Está en la página 1de 3

UN POCO MÁS BUDISTA Y MENOS MILLENNIAL

La filosofía budista es una de las prácticas existencialistas más completas que he encontrado en la actualidad,
permitiéndole al ser humano protegerse del sufrimiento de manera permanente al practicar su propósito central:
comprender lo valiosa que es nuestra existencia, cultivar nuestro entendimiento, logrando la realización
espiritual y encontrando el gran valor y significado que encierran nuestras vidas.
Me parece increíble cómo Buda Shakayamuni, desde el año 598 a. de C., logró construir una profunda sabiduría
basada en más de ochenta y cuatro mil enseñanzas las cuales, hasta la fecha, a muchas personas nos resulta
difícil llevar a la práctica.
A rasgos generales, el objetivo del budismo es enseñar a los seres humanos a vivir practicando, de manera
sincera, la compasión y la sabiduría; nos garantiza que a través de estas prácticas todos nuestros problemas
desaparecerán y no volverán a surgir. Nos explica también cómo todos los problemas actuales se originan
debido al “apego”, el cual se define como la dificultad para desprendernos de todo aquello que se encuentra en
nuestro mundo, ya sean objetos materiales, personas y/o incluso hasta nuestra propia vida.
Buda decía que nos cuesta mucho separar nuestra felicidad de cosas materiales y, por lo tanto, podemos llegar
a experimentar sensaciones desagradables ante la ausencia y/o pérdida de estas. Es común escuchar a niños
y adolescentes decir: “si tuviera un iphone sería muy feliz”. Cada vez más las nuevas generaciones atribuyen
su felicidad al cúmulo de objetos materiales, cuando en realidad la felicidad no radica ahí, sino dentro de uno
mismo.
El budismo enseña que para ser feliz es necesario vivir procesos internos de crecimiento, entendimiento y
espiritualidad. Sólo así podremos alcanzar la verdadera felicidad. Es por ello que hace énfasis en la importancia
de aprender a vivir sin apegos.
Estar apegados a cosas materiales nos hace sentir angustia tan solo de pensar que un día podríamos perderlo
todo. Imagina por un momento que luchas por adquirir una mejor casa, con espacios más amplios, la casa de
tus sueños. Al cabo de un par de meses te das cuenta que las mensualidades literalmente te están ahorcando,
que los gastos para mantener esa casa son muchísimo más elevados de lo que te esperabas y, por
consiguiente, llega un momento en que te das cuenta que es necesario traspasarla pues los pagos te rebasan.
Probablemente experimentes un millón de sensaciones negativas, incluso algunas personas podrían hasta
desarrollar diversos síntomas como insomnio, depresión, ansiedad, gastritis. La realidad es que nuestro apego
por los objetos materiales puede llegar hasta enfermarnos. Buda explica que la pérdida de cosas materiales la
convertimos en nuestro motivo de infelicidad dejando de ver lo que verdaderamente nos hace felices (salud,
entendimiento, espiritualidad) y, como consecuencia, nuestros problemas y sufrimientos nunca acaban.
Debemos preguntarnos qué es lo que consideramos más importante en la vida, cuáles son nuestros deseos,
sueños y aspiraciones. Para algunos es acumular posesiones materiales, como una lujosa mansión, un auto
de último modelo o un trabajo bien remunerado. Para otros es conseguir poder y una buena reputación, vivir
aventuras, divertirse o ser atractivos. Muchos intentan darle sentido a su vida manteniendo relaciones con su
familia o círculo de amistades. Estas cosas pueden satisfacernos temporalmente de forma superficial, pero
tenemos que ser conscientes que nos causarán numerosas preocupaciones y problemas, ya que nunca nos
aportarán la verdadera felicidad que tanto deseamos construir desde lo más profundo de nuestro corazón.
Puesto que no podemos llevarnos con nosotros nada de esto al morir, si consideramos que son lo más
importante en nuestra vida, sufriremos una gran decepción.
Como fin, en sí mismos, los logros mundanos son vacíos y no constituyen el verdadero significado de nuestra
existencia humana.
Lo más importante entonces sería alcanzar la paz mental y la sabiduría interior, puesto que estos SÍ son estados
que constituyen el verdadero significado de nuestra existencia.
Imagina entonces nuevas generaciones de jóvenes que compartan esta filosofía de vida, que se rijan por
construir una vida basada en la compasión y la sabiduría. Que busquen el desarrollo del “SER”, considerándolo
como el principal objetivo de su existencia. Que logren vivir en bienestar “desapegándose” de las cosas
materiales. Que no basen su felicidad en el dinero o el poder, sino en la calidad humana, persiguiendo como
objetivo primordial alcanzar un estado de espiritualidad. ¿Cómo serían estas generaciones? ¿Cómo seríamos
nosotros mismos practicando estas enseñanzas?
Buda decía que vivimos en el error de creer que hoy no moriremos. Los seres humanos podemos entender
desde el juicio y el intelecto que en algún momento todos vamos a morir, pero a pesar de que a nivel intelectual
lo entendemos, pareciera que no profundizamos en ello. Por lo tanto, vivimos con un pensamiento engañoso
“Hoy no me voy a morir”. La mente que piensa todos los días de manera espontánea “Es imposible que me
muera hoy”, es aquella que ha alcanzado la realización de la muerte. Solo así, a través de este pensamiento
viviríamos nuestro día como si fuera el último y nos esforzaríamos para hacer todo el bien posible, para esparcir
amor y compasión hacia los demás. Sólo así, podríamos entonces vivir libres del apego y practicando
ampliamente la espiritualidad.
Textos extraídos del libro “Budismo Moderno: El Camino de la Compasión y la Sabiduría”.

Psic. Paulina Pimentel Dessens


Contacto: (6621) 893646

También podría gustarte