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Composición Maduradas
Foto: Globovisión
Foto: El Billuyo
Foto: @tachirense89
Foto: El Impulso
01/03/2016
La baja del embalse que atesora el agua del río Caroní que turbinan
las unidades de Guri es evidente. Lo observan en la cabecera de los
ríos los indígenas que habitan en lo alto del Parque Nacional
Canaima, en contacto con aguas tributarias del río Caroní, como el
río Carrao, el Akanán y el Churún, que recibe las aguas del Salto
Ángel. “La sequía está fuerte, el río Carrao (afluente del
Caroní) y el Akanán (afluente del Carrao) están bajitos. No
está lloviendo nada”, asegura el capitán indígena de Kamarata,
Víctor Abati.
“Al ritmo que va, por el abuso acumulado, podemos estar a dos
meses del colapso”, sostiene José Aguilar en torno a Guri, al advertir
que esta sequía ha sido intensa y totalmente predecible. “Si hubiesen
operado el Sistema Interconectado de manera responsable con más
energía termoeléctrica, el embalse estaría en su zona segura, por
encima de 263 metros”.
Dice el ingeniero que la única ruta para evitar llegar a este punto era
mantener el parque térmico de generación con una disponibilidad
del 60% y, de no haber sido posible, se imponía un racionamiento
más prolongado, “pero menos intenso. No es lo mismo repartirlo un
a lo largo de 21 meses, que esperar hacerlo cuando se está entre la
espada y la pared”.
Mal vecino
“No hay lugar perfecto, lo sabemos, pero por lo menos acá tan cerca
de la central hidroeléctrica en las noches no hay luz, o quiebran los
bombillos o se dañan, pero hay mucha oscuridad”, comenta Noemi
Mata, quien llegó a Guri durante el traslado de damnificados de
Vargas, tras el deslave de 1999.