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R P

Por: Carlos Rolong De la Cruz.

En una hamaca se acostaba tío Eugenio, quien era hombre manso y de buen genio.
Cloqueando, asomaban las cabezas por el techo de paja las Patas burlonas, asustando al pobre
Eugenio de noche y a solas.
Jalen cabuyas que no me caeré, decía Eugenio envalentonado y rezando el credo a revés.
Risas y pascuas, las brujas tenían, y consiguiendo su objetivo, en el suelo le decían:
Un día de estos te haremos más y quedaras encuerucho con una mano adelante y la otra atrás.
¿Qué les pasa patas burlonas? Eugenio respondía, con tal que encuentre el secreto a todas me
las gozaría…

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