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B.

El patrimonio territorial (natural, cultural y paisajístico) como


base para construir proyectos de desarrollo sostenible

El mapa de cultivos de Canarias. Una fuente a considerar en el


análisis de los modelos y dinámicas territoriales insulares

Miguel Francisco Febles Ramírez*, Gustavo Pestana Pérez**, Juan Israel


García Cruz***
* (Geógrafo, Gerente GEODOS, S.L.), ** (Geógrafo, Servicio de Planificación de Obras y Ordenación Rural.
Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas. Gobierno de Canarias), *** (Geógrafo, Consultor
independiente en Tecnologías de la Información Geográfica aplicadas a la ordenación del territorio)

RESUMEN
Los sistemas agrarios sintetizan los efectos de un sector económico con una
importante base territorial. Las fuentes oficiales dedicadas a su seguimiento han
evolucionado con la incorporación de nuevas técnicas y tecnologías. En este
sentido, a través de sistemas de información geográfica (SIG), se ha
implementado una nueva fuente gráfica y alfanumérica que parte del
reconocimiento “in-situ” de la realidad territorial, sometida a los límites de la
abstracción cartográfica, pero beneficiada por su capacidad de análisis espacial.
La siguiente comunicación expone los últimos avances realizados en el Mapa de
Cultivos de Canarias, sus problemáticas y potencial en la representación de los
sistemas agrarios.

ABSTRACT
Agricultural systems summarize the effects of an economic sector with a
significant territorial base. The official sources dedicated to their follow have
evolved by incorporating new techniques and technologies. In this sense, through
geographic information systems (GIS), it has implemented a new graphic and
alphanumeric source with of the recognition of territorial reality “in-situ”,
subject to the limits of cartographic abstraction, but benefit from its capacity of
spatial analysis.
The following communication presents the latest developments in Crop Map of the
Canary Islands, its problems and potential in representing the farming systems.

PALABRAS CLAVE
Sistema agrario, mapa de cultivos, sistema de información geográfica, modelos y
dinámicas territoriales.

KEYWORDS
Agricultural system, map crop, geographical information system, models and
territorial dynamics.
VIII Congreso Internacional de Ordenación del Territorio 1
VIII Congreso de Derecho Urbanístico
1. INTRODUCCIÓN
La Legislación sobre ordenación territorial en Canarias siempre ha tenido
presente la necesidad de regular los usos del suelo y de sus construcciones
vinculadas, de tal forma que hagan posible la utilización ordenada y sostenible de
los recursos naturales y económicos disponibles. A su vez, se ha planteado como
finalidad utilizar racionalmente los espacios de valor agrícola, ganadero y forestal,
con especial consideración de las zonas de medianías y cumbres, para propiciar
su recualificación social y económica, procurando la conservación de los usos y
costumbres tradicionales compatibles con el medio, así como buscando asegurar
la función económica de los mismos. En esta línea y dentro del marco de las
Directrices de Ordenación General y las Directrices de Ordenación del Turismo
vigentes en Canarias, se establecen un conjunto de medidas dirigidas de forma
expresa a la protección del suelo rústico, jugando un papel principal dentro del
mismo el espacio agrario. Estas directrices mandatan de forma precisa al
planeamiento general (Planes Generales de Ordenación) la definición de zonas
de interés agrícola de la periferia urbana que evite la pérdida de sus valores y su
integración en el proceso urbano.

Todo lo anterior nos lleva a la necesidad de tener una fuente de información


actualizada y continua en el tiempo que facilite estos análisis y permita coordinar
las diferentes políticas públicas referentes a ordenación del territorio, desarrollo
económico y desarrollo agrario.

Los autores consideramos que este espacio de información y análisis lo puede


cubrir perfectamente el Mapa de Cultivo de Canarias, cuya estructura informativa
y potencialidad de explotación abordamos en las siguientes páginas.

2. EL SEGUIMIENTO DEL SISTEMA AGRARIO A TRAVÉS DE


FUENTES OFICIALES
Un sistema agrario, agrosistema o sistema de producción agraria puede definirse
como el conjunto de técnicas empleadas para la producción de alimentos,
mediante la utilización del suelo, considerando las condiciones bioclimáticas
estacionales. Ésta se lleva a cabo mediante una combinación de cultivos, o
cultivos y ganadería, más o menos diversificados, que hacen uso de una serie de
medios técnicos de producción (abonos, productos fitosanitarios, maquinaria,
etc.), técnicas de cultivo (rotación, regadío, ecológica, intensiva, extensiva, etc.) y
humanos (mano de obra) para su desarrollo (Lacoste, 1983 en Aguilera, et. al.,
2012). De esta forma, el concepto se asocia a la forma de hacer agricultura, lo
que supone la consideración de su dimensión económica, técnica, socio-cultural y
medioambiental a la hora de caracterizar y diferenciar cada uno de ellos (Parra,
et.al., 2004). Desde este punto de vista, se asocia a una unidad geográfica que
combina una serie de hechos naturales, históricos, sociales, económicos, jurídicos

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y técnicos que influyen en los métodos de cultivo y el paisaje (expresión física)
que puede dar lugar (Egea, 2005).

La consideración del sistema lleva al planteamiento de dos elementos


fundamentales, esto es, los objetos y sus relaciones. Así, los objetos pueden ser
caracterizados de forma individual mediante sus atributos, mientras que, las
relaciones permiten definir el sistema que los vincula entre sí. En este sentido, los
objetos dependen y se relacionan entre ellos, dando lugar a algo más que la mera
suma de las partes. Esto supone la identificación de conjuntos con lógica interna,
una organización que responde a un objetivo común, lo que lo convierte en un
todo, esto es, un sistema agrario (Egea, 2005).

Partiendo de este planteamiento, cada contexto socio-económico y territorial


puede definir un escenario que condiciona directamente al sistema agrario
desarrollado en él, forzando su evolución en la medida que éste experimenta
cambios. De este modo, el conjunto de cultivos que se desarrollan en un
determinado territorio responderán a una lógica más amplia que la mera unidad
de explotación, en la que los tipos de cultivo, su periodicidad, rotación,
distribución, etc., responderán al funcionamiento interno de un sistema agrario
que los engloba, a la vez que los diferencia de otros. Todo ello se enmarca dentro
de un contexto socio-económico y territorial que condiciona su evolución.

A la hora de plantear el estudio o la gestión de estos sistemas, la administración


pública ha optado tradicionalmente por el desarrollo de aproximaciones
estadísticas, que posteriormente ha sido apoyada con representaciones
cartográficas, a la que se ha sumado en la actualidad la incorporación de las
Tecnologías de la Información Geográfica (TIG).

Mucho se ha recorrido desde los primeros trabajos estadísticos realizados en


Gran Bretaña a finales del siglo XVIII, teniendo como primera referencia los de
Palluel en 1788 (Alonso, 1990), lo que llevaría a la posterior implantación de
organismos públicos dedicados al seguimiento del sector agropecuario a lo largo
del siglo XIX.

En el ámbito nacional, el primer inventario de riqueza agrícola se llevaría a cabo


en 1748, a través de un proyecto del Marqués de la Ensenada, continuando
posteriormente con la creación de la Oficina de Estadísticas en 1802 y la
Comisión de Estadística General del Reino en 1856; transformada más adelante
en la Junta General de Estadística (1861), a la que se le vinculaba una dirección
general dedicada a la riqueza territorial y pecuaria. En 1887 se hacía público el
Reglamento orgánico del Cuerpo de Ingenieros Agrónomos, a los que se les
asigna la responsabilidad de realizar las estadísticas agrícolas y pecuarias. A
partir de este momento comienza a desarrollarse reglas que ordenan la recogida
de datos y la elaboración de publicaciones para su difusión, lo que daría lugar a la

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aparición, a mediados de siglo, de publicaciones periódica, como los Anuarios
Estadísticos, en los que se reservaba un espacio al sector agrario.

Vinculados a la reforma del sistema tributario de 1845, se desarrollarían los


Amillaramientos a partir de 1850. Afectados por un elevado nivel de ocultación de
datos, esta fuente fue progresivamente corregida y sustituida por el primer
catastro, que se apoyaría en la representación gráfica, a través de mapas
topográficos, para lograr una mayor veracidad en los datos (Pro, 1995; Vallejo,
2000). Los trabajos vinculados con el denominado “avance catastral” se iniciarían
en 1870, tardando más de 100 años en concluirse, al tener que solventar diversos
baches y trabas durante su desarrollo (Pro, 1995; Vallejo, 2010).

En este progresivo incremento de las fuentes estadísticas apoyadas en


cartografía, su temática y fiabilidad, en 1940 se hacía pública la orden por la que
se encargaba al Consejo Agronómico la realización del primer Mapa Agronómico,
Técnico y Comercial de Productos Agrícolas (1:50.000), cuyos trabajos serían el
precursor del posterior Mapa de Cultivos y Aprovechamientos. El primero de estos
mapas se publicaría en 1962 a escala 1:1.000.000, al que le seguiría, en 1974,
mapas a escala 1:50.000 que se han consolidado como la base mediante la que
se generalizan mapas provinciales (1:200.000) y la síntesis nacional (1:1.000.000)
en 1988.

A finales del siglo XX llegaría la cartografía digital, siendo el mapa de usos y


aprovechamientos una de las primeras fuentes que sería digitalizadas en aquel
momento. Éstos serían los antecedentes que han servido de base al actual
sistema informatizado, a través de Tecnologías de la Información Geográfica, en
el que se desarrolla, entre otros, el Sistema de Información de Información
Geográfica de Datos Agrarios (SIGA) y el Sistema de Información Geográfica de
Parcelas Agrícolas (SIGPAC) a escala nacional.

A escala autonómica, Canarias, al igual que el resto de comunidades autónomas,


se ha apoyado en las estadísticas desarrolladas a escala nacional, así como su
representación cartográfica. Con posterioridad, las particularidades de unos
ámbitos insulares diversos y heterogéneos, en los que cada sistema agrario
posee características particulares, influidas por contestos socio-económicos y
territoriales propios, ha hecho que la escala de representación de estas fuentes
(1:50.000) no reflejaran el nivel de detalle necesario para comprender sus
singularidades. En este sentido, con el apoyo de las nuevas técnicas y
tecnologías existentes a finales del siglo XX, sobre la recopilación y manejo de
información geográfica en formato digital a mayor escala, se iniciarían las
primeras campañas de recopilación de datos en campo para la elaboración del
Mapa de Cultivos de Tenerife, que se extenderían entre 1998 y 2004.

Desde este momento, se han desarrollado diversas campañas en el conjunto de


las 7 islas del archipiélago, obteniendo una serie de mapas elaborados mediante
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una metodología y fuentes base que han ido evolucionando en paralelo a un
necesario proceso de aprendizaje, en el que el Know-how adquirido en torno al
sistema agrario de Canarias ha permitido incorporar continuas mejoras.

El Mapa de Cultivos de Canarias es una fuente consolidada, que incrementa el


nivel de detalle de las fuentes cartográficas oficiales disponibles (ver figura 1),
aportando una lectura más completa y detallada de cada territorio insular, aunque
para ello debemos tomar en cuenta una serie de aspectos clave sobre esta
fuente, sobre todo entendiendo que no existe una correspondencia con otras
estadísticas agrarias (García, 2015).

Figura 1. Comparativa del nivel de detalle entre el Mapa de Cultivos y


Aprovechamientos, las Parcelas del SIGPAC y el Mapa de Cultivos de Canarias

Fuentes: Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Gobierno de


España. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas. Gobierno de
Canarias.

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En este sentido, a través del proyecto “La agricultura Canaria en los comienzos
del Siglo XXI1”, con la participación de profesionales procedentes de diferentes
disciplinas (Geografía, Ingeniería Agrónoma, Ingeniería Forestal, Biología,
Economía), se ha desarrollado un estudio exhaustivo de esta fuente, incorporando
la dimensión temporal que permite medir su evolución, a la vez que ha permitido
detectar y proponer mejoras, con el fin de extender su uso entre un mayor número
usuarios, diversificando su campos de acción hacia el estudio del paisaje y la
ordenación del territorio.

3. EL MAPA DE CULTIVOS COMO FUENTE TERRITORIAL: LA


DIFICULTAD DE SU ELABORACIÓN Y LOS LÍMITES EN SU
INTERPRETACIÓN ESPACIAL Y EVOLUTIVA
La fiabilidad y precisión de esta fuente se ve condicionada por tres elementos
clave en su elaboración. En primer lugar, se enfrenta a diversos contextos
insulares, en el que cada isla presenta sus propias particularidades, dificultando la
homogeneización de aspectos a escala regional. En segundo lugar, la realización
de un inventario detallado de un sistema agrícola heterogéneo, detectando
multitud de cultivos, asociaciones, tiempos de cosecha, sucesiones anuales, entre
otros aspectos, complica la recopilación de datos en cada una de las campañas
realizadas. Por último, esta compleja realidad territorial es abstraída a través de
un modelo de datos informatizado que procura simplificarla a través del
reconocimiento espacial de un uso, su reducción a través de un recinto (elemento
vectorial) que lo delimite, y la asignación de una serie de atributos que codifican
las características que precisan ser recogidas sobre éste (tipo de cultivo,
existencia de invernadero o regadío, superficie, etc.). Como resultado, debe
obtenerse un modelo informatizado de una realidad compleja y heterogénea, sin
que la reducción que ha supuesto (abstracción) cometa el error de contrariarla.

Solventar estos tres aspectos ha supuesto la aplicación de un conjunto


significativo de decisiones técnicas a lo largo de cada una de las campañas. La
fuente de información se ha desarrollado en cada contexto insular según las
posibilidades presupuestarias y su diseño ha ido evolucionando con el proceso de
aprendizaje, enriqueciendo su metodología, ajustando sus criterios técnicos y
mejorando sus fuentes base. Con ello, actualmente los trabajos de campo
coinciden con el año agrícola, planificando la recogida de datos en función de los
momentos más óptimos para identificar cada cultivo.

Con resultado, en la actualidad se cuenta con un histórico de diferentes


campañas por islas que se resumen en la siguiente tabla (ver tabla 1) y que, en

1Expte. 27/2014 de contrato menor con título “Redacción del libro Evolución de la agricultura en
Canarias vista desde los mapas de cultivos 2001-2014”.

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síntesis, han permitido dar un nuevo paso en la evolución de esta fuente, al
incorporar la variable temporal.

Tabla 1. Listado de campañas acometidas por isla y año de realización (1998-


2015)
1998
1999
2000
2001
2002

2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013

2014
2015
Isla
EH
GO
LP
TF
GC
FV
LZ
Mapas de entrada Mapas de salida

Fuente: Servicio de planificación de obras y ordenación rural. Dirección general de


agricultura y desarrollo rural. Consejería de agricultura, ganadería, pesca y aguas.
Gobierno de Canarias.

Al disponer de varios Mapas de Cultivos para cada una de las islas, se ha podido
diseñar una serie de mapas de entrada y salida, correspondiéndose con el primer
y último mapa realizado en cada una hasta el momento, lo que ha facilitado la
incorporación de la variable temporal a la interpretación del funcionamiento
territorial de la agricultura en Canarias, permitiendo valorar su evolución reciente
(Febles, et. al., 2016). A todo esto hay que añadir la incorporación de la variable
altitudinal, mediante un modelo digital de elevaciones que ha permitido un análisis
más fino de la relación entre el tipo de cultivo y su franja altitudinal, estudios que
hasta la fecha se realizaban a través de trabajos empíricos de campo en zonas
concretas.

Sin embargo, la realización de este estudio ha permitido evidenciar una serie de


problemáticas que han debido subsanarse para poder realizar el cruce de datos
entre campañas, así como ha evidenciado la necesaria consolidación de un
marco técnico, conceptual y metodológico que facilite su difusión y uso entre un
mayor número de perfiles profesionales, más allá de los requerimientos
meramente administrativos de uso interno para los que fue creada originalmente.

En términos generales, el conjunto de debilidades detectadas se explican por el


tratamiento aislado que ha condicionado cada campaña de trabajo. Los diferentes
Mapa de Cultivos han sido originalmente plateados desde el punto de vista de la
isla en la que se desarrollaba, así como los criterios técnicos y metodológicos
empleados para resolver los requerimientos de información que primaban en cada

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momento, desde el punto de vista administrativo. De este modo, no se había
considerado la posibilidad de que la fuente llegara a entenderse como una serie
continua de datos para el conjunto del archipiélago, lo que supondría su cruce,
desde el punto de vista espacial, para medir evoluciones localizadas en el
territorio, así como su uso con fines más diversos que los planteados
originalmente. Con ello, ante la posibilidad de implementar esta nueva dimensión
en la fuente, los estudios desarrollados en este sentido han evidenciado y
propuesto soluciones a las siguientes debilidades:

En primer lugar nos encontramos con la falta de homogeneidad en las tabas de


atributos de las diferentes islas y campañas.

La evolución que ha condicionado el continuo proceso de mejora de la fuente ha


hecho que la metodología empleada en cada isla y campaña haya variado. Así,
aunque se sostienen una serie de atributos comunes, que se han sostenido a lo
largo de la serie de mapas, existen otros que no se han desarrollado por igual en
cada isla o compaña. Esto ha supuesto la aplicación previa de un proceso de
homogeneización de campos para su posterior procesamiento, limitado por la
existencia de información.

Un ejemplo de ello es la consideración del regadío. Su inclusión en los mapas de


cultivos no se desarrollaría hasta los primeros mapas realizados de Lanzarote y
Fuerteventura, por lo que se carece de este dato en los primeros mapas del resto
de islas.

En segundo lugar, vinculado con lo anterior, se ha evidenciado diferencias en los


criterios de interpretación de los diferentes usos y cultivos entre campañas e islas,
afectando igualmente a la clasificación utilizada para el conjunto de cultivos y
agrupaciones.

Derivado del proceso de aprendizaje citado con anterioridad, los criterios de


elaboración de los diferentes Mapas de Cultivos no son completamente
coincidentes. Por ello, la interpretación realizada de los diferentes elementos del
sistema agrario (cultivos, pastizal y sin cultivo) y, sobre todo, las definiciones
aplicables al resto de superficies, en concreto monte y erial, introducen cierto
margen de error a la hora de identificar e interpretar posibles cambios de uso.

El mayor problema se localizó en la interpretación en los límites entre las


superficies no cultivadas (sin cultivo) y resto de superficies (eriales, monte y
urbano) en las diferentes campañas, sobre todo en categorías cuya definiciones
pueden ser algo difusas, como ejemplo los cambios realizados en los límites entre
el erial y el sin cultivo. En este caso, se procedió a la reclasificación de superficies
a las situaciones más probables y reales. Por ejemplo: la superficie en erial que
pasa en los últimos mapas a Sin Cultivo, posiblemente siempre fue sin cultivo.

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En términos generales, la comparación entre mapas ha evidenciado algunas
combinaciones incongruentes que han requerido de las siguientes
consideraciones:

a) Superficies que pasan de urbano y viales en el mapa de entrada a cultivo en el


mapa de salida, se han considerado como superficie cultivada en los dos mapas
(cultivos que han permanecido).

b) Superficies clasificadas como urbano-viales, erial o monte en el mapa de


entrada que pasan a ser sin cultivo en el mapa de salida, se consideran como un
sin cultivo desde un principio.

Del mismo modo, las clasificaciones realizadas de los cultivos y agrupaciones en


las diferentes islas y campañas han sufrido variaciones que dificultan, en algunos
casos, la comparación. Aunque buena parte de éstas se sostienen, se han
detectado variaciones en la consideración de diferentes cultivos o agrupaciones,
por lo que la comparativa entre campañas puede dar lugar a una falsa
identificación de cambio de cultivo si no se presta la debida atención. Este
aspecto ha sido solventado mediante un análisis detallado de las diferentes
clasificaciones y su relación, obteniendo una propuesta de clasificación de los
tipos de evolución posibles (entradas, salidas, cambios o permanencias en el
sistema agrario).

En tercer lugar, existen una serie de desajustes en la geometría de las distintas


cartografías de cada isla y campaña.

Este hecho se explica por los cambios acaecidos en las fuentes cartográficas
utilizadas como base para la recopilación de datos en campo. Los primeros
mapas (mapas de entrada) fueron construidos mediante la digitalización manual
de recintos inventariados previamente en mapas en papel, a una escala inferior a
la utilizada en la actualidad. En cambio, haciendo uso de las nuevas fuentes que
se han ido publicando a lo largo de este tiempo, los mapas actuales utilizan como
fuente base la versión digital del catastro de rústica, lo que ha permitido realizar
un inventario más minucioso y detallado.

Por esta razón, no existe una coincidencia espacial exacta entre los recintos de
los diferentes mapas de una misma isla, lo que puede llevar a la detección de
falsos cambios de uso en torno a sus perímetros. Por esta razón, se ha realizado
una corrección de aquellos recintos en los que se detectaron cambios de uso que
no resultaban coherentes, con el fin de afinar el estudio de la evolución del
sistema agrario.

Un ejemplo de lo expuesto es la recogida de información sobre cultivos en los


entornos urbanos. En los primeros mapas, dada la calidad de la información
cartográfica disponible, no se pudo identificar con claridad los recintos con
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agricultura en los espacios más urbanizados de las islas. Gracias a la utilización
de una cartografía más detallada, la agricultura “urbana” pudo recogerse en
mapas posteriores con más detalle. Al comparar estos mapas, la información de
cruce da como resultado un aumento no real de la superficie cultivada en estos
entornos (cambios de urbano a cultivo), por lo que se procedió a hacer un ajuste
asimilando la misma superficie en ambos mapas como originalmente cultivada.

Tras 17 años dedicados a la elaboración de Mapas de Cultivos por isla y campaña


de forma relativamente independiente, compartiendo un metodología que ha ido
evolucionado con el tiempo, la implementación de la dimensión temporal en esta
fuente ha facilitado, no solo ampliar sus posibilidades, al permitir el estudio de la
evolución del sistema agrario, sino que, además, ha permitido detectar
debilidades y proponer mejoras que pueden ser aplicadas en los futuros Mapas
de Cultivos de las islas.

Con todo ello, se amplían las capacidades de una fuente clave para entender los
sistemas agrarios insulares, su influencia en los contestos territoriales en los que
se enmarcan y el paisaje al que dan lugar.

4. EL VALOR DEL MAPA DE CULTIVOS COMO FUENTE


FUNDAMENTAL PARA ENTENDER LOS SISTEMAS
AGRARIOS INSULARES
A partir del estudio realizado de esta fuente, la incorporación de la variable
temporal ha enriquecido un conjunto de datos que ya poseía un importante
potencial. Del mismo modo, la detección de debilidades y la propuesta de
soluciones han aportado otro punto positivo que puede condicionar la calidad de
los Mapas de Cultivos que se desarrollen en el futuro.

Teniendo un mayor desarrollo en la publicación derivada del proyecto


anteriormente citado (Febles, et. al., 2016), como síntesis, la adaptación y
homogeneización del conjunto de mapas de entrada y salida de cada isla, así
como su cruce, permiten la medición del siguiente conjunto de variables:

1º Información básica sobre el sistema agrario insular: Entendiendo el sistema


agrario como la suma de la superficie cultivada, sin cultivo y pastizal, es posible
medir el peso territorial de cada uno de sus elementos, en dos periodos
temporales distintos (mapa de entrada y salida), pudiendo cuantificar sus
variaciones. Del mismo modo, es posible diferenciar de esta superficie el
subsistema cultivo (superficie cultivada), pudiéndola distinguir a tres niveles de
agregación (cultivos, agrupaciones y grandes grupos), así como cuantificar su
reparto por cotas altitudinales de 100 metros o por municipios.

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Por otro lado, es posible la distinción de esta superficie por la existencia de
invernadero o la presencia de regadío, estando esta última condicionada por la
existencia de datos en la campaña e isla de la que se ha extraído.

2º Información sobre la dimensión temporal del sistema agrario insular: A partir del
cruce del mapa de entrada y salida de cada isla, y la aplicación de los pertinentes
procesos de ajuste y corrección, se facilita la medición de aspectos vinculados
con la evolución del sistema agrario desde el punto de vista espacial, esto es,
localizar las salidas, entradas, cambios o permanencias en el sistema, así como
su distribución insular, municipal y altitudinal.

Dependiendo de las campañas realizadas en cada isla, el periodo temporal a


considerar varía entre los 6 y 14 años. La explotación de la información ha
permitido extraer un esquema de los cambios en los usos que permiten realizar
una interpretación de su evolución reciente.

Ésta se realiza a través de dos elementos clave, una tabla de doble entrada en la
que la que sintetiza la redistribución de superficies entre los diferentes usos y
cultivos considerados, y una clasificación de la evolución en la que se sintetizan
todos los posibles (ver tabla 2).

Tabla 2. Clasificación de la relación de entradas, salidas y permanencias en el


sistema agrario (SA)
Cultivos o pastizal que pasa a erial o monte
Sin cultivo o monte que pasa a ser erial
Salidas o Sin cultivo o erial que pasa a ser monte
permanencias Superficies afectadas por la urbanización
fuera del SA Permanece el erial
Permanece el monte
Permanece urbanizado
Cultivos activos que pasan a sin cultivo
Cultivos activos que pasan a pastizal
Cambio de cultivo
Permanencia Permanece el sin cultivo
en el SA Permanece el cultivo
Permanece el pastizal
Pastizal que pasa a ser cultivo activo
Sin cultivo que pasa a ser cultivo activo
Entrada en el Superficies de monte o erial que pasan a ser cultivo activo
SA Superficies de monte o erial que pasan a ser pastizal
Fuente: Febles y García, en Febles, Pestana y De La Rosa [coord.] (2016).

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Con todo ello, la fuente resultante permite un análisis, no sólo de cada sistema
agrario insular en dos momentos distintos, sino considerar también su evolución
desde el punto de vista espacial, pudiendo localizar donde se producen las
dinámicas y que cambios condicionan en el modelo insular (ver figura 2).

Figura 2.- Síntesis de la capacidad del Mapa de Cultivos para expresar diferentes
variables del sistema agrario (La Palma)

Fuente: Adaptado de Febles, Pestana y De La Rosa [coord.] (2016).

5. CONCLUSIONES
El ingente trabajo que ha supuesto a la administración pública Canaria
(presupuestario, material y personal) la planificación y gestión de las sucesivas
campañas de inventario de campo y creación de una exhaustiva base de datos
sobre cada sistema agrario insular, convierten al Mapa de Cultivos en una fuente
de información, como se ha constatado, de primera magnitud para los
procedimientos administrativos de la gestión pública, así como para aquellos
procesos de ordenación del territorio y urbanísticos que se desarrollen en un
futuro inmediato.

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En este sentido, su reciente explotación, desde la perspectiva de la evolución en
el tiempo de las superficies agrarias, ha aportado un primer paso en el uso de
esta fuente de forma más profunda, evidenciando el potencial que puede llegar a
desarrollar, no sólo en el estudio del sector agrario de las islas, sino en otros
aspectos como su paisaje o, en la propia ordenación de los usos sobre el
territorio. Así, se considera su uso tanto para la investigación como para su
utilización en la ordenación territorial y, no solo en la gestión puramente sectorial,
sin olvidar el gran papel que tiene como información y material educativo para
conocer el medio rural de Canarias.

El Mapa de Cultivos se ha caracterizado por un continuo proceso de aprendizaje,


en el que la experiencia cotidiana en su desarrollo y aplicación ha permitido
cambios en algunos de sus criterios y métodos, favoreciendo su adaptación a la
constante demanda de información y precisión de la misma.

Todo ello ha requerido de un análisis más exhaustivo de su proceso de creación y


desarrollo (pasado), su utilización actual (presente) y la consideración de
puntuales mejoras ante nuevas campañas (futuro), con el fin de encontrar las
claves que pueden dar respuesta a dichas demandas.

Así, a través del proyecto “La Agricultura Canarias a principios de siglo XXI” se
han proporcionado conocimientos que facilitan el proceso de toma decisiones
sobre la futura adaptación de esta fuente a aquello que pretende medir (un
complejo y heterogéneo sistema agrario en cada una de las isla del archipiélago)
y las respuestas que pretende dar a un creciente número de disyuntivas sobre el
mismo.

En este tiempo el Mapa de Cultivos ha conseguido concretar y afinar un conjunto


de técnicas, conceptos y metodologías que permiten tener una imagen de la
situación agraria de cada una de las islas en momentos concretos, a un nivel de
detalle no conseguido hasta la fecha. Además, se ha abierto un camino de
análisis de resultados en torno a la variable temporal, estableciendo una primera
medición cuantitativa de la dinámica del sistema agrario y subsistema cultivos de
cada ámbito insular y el conjunto de Canarias, realizando aportaciones al debate
sobre el sistema agrario de las islas que evidencien el potencial que puede
desarrollar el Mapa de Cultivos de Canarias.

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VIII Congreso Internacional de Ordenación del Territorio 14


VIII Congreso de Derecho Urbanístico

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