Está en la página 1de 2

Un mal carácter

Personajes: Padre, hijo y narrador.

Narrador: Hola amiguitos, les voy a contar una historia de un niño que tenía muy mal carácter.

Niño: (enfurecido) ¡Estoy muy enojado, me saqué un 1 en matemáticas, porque no estudié, pero
igual quería sacarme un 7! ¡Waaaah! ¡Los odio a todos! ¡Odio a ese profesor! ¡aaaaargh, aaaaargh,
aaaaaargh!

Papá: ¡Hijo, hijo qué te pasa!

Hijo: ¡Estoy muy enojado, no me hables, viejo feo!

Papá: ¡Pero hijo, no me hables así!

Hijo: ¡Yo te hablo como quiero! ¡argh!

Papá: Ven, escúchame, aquí hay bolsa con clavos, cada vez que pierdas la calma, tendrás que
clavar uno en la reja.

Hijo: Bueno, no sé cómo me va a ayudar eso, pero lo voy a hacer.

(Salen de escena y vuelve el hijo).

Hijo: ¡Aaargh, estoy muy enojado, estoy demasiado enojado! Me mandaron a hacer mi cama y yo
no quería ¡estoy enojado! Voy a tener que clavar un clavo (clavetea) ¡Estoy enojado, estoy
enojado!

(Sale de escena)

Narrador: Al día siguiente.

Niño: Hoy día clavé 37 clavos, estoy muy cansado, y me enoja mucho eso, voy a tener que clavar
otro más.

(Sale de escena)

Narrador: El niño se había dado cuenta que era más fácil controlar su enojo que clavar clavos en la
reja, y así pasó una semana.

Niño: Han pasado los días y me he dado cuenta de que es más fácil controlar mi ira que estar
clavando, porque me cansa mucho, ahora estoy más relajado. Voy a llamar a mi papá para
contarle. Oye papá, papá, escúchame.

Papá: Sí hijo, dime.

Hijo: Adivina qué, hoy no tuve que clavar ni un clavo. Creo que me he portado bien.

Papá: ¡Oh, que contento me pone eso, estoy muy satisfecho de tu resultado! Entonces, por cada
día que te controles, deberás sacar un clavo de la reja.

Hijo: Bueno, lo haré.


(Ambos salen de escena)

Narrador: Unas semana después.

Hijo: Oh, creo que ya he sacado todos los clavos, he estado muchos días sin enojarme por
tonteras, llamaré a mi papá para contarle. ¡Papá, papá, tengo que contarte algo!

Papá: Hola hijo.

Hijo: Tengo una buena noticia para ti.

Papá: Dime hijo.

Hijo: He sacado todos los clavos de la reja, no sé cómo sigue en pie, creo que he logrado controlar
mi enojo, muchas gracias.

Padre: Ahora ven, sígueme dónde está la reja. Mira hijo, has trabajado duro para clavar y quitar
los clavos de esta reja; pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la reja, jamás será la
misma reja, lo que quiero decir, es que cuando dices o haces cosas enfadado o de mal carácter
dejas una cicatriz como estos agujeros que quedaron en la reja. Ya no importa cuánto pidas
perdón, las heridas estarán ahí. Mira los agujeros de la reja, ahora han quedado ahí.

Hijo: Oh padre, tienes razón, eres un sabio. A partir de ahora seré un niño bueno, no me enojaré
por tonteras, gracias papá por enseñarme.

(Salen de escena).

Narrador: Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron que el
hijo reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha
acabado.

Fin.-

También podría gustarte