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Imperialismo ecológico: la maldición de capitalismo

Foster y Clark buscan, por un lado, caracterizar lo que llaman imperialismo


ecológico desde una perspectiva ecológico-política y, por otro lado, dan cuenta de
las respuestas opositoras a dicho imperialismo, lo cual se advierte desde el
concepto de deuda ecológica. Así pues, el imperialismo ecológico debe abordarse
desde las diversas maneras en que se presenta, es decir, según la explotación de
los recursos naturales de unos países por parte de otros y sus consecuencias: la
transformación de los ecosistemas de los países explotados, la cantidad de trabajo
y población vinculados a la extracción y transferencia de estos recursos, el
aprovechamiento de las vulnerabilidades ecológicas de algunas sociedades para
obtener mayor control imperialista, la generación y descarga de desechos
ecológicos, etc. Los autores advierten el aporte de Marx desde el concepto de
“escisión metabólica”, el cual permite analizar la relación capitalismo-medio
ambiente y, al mismo tiempo, permite evidenciar las limitaciones de este sistema,
es decir, es una síntesis de todo lo anterior.

La escisión metabólica Marx la explica partiendo del análisis de la acumulación


originaria que desarrolla en el capítulo 24 del primer volumen de El Capital, en el
cual identifica 3 aspectos esenciales que traen consigo una profunda escisión
metabólica: I) la expropiación de tierras utilizando medidas político jurídicas
(cercamiento de linderos, títulos de propiedad, etc.), de manera que ya el
campesino no tenía control sobre sus medios de producción y, por consiguiente: II)
se genera una gran masa de fuerza de trabajo pauperizado que migra a la ciudad,
convirtiéndose en el proletariado industrial, lo cual lleva a que: III) se desarrolle
una gran concentración de la riqueza que se profundiza paulatinamente por la
colonización.

La separación campo-ciudad produce una agudización de la alienación del hombre


con respecto a la naturaleza, entonces se reduce el valor de la tierra a un
determinismo económico. Al mismo tiempo se genera una gran desnutrición en la
tierra puesto que se interrumpe en ciclo de regeneración de la misma, es decir, al
no volver los desechos generados en la ciudad a la tierra, ésta empieza a perder
sus nutrientes. También estos desechos se convierten en basura acumulada en
las ciudades, lo que genera contaminación que trae consigo enfermedades
nuevas.

Marx advierte, pues, que ésta no es la única forma de imperialismo. Analiza la


colonización europea y nota cómo el capitalismo profundiza y expande el
antagonismo entre el hombre y la tierra desde que se da la separación campo-
ciudad. Foster y Clark exponen esta colonización como una forma de imperialismo
ecológico, ya que no solo implicó transformación y muerte para los indígenas, sino
también para sus ecosistemas y especies nativas, por ejemplo. Marx señalaba
que lo que se convertiría en la forma de dependencia económica de las indias
(exportación de café, plátano, caña de azúcar.) por el monocultivo, no se hubiese
podido dar antes de dicha colonización por que no existía esa forma de economía
y, más importante aún, no existían estos productos en la indias.

Dicho de otra manera, la escisión metabólica debe entenderse como la


interrupción de procesos cíclicos naturales, que produce problemas a nivel social y
ecológico. Basta con un ejemplo para comprender mejor su significado. Foster y
Clark retoman el caso de la guerra del guano y del nitrato como expresión de
imperialismo ecológico. Para mayor eficacia del resumen expondré brevemente el
problema y nombrare los efectos sociales y posteriormente los ecológicos que
exponen los autores.

En 1840 el agrónomo Liebig advierte la pérdida de los nutrientes de la tierra, al


año siguiente un científico francés descubre que se pueden extraer grandes
cantidades de nitrato de sodio del guano y el nitrato. Los cuales abundaban en
Perú. Así empieza una gran carrera internacional, especialmente entre Inglaterra y
Norteamérica, por conseguir los fertilizantes para sus suelos. Debido a la gran
demanda del recurso, se genera una gran extracción de guano en el Perú, los
trabajadores tenían que soportar unas condiciones bastante peligrosas para la
salud y, por otra parte, se descubre en 1875 que hay alrededor de 80 mil
trabajadores en condiciones de semiesclavitud. Cuando empieza a escasear el
guano, se descubre una manera más eficaz de extracción: minar los campos de
nitrato, de los cuales se encontraron grandes reservas también en Bolivia. La gran
demanda de nitrato no era solo para fertilizantes, sino que también se usaba en la
fabricación de TNT, lo cual permitió un gran desarrollo de la industria de armas.

Con el auge de estos fertilizantes la clase dominante peruana adquiere gran poder
económico, el cual no se ve reflejado en el desarrollo del país, (a excepción de la
construcción de ferrocarriles.) Por el contrario, se generó una deuda debido a la
especulación hacia el futuro con el recurso. En 1875, tratando de salir de la deuda,
el estado peruano expropió propiedades privadas de inversores británicos y cuatro
años después se produce la guerra del pacífico o del nitrato, en la que Chile pasa
a ser el actor principal (respaldado por Inglaterra), apoderándose de la provincia
boliviana de Atacama (campos de nitrato) y del desierto peruano de Tarapacá
(guano). Así se logró la dependencia del Perú con respecto a Inglaterra y los
ingleses garantizaron el pago de la “deuda” mediante la concesión de las vías de
los ferrocarriles a los inversionistas ingleses.

Antes de esta guerra Chile no contaba casi con estos recursos y los británicos
controlaban solo el 13% de la industria; después de la guerra, gracias la
imposición chilena, pasan a controlar el 43% y más tarde el 70%. Esta guerra es
una clara forma de imperialismo ecológico: se puede ver la dependencia de un
país con respecto a otros, la explotación hasta el agotamiento de recursos
naturales, las crecientes desigualdades sociales de un país, y las desigualdades
internacionales, etc. Al respecto de lo anterior los autores mencionan que en la
actualidad la maldición del nitrato es análoga a la maldición del petróleo, es decir,
la nueva forma de imperialismo ecológico parte fundamentalmente de la
dependencia del petróleo y otras formas de energía y materiales naturales.
En oposición al imperialismo ecológico, empieza a tener una fuerte acogida el
concepto de deuda ecológica: algunos la definen como “la deuda acumulada por
los países industriales del norte respecto a los países del tercer mundo en
términos del saqueo de los recursos, daños ambientales y la ocupación deliberada
de espacios ambientales para depositar desechos tales como gases de
invernadero producidos por los países industriales” (tomado de la p. 10 del
documento resumido). En este sentido, es pertinente preguntarse: ¿quién le debe
a quién?

En la discusión de la deuda ecológica hay dos elementos fundamentales: I) la


destrucción y explotación socio-ecológica que se da en las naciones que están
bajo el dominio del imperialismo ecológico, y II) la apropiación imperialista de los
patrimonios globales y el uso desigual de la capacidad de absorción de estos, la
atmósfera, el océano, etc.

El desarrollo del capitalismo aumenta sistemáticamente el uso de energías fósiles


y de materias primas (que están los países de las “periferias” ya que los recursos
de los países del “centro” son escasos) y por consiguiente aumenta la deuda
ecológica del norte hacia el sur. Los países del norte tienen aproximadamente el
25% de la población mundial y consumen el 75% de los recursos globales. Por
ende, es claro que también estos son los que generan mayor cantidad de
deshechos que generan contaminación y gases de efecto invernadero.

En síntesis, mientras los países del norte acumulan riqueza y poder debido a la
extracción de combustibles fósiles y el uso de mano de obra barata de los países
del sur, esta lógica produce una gran crisis ecológica a nivel planetario por la
cantidad y variedad de desechos arrojados a la atmósfera. Así, la idea de deuda
ecológica analiza diversos problemas ambientales, pero toma la deuda de carbono
como la base más concreta y empírica para el análisis.
Al hacerse evidente que la mayor cantidad de daño ambiental es generada por el
consumo desmedido y la forma de vida de los países del norte, se establece pues
que, históricamente, se ha ido acumulando una deuda ecológica por la huella de
carbono del norte hacia el sur, aunque formalmente por las dinámicas del
capitalismo son los países del sur los que siguen pagando una deuda a los del
norte.

Así, la tarea de los movimientos anti imperialistas es luchar por la restauración de


la naturaleza en términos globales, teniendo en cuenta que estos problemas
amenazan con alterar el metabolismo de la atmósfera y los océanos. Y a su vez
amenaza la vida de la especie humana como se conoce hasta ahora. Se hace
importante, pues, atacar directamente la legitimidad del norte global al respecto de
la acumulación de la riqueza basada en la fuga de energía, recursos naturales,
alimentos, mano de obra barata y recursos financieros que fluyen desde el sur
hacia el norte.

Comentario
El aspecto que más llama mi atención del texto tiene que, nuevamente, con la
manera en que la forma de conceptualizar la realidad condiciona los problemas
que creamos y las soluciones que no resultan posibles. Específicamente, el
concepto de deuda ecológica muestra que no es posible seguir escribiendo la
historia bajo las suposiciones tradicionales en las que no se tienen en cuenta los
vínculos más generales entre las sociedades por un lado, y entre las sociedades
humanas y la naturaleza, por el otro. En pocas palabras, por ejemplo, el concepto
de deuda ecológica muestra lo restringida y falsa que es una visión de la
interacción de las sociedades humanas que no tenga en cuenta los beneficios y
daños ambientales reales producidos por acuerdos que, por otra parte, son vistos
como simples relaciones consensuada entre partes iguales. Bajo esta nueva
perspectiva, es decir, la de la deuda ecólogica (la de los beneficios y daños reales
producidos por el intercambio), tales procesos históricos deben ser redescritos si
queremos entender nuestro presente y las posibilidades que tenemos.

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