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Revolución Cubana

El 1º de enero de 1959 triunfaba en Cuba la revolución liderada por Fidel Castro contra la dictadura de
Fulgencio Batista. Desde su independencia en 1898, Cuba había sido un protectorado de los Estados
Unidos, gobernada por distintos regímenes dictatoriales y su economía manejada por los intereses
azucareros estadounidenses. Tras largos años de lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista, el 1º de
enero de 1959 la revolución se haría realidad. El nuevo gobierno realizará transformaciones radicales:
expropiación de monopolios locales y norteamericanos, reforma agraria, extensión de servicios sanitarios,
campañas de alfabetización masiva. Para recordar este acontecimiento hemos elegido dos artículos
aparecidos en distintos medios inmediatamente después del triunfo de la revolución.

Batista ha perdido Cuba

Fuente: Destino Nº 1117, Barcelona, 3 de enero de 1959.

Un periodista cubano, Jorge Quintana, le recordó hace tres meses al presidente de la Nación, Dr.
Frondizi, la intervención de un argentino –Miralla- en la lucha por la independencia cubana. El diálogo
de ambos, mantenido mientras transitaban por senderos de la residencia de Olivos, cobra hoy
renovada actualidad. Quintana mencionó a Miralla, para hablar luego del “Che” Guevara, el nuevo
argentino que luchó en Cuba por la causa de la libertad.

Miralla es hoy más conocido por los cubanos que por nosotros; con Guevara sucede otro tanto. Goza
en la isla de un prestigio merecido, de una popularidad en la que se traduce la gratitud de un pueblo.

Nació en Rosario en 1928; vivió brevemente en Misiones y en Córdoba, muchacho andariego, recorrió
América latina en motocicleta, a pie y aun valiéndose de balsas; concluyó sus estudios universitarios
en Buenos Aires; un hecho premonitorio: desde temprano sintió predilección por el estudio de las
enfermedades tropicales –alergias y lepra-, cuyo conocimiento le sirvió tanto en Cuba; fue uno de los
tres mil integrantes del grupo Monteagudo y, dentro de él, formó parte de Acción Argentina, fuerza de
choque dirigida contra el dictador argentino. Luego, la cosa pantanosa de Ubero, adonde llegó a bordo
del Gramma, que transportó a 80 hombres aunque sólo estaba preparado para alojar a 25.

La Repercusión de los Sucesos en Buenos Aires

En la Avenida de Mayo al 1300, frente al vespertino “Crítica”, se reunió denso gentío que, con
declamaciones de adhesión a Fidel Casto y al “Che” Guevara, al movimiento libertador cubano, y
simplemente a la libertad, ocuparon la calzada y obligaron a la desviación del tránsito automotor por
las calles adyacentes.
Desde el balcón del primero piso del vespertino, ornado con banderas argentinas y una enseña cubana,
hablaron el doctor Valdés Miranda y Lisi Guera, del movimiento 26 de Julio; el nuevo embajador
cubano en nuestro país, Sr. Jorge Beruff Jiménez; el Señor Benjamín De Yure, también del
movimiento; el padre del combatiente Ernesto Guevara Lynch; el director de “Crítica”, doctor Santiago
Nudelman, y el diputado nacional por la Unión Cívica Radical del Pueblo, Manuel Belnicoff.

Ante los repetidos vivas a Cuba y las expresiones de repudio a las dictaduras, a Batista, a Franco, a
Trujillo y a Perón, el doctor Nudelman se refirió a este “día glorioso de Cuba”, y pidió el homenaje de
un minuto de silencio por “la juventud de América que ha ofrecido su sangre generosamente para que
podamos seguir viviendo en libertad”. Exhortó luego: “En la medida en que se oscurece el cielo de la
patria americana, seamos forjadores de la libertad”. ¡Viva Cuba Libre! –terminó- ¡Viva América Libre!
¡Viva la libertad y viva la democracia!

El Sr. Belnicoff se refirió luego a la dictadura de Franco y a la que padecimos en nuestro país hasta
1955, y tras hablar de la personalidad de Fidel Castro, dijo que “cuando algún día en las generaciones
futuras se pretenda dar la exacta definición del miedo, se dirá: el miedo es un dictador; porque los
dictadores, cuando la fuerza los respalda, son valientes y castigan a los pueblos; pero cuando los
pueblos se rebelan, los dictadores sólo conocen una actitud: huir. ¡América para la libertad –exclamó-,
pare el cielo; los dictadores para la tierra, para la muerte!”. Transmitió la adhesión hacia el pueblo
cubano de su partido y finalizó con un “brindis cívico por la civilidad de América, por la caída de
Trujillo, de Stroessner, de Somoza, de Franco, y porque retornen a nuestro país todas las libertades,
sin presos políticos ni gremiales”.

Terminadas estas palabras, y las advertencias pacifistas transmitidas por los altavoces, emprendió la
marcha por Avenida de Mayo hacia el Oeste una columna que dobló por Callao y se dirigió por Santa Fe
hacia la embajada de Cuba. La acompañaban algunos vehículos embanderados con nuestra enseña y
con la que ha reconquistado su libertad, y se veían abundantes distintivos con el número 26, que
estaba también estampados en la puerta de un pequeño automóvil. Los estribillos se repetían a lo
largo de la marcha: se entonaban estrofas de la Marcha de la Libertad y un clarín hacía oír su voz de
aliento. Desde los balcones se recibían múltiples muestras de apoyo.

Ante la Embajada

Una enorme cantidad de público se congregó frente a la embajada de Cuba anoche a las 22. Los
núcleos que se sumaron constantemente a la manifestación, entre ellos el formado en la Avenida de
Mayo, interrumpieron el tránsito y formaron una masa compacta que iba de acera a acera, casi a lo
largo de toda la cuadra.
En el local de la embajada también se habían congregado los simpatizantes del Movimiento 26 de Julio,
y allí se veían las caras conocidas de los jóvenes cubanos que llegaron a nuestro país, perseguidos por
su acción revolucionaria, mezcladas con las de los que aquí fueron desde un comienzo sus amigos y
moralmente sus aliados de lucha. También estaban aquéllos que de una manera o de otra tienen un
vínculo de afecto y de sangre con los nombres que protagonizaron la gloriosa jornada que se
celebraba, y disputaban la atención de los cronistas la presencia de los parientes de los hombres cuyos
nombres registra hoy la crónica, con el carácter de héroes de la recuperada libertad cubana. Así, se
destacaba entre ellos la presencia de un septuagenario tío de Fidel Castro, que reside en nuestro país
desde 1913 y no conoce a su sobrino, no obstante lo cual sumaba a la emoción que todos tenían el
inocultable y legítimo orgullo de ese vínculo.

A las 22.15, el público que estaba aglomerado en la calle entonó la Marcha de la Libertad, y luego el
Sr. Luis Conte Agüero dirigió la palabra desde los balcones de la embajada. Señaló que cuando se
había convocado a esta reunión pública se creyó que ella iba a congregar a un grupo de espíritus
privilegiados que se regocijan en la libertad, pero que esto había sido superado por la presencia de un
pueblo, que demuestra en sus expresiones que por algo sobre el suelo alumbró la figura inmortal de
San Martín. A propósito de ello, hizo un paralelo de los permanentes ideales que hermanan a Cuba y a
la Argentina, encarnados en las figuras de sus libertadores y unió a la alusión del nombre de Martí y de
San Martín, la de Castro y Guevara.

Al referirse a los sucesos registrados ayer, dijo: “El embajador del gobierno, con su actitud se convirtió
en el embajador de Cuba y al renunciar a sus fueros oficiales, se invistió de los fueros morales de la
representación del pueblo cubano, anticipando con ello la jornada de la entrega del poder a la
victoriosa revolución. Esto no es extraño que haya ocurrido, porque hay tierras y hay pueblos que
mueven a los hombres a estas determinaciones, y el escenario y el espíritu de la Argentina se ha
hecho sentir en la actitud del doctor Espinosa Bravo”.

Finalmente manifestó su gratitud hacia la adhesión del pueblo argentino y, recordando palabras de
Martí, dijo que nuestro pueblo, como el de Cuba, lleva en sí la paloma de la bondad y la estrella de la
libertad.

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

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