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Memorias pequeñas

María sintió un frio que recorría todo su cuerpo, había llegado su hora, pronunciaron su
nombre, cruzo la puerta, pensó para si: es hoy o nunca; dijo en voz alta: Debo seguir! No debo
detenerme! Si alguien me persigue me escapare por diez. En ese momento se escucho un
fuerte lamento que se acrecentó paulatinamente, mientras la luz parpadeante del pasillo
destellaba de forma irregular, fue algo parecido a un grito o quizás un llanto…algún mosquito
perdió a su madre!!! Exclamo María, luego dijo: No, no, esta marchita la margarita, que con
paciencia he desojado yo, por eso comprendió que no era zancudo. La figura era enorme, casi
dos centímetros, y bueno, para alguien como ella no es tan difícil ver el mundo agigantado;
sola, triste y vacía espero los largos y largos segundos que transcurrían desde que su familia y
ella se separaron, solo recuerda un tenue “adiós adiós” ella recuerda que cuando todo paso,
su casa era un paraíso igual a muchos, abundante pelo y escases de agua, pero lo mejor era la
abundante tierra. Su pequeño pueblo al parecer fue movido a un lugar desconocido y solo se
quedo con la pequeña casa de lego que en realidad no beneficia mucho; espera que la enorme
lámpara navideña permanezca encendida, o que alguna de sus amigas vuelva por ella para
buscar un nuevo hogar. Tiene algo claro, cuando pase no se restara a la oportunidad,
necesitara confiar esta vez en sus patas, las cuales después del accidente no se han fortalecido
por completo. En ese momento lo ve venir, se lanza y lo logra. Esta navidad será provechosa en
la calle…

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