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11 de Lanús – Profesorado en Economía y 1


Administración - Tercer Año - Macroeconomía – Apuntes del Profesor Juan Carlos Morán

2016 – UNIDAD 6 – TEORIAS SOBRE LAS CAUSAS DEL VALOR DEL DINERO

Inflación
¿Qué es la inflación?
Inflación es el crecimiento sostenido en el nivel general de los precios de los bienes y servicios y
factores productivos en una economía a lo largo del tiempo.
Se destacan tres aspectos:
 El crecimiento sostenido.
 El aumento de los precios.
 La generalidad del aumento.
El crecimiento sostenido significa que es persistente en el tiempo.
Con respecto al aumento de los precios es preciso diferenciar entre aumento y precios altos. La
inflación nada tiene que ver con los precios absolutos de los bienes. Si un kilo de harina, a precio
mayorista, vale 4,24 pesos, y se considera sobredimensionado con respecto a otros bienes, no
significa que está afectado por la inflación, es solamente un precio alto, que se mantiene a través
del tiempo.
Por último el aumento debe ser general, esto implica que no se refiere solamente al aumento de
algunos bines aislados, si a su gran mayoría.

¿Que quiere decir que un precio está alto?


Lunes, 22 de Febrero de 2016
NICOLAS CACHANOSKY
Con el nuevo gobierno del Pro-Cambiemos (Argentina) las discusiones sobre precios altos no han
desaparecido ni de la opinión pública ni por parte de los políticos. En particular, en los últimos días
se ha insistido que el precio de la carne está alto. ¿Es ese el caso? ¿Que quiere decir que el precio
está alto?
El término alto (o bajo) es relativo. Un precio está alto (o bajo) respecto a algún punto de referencia,
como pueden ser otros precios o nuestros ingresos. En última instancia, estamos hablando de
precios relativos. Esto en sí no es bueno ni malo.
Si “precio alto” quiere decir algo en concreto, es que un precio que se encuentra por encima de su
punto de equilibrio. Si ese es el caso, entonces el precio tiende a bajar dado el exceso de oferta
sobre la cantidad demandada. El hecho que el precio de la carne no baje quiere decir que, en este
sentido, el precio de la carne no está alto.
Esto, sin embargo, no parece ser lo que los funcionarios tienen en mente cuando hablan de precios
altos. Por precios altos se refieren a que los consumidores no pueden consumir su asado semanal,
por ejemplo. Sin embargo, si ese fuese el caso, entonces habría un exceso de oferta sobre la
cantidad demandada y el precio caería sólo sin tener que sugerir boicotear a los carniceros. Lo que
efectivamente puede suceder es que algunos individuos no puedan adquirir carne. Pero eso no
quiere decir que en el mercado el precio de la carne sea alto. Una vez más, que el precio no baje
quiere decir que hay suficientes consumidores dispuestos a pagar el “precio alto.”
Bajar el precio ciertamente no contribuye a que todos consuman carne, dado que al bajar el precio
se reduce la cantidad ofrecida. Si realmente el político considera que la carne es un bien de primera
necesidad (como si fuese el único alimento disponible), entonces hay otras soluciones, como
subsidiar la demanda en lugar de controlar precios. Que yo sepa, no hay derechos humanos ni
adquiridos a consumir un asado. Alternativas alimenticias faltan.
¿Por qué el precio de la carne ha subido más que la inflación? En parte porque la política
económica llevo a consumir el stock ganadero. La disminución de la oferta lleva a que el precio
aumente por encima de la inflación (un cambio de precio relativo sobre el aumento por inflación).
Las expresiones, lamentablemente, del Pro van en sentido contrario a aumentar la oferta de carne.
Comentarios que inculpan al carnicero, llamados a un boicot, o control de precios, producen el
efecto contrario al buscado. Lo que se necesita es aumentar la oferta, no ahuyentarla.
Por último, no estoy diciendo que no me importe la situación de quienes no pueden comprar cierta
cantidad de carne. Lo que estoy diciendo es (1) no confundir un alto pecio relativo de la carne con
un drama social [distinto es el caso de hambrunas] y (2) que las soluciones implícita o
explícitamente sugeridas no conducen a los resultados deseados.
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La determinación de los precios


En la economía los precios están determinados por la interrelación de los salarios, de las utilidades
y el tipo de cambio.
Los actores principales de la economía son los trabajadores, el empresariado ligado al consumo
interno y en empresariado ligado al sector externo, o sea, los importadores y los exportadores.
Cuando la inflación es reciente se puede determinar con bastante exactitud, cual de los sectores
está generando el aumento de los precios o que sector se ha adelantado con respecto a los otros.
Cuando la inflación se proyecta a mucho tiempo, resulta realmente difícil ponerse de acuerdo sobre
qué rama industrial o qué factor fue el origen de la escalada. Una vez desatado el fenómeno se
manifiesta como una espiral ascendente, donde todos los sectores pujan por una mayor porción de
los ingresos.
Como los fenómenos inflacionarios se destacan por un movimiento generalizado de los precios,
pero nunca en igual medida, algunos sectores estarán adelantados y otros atrasados con respecto
al flagelo de la inflación.
¿Como se mide la inflación?
Para ofrecer una medida de la inflación se pueden utilizar dos
formas, las tasas de crecimiento de los precios (porcentaje en que
han variado en un período de tiempo determinado) o los números
índice (porcentaje que representan los precios actuales con
respecto a los vigentes en una fecha base).
Así podemos afirmar, por ejemplo, que en el año 2007 los precios
crecieron en Argentina a una tasa del 10.06 % o que alcanzaron el
índice 144.60 en comparación con el de diciembre 2006 de 131.38.
La estimación de esas medidas suele hacerse mediante el Índice
de Precios al Consumidor Nacional (IPCN).
El IPCN lo calcula en Argentina el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos (INDEC).
El proceso para su estimación es el siguiente. Cada cierto número
de años se debería realizar un meticuloso estudio de los hábitos de consumo de los argentinos
mediante una Encuesta de Presupuestos Familiares. Ese tipo de estudios tiene un coste muy
elevado por lo que se realiza con muy poca frecuencia.
Con los datos obtenidos se selecciona una lista de productos representativos de cada uno de los
grupos; es la llamada "canasta familiar". Se considera que un producto seleccionado es
"representativo" de su grupo si su precio varía en la misma proporción que lo haga la media de
todos los de su grupo. Los precios de los productos de la canasta son controlados mensualmente y
El Índice de precios al consumidor de la República Argentina se estructura de la siguiente manera:

4.2.1. Estructura de ponderaciones del Índice de Precios al Consumidor


Nacional -
Primera Etapa, base 2003=100

Nivel general y capítulos Ponderación

%
Alimentos y bebidas 35,3
Indumentaria 6,6
Vivienda y servicios básicos 10,2
Equipamiento y mantenimiento del hogar 6,6
Atención médica y gastos para la salud 8,8
Transporte y comunicaciones 16,4
Esparcimiento 8,7
Educación 2,8
Otros bienes y servicios 4,6
Fuente: INDEC.
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Para cada uno de los grupos se elabora un número índice tomando como base el año en que se
realizó la encuesta. Para ello se calcula la cantidad del producto representativo que podría ser
comprada en el año base con cien pesos; el índice correspondiente de cada mes es la cantidad de
dinero necesaria para comprar esa cantidad. El IPCN es la media de los índices todos los grupos,
ponderados según los resultados de la encuesta.
Los datos del IPC se publican mensualmente, con un par de semanas de retraso sobre el último
mes que haya entrado en el cálculo.
Todos los medios informativos se hacen eco inmediatamente de su publicación pero la forma de
expresar los resultados puede inducir a confusión e incluso puede parecer contradictoria de un
periódico a otro.
"En el pasado mes de junio los precios subieron un 0,7 %"; "En lo que va de año los precios han
subido un 5,31 %";
"La tasa anual de inflación ascendió en 2007 al 11,87 %"; todas las frases anteriores se refieren al
crecimiento del IPCN en la misma fecha y país, junio de 2007 en Argentina, pero la primera
muestra sólo el dato del último mes, la segunda muestra la suma de los seis últimos meses, de
enero a junio, y la tercera muestra la suma de los doce últimos meses.
Incluso cuando se ofrece el resultado del IPC para un año natural completo puede darse la subida
de precios producida entre el 1 de enero y el 31 de diciembre o bien la media de las tasas anuales
estimadas en cada uno de los doce meses.

Tipos de Inflación:

Inflación por exceso de Demanda:


Por una vez, keynesianos y monetaristas están de acuerdo en considerar que la causa habitual de
la inflación es el exceso de demanda. Los componentes de la demanda agregada son el consumo
de las familias, la demanda de inversión de las empresas y los gastos del gobierno. Como ya
hemos visto, la explicación keynesiana de la inflación se basa en que la suma de esos tres
componentes puede ser superior a la capacidad productiva del país.
Por tanto, es posible que el exceso de demanda se deba a que una mejora en las expectativas
empresariales provoque crecimiento de la demanda de bienes de inversión; o a que el gobierno
decida mejorar las infraestructuras del país y aumente sus gastos en hospitales y carreteras; o a
que las familias decidan ahorrar menos. El aumento en la demanda por uno de los agentes
económicos provocará inflación si no está compensado por disminuciones en la demanda de los
otros dos.
Los monetaristas consideran también que la inflación está originada principalmente por un exceso
de demanda, pero en vez de buscar entre los agentes un culpable determinado, consideran que es
el crecimiento incontrolado de la cantidad de dinero en circulación lo que hará aumentar las
disponibilidades líquidas de todos los agentes en general y por tanto de todos los componentes de
la demanda. En primera instancia será sólo una errónea política monetaria del gobierno el origen
de la inflación.
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Es preciso aclarar que la inflación de demanda no se origina por la expansión monetaria, la


expansión crediticia o el déficit fiscal. Se produce por el incremento de la demanda que supera la
capacidad de la oferta. De esa forma, la inflación de demanda provoca un traslado de ingresos a
favor de los empresarios en perjuicio de los trabajadores y del sector externo. En tanto los
asalariados y el sector externo presionaran para recuperar su nivel de ingresos, que culminará en
un aumento de las remuneraciones de los trabajadores y en una devaluación. Esta es la primera
vuelta de la espiral inflacionaria.
Una recomendación para frenar el exceso de demanda es contraer la oferta monetaria, equilibrar el
presupuesto general con ingresos genuinos, que provienen del ahorro interno.

Inflación de costes:
Los costes de producción están compuestos por la retribución del factor trabajo (sueldos y salarios)
la retribución del capital (los beneficios) y el precio de las materias primas y materiales utilizados en
la producción.
Las teorías que explican la inflación por el crecimiento de los costes buscan el culpable en el
comportamiento de los grupos de presión, tanto sindicales, como monopólicos, o en el de los
países exportadores de materias primas.
La explicación más habitual de la inflación de costes se basa en la idea de que los sindicatos tienen
un poder inmenso sobre el factor trabajo mediante el que pueden conseguir mejoras salariales en
proporción superior a lo que haya aumentado la productividad laboral. Si ocurre eso, el sector de
los trabajadores comenzará a percibir una proporción superior de la renta nacional; el resto de los
perceptores de rentas verán reducida su participación y sólo podrán defender sus ingresos
aumentando los precios. La disminución de las utilidades del sector empresario, que no esta
dispuesto a sacrificar sus márgenes de beneficios, trasladan los aumentos salariales a los precios
de los bienes que producen.
Los trabajadores responderán con mayores reivindicaciones desencadenándose así una espiral
salarios-precios.
Otra explicación similar es la de la espiral salarios-salarios.
Según ésta, los trabajadores están preocupados especialmente por mantener su posición relativa
con respecto a los demás trabajadores y ramas industriales. Si en algunas empresas los
incrementos en la productividad laboral permiten que conseguir mejoras salariales notables, los
trabajadores del resto de las empresas o ramas productivas tratarán de obtener las mismas
mejoras mediante una mayor agresividad sindical.
Los que buscan el origen del desencadenamiento de los procesos inflacionistas en una inicial
elevación de los costes del capital, ponen el acento en la existencia de muchas grandes empresas
con mayor o menor grado de poder monopolístico, capaces de aumentar los precios de sus
productos por encima de los que quedarían determinados por mercados en libre competencia. En
otras ocasiones serán las características específicas de los mercados financieros las que originen
subidas en los tipos de interés con el consiguiente encarecimiento de los costes de las
empresas endeudadas que sólo podrán defenderse mediante el alza de sus precios.
Se suele considerar que los procesos inflacionistas experimentados en todos los países en los
años setenta se debieron en parte a las bruscas subidas en los precios del petróleo de los años
1973 y 1979, que produjeron reacciones en cadena de alzas en los precios de muchas otras
materias primas. Los países industrializados, sintiéndose perjudicados por la redistribución
internacional de las rentas a que dieron origen aquellos fenómenos, se defendieron subiendo los
precios de los productos industriales. En general se considera que la inflación es "exportable";
debido al cada vez mayor peso que tienen las importaciones como componentes de los productos
acabados interiores, las subidas de precios se trasladan rápidamente de un país a otro.
Conviene dejar claro que si la inflación tiene su origen en el encarecimiento de las retribuciones de
un factor determinado, cualquiera que sea éste se generará una reacción en cadena en la que
todos los factores estarán implicados. Como el fenómeno observado, la inflación, se caracteriza
precisamente por el alza sostenida del precio de todos los factores, resulta realmente difícil y en
ocasiones estéril, discutir sobre si fue primero la gallina o el huevo.
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Inflación estructural:
La teoría estructuralista de la inflación fue desarrollada por un grupo de economistas
latinoamericanos a partir de 1950, en base al análisis económico e institucional de sus propios
países. Ciertamente cualquier explicación del tipo de "exceso de demanda" parece un sarcasmo en
los países de renta per cápita muy baja por lo que las explicaciones monetaristas resultan muy
insatisfactorias.
Durante la segunda guerra mundial las economías latinoamericanas disfrutaron de una fase de
crecimiento extraordinariamente positiva gracias a las exportaciones hacia los países beligerantes
y a la sustitución de importaciones forzada por las dificultades para conseguir en los mercados
internacionales ciertos tipos de bienes. Pero en los años 50 retornaron los viejos problemas de bajo
crecimiento, desempleo crónico, déficit comercial y altas tasas de inflación. Cuando estos países
acudieron al recién creado Fondo Monetario Internacional se encontraron con las recetas ortodoxas
de políticas contractivas para estabilizar sus economías. Surgió entonces, en torno a la CEPAL, un
movimiento teórico crítico que fue bautizado como economía estructuralista.
Seguiremos aquí el esquema explicativo propuesto por el mexicano Juan Noyola Vázquez (1922-
1962) que es considerado el principal exponente de la teoría estructuralista de la inflación, pero
teniendo en cuenta que muchos otros economistas contribuyeron al desarrollo de la teoría
aportando sus propios matices, quizá no tan radicales.
Para comprender la inflación es necesario distinguir entre las presiones básicas que desencadenan
el proceso y los mecanismos de propagación que lo difunden por todo el sistema.

Las presiones básicas surgen de cuellos de botella o estrangulamientos en determinados


sectores que repercuten sobre los demás. La inflación no está causada por un "exceso de
crecimiento" sino precisamente por su insuficiencia. En algunos sectores económicos la oferta es
muy inelástica, pero el insuficiente desarrollo y el pequeño tamaño de algunas economías impide,
que la demanda sea satisfecha internamente por lo que aparece una fuerte dependencia del
exterior. Las subidas de precios en los mercados internacionales de estos productos no conducen
al aumento de la producción interna o la disminución de la demanda sino que se traducen
directamente en presiones inflacionistas.
Otro tipo particular de estrangulamiento es el del sector agrario debido a los desfasados sistemas
de propiedad y de explotación de la tierra. En este caso el problema no está en la falta de
elasticidad de la demanda sino en la rigidez de la oferta. La producción agrícola es muy inelástica
respecto a los precios. El crecimiento de la población urbana en Latinoamérica y el consecuente
aumento de la demanda de productos alimenticios y agrícolas no se traduce por tanto, en aumentos
de producción sino en aumentos de precios.
Respecto a los mecanismos de propagación se pueden distinguir los mecanismos fiscales, los
crediticios o monetarios y los de reajuste de precios y rentas. Todos estos mecanismos son
considerados por el enfoque estructuralista como manifestaciones concretas de la lucha de clases
en la que propietarios y asalariados tratan de conseguir un mayor porcentaje en la distribución
funcional de las rentas. En los países en los que los trabajadores disponen de organizaciones que
les permiten defenderse, la inflación crece mucho en términos monetarios. En otros países, en
cambio, la presión inflacionista se manifiesta simplemente en un desplazamiento de la capacidad
adquisitiva de un sector económico a otro o de una clase social a otra. Las devaluaciones, por
ejemplo, son interpretables como transferencias de riqueza de los importadores a los exportadores
debido a diferencias relativas en el poder político de estos sectores. Lo mismo puede decirse de los
mecanismos fiscales que utilizando los instrumentos del gasto público y las subvenciones, hacen
recaer el peso de las tensiones inflacionistas sobre un sector u otro.
En resumen, para los economistas estructuralistas, la inflación no es un fenómeno monetario sino
el resultado de desequilibrios reales que se manifiestan en una subida general de los precios. Para
corregir la inflación, proponen, no hay que atacar los síntomas, el aumento de la circulación
monetaria, sino atacar la raíz del mal y corregir los desequilibrios entre grupos y clases sociales y
entre las ciudades y el campo.
El modelo latinoamericano señala entre los factores inflacionistas derivados de estructuras
defectuosas o de propios cambios estructurales, los siguientes:
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Respecto a la población:
Población creciente, con aspiraciones económicas también crecientes.
Movimientos migratorios interiores hacia las ciudades.
Cambios de gustos y preferencias.
Respecto a los factores de producción:
Distribución desigual de la tierra.
Mano de obra no calificada.
Mercado de capitales poco desarrollado.
Oferta de empresarios inelástica.
Respecto a la producción y distribución:
Exportación de productos primarios.
Concentración de las exportaciones en pocos productos.
Importaciones de productos industriales.
Inestabilidad en la oferta de productos alimentarios.
Estructuras comerciales defectuosas.
Abundancia de monopolios y oligopolios de oferta.
Factores institucionales:
Eficiencia limitada de la Administración.
Sistema fiscal regresivo, lo que implica ingresos impositivos escasos que generan déficit
presupuestarios.

En este contexto, el proceso inflacionista se genera por la necesidad de impulsar un crecimiento


del PIB acorde al crecimiento de la población. Tanto si esta política de crecimiento se basa en el
estímulo de la producción autóctona para aumentar las exportaciones, como en un proceso de
industrialización para sustituir las importaciones, las deficiencias estructurales provocan déficit en
la balanza de pagos y el sector público, que conllevarán a los círculos viciosos de devaluación-
inflación-devaluación y déficit público-inflación-déficit público.

Inflación por expectativas:


Este tipo de inflación es el resultado del aprendizaje de los agentes económicos, de cómo convivir
con la inflación en el tiempo.
Los sectores formadores de los precios buscan cubrirse ante la posibilidad de aumentos futuros
incrementando sus respectivos precios por encima de la media esperada, creyendo atenuar las
pérdidas individuales. No obstante, el resultado es que potencian aún mas el proceso, provocando
un aumento generalizado en la tasa de inflación.
Todos los sectores tratan de salvar su posición coyuntural. Debemos puntualizar que un pequeño
sector de los asalariados realiza compras de diversos productos que en condiciones normales no
realizaría, como por ejemplo, propiedades inmuebles, divisas, etc. Empujando de esta manera el
proceso. Pero la mayor parte de ellos cubren sus necesidades básicas, ya que sus salarios no les
permiten tener capacidad de ahorro. Como resultado reciben el mayor peso del proceso
inflacionario a través de la disminución progresiva de sus ingresos reales.
También influye en la tasa de inflación el grado de credibilidad de las políticas económicas

La hiperinflación:
En muchos países latinoamericanos las subidas de precios han alcanzado en las últimas décadas
tasas muy elevadas, algunas del orden del 400% anual e incluso superiores.
Este es el fenómeno llamado hiperinflación.
Aquí hay un cambio cualitativo, es una situación substancialmente diferente a la inflación normal,
con problemas y peculiaridades propias, que requieren explicaciones y soluciones diferentes.
En una situación hiperinflacionaria la gente no está dispuesta a mantener dinero debido a la
rapidez con que disminuye su valor.
La hiperinflación no es una novedad. En otros países y otros períodos históricos se han conocido
también procesos inflacionarios extraordinarios.
El más estudiado de todos ellos es el sufrido por Alemania tras la Primera Guerra Mundial. La
obligación de pagar fuertes indemnizaciones a las naciones vencedoras y la caótica situación
interna que impedía obtener por la vía fiscal los ingresos necesarios, indujeron a la República de
Weimar a financiarse imprimiendo papel moneda sin ninguna contención.
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Entre enero de 1922 y noviembre de 1923 la tasa acumulada de inflación ascendió a un billón por
ciento. Para hacernos una idea del significado de esa cifra piénsese que el dinero suficiente para
adquirir todas las viviendas del término municipal de Málaga no bastaría un par de años después
para pagar una ración de boquerones.
Aún más grave fue la hiperinflación sufrida por Hungría inmediatamente después de la segunda
guerra mundial. Los precios se multiplicaron por más de 10 27 en doce meses, multiplicándose dos
veces cada día.
La hiperinflación latinoamericana no ha alcanzado nunca esas tasas extremas, pero ha resultado
ser mucho más perdurable en el tiempo. La tasa media de inflación anual durante el período 1980-
1987 fue del 166% para Brasil, del 299% para Argentina y hasta del 602% para Bolivia. Pero no
fueron las propuestas estructuralistas sino las más clásicas (restricción monetaria y contención del
gasto público) las que han conseguido dominar la fiera. Eso sí, con efectos muy desagradables
para la población de estos países. De hecho, como consecuencia de las repercusiones de algunas
políticas antiinflacionistas excesivamente rígidas, a finales de los ochenta se llegaron a producir en
varios países sudamericanos (Argentina, Venezuela, entre otros) motines espontáneos con asalto
de muchedumbres procedentes de los barrios más pobres a tiendas de alimentación.

Estanflación
La estanflación (calco del inglés: stagflation, palabra compuesta a partir de stagnation,
estancamiento, e inflation, inflación) indica el momento o coyuntura económica en que, dentro de
una situación inflacionaria, se produce un estancamiento de la economía y el ritmo de la inflación
no cede.
Estanflación combina los términos «recesión» (o estancamiento) e «inflación»; es la situación
económica que indica la simultaneidad del alza de precios, el aumento del desempleo y el
estancamiento económico, entrando en una crisis o incluso recesión.

Causas y consecuencias
Formalmente, se determina que existe una recesión cuando el Producto Interno Bruto (PIB)
decrece durante dos trimestres consecutivos. Cuando la recesión llega acompañada de alta
inflación el proceso recibe el nombre de estanflación; está considerado uno de los peores
escenarios económicos posibles por la dificultad de su manejo y corrección. Las políticas
monetarias y fiscales que suelen utilizarse para dinamizar una economía recesiva empeoran el
componente inflacionario de la estanflación y las políticas monetarias restrictivas que se utilizan
para combatir la inflación tienden a profundizar y ampliar su componente recesivo...
La estanflación distorsiona completamente los mercados y coloca a los hacedores de políticas de
los gobiernos y sus bancos centrales en una posición 'perder-perder'. En la estanflación la recesión
suele ser parcial, registrándose simultáneamente el decrecimiento de algunos sectores, como la
producción de bienes, junto al crecimiento de otros sectores, como la producción de servicios. Si se
trata de una economía relativamente abierta y la inflación viene acompañada de un proceso de
devaluación, puede registrarse una contracción de las actividades que consumen divisas y una
expansión de las que generan divisas. Esto representa un desafío enorme para las autoridades
pues reciben señales mixtas y contradictorias sobre la economía que hacen muy difícil decidir qué
políticas aplicar, en qué secuencia y en qué momento tomarlas. "Es lo peor de los dos mundos"
dicen muchos economistas.
Aunque las recesiones pueden tener causas internas o externas, la estanflación siempre es de
origen interno, "la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario", y quienes
manejan las monedas soberanas son las autoridades monetarias de cada país.
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El dilema de la estanflación
La estanflación se convierte en un dilema para la política monetaria que debe elegir entre las
medidas normalmente usadas para incrementar el crecimiento económico y aumentar por
tanto una inflación desbocada o políticas para luchar contra la inflación que reducen la
actividad en una economía en situación de paro. Normalmente los bancos centrales deben
elegir entre reactivar la economía o drenarla mediante el ajuste del tipo de interés del dinero,
siendo este su principal cometido. Reducir el tipo de interés provoca un crecimiento
económico pero esto dispara la
inflación, aumentar el tipo de interés permite luchar con la inflación pero reduce el crecimiento
económico. En la estanflación decimos que ambos problemas coexisten.
Parte de la dificultad a la que los bancos centrales se enfrentan en la estanflación es que la misma
ocurre selectivamente en distintas clases de activos.

Deflación:
Se denomina deflación, a la caída generalizada de precios de los bienes, y servicios de la
economía, por ausencia de demanda. Diversas pueden ser las causas desencadenantes de una
situación de deflación en las economías, pero básicamente, las podríamos subdividir en lo que
llamaremos “deflación sobrevenida” y “deflación inducida”, la segunda, es consecuencia de
políticas anti inflacionistas muy llevada a cabo en anteriores etapas de la economía del siglo
pasado ( XX ), donde las monstruosas tasas de inflación sufridas entre los finales de los 70 y
principio de los 80, que como consecuencia de la excesiva liquidez, genero “ demasiado dinero
persiguiendo pocos bienes “, hizo adoptar urgentes medidas, tales como la retirada de circulante,
con el objetivo de crear una deflación, la cual contrarrestara la galopante inflación. Cabe decir que
los objetivos se consiguieron, lográndose mantener unas tasas de inflación más acordes y
normalizadas. La deflación sobrevenida, a diferencia de la inducida, entraña riesgos mayores, lo
primero, es que las medidas a adoptar, no son siempre efectivas, teniendo en la mayoria de las
ocasiones un elevado coste de oportunidades. La deflación, se produce en un escenario en el cual
las empresas quieren vender sus productos, pero estos, por desaceleración económica y perdida
de poder adquisitivo de los consumidores, no son demandados, la empresa, para paliar esta
situación decide bajar los precios y cuanto menos recuperar la inversión. Los consumidores,
sabedores que los precios seguirán bajando, prefieren esperar para comprar más barato, de esta
manera, se crea una espiral, que genera destrucción de empleo, cierre de empresas y
empobrecimiento general. Contra este fenómeno, solo cabe adoptar medidas de “estimulo”,
abaratar el precio del dinero, facilitar su acceso, crear y favorecer políticas de empleo, tales como
bonificaciones a las empresas por contratación, bajada de impuestos a las mismas y aunque no
todos los economistas se ponen de acuerdo en este punto crear un escenario de liquidez, en el que
sea posible crear inflación, solo esta es capaz de detener la deflación, y esta (inflación) a diferencia
de la anterior, puede controlarse y mantenerse con políticas económicas acertadas.

Los alumnos de hoy no vivieron la hiperinflación, ni sus padres le han contado cómo
la sobrevivían
Martin Krause
Los alumnos universitarios de hoy no vivieron la hiperinflación de 1989, y parece que sus padres
poco le han contado porque apenas saben de ella, y menos aún de cómo reaccionaban sus propios
padres para proteger sus ingresos. Tal vez es la diferencia que tenemos con los alemanes, ellos no se
olvidaron más. Así describe Mises su conducta, que es igual a la que hubo aquí.
En Junio de 1959, Ludwig von Mises dictó seis conferencias en Buenos Aires. Éstas fueron luego
publicadas y las consideramos con los alumnos de la UBA en Derecho. Su cuarta conferencia se
tituló, precisamente “Inflación”. Mises comenta:
“Me refiero al caso de Alemania, que el mundo entero estaba observando. Muchos libros han
descrito los eventos de esa época (Aunque yo no soy alemán, sino austriaco, pude ver todo desde
adentro: en Austria, las condiciones no eran muy diferentes de las de Alemania, ni eran muy
diferentes en muchos otros países europeos) Por varios años el pueblo alemán creyó que su inflación
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era un asunto temporario, que pronto terminaría. Lo creyeron por casi nueve años, hasta el verano de
1923. Entonces, finalmente, empezaron a dudar. Como la inflación continuaba, la gente pensó que

era más prudente comprar cualquier cosa disponible en lugar de guardar el dinero en sus bolsillos.
Además razonaron que no se debía dar préstamos en dinero, sino que era una buena idea ser un
deudor. Y así la inflación continuaba alimentándose a sí misma.
Y la inflación continuó en Alemania hasta, exactamente, el 20 de Noviembre de 1923. Las masas
habían creído que el dinero inflacionario era dinero real, pero entonces hallaron que las condiciones
habían cambiado. Hacia el final de la inflación alemana, en el otoño de 1923, las fábricas alemanas
pagaban a sus trabajadores, cada mañana, por adelantado, el salario del día. Y el trabajador, que
llegaba a la fábrica con su esposa, le entregaba inmediatamente su salario – todos los millones que le
pagaban. Y la señora inmediatamente iba a una tienda a comprar alguna cosa, sin importar qué. Ella
se daba cuenta lo que la mayor parte de la gente ya sabía en ese momento – que durante la noche, de
un día para el otro, el marco perdía el 50% de su poder de compra. El dinero, como el chocolate en
un horno caliente, se derretía en los bolsillos de la gente. Esta última fase de la inflación alemana no
duró mucho tiempo; después de unos pocos días, toda la pesadilla se había terminado: el marco no
tenía valor y debió crearse una nueva moneda.
Lord Keynes, el mismo que dijo que “en el largo plazo todos estamos muertos”, fue uno de una larga
lista de autores inflacionistas del Siglo XX. Todos escribieron contra el valor oro (gold standard –
equivalente de la moneda en oro) Cuando Keynes atacó el valor oro, lo llamó una ‘reliquia bárbara’.
Y la mayor parte de la gente actualmente considera ridículo hablar de una vuelta al valor oro. En los
EEUU, por ejemplo, se considera que uno es un soñador si dice: ‘Más tarde o más temprano los
EEUU deberán retornar al gold standard’
Pero el gold standard tiene una virtud tremenda: la cantidad de dinero bajo el gold standard es
independiente de las políticas de los gobiernos y de los partidos políticos. Ésta es su ventaja. Es una
forma de protección contra los gobiernos despilfarradores. Si, bajo el gold standard, a un gobierno se
le requiere gastar dinero para algo nuevo, el ministro de finanzas puede decir: ‘Y donde consigo el
dinero?. Dígame, primero, como haré para encontrar el dinero para este gasto adicional’
Bajo un sistema inflacionario, nada es más simple de hacer para los políticos que ordenar a la
imprenta del gobierno proveerles cuanto dinero necesiten para sus proyectos. Bajo un gold standard,
un gobierno sano tiene una mejor oportunidad; sus líderes pueden decirle al pueblo y a los políticos:
‘No podemos hacerlo a menos que subamos los impuestos’. Pero bajo condiciones inflacionarias, la
gente adquiere el hábito de considerar al gobierno como una institución con medios ilimitados a su
disposición: el estado, el gobierno, puede hacer cualquier cosa. Si, por ejemplo, la nación desea un
nuevo sistema de carreteras, se espera que el gobierno lo construya. Pero ¿dónde obtendrá el dinero
el gobierno?”
Instituto Superior de Formación Docente Nro.11 de Lanús – Profesorado en Economía y 10
Administración - Tercer Año - Macroeconomía – Apuntes del Profesor Juan Carlos Morán

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