Está en la página 1de 6

SISTEMA INTERAMERICANO DE PROTECCION DE DERECHOS HUMANOS

Es un sistema regional de protección y promoción de los Derechos Humanos en


América. Está fundamentado en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre, en la Carta de la Organización de Estados Americanos y en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Es un órgano de la Organización de los Estados
Americanos creado para promover la observancia y la defensa de los derechos humanos,
además de servir como órgano consultivo de la OEA en esta materia. Fue creada por
resolución de la Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en
Santiago de Chile en 1959. Su primer directivo fue el escritor venezolano Rómulo
Gallegos en el período 1960-1963. En el continente americano, los derechos humanos
están protegidos a nivel internacional por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

La Comisión, creada por la Carta de la OEA, tiene la responsabilidad de velar


por el cumplimiento a los tratados internacionales de derechos humanos en todo el
continente, lo que hace a través de informes sobre la situación de los derechos humanos
en distintos países y al escuchar denuncias individuales de violaciones. La Corte, a su
vez, escucha casos individuales de violaciones a los derechos humanos en países que
aceptaron su competencia, y emite decisiones autoritativas. Estos órganos, y los
instrumentos internacionales bajos los que operan, constituyen el Sistema
Interamericano de Protección a los Derechos Humanos:

1.- La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la


Comisión Interamericana” o la “CIDH”), es un organismo de naturaleza cuasi
jurisdiccional cuya función primordial es promover la observancia y la defensa de los
derechos humanos en el hemisferio. Según su sitio web, esta es un órgano principal y
autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA) encargado de la
promoción y protección de los derechos humanos en el continente americano. Está
conformada por siete expertos independientes pertenecientes a los países miembros,
quienes laboran en la sede del organismo ubicada en Washington. Los miembros de la
CIDH deben ser personas de alta autoridad moral y reconocida versación en materia de
derechos humanos.

De igual manera, no puede formar parte de la Comisión más de un nacional de


un mismo Estado, los miembros de la Comisión son elegidos a título personal por la
Asamblea General de la OEA, de una lista de candidatos propuestos por los gobiernos
de los Estados miembros. Son elegidos por un periodo de cuatro años y sólo podrán ser
reelegidos una vez. Así mismo, tiene entre sus funciones: investigar las denuncias de
violaciones de los derechos humanos por parte de los gobiernos y ofrecer
recomendaciones, estimular el conocimiento de los derechos humanos, realizar y
solicitar a los Estados estudios sobre esta materia, practicar observaciones no avisadas
para ver si un determinado Estado cumple con los requerimientos, solicitar a la Corte
Interamericana medidas contra quienes violen los derechos.

¿Cómo se presenta una petición ante la CIDH?

a) La persona debe pertenecer a un estado firmante de la Comisión.

b) Debe probar que se violó alguna de las cartas y declaraciones que legislan al
organismo.

c) Se deben agotar las entidades para resolver el conflicto dentro del propio país.

d) Se intentará promover una acuerdo, sino se logra se puede ir a la Corte


Interamericana de los Derechos Humanos.

2.- La Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la “Corte


Interamericana” o la “Corte IDH”), órgano de carácter judicial, al cual en ejercicio de su
competencia contenciosa , le corresponde determinar la responsabilidad internacional de
los Estados, mediante la aplicación e interpretación de la Convención Americana de
Derechos Humanos y demás instrumentos interamericanos. La Corte es competente
para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las
disposiciones de la Convención que le sea sometido, siempre que los Estados Partes en
el caso concreto hayan reconocido o reconozcan dicha competencia, bien por
declaración especial o por convención especial; es decir, que si las partes no reconocen
la competencia de la Corte para conocer de los casos, sus decisiones no surtirán ningún
efecto. Dicho reconocimiento puede hacerse al momento de ratificar o adherirse a la
Convención, o en una oportunidad posterior, mediante una declaración especial.

Asimismo, , la Corte podrá ordenar lo conducente para el restablecimiento de las


situaciones subjetivas lesionadas por algún Estado ante la violación de los derechos
fundamentales, siempre y cuando la controversia sea sometida al conocimiento de la
Corte, por la Comisión, o por un Estado Miembro. En efecto, según prevé el artículo
61.1 de la Convención, sólo los Estados Partes y la Comisión tendrán derecho a someter
un caso a la decisión de la Corte. Sus pretensiones, según el comentado artículo 63, la
Corte podrá declarar la violación de un derecho o libertad que se encuentre establecida
en la Convención; igualmente, la Corte podrá ordenar, si fuere el caso, que se reparen
las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos
derechos e incluso, condenar al pago de justa indemnización a la parte lesionada. Puede
afirmarse entonces que son dos las pretensiones que pueden ser invocadas ante la Corte:
por un lado, la violación de un Derecho Humano y, por el otro, el restablecimiento de la
situación subjetiva lesionada, y el pago de una justa reparación o indemnización, si
fuere el caso.

Así, la doctrina establece que la Responsabilidad Internacional del Estado se


resuelve con la reparación, esto es, con el restablecimiento de las cosas a su estado
original; por la indemnización de los daños y pérdidas (reparación por equivalente); o
por la satisfacción de la pretensión propia, mediante la desaprobación del acto público
lesivo; la destitución de funcionario; el castigo del culpable; las explicaciones públicas
o disculpas por la vía diplomática. En síntesis, se puede señalar que, se puede señalar
que ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pueden invocarse las siguientes
pretensiones: la reparación, o sea, que restablezca la situación lesionada por un Estado
Parte, la indemnización, referida al pago patrimonial de los daños y pérdidas que sufrió
una persona, por el actuar ilegitimo de un Estado o de sus funcionarios. En este caso, la
reparación es por equivalente, la satisfacción, pues se persigue dejar sin efecto el acto
violatorio de un derecho inherente a la persona y además de estas tres pretensiones, los
Estados y la Comisión también podrían solicitar a la Corte la interpretación o aplicación
de las disposiciones de la Convención.

En relación a los requisitos de admisibilidad de los casos que se ventilan ante la


Corte, están previstos en el artículo 61 de la Convención, el cual establece que será
necesario para acudir a la Corte, el cumplimento de los requisitos que se establecen en
los artículos 48 a 50 eusdem, referidos al procedimiento conciliatorio ante la Comisión.
Por su parte, el procedimiento a aplicar la Convención se limita a regular sólo el
contenido, efectos, ejecución del fallo. (Cfr.: artículos 66 a 69). Por ello, al nada
disponer la Convención sobre el procedimiento aplicable en la Corte, deberá atenderse a
la regulación propia de la Organización de Estados Americanos, y a las especificaciones
adoptadas en cada caso por la propia Corte.

En cuanto a la sentencia y sus efectos, según prevé el artículo 66 de la


Convención, la sentencia deberá ser motivada y si el fallo no expresare en todo o en
parte la opinión unánime de los jueces, cualquiera de éstos tendrá derecho a que se
agregue al fallo su opinión disidente o individual. Igualmente, el artículo 67 establece
que la sentencia será definitiva e inapelable, y que en caso de desacuerdo sobre el
sentido o alcance del fallo, la Corte lo interpretará a solicitud de cualquiera de las
partes, siempre que dicha solicitud se presente dentro de los noventa días a partir de la
fecha de la notificación del fallo.

De allí que la Corte podrá, por un lado, dictar sentencia definitiva sobre el fondo
de la controversia, disponiendo que se garantice al lesionado el goce de su derecho o
libertad que ha sido conculcada, como bien se establece en el numeral 1 del artículo 63
eusdem; pero igualmente la Corte podrá dictar providencias cautelares para evitar daños
irreparables a las personas, según lo establece el numeral 2 del artículo 63 eusdem. En
cuanto a la relación existente entre las potestades de la Corte, con el derecho interno de
cada Estado, se ha señalado que ese artículo no condiciona las disposiciones de la Corte
a la eficacia de los instrumentos de reparación existentes en el derecho interno del
Estado parte responsable de la infracción, de manera que aquélla no se establece en
función de los defectos, imperfecciones o insuficiencias del derecho nacional, sino con
independencia del mismo.

En lo referente al daño moral, también ha sostenido la Corte que “es resarcible; y


que en los casos de violación de los derechos humanos, su liquidación debe ajustarse a
los principios de equidad”. Ante la Comisión, toda persona puede presentar peticiones o
quejas individuales sobre violaciones a los derechos consagrados en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos o en otros instrumentos Interamericanos. Con
posterioridad al conocimiento de la situación denunciada y si se da el cumplimiento de
una serie de requisitos, entre ellos el haber agotado previamente los recursos internos
disponibles, el caso se declara admisible y se examina si está o no comprometida la
responsabilidad internacional del Estado, caso en el cual se produce un Informe con
Recomendaciones, y eventualmente en caso de incumplimiento de aquellas el caso
puede ser sometido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La Convención Americana Sobre Derechos Humanos suscrita por la República
de Venezuela el 22 de Noviembre de 1969, entró en vigor el 18 de Julio de 1978, y fue
ratificada por el Congreso de la República de Venezuela, a través de la “Ley
Aprobatoria de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos – Pacto de San
José de Costa Rica”, publicada en la Gaceta Oficial No. 31.256 del 14 de junio de 1977.
Tal Convención se enmarca dentro del régimen jurídico derivado de la Carta de la
Organización de los Estados Americanos (OEA). El Tratado Internacional comentado
solo es vinculante para los Estados partes de la convención, es decir, solo para los
Estados miembros de la Organización de los Estados Americanos que hayan firmado,
ratificado o adherido el convenio. De esta manera, dentro del ámbito subjetivo de tal
Convención, debemos ubicar a Venezuela, por cuanto dicho país, el 14 de julio de 1977,
ratificó su contenido.

Por lo tanto, la ratificación de la Convención genera, para los Estados Partes,


diversos deberes. En efecto, según el Tratado analizado, los Estados partes tienen el
deber de respetar los Derechos y Libertades reconocidos en la Convención, y garantizar
su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin
discriminación alguna por motivo de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones
políticas o de cualquier otra índole. Asimismo, se comprometen a adoptar disposiciones
de Derecho Interno, en el caso de que las garantías y libertades mencionadas en la
Convención no estuvieren garantizadas legislativamente, o a través de otro instrumento.
En tal supuesto, los Estados Partes estarán obligados a adoptar, con arreglo a sus
procedimientos constitucionales y a las disposiciones de la Convención, las medidas
legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos.

Ahora bien, los Derechos inherentes a la persona humana enumerados


precedentemente, son en Venezuela derechos de rango Constitucional y, por lo tanto, no
pueden ser menoscabados por ninguna autoridad. Además, es preciso mencionar que
cualquier violación de estos derechos daría lugar a la interposición de una acción de
Amparo Constitucional, como medio valido para el restablecimiento de la situación
jurídica infringida. En efecto, dispone el artículo 50 de la Constitución lo siguiente:

“La enumeración de los derechos y garantías contenidas en esta constitución no


deben entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la persona humana,
no figuren expresamente en ella.
La falta de Ley reglamentaria de estos derechos no menoscaba el ejercicio de los
mismos.”

De allí, que la operatividad de tales derechos -cuya protección constitucional ha


sido admitida por los tribunales de amparo- se fundamenta, en primer lugar, en un
ordenamiento jurídico internacional, mediante los procedimientos tramitados ante la
Comisión y la Corte, y de otra parte, a través de un sólido mecanismo de protección
interna, como lo es la Acción de Amparo Constitucional. Cabe destacar que, salvo
ciertas excepciones, esos mecanismos internos deberán ser agotados previamente, para
poder acudir ante la Comisión.

BIBLIOGRAFIA:

Colectivo de Abogados “José Alvear Restrepo”. Afiliado a la Federación Internacional


de Derechos Humanos y la Organización Mundial contra la Tortura. Estatus
Consultivo en la OEA. Bogotá DC. 2009.
Véase el texto completo de la Declaración de Santiago de Chile adoptada con motivo de la
Quinta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, Santiago de
Chile, 12 al 18 de agosto de 1959, Acta Final, Doc. OEA/Ser.C/II.5, págs. 4-
6; disponible en: http://www.oas.org/consejo/sp/RC/RCactas.asp.
CIDH, Informe sobre la labor desarrollada durante el 13º Período de Sesiones del 18 al
28 de abril de 1966, OEA/Ser.L/V/II.14, doc. 35, 30 de junio de 1966, págs. 26 y
27
Véase CIDH, Comunicado de Prensa No. 84/09, “CIDH publica su nuevo Reglamento”,
10 de diciembre de 2009, disponible en
http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados.asp / sección de Prensa.
Véase “Reglamento para el Funcionamiento del Fondo de Asistencia Legal del Sistema
Interamericano de Derechos Humanos”, OEA/Ser. G, CP/RES. 963 (1728/09),
11 de noviembre de 2009, disponible enwww.oas.org (ver versión en español
en http://www.oas.org/consejo/sp/resoluciones/res963.asp). Véase también
resolución de la Asamblea General de la OEA AG/RES/2426 de 3 de junio de
2008 “creación del Fondo de Asistencia Legal del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos”.

También podría gustarte