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Antonieta
Antonieta
Sinopsis:
La película está inspirada en la biografía histórica Marie-Antoinette: The Journey de Antonia
Fraser. Trata sobre la vida de la reina de Francia en el siglo XVIII. Narra el período en la
vida de María Antonieta de Austria comprendido desde su llegada a la corte de Versalles
hasta la caída del régimen monárquico con la Revolución francesa. A los 14 años de edad,
María Antonieta es alejada de su familia y de sus amigos en Viena, despojada de todas sus
posesiones y abandonada en el mundo sofisticado y decadente de Versalles, la magnífica
corte real cerca de París. María Antonieta es un simple peón en un matrimonio concertado
para solidificar la armonía entre dos naciones. Su esposo adolescente, Luis (Jason
Schwartzman), el Delfín, es el heredero al trono de Francia. Pero María Antonieta no está
preparada para ser el tipo de regente que espera el pueblo francés. Bajo todo su lujo, ella
es una joven protegida, asustada y confundida, rodeada de pérfidos detractores, falsos
aduladores, titiriteros y chismosos. Atrapada por las convenciones de su condición en la
vida, María Antonieta debe encontrar la forma de encajar en el mundo complejo y traicionero
de Versalles.
A sus males se añade la indiferencia de su nuevo marido, Luis. Asombrosamente, su
matrimonio no se consumó en siete años. El tímido futuro rey resulta ser un desastre como
amante, desatando graves preocupaciones (e incesantes cotilleos) porque María Antonieta
nunca llegue a tener un heredero.
Abrumada y angustiada, María Antonieta busca refugio en la decadencia de la aristocracia
francesa y en una aventura secreta con el seductor conde sueco, Hans Axel von Fersen.
Sus indiscreciones pronto están en boca de toda Francia.
Tanto si es idealizada por su estilo impecable o vilipendiada por estar imperdonablemente
fuera del alcance de sus súbditos, la reacción hacia María Antonieta siempre es extrema.
Sin embargo, poco a poco, a medida que va madurando, va encontrando su sitio como
esposa, madre y reina — para terminar trágicamente en una revolución sangrienta que
altera Francia para siempre, y con ello va un cambio para el mundo en tanto es el inicio del
capitalismo.
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Federación Internacional de Mujeres Universitarias
Federación Mexicana de Universitarias
Universidad Nacional Autónoma de México
Museo de la Mujer
Bolivia 17 Centro Histórico, Ciudad de México.
Cine-Club de Género, 14 de abril de 2015
El cine de Sofía Coppola busca con tono grave y enorme ambición la indagación
psicológica de sus personajes, principalmente femeninos y con apuntes puntuales
de humor. Utiliza el contexto físico y personal que rodea a los mismos, a fin de que
sea una bulliciosa Tokyo o una pequeña comunidad represora.
En esta ocasión nos lleva a Versalles, preciosa localización donde se halla la vida
de una María Antonieta del siglo XVIII tratada aquí con actitudes de adolescente
caprichosa californiana de siglo XXI.
Con solo 14 años, María Antonieta de Habsburgo es enviada a Francia para ser
casada con el heredero del trono francés, el futuro Luis XVI, como manera de
afianzar las relaciones entre los dos países. La joven reina pronto se sentirá
descolocada en el opresor ambiente de Versalles.
La María Antonieta de Sofía Coppola podría ser cualquier adolescente, de este siglo
o cualquier otro, oprimida por unas costumbres que no comprende. La película trata
de ofrecer una imagen del personaje en la que cualquier joven de nuestro tiempo
pueda verse reflejada (en parte, hasta los hombres pueden verse reflejados).
♣
Catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-UNAM
*Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres MexicanasAsociación Civil.
♥
Se agradece el apoyo de las licenciadas: Eva Calderón, Eurídice Román de Dios, Adriana Romo Sotres,
Pamela Jiménez Romo y Rosalinda Cuéllar Celis.
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Utilizada como un peón en un juego entre naciones, obligada a actuar de una
manera que le resulta extraña y ridícula, la joven se sentirá aislada, oprimida e
incomprendida, como cualquier adolescente de hoy en día. Su personalidad quizá
quede poco definida, pero es suficiente para entender todas las acciones del
personaje y para identificarla con el tema principal de la película: la juventud. Sofía
Coppola no pretender retratar a una joven, sino a la juventud en sí misma.
Es una película diferente, hay que entenderla como lo que es, una historia sobre los
sentimientos que cualquier adolescente puede reconocer como suyos: el
aislamiento, la necesidad de libertad, y la sensación de no encajar en el mundo y
de no tener un objetivo importante en la vida, más allá de lo que el mundo espera
consiga tal adolescente.
Kirsten Dunst refleja con toda su lozanía y desparpajo juvenil ese carácter
superficial, caprichoso y anodino de María Antonieta, no muy alejado del de
cualquier adolescente del Siglo XXI. Lo que en Versalles son pasteles y ricas telas
bien podrían ser hoy el iPod y la ropa de marca. Y, respecto al resto de actores
quienes configuran el reparto, hacen un conjunto humorístico no presenciado nunca
en una película de Sofía Coppola.
Cuando el pueblo de Versalles dijo que no tenían pan que comer, su reina, María
Antonieta les contestó: “Pues coman pastel” Interesante metodología la de Sofía
Coppola al evocar al lirismo de la superficialidad, la ridiculez de la vanidad y sobre
todo, intentar plasmar el sufrimiento de una mujer desde el ángulo más banal.
Bien podemos investigar, que la reina María Antonieta no fue la líder más sensata
en la historia de la nobleza francesa, sus actos libertinos y banales le trajeron como
consecuencia el repudio de su pueblo, así como los comentarios más
escandalizados y una reputación poco apremiante para alguien de tal alcurnia.
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Podemos apreciar en poco
más de dos horas como la
protagonista sufre, se siente
ridícula y de una instancia a
otra se prueba un vestido y
come una golosina, se
prueba otro vestido y come
un colorido postre, ahora se
aburre, después piensa en
que un vestido más le haría
feliz, poco después razona
indudablemente: el vestido,
sin algunas joyas no es
nada, preciso tener joyas,
mientras esperamos
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http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3271.html
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que nunca amó), ignoró la miseria del pueblo y, con su conducta licenciosa,
contribuyó al descrédito de la monarquía en los años anteriores a la Revolución
Francesa.
Desde su nacimiento en 1755, María Antonieta Josefa Ana de Austria, más conocida
como María Antonieta de Austria, había vivido sumergida en la suntuosidad de la
corte vienesa, rodeada de atenciones y ternura. Su padre, el emperador Francisco
I, la adoraba. La emperatriz María Teresa, como el país entero, estaba embelesada
con su hija y no podía negarle ningún capricho. Sus dos diversiones preferidas eran
jugar con sus numerosos hermanos por los jardines del palacio de Schoenbrunn y
esconderse de sus maestros. El compositor Gluck apenas consiguió hacer de ella
una ejecutante mediocre de clavecín, y sus profesores de idiomas sólo lograron que
hablara francés bastante mal y que se expresara en alemán correctamente, pero
nunca pudieron enseñarle ortografía, porque la princesa se ponía triste y los
desarmaba con encantadores mohínes.
A los 12 años supo que iba a ser reina de Francia. Su madre se dispuso a hacer de
ella una perfecta princesa parisina y le asignó dos expertos quienes se ocuparan a
fondo de la futura cabeza real: un preceptor eclesiástico y un ilustre peluquero. El
primero debía reforzar su fe y su francés; al segundo se le encomendó la no menos
delicada misión de edificar en la cabellera de la infanta una versallesca torre dorada
llena de bucles. Una semana después, ambos se confesaron derrotados. El
preceptor aseguraba que María Antonieta poseía un cerebro ingenioso y despierto,
pero rebelde a toda instrucción; el peluquero no podía culminar su obra debido a la
frente demasiado alta y abombada de la joven.
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A los 14 años, cuando se casó con el
duque de Berry, entonces Delfín y
futuro rey Luis XVI, María Antonieta
era ya una deliciosa muchacha
espléndidamente formada, con un
exquisito rostro oval, un cutis de
color entre el lirio y la rosa, unos ojos
azules y vivos capaces de condenar
a un santo, un cuello largo, esbelto y
un caminar digno de una joven diosa.
Para el gusto francés, sólo su boca,
pequeña y dotada del desdeñoso
labio inferior de los Habsburgo,
resultaba desagradable. El escritor
inglés Horace Walpole, que apreció
sus encantos durante la celebración
de una boda, escribió: "Sólo había
ojos
para María Antonieta. Cuando está de pie o sentada, es la estatua de la belleza;
cuando se mueve, es la gracia en persona. Se dice que, cuando danza, no guarda
la medida; sin duda, la medida se equivoca..."
Reina de Francia
Sus faltas, exageradas por la opinión pública y considerada como ejemplo vivo del
desenfreno de la corte, no fueron otras que su desprecio a la etiqueta francesa, sus
extravagancias y la constante búsqueda de placeres en el fastuoso grupo del conde
de Artois, así como sus caprichosas interferencias en los asuntos de Estado para
encumbrar a sus favoritas. Derrochadora, imprudente y burlona, la prensa
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clandestina comenzó a pintarla como un ser depravado y vendido a los intereses de
la casa de Austria. La calumnia salpicaba su trono, siendo exagerada hasta el
paroxismo por los libelos de la Revolución. Según los panfletos, la lista de sus
amantes era interminable y sus excesos dignos de una Mesalina. Pronto fue
conocida entre el pueblo con el despectivo mote de "la austríaca".
La Revolución
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Cuando Luis XVI leyó el decreto que le obligaba a regresar, dijo: "Ya no hay rey en
Francia". La Asamblea Legislativa no tuvo más remedio que someterse a cabecillas
revolucionarios como Robespierre y Danton. No se pudo evitar el asalto por las
masas de la residencia real, arrebató los poderes al rey y permitió que fuese
encarcelado en la torre del Temple. Después, para la realeza, no quedaba sino un
trágico epílogo.
Durante el proceso intentó defenderse con sus últimos restos de dignidad, contestó
en términos que confundieron a sus crueles enemigos y, ante la acusación suprema
de haber corrompido a sus hijos, guardó primero silencio y luego, dirigiéndose hacia
el público, exclamó: "¡Apelo a todas las madres que se encuentran aquí!" Las
deliberaciones del tribunal duraron tres días y tres noches, siendo por fin declarada
culpable de alta traición como "viuda del Capeto". El 16 de octubre de 1793, a media
mañana, sería exhibida en carreta por París ante los ojos de la multitud y de
Jacques-Louis David, "el pintor de la Revolución".
Ninguna imagen más expresiva ni más elocuente del enorme cambio que se había
operado en ella que su famoso dibujo: no hay parecido alguno entre aquella ruina
humana que marcha al encuentro de su destino y la mujer que había sido, según
apreciara Walpole; la elegancia personificada. Luego subiría lentamente los
peldaños del cadalso, redoblarían los tambores, caería la cuchilla y la cabeza
ensangrentada, asida por los cabellos por uno de los verdugos, sería mostrada a la
multitud vociferante.2
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http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/maria_antonieta.htm
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Respecto al papel de las mujeres en la revolución francesa la investigadora inglesa
Linda Kelly escribe lo siguiente:
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los girondinos, y una republicana que quedo en camino, desbordada por el
fanatismo de la izquierda. Thérésia Cabarrus, que se vio afectada por el Terror a
través de su amante Tallien, se salvó de la guillotina gracias al derrocamiento de
Robespierre; cuando abandonó la prisión, fue saludada con la denominación de
Notre Dame de Termidor. Théroigne de Méricourt fue la encarnación legendaría de
la multitud. Su figura, con su traje de montar escarlata, relampaguea en las escenas
multitudinarias de la Revolución, y fue evocada por Baudelaire en una cuarteta
memorable:
Olympe de Gouges fue la heroína de los derechos de las mujeres. Charlotte Corday
ocupó brevemente el centro de la escena, y alcanzó la inmortalidad y la muerte
cuando asesino a Marat. Finalmente, Josefina de Beauharnais, que no fue una
heroína sino una sobreviviente, pasó el terror y la cárcel para convertirse en figura
destacada de la sociedad corrupta y amante de los placeres que surgió después de
la caída de Robespierre. Su matrimonio con Bonaparte, poco antes de que el
partiese a Italia, de hecho clausura la historia de la Revolución y da paso a la era
napoleónica.3
Sobre el libro de María Antonieta de Stefan Zweig
Stefan Zweig escribe la biografía de María Antonieta, la cual aporta sobre todo
lectura de datos que ningún historiador del mundo podría aportar. Zweig presenta
de una manera amena y fluida todos los porqués del carácter de una mujer que vivió
persiguiendo el hedonismo dentro de una jaula de oro. Desde su llegada a
Versalles y exponiendo sus carísimas diversiones financiadas con dinero público.
Escribir la historia de la reina María Antonieta es volver a abrir un proceso más que
secular, en el cual acusadores y defensores se contradicen mutuamente del modo
más violento. Del tono apasionado de la discusión son culpables los acusadores.
Para herir a la realeza, la Revolución tenía que atacar a la reina, y en la reina, a la
mujer. Ahora bien, veracidad y política habitan raramente bajo el mismo techo, y allí
donde se traza una imagen con fines demagógicos, es de
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Kelly, Linda. Las Mujeres de la Revolución Francesa. Ed. javier vergara editor. Buenos Aires, 1989.Pp. 9-13
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esperar poca rectitud de los siervos complacientes de la opinión pública. No se
ahorró ninguna difamación contra María Antonieta, ningún medio para llevarla a la
guillotina: todo vicio, toda depravación moral, toda suerte de perversidad fueron
atribuidos sin vacilar a la louve autrichienne , a la loba austriaca, en periódicos,
folletos y libros: hasta en la propia morada de la justicia, en la sala del juicio,
comparó el fiscal, patéticamente, a la «Viuda Capeto» con las viciosas más célebres
de la historia, con Mesalina, Agripina y Fredegunda. Tanto más completo fue
después el cambio, cuando, en 1815, ascendió otra vez un Borbón al trono de
Francia: para adular a la dinastía, la figura diabólica fue repintada con los colores
más suntuosos: no hay representación de María Antonieta procedente de ese
tiempo, sin nubes de incienso ni aureola de santidad. Los cánticos de alabanza
suceden a los cánticos de alabanza, la intangible virtud de María Antonieta es
defendida airadamente: su espíritu de sacrificio, su magnanimidad, su heroísmo
inmaculado, son celebrados en verso y en prosa, y un velo de anécdotas
abundantemente impregnadas en llanto, tejido, en general, por aristocráticas
manos, envuelve el transfigurado semblante de la reine martyre , de la reina mártir.
Pero también surge lo trágico cuando a una naturaleza de término medio, o quizá
débil, le toca en suerte un inmenso destino, responsabilidades personales que la
aplastan y trituran, y esta forma de lo trágico hasta llega quizás a parecerme la más
humanamente impresionante. Pues el ser humano extraordinario busca, sin saberlo,
un destino extraordinario; su naturaleza, de desmesuradas proporciones, está
orgánicamente acomodada para vivir de un modo heroico, o «en peligro», según la
frase de Nietzsche; desafía al mundo con la audacia de las exigencias propias de
su carácter. De modo que, en último término, el carácter genial no es irresponsable
de sus sufrimientos, porque la misión que le fue adjudicada le hace aspirar
místicamente a esta prueba del fuego para que sea extraída de él su
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fuerza postrera; lo mismo que la tempestad a la gaviota, su poderoso destino lo
arrastra cada vez con mayor poderío y más hacia lo alto. Por lo contrario, el carácter
medio está destinado, por su natural, a una pacífica forma de vida; no quiere, no
necesita ninguna gran impresión; preferiría vivir tranquilamente y en la oscuridad, al
abrigo de los vientos y con el destino de mesurada intensidad; por eso se defiende,
por eso se espanta, por eso huye cuando una mano invisible lo lanza hacia la
agitación. No quiere responsabilidades de Historia Universal; por lo contrario, las
teme; no busca el sufrimiento, sino que le es impuesto; de fuera y no de dentro viene
lo que le obliga a sobrepasar su propia medida. A este dolor del no héroe, del
humano de tipo medio, lo considero, hasta por faltarle condiciones de visibilidad,
como no menor que el patético sufrimiento del héroe verdadero y quizás aún más
conmovedor que aquél; pues el ser humano vulgar tiene que soportarlo por sí solo,
y no tiene, como el artista, la salvación dichosa de convertir sus tormentas en obras
de arte, dándoles forma duradera.
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Un carácter medio necesita primero ser arrojado fuera de sí mismo, para llegar a
ser todo lo que es capaz de ser acaso más de lo que sospechaba y sabía antes;
para ello, el destino no tiene otro estímulo sino la desgracia. Y lo mismo que un
artista busca intencionadamente a veces un asunto de menguada apariencia, en
lugar de uno que atraiga universalmente, para mejor mostrar su fuerza creadora,
así también el destino busca, de tiempo en tiempo un héroe insignificante para
probar que también, con una materia bronca, es capaz de obtener el efecto más alto
y, de un alma débil y mal dispuesta, una gran tragedia.
Pues, ¡con qué arte, con qué fuerza de invención en los episodios, en qué
inmensidad de impresionantes dimensiones universales, introduce aquí la historia,
en su drama, a esta criatura media!: ¡qué sabiamente contrapuntea los temas
accesorios en torno a esta figura principal, originariamente tan mal dotada! Con
diabólica astucia comienza por colmar de halagos a la mujer. Ya cuando niña le
regala como hogar una corte imperial: cuando adolescente, una corona: cuando
joven esposa amontona pródigamente a sus pies todos los dones de la gracia y la
riqueza y le da, además, un aturdido corazón, que no pregunta por el precio y valor
de estos dones. Durante años enteros mima y halaga con todo regalo a esta
irreflexiva criatura, hasta que sus sentidos se desvanecen en el vértigo y se hace
cada vez más descuidada. Pero si el destino ha elevado a esta mujer tan rápida y
fácilmente a las mayores cimas de la dicha, con una crueldad tanto más refinada la
deja caer después lentamente. Con melodramática ordinariez, este drama coloca
frente a frente los términos más violentamente opuestos; la arroja desde una
residencia imperial de cien estancias a un miserable calabozo, desde un trono real
a un patíbulo, desde una dorada carroza encristalada a la carreta del verdugo,
desde el lujo a la indigencia, desde la simpatía universal al odio, desde el triunfo a
la calumnia, cada vez más y más bajo, a inexorablemente hasta las profundidades
postreras. Y esta pobre, esta vulgar criatura humana, sorprendida repentinamente
en medio de sus hábitos de molicie; este poco juicioso corazón no comprende lo
que quiere hacer de él aquel poder extraño; sólo percibe un duro puño que la amasa,
una ardiente garra en su carne martirizada; esta criatura sin presentimientos,
indignada y desacostumbrada a toda cuita, se defiende y no quiere entregarse,
gime, se esconde, trata de huir. Pero con la irreflexibilidad de un artista que no ceja
antes de haber arrancado violentamente de su materia el más alto efecto y la última
posibilidad, la sabia mano de la desgracia no deja a María Antonieta antes de que
aquella alma, blanca y sin brío, haya extraído de sí dureza y dignidad a fuerza de
martillazos; antes de que toda la grandeza que estaba soterrada en su alma,
procedente de padres y otros ascendientes, no fuera forzada a hacerse sensible.
Con espanto, en medio de sus tormentos, reconoce, por fin, la transformación
operada en su ser esta castigada mujer que jamás se había interrogado a sí misma
acerca de su propia alma; precisamente entonces, cuando termina el poder exterior,
comprende que algo nuevo y grande se inicia dentro de ella, cosa que no hubiera
sido posible sin aquella prueba. «Es en la
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desgracia donde más se siente lo que uno es»: estas palabras, medio orgullosas y
medio conmovidas, brotan de repente de su asombrosa boca; le sobreviene el
presentimiento de que, justamente por estos dolores, su vida, pobre y corriente,
sobrevivirá como ejemplo para la posteridad. Y gracias a esta conciencia de un
deber superior que realiza, su carácter crece más allá de sí mismo. Poco antes de
que se rompa su forma mortal está acabada la imperecedera obra de arte; pues en
sus últimas, en sus postreras horas de vida, alcanzó por fin María Antonieta, criatura
humana media, su magnitud trágica, llegando a ser tan grande como su destino. 4
Directora de la película
Sofía Coppola
Vida personal
Es hija del director y productor Francis Ford Coppola y
Eleanor Coppola (nacida Eleanor Jessie Neil), con lo que
tiene ascendencia irlandesa, inglesa e italiana.
Estuvo casada con el director Spike Jonze entre el 26
de junio de 1999 y el 5 de diciembre de 2003, cuando
presentaron una demanda de separación alegando
"diferencias irreconciliables". En la actualidad se
encuentra emparejada con el cantante de la banda francesa Phoenix, Thomas Mars,
con el que tiene dos hijas, Romy, llamada así en honor al hermano de Sofia, Roman,
y otra, Cosima. Es sobrina de la actriz Talia Shire y prima del actor Nicolas Cage.
Contrajo matrimonio en 2011 con el padre de sus hijas, Thomas Mars, en la tierra
de sus antepasados, Bernalda.
Carrera (Actriz)
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http://www.biblioteca.org.ar/libros/131362.pdf
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carrera interpretativa de Sofia (aunque posteriormente hizo pequeñas apariciones
en las películas "Inside Monkey Zetterland" (1992) y "Star Wars: Episodio I - La
amenaza fantasma" (1999)
Directora de cine
Su primera experiencia detrás de la cámara fue con el corto Lick the star (1998).
Posteriormente, llegaría su reconocimiento al nivel mundial con Las vírgenes
suicidas(1999) y más adelante, Lost in Translation (2003). Por esta última película
ganó el premio Óscar al mejor guión original (además de obtener otras tres
nominaciones, entre ellas la de mejor película) y tres premios Globos de Oro, entre
ellos el de mejor película en la categoría de comedia o musical. Con su nominación
a los Óscar en la categoría de Mejor dirección, se convirtió en la tercera mujer en
estar nominada en esta categoría y la primera estadounidense.
En 2006 estrena su película Marie Antoinette (película de 2006), adaptación de la
biografía de la reina de Francia escrita por la historiadora británica Antonia Fraser.
La actriz Kirsten Dunst interpreta en papel de la reina, y el actor Jason Schwartzman
(primo de la directora) interpreta el papel de Luis XVI.
En 2010 gana el León de Oro del Festival Internacional de Cine de Venecia por su
última película Somewhere, la historia de una estrella de Hollywood interpretada por
Stephen Dorff, quien vive en el famoso hotel Chateau Marmont de Los
Ángeles y el cambio radical de vida que sufre con la llegada de su hija, interpretada
por Elle Fanning.
Filmografía de la directora
Como directora
1996 - Bed, Bath and Beyond (Cortometraje)
1998 - Lick the Star (Cortometraje)
1999 - Las vírgenes suicidas
2003 - Lost in Translation
2006 - Marie Antoinette
2010 - Somewhere
2013 - The Bling Ring
Como actriz
2001 - CQ
1999 - Star Wars: Episodio I - La amenaza fantasma
1997 - Electrobank - The Chemical Brother's music
video 1994 - Ciao L.A (Cortometraje)
1992 - Inside Monkey Zetterland
1990 - El padrino. Parte III
1987 - Anna y Cristina
1986 - Peggy Sue se casó
1984 - Frankenweenie (Cortometraje)
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1984 - Cotton Club
1983 - The Outsiders
1983 - La ley de la calle
1972 - El padrino (película)
Videos musicales (directora)
Fuentes de consulta
http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article3271.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Sofia_Coppola
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/maria_antonieta.htm
Kelly, Linda. Las Mujeres de la Revolución Francesa. Ed. javier vergara editor.
Buenos Aires, 1989.
http://www.biblioteca.org.ar/libros/131362.pdf
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http://es.wikipedia.org/wiki/Sofia_Coppola
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