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FALLAS DE INCLINACIONES HUMANAS ENTRE EL BIEN Y EL MAL

Unidos por objetivos diferentes, personas que pertenecían a grupos sociales


totalmente opuestos, hoy se unen para un mismo fin. Por un lado un grupo de
mujeres que debido a la problemática de las basuras en su corregimiento se vieron
obligadas a buscar alternativas para deshacerse de los desechos que no pueden
ser reutilizables. Por el otro, una pequeña sociedad compuesta por excombatientes
de las FARC que se encuentran en su proceso de rehabilitación tras el cese
definitivo al fuego. Dicha sociedad ya no tienen un lugar adecuado para residir
donde fueron ubicados inicialmente, motivo por el cual los ha hecho salir a buscar
alternativas para construir las viviendas necesarias para una vida digna en esta
zona del país.
Sin embargo, al momento de escuchar sobre una persona que hizo parte de un
grupo delincuencial tan conocido en nuestro país, Colombia, llega a ser casi
imposible en ocasiones recibir a estas personas de la mejor manera y así mismo
ofrecerle el mejor trato posible dado su historial de actos de violencia ante el ser
humano.
Por otro lado se encuentran un grupo de mujeres que en su gran mayoría han sido
afectadas por las FARC en el transcurso de sus vidas, obligándolas en la mayoría
de los casos a abandonar sus lugares de residencia para iniciar una nueva
terminando reunidas en el corregimiento de Conejo viéndose afectadas por otro
gran problema, que es el de las basuras y su falta de puntos de acopio, viéndose
en la necesidad de dar una disposición final diferente al que estamos
acostumbrados en otras partes del país.
Bien dicen que las necesidades y nuestros objetivos en ocasiones nos llevan a
trabajar con personas que quizás nunca esperamos hacerlo, como en este caso, la
adivinación o la idea de un proyecto que unió a estos dos grupos para trabajar y
poner su conocimiento al alcance de los demás para satisfacer sus propias
necesidades, como lo es el caso de construir sus propias viviendas con materiales
reciclables y no reciclables recolectados por el grupo de mujeres.
No obstante la tarea de acoplarse ambos grupos no ha sido para nada una labor
sencilla dado el miedo que algunas mujeres del grupo de Andrea Cabrera quien es
la que se encuentra a cargo de la asociación de recuperadores ecológicos de conejo
(Asoreco) han demostrado sentir, siendo notado por los hombres de Richarlee
Rojas.
Aunque como cuenta la noticia, al principio podemos sentir un más que aceptable
miedo o temor por nuestra seguridad o nuestras propias vidas por trabajar con
personas que hicieron parte de un grupo delincuencial tan conocido en este país
por los daños ocasionados, no todo es como parece.
En ocasiones debemos dar la oportunidad de conocer y en su momento ayudar a
aquellas personas que intentan rehabilitarse para construir un mejor futuro en sus
vidas y lograr ser parte de una sociedad que marcada por la violencia hoy en día los
rechazan y esto hace que la tarea de rehabilitación sea un poco más compleja.
Es el caso de estas mujeres que necesitaron de varias reuniones para ir conociendo
este grupo ex-delincuencial y así poder trabajar en forma, al día de hoy la situación
empieza a cambiar, ya trabajan en el proyecto de fabricación de ladrillos con ayuda
de la universidad de la Guajira que les permite realizar las pruebas en sus
instalaciones.
Dice Rojas en una entrevista lo animados que se encuentran con la posibilidad de
materializar su idea. Mostrando la necesidad de una trituradora y un molde para
hacer ladrillos. Rojas cuenta a su vez que están trabajando en los diseños de las
maquinas “Tocando puertas”.
Una parte importante es la opinión de las que en su momento fueron víctimas, para
ello, se le preguntó a Cabrera por que decidieron trabajar con quienes dejaron las
armas y afirmó: “definitivamente en Conejo no queremos más guerra, y si no
queremos más guerra, debemos aceptar que ellos forman parte de nuestra
comunidad”.

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