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Abandonar A Tiempo
Abandonar A Tiempo
Uno de los eternos dilemas de la vida es saber cuándo desistir. Esa pugna siempre latente
entre cambiar al mundo y cambiar tú. Ambas opciones perfectamente compatibles, altamente
deseables e incluso necesariamente simultáneas. Sin embargo, hay ocasiones en las que hay
que hacer un esfuerzo para darse cuenta de si debemos seguir intentado conseguir algo,
luchar por ello o desistir y adaptarnos, aceptar y centrar la mirada en otro lado
La lucha entre quedarse corto y pasarse de largo. Entre ser el que siempre desiste y el que
nunca lo hace… ¿dónde está el término medio? ¿cuándo dejar de tirar de la cuerda? ¿cuándo
aceptar que no alcanzas hasta dónde quieres? A caso, ¿los que consiguen lo que quieren no
son aquellos que no saben que es imposible, los que destierran la palabra imposible de su
vocabulario por complicada que sea la situación?
A menudo, la vida es ese equilibrio entre dejar pasar y salir corriendo tras lo que quieres,
tomar el tren o quedarse en la estación, seguir intentándolo o dar la vuelta y mirar a otro lado
suplicando otra meta, otro destino, otro sueño, otro amor con que llenar el vacío, aunque
ahora parezca inabarcable.
A veces, nos obsesionamos tanto con lo que deseamos que no vemos las señales. Hemos
construído un mundo de fantasía a su alrededor y condicionado nuestra vida a ello. Hemos
llegado a modificar su esencia en nuestra cabeza para que parezca que se nos acerca, que es
más accesible. Lo hemos hecho porque ver la realidad duele y mucho. Otras veces, eso nos
absorbe con tanta intensidad y durante tanto tiempo, que dejarlo es como admitir que hemos
perdido un pedazo de vida en algo que no llegamos a tocar jamás.
¿Cuándo marchar y cuándo quedarse? ¿Cuál es la señal? ¿cómo se distingue entre tanto ruido
y emociones? No lo sé, supongo que el día que seguir nos duela más que desistir, es una gran
señal de que hay que dejar la partida. Cuando la lucha nos obligue a dejar tantas otras cosas
buenas de lado que nos desdibujemos a nosotros mismos, cuando nos haga abandonar tanto
la realidad que descubramos que lo que soñamos no existe… Eso asusta. Cuando algo nos
asusta es una señal de que hay que hurgar en ello, superarlo. A veces, si dejar algo es
insoportable, conviene descubrir por qué y saber cuándo es el momento de hacerlo.
La perseverancia, no obstante, puede tener también un lado negativo. Al igual que ser
demasiado poco perseverantes puede perjudicarnos, también puede ser contraproducente
excedernos y seguir perseverando cuando ya no tiene ningún sentido hacerlo. Por tanto,
una persona debe saber no sólo cuándo perseverar, sino también hasta qué punto y
cuándo es más inteligente abandonar y centrar nuestros esfuerzos en algo diferente.
Persistir en un objetivo inútil solo supone un gasto de esfuerzo y tiempo que no producen
ningún resultado. Es preferible perseverar cuando la posibilidad de éxito es razonable.
Por tanto, la persistencia sólo es útil cuando se usa juiciosamente. Debes hacer una
evaluación correcta para determinar si la persistencia servirá para traer el éxito a pesar de
haber fracasado la primera vez, o sólo traerá más fracaso. Cuando no se pueden controlar
los resultados o la meta es imposible de alcanzar, es preferible abandonar. Por tanto, la
clave del éxito no es la persistencia en sí misma, sino la capacidad para saber cuándo
perseverar y cuando rendirse.
Una de las ideas más importantes en Dominar el arte de saber renunciar –que
podría parecer obvia pero que es a menudo pasada por alto– es que al
renunciar a algo, especialmente si has sido infeliz por mucho tiempo, abres tu
vida a posibilidades nuevas y positivas.