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Con el auge de estos fertilizantes la clase dominante peruana adquiere gran poder
económico, el cual no se ve reflejado en el desarrollo del país, (a excepción de la
construcción de ferrocarriles.) Por el contrario, se generó una deuda debido a la
especulación hacia el futuro con el recurso. En 1875, tratando de salir de la deuda,
el estado peruano expropió propiedades privadas de inversores británicos y cuatro
años después se produce la guerra del pacífico o del nitrato, en la que Chile pasa
a ser el actor principal (respaldado por Inglaterra), apoderándose de la provincia
boliviana de Atacama (campos de nitrato) y del desierto peruano de Tarapacá
(guano). Así se logró la dependencia del Perú con respecto a Inglaterra y los
ingleses garantizaron el pago de la “deuda” mediante la concesión de las vías de
los ferrocarriles a los inversionistas ingleses.
Antes de esta guerra Chile no contaba casi con estos recursos y los británicos
controlaban solo el 13% de la industria; después de la guerra, gracias la
imposición chilena, pasan a controlar el 43% y más tarde el 70%. Esta guerra es
una clara forma de imperialismo ecológico: se puede ver la dependencia de un
país con respecto a otros, la explotación hasta el agotamiento de recursos
naturales, las crecientes desigualdades sociales de un país, y las desigualdades
internacionales, etc. Al respecto de lo anterior los autores mencionan que en la
actualidad la maldición del nitrato es análoga a la maldición del petróleo, es decir,
la nueva forma de imperialismo ecológico parte fundamentalmente de la
dependencia del petróleo y otras formas de energía y materiales naturales.
En oposición al imperialismo ecológico, empieza a tener una fuerte acogida el
concepto de deuda ecológica: algunos la definen como “la deuda acumulada por
los países industriales del norte respecto a los países del tercer mundo en
términos del saqueo de los recursos, daños ambientales y la ocupación deliberada
de espacios ambientales para depositar desechos tales como gases de
invernadero producidos por los países industriales” (tomado de la p. 10 del
documento resumido). En este sentido, es pertinente preguntarse: ¿quién le debe
a quién?
En síntesis, mientras los países del norte acumulan riqueza y poder debido a la
extracción de combustibles fósiles y el uso de mano de obra barata de los países
del sur, esta lógica produce una gran crisis ecológica a nivel planetario por la
cantidad y variedad de desechos arrojados a la atmósfera. Así, la idea de deuda
ecológica analiza diversos problemas ambientales, pero toma la deuda de carbono
como la base más concreta y empírica para el análisis.
Al hacerse evidente que la mayor cantidad de daño ambiental es generada por el
consumo desmedido y la forma de vida de los países del norte, se establece pues
que, históricamente, se ha ido acumulando una deuda ecológica por la huella de
carbono del norte hacia el sur, aunque formalmente por las dinámicas del
capitalismo son los países del sur los que siguen pagando una deuda a los del
norte.
Comentario
El aspecto que más llama mi atención del texto tiene que, nuevamente, con la
manera en que la forma de conceptualizar la realidad condiciona los problemas
que creamos y las soluciones que no resultan posibles. Específicamente, el
concepto de deuda ecológica muestra que no es posible seguir escribiendo la
historia bajo las suposiciones tradicionales en las que no se tienen en cuenta los
vínculos más generales entre las sociedades por un lado, y entre las sociedades
humanas y la naturaleza, por el otro. En pocas palabras, por ejemplo, el concepto
de deuda ecológica muestra lo restringida y falsa que es una visión de la
interacción de las sociedades humanas que no tenga en cuenta los beneficios y
daños ambientales reales producidos por acuerdos que, por otra parte, son vistos
como simples relaciones consensuada entre partes iguales. Bajo esta nueva
perspectiva, es decir, la de la deuda ecólogica (la de los beneficios y daños reales
producidos por el intercambio), tales procesos históricos deben ser redescritos si
queremos entender nuestro presente y las posibilidades que tenemos.