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Buscar proceso políticos y sociales que guardan la memoria histórica y han luchado por la
visibilizarían de las victimas con el fin de lograr una paz duradera. Donde sea real el
derecho a la paz, el cual es definido por la Unesco como el derecho humano del que
todas las personas, los grupos y los pueblos somos titulares: todas y todos tenemos
derecho a vivir en paz; todas y todos tenemos derecho a una paz justa, sostenible y
duradera. De la mima manera define la paz como el derecho a ser educado en y para la
paz; así empieza a lugar un papel muy importante el debate entorno a la educación para
la paz.
Esto quiere decir que hablamos de paz cuando logramos rehacer y elaborar los duelos
que nos ha dejado la guerra y reconocemos un pasado de crueldad y dolor, pero que la
vez nos permite descifrar nuestro presente individual y colectivo con el fin de proyectar un
futuro alcanzable. De tal manera que se hace inminente hablar de memoria histórica en el
ámbito de la educación para la paz. Esta memoria histórica nos permitirá confrontar los
discursos oficiales que se han construido en amaño con las clases elites que promueven
la violencia en Colombia para lograr sus intereses económicos y financieros.
En el ultimo año, los colombianos, nos hemos acercado a la idea paz con mayor firmeza,
después de 10 acuerdo con diferentes organizaciones armadas al margen de la ley, l En
el ultimo quinquenio, con el inicio de las negociaciones del gobierno del presidente Juan
Manuel Santos con las F.A.R.C con el fin de lograr un proceso de paz, para dar fin al
conflicto que se hadado por mas de 60 años en nuestro país, se abre un gran camino de
posibilidades para pensar la paz. De tal manera que emergen diferentes planteamientos
sobre la importancia de construir escenarios pedagógicos para educar para la paz. De la
misma forma, encontramos las apuestas conjuntas entre la escuela, la comunidad y la
universidad, enfocadas hacia la pedagogía memoria, orientadas a la reconstrucción del
tejido social en clave de garantías de no repetición.
Educar para paz en Colombia, implica hacer un balance de nuestro proceso histórico en
los últimos años, donde es posible determinar nuestras falencias, desde la óptica de la no
repetición, porque las personas victimas hablaran a través de diferentes recursos, con el
fin de elaborar un proceso que rompen con el silencio y el olvido, dándole un lugar a que
sujeto, que por el conflicto entrego su vida.
En medio de este contexto, damos inicio a una nueva generación dentro de los
colombianos, estos que se han propuesto de construir un mejor país para las siguientes
generaciones, donde sea posible mejor la calidad de vida, , surge una pregunta: ¿cómo
podemos educar para la paz si aun no hemos visibilizado nuestra historia de horror y aun
no hemos tramitado como sociedad estos episodios violento?
Desde hace más de una década, en nuestro país, se viene adelantando diferente
esfuerzos para combatir las políticas de olvido establecidas frente eventos traumáticos de
violencia llevados a cabo en las regiones y ciudades. De acuerdo los argumentos de
Sandra Rodríguez, los estudios de la memoria han desarrollado entorno a dos ejes: uno
se ubica en el estudio de eventos políticos traumáticos ocurridos en el siglo XX, donde
movimientos sociales, organizaciones de sobrevivientes y familiares de la víctimas
promueven políticas de la memoria para evitar el olvido, otro eje lo encontramos en los
estudios adelantados los cambios ocurridos en la política y la cultura contemporánea.
Para las organizaciones y movimientos sociales que han tenido como eje vital la
reconstrucción de la memoria histórica, estos estudios y prácticas han sido su arma para
la denuncia, han logrado hacer que la preservación de la memoria histórica, enfrentando
la historia oficial que invisibiliza los actos de horror, lo cual impide que se den procesos de
repetición y por lo tanto, se generen actos victimizantes, ya que, la aceptación pública de
los hechos, el perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas,
permiten que Los estudios de la memoria se han convertido, en la actualidad, en prioridad
de los académicos de la ciencias sociales, donde se hacen reflexiones e interpelaciones
importantes sobre los diferentes actos de violencia llevados a cabo durante la segunda
guerra mundial y la guerra fría. Los interese de los académicos está en poder analizar
críticamente diferentes procesos adelantados por la humanidad en la historia reciente,
cuestionando las historia oficial y los intereses a los cuales responde.
En la actualidad, Colombia está viviendo el proceso de paz con el grupo guerrillero de las
FARC. Después de más de 60 años de conflicto armado, se aproxima una luz para
nuestro país en materia de resolución de conflictos; es un momento histórico, las partes
inmersas en el conflicto han tomado la decisión de sentarse en la mesa de negociación.
Aunque en nuestro país, se debe abordar el proceso de paz desde las causas que los
generaron, es decir desde las causas reales que llevaron a que los grupos de personas se
alzaran en armas.
Dado que las guerras no se acaban cuando un bando derrota al otro, las guerras no se
acaban ni siquiera cuando se firma un pacto y los adversarios se abrazan, las guerras se
acaban cuando sus causas han sido corregidas, cuando los combatientes ya no necesitan
luchar, ya no necesitan alzarse contra la sociedad, porque ésta ha sido capaz de sembrar
las piedras menores de un orden nuevo (Wilfrido Zúñiga Rodríguez, 2009).
De tal forma, la paz no será un cliché de los discursos políticos o las cátedras en las
diferentes instituciones educativas del país, sino una condición total de la nación, donde
paz tenga significado, pues las necesidades básicas de todos los colombianos están
resueltas, los diferentes grupos sociales y comunidades tiene calidad de vida con
dignidad, pero sobre, cuando las víctimas del conflicto han visto han encontrado un lugar
dentro de la sociedad y han logrado empoderarse de su condición como ciudadanos.
Ya que las negociaciones de la Habana son un buen inicio para una sociedad que durante
aproximadamente 500 años ha vivido con la idiosincrasia de la violencia en todos sus
contextos. Desde el momento mismos en el que empieza la conquista de nuestro
territorios indígenas por parte de los españoles hasta las últimas décadas de la historia,
se evidencia en nuestra sociedad los ejercicios de coacción, y el sometimiento a asumir
nuevas formas de vida por capricho de fuerzas Estatales, paraestatales y contra estales,
quienes como razón de trasfondo y fin último llevan a cabo la explotación de las riquezas
de sus territorios.
De esto ha quedado una herencia de violencia, de generación en generación, se han
adquirido la intolerancia, la discriminación, la exclusión, la vulneración de derechos, la
injusticia social, el crimen, la venganza y los gobiernos corruptos e ineficientes,
Adicionalmente, hoy los colombianos somos víctimas de los tres grandes males que
echaron a perder a Macondo: la fiebre del insomnio, el huracán de las guerras, la
hojarasca de la compañía bananera. Vale decir: la peste del olvido, la locura de la
venganza, la ignorancia de nosotros mismos que nos hizo incapaces de resistir a la
dependencia, a la depredación y al saqueo. (Ospina, 2001). En la actualidad vemos que
alrededor de este camino solo queda como resultado los procesos desplazamiento
forzado, la persecución de grupos enteros por diferencias políticas, la transgresión de las
minorías y la ineptitud del sistema judicial.
De igual forma, es usual en la vida cotidiana de un ciudadano común, que da solución a
los conflictos de forma agresivas, donde el contrincante debe ser arrizado con las
palabras o la agresión física, es decir, con frecuencia en diferentes ámbitos de nuestra
sociedad se evidencia que los integrantes de las comunidades recurren a la intimidación
como impulso inexorable para defender lo que estiman y quieren, donde la vías de
conciliación por medio del dialogo no son ni siquiera imaginables.
A pesar de los 20 años que ya cumplió la proclamación de la nueva constitución, como
ciudadanos aún no hacemos uso cotidiano de los mecanismos de participación
democrática que nos darán la salida a los conflictos con el Estado y los gobiernos de
turno, en el marco constitucional encontramos que en el artículo 103 se establecen los
mecanismos de participación del pueblo en ejercicio de su soberanía pero no
reconocemos estos como vías legales para participar en los asuntos del estado, ya que
los vemos inoperantes a lo hora de enfrentarnos a una situación conflictiva donde se han
puesto en riesgo de vulneración los derechos, las garantías y deberes nuestras
comunidades.
A pesar que en la constitución en el ARTICULO 22. La paz es un derecho y un deber de
obligatorio cumplimiento. En nuestra cotidianidad, vemos como cualquier ejerció dialógico
para dar solución a los diferentes conflictos, es acallada por las formas erróneas de los
individuos para hacer justicia por su propia mano o porque es nuestra herencia no mediar
en los conflictos, poniendo en primer lugar los interés individuales, dejando a tras el sentir
del otro o los intereses comunes que los pueden unir en la construcción de una sociedad
incluyente y equitativa.
El Gobierno Nacional, junto con el Ministerio de Educación, firmaron el decreto que
reglamenta la Ley 1732 de 2015, relacionado con la implementación de la Cátedra de La
Paz, en todos los establecimientos educativos de preescolar, básica y media de carácter
oficial y privado.
El decreto establece que todas las instituciones educativas deberán incluir en sus planes
de estudio la materia independiente de Cátedra de La Paz, antes del 31 de diciembre del
2015, "con el fin de garantizar la creación y el fortalecimiento de una cultura de paz en
Colombia". Esta asignatura será de carácter obligatorio, "para corresponder al mandato
constitucional consagrado en los artículos 22 y 41 de la Constitución Nacional". El objetivo
principal de la cátedra es "crear y consolidar un espacio para el aprendizaje, la reflexión y
el diálogo sobre la cultura de la paz y el desarrollo sostenible, que contribuya al bienestar
general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población".