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Hombre de celuloide

También de esto vive el cine nacional

Roma ha conseguido diez nominaciones al Oscar. Un logro si se considera que se habla en


mexicano. Y aún hay quien la rumia preguntando: ¿qué tiene? Pues todo aquello que no tiene
Mirreyes contra Godinez, obra en la que sin embargo también hay que meditar. Para empezar
Chava Cartas, autor de Mirreyes, construye situaciones hilarantes sin apoyarse en un histrionismo
vulgar: hace montaje pues. Eso que, se sabe, es el corazón del arte fílmico. Recientemente hizo
Inquilinos, una historia gótico-tapatía que goza de la misma gracia de esta entrega: atrapa el
apetito del goloso como el cocinero de comida rápida que no engaña y da lo que el cinéfilo tragón
está esperando: cero nutrición y harto colesterol. Mirreyes no es una buena película. Hay que
mantenerse lejos de ella si uno lo que quiere es que reviva Buñuel. De intelectual no hay aquí
nada. Tiene en cambio a un productor con años de búsqueda. En el 2001 González Compeán
pedía por todas partes una película de fútbol. Lo único que consiguió fue el patetismo de Atlético
san Pancho. Seducido con la posibilidad de reconstruir Toluca en clave Mad Max produjo una
historia que giraba en torno al juego de canicas. Zurdo en el 2003 también fue un hito pues a
muchos nos quitó la esperanza en el futuro del cine mexicano. Además era tan cara que
desmoronó a la industria con pretensiones y lujos que ni siquiera un cine realmente sólido se
hubiese podido dar. Aquel año la industria del cine mexicano estuvo a punto de colapsar. Pero
aparecieron los estímulos fiscales y se comenzó a filmar. Todo hace suponer que mientras estos
estímulos se mantengan al margen de la corrupción de Hacienda seguirán apareciendo nuevos
artistas. Al mismo tiempo quienes lucharon contra un IMCINE que en aquel tiempo era corrupto
hasta la médula se están consagrando en Hollywood y quienes toda la vida talachearon en este
país siguen produciendo cine como Mirreyes contra Godínez, película que hace reír a las masas
sin llenarles la cabeza de demasiada estupidez. Ideada por el mismo González Compeán la
película parte de la sabia premisa de que más vale dar la vida de nuevo que resucitar a un muerto.
Procurando dar vida a una historia con todo el estilo del éxito económico de Nosotros los nobles
consigue que el mexicano se ría de sí mismo sin sentir vergüenza y, lo más importante, sin caer
en tonta “crítica social.” Esa que contaminó el cine de los 1970. Los empresarios no tienen por qué
ser malos y trabajando con su gente pueden sacar adelante a un país. Si se quiere, esta es la
moraleja de la película. Ni Santi el niño rico, ni Genaro, el chico trabajador están aquí para
denunciar absolutamente nada. Son estereotipos pero, metidos en un concurso que busca revivir
la industria mexicana amenazada por los chinos, los autores tratan al personaje del rico igual que
al del trabajador: con un respeto que nunca han tenido cómicos como Derbez que se burlan de lo
peor de los pobres y estigmatizan a los ricos. Cartas tiene gracia para esta clase de humor y no
es un aspirante a la Nouvelle Vague como tantos jóvenes que afortunadamente hoy pueden filmar
pero que no han terminado de digerir a Godard. Mirreyes contra Godínez es una película de la que
todo amante del cine de arte tiene que mantenerse lejos. Aún así ofrece a la industria la buena
nueva de que Francisco González Compeán encontró la película que estaba buscando desde hace
casi veinte años. Y hay en ella amor, éxito comercial y futbol.

Mirreyes contra Godínez. Dirección, Chava Cartas. México 2019.

Fernando Zamora

@fernandovzamora

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