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Ausencia de Cielo

By

José Cantó y Mar González


INT. APARTAMENTO - DÍA
Un ABUELO (80), delgado y con gafas de cristal grueso, y su
NIETO (19), que lleva una camiseta muy moderna, están viendo
la TV sentados en un sofá desgastado. El apartamento parece
antiguo y descuidado. Los muebles de madera oscura dan una
sensación lúgubre y triste. La escasa luz que ilumina la
sala de estar penetra desde el balcón que está al otro lado
de la estancia. Se escucha la voz de la PRESENTADORA de TV y
el constante murmullo del tráfico exterior.
El mando de la televisión descansa de forma lánguida en la
mano del joven, que ni siquiera se esfuerza en sujetarlo.
Los dos parecen absolutamente aburridos. En la pantalla
están anunciando el pronóstico del tiempo.

PRESENTADORA
Esta tarde predominarán las nubes y
los claros, pero el resto de la
semana disfrutaremos de cielos
azules en todo el país.
El abuelo se levanta y cruza la habitación hasta el balcón.
Se asoma a la calle y mira hacia arriba. El cielo está
cubierto por una densa capa de humo y contaminación.

ABUELO
¿Cielos azules? ¡Llevo 40 años sin
ver el cielo!
El joven lo mira con cierta indiferencia, y en seguida gira
la mirada hacia el televisor. El abuelo resignado vuelve a
sentarse a su lado en el sofá.

ABUELO (CONT.)
Ya veo que a ti no te importa.
JOVEN
No conozco otro cielo abuelo.
ABUELO
Y eso debería preocuparte.
El joven se encoje de hombros sin alejar la vista de la
televisión. Está embebido y ausente: muestra poca empatía
hacia el malestar de su abuelo. Este, ante la falta de
respuesta se centra también en el televisor.
Sin embargo, tras unos minutos vuelve a levantarse inquieto,
atraviesa la sala y empieza a rebuscar en los cajones de un
mueble. Finalmente, encuentra lo que buscaba: mira a su
nieto levantando una fotografía con expresión triunfal. Sin
embargo, su alegría se apaga con rapidez. La actitud

(CONTINUED)
CONTINUED: 2.

exaltada y cambiante del abuelo parece haber captado por fin


la atención del joven, que lo mira sorprendido y confuso.

JOVEN
¿No era lo que buscabas?
El abuelo se aproxima al joven y le muestra la fotografía
con abatimiento. Es una fotografía en blanco y negro.

ABUELO
Pensaba que se veía el cielo, pero
no tiene color, claro...
JOVEN
Por mi no te preocupes...
El abuelo, decepcionado, vuelve a sentarse junto a su nieto.
El joven lo mira ahora atentamente y con cierta
preocupación, como buscando qué decir.

JOVEN
¿Dónde está ese lugar? Aquí nunca
se ha visto el cielo.
ABUELO
No está lejos, cuando era joven
vivía en un pueblo con tus
bisabuelos.
JOVEN
Ah... no lo sabía.
ABUELO
No te puedes imaginar la inmensidad
de un cielo sin nubes.
JOVEN
¿Nunca tenía nubes?
ABUELO
Si, a veces ¡Pero siempre eran
distintas! Algunas eran blancas y
como sin cuerpo, y otras blancas
también, pero densas, con mucho
carácter. Esas eran las que más me
gustaban.
El abuelo se queda en silencio, pensativo. Luego vuelve a
mirar a su nieto.

ABUELO (CONT.)
Cuando venía tormenta el cielo se
cubría de nubes, que no se si eran
(MORE)
(CONTINUED)
CONTINUED: 3.

ABUELO (CONT.)
azuladas, moradas o negras; y tu
bisabuelo me hablaba entonces del
mar, y de naufragios.
JOVEN
¿Pero vivíais cerca del mar? ¿Tan
lejos de aquí?
ABUELO
¡No, que va! Si el pueblo está aquí
mismo. Pero la tormenta traía el
mar a nuestra casa, al interior...
agua de mar.
El joven mira al abuelo con expresión interrogativa, sin
comprender e invitándole a hablar. El abuelo está abstraído
ahora, mirando hacia la calle.

ABUELO
Como echo de menos el cielo...
El rostro del joven cambia, adquiriendo actitud de
determinación.

JOVEN
¡Pues vamos a verlo! Yo puedo
llevarte, si quieres.
ABUELO
(Inseguro)
¿Si?
JOVEN
¡Claro! Pero mejor hoy que no están
mis padres. No les gusta que gaste
gasolina.
ABUELO
Pero será muy tarde cuando
lleguemos...
JOVEN
¿Pero es que no hay cielo de noche?
ABUELO
La luna, estrellas...
JOVEN
¿Y no quieres verlas?

(CONTINUED)
CONTINUED: 4.

ABUELO
Son preciosas.
JOVEN
Entonces venga ¡Vamos!
El abuelo parece un poco indeciso, pero impulsado por la
seguridad del joven, que ya se ha levantado y se está
calzando, se dirige a por su abrigo. Se acerca a la ventana
y mira hacia la calle: los coches amontonados cubren el
asfalto hasta donde alcanza la vista. Avanzan con una
lentitud tal, que parecen estar detenidos y las bocinas
gimen agónicas. Mira hacia arriba: la densa nube de humo
sigue cubriendo el cielo.

FUNDIDO A NEGRO

INT. COCHE- DÍA


Anochece con suavidad tras la ventana. El coche avanza sin
prisa por una carretera muy estrecha. El campo, perdido ya
en una clara oscuridad, descansa y el cielo ha adquirido un
tono rosáceo. El abuelo mira embelesado y en silencio la
caída de la noche: no aparta la mirada del cielo, como si
fuera a desaparecer por no mirarlo. El joven está centrado
en la conducción, pero de vez en cuando, sus ojos olvidan el
asfalto y buscan el cielo, hipnotizados.
Al final de la carretera empiezan a verse la luces de un
pueblo, difusas todavía y esperando la entrada de la noche.
El coche está cada vez más cerca.

CORTE A

EXT. COCHE- NOCHE


El joven se baja del vehículo y le abre la puerta a su
abuelo. Este desciende con lentitud y expresión aturdida. El
silencio nocturno de la aldea los envuelve. Las fachadas de
las casas de piedra solo se adivinan gracias a pequeños
faroles de luz anaranjada y las ventanitas iluminadas.
Tras algunas de ellas se intuye movimiento, y se escuchan
vagos murmullos de conversación.

El joven cierra el coche y resguarda las manos en los


bolsillos. El abuelo y el joven avanzan dejándose perder en
las estrechas calles. Salen del pueblo caminando por una
pista sin asfaltar y las casas quedan atrás. Si siguen
caminando los tragará la oscuridad. El joven mira al abuelo
con expresión interrogativa.

(CONTINUED)
CONTINUED: 5.
ABUELO
Ya casi estamos.
Señala una mancha difusa que se entrevé junto al camino. Los
dos caminan hasta allí. La mancha es un descuidado banco de
madera. La tosquedad de su forma tiene el encanto de lo echo
a mano. Se sientan el uno junto al otro, poniendo cara de
frío al sentir la madera helada a través de la tela.
Miran hacia arriba, y el firmamento se abre a sus ojos
cubierto de estrellas. La luna no es más que una media
sonrisa, y sorprende la claridad del cielo adornado de
multitud de pequeñas luces. Los dos se han quedado en
completo silencio, casi olvidados de la presencia del otro.
El abuelo mira hacia arriba con ternura, pero es el joven el
que parece más conmovido. Ninguno de los dos separa la vista
del cielo.

ABUELO
Cuando era joven brillaban más... o
tal vez soy yo que veo menos.
Se frota los ojos, como queriendo quitar el velo invisible
que los cubre. Los abre mucho y luego los entrecierra, sin
resultado. Se le humedece la mirada, y conmovido, mira a su
nieto. Este no parece haber escuchado las palabras de su
abuelo, hechizado por el paisaje. La mirada vaga que le
dedicaba al televisor ha desaparecido, y mira como quien ve
mucho. La evidente atención de su nieto hace sonreír al
abuelo, que fija su mirada él durante largo rato. El joven
al fin, sintiéndose observado, aparta la mirada del cielo.

JOVEN
¿Pero no veníamos a ver el cielo?
ABUELO
Si. Se ve más nítido cuando lo
miras tu.
JOVEN
Ah...bien.
El joven vuelve la vista al cielo, un poco incomodado ante
el tono emocional de la conversación, sin saber que
responder. El abuelo devuelve la vista a las estrellas y
deja pasar el tiempo. Finalmente, el joven se levanta con
decisión y mira a su abuelo.

(CONTINUED)
CONTINUED: 6.

JOVEN
¿Vamos?
El abuelo se levanta también y caminan hacia al pueblo, y
luego a través de las casas hacia el coche. Llegan junto al
coche, y antes de montarse vuelven a mirar hacia arriba.
Esta vez el joven fija la vista en su abuelo, que le
devuelve la mirada.

JOVEN
Gracias abuelo.
ABUELO
¡Pero si tu me has traído a mi!
JOVEN
No, no, de verdad gracias.
Volveremos.
Los dos se miran con complicidad, y giran luego la vista al
cielo. Las estrellas brillan con intensidad y la luna se
entrevé tras una nube sin cuerpo.

FUNDIDO A NEGRO

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