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TEMA 49. LA EVALUACIÓN EN SERVICIOS SOCIALES. TIPOS DE EVALUACIÓN.

EL
DIAGNÓSTICO. LOS OBJETIVOS. LOS INDICADORES.

Podemos definir la evaluación como: “Un tipo de investigación que analiza y valora la estructura, el
funcionamiento y los resultados de un plan / programa con el fin de proporcionar información de la cual se
deriven criterios útiles para la toma de decisiones en relación con su administración y desarrollo” (Briones, 1991).

Esta definición reúne los cuatro requisitos básicos que debe tener todo proceso evaluativo:

 Poseer un carácter científico.

 Ser la expresión de un juicio de valor sobre lo que ha sido evaluado.

 Tener una finalidad clara y perseguir unos objetivos concretos.

 La información que proporciona debe ser útil.

1. Objetivos.

Los objetivos de la evaluación determinarán el tipo de preguntas a las que debemos responder y
consecuentemente, cual será nuestro objeto de evaluación, es decir, sobre qué debemos recoger información y
posteriormente emitir un juicio de valor.

A la hora de plantear dichos objetivos debemos tener muy en cuenta el ámbito en el que nos encontramos
(Administración Pública al servicio de los ciudadanos) y cuáles son en cada momento los intereses de los
destinatarios de nuestras acciones. De este modo, los objetivos de dicha evaluación deberán proporcionar
información que resulte de utilidad a los responsables políticos y técnicos del plan para adoptar decisiones que
permitan maximizar los beneficios del grupo de población al que se dirija.

Por estos motivos, en la etapa inicial de evaluación hay que identificar a los principales actores implicados en el
plan y recoger sus respectivas necesidades de información. Esto constituirá una estrategia para promover su
colaboración, dado que en la medida en que la consideren como herramienta útil y que les proporciona
información de interés para su trabajo, participarán y colaboraran tanto durante el proceso inicial de recogida de
información como en las fases posteriores para llevar a cabo las valoraciones realizadas o aplicar sus enseñanzas.

Sin embargo y como en ocasiones, los intereses de unos y otros pueden divergir, es útil que esa elección sea
producto del consenso haciendo participar a todos los “implicados” en la confección de una lista conjunta de las
preguntas que quieren sean contestadas con la evaluación, siendo imprescindible que dichos objetivos queden
claramente precisados. Si éstos son vagos o amplios, es posible que el ejercicio de evaluación se pierda en una
multitud de métodos y técnicas y no permita a los interesados llevar a cabo una reflexión fructífera sobre el
pasado, ni tomar las decisiones oportunas sobre el porvenir.
De manera general, los objetivos de la evaluación pueden ser muchos pero hay algunos que destacan en
importancia como:

- Identificar las necesidades sociales de un grupo de población que están quedando sin cubrir.

- Conocer si el plan diseñado responde a las necesidades específicas de la población diana y si los programas y
medidas programadas resultan suficientes y pertinentes para satisfacer dichas necesidades.

- Valorar si dicho plan puede o no ser evaluado.

- Conocer hasta qué punto la puesta en marcha y funcionamiento del plan coincide con lo que había sido
previamente planificado.

- Identificar las características del grupo de población que resulta beneficiario del plan y analizar hasta que punto
se están produciendo o no sesgos en la cobertura.

- Analizar el funcionamiento real y cotidiano del plan, describiendo y valorando las actividades desarrollados por
el personal técnico.

- Valorar la consecución de los objetivos propuestos en el plan.

- Determinar posibles resultados derivados de la implementación del Plan, y que no habían sido previstos en el
mismo.

- Valorar los efectos o consecuencias derivadas del logro de los objetivos del plan sobre otros grupos de
población.

- Valorar el logro de los resultados en relación con los recursos (económicos) que se consumen.

- Valorar el ajuste presupuestario de cada programa del plan.

2. Tipos de evaluación.

La evaluación es un proceso que puede (y debe) estar presente en las distintas etapas, variando el tipo de
evaluación planteado, ya que será la lógica del proceso de planificación la que determinará en cada momento la
pertinencia de los objetos a evaluar.

Según el momento en que se evalúa: 1. Ex ante 2.Durante 3. Final, ex post o de impacto.

Según las funciones que cumple: 1. Formativa 2. Sumativa 3. De impacto.

Según la procedencia de los evaluadores: 1. Interna 2. Externa 3. Mixta 4. Autoevaluación.

Según el aspecto objeto de evaluación o contenidos: 1. Las necesidades o contexto 2. El diseño o planificación. 3.
El proceso y desarrollo del programa 4. Resultados o productos.

Según el momento en que se evalúa

Ex ante: Esta evaluación se realiza antes de la ejecución del programa y tiene como objeto de recogida de datos
acerca de la situación inicial de la institución o del programa.
Durante: Es aquella que se realiza a lo largo del proceso de ejecución y que recoge de modo continuo y
sistemático datos acerca del funcionamiento del programa.

Final, ex post o de impacto: Es realizada cuando el programa ha concluido. Nos permite recoger datos acerca de
la ejecución, funcionamiento, efectos o resultados de un programa, cualesquiera que éstos hayan sido, tanto los
esperados como los no esperados, y valorar en qué medida las necesidades que originó el programa han sido
satisfechas o no o se han generado otras nuevas.

Según las funciones que cumple

Formativa: La función que cumple es la de ir suministrando información a medida que avanza el programa de tal
modo que puedan tomarse decisiones pertinentes para cambiar las acciones en curso. Su utilidad radica en que
no es necesario que el programa concluya para darnos cuenta de los errores cometidos, sino que durante la
ejecución es posible subsanarlos, es decir, sirve para ayudar en la toma de decisiones que ha de irse realizando
sobre el terreno.

Sumativa: Se realiza una vez ha concluido el programa, y pretende determinar los resultados obtenidos a partir
de la implementación de sus actividades, indicando si ha sido capaz de dar respuesta a las necesidades que lo
generaron. Trataría de dar respuestas del tipo: ¿ha sido efectivo?, ¿a qué conclusiones podemos llegar?. Es útil
para ayudar en la toma de decisiones futuras, así como para comprobar las responsabilidades y verificar la
eficacia y rentabilidad de lo evaluado. Una desventaja es que otorga la información cuando ya suele ser
demasiado tarde para rectificar si es que algo ha salido mal. En cambio puede poner las bases para futuros
intentos.

De impacto: Cuando lo que se trata es de comprobar y valorar los efectos o la repercusión que un determinado
hecho ha tenido sobre el medio en el que aconteció.

Según la procedencia de los evaluadores

Externa: Quienes toman la iniciativa de efectuar la evaluación pueden ser responsables pertenecientes a la
institución o externos a ella, pero en cualquier caso ha de quedar claro que sí han de ser externos o ajenos a ella
quienes la realicen. Se pretende lograr máxima objetividad; de ahí que la tarea de evaluar la emprendan expertos
que no han participado en el proceso de planificación ni de ejecución, pese a que ello suponga un
desconocimiento de los acontecimientos. Una labor evaluativa rigurosa redundará en una mayor calidad técnica,
aun a riesgo de seleccionar informaciones concordantes con los intereses de los responsables, en cuyo caso la
descripción de la realidad quedaría sujeta a fines arbitrarios. Además, si no se enmarca adecuadamente, puede
generar rechazo y sentimientos de control por parte de los profesionales ejecutores del programa.

Interna: Es la que efectúan profesionales pertenecientes a la propia institución pero que no intervienen en el
programa, de modo que pueden valorar objetivamente tanto el trabajo realizado o el proceso seguido como los
resultados obtenidos a fin de facilita las decisiones pertinentes. El conocimiento del programa del que dispongan
resultará valioso al efectuar su tarea evaluativa. Sin embargo, la falta de objetividad puede influir a la hora de
recoger información y traducirse en actitudes de permanente justificación ante cualquier discrepancia detectada,
lo que podría desembocar en actuaciones poco afortunadas e impedir la introducción de modificaciones
oportunas. Ésta es una de las grandes desventajas que planteas este tipo de evaluaciones.

Mixta: También denominada coevaluación, pretende ser una combinación entre los dos tipos antes descritos. Se
trataría de efectuar tanto la evaluación interna como la externa para posteriormente contrastar los datos
procedentes de ambas y dar cuenta de las divergencias o concordancias. De este modo quedaría superados los
problemas de ambos tipos de evaluación. Como desventaja cabe reseñar su alto coste en tiempo y recursos, por
lo que este tipo de evaluación se reserva para casos de envergadura. Una variante de la evaluación mixta consiste
en formar un equipo compuesto por evaluadores externos y evaluadores perteneciente a la propia institución.

Autoevaluación: En este caso son los responsables de la ejecución del proyecto quienes llevan a cabo la actividad
evaluativa. Pretenden reflexionar acerca del trabajo realizado o los resultados obtenidos. Presenta ventajas y
desventajas similares a las indicadas para la evaluación interna, y, de hecho, a veces se la considera como tal.

Según el aspecto objeto de evaluación o contenidos

Las necesidades o contexto: Esta evaluación se hace después de haber estudiado la realidad y es previa a la
formulación del proyecto. Se evalúa el contexto y la realidad sobre la que se quiere intervenir y se realiza un
diagnóstico de las necesidades de y con el grupo destinatario, para dirigir nuestra acción. Este tipo de evaluación
coincide con el análisis de la realidad, que ya ha sido tratado previamente. Esta evaluación sirve, sobre todo, para
ayudar a desarrollar objetivos y para tomar decisiones sobre la planificación de la intervención. A su vez cumple la
función de ofrecer una base que sirva para juzgar los resultados del programa.

El diseño o planificación: Esta es una evaluación del diseño del programa, de su coherencia y su aplicabilidad.
Puede cumplir una función de ayuda, a la hora de dar forma a propuestas y proyectos y formar decisiones sobre la
estructuración de los mismos. Permite, además, obtener una base para juzgar cómo se está llevando a cabo el
programa. Las bases para este tipo de evaluación se pueden encontrar en los procesos de planificación y
elaboración de proyectos también tratados anteriormente.

El proceso y desarrollo del programa: Este tipo de evaluación sirve para guiar el proceso de ejecución del
programa, de manera que se obtenga una información útil para realizar los ajustes convenientes mientras el
programa se está llevando a cabo. Busca, pues, explicaciones de lo que pasa, de los fallos y lo cambios que se
producen. Se puede realizar a través de distintos “puntos de control” y tiene una función de retroalimentación, de
ofrecer información que permita mejorar y refinar el diseño y la ejecución del programa. Esta información,
además, puede ser útil posteriormente cuando se evalúen los resultados. Así, este tipo de evaluación de proceso
pretende ir ajustándose mejor a la realidad y a los destinatarios a los que se dirige.

Resultados o productos: Describe y juzga los resultados de un programa de intervención, relacionándolos con los
objetivos y las necesidades, para evaluar el mérito y valía del programa en su conjunto. Así, sirve para evaluar los
efectos que ha producido el programa., no sólo los pretendidos y positivos, sino también los no buscados y
negativos. Se evalúa una vez finalizada la acción y facilita la tomad e decisiones sobre la continuación,
terminación o modificación del programa.

3. El diagnóstico.

El diagnóstico es un elemento característico de los profesionales que tienen la capacidad de determinar el tipo de
intervención más adecuado para modificar las situaciones en las que intervienen. Siempre se basa en la recogida
de datos. Es una síntesis, una interpretación y una evaluación profesional de una situación. Se establecen
objetivos, se planificación la actuación. Dentro del diagnóstico tenemos el pronóstico, que indica las posibilidades
de reversibilidad de la situación social que se estudia y los medios necesarios para mejorarla; también indica las
posibilidades de atención desde el servicio desde el que se trabaje. Así se podrán definir los objetivos, las
prioridades y los plazos de actuación.
Es un proceso continuo, flexible que está en permanente evolución. Es importante poder distinguir lo superfluo
de lo importante. Distinguimos tres niveles:

NIVEL DESCRIPTIVO. Síntesis del problema y de la situación

NIVEL CAUSAL. Búsqueda de las causas

NIVEL DE EVALUACIÓN. Elementos personales y sociales de la mejora.

Hay tres tipos de diagnóstico, que pretenden facilitar una orientación general al Trabajo Social:

1. Diagnostico dinámico: determinar cuál es el problema, que soluciones, medios y alternativas hay posibles.

2. Diagnóstico clínico: clasifica a la persona en función de su dolencia, donde el TS se centrará en los aspectos
sociales.

3. Diagnostico etiológico: establecer la relación causa/efecto inmediata, los orígenes y el desarrollo del problema.
Tiene un sentido de historia biográfica de la persona que puede ayudar a anticipar los procedimientos más útiles
para el caso.

Podemos concluir que el diagnóstico social en el TS con casos se constituye como el procedimiento sistemático
flexible y continuo que permite al TS establecer un estudio pormenorizado de la situación problema, y determinar
la línea de intervención a seguir. Un buen diagnóstico supondrá una correcta intervención.

Los elementos principales del diagnóstico son : la persona, la institución y la demanda.

3.1. LA PERSONA

El evaluador deberá ser consciente de la importancia de los aspectos psicológicos/sociales que son necesarios
analizar relacionados con la capacidad intelectual y social, con el comportamiento, con los acontecimientos vitales
y con la motivación (resistencia o potencialidad para el cambio). Nunca existirá un conocimiento pleno y completo
de la persona, ni una elaboración correcta ni inalterable del diagnóstico.

En el diagnostico se buscan los motivos, los factores que aumentan o mitigan la situación de desequilibrio
generada. El evaluador debe leer la personalidad del usuario, analizar su estructura y su funcionamiento; se
deben conocer los hechos de la vida cotidiana de la persona y las realidades que actúan sobre ella, sus
pretensiones y aspiraciones. La persona está inserta en un contexto social que le dotará de privilegios y
responsabilidades pero que también puede coaccionar su desarrollo conduciéndole a un desequilibrio
denominado desajuste social. El profesional estudiará la naturaleza de la situación desajustada del usuario,
intentando esclarecer los motivos y las soluciones a la misma.

3.2. LA INSTITUCION

Será el organismo encargado de proporcionar el apoyo suficiente y necesario para el desarrollo de la persona y la
resolución de la demanda planteada. Puede ser pública o privada, pero estará regida por normas y
procedimientos, donde los organismos y las autoridades competentes se encargarán de estipular qué servicios se
prestarán, a quién irán dirigidos y en qué condiciones.
La institución será la herramienta principal de distribución de servicios para favorecer y asegurar el bienestar de la
población, con el fin de proporcionar el desarrollo de la persona. Estará conformada por un organigrama concreto
donde cada miembro tendrá su posición profesional, sus competencias, sus funciones. El evaluador debe conocer
y respetar la política estructural de la institución donde trabaja, identificarse con el organismo es importante,
pero también lo debe ser la crítica constructiva que debe guiar su labor, tendente a dotar a la institución de las
mejoras oportunas, de eficiencia y de prestigio profesional. La institución deberá adaptarse a la realidad social,
dinámica y en constante evolución. La figura del profesional de casos es el enlace y la pieza de unión entre la
demanda del usuario y los servicios que preste la institución.

3.3. LA DEMANDA: EL PROBLEMA EN SI MISMO

Por lo general la persona en sí misma es capaz de solucionar sus necesidades (económicas, sociales, laborales …)
pero cuando no es posible o no se posee los recursos se acude a un profesional. La necesidad será un estado
objetivo de carencia que lleva implícito un impulso de movilización motivacional. Esta necesidad se hará explicita
cuando comience la intervención profesional, que es el primer paso del proceso. No siempre la necesidad
planteada por el usuario coincide con la demanda real., por eso es importante que el profesional delimite de
forma precisa la demanda porque ello dependerá una buena y correcta intervención. Como profesional se debe
esclarecer la prioridades, qué aspectos se deben tratar primero y cuáles después. Helen Harris Perlman alega que
el apoyo profesional se centrará en las dificultades de la persona para comportarse de una manera constructiva y
adaptada dentro de la sociedad. La elección del centro de atención del problema está marcada por tres factores:
lo que el usuario desea y necesita, lo que los SS.SS considera soluciones posibles, y lo que la institución puede
facilitar. El fin último del evaluador será el de resolver las necesidades, ofreciendo una mejora en el bienestar de
la persona, dotándole de una nueva situación de equilibrio y satisfacción, evitando el malestar y el descontento.

Las principales características de los problemas que se deben tener en cuenta a la hora de delimitar la demanda
son:

- Únicos para cada persona

- Tienen efecto cascada, unos inciden sobre otros y viceversa

- Tienen un carácter objetivo y uno subjetivo

- Todo problema tiene solución que dependerá de cada usuario

- Supone una motivación hacia el cambio

- Foco de atención principal para el TS

- Implica movilización de recursos

- Sinónimo de dificultad

- Objetivo donde usuario y TS depositan sus energías y su atención

El TS comienza su actuación con la recogida de información, luego realiza la valoración o diagnóstico y concluye
con la consecuente elaboración de un plan de actuación. Fomentará la resolución de las necesidades, con un
estudio de cada situación en particular para lograr la eficacia persona y social de los usuarios.
4. Los indicadores.

Los indicadores sirven para dar respuesta a las preguntas planteadas en la evaluación siendo éstos la
operacionalización en términos mensurables de conceptos abstractos. Es decir, los indicadores son la
transformación de conceptos en variables cuantificadas. Así, cada una de las preguntas planteadas –y que
constituyen los objetivos de la evaluación- deberán ser traducidas en indicadores que mejor reflejen la realidad
a la que se quieren aproximar, pudiendo llegar a obtener una batería de indicadores.

Los indicadores pueden ser:

a) Objetivos. Informan de la ocurrencia de un fenómeno dado. Un ejemplo de indicador


objetivo sería el número de personas atendidas en un centro en un periodo de tiempo
determinado.

b) Subjetivos. Se basan en informes personales sobre algún aspecto del programa.


Normalmente, estos indicadores hacen referencia a las percepciones, juicios y apreciaciones
sobre la variable que está siendo evaluada. Por ejemplo, en un programa de prevención de
drogas, un indicador subjetivo sería la percepción de los individuos sobre el consumo de
drogas.

A estos indicadores, algunos autores los llaman cuantitativos y cualitativos respectivamente. Sin embargo, esto
produce cierta confusión, ya que frecuentemente los subjetivos se tratan en el análisis de la información
cuantitativamente, procediendo a realizar con ellos análisis estadísticos.

La elección de un indicador estará determinada por: a) los fines de la evaluación, b) los recursos que disponemos
y c) la facilidad de acceder a los mismos. Lo más recomendable es emplear indicadores cuyos valores se publiquen
periódicamente con el fin de realizar comparaciones en diferentes periodos de tiempo.

Los indicadores seleccionados deberán cumplir los siguientes requisitos:

- Validez: un indicador es válido si realmente mide lo que quiere medir.

- Fiabilidad: es fiable si tiene capacidad suficiente para dar los mismos resultados en
distintas circunstancias.

- Sensibilidad: es sensible si registra los cambios de situación o del fenómeno de que


se trate.

- Especificidad: será específico si tiene capacidad para diferenciar una población que
presenta una característica de aquella que no la presenta.

- Utilidad: la información proporcionada debe servir para la acción. No debe


recogerse una información si sus resultados no van a condicionar las actuaciones
posteriores. Un indicador no es apropiado condicionar las actuaciones posteriores.
Un indicador no es apropiado para un determinado plan si los resultados de su
monitorización no pueden seguirse de acciones para la mejora cuando un problema
es detectado.
Como limitación de los indicadores hay que señalar el hecho de que lo que éstos ofrecen es una “fotografía” de la
situación, pudiendo identificar los cambios producidos con respecto a la situación inicial (en caso de que se
hubieran tomado medidas antes de la implementación del programa), pero no nos permite explicar el proceso
que ha dado lugar a esos resultados.

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