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Galaxia

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Para otros usos de este término, véase Galaxia (desambiguación).

NGC 4414, una típica galaxia espiral en la constelación Coma Berenices, cuyo diámetro es
aproximadamente 19 000 parsec y a una distancia aproximada de 20 millones de parsec.

Una galaxia (del griego γάλα ‘leche’) es un conjunto de estrellas, nubes de


gas, planetas, polvo cósmico, materia oscura y energía unidos gravitatoriamente en una
estructura más o menos definida. La palabra «galaxia» procede de los griegos, los cuales
atribuían el origen de la Vía Láctea a las gotas de leche derramadas en el universo por la
diosa Hera mientras alimentaba al infante Hercules.1 La cantidad de estrellas que forman una
galaxia es enorme y varía desde las galaxias enanas, con 107, hasta las galaxias gigantes,
con 1014 estrellas.[cita requerida] Formando parte de una galaxia existen subestructuras como
las nebulosas, los cúmulos estelares y los sistemas estelares múltiples.
Históricamente, las galaxias se han clasificado de acuerdo a su forma aparente (morfología
visual). Una forma común es la galaxia elíptica que, como lo indica su nombre, tiene el perfil
luminoso de una elipse. Las galaxias espirales tienen forma circular pero con estructura de
brazos curvos envueltos en polvo. Las galaxias inusuales se llaman galaxias irregulares y son,
normalmente, el resultado de perturbaciones provocadas por la atracción gravitacional de
galaxias vecinas. Estas interacciones entre galaxias vecinas, que pueden provocar la fusión
de galaxias, pueden inducir el intenso nacimiento de estrellas. Finalmente, tenemos las
galaxias pequeñas, que carecen de una estructura coherente y también se las llama galaxias
irregulares.
Según estudios publicados en 2016, se estima que existen al menos 2 billones de galaxias
(dos millones de millones) en el universo observable, esto es, diez veces más de lo que se
creía anteriormente.2 La mayoría de las galaxias tienen un diámetro entre cien y cien
mil parsecs y están usualmente separadas por distancias del orden de un millón de parsecs.
El espacio intergaláctico está compuesto por un tenue gas cuya densidad media no supera
un átomo por metro cúbico.[cita requerida] Muchas de las galaxias están dispuestas en una
jerarquía de agregados, llamados cúmulos, que a su vez pueden formar agregados más
grandes, llamados supercúmulos. Estas estructuras mayores están dispuestas en hojas o en
filamentos rodeados de inmensas zonas de vacío en el universo.
Se especula que la materia oscura constituye el 90 % de la masa en la mayoría de las
galaxias. Sin embargo, la naturaleza de este componente no está demostrada, y de momento
aparece solo como un recurso teórico para sustentar la estabilidad observada en las galaxias.
La materia oscura fue propuesta inicialmente en 1933 por el astrónomo suizo Fritz Zwicky,
pues la rotación observada en las galaxias indicaba la presencia de una gran cantidad de
materia que no emitía luz. Sin embargo, existen muchas otras galaxias además de la nuestra.
¡Son tantas que aún no hemos podido contarlas a todas! El Telescopio Espacial Hubble
observó una pequeña porción del espacio durante 12 días y descubrió 10 000 galaxias, de
todo los tamaños, formas y colores.
Algunas galaxias tienen forma de espiral como la nuestra. Tienen brazos curvados que hacen
que parezcan molinetes. Otras galaxias son lisas y tienen forma de óvalo. Se las denomina
galaxias elípticas. También existen galaxias que no tienen forma ni de espiral ni de óvalo. Son
de forma irregular y parecen manchas. La luz que nosotros vemos de cada una de estas
galaxias proviene de las estrellas en su interior.

A veces las galaxias se acercan demasiado y se chocan entre sí. La Vía Láctea algún día
colisionará con Andrómeda, su vecino galáctico más cercano. Este evento tendrá lugar dentro
de cinco mil millones de años. Las galaxias son tan grandes y están tan expandidas en los
extremos que, aunque se choquen entre sí, los planetas y los sistemas solares a menudo no
llegan a colisionar.
En 1610, Galileo Galilei usó un telescopio para estudiar la cinta lechosa en el cielo nocturno
llamada Vía Láctea, y descubrió que está compuesta por una inmensa cantidad de pequeñas
estrellas.3 En el año 1755, Immanuel Kant teorizó sobre la estructura y las agrupaciones de
estrellas en el tratado Historia general de la naturaleza y teoría del cielo, basado en un trabajo
previo de Thomas Wright. Kant afirmaba que la Vía Láctea era un sistema formado por miles
de sistemas solares como el nuestro, agrupados en una estructura de orden superior y de
características similares a las de los sistemas planetarios, sensiblemente plana, de
forma elíptica, en movimiento de rotación alrededor de un centro y regidas por la
misma mecánica celeste. También supuso que, por el punto de vista desde el que
observamos la Vía Láctea y por la densidad de estrellas visibles que agrupa, nuestro sol se
encuentra en su mismo plano y forma parte de ella.4 Desde un planteamiento completamente
teórico, Kant afirmó que era lógico suponer la existencia de otros planetas y satélites orbitando
alrededor de otras estrellas, y que debían existir otras «Vías Lácteas» separadas a distancias
de un orden de magnitud comparable a su vasto tamaño. Según su razonamiento, estas
galaxias o universos isla teóricos serían visibles desde la Tierra como nubes ovaladas de luz
tenue, sin que fuera posible distinguir las estrellas individuales dentro de ellas. Kant las
identifica con ciertos tipos de nebulosas, que Pierre Louis Maupertuis describió como
«pequeños lugares cuya luz es sólo un poco mayor que la oscuridad del espacio celestial,
todas ellas con el aspecto de elipses más o menos abiertas, pero cuya luz es mucho más débil
que cualquier otra que conozcamos en el cielo».5
Galaxia de Andrómeda (M31), en la constelación de su mismo nombre.

Hacia el final del siglo XVIII, las galaxias no habían sido descubiertas. Charles
Messier compiló un catálogo (catálogo Messier) que contenía 103 objetos astronómicos, que
él denominó «nebulosas y cúmulos de estrellas». Más tarde William Herschel elaboró un
catálogo que contenía unos 2500 «objetos del espacio profundo». En 1845, Lord
Rosse construyó un nuevo telescopio, el cual le permitió distinguir las «nebulosas» elípticas de
las circulares. Este telescopio permitía ver de manera parcial para poder distinguir[Aclaración
requerida]
en algunas de estas «nebulosas» fuentes puntuales individuales de luz, confirmando
de manera parcial las anteriores conjeturas de Kant.
En 1917, Heber D. Curtis había observado la nova S Andrómeda, en la «nebulosa» de
Messier M31. Buscando en los registros fotográficos, encontró otras 11 novas y observó que,
en promedio, estas novas eran 10 órdenes de magnitud más débiles que las ocurridas en
nuestra galaxia. Como resultado de esta observación pudo predecir que dichas novas se
debían encontrar a una distancia de 150 000 parsecs. Heber se convirtió en un célebre
defensor de la hipótesis de los «universos isla», que sostenía que las «nebulosas espirales»
eran realmente galaxias independientes.
En 1920 ocurrió el gran debate entre Harlow Shapley y Heber Curtis en torno a la naturaleza
de nuestra galaxia, las «nebulosas espirales» y la dimensión del universo. Para defender la
afirmación de que M31 era una galaxia externa, Curtis argumentaba que las líneas obscuras
observadas en dicha «nebulosa» eran similares a las nubes de polvo que se observan en la
nuestra, Vol. 5 (1925). Usar un nuevo telescopio le permitió a Edwin Hubble resolver las partes
exteriores de algunas «nebulosas espirales» como colecciones de estrellas individuales. Más
aún, Hubble pudo identificar en esas estrellas algunas variables cefeidas y éstas le permitieron
estimar la distancia a dichas «nebulosas». Resultó que estaban demasiado alejadas para ser
parte de la Vía Láctea. En 1936, Hubble organizó un sistema de clasificación de galaxias que
todavía se usa en nuestros días: la secuencia de Hubble.
El primer intento de describir la forma que tiene la Vía Láctea fue llevado a cabo por William
Herschel en 1785, contando cuidadosamente el número de estrellas en distintas regiones del
cielo. En 1920 Kapteyn, usando un refinamiento de la técnica empleada por Herschel, sugirió
la imagen de una pequeña galaxia elipsoidal (15 kiloparsecs de diámetro), con el Sol cerca del
centro. Con un método diferente, basado en la distribución de los cúmulos globulares,
realizado por Harlow Shapley, emergió una imagen radicalmente distinta: un disco plano con
un diámetro aproximado de 70 kiloparsecs y con el Sol alejado de su centro. Ninguno de los
dos análisis tomó en cuenta la absorción de la luz y el polvo interestelar presentes en el plano
galáctico. Robert Julius Trumpler tomó en cuenta estos efectos en 1930, estudiando cúmulos
abiertos y produciendo la imagen que actualmente se acepta de nuestra galaxia: la Vía Láctea
es una galaxia espiral con un diámetro aproximado de 30 kiloparsecs.
Velocidad de rotación: A observada, B predicha.

En 1944 Hendrick van de Hulst predijo que, debido a la presencia de hidrógeno interestelar,
podría detectarse la emisión de microondas de 21 cm de longitud por parte de este gas. Esta
radiación, detectada en 1951, ha permitido realizar mejoras en el estudio de la dinámica de
galaxias, en tanto que no es bloqueada por la presencia de polvo. El efecto Doppler puede
usarse para estudiar el movimiento de este gas

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