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En verde claro la máxima extensión inicial y nominal del Virreinato del Perú hacia 1542, en verde oscuro su extensión final hacia 1810.
Religión Católica
Virrey
El Virreinato del Perú fue una entidad territorial situada en América del Sur, integrante
del Imperio español que fue creada por la Corona Española durante su dominio en el
Nuevo Mundo, entre los siglos XVIy XIX.
El inmenso virreinato abarcó gran parte de Sudamérica, incluida Panamá y algunas islas
de Oceanía. Quedó fuera de él, también como bien realengo, Venezuela, así como la
costa atlántica de Brasil, que pertenecía al Imperio de Portugal.4
Sin embargo, durante el transcurso del siglo XVIII su superficie sufrió tres importantes
mermas al crearse -con parte de su territorio- dos nuevos virreinatos de la Corona
española: el Virreinato de Nueva Granada y posteriormente el Virreinato del Río de la
Plata. Al mismo tiempo la colonia portuguesa del Brasil extendía sus fronteras hacia
la Amazonia. A pesar de las pérdidas territoriales, todavía a principios del siglo XIX el
virreinato del Perú era la principal posesión de la Corona española5 al tratarse de una de
sus principales fuentes de riqueza.
El proceso de independencia hispanoamericana inició el fin del virreinato, conflicto en el
que se mantuvo en el bando realista, y funcionó como un importante bastión y centro
estratégico de la Corona española en América del Sur. Esto provocó la guerra con
la Provincias Unidas del Río de la Plata (creada tras la caída del virreinato homónimo), el
cual por el contrario había elegido el camino de la independencia y desde 1810 enviaba
fuerzas libertadoras en todas direcciones. Tras independizar la Capitanía General de Chile,
el general rioplatense José de San Martín giró nuevamente su atención hacia Perú y
preparó un ataque naval. La campaña fue un éxito y San Martín declaró la República del
Perú, para acto seguido retirarse de su carrera militar. Aún quedaban áreas bajo control
colonialista, así que continuó con la tarea independentista el
general grancolombiano Simón Bolívar con la intervención de la Gran Colombia, quien
utilizó el apoyo de las guerrillas peruanas y todos los recursos de logística de la sierra
peruana, requisando todo lo necesario para una guerra de posiciones. Tras la batalla de
Ayacucho el virreinato perdió su rumbo con solo algunos focos de lealtad a la Corona en
los Andes y la costa del bajo y alto Perú. Con divisiones internas, sin auxilios de la España
peninsular y prácticamente aislado del mundo, la resistencia del virreinato peruano
sucumbió en 1824.