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‘VOLUNEN DOBLE Cnc} PE OCA err) ss Ce ky Obras compl wa La ultima niebla* E,vsenda deta noche ane bia eae i defect d campo. Chand legos ia Lor tho 0 de ropa pare un ives como ecaran sre tuna mind de exec, Dal es ip ons casumes ea maa “ae dor sundo de perl. "or muy pct importa qu why doa nso spent cle, Dail ci aber average “Fen xan fla veda, dene quel coche angus ls ins de tac ards habia mas ner ei *Nevea pablendh gr primers wes en 194 por Editorial Colombo, en buen Aves, boa secon Ge Overo Grond. Yera natura. Hicia apenas un ao eectuaba el mismo tayecto con su primera mujer; quella muchacha hurana y Baca a quien adoraba, y que debiera morit tan inesperadamente «res meses después. Pero ahora ahora hay algo como de recelo ‘en la mirada con que me envuelve de pies a cabeza. Es la mirada hostil con la que de costumbre acoge siempre a todo excranjero. ~4Qué te pas? “le pregunco, ~Te mizo~me contesta~ Te miso y pienso que te conozco demasiado, Lo sacude un exalofro. Seallega ala chimenea y mientras se empefia en avivarla la azlada que ahima unos lefios cenpapades, posigue con mucha calma: “Hiasta los ocho afos, nos barron a un gerapo en le snisma bafadera. Luego, verano tras verano, ocultos de bores en La maleza, Felipe y yo te hemos aechado y visto samballirse en olla todas ls muchachas de la fii [No necesito ni siquiera desnudarte. De ti conozco hasta fa cieatie de eu operacién de apencicits. Mi anand ean grande queen ht de coment jer dejarme caren un silén. A mi vez, mito este cuerpo {hombre yucssmase dane en Dace pane Yun poco sorpe yo también lo conozco de memoria: yo ‘también lo he visto crecerydesarrllarse. Desde hace aos, no me canso de reper que si Daniel no procura mantenerse dU ——— cenredé en ellos dedos temblorosos de rabia, conozco fa resistencia de sus cabells rubios, dsperos y crespos. En d, sin embargo, esa especie de inquiecud en los movimientos, ‘sa mirada angustada, son algo nuevo para mi. Cuando era nifio, Daniel no ceméa alos fantasmas nia los mucbles que crujen en a oscuridad durante le noche. Desde la muerte de sur mujer, dirfase que tiene siempre ‘miedo a estar solo, PPasamos a una segunda habitacién mas fra ain que la era. Comemos sin habla, ~2Te aburres? ~interroga de improviso mi marido, —Fstoy extenuada —contesto ‘Apoyados los codos en la mesa, me mitafjamente largo rato y vuelve a incerrgarme: ~Para qué nos casamos? Por casarnos -respondo, Daniel deja escapar una pequeta risa ~Sabes que his tendo una gran suerte al carte conmigo? Si, Jo ¢—replico, eayéndame de sueio. Te hubiera gustado ser una solterona arrugads, que {je par los pobres de la hacienda? ‘Me encojo de hombres Ese es el porvenir que aguarda a tus hetmanas. Permanezco muda. No me hacen ya el menor efecto las fiases ciustias con que me turbaba no hace alin quince dias, (Una nueva y violentaracha de luva se descarga contra los vidris. Alls, en el fondo del parque, oigo acercarse y alejar el incesante ladrido de los pertos. Daniel se levantay omalla impara, Echa a andat, Mientras lo sigo, arrébujada Pe

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