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Cmo Convertirse en Un Escritor Muy Bueno PDF
Cmo Convertirse en Un Escritor Muy Bueno PDF
No hay nada que le guste más a un escritor que discutir sobre qué
constituye un buen escrito.
Tres personas leen I Sing the Body Electric (Yo canto al cuerpo eléctrico)
de Walt Whitman.
La tercera persona dice que esta “solo bien”. Lo que le gusta de la poesía
es a lo que Ezra Pound llamó melopeya - el impacto emocional de la
musicalidad del lenguaje. “Capte algo de eso en el poema” dice él. “Pero
no lo suficiente”.
Eso no acabó con las discusiones acerca de lo que constituye una gran
obra dramática. Pero sí le proporcionó a los críticos unos estándares
básicos que guiaran sus argumentos. (Para más información ver la nota
a pie de página).
Pero eso pedía la misma pregunta: ¿Que quiero decir con “bueno”?
Así que usé la respuesta de Aristóteles: para ser bueno tiene que ser
tanto popular como bien considerado por gente con una educación.
1. Think and Grow Rich (Piensa y Hazte Rico, 1937) por Napoleon Hill
(70 millones de copias vendidas)
2. The Common Sense Book of Baby and Child Care (El libro del sentido
común del cuidado de bebés y niños, 1946) por Benjamin Spock (50
millones de copias vendidas)
4. You Can Heal Your Life (Puedes Sanar Tu Vida, 1984) by Louise Hay
(35 millones de copias vendidas)
5. In His Steps: What Would Jesus Do? (En Sus Pasos, ¿Que Haría
Jesús?, 1896) por Charles Sheldon (30 millones de copias vendidas)
6. The Purpose Driven Life (La Vida Con Proposito, 2002) por Rick
Warren (30 millones de copias vendidas)
7. The Late, Great Planet Earth (El Gran Planeta Tierra, 1970) por Hal
Lindsey (28 millones de copias vendidas)
8. Who Moved My Cheese? (¿Quien movió mi queso?, 1998) por
Spencer Johnson (26 millones de copias vendidas)
10. The Happy Hooker (La Prostituta Feliz, 1971) por Xavier Hollander
(20 millones de copias vendidas)
Estos son los más vendidos. Todos ellos cumplen con el estándar de
popularidad. Pero solo unos cuantos (en realidad ninguno) recibieron
algún elogio digno por parte de gente culta.
Si hicieras una segunda lista con los cinco libros más vendidos
aclamados por la crítica, incluiría los siguientes:
2. The Naked Ape (El mono desnudo, 1968) por Desmond Morris (12
millones de copias vendidas)
3. Man's Search for Meaning ( La Búsqueda del Sentido, 1946) por Viktor
Frankl (12 millones de copias vendidas)
4. The Prophet (El Profeta, 1923) por Khalil Gibran (11 millones de copias
vendidas)
5. A Brief History of Time (Una Breve Historia del Tiempo, 1988) por
Stephen Hawking (10 millones de copias vendidas)
Pero por aquel entonces mi criterio sobre qué era lo que constituía un
buen escrito estaba basado únicamente en mis objetivos como escritor.
Como escritor, mi objetivo era el reconocimiento (y sí, los elogios) de
escritores que admiraba. Y los escritores que admiraba eran los
maestros de la expresión y la voz.
Hace varios años tuve una conversación con Bill Bonner. Bill es un gran
escritor. Pero también es el editor del Imperio editorial de boletines con
más éxito del mundo. Hablábamos sobre los escritos que veíamos en
nuestras publicaciones británicas. Estábamos intentando volver a
determinar una definición objetiva porque teníamos que explicar el punto
de vista que compartíamos a nuestros editores y escritores de allí.
Bill pensó que sería una buena idea darles algunos ejemplos de obras
buenas de entre nuestras publicaciones estadounidenses. No tuvimos
ningún problema en ponernos de acuerdo sobre quiénes deberían ser
esos modelos. Eran escritores populares (es decir, que sus boletines se
vendían muy bien y muy fácilmente) y que además siempre producían
ensayos que admirábamos. "¿Qué es lo que admiras de estos
escritores?", le pregunté a Bill.
"Me gustan sus ideas", me dijo. "Eso es lo que más me entusiasma, sus
ideas siempre están bien pensadas y son ingeniosas y útiles. Cuando leo
algo de ellos, lo hago con expectación, porque se que me va a aportar
una inteligencia o una perspectiva nueva que en el futuro me ayudará a
pensar sobre ese tema."
Esa definición me sirvió durante varios años. Pero como la usaba para
enseñar a escritores incipientes a escribir bien, llegué a la conclusión de
que no era suficiente. Algunos de los escritores con los que trabajaba
tenían gran aptitud para desarrollar ideas interesantes y útiles, pero la
manera de expresarlas era densa y enrevesada. Era imposible encontrar
esas buenas ideas a menos que tuvieras el tiempo y el compromiso
necesario para buscarlas en medio de toda la basura verbal que las
rodeaba. Esos escritores tenían la aptitud más importante, pero eran
flojos en el elemento de expresión. Así que añadí la claridad de
expresión como segundo elemento más importante de mi lista.
Date cuenta de que la calidad de expresión que estaba defendiendo era
claridad, no “literariedad”. Cuando era joven, me impresionaba la sutileza
y la “literariedad” de expresión - posiblemente porque yo carecía de esas
aptitudes. Pero ahora, me doy cuenta de que la calidad de expresión
suprema es la claridad, porque hizo las ideas - el más importante de los
cinco elementos de la escritura no ficticia - más accesibles.
Así que ya tenía los dos primeros elementos en orden: la calidad de las
ideas y la claridad de expresión.
Llevo pensando en esos tres casi un año, viendo que papel juegan en las
obras de los escritores con más éxito de mi lista. Y llegué a la conclusión
de que los dos últimos eran igualmente importantes y el primero - la
calidad de expresión - era, al menos a corto plazo, sólo ligeramente
importante.
El escritor ideal deberá tener las cinco características. Deberá ser capaz
de presentar ideas irresistibles tanto emocional como intelectualmente.
Expresarlas de forma clara y con una voz madura. Y respaldarlas con los
datos de la investigación y la evidencia anecdótica necesaria para
persuadir al lector.
Así que el primer paso es encontrar o crear una idea única, que sea
interesante y útil. A veces eso lo consigues simplemente reflexionando
sobre tu propia experiencia. A menudo, sin embargo, tienes que
complementar el pensamiento, leyendo mucho. Tienes que leer las
mejores ideas que puedas encontrar sobre el tema, hasta que se te
ocurra una idea fascinante y aparentemente nueva. Y luego, una vez que
ya se te ocurrió, tienes que pasar varios días escribiendo y pensando en
esa idea para asegurarte de que sea tan buena como parece. (Con
reflexión, muchas ideas aparentemente estupendas se desvanecen en la
mediocridad).
Entonces, una vez que estas seguro de que tu idea es buena, tienes que
reunir un montón de evidencia que la apoye. Esa evidencia puede estar
basada en hechos, pero puede ser también anecdótica. La persuasión es
un tema complicado. Se consigue apelando tanto a la parte lógica del
cerebro como a la analógica. En la medida que sea posible, respalda tus
ideas con historias, así como con hechos. Si dicen que una imagen vale
más que mil palabras, las historias pueden tener el peso de un millar de
hechos.