y que nos
ponga a salvo de incurrir en una farsa cuando predicamos el “hombre nuevo”.

Esta operación debe ser promovida por los organismos de dirección, pero
Donde hubo fuego u 243

puesta en práctica a todos los niveles, tanto de arriba hacia abajo como de
abajo hacia arriba, (tanto más exigente cuanto más arriba), en una especie de
revolución cultural.

Hemos defraudado ya ha muchos cros. que se nos han arrimado, con la ima-
gen decadente que les presentamos, y es de vida o muerte revertir ésta situación
de inmediato, ya que de no ser así esterilizaremos a la nueva semilla.

Aparentemente, es entre los cros. de las camadas más antiguas donde más
deformaciones se constatan (excepciones al margen) cuyas complejas causas no
cabe realizar aquí. Esto se agrava con la presencia de los “celos generacionales”
que llevan a los “viejos” a sentirse dueños de la verdad y de la orga, bloqueán-
doles el paso a los “jóvenes”. Ésta situación plantea como prioritario el ingreso
y la promoción de nuevas generaciones.

La “operación rescate” implicará que deben ser apartados aquellos cros.


que no superen sus deformaciones (quedando eventualmente a nivel de AA o
de colaboradores). Esa depuración nos permitirá ganar en eficacia en primera
instancia, y nos tornará aptos luego para un crecimiento sano.

Como propuesta final, un llamamiento imperioso a todos los militantes a


esta operación verdad.

Carta de Irma Leites y Hugo Leytón

Fundamentos generales de la posición asumida. 1988-1989. Síntesis

1) No se logró desde 1985 a la fecha rearmar una propuesta revolucionaria;


y creemos firmemente no se va ni se aporta en ese sentido.

2) La Organización se va sumando poco a poco a la estrategia que domina


en la izquierda. Entendemos que una de las causas fundamentales de
esta situación es la ausencia y omisión de una elaboración coherente
que conduzca a una propuesta con objetivos y métodos para lograrla.
La elaboración que se hace es fraccionada. Las conclusiones a las cuales

* Las abreviaturas usadas significan: CN: Convención Nacional; CC: Comité Central;
CE: Comité Ejecutivo; VIB: Valores Ideológicos Básicos (área en la cual Jorge Manera
era un referente en la organización); O/ Orga: Organización; Cro/s: Compañero/s.
(Nota de los autores del Anexo).
244 u Adolfo Garcé

se arriba no son producto del desarrollo de un análisis de la realidad


del principio al fin sino que son ideas ya establecidas en la cabeza de
algunos compañeros. Como expresión de esta inconsecuencia los linea-
mientos operativos no son discutidos ni integrados por el conjunto, no
hay confrontación de los mismos con la práctica y son abandonados más
temprano que tarde por nuevos lineamientos condenados al mismo fin.

3) El pluralismo interno no aporta más que conciliación de clases. Y en lo


que va de la IV a la fecha no hay un vínculo real con las bases. Estas
ignoran la esencia de las polémicas en la Dirección. Y lo que es peor no
se les da la oportunidad de decisión porque la parcialidad en el análisis
genera inseguridad y verticalismo.

4) La Organización tiende a una definición ecléctica, que va provocando


que se la pierda como punto de referencia revolucionaria por parte de
los trabajadores.

5) Entendemos que la Organización fue el resultado de la negación de una


izquierda castrada por una concepción que no conducía a la Revolu-
ción. En una nueva vuelta del proceso, al día de hoy, debemos volver a
la negación de aquellas concepciones o resabios de concepciones que
subestiman la Teoría. Así como criticamos las definiciones dogmáticas
–que se definen marxista-leninistas y se apartan del mismo como mé-
todo– debemos ver en qué medida hoy la Organización no cae en una
concepción dogmática de la Práctica. Esto lleva sin más al pragmatismo
como concepción. Y estamos convencidos que hay que atravesar una eta-
pa de clara batalla contra esa desviación que postula como correcto todo
aquello que triunfa, que acumula, que alcanza el éxito en el momento. Y
no en el marco de una estrategia que permita medir si el éxito conduce
o desvía, abandonando objetivos irrenunciables.

6) La concepción ideológica que prima, no permitía, ya a la altura de 1988,


el desarrollo crítico de una concepción marxista-leninista. Y en aras de
no caer en el “dogmatismo”, se da una alineación concreta y explícita
en torno a la Perestroika, sin haber definido qué significa, para salvar las
distancias históricas que nos diferencian con otros procesos.

7) No se cumple con ningún aspecto del mandato de la III, como por ejem-
plo: profundizar la definición ideológica-política de la Organización. Y
esto se refleja en el no cumplimiento de las prioridades: FS, Formación,
Interior, Ingresos. Y en la IV se da un paso atrás en la definición de
algunos puntos: art. 1° del Reglamento.
Donde hubo fuego u 245

8) El deterioro dominante en la moral interna es reflejo de una realidad


social a nivel de toda la sociedad pero sobre todo por la incapacidad y
no voluntad de atender los principios de los VIB y estar subestimando
una vez más al enemigo en el terreno de la ideología.

9) Apostamos desde marzo de 1985 a un cambio de la Organización desde


dentro. Este camino, queda demostrado, no fue efectivo. Los planteos
críticos, en minoría, se fueron dispersando pese a que muchos compañeros
los compartan en la Teoría, pesa más el caudillismo, el peso histórico
de algunos compañeros. Hoy es una organización que se debate entre el
criticismo y la inoperancia. La dirección del CC es ficticia: no existe. Solo
existe la línea directriz de “una alianza para crecer”. Se busca cantidad
no calidad. En los nuevos militantes se mira más el seguidismo a una
postura que su real compromiso social. Los compañeros con más expe-
riencia están inmersos en ideas y prácticas de concepciones más o menos
acabadas, de conceptos y preconceptos hacia las demás posturas y hacia
los compañeros que las sostienen. En un marco plagado de confianzas y
desconfianzas (pero), no se llega de forma más conciente a desarrollar
fraternalmente una confrontación que de tiempo a la conclusión definitiva,
y se pierde la práctica social como criterio de la verdad.

10) Se apuesta por tanto a un concepto de organización de masas y militantes,


idea dominante en la izquierda uruguaya. Y a nuestro entender es lo que
está pautando la política de alianzas. En lo interno hemos sido derrotados
en la defensa de una idea de organización de militantes y cuadros, en
una política de alianzas más coherente que fuese llevada adelante desde
un núcleo directriz, para posibilitar el cumplimento de los objetivos
postulados.

11) Vemos que la complejidad de los procesos revolucionarios, las diferentes


concepciones de los mismos, las crisis en los países donde se ha tomado el
poder, las dificultades de los caminos revolucionarios en América Latina
y en particular el proceso en nuestro país, hace que la búsqueda de una
alternativa global no esté aún elaborada. Y en nuestro caso la propuesta
militante careció y carece de claridad.

12) Por último queremos dejar por explícito que nuestra decisión es de no
integrar ninguna de las organizaciones políticas existentes, por entender
que el panorama de las mismas es aún más caótico que el descrito en la
Organización. Más caótico y más alejado aun de un planteo revolucio-
nario. Nosotros reconocemos la necesidad de una organización política
revolucionaria; pero al día de hoy no existe el planteo de formar otra
246 u Adolfo Garcé

organización política, pues aun no ha madurado la propuesta clara y


sólida, ni los militantes son capaces de hacerla carne con perspectivas
en la práctica social.

Carta de Edmundo Canalda

Montevideo, 6 de febrero de 1990.


A los integrantes del MLN:
Por ésta renuncio a mi carácter de perteneciente al MLN y, en otro plano
a la dirección de programación de CX 44 ofrecida consideradamente por el
ejecutivo de la organización.
En lo personal doy por terminado –con mi remoción de la dirección de la
radio– un proceso de diferencias claramente expuestas en el Comité Central y
en el Comité Ejecutivo. Dichas diferencias giraron, desde mi punto de vista,
en torno a varios ejes estrechamente relacionados:
1) Una política de alianzas que redujo la incidencia histórica del MLN,
cuya obtención costó tantos sacrificios. Esta política se olvida –aunque
en los papeles se sigue mencionando– del frente grande aglutinador de
las fuerzas sociales y políticas de alternativa al Uruguay agobiante que
vivimos. Parecería el MLN conducido a ser la ultraizquierda organizada
del FA mientras que otros hemos trabajado por un MLN frentegrandista,
bregando por la unidad de la izquierda –no sólo del FA–, removedor de
las caducas estructuras políticas del país. En ese sentido la muerte de
Sendic –tan olvidado en sus conceptos como usado en fotografías– marca
el fin de una etapa.
2) La comprensión del trabajo social es otro elemento diferenciador. Estoy
profundamente convencido de la necesidad de autonomía en el trabajo
social al privilegiar la sociedad civil frente a la partidaria. Las transfor-
maciones que vive el mundo –especialmente socialista– apuntan a una
nueva etapa de la humanidad que mientras se afirma en la autogestión,
niega las hegemonías estatales o partidarias. Es el fin de las vanguardias
de viejo estilo y la mayor aspiración lícita de una organización para el
cambio, es interpretar esto sirviendo de catalizador, ayudando ese proceso
de la propia gente. La misma estrechez con la que antes algunos inte-
grantes del MLN medían la conciencia por el cariño a los fierros, hoy se
miden los avances por los votos o las banderas despreciando todo aquel
trabajo en la sociedad que no cristalice en partidario. Naturalmente de
allí se desprende un trabajo político sesgado, partidizado, en lo interno
Donde hubo fuego u 247

una organización pequeña, alejada del sentir de la gente que limita en


lugar de potenciar sus frentes sociales. No se entiende que hoy es más
importante poner el acento en la coordinación y menos en el control y
la centralización.
3) La política para los medios de comunicación refleja cabalmente esa
evolución negativa.

Primero fue Mate Amargo. Tras una burda decisión política se separa a Diego
Piccardo –hombre frentegrandista y con una renovada visión de lo social– uti-
lizando el argumento de su salud en un proceso que hoy tiene su lápida con la
designación de Zabalza ubicado en las antípodas ideológicas y políticas de aquel.
En su momento y debido a la desmesurada desprolijidad del cambio –con
los efectos irreversibles de una polarización violenta entre los trabajadores del
Mate– se produce una crisis en la dirección del MLN ante la cual una comisión
que integré del Comité Central pretende dar salida poniendo rectificaciones que
en síntesis consistían en:
a) Reconocimiento de la crisis y la pérdida de compañeros valiosos; la ne-
cesidad de depurar los métodos y cumplir meticulosamente los acuerdos.
b) Sin dejar de priorizar el MPP, resaltar el rol del trabajo social.
c) Dar mayor flexibilidad organizativa a los frentes sociales.
d) Hacer un llamamiento interno a desarrollar los valores de fraternidad y
honestidad perdidos en el MLN.
e) Recuperar para la dirección ejecutiva a Alba Antúnez y Diego Piccardo.
Vincular a compañeros capaces y nuevos a esa dirección.

La réplica no dejó dudas: se rechazó la moción y se priorizó exclusivamente


el trabajo electoral del MPP. Posteriormente la mayoría propone la integración
de Piccardo y la mía al ejecutivo que rechazamos al descartarse una solución
como la expuesta.
La suerte estaba echada también para el futuro de la radio.
Naturalmente, en forma estrictamente disciplinada, en la radio se cumplió
paso a paso lo acordado en cada momento por el ejecutivo del MLN y en
reiteradas ocasiones planteé que en caso de existir un matiz político con mi
conducción, se me relevara designando a quien mejor interpreta los designios
de la dirección. Se dijo que no.
Por otra parte en una gira por los zonales del MLN en Montevideo la con-
ducción de la radio es fuertemente cuestionada por algunos integrantes de las
248 u Adolfo Garcé

direcciones zonales, especialmente del zonal 4. Si bien en muchos casos se


notaba una total desinformación sobre la radio es inocultable la existencia de
una corriente que plantea severas críticas a su orientación política: la amplitud,
el pluralismo, el vínculo con el aparato MLN fueron cuestionados. Si a esto le
sumamos que después de las elecciones importantes dirigentes del MLN cues-
tionan la “mala” utilización de la radio para conseguir votos MPP, es natural
mi remoción.
Remoción lógica pues en el contexto marcado, atribución incuestionable del
ejecutivo pero que me inhabilita para proseguir a cargo de la programación de
la radio pues se distorsionarían los ajustes que la nueva dirección hará.
Considero necesario marcar que no creo que al proyecto actual se oponga un
depurado proyecto antagónico, pero tomando del órgano oficial “Tupamaros”
la afirmación de que el Mate y Panamericana sirven como un primer paso para
“leer y escuchar” a los tupamaros, es notoria y pública mi discrepancia. Ahí está
la concepción vanguardista explícita, la expresión de quienes creen que la tarea
de la gente es escuchar y leer a los iluminados para hacer lo que les sea indicado.
Por supuesto en la radio tienen lugar privilegiado los tupamaros (es el único
medio que les da cabida normalmente) pero con mi conducción estaba asegurado
que eso era solamente una tarea más dentro de una gama más rica que pasó por
ser una verdadera expresión de libertad y democracia como decía el manifiesto
inicial de Panamericana.
Pensando en el personal de la radio he sido muy claro y firme en no ayudar a
crear un clima de antagonismo y reconozco que la designación de Casares como
nuevo director fue de las menos polémicas por su inclinación por el diálogo y
por su respeto a la gente.
Cierro esta etapa pensando que le correspondió a la creatividad del MLN
generar una opción democratizadora de un medio de comunicación masivo y
mantenerlo con gran esfuerzo durante un año y medio. En lo personal fue de
intenso trabajo pero de enormes satisfacciones con una propuesta que será ine-
vitablemente tomada como punto de referencia por otros o por el propio MLN
en el futuro y también estoy seguro de que estará presente en el socialismo plural
y democrático que los uruguayos implantarán algún día.
Por último, como me he dedicado totalmente a los medios de comunicación
desde hace cuatro años no participo en la estructura zonal que es la que tiene la
palabra en la futura convención. Discrepo –naturalmente cualquier organiza-
ción tiene un incuestionable derecho a decidir sus reglas internas– con el cerrar
rígidamente las fronteras en una discusión que atañe también a centenares de
tupamaros que se han alejado del funcionamiento orgánico y al pueblo todo
que hoy participa, por ejemplo, hasta las polémicas y las discrepancias del
PCU en su proceso de perestroika. Mucha madurez hacía falta para aceptar la
crisis y plantearse el reto de la discusión abierta en una perspectiva de profunda
renovación. Ojalá me equivoque pero creo que hoy no domina ese espíritu en
la estructura orgánica del MLN.
Esperando comprendan lo insostenible que resulta mi situación personal
Donde hubo fuego u 249

los saludo reafirmando mi cariño y respeto por esa extraordinaria parte de la


población que sigue con expectativa y compromiso la historia del MLN. Un
saludo especial a los jóvenes que a toda costa luchan por mantener la llama.

¡Hasta un cruce de caminos!

Edmundo Canalda

Carta del Frente Juvenil

La sesión del CC realizada el domingo 23 de diciembre marcó un nuevo


síntoma de la crisis político-organizativa que aqueja al MLN-T desde por
lo menos la IV CN a la fecha, crisis acompañada de profundos cambios en
el mundo (perestroika, derrumbe del bloque socialista con su consiguiente
corrimiento a la derecha, derrota del sandinismo, victoria del FA en Monte-
video hecho que hizo aflorar serios problemas a resolver por la izquierda),
y en el propio MLN-T. Quizás la IV CN sea apenas una referencia para
reseñar el proceso que condujo hasta la actual ANM extraordinaria, reali-
zada a contados días de la anterior.

Desde la reorganización a la fecha mucho hizo el MLN; y entre lo que


hizo fue rearmarse a sí mismo y colocarse en el panorama nacional como
un hecho político irreversible (a pesar de muchos) y como un punto de re-
ferencia para el pueblo uruguayo. Tarea que trajo sus resultados positivos,
pero que quizás tuvo inevitables consecuencias negativas.

Fruto de una guerrilla derrotada militarmente, el MLN actual (al


decir de muchos compañeros) es por lo menos el resultado de unir tres
experiencias diversas vividas en la década de la derrota: la experiencia de
la cárcel, la del exilio, y la de los que consiguieron permanecer en el país
o luego de la cárcel se unieron a la lucha contra la dictadura. A estas tres
experiencias hubo que agregarle (y no sin lucha interna) la experiencia de
militantes jóvenes, cuya única experiencia política era, en el 85, la lucha
contra la dictadura desde la ASCEEP, FUCVAM, o el PIT, y que a pesar
de no haber vivido la etapa guerrillera, creían en el MLN, con mucho de
corazón y con algo de convicción.

Producto de la discusión del MLN de aquella época es el Frente Estu-


diantil y producto de éste fue el Frente Juvenil. No es un lugar para referir
un balance de seis años de militancia organizada en el MLN-T, sí en cambio
para reseñar algunos hechos que fueron marcando las conductas del MLN-T
en su vida interna en esta etapa.
250 u Adolfo Garcé

No es difícil darse cuenta que el MLN-T fue recorriendo un camino que


lo llevó a que cuanto más ideologizada se encontraba la puja interna, me-
nos efectivo se era en la militancia práctica, y atención que decimos MLN
incluyendo al propio FJ. Que hubiera distintas visiones no era nada nuevo
para el MLN, y por supuesto nada negativo para el trabajo revolucionario.

Que estas visiones chocaran no sólo era probable, sino que podría haber
sido fortalecedor para la herramienta. Sólo el surgimiento del sectarismo
y el dogmatismo puede minar de modo determinante la lucha de ideas,
máxime en una época en que tantas certezas resultan cuestionadas por el
desarrollo de los hechos.

A pesar de lo anterior el MLN-T no quedó sumido en la inoperancia; por


el contrario, respondió a las exigencias políticas: la 44 y el MPP son ejemplos
de esto. Al mismo tiempo, las convenciones se fueron desgastando como
ámbitos para lograr acuerdos o síntesis políticas que permitieran mantener
el mismo nivel de efectividad en el trabajo de masas, por el contrario, ya
en la IV CN todos teníamos claro las carencias de la orga en ese sentido.
La V CN fue quizás lo que más sirve para ilustrar la afirmación anterior.

Las discrepancias actuales se centran en el problema de qué herramienta


es la necesaria para trabajar políticamente en este país y de qué manera
habría que encarar la construcción de la misma.

Este debate no es menor, ni tampoco marca una originalidad nuestra


al discutirlo. La crisis por la que atraviesa el movimiento revolucionario a
nivel continental y mundial, no sólo hace al proyecto de sociedad, tampoco
exclusivamente a la validez o no de la teoría marxista, o del aporte leninista;
y no podemos considerar que el germen de los problemas actuales tenga
como única causa los intrincados avatares de la política interna de la URSS
y el campo socialista.

Creemos que si bien estos problemas son clave y problematizan a la


izquierda del continente, existen debates no saldados respecto a cómo debe
pararse la orga en el Uruguay de hoy, que no solo es distinto al de pre-golpe,
sino incluso al del quinquenio Sanguinetti.
Teniendo una orga en la cual conviven visiones diversas, y un mundo
que empezó a cambiar pero aún no se sabe hasta dónde va a cambiar, (en
estos días se habla de un golpe de estado en la URSS) y un país que eviden-
temente sufrió cambios importantes, la construcción de la herramienta era
un problema a tratar con suma flexibilidad y sentido práctico.

Se optó en cambio por ir dibujando a la orga a partir de un proyecto


Donde hubo fuego u 251

que si bien puede ser correcto, quizás su adecuación fue lo que falló de
bote a bote.

La centralización casi absoluta de las decisiones políticas en un esquema


de territorialidad que iba dirigido a eliminar en la práctica a los frentes de
masas, las férreas líneas de mando que desafiaban no sólo a la practicidad
para el desarrollo de la militancia, sino por momentos al sentido común, la
creencia que hay lugares para el trabajo político que son revolucionarios
en sí mismos, sin tener en cuenta la realidad de la militancia que se tiene,
fueron problemas que si bien eran de la diaria, nunca supimos resolver,
o más bien se fueron resolviendo eliminando una de las formas posibles,
eliminando los frentes de masas.
El origen de este problema creemos que no es de índole organizativo, sino
de índole político-ideológico, ya que hace a las tareas que hay que realizar
hoy, para cimentar la victoria revolucionaria de mañana.

No podemos afirmar que es revolucionario, y qué no lo es, pero creemos


que la vanguardia que algún día este pueblo va a construir, habrá pasado
por un sinnúmeros de etapas de acuerdo a la necesidad que la lucha plantea.

Prever un desarrollo futuro de la lucha de clases es tarea de los revolu-


cionarios, creer que hay que proceder en el presente preparando ese futuro
como si fuera inminente, más allá del nivel actual de la lucha de clases, es
por lo menos discutible.

El MLN debería ser una herramienta que haga posible el logro de los
objetivos que se plantea, además de ser una escuela donde se construya de
cada tupamaro, el hombre nuevo pensado por el Che.

La orga debió reflejar en su interior, las ideas medulares de la socie-


dad por la cual luchamos, y consecuentemente desarrollar y profundizar
la participación. La flexibilidad –elemento imprescindible en el trabajo
político en ésta etapa– era la llave para mantener la unidad. Como dato
de la realidad se debió tomar, desde la dirección a la base la existencia de
distintas visiones político- ideológicas y estratégicas que no fueron salda-
das por la Convención con el debate interno, y que todos aspirábamos, de
alguna manera, a procesarlas en la práctica.

El centro de esa adecuación de la organización, tendría que haber estado


en la capacidad de forjar una herramienta con capacidad de inserción y
contribución real a la transformación de la realidad con sentido revolu-
cionario, a partir de los frentes de masas. Un punto central para esto es la
252 u Adolfo Garcé

presencia organizada en los movimientos sociales y políticos.

Esto implica que la militancia encuentre en los marcos orgánicos, el lugar


apto para la discusión y profundización del quehacer en esos movimientos.

Que se establezcan mecanismos y tiempos de funcionamiento que no


debiliten la inserción, sino que la favorezcan. Que el aparato se adecue a la
realidad y considere vital procurar marcos y espacios para la participación
de quienes actúan en los frentes de masas.

Por otra parte, las contradicciones político-ideológicas no resueltas en


estos últimos tiempos –propiciada por la magnitud de la crisis– se expresa-
ron bajo la forma de problemas éticos y morales, que reforzaron el quiebre
de la unidad y la confianza.

Por estos motivos, el Frente Juvenil del Movimiento de Liberación Nacio-


nal Tupamaros reunido en su V Asamblea Nacional de Militantes resuelve:

1. Los integrantes del Frente Juvenil, por voluntad mayoritaria de


los mismos renunciamos a pertenecer al Movimiento de Liberación
Nacional Tupamaros por lo cual a partir de este momento no reco-
nocen al CC como dirección política, renunciando voluntariamente
a los derechos y deberes que se tienen por el hecho de pertenecer a
la organización.
2. Nuestra renuncia a seguir perteneciendo al MLN-T de ninguna ma-
nera niega ni deja de reconocer los aciertos y errores que se hayan
cometido como organización política en el país desde la reorganiza-
ción a la fecha, así como no renegamos ni ayer ni hoy de la historia,
los orígenes y las conductas políticas asumidas por el MLN-T como
propias en el pasado.
3. Quienes nos retiramos del MLN-T, nos sentimos tupamaros y vamos
a seguir trabajando políticamente en forma colectiva en el Uruguay,
por la liberación nacional y el socialismo y para que en este país no
haya ni explotados ni explotadores.
4. Las diferencias y las contradicciones políticas no son permanentes
ni para toda la vida. En este sentido apostaremos a recorrer en la
práctica caminos que permitan el reencuentro en un esfuerzo colec-
tivo y plural, con todos los uruguayos que se planteen la necesidad
de construir una patria para todos.

29 de diciembre, 1990.
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