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Los pilares para el desarrollo de cualquier sociedad son: educación, comunicación y servicios
básicos. El desarrollo de estos, por lo general, se ven amenazados por empresas e individuos que
pagan alrededor de 1,5 billones de dólares en sobornos al año, cifra equivalente al 2% del PBI global
(The World Bank, 2017).
La corrupción es sin lugar a duda uno de los principales obstáculos en el desarrollo de cualquier país.
Esta “es mucho más que unos billetes cobrados clandestinamente, puesto que el verdadero precio
se paga después. Son obras públicas inservibles. Es la escasez de medicamentos que convierte una
enfermedad en epidemia. Es el alimento vencido que hospitaliza niños y niñas. Es la impunidad que
mantiene en las pistas a malos choferes hasta el día que apagan una vida” (Comisión de Alto Nivel
Anticorrupción & Presidencia del Consejo de Ministros, 2013). Así pues, es imposible separar este
fenómeno de un escenario plagado de pobreza, poca o nula calidad de la educación y el déficit de
una correcta administración de justicia; escenario que ya no resulta ser coyuntural sino más bien
estructural (Quezada, 2016).
CE = M + D – T
Esto es, corrupción estructural (CE) es igual a monopolio (M) más discrecionalidad (D) menos
transparencia (T). Así pues, sumar al monopolio en el ejercicio de poder, la utilización discrecional
de los recursos públicos y restar transparencia al funcionamiento del Estado, genera el contexto
adecuado y las condiciones particulares para la existencia y persistencia de corrupción en un país.
Esta fórmula parece explicar el desarrollo político del Perú en los años 90, caracterizado por un
sistema político autoritario impuesto por el régimen de Alberto Fujimori y que creó un nivel de
corrupción política sin precedentes. “Una corrupción de corte instrumental a efectos de mantener el
poder gubernamental sin posibilidad de control. De ello da cuenta la situación que atravesó el Poder
Judicial, el Ministerio Público, el Congreso de la República, la Academia Nacional de Magistratura,
el Tribunal Constitucional, la prensa, entre otras entidades públicas y privadas” (Montoya, s.f.).
Quezada (2016) también mencionó que la corrupción estructural de los Estados se complementa con
la de algunas malas empresas que se convierten en voraces organizaciones de apropiación de
riqueza en detrimento de la comunidad y del entorno en el que operan (p. 2). Ello, lo condensa en la
siguiente fórmula de Kligaard:
CEE = DI + CE – DBP
Donde, la corrupción estructural de la empresa (CEE) es igual al debilitamiento institucional (DI) más
consumidores enajenados (CE) menos el desarrollo de bienes públicos (DBP). La primera variable,
por lo general, se materializa cuando estas desdeñables empresas infiltran operadores en las
estructuras del Estado, financian irregularmente campañas políticas e impulsan lobbies, lejos de
promover el bien común. Si a ello se le añade la realidad de consumidores hipnotizados por la voz
de un mercado que les hace perder toda capacidad de discernimiento sobre la oferta, y que
acostumbra a medir la riqueza social en base a las posesiones individuales de sus miembros y no
por su consistencia; la capacidad de generar bienes públicos resulta insignificante frente a los
beneficios de la irracional acumulación de bienes privados (Quezada, 2016).
Un claro ejemplo que grafica lo anteriormente dicho es el famoso caso Lava Jato, caso que involucra
a las principales constructoras brasileñas —Odebrecht, Camargo Correa, Andrade Gutierrez, OAS,
Queiroz Galvao, UTC Engenhaira, etc.— que habían montado un cártel que tenía como práctica
regular sobornar (aproximadamente con el 3% del costo de cada obra) a funcionarios públicos para
conseguir contratos para obras de construcción e ingeniería con Petrobras, modalidad que se
extendió a otros países de América Latina y África.
Ya consolidadas ambas fórmulas, Quezada (2016) destacó los esfuerzos de Kliskberg por demostrar
la estrecha relación entre desigualdad y corrupción: a más altos niveles de inequidad, mayor es la
corrupción esperable, formando así un círculo perverso, donde el corrupto no solo daña por lo que
se robó sino también por el mensaje de egoísmo que da a la sociedad (p. 4).
Todo esto conlleva a preguntar, ¿qué hace que las personas se vuelvan corruptos? Díaz-Albertini
(2017) responde sobre ello y sostiene que es “la extendida corrupción cotidiana la que genera el
caldo de cultivo propicio para sinvergüencerías mayores”. Así pues, él critica que existe una visión
peligrosamente limitada al señalar que la corrupción solo se limita al interior –o en relación– al
gobierno porque de esta manera se individualiza la falta y el culpable, pero no se ataca el entorno
social que lo aliente.
Todo esto conlleva a cuestionar la cultura peruana, la típica ‘criollada’ realizada por el ‘vivo’. Sobre
ello, Quezada (2016) menciona que “la ‘viveza’, como valor, debería estar asociada a la ‘vivacidad’,
a la ‘vida’, pero está asociada a la trafa eficaz, donde el ‘vivo’ (que no es otro que un criminal) se
convierte en paradigma de comportamiento exitoso” (p.4).
Díaz-Albertini (2017) coincide en que se tiende a admirar al que logra las cosas al margen de las
normas (criollo) y menospreciar al que cumple (quedado), no obstante, hace énfasis que esta misma
valorización de las personas ocurre en muchas otras culturas que tienen niveles muy bajos de
corrupción, concluyendo así que la cultura es más bien una caja de herramientas que nos permite
adaptarnos –reflexivamente– a diversas situaciones y no una serie fija de indicaciones que las
personas siguen cual autómatas.
Objetivo: analizar el caso Odebrecht y a partir de este identificar las causas y consecuencias de la
corrupción en las diferentes dimensiones en nuestro país, y buscar soluciones que permitan reducirlo
o eliminarlo.
Preguntas de orientación:
CASO 2
MEDIO AMBIENTE: LOS METALES PESADOS
Y SU IMPACTO
Preguntas de orientación:
¿Cómo abarcaría el caso presentado desde la perspectiva de un educador? ¿Se lograría
solucionar el problema?
Considerando el aspecto social, político, económico y ambiental actual, ¿qué medidas serían
las más apropiadas? ¿Por qué?
¿Cuán relevante es el desarrollo de tecnologías para el presente caso?
¿Qué normativas legales se deberían de quitar o implementar para solucionar el problema?
¿Por qué? ¿Cómo se derogarían o implementarían dichas normas?
¿Quiénes deberían afrontar las consecuencias de la problemática? ¿En qué medida y por
qué?
CASO 3
Durante las últimas décadas, el Estado ha iniciado a implementar programas orientados a satisfacer
las necesidades de las zonas más remotas del país. Con la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) se
ha dado un paso para integrar estrategias que permitan alcanzar a la población vulnerable de zonas
rurales y hacer efectiva una mejora en la calidad educativa de sus escuelas. Una de las barreras que
aún ralentizan este proceso es la burocracia, pues todo queda en denominaciones y títulos de
proyectos, pero ningún o poco resultado es palpable.
La financiación para proyectos de EIB suele ser limitada, pues según el informe “Situación de la
educación rural en el Perú” del 2015, la mayor parte de docentes que enseñan en zonas rurales no
están bien capacitados ni cuentan con material didáctico, y deben adecuarse a un sistema
unidocente multigrados; es decir, deben enseñar a dos o más grados al mismo tiempo en una sola
aula. Ello lo evidenció UNICEF en el 2014, pues informó que las escuelas multigrado en primaria son
masivas en el área rural, 10 930; mientras que en el área urbana solo llegan a 1 208.
Para tener el panorama más claro, debemos saber las características de la escuela rural, descrita
por la Defensoría del pueblo en el año 2013:
- Están localizadas en ámbitos de difícil acceso y comunicación.
- Tienen servicios básicos limitados.
- Tienen dificultades para lograr desarrollar el total de las horas pedagógicas.
- Reciben niños y niñas que participan en actividades productivas y están mal
alimentados.
- Tienen más dificultades en obtener los logros de aprendizaje esperados.
- Atienden a niños y niñas bilingües, con docentes que muchas veces no hablan ni
escriben la lengua materna de sus niños y niñas.
Vemos, pues, que no sólo se trata de prestar atención a un documento o una malla curricular o
diversificar contenidos del Currículo Nacional. La nutrición, la distribución de espacio y la inversión
en capacitación de docentes también están relacionados. Todos estos factores generan una brecha
de aprendizaje muy amplia entre quienes tienen acceso a educación en la ciudad y quienes tienen
acceso limitado a ella en el campo o la selva.
En la mayoría de casos, los padres optan por no enviar a sus hijos a la escuela o al jardín; así, en el
2010, INEI reportó que el 68% (128 126), de niños y niñas con lengua materna autóctona (aimara,
quechua, asháninca u otras) de entre 3 y 5 años se hallan fuera del sistema educativo. Además,
según UNICEF en el 2014, el 76,9% de las adolescentes entre 17 y 18 años del área urbana han
culminado la secundaria, mientras en el área rural lo han hecho únicamente el 42,5%.
La debilidad de la gestión en el sector educativo se ve reflejada en el trabajo de las Unidad de Gestión
Educativa (UGEL), que pocas veces han tenido recursos o capacidad para implementar las escuelas
de los anexos o comunidades o centros poblados alejados.
¿Es la ubicación geográfica una valla tan alta que ni el Gobierno puede pasarla? En Puno, las
denominadas campo escuelas, no cuentan con profesores suficientes para enseñar todas las
asignaturas básicas, según el documental “Campo escuelas en Puno”. Se ve que en la campo
escuela San Miguel en Azángaro, Puno, por ejemplo, el profesor que enseña a dos grados a la vez
debe fusionar la currícula de ambos para llegar a cumplir los objetivos requeridos, teniendo como
mayor dificultad el tiempo. En los recreos, otro docente organiza una “mesa comunitaria” en que
todos los niños comparten los alimentos que han llevado, sin excluir a quienes no han podido llevar
algo; sin embargo, este docente se retira ese año tras 30 años de servicio, para volver al campo a
trabajar en agricultura. Esta escuela tendrá que conseguir a otro profesor, uno que tenga
disponibilidad para trabajar en una zona alejada y pueda enseñar a los niños en quechua.
Esta es la realidad de un gran número de peruanos y peruanas al interior del país, pues mientras
muchos niños en la ciudad lloran por no ir al colegio, muchos otros en el campo quieren tener la
oportunidad de contar con un profesor.
Objetivo: analizar la situación de la educación rural en nuestro país, medir su impacto en la calidad
de vida de los pobladores y las repercusiones en la economía nacional; considerando la
infraestructura con la que se cuenta y la distribución de maestros y recursos para sustentarla.
Preguntas de orientación:
¿Cómo se cambiaría la realidad de la educación rural de nuestro país con el aporte del campo
tecnológico?
¿Qué factores, cree usted, que son cruciales para la mejora de la infraestructura y asignación
de recursos de las escuelas rurales?
¿Considera usted que las metodologías de enseñanza implementada en las escuelas rurales
son adecuadas y las correctas? ¿Por qué?
¿Cuáles son los factores y limitaciones que ocasionan que la brecha de niños y adolescentes
con acceso a educación en zonas rurales respecto a zonas urbanas se siga ensanchando?
¿Qué otros motivos y factores obligan a que los niños y adolescentes de las zonas rurales
decidan no asistir a un centro educativo?
CASO 4
Pero ¿A que hace referencia esto? Según la ley N° 27993, Ley General de la Persona con
Discapacidad, una persona con discapacidad es aquella que tiene una o más deficiencias físicas,
sensoriales, mentales o intelectuales de carácter permanente que, al interactuar con diversas
barreras actitudinales y del entorno, no ejerza o pueda verse impedida en el ejercicio de sus derechos
y su inclusión plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones que las demás.
Asimismo, hay distintos tipos de discapacidad que tienen características diferentes y que se tienen
que tomar en cuenta para tener una mirada más amplia de la situación: Las discapacidades físicas
afectan a las extremidades y/ o al aparato locomotor. Se producen por malformaciones o anomalías
físicas (ya sean de nacimiento o fruto de alguna enfermedad o accidente), y también por fallos en el
sistema nervioso que ocasionen parálisis de extremidades (paraplejias, hemiplejias, tetraplejias,
etc.). La discapacidad intelectual hace referencia a limitaciones sustanciales en el funcionamiento
intelectual de la persona que hacen que tenga una inteligencia inferior a la media. Esta se caracteriza
no solo por las limitaciones en el funcionamiento intelectual, sino también en la conducta adaptativa,
manifestándose así en habilidades adaptativas, conceptuales y prácticas. Esta discapacidad se
origina antes de los 18 años de edad. La discapacidad psíquica no debe confundirse con la
discapacidad mental, aunque mucha gente lo hace. La discapacidad mental o psíquica afecta a áreas
como la comunicación o las habilidades sociales, pero no a la inteligencia. Por tanto, la discapacidad
mental afecta al comportamiento y la conducta adaptativa. Algunos trastornos psiquiátricos pueden
generar este tipo de discapacidad.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el Informe Mundial de la Discapacidad del
2011 “La discapacidad es compleja, dinámica, multidimensional y objeto de discrepancia. En las
últimas décadas, el movimiento de las personas con discapacidad, junto con numerosos
investigadores de las ciencias sociales y de la salud, han identificado la función de las barreras
sociales y físicas presentes en la discapacidad. La transición que implicó pasar de una perspectiva
individual y médica a una perspectiva estructural y social ha sido descrita como el viraje desde un
“modelo médico” a un “modelo social”, en el cual las personas son consideradas discapacitadas por
la sociedad más que por sus cuerpos”. El modelo médico y el modelo social a menudo se presentan
como dicotómicos, pero la discapacidad debería verse como algo que no es ni puramente médico ni
puramente social: las personas con discapacidad a menudo pueden experimentar problemas que
derivan de su condición de salud. Se necesita un enfoque equilibrado que le dé el peso adecuado a
los distintos aspectos de la discapacidad”
El Perú se caracteriza por ser un país en el cual no se fomenta un desarrollo equitativo ni regular
donde todos y todas disfruten de los mismos espacios sin inconvenientes y desarrollen una cultura
de inclusión, desarrollo social e integración nacional. Sin embargo, no son pocas aquellas personas
que no pueden gozar libremente de estos espacios. Según el INEI, en nuestro país, hacia el año
2012 había 1 575 402 habitantes que tienen una discapacidad, que corresponden a un 5.2% de los
habitantes en el Perú. Se desprende de este número que 754 671 son hombres y 820 731 son
mujeres; asimismo, 129 796 son menores a 15 años, 651 312 tiene entre 15 y 64 años y 794 294
son mayores a 65 años.
Se ha evidenciado que el 40.6 % de personas que poseen alguna discapacidad depende de alguna
persona para realizar sus actividades diarias. Asimismo, solo un 11.4 % de las personas que padecen
alguna discapacidad llegan a tener educación superior ya sea técnica o universitaria. Cabe resaltar
que solo un 38.2% de personas que padecen alguna discapacidad cuentan con un seguro médico.
Por otro lado, el 76.8% de las personas con discapacidad corresponde a la Población
Económicamente Inactiva, es decir, no cuentan con un trabajo (INEI, 2014). Estas estadísticas
presentadas reflejan la preocupante situación en el aspecto de oportunidades a desarrollo autónomo,
desarrollo educativo, oportunidades laborales y acceso a la salud que tienen las personas con
discapacidad en nuestra realidad peruana.
En el aspecto de accesibilidad el INEI nos otorga una estadística de lugares públicos donde las
personas con discapacidad tienen dificultades de ingreso o desplazamiento. Cabe resaltar que los
lugares mencionados en su mayoría son los que aquellas personas suelen acudir con mayor
frecuencia. Es preocupante que, aproximadamente, el 30% de los establecimientos de Salud no
cuentan con una infraestructura adecuada para atender personas con discapacidad. La imposibilidad
de acceder a establecimientos de servicios básicos, como lo es salud, es clara muestra de la falta de
políticas eficientes que ayuden a integrar a las personas con discapacidad en los planes de desarrollo
de nuestro país. Además, el 23% de los paraderos, el 18.8% de las entidades financieras, el 16.4%
de los parques y 13.8% de los centros educativos son parte de la lista de los espacios de acceso
público que excluyen a las personas con discapacidades, debido a sus infraestructuras inadecuadas
(INEI, 2014).
La Ley N° 29973, Ley General de la Persona con Discapacidad, aprobada en el 2012 y aún vigente
tiene como principal objetivo “establecer el marco legal para la promoción, protección y realización,
en condiciones de igualdad, de los derechos de la persona con discapacidad, promoviendo su
desarrollo e inclusión plena y efectiva en la vida política, económica, social, cultural y tecnológica.”
La ley en mención no generó el impacto esperado, ya que al 2017, luego de 5 años no se ha logrado
los objetivos de la misma, pese a que esta es la cuarta renovación de la Ley General de la Persona
con Discapacidad. La primera ley N° 24067 se dio en 1985, la segunda N° 27050 en 1999 y la tercera
N° 29761 en 2012 .
Solo el 45.2% de las personas con discapacidad pertenecen a la Población Económicamente Activa
(PEA), pero el 20% de ella se desempeña en el sector informal (INEI, 2017). Debido a dicha
problemática a finales del 2016 la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil)
aprueba el Protocolo de Fiscalización de la Cuota de Empleo para Personas con Discapacidad el
cual toma como base lo siguiente: las empresas públicas están obligadas a contratar personas con
discapacidad en una proporción no menor al 5% del total de su planilla, mientras que las privadas en
un 3%. A pesar de la ley y el protocolo, las personas con discapacidad aún siguen siendo excluidas
debido a la ineficiencia del estado en cuanto a una fiscalización de esta normativa.
La situación peruana, respecto temas de inclusión social, está en una situación preocupante ya que
claramente no se está en un pleno desarrollo de espacios y cultura dentro del entorno, es importante
mencionar como es que se vive esta realidad en América Latina. En primer lugar, cabe mencionarse
que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) alrededor de 15% de la población mundial
(más de mil millones de personas) vive con algún tipo de discapacidad y Según la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) el 12.4% de la población en América Latina tiene
algún tipo de Discapacidad.
Objetivo: analizar la situación de las personas con discapacidad desde una perspectiva
multidimensional, considerando la inclusión de dichas personas en el ámbito laboral y la
discriminación que pudiese existir en contra de ellos.
Preguntas de orientación
¿Qué nos permitiría, como país, la inclusión total de las personas con discapacidad dentro
del ámbito laboral, y qué tendría que pasar para que esto suceda?
¿Cómo se da el proceso de exclusión de las personas con discapacidad dentro de nuestro
país?
¿Los datos registrados en discapacidad son correctos? ¿Qué habría que hacer para generar
evidencia más acertada en cuanto a la población con discapacidad y el tipo de discapacidad?
¿Cree usted que los programas de intervención en inclusión social, con foco en la
discapacidad, están siendo suficientes para cambiar la realidad de nuestro país en ese tema?
¿Qué solución plantearías para la multidimensionalidad del problema? Articulando con los
programas y políticas actuales en inclusión de la persona con discapacidad.
CASO 5
DESCENTRALIZACIÓN: LA DÉCADA Y
MEDIA
En pleno siglo XXI existen comunidades y poblados que no cuentan con la infraestructura mínima y
necesaria para cubrir las necesidades básicas de sus pobladores: acceso a la salud, a la educación
y servicios básicos, como los son, electricidad y sistemas de alcantarillado. Esto ratifica que falta
mucho por avanzar en materia de descentralización y uno de los ejes es el de la infraestructura a
nivel nacional.
Los gobiernos regionales reclaman la descentralización como un derecho, palear el problema
estructural de la concentración de poder del gobierno central, pero ¿qué significa la descentralización
de un gobierno? Según Aghón y Krause – Junk (1993), la descentralización es el proceso mediante
el cual un gobierno nacional o federal transfiere poder de decisión, atribuciones y recursos para la
realización de determinadas funciones a su cargo a otras órdenes de gobierno o a sus representantes
locales.
La búsqueda de la descentralización en el Perú se remonta muchos años atrás, entre ellos 1998,
fecha de aprobación de la 1ra Ley de Bases de la Descentralización. Ni el Proceso de
Descentralización, iniciado el 2002, ni la ley mencionada antes lograron sus objetivos en los 25
departamentos (incluyendo Callao), 196 provincias y los 1845 distritos del Perú (Instituto Nacional de
Estadística e Iformática, 2014). Los esfuerzos de descentralización se quedaron en documentos que
no se ven reflejados en resultados concretos, ya que en el 2016 el Producto Bruto Interno (PIB) del
país alcanzó 646 mil 803 millones de soles, del cual el 46,6% fue generado por Lima (Instituto
Nacional de Estadística e Iformática, 2017). Estos datos corroboran que, actualmente, existe una
aglomeración de organismos estatales, juzgados y oficinas representativas del gobierno;
infraestructura, centros de salud, centros de educación, conexiones de electricidad y alcantarillado;
y, recursos financieros, entidades financieras privadas, bancos del estado, centrales de empresas,
etc.
Han transcurrido 16 años desde el reinicio, luego del estancamiento durante el régimen fujimorista,
de la búsqueda de la descentralización del país. El 17 de julio del 2002 se promulgó la Ley de Bases
de la Descentralización (Ley N° 27783). Para la Secretaría de Descentralización de la Presidencia
del Consejo de Ministros (PCM), descentralización significa un proceso político, social, económico y
cultural, que tiene el propósito de configurar una nueva organización del Estado Peruano, con una
visión de desarrollo integral, sostenible e inclusivo, construyendo para ello oportunidades para todos
y todas en todo el territorio nacional, sin distinción de ninguna clase (Quiñones, 2012). La Ley en
mención fue fortalecido, en el 2012, por el Plan Nacional de Descentralización, el cual tiene cinco
ejes transversales de acción: 1) conducción del proceso, articulación intergubernamental y
participación ciudadana; 2) descentralización administrativa; 3) fortalecimiento institucional; 4)
inversión descentralizada e integración económica; y, 5) descentralización fiscal (Secretaría de
Descentralización (PCM), 2012). Entonces, ¿cuáles son las dificultades que no permiten alcanzar el
objetivo tan añorado de dichas leyes?
No existe una coherencia lógica entre las propuestas de plan de las leyes promulgadas por la PCM
y las acciones que concreta. Esto dificulta, en su gran mayoría, la consecución de los objetivos de
las leyes y planes vigentes. Ejemplo de ello es la autonomía presupuestaria que se les brinda a los
gobiernos regionales para que realicen la implementación de órganos que les permita ser más
autónomos, así como mejorar, si es que ya tiene, su infraestructura regional. En el 2011 los gobiernos
locales no poseían autonomía presupuestaria, ya que el 78% de su presupuesto dependían de las
transferencias de recursos destinados, manejado por el gobierno central, mientras que solo un 14%
correspondía a recursos directamente recaudados, manejado por los gobiernos locales. Asimismo,
del presupuesto general de la República para el año 2012 el 68,1% se destinó al Gobierno central,
el 15,4% a los gobiernos regionales y el 16,5% a los gobiernos locales (Quiñones, 2012).
La falta de planificación estratégica y levantamiento de información adecuados, que permita conocer
las necesidades de los pobladores de acuerdo con sus realidades, son los problemas más
resaltantes que se contraponen a los objetivos de las leyes y planes de descentralización. Además,
del poco seguimiento que realiza el gobierno central a sus leyes implementadas genera problemas
administrativos. Según la Contraloría de la República en el 2016 había más de 5000 funcionarios
denunciados por la contraloría. Por otro lado, José Carlos Requena, analista político de la Consultora
50+1, sostiene que, en el 2017, 25 gobernadores regionales estaban relacionados con delitos de
corrupción. Es aquí donde la idea de repensar, rediseñar, reestructurar y modificar la Ley de Bases
de Descentralización se hace más válida que nunca.
Los esfuerzos por la democratización de nuestro país, descentralización, se ven truncados por
deficiencias de planeación, levantamiento de información y administración inadecuada. La inclusión
social que supone la descentralización debe de realizarse tomando en cuenta las distintas realidades
de nuestro país, para lo cual se deben diseñar normas, leyes y planes de descentralización
adecuados y coherentes a la situación de sus pobladores según la zona y la cultura.
Objetivo: analizar los avances de la descentralización en la última década y media (2002-2017) con
el propósito de identificar las falencias y fortalezas de los programas implementados, para proponer
mejoras a partir de ello.
Preguntas de orientación:
¿En qué medida, cree usted, que la corrupción sea un limitante para las políticas de
descentralización? ¿Qué se debería de hacer respecto a ello?
¿Qué aspectos y características supone la descentralización en el Perú?
¿Qué rol juega el Gobierno central y el sector educativo en el proceso de descentralización?
¿Existe alguna correlación directa?
¿Cuáles serían, según usted, las alternativas más óptimas para una correcta
descentralización?
¿Por qué, hoy en día, no existe documentación suficiente sobre las necesidades y demandas
exactas de los poblados rurales de nuestro país? ¿Qué propones para cambiar dicha
situación?