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Aplicacion de La Ley
Aplicacion de La Ley
Este asunto, es también conocido como “conflicto de leyes en el tiempo”, que realmente no
es conflicto entre leyes sino entre sujetos de derecho, en el que intervienen diversas
situaciones jurídico-temporales.
¿Qué ley se aplicará para resolver el problema?, ¿la ley antigua o la ley nueva? Estas
preguntas forman parte de un interrogante que sería el siguiente: ¿es susceptible una ley de
aplicarse a situaciones jurídicas nacidas bajo el imperio de una ley anterior? Los
interrogantes han sido contestados en la doctrina, estableciéndose que una ley no puede
aplicarse retroactivamente en perjuicio de persona alguna. Esta materia es la que da origen
al derecho conflictual, intertemporal o transitorio debido a que los hechos y actos jurídicos
no producen todos sus efectos bajo la vigencia de una sola ley, y por cuanto las leyes son
frecuentemente derogadas por la constante transformación del derecho. A este respecto,
ENRIQUE R. AFTALIÓN, JOSÉ VILANOVA Y JULIO RAFFO[2] dicen que “las leyes son
frecuentemente derogadas por otras leyes: el derecho positivo está en una constante
transformación de acuerdo con las exigencias de los cambios sociales y el progreso general.
La sanción de una ley cualquiera importa el cambio del derecho vigente sobre la materia,
salvo el caso poco frecuente de que la nueva ley no sea sino la recopilación de disposiciones
ya vigentes. De estas dos circunstancias surgen una serie de problemas acerca de la
aplicación de la ley con relación al tiempo”.
El precursor de la teoría es BLONDEAU, quien la expuso en 1809, según este autor, toda
nueva ley encuentra esperanzas nacidas bajo el imperio de la anterior. La destrucción de
esas esperanzas acarrea necesariamente un mal a los que las habían concebido. El
legislador debe optar, pues, entre el menor de dos males: o conservar la vigencia de una ley
mala, o destruir las esperanzas nacidas bajo su imperio. En esta disyuntiva la solución
consiste en distinguir entre las esperanzas más fuertes y las débiles. Las primeras no se
podrán destruir sin graves inconvenientes, y por ello el legislador debe respetarlas.
MERLIN está considerado como el expositor más importante de esta teoría. Según Merlin,
una ley es retroactiva cuando destruye o restringe un derecho adquirido bajo el imperio de
una ley anterior. No lo es, en cambio, si aniquila una facultad legal o una simple
expectativa.
MERLIN, expresa que “derechos adquiridos son aquellos que han entrado en nuestro
dominio y, en consecuencia, forman parte de él y no pueden sernos arrebatados por aquel
de quien los tenemos. Con las facultades otorgadas por la ley sucede lo propio que las
concedidas por los individuos. Mientras no asumen la forma de derechos contractuales, son
siempre y esencialmente revocables.
En este caso (Derecho Civil) la doctrina moderna (especialmente por obra de PAUL
ROUBIER) ha mostrado “que la oposición entre los principios de retroactividad e
irretroactividad (doctrina tradicional) es falaz y que en rigor las leyes deben ser divididas a
este respecto en tres grupos: 1) leyes retroactivas, únicamente merecen este calificativo
aquellas leyes que vuelven sobre los efectos ya cumplidos bajo el imperio de la ley anterior;
2) leyes de aplicación inmediata, son aquellas que rigen los efectos posteriores a su sanción,
aunque sean derivados de una relación jurídica constituida con anterioridad; y 3) leyes de
aplicación diferida, son aquellas que rigen solamente para la relaciones jurídicas
constituidas con posterioridad a su sanción, dejando entretanto que los efectos de las
relaciones jurídicas anteriores se rijan por la ley anterior (supervivencia de la ley anterior).
Ejemplo: supongamos que se dicte una ley que declara prohibido el préstamo a interés. La
nueva ley puede especificar: a) que se aplicará únicamente a los préstamos posteriores a su
sanción, admitiendo como válidos los anteriores a ella, los que deberán así mismo, seguir
devengando interés (ley de aplicación diferida “efectos” diferidos o futuros); b) que se
aplicará no sólo a los préstamos posteriores a la ley, sino también a los anteriores, en el
sentido de que estos últimos ya no devengarán interés en el futuro (ley de aplicación
inmediata, “efectos” inmediatos); c) que no sólo tendrá los efectos previstos anteriormente,
sino que, además, se considera como mal habidos los interés cobrados bajo el imperio de la
ley anterior imponiendo al prestamista la obligación de devolverlos (ley retroactiva,
“efectos” propiamente retroactivos).
Irretroactividad de la ley
“Como principio general, la ley sólo rige para el futuro y no tendrá jamás efecto retroactivo.
Las reglas vigentes en esta materia son las siguientes: a) la ley rige todos los actos y
situaciones que se produzcan después de su vigencia; b) la ley nada dispone sobre hechos
que se han realizado antes de su entrada en vigor.
“las leyes - decía PORTALIS - no existen sino desde que se promulgan y no pueden tener
efecto sino desde que existen”.
Es lógico que la ley sólo debe ser obedecida desde que exista y no cuando aun es inexistente.
De sostenerse que la ley fuera retroactiva, se crearía un estado de inseguridad en los
derechos, ya que ningún derecho ni situación sería seguro y firme por la posibilidad de
alteración o cambio”.[4]
Estas fundamentales razones han sido tenidas en cuenta por los legisladores, desde tiempos
antiguos, para erigir en regla el principio de la irretroactividad de la ley. Así ya, el Derecho
Romano sentó como regla, esta doctrina - salvo que se dicten con relación al pasado y a
asuntos pendientes – principio que pasó luego al Derecho Canónico.
A este respecto nuestro C.C.C. dice: “la ley rige los actos que se produzcan después de su
vigencia. Es decir, como regla general, no hay efecto retroactivo. De sostenerse lo contrario
se decaería en un estado altamente peligroso de inseguridad jurídica.
Las leyes al no tener efecto retroactivo, no pueden influir sobre actos anteriores a su
vigencia, ni sobre derechos precedentemente adquiridos. En esa medida los jueces tienen la
prohibición de, motu proprio, aplicar retroactivamente una norma a un caso que se
fundamenta en hechos previos a la entrada en vigencia de ésta. En este sentido se debe
recalcar que no hay retroactividad implícita, por cuanto la regla general es la
irretroactividad y sólo se le otorga efecto retroactivo si el legislador lo ha manifestado en
forma expresa en caso de orden público, o de leyes interpretativas o penales benignas al
reo, es decir, en los casos constitucionalmente permitidos. (Rodrigo Noguera
Laborde. Introducción General al Derecho, Vol. II Serie Major-6, Institución Universitaria
Sergio Arboleda, Bogotá 1996, pp. 161 y 162)”[5].
1. Leyes interpretativas, (art. 14 del C.C.C.) en este caso se admite que la nueva ley que
aclara la anterior, se aplique a los casos pendientes nacidos bajo el imperio de la ley
anterior, porque se consideran que forman un solo cuerpo con ella. Una ley puede, en
efecto, declarar que su contenido es meramente aclaratorio del de una ley anterior que ha
provocado ciertas dificultades a la jurisprudencia o cuya interpretación ha sido decidida por
ésta en un sentido contrario al propósito de los legisladores.
2. Leyes de orden público, porque prima el interés general, público o social, sobre el
particular. El concepto de orden público es uno de los más indefinidos a lo largo de la
historia de las ideas jurídicas. El orden público implica la prevalencia del interés general,
público o social sobre el individual. Según BAUDRY-LACANTINÉRIE, el orden público es
el conjunto de ideas políticas, morales, económicas, religiosas, a las cuales una sociedad
estima ligada su existencia. Aunque es indiscutible que todas las leyes tienen una finalidad
social, lo cierto es que en algunas leyes esta finalidad social aparece en un destacado primer
plano. (por ejemplo, ley sobre el matrimonio). Para AFTALIÓN, las consecuencias del
orden público son las siguientes: 1) las leyes de orden público derogan toda convención de
los particulares; 2) impiden la aplicación de la ley extranjera; 3) no se pueden invocar
contra ellas derechos irrevocablemente adquiridos, es decir, que son excepción al principio
de la irretroactividad de la ley.
3. Leyes penales, que son retroactivas cuando van en beneficio del autor del hecho
punible. (principio de favorabilidad).
4. Leyes por necesidad, la doctrina consagra la necesidad del efecto retroactivo en
relación con las leyes nuevas que suprimen en forma definitiva una determinada institución
jurídica, como por ejemplo la esclavitud.
Los dos principios, anteriormente expuestos, el de retroactividad e irretroactividad de la
ley, se apoyan cada uno, en argumentos respetables. Pero la adecuada solución de los
problemas del derecho transitorio ha de surgir de una razonable, sensata y moderada
transacción entre ellos, ya que la aceptación absoluta de uno o de otro puede conllevar
graves trastornos e inconvenientes jurídicos.
De los dos principios fundamentales tratados el que goza de más predicamento legislativo
es el de la irretroactividad, pero en todo tiempo se ha admitido, bajo la forma de
excepciones, la acción moderadora del principio contrario.
[...]
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Introducción al derecho. Editorial Temis S.A. Novena
[1]
Aftalión R., Enrique; Vilanova, José; Raffo, Julio. Introducción al derecho. LexisNexis,
[2]
Tafur González, Álvaro. Código Civil. Anotado. Trigésima edición. Editorial Leyer.
[3]