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Shakespeare Tragedy

Shakespeare Tragedy
A. C. Bradley

En su libro Shakespeare Tragedy, A. C. Bradley realiza un interesante estudio sobre


el personaje principal de la obra “Macbeth”. En este ensayo, Bradley considera tres
aspectos importantes que desarrolla el personaje durante esta obra, llevándolo a
cometer sus crímenes, estos son su ambición desmedida, su imaginación y su temor.
Con el propósito de demostrar la ambición de Macbeth, Bradley contrasta al
personaje al principio de la obra hasta el momento en que comienza a pensar en el
asesinato del rey Duncan. De esa manera, en el primer acto se nos presenta un
Macbeth como una persona que posee grandes cualidades. De hecho, lo vemos
como una persona con coraje, cualidad que se ve durante toda la obra, lo describe
también como un gran guerrero, “… un hombre que inspira temor y admiración…”,
como un hombre honesto en el que se pueda confiar. Asimismo, el autor aunque no
describe a Macbeth como una persona de naturaleza noble, lo caracteriza como un
hombre que “… tenía sentido del honor…”. Al mismo tiempo, Bradley resalta cómo
estas cualidades son opacadas por la excesiva ambición que posee el personaje,
condición que lo lleva a la miseria total. Su pasión por el poder es tan grande que
ningún atisbo de desventura lleva a Macbeth a arrepentirse de las consecuencias del
asesinato.
Otro aspecto importante que considera el autor es el poder de imaginación que
posee Macbeth. Según dice Bradley, ésta no permite pensar al personaje en
términos de virtudes, tales como, ideas morales o prohibiciones sino como
imágenes que alarman, sin embargo, éstas no detienen el accionar del héroe.
Además, esa fuerte imaginación es más firme que su conciencia pero, al mismo
tiempo, el personaje no es capaz de comprenderla. Su pensamiento está, en todo
momento, reflexionando sobre sus posibles logros y fracasos y, al mismo tiempo, se
debate entre el resultado de sus acciones y su conciencia. Esta incapacidad para
entender su imaginación ha resultado en muchas interpretaciones críticas que lo
consideran cobarde, frío, calculador, una persona que se acobarda ante la idea de
asesinato porque es peligroso y luego sufre al ver que lo que ha logrado no es

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seguro. Según Bradley, el personaje “… comete los asesinatos pero su alma nunca
deja de gritar en sus oídos que está asesinando su paz y descartando su joya eterna…”
Otro aspecto importante que Bradley considera respecto a la imaginación de
Macbeth es el hecho de que ésta es muy intensa, pero, a la vez, estrecha, lo cual
resulta en temor. Sin embargo, vemos esta condición del personaje antes que él
mismo tenga cargo de conciencia, por lo que se puede deducir que esta
característica está en su naturaleza, sin embargo, en la evolución de la obra
adquiere una profunda connotación moral. Asimismo, Bradley no atribuye ese
temor a las consecuencias del asesinato ni tampoco al hecho que es un acto
sangriento.
Según Bradley, cada vez que Macbeth es poseído por su imaginación, la cual es más
poderosa que su razón, la audiencia siente cierta pena por el personaje, pero
cuando se lo ve firme en su accionar, el público lo ve como una persona de la cual no
se puede apiadar. Por esta razón, muchos críticos consideran a Macbeth un mal
actor. A este respecto, Bradley opina que el personaje no puede ocultar sus
sentimientos e intenciones cuando su imaginación está presente pero, por otro
lado, cuando está despierto es firme de carácter, práctico y posee control sobre sí
mismo.
Respecto a este tema el autor argumenta que el lector puede apropiarse de
Macbeth porque es capaz de percibir lo poco que el personaje se entiende a sí
mismo, en el sentido de que él nunca tuvo en cuenta el sentido moral que connota
su miedo. Así, si Macbeth hubiese comprendido el sentido moral de sus temores,
habría sido determinante cuando dice a su esposa “… Tengo el valor que cualquier
hombre tiene y no es un hombre quien se atreve a más…” En cambio, Bradley opina,
Macbeth se rinde ante el pedido de Lady Macbeth porque se avergüenza de su
respuesta ya que ésta no tiene la misma fuerza que poseen sus temores.
Finalmente, Bradley desarrolla su postura respecto a la futilidad del crimen, la cual
es percibida por Macbeth en el instante posterior de realizar el hecho, sin embargo,
este sentimiento no a ser su estado habitual por dos razones:
 En primer lugar, porque el personaje es más consciente de su culpa que de su
derrota, lo que lo lleva a una agonía permanente.

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 En segundo lugar, su ambición y amor por el poder no permiten que


Macbeth resigne su lucha por la que ha perdido su paz interior. De esta
manera, el personaje no considera ya el honor o la lástima como en su primer
crimen, sino, más bien, considera que su temor e inseguridad se podrán
disipar cometiendo más crímenes, los cuales realiza sin reticencia ni
remordimiento. De hecho, Macbeth cree que al cometer estos crímenes sus
visiones cesarán, y así, una vez tranquilo, deja fluir toda su maldad sobre su
pueblo.
A pesar que al final de la obra la audiencia no es capaz de sentir lástima por el héroe,
Bradley sostiene que ningún alma maliciosa podría sentirse devastado por perder lo
esencial de la vida “… honor, amor, obediencia, amigos…” y obtener, en cambio,
“… maldiciones ahogados pero muy profundas… que el pobre corazón quiere negar a
atreverse…”; así Bradley sostiene que en la profundidad de su alma podría haber
existido alguna característica o sentido de moral en Macbeth al compararlo con
Yago, personaje nunca que se hubiese preocupado por haber tenido tales
cualidades o por la pérdida de las mismas.

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