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Energía en el espacio.
Profesor: Roberto Yunge Decaud
Ayudante: Gian Paolo De Los Reyes
4. Transmisión
Para transmitir la energía obtenida en el espacio existen dos grandes opciones en
estudio, transmisión a través de microondas y a través de láser.
Se ubica el
satélite de transmisión de microondas en la órbita geoestacionaria, cerca de 35000
km sobre la superficie de la tierra.
Los satélites de transmisión de microondas son enormes, con reflectores solares que
abarcan hasta 3 km con un peso de más de 80.000 toneladas métricas. Serían
capaces de generar gran cantidad gigawatts de energía, suficiente para abastecer a
una ciudad importante de Estados Unidos.
La larga longitud de onda de las microondas permite que la energía sea transmitida a
través de la atmósfera de la Tierra, con lluvia o con sol, a niveles de intensidad
bajas y seguras, apenas más fuerte que el sol del mediodía. Las aves y los aviones no
notarían de nada volando en sus caminos.
Para hacer esto posible, el sistema radiante de energía solar del satélite emplea un
láser bombeado por diodos alcalinos. Este láser es aproximadamente del tamaño de
una mesa de la cocina, y lo suficientemente potente como para que la potencia del
haz a la Tierra tenga una eficiencia extremadamente alta, más del 50 por ciento.
Mientras que este satélite es mucho más ligero, más barato y más fácil de
implementar que su homólogo de microondas, sigue habiendo graves problemas. La
idea de los láseres de alta potencia en el espacio podría basarse en el temor de la
militarización del espacio. Este reto podría remediarse mediante la limitación de la
dirección en la que la que el sistema de láser podría transmitir su poder.
De todas las energías que tenemos disponibles, el sol es una de la más estable,
tenemos un reactor de fusión en nuestro cielo. El problema con la energía solar
incidente en la tierra es que el sol no siempre se encuentra hacia arriba, en la misma
posición. Tenemos noches y días nublados, por otra parte, los paneles requieren de
un importante espacio en la tierra.
Para alimentar al mundo entero con energía solar, se tendría que cubrir un área de
250.000 kilómetros cuadrados con paneles solares, el equivalente a plantar en un
tercio de Chile, en donde ni siquiera se toma en cuenta el tema de las baterías, lo
cual, simplemente no es factible.
Pero si se colocaran los paneles en el espacio, muy por encima de la atmósfera, no
existiría límite de territorio y los paneles experimentarían una luz solar casi
constante, donde dicha luz, al no ser filtrada por la atmósfera, sería un 27% más
brillante y se aprovecharía diez veces más radiación solar de la que llega a la tierra,
sin verse afectado por la rotación terrestre ni las condiciones meteorológicas.
8. Prototipo realizado