Está en la página 1de 4

Grado de Filosofía

HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA

Tema I. Introducción
Julio Arroyo Vozmediano y David Martín Marcos

1. Detalle del programa

Correspondencia con el manual de L. Ribot, La Edad Moderna, Madrid. M. Pons,


2017, pp. 21-32 y 101-115.

2. Contenido

A partir de ciertos convencionalismos puede considerarse que la Edad Moderna


se corresponde con el periodo cronológico compreendido entre la segunda mitad del
siglo XV -en que se inicia una recuperación económica y demográfica; se asiste a la
expansión extra-europea y se difunde el Renacimiento italiano- y los años finales del
siglo XVIII y primeros del XIX -momento en el que el ciclo revolucionario acaba
formalmente con el Antiguo Régimen-. La mayor parte de la historiografía divide,
además, la Edad Moderna en tres grandes periodos, que son coincidentes a grandes
rasgos con los siglos XVI, XVII y XVIII. La división tiene su origen en la historia de la
cultura (Renacimiento, Barroco e Ilustración) y aunque puede parecer a primera vista
bastante cómoda, se ajusta -con las precisiones oportunas- de forma bastante adecuada
a la realidad.
Así, la primera etapa, “el largo siglo XVI”, se caracteriza en su primera mitad
por las grandes expediciones ultramarinas de los europeos, la consolidadción de las
monarquías occidentales y un auge
demográfico-económico; mientras que la
fase final del XVI se caracteriza por la
disminución de ese ritmo y por grandes
cambios religiosos asociados a los
reformistas. Una segunda gran etapa se
extiende entre 1570/80 y 1660/1680 y ha
sido caracterizada por las dificultades
demográficas y económicas -matizables
según que áreas económicas; y el
traslado de la perponderancia económica
mediterránea al norte de Europa. Es
también este momento el de los grandes
enfrentamientos internacionales que Detalle de la Biblia de Gutenberg
llevan a una fuerte presión fiscal y que
coincide con una fase de revueltas. Por último, el siglo XVIII, la tercera etapa, conocerá
en el plano internacional el sistema de equilibrios y la expansión de Inglaterra, que
dará también inicio a la Revolución industrial. Es la época de la consolidación de
modelos absolutistas y parlamentarios y del pensamiento ilustrado, cuyos ecos son

Historia Moderna Y Contemporánea. T. I. Introducción


visibles en las revoluciones que en las décadas finales de la centuria abren una crisis en
las viejas estructuras sociales y políticas de la modernidad.
Son límites, con todo, discutidos, que no han generado tantos consensos como
las características comunes a aquello que llamamos modernidad. Esta, desde el punto
de vista del pensamiento y la cultura, cuenta con un hecho tan decisivo en sus albores
como es la aparición de la imprenta, fenómeno que facilitará la difusión del ideario
humanista y, más adelante, de la Revolución Científica y el pensamiento ilustrado. La
economía se caracteriza en la época por un progresivo desarrollo del capitalismo y
juega en ella también un papel importante la primera globalización; la figura del
burgués sintetiza este comienzo de ciclo capitalista en una sociedad, todavía
fuertemente estamental. Con respecto a la política, la historiografía ha visto en la
modernidad el surgimiento de prácticas de gobierno caracterizadas por una progresiva
centralización. En ella el poder de los soberanos estaría caracterizado por el uso de una
creciente burocracia, el monopolio militar y el desarrollo de la diplomacia; si bien sus
limitaciones en una sociedad corporativa y caracterizada por la multiplicidad de
jurisdicciones no son pocas. La religión se ve asimismo marcada en los siglos modernos
por la ruptura de la cristiandad y por una crítica hacia las religiones reveladas.
No obstante, es mucho más lo que permanece que lo que cambia con respecto al
periodo medieval. Las estructuras sociales o los modos de convivencia comunitarios se
mantienen y la economía de subsistencia es la norma para la mayoría de la población.
Se trata de un universo estático que,
además, estará caracterizado por una
existencia fuertemente sacralizada. En
ella, el calendario está pautado por
festividades religiosas y los ritos de paso
en la vida de los individuos se ven
condicionados por lo religioso, ejerciendo
los postulados tridentinos un fuerte
disciplinamiento social. La religiosidad
popular continuará igualmente muy
presente y la superstición y el sincretismo
religioso se mantendrá. Incluso entre las
élites la intervención constante de lo
“La familia de la lechera”, Louis Le Nain (1640)
natural será aceptada hasta bien entrada
la Ilustración. En el fondo, esos trasvases e influencias son el reflejo de la coexistencia
de dos culturas, la popular y la letrada, que a menudo se entrelazan. La primera es,
ciertamente, mayoritaria y está caracterizada por un régimen de permanencias en el
que saberes, ideas, convicciones, seguridades y temores son transmitidos de generación
en generación. Pero si bien es verdad que resulta difícil trazar una línea divisoria entre
la cultura popular y la de las élites, el elemento diferencial para su individualización es
la capacidad de lectura. Mediante este sistema de aprendizaje, favorecido por la
difusión del libro, será posible una rápida difusión de ideas en el espacio europeo (por
ejemplo, La Reforma), aunque cabe recordar igualmente que las autoridades podían
limitar su distribución y que su alto precio hacía que fuera inaccesible también para

Historia Moderna Y Contemporánea. T. I. Introducción


muchos alfabetizados. En ese contexto, los conocimientos adquiridos de forma oral
eran absolutamente mayoritarios.

3. Lectura recomendada

Matthias Glöel, “La Edad Moderna: el término y su presencia en las historiografías


occidentales”, Revista de Historia Social y de las Mentalidades, 20.2 (2016): 11-32.
[Enlace al artículo]

4. Texto

“Esta ciudad está habitada


por todas las naciones del
mundo. Está situada en un
llano junto a las playas del mar
Mediterráneo. Tendrá quince
mil vecinos, con poca
diferencia. Todos los habitantes
viven de muros adentro, y de
estos para su interior conserva
bastantes más. Porque aunque
padezcan sitios nunca les falta
hortaliza ni el regalo de la
verdura. Entre una muralla y Asedio de la ciudad de Barcelona, en 1714
otra hay huertas y de foro es
muy fuerte y tiene un gran foso y una vez dentro tiene otra antes de entrar en la
ciudad. Esta no la guarda gente de guerra sino paisanos, que de los oficios componen
cinco mil hombres que ellos llaman Coronela, que son los principales que defienden la
ciudad y sólo ellos entran de guardia a las puertas y en toda la parte que se hace
guardia, menos en palacio, que la hacen los soldados regulares. Pero todo esto procede
del buen gobierno, que como la ciudad es señora de todos sus tributos que se pagan y
derechos, no quieren que en las puertas estén sino los paisanos para que no se le
puedan hurtar nada los derechos y así andan tan diestros en las armas y el ejercicio de
ellas que no les ganan los [soldados] pagados. La ciudad tiene muy buenas casas y
nobles y antiquísimas familias. Hay en ella todo género de oficios y con los hombres de
todas las armas y municiones que fueran necesarias para ellas. La gente no es mala.
Todos estos oficiales tienen muy buena correspondencia y son muy verdaderos en toda
la materia de negocio. Tiene buenos [f. 65r] templos. En la catedral está el cuerpo de
Santa Eulalia, donde arden más de cuarenta velas continuamente. Delante del cuerpo
de esta santa están además dos cuerpos de dos santos que fueron obispos de esta
ciudad. Conventos tiene más de cuarenta y en la plaza donde llaman el Borne hay una
pirámide de mucha grandeza y altura y en el remate de ella tiene a la señora de la

Historia Moderna Y Contemporánea. T. I. Introducción


Concepción. Esta la mandó allí Carlos III tomándola por su protectora y aunque la obra
es de madera es magnífica. Se esperaba de Nápoles otra del mismo hecho de mármol,
que no tuvo efecto por estar las cosas en otro estado. El palacio está cerca del mar. Es
muy bueno pero para Rey es pequeño; para caballero es magnífico.”
Descripción de la ciudad de Barcelona en el año 1708, en Fra Domingos da Conceição, Diario Bellico.
La Guerra de Sucesión en España, Estudio introductorio de J. Albareda Salvado y V. León Sanz,
traducción de D. Martín Marcos, Alicante, Servicio de Publicaciones, 2013, pp. 208-209.

5. Lecturas complementarias

TENENTI, Alberto, La Edad Moderna, XVI-XVIII, Barcelona, Crítica, 2001.


SKINNER, Quentin, Los fundamentos del pensamiento político moderno, México, FCE,
1993

6. Recursos audiovisuales on-line

La primera globalización moderna


La política internacional española en la Edad Moderna

7. Conceptos clave

Edad Moderna; Periodización; Continuidades; Cultura y religiosidad popular;


Élites.

Historia Moderna Y Contemporánea. T. I. Introducción

También podría gustarte