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introducción

Las parábolas de Jesús, son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran
una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa.

La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar una persona para entrar al
Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios.

Jesús dice que enseña usando parábolas para que comprendan su mensaje sólo aquellos que han
aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen "endurecidos sus corazones" y han
"cerrado sus ojos" no puedan entender. Por lo tanto comprender el mensaje de Jesús significaría
ser un verdadero discípulo suyo y no entenderlo supone que no se está realmente comprometido
con Él y por ende no podemos recibir su ayuda ni la de su mensaje. Existen algunos debates sobre
si este es el significado original del uso de las parábolas o si en realidad fue agregado por Marcos
para reforzar la fe de sus lectores, tal vez cuando se vio perseguido. Esta explicación parece ser
esencial para comprender del todo el mensaje real de las parábolas de Jesús, ya que deja claro que
es necesario tener fe en Él para entenderlas, o de otro modo se ven confusas.

Jesús utilizó parábolas frecuentemente para enseñar las verdades más elevadas en una forma que
estuviese al alcance de todos. Su enseñanza contrastaba por su sencillez y sus imágenes con el
estilo complejo de los antiguos filósofos.
La Parábola de los Talentos

Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que al emprender un viaje largo, llamó a
sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos, y a otro, uno. A cada uno
dio conforme a su capacidad y se fue lejos. Inmediatamente, el que había recibido cinco talentos
se fue, negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. De la misma manera, el que había recibido
dos ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el
dinero de su señor.

Después de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. Cuando
se presentó el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos y dijo: “Señor, me
entregaste cinco talentos; he aquí he ganado otros cinco talentos”.

Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra
en el gozo de tu señor”.

Y cuando se presentó el que había recibido dos talentos, dijo: “Señor, me entregaste dos talentos;
he aquí he ganado otros dos talentos”.

Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra
en el gozo de tu señor”.

Pero cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: “Señor, yo sé que eres un hombre
duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Y como tuve miedo, fui y
escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo”.

Su señor respondió y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no he
sembrado y que recojo donde no he esparcido? Por lo tanto, debías haber puesto mi dinero en
depósito con los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que es mío con intereses”.

“Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tiene le será
dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Al siervo
inútil echadlo a las tinieblas de afuera, donde habrá llanto y crujir de dientes”.

Mateo 25, 14-30


Comentario Bíblico

La parábola de los talentos (Mateo 25: 14-30) ilustra como un hombre llama a sus siervos para
confiarle sus bienes y se va para regresar después de un tiempo y pedirle cuentas a sus siervos
sobre la utilización y aprovechamiento de los talentos y bienes que les confió.

Los dos primeros siervos rinden cuentas positivas ya que utilizaron los talentos y con ello ganaron
más. Entonces su amo los felicita y les llama siervos buenos y fieles, indicando que como en lo
poco han sido fieles, sobre mucho les dará autoridad, y además les dice que entren a su gozo.

El caso del tercer siervo es radicalmente distinto, pues al rendir cuentas el siervo alega que como
sabía que su amo era duro y siega donde no sembró, tuvo miedo y en lugar de utilizar el talento
para rendir más fruto, lo mantuvo escondido sin utilizar.

A lo cual su amo le dice Siervo malo y negligente, ya sabías que siego donde no siembro, hubieras
por lo menos dado el talento al banco para que ganara intereses, el amo da órdenes de que se le
quite el talento y se le dé a los siervos buenos y fieles.

Además el amo, da órdenes de que el siervo malo y negligente sea echado en las tinieblas de
afuera donde será el lloro y crujir de dientes.
Reflexión y aplicación práctica

Parece difiícil creer que un cristiano verdadero que tenga tiempo y talentos no de absolutamente
ningún fruto, por eso suena radical el jucio sobre el siervo inútil, hoy en día se ve que muchos
cristianos incluso con la facilidad del internet y medios electrónicos han descubierto nuevas
formas para dar fruto, desde compartiendo textos bíblicos en sus páginas de facebook, twitter,
creando páginas para compartir el evangelio, algunos cristianos también sacan provecho dando
fruto por medios más tradicionales, compartiendo el evangelio por medio de material escrito,
libros, devocionales, tratados y folletos, acompañan y apoyan y comparten con los menos
afortunados, existen muchas formas en que un cristiano puede dar fruto sin ir demasiado lejos.

Algunos cristianos utilizan sus talentos, cualidades y tiempo disponible para dar fruto participando
y apoyando en la iglesia, en sus congregaciones, sé de un cristiano que tiene talento para hacer
dibujos y caricaturas y lo utiliza haciendo ilustraciones de textos bíblicos para apoyar a la iglesia y
ministerios, hay diversas formas en las que cada cristiano puede utilizar sus talentos y cualidades
para dar fruto.

CONTEXTO DEL LIBRO

Forma parte delo evangelio de Mateo

INTERPRETACION DE LA LECTURA

Que los creyentes en Cristo Jesús somos sus siervos.

Nuestro Señor prometió que tras regresar al cielo nos enviaría Su Espíritu Santo. Conforme a su
promesa, lo derramó sobre muchos de nosotros.

Los siervos que han recibido el Espíritu Santo deben actuar de tal modo que se obtengan frutos del
Espíritu; debe haber tal unión del creyente con el Espíritu Santo, que los beneficios aparezcan. Ser
siervos implica "servir" y si a ello se agrega recibir el Espíritu Santo, eso trae consigo LA GRAN
RESPONSABILIDAD de DAR FRUTO.

No dice que debemos ganar una cantidad determinada, pero no debe ser "guardado". En la
parábola del Sembrador la tierra da fruto a 30, a 60 ó a 100 por uno; así también aquí es según la
capacidad de cada uno. Si se camina con el Espíritu Santo algo se agregará al Reino de Dios.
¿Cuánto? Lo decidirá Dios a medida que vayamos caminando.

Si no se da fruto a pesar de haber recibido la semilla, esa tierra será desechada (aunque por algún
tiempo tuvo un talento guardado dentro de ella). Si hemos recibido Su Espíritu Santo, pero Él no se
desarrolla, no se expande, no crece, no se lo ve, sufriremos mucha pérdida.

El dueño de los talentos, (el dueño de ese Espíritu Santo) sabe que con esos talentos de plata (con
el Espíritu Santo) se pueden obtener ganancias (beneficios que se suman al Reino de Dios). Si el
siervo que lo recibe no se ocupa en ello, será considerado inútil, y perderá todos los derechos de
siervo.

Y será arrojado a las tinieblas de afuera (aunque un día tuvo al Espíritu Santo en su corazón).
¿Existe la posibilidad de que habiendo recibido el Espíritu Santo se podría al final ser desechado?

Las últimas dos oraciones parecen opuestas a aquellas palabras del apóstol cuando afirmaba que
el Espíritu Santo es las "arras" de nuestra herencia, indicando que haberlo recibido es nuestra
garantía de que la herencia y la salvación nos serán entregadas.

A mí el tema me dejó pensando... ¿No será que el camino estrecho es verdaderamente estrecho?

Creo con toda mi alma que el Espíritu de Dios en nuestros corazones es nuestra garantía de
salvación, mas al analizar la parábola de los talentos como la acabo de compartir con Usted,
pienso que esto se cumplirá...

¡Sólo si le permitimos A ÉL crecer en nuestras vidas!

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