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200 Jests perdona a la adaltera La de Jesus entre los hombres (1,19-12,50) 201

LA PALABRA SE ILUMINA dia, transgrede la ley, que el mismo habia dicho no ha-
her venido a derogar, sino a cumplir. Es imposible esca-
Los exegetas consideran, por lo general, el episodio par a una pregunta dë vida o muerte tan fundamental:
de la adultera como no perteneciente a Juan. Fue inser- va en ello la misericordia de Dios.
tado en un momento posterior a la primera redaccion Jesus no dice palabra. Como si no hubiera pasado
del evangelio, aunque el fragmento se basa, a buen se- nada, e se incline) y se puso a escribir con el dedo en el sue-
guro, en una solida tradicion historica y esta en armo- lo» (v. 6b). e. Que sentido tiene este gesto con su caracter
nia con las narraciones y las parabolas del evangelista enigmatico? Tal vez sirva para invitar a todos a la calma
Lucas (cf. Lc 7,36-50). El genero y el estilo literario, el y hacer reflexionar asi a los acusadores sobre sus inten-
lenguaje y la descripcion de los personajes aproximan ciones violentas; es posible que, como piensa san Jero-
el relato a los sinopticos. Con todo, prescindiendo de los nimo, se trate de una referencia al texto de la Escritura
problemas de critica literaria y del hecho de que el frag- en el que se dice que los nombres de los pecadores es-
mento interrumpe el discurso de Jesus con ocasiOn de tan destinados a la muerte (cf. Jr 17,13). La explicaciOn
la fiesta de las tiendas (capitulos 7-8), el texto conserva mas proxima a la intencion del Maestro es la que ye en
su valor religioso como Palabra de Dios. Y, en linea con el gesto del escribir en el suelo la negativa de Jesus a
la teologla joanica, sirve para comentar de una manera emitir un juicio (cf. Jn 8,15)
egregia todo lo que el evangelista lleva dicho: .Dios no
envio a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para
salvarlo por medio de el» (Jn 3,17). LA PALABRA ME 'LUMINA
Jesus esta completamente pendiente de iluminar a la
gente sencilla con su Palabra, cuando, de improviso, se Jesus no acusa a la pecadora. Lo que desea es que
abre el circulo de los que le escuchan. Los escribas y los nadie se erija en juez de los otros, dado que cada uno de
fariseos llevan ante el a una mujer sorprendida en fla- nosotros esta sometido al pecado que condena en los
grante adulterio. La pobrecilla, puesta .en medio de to- otros. Todos deben examinar sus propias intenciones a
doss' (v. 3), entre Jesus y la muchedumbre, se convierte fin de comprobar el motivo que les impulsa a juzgar
de inmediato en el simbolo de la controversia entre el para la vida o para la muerte al hermano. Las palabras
Hijo de Dios y sus adversarios. Los jefes de los judios la de Jesus tienen tal fuerza que el auditorio se ye obliga-
condenan apoyandose en la ley judia, que castiga con la do a guardar silencio. Todos los presentes se sienten im-
muerte a los adulteros (Lv 20,10; Dt 22,22-24). El con- plicados. Mas aUn, mientras Jesus sigue escribiendo en
traste entre la severidad de los unos y la misericordia de el suelo, los mas ancianos de los presentes empiezan a
Jesus es evidente en este fragmento. Los acusadores no
han venido al Maestro para preguntarle su opinion y marcharse uno tras otro (v. 9). Nadie, ni ayer ni hoy, es
aprender como juzgar a una persona en casos semejan- inocente ante Jesus y ante su propia conciencia.
tes, sino para tenderle una trampa. En efecto, si Jesus se En el lugar, una vez se hubieron marchado los acusa-
inclina por la ley y la severidad, dando curso a la lapi- dores de la pecadora, solo se quedaron la miseria de la
dacion, pierde su halo de mansedumbre y bondad que adultera y la misericordia de Jesus, una frente a otra. La
tanto fascina a la gente; si se comporta con misericor- mirada de Jesus, llena de amor, hace brotar del corazon
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de la infeliz sentimientos de reconocimiento y de con- zura removiste nuestras carencias, y que nos concedis-
fianza (v. 11). Y Jesús, el único sin pecado, no sólo no la te creer en ti, como conviene a tu grandeza. No miraste
condena, sino que le da la vida. Más aún, le lanza una nuestra maldad, que siempre está ante ti, porque eres un
invitación: «Puedes irte», como si le dijera: vuelve a la Dios misericordioso. Vences siempre el fuego de nuestros
vida y comprométete con tu futuro, un futuro lleno de pecados con el rocío de tu gracia.
esperanza. Anuncia a los hermanos, con la conversión y Señor mío, no me hiciste como un vaso de cerámica,
la novedad del corazón, que, más allá de la ley, están la
misericordia y el amor. Es la misma invitación que nos que una vez roto ya no se puede restaurar y una vez abo-
dirige hoy a nosotros. llado ya no se puede volver a obtener el pulido de cuan-
do era nuevo. En tu sabiduría me plasmaste como un
objeto de oro y plata que cuando se ennegrece, gracias
LA PALABRA SE CONVIERTE EN ORACIÓN al refinador que es la pasión de la compunción, vuelve
a adquirir el color del sol y vuelve a ser brillante, y, por
Jesús, con tu palabra y tu comportamiento concreto medio del crisol de la conversión, vuelve a su condición
ante la mujer adúltera, instauraste una nueva media- de antaño. En ti está el artesano que limpia nuestra na-
ción de salvación, que va de persona a persona, emi- turaleza y la renueva.
tiendo un juicio de misericordia en nombre de Dios. Tú Yo ensucié la belleza del bautismo y estoy sucio, pero
revelaste la caducidad y la fragilidad del corazón hu- en ti recibiré una belleza mejor, porque en ti está la be-
mano, y no entraste en discusiones, sino que actuaste. lleza de la creación, que tú volviste a llevar a la belleza
Pediste al pecador que entreabriera un poco la puerta que le fue robada en el paraíso terrenal. Oh Cristo, que
de su corazón, para que tú puedas entrar y hacer el remueves el llanto de la creación, concédeme el llanto
resto. escondido. Esas lágrimas no brotan por un impulso del
Tú nos enseñas que sólo quien tiene fe en tu miseri- cuerpo, sino por el ardor en la conversión escondida, ar-
cordia posee una vida nueva y es capaz de salir de la red dor que conduce a la verdadera alegría.
del pecado. Concédenos ser capaces de reconocernos Mis pecados, Señor mío, son muchos, pero tu benevo-
pecadores, de suerte que experimentemos en nosotros lencia es mayor que mis pecados. Mis impiedades au-
mismos tu presencia, que es únicamente perdón y re- mentan, pero no se pueden comparar con tu misericordia.
conciliación, y no juicio de condena. Cuando mis deudas aumentan, veo, Señor mío, que tu
amor es mayor que mis pecados, y me veo reducido al si-
lencio por lo que me he atrevido a hacer. Estoy sometido
LA PALABRA EN EL CORAZÓN DE LOS PADRES a la prueba por las visitas que me haces, y me siento ma-
ravillado, pues me recompensas en sentido opuesto res-
Adoro tu grandeza, oh Dios, que me creaste en tu amor pecto a lo que yo merecería. Es tu don el que me ha acer-
y que, en Cristo, me salvaste. Gloria a ti, que en tu be- cado a conocerte y no a tu castigo (Isaac de Nínive,
nevolencia soportaste nuestras impiedades, que en tu Discorso VII, 1-44; edición italiana: Discorsi ascetici. Terza
compasión soportaste nuestro ser pecadores y en tu dul- collezione, Magnano 2004, 105-119, passim).
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PARA CUSTODIAR Y VIVIR LA PALABRA poner remedio al mal, es preciso pagar con nuestra propia per-
sona y que siempre hay que contrapesar con el amor las solici-
taciones y los peligros del amor propio. Entonces podremos in-
Repite con frecuencia y vive boy la Palabra:
tuir inmediatamente que la redencion, el sacrificio del Calvario,
.Tampoco yo te condeno. Puedes irte y no vuelvas a dejara de tener el significado de una especie de reparacion
pecar» (v. 11). ofrecida a la Majestad divina para desarmar el miedo a Dios, y
tomara el significado de desarmar nuestras resistencias, de de-
sarmar nuestro amor propio y nuestra mala Fe, y de constituir un
CAMINAR CON LA PALABRA inmenso, infinito, contrapeso de luz y de amor a nuestras tinie-
blas, a fin de que surjamos en un despertar de la conciencia que
brota de la Generosidad divina, y entrennos en ese descubri-
Cuando alguien se ha equivocado, la manera mas segura de miento maravilloso y absolutamente nuevo en el que reconoce-
hundirle en su obstinacion es empujarle a la mala fe, ponerle en mos la Verdad como un Rostro, como una Persona, como una
el pared& con buenos arqumentos para probarle que esta Presencia, como la Luz misma del Amor eterno (M. Zundel, To
equivocado y obligarle a confesar su error. Sin embargo, es muy parole comme une source. 85 sermons ineclits, Quebec 1987,
facil darse cuenta de que, si se ama la Verdad y en la medida 272s, passim).
en que se la ama, no se trata de convencer a los otros de sus
errores y de empujarles a la confesion de los mismos, puesto que
cuanto mos se les prueban, mas se bloquean en una resistencia
que desemboca en la mala Fe. En efecto, por haberse embar-
cado en una mala argumentacion, sienten la tentacion de hacer
trampas, de trucar la -balanza de su mente y de volverse defini-
tivamente contra la Verdad.
Cuando se ama la Verdad y cuando se siente la minima
resistencia, se siente tambion de inmecliato que hay que dar
marcha atras: no hay que insistir, no se debe confundir, no es
preciso humillar, sino que hay que bajar los ojos como JesUs ante
la mujer ad6ltera y no aprovecharse del hecho de tener razon.
Es menester desactivar el amor propio que se ha bloqueado con-
tra lo verdadero; es preciso crear una atmosfera de silencio, de
confianza y de humildad que permita al interlocutor volver por
si mismo de sus posiciones, descubrir espontaneamente su pro-
pio error y entregarse virginalmente a la Verdad con un movi-
miento surgido de lo mos profundo de su ser.
Se percibe claramente que, si en vez de esto se le pone con-
tra la espada y la pared, quedaria herida en el la Verdad. Esta
se convertiria en victim ° de su amor propio, seria pisoteada por
su voluntad de triunfar y nosotros seriamos complices de esta de-
rrota de la Verdad, con nuestra voluntad de aprovechar nuestras
buenas razones. Precisamente aqui es donde sentimos que, para

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