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La cuarta República fue la época en que Venezuela

comenzó a levantarse en su infraestructura. Se


construyeron grandiosas obras que hasta ahora, no han
podido ser repetidas, ni mejoradas.

Composición Maduradas

Fotos: El Impulso / VAD / Caraota Digital / Wikipedia


A pesar de que el proceso socialista iniciado por el
expresidente Hugo Chávez, se haya dedicado a negar
la creación de grandes obras en la IV República, los datos y la
historia hablan por sí solas.
Después de la caída del general Marcos Pérez Jiménez,
quien en su Gobierno contribuyó a la construcción de
magníficas obras de infraestructura, otras edificaciones
fueron creadas y que, hasta el sol de hoy, siguen siendo
referencia para los venezolanos.
Sin embargo, algunas de ellas ya no se encuentran
activas o están muy descuidadas, principalmente por falta
de mantenimiento de Gobierno siguientes a los que las
construyeron, sobre todo por los últimos años de
“revolución”. A pesar de esto, hay otras que sí se ven
conservadas.
Para recordar un poco de lo que fue la Venezuela que
sería una potencia y se veía con una gran infraestructura,
a continuación se presentan 7 magníficas obras construidas
en la IV República:
1.- Metro de Caracas
Foto: Caraota Digital

El el sistema de transporte subterráneo que conecta todos


los puntos de la ciudad capital. Su construcción se inició
en la década de los setenta y se hizo un tramo de 14
estaciones y 6,7 kilómetros (Propatria-Chacaíto). Fue
inaugurado en 1983 por el entonces presidente Luis Herrera
Campíns.
Actualmente, el Metro de Caracas cuenta con cuatro
líneas de conexión de 70 kilómetros y más de 40
estaciones, además de dos sistemas alternativos como
Metrobús y Metrocable. No obstante, el sistema está muy
deteriorado, los trenes tienen constantes fallas y las
estaciones no se encuentran en óptimas condiciones.
2.- Poliedro de Caracas

Foto: Globovisión

Es un recinto diseñado para albergar eventos y


espectáculos, ubicado al sur de Caracas, específicamente
en La Rinconada. La idea del Poliedro se proyectó en el
año 1971 y fue inaugurado simbólicamente por el presidente
de ese entonces, Rafael Caldera.
3.- Teatro Teresa Carreño

Foto: Correo del Orinoco

Es un complejo cultural considerado como uno de los más


importantes de América Latina y el segundo más
importante de América del Sur. Su construcción se inició
en 1973 durante el Gobierno de Rafael Caldera y culminó en
1983 en el Gobierno de Luis Herrera Campins.
Fue inaugurado en dos fases: primero la sala José Félix
Ribas, en febrero de 1976, y luego la sala Ríos Reyna y el
resto del complejo, el 19 de abril de 1983.
4.- Parque Central

Foto: El Billuyo

Es un complejo habitacional, comercial, cultural, recreacional


y financiero,ubicado entre la avenida Lecuna y la avenida
Bolívar de Caracas. Consta de ocho grandes edificios de
120 metros de altura, 44 pisos y 317 apartamentos cada
uno y dos torres gemelas de oficinas de 60 pisos y 225
metros de altura.
La construcción de Parque Central se inició en el año
1970 y sus ocho edificios residenciales fueron
inaugurados en 1972 por el entonces presidente, Rafael
Caldera.
5.- Teleférico de Mérida

Foto: @tachirense89

Conocido como el Teleférido de Mukumbarí, es el más alto


y largo del mundo por estar ubicado a casi 5.000 metros de
altura sobre el nivel del mar y contar con 12,5 kilómetros
de longitud.
Este teleférico fue inaugurado en el año 1960, luego de
cuatro años de construcción, por el entonces presidente
Rómulo Betancourt. En el año 2008 fue cerrado para su
remodelación y fue reinagurado en el 2016.
6.- Puente sobre el lago de Maracaibo

Foto: 800 Noticias

Es el segundo puente más largo de América Central y del


Sur. Cuenta con una longitud de casi nueve kilómetros y
es la única conexión entre las dos orillas del Lago de
Maracaibo y es la unión terrestre más expedita entre la capital
del estado Zulia y el resto del país.
El puente sobre el lago de Maracaibo fue diseñado por el
arquitecto italiano Ricardo Morandi e inaugurado en 1962
por el entonces presidente Rómulo Betancourt.
7.- Embalse del Guri

Foto: El Impulso

La Central Hidroeléctrica Simón Bolívar fue construida


para aprovechar el caudal del río Caroní y convertirlo en
electricidad para dotar de energía a la nación.
La construcción de esta obra inició en 1963, durante el
primer gobierno de Rómulo Betancourt, y la primera etapa
fue concluida en 1978, durante el primer gobierno
de Carlos Andrés Pérez. En 1986 se inauguró la segunda
etapa por el entonces mandatario Jaime Lusinchi.
En la actualidad, es la cuarta central hidroeléctrica más
grande del mundoy la segunda de América Latina, con una
capacidad instalada de generación de 10.000 MW
Colapso de Guri: camino al apagón
nacional

01/03/2016

El abuso acumulado del complejo hidroeléctrico más importante del país


por la insuficiencia del parque térmico empeoró la crisis eléctrica que hoy
padece Venezuela. A medida que la utilización de Guri se mantiene sin
variación, la central produce menos energía y se vuelve más agresivo el
descenso de su embalse. Solo un diluvio puede salvar al Gobierno de la
encrucijada eléctrica
S on casi las 10 de la mañana y un grupo de trabajadores cora los
finos troncos que quedaron en varios tramos de vegetación
carbonizada. No es cualquier terreno. Son al menos tres corredores –
cercanos a las torres de transmisión- en el complejo hidroeléctrico
Simón Bolívar, en Guri, ennegrecidos por el fuego.

Los efectos de la sequía se ven y respiran en Guri. Incluso, mucho


antes de entrar. En la carretera que conduce a esta localidad en el
estado Bolívar, que guarda el complejo hidroeléctrico más potente de
Venezuela, el verdor desapareció por completo. Extensas áreas han
sido tocadas por el fuego y el calor sofoca.

Luego de pasar el primer punto de seguridad para entrar a la visita


turística de la central hidroeléctrica o a Pueblo Guri, se advierte la
huella negra. Aunque el cielo luce nublado, la temperatura sube
como lo ha hecho en las últimas semanas más intensamente por los
efectos del fenómeno “El Niño”, que la Organización Meteorológica
Mundial señaló ha superado su intensidad máxima, convirtiéndose
en uno de los más fuertes jamás registrado.
El complejo Simón Bolívar en Guri, antes conocido como Raúl Leoni
previo a ser rebautizado por el expresidente Hugo Chávez, es el
corazón hidroeléctrico de Venezuela. Provee más del 60% de la
energía que consume el país, con 16 de sus 20 turbinas en operación,
que la convierten en la cuarta hidroeléctrica más grande del mundo
luego de las centrales Tres Gargantas (China), Itaipú (frontera Brasil
– Paraguay) y Xiluodu (China).

Es el tanque de energía de Venezuela, asegura el experto eléctrico


José Aguilar, pero ese depósito –similar al recipiente de combustible
de un vehículo- se está vaciando, lo que eventualmente reduce y, en
el peor de los casos, impediría la operación de ocho de sus turbinas
en principio. Todo, por no haber activado a tiempo la generación
termoeléctrica, ensombrecida por fuertes visos de corrupción y
negligencia gerencial en la industria eléctrica.

Al 24 de febrero de 2016, la Corporación Eléctrica Nacional


(Corpoelec) precisa que la cota del embalse de Guri se ubica en
249,70 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), a 5,7 metros del
inicio de la zona de colapso. El descenso diario es agigantado. El
mínimo histórico de Guri quedó registrado el 11 de mayo del 2003,
cuando el embalse alcanzó 244,55 m.s.n.m. En esa ocasión no hubo
racionamiento. El país, apunta Aguilar, era más pequeño desde el
punto de vista de la demanda eléctrica.

Este año, la situación es otra. Con un ciclo hidrológico desfavorable


que acumula más de 21 meses, las curvas de aportes del río Caroní se
estiman en un 70% por debajo del promedio histórico, lo que los
colocaría muy cerca de los mínimos históricos acumulados desde
1950. Solo un diluvio o la activación del parque termoeléctrico, con
mayor capacidad instalada que el hidroeléctrico, podrían revertir la
tendencia.

La baja del embalse que atesora el agua del río Caroní que turbinan
las unidades de Guri es evidente. Lo observan en la cabecera de los
ríos los indígenas que habitan en lo alto del Parque Nacional
Canaima, en contacto con aguas tributarias del río Caroní, como el
río Carrao, el Akanán y el Churún, que recibe las aguas del Salto
Ángel. “La sequía está fuerte, el río Carrao (afluente del
Caroní) y el Akanán (afluente del Carrao) están bajitos. No
está lloviendo nada”, asegura el capitán indígena de Kamarata,
Víctor Abati.

El descenso se observa también en el embalse de Guri, en donde el


verdor que hace cuatro meses rodeaba al río, se ha vuelto marrón y
las ramas de los árboles empiezan a emerger desnudas. “En estos
días decíamos ‘viene un apagón, viene un apagón’ por los
incendios cerca de las líneas de transmisión, porque al
subir la temperatura se dispara el sistema”, asegura un
trabajador de Corpoelec en Guri, quien prefirió no identificarse.
Guri sobreexplotado

“Al ritmo que va, por el abuso acumulado, podemos estar a dos
meses del colapso”, sostiene José Aguilar en torno a Guri, al advertir
que esta sequía ha sido intensa y totalmente predecible. “Si hubiesen
operado el Sistema Interconectado de manera responsable con más
energía termoeléctrica, el embalse estaría en su zona segura, por
encima de 263 metros”.

El actual ciclo hidrológico desfavorable, explica el experto, acumula


un desempeño peor al ciclo del 2001-2003, por lo que sin dudas está
a punto de ser “el peor de todos los tiempos”. Sin embargo, la
intensidad del fenómeno climático no llegó por sorpresa. Su vigor y
el periodo de duración son perfectamente conocidos por el Ejecutivo,
que cuenta con dos herramientas predictivas a 32 meses para saber
qué depara el futuro hidrológico. Una de esas herramientas, asegura
Miguel Lara Guarenas, ex gerente general de la Oficina de Operación
de Sistemas Interconectados (Opsis) -actual Centro Nacional de
Gestión (CNG)-, es la planificación hidrotérmica y, la segunda, un
sistema simulador de potencia.

Si puede imaginar el tanque de combustible de su vehículo, podrá


entender que el remanente de agua en el embalse de Guri equivale a
poco más de un cuarto del volumen útil actualmente, lo que quiere
decir que más de la mitad está vacío.

La central cuenta con 20 unidades, repartidas a partes iguales en la


Casa de Máquinas I y II. Según Aguilar, en la actualidad hay 16
unidades disponibles para el despacho de energía, siendo la
excepción las unidades: 2, 8, 9 en la casa de máquinas I (CM I) y la
unidad 18 (CM II). Son más de 1.600 Mw fuera de servicio en toda la
central. “Casi todas las unidades fuera de servicio son de
larga data, en algunas es cosa de años”, dice.

Cuando el embalse está entre la cota 271 y la cota 261, la casa de


máquinas II de Guri está en la zona óptima de generación, pero a
medida que desciende de la cota 261 se reduce la eficiencia
requiriendo más volumen de agua que, a su vez, genera menos
energía. Si bien esta merma no afecta la generación en las centrales
hidroeléctricas Macagua y Caruachi en el Bajo Caroní, el descenso en
generación energética en Guri solo puede ser suplido por energía
térmica.

A medida que baja la cota del embalse de Guri aumentan las


vibraciones, arriesgando la integridad de las unidades de la casa de
máquinas II, una “insensatez” a juicio de Aguilar, si se considera
que el país cuenta con más potencia termoeléctrica
instalada (17 mil 500 MW) que hidroeléctrica (16 mil 900
MW).

El porqué de esas cavitaciones es parte de la explicación que ofrece el


guía turístico, durante el paseo a la central hidroeléctrica. La zona de
colapso de la casa de máquinas II de Guri comienza en la cota 244
m.s.n.m, cuando la pérdida de energía alcanzaría a 21GWh/día. El
volumen útil llegaría a 9%, prácticamente en la reserva o en la zona
roja del tanque de gasolina del carro. “Bajo este escenario, no sólo el
embalse produce menos energía, sino que también se vuelve más
agresivo su descenso, sobre todo si las lluvias se retrasan”, sostiene
Aguilar.

Cuando el Guri llega a la cota 240 m.s.n.m., un nivel que de acuerdo


al experto es factible pero debe evitarse “como sea”, el complejo pasa
de ser una planta de 6.400 MW a una de 2.600 MW, porque tendría
que detener ocho turbinas que no podrían operar con ese nivel de
agua. “Se le llama colapso también, porque se dejarían de enviar
hasta 4 mil 800 m3/seg hacia Caruachi y Macagua (…) tendríamos
una merma total de 6 mil 600 MW en el Bajo Caroní o una reducción
de 40% de la energía del país. De allí que debe evitarse”, plantea
Aguilar.

El descenso vertiginoso se ha acelerado en los meses de menor


demanda eléctrica por lo que, considerando que en marzo llueve
menos que en febrero, las temperaturas tienden a subir y la demanda
eléctrica a aumentar, “entonces esto se va a acelerar”, añadió el
experto.
Los especialistas no dudan que estas proyecciones hayan sido la base
de las más recientes declaraciones del ministro de Energía Eléctrica,
Luis Motta Domínguez, cuando advirtió -sin pena- que en abril
podría llegarse al “colapso eléctrico”. “Lo dice quien debe tomar las
medidas; lo que indica con la proyección de colapso es que no sabe
qué hacer, no puede tomar medidas para recuperar la
termoelectricidad y eso no sirve, dice ‘prepárense porque en 45 días
nos vamos a quedar sin luz’”, advierte Lara.

En el actual escenario, reclama Aguilar, es imprescindible ejecutar


correctivos “que ya se han debido tomar hace meses, que no son
otros que la urgente restauración de más de 4 mil MW
termoeléctricos en combinación con un Programa Nacional de
Racionamiento”. Con la urgencia del caso, el racionamiento en
centros comerciales poco logra.

“El Niño” termoeléctrico

Mientras el Ejecutivo repite que el fenómeno climático “El Niño” es


la principal causa de la crisis eléctrica, los expertos revelan que son
la falta de planificación y la indisponibilidad del parque térmico las
raíces de la inestabilidad eléctrica.

A juicio de José Aguilar, quien admite el efecto del evento climático,


el no haber contado con suficiente generación termoeléctrica ha
llevado a una sobreexplotación de Guri, en tiempos en los que la
energía térmica debería compensar la caída de los niveles del
embalse por la sequía.
Ello, en teoría, justificó la inversión de 38 mil millones de dólares en
generación termoeléctrica para estabilizar al sistema eléctrico, de
acuerdo con el ex ministro de Energía Eléctrica, Jesse Chacón.
“Estamos privilegiando la producción de energía termo sobre la
hidro para mantener un mayor nivel de estabilidad del embalse”,
dijo Chacón en 2013.

En la actualidad, precisa el experto, en el parque termoeléctrico


existen 17.500 MW instalados, de los cuales 8.500 MW están fuera
de servicio. Del total, 9.000 MW pueden funcionar pero 3 mil MW
de estos “se quedan cortos” por falta de insumos y mantenimientos.
“Operamos nuestro sistema termoeléctrico sobregirado por falta de
mantenimiento pese a una inversión millonaria en los últimos años”.
Aguilar no es optimista. De hecho, cree que “estamos en puertas de
un agravamiento tal, que no es que a Caracas hay que mantenerle la
luz como sea, es que puede ser que en esta ocasión no nos alcance la
luz para surtir la capital”.

Dice el ingeniero que la única ruta para evitar llegar a este punto era
mantener el parque térmico de generación con una disponibilidad
del 60% y, de no haber sido posible, se imponía un racionamiento
más prolongado, “pero menos intenso. No es lo mismo repartirlo un
a lo largo de 21 meses, que esperar hacerlo cuando se está entre la
espada y la pared”.

¿Es posible recuperar ese parque termoeléctrico y activarlo de


inmediato para contrarrestar el descenso de Guri? Sí es factible,
sostiene Lara, con inversión y gerencia calificada. No obstante, luce
improbable poder hacerlo de inmediato. “Aunque es lo más
recomendable porque en marzo habrá menos agua, más demanda y
la tercera parte del parque térmico tiene mantenimientos diferidos
que pueden empezar a fallar”.

Mal vecino

Mientras el Ejecutivo rehúye de tomar medidas que evitarían un


apagón nacional, es precisamente en Guri donde sus habitantes
lamentan la perenne oscuridad en las noches, agravada por la falta
de alumbrado público y la lobreguez en materia cultural, educativa,
social y de seguridad, un reflejo del resto del país pero en un rincón
al sur de Venezuela.

“No hay lugar perfecto, lo sabemos, pero por lo menos acá tan cerca
de la central hidroeléctrica en las noches no hay luz, o quiebran los
bombillos o se dañan, pero hay mucha oscuridad”, comenta Noemi
Mata, quien llegó a Guri durante el traslado de damnificados de
Vargas, tras el deslave de 1999.

El oscurantismo es en muchos otros sentidos. En la falta de


oportunidades laborales, opciones de entretenimiento y
abastecimiento. En la ausencia de transporte público. En el único
hotel, antes operado por Edelca o en las salas de cine o la fuente de
soda, hoy cerradas. “Estamos en el olvido, antes venían a prometer,
ya ni eso”, lamenta con molestia Sugei Goitte, del sector La Lagunita.
“A nosotros también nos tocará rezar para que llueva”, expresa otro
habitante; allí, en el centro de la cuna hidroeléctrica de Venezuela.
El apagón 2009-2010

Si bien el país ha estado sumido en una inestabilidad eléctrica en los


últimos años, el último antecedente de crisis eléctrica fue entre
2009-2010, cuando el Ejecutivo decretó la emergencia y ordenó
detener hornos en la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), apagar 360
celdas de reducción de aluminio en Venalum y desmantelar dos
líneas de producción en Alcasa. La desincorporación de celdas nunca
fue revertida y Guayana sigue con un techo eléctrico forzoso.

Esas medidas se tomaron con un nivel del embalse de Guri de 261,56


m.s.n.m. el 31 de diciembre de 2009. Para mayo de 2010, alcanzó a
248 m.s.n.m. y aun cuando las expectativas de llegar a la cota de
colapso eran mínimas se decretó una emergencia eléctrica
“inducida”, a juicio de Aguilar, que dio a pie a contrataciones con mil
millonarios sobreprecios de más de $25 mil millones en las que se
beneficiaron indebidamente unas nueve empresas, entre las que
destacan ProEnergy, vinculada con los “bolichicos” de Derwick
Associates y Pacific Rim. Ninguna obra se tradujo en la estabilización
del sistema eléctrico.

Este año, cuando la situación es peor y el embalse de Guri desciende


más raudamente, esa carta de recorte eléctrico en las empresas
básicas no está disponible, aunque los niveles operativos son cada
vez menores y al menos entre mediados de enero y mediados de
febrero de 2016 las acerías de Sidor han estado apagadas por falta de
insumos.
“Nunca habíamos estado a un nivel tan bajo en 40 años y todo lo que
ha hecho el Gobierno para parar esa caída ha sido insuficiente. No
estamos peor porque Guayana no funciona a los niveles del 2009. De
hacerlo, ya Guri y el país habría colapsado a mediados de agosto del
2015”.
Guayana opera actualmente con la energía que consumía en la
década de los 80, una traza del paso de “Terminator” por la región
como alertó durante la instalación de la nueva Asamblea Nacional,
su presidente, Henry Ramos Allup, y un estorbo más al desempeño
económico nacional y la utópica puesta en marcha de los “motores
productivos” del Gobierno de Nicolás Maduro

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