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Ponencia presentada en el Seminario de reflexión y análisis, en

ocasión de la presentación del libro “Planeta tierra: movimientos


antisistémicos” (Primer Coloquio Internacional In Memoriam
Andrés Aubry)

es un estímulo para quienes suscribimos la Sexta


Declaración de la Selva y seguimos comprometidos/
as con la lucha anticapitalista.
Cuando el Dr. Raymundo Sánchez Barraza me
hizo llegar la invitación de participación en este even-
to, me dejó claro que no se trataba, propiamente, de
Mercedes Olivera comentar el contenido del libro. Sino de vivirlo, sen-
tirlo y reflexionar sobre el significado que tiene para
Movimiento Independiente de Mujeres. nuestra práctica cotidiana y nuestra lucha. Lo leí con
Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas. Integrante de esa intención y, no obstante que estuve presente en el
La Otra Campaña. coloquio, al leerlo recuperé muchos de sus elementos
que se encontraban perdidos en mi desgastada me-
Gracias a Cideci-Unitierra por la invitación a parti- moria. A medida que fui avanzando, fui recordando
cipar en la obertura de este seminario internacional, a Andrés como compañero antropólogo, historiador,
distinción que, confieso, me pone nerviosa. Pero investigador y maestro. Reviví su llegada a México
gracias también a Cideci-Unitierra por la publica- en 1973, recordé nuestro encuentro en la casa de unas
ción del libro “Planeta Tierra: Movimientos anti- religiosas en Tacubaya de donde, por encargo de Don
sistémicos”, que recoge los aportes que eminentes Samuel, lo visité para traerlo a San Cristóbal. Recién
investigadores hicieron durante el Primer Coloquio había llegado de Colombia, en donde su participa-
Internacional In Memoriam Andrés Aubry. Poder ción como agente de la pastoral liberadora en el mo-
leer y releer el contenido de sus ocho secciones vimiento popular cristiano, quizás cercano al MLN

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de Camilo Torres, había despertado los hostigamientos y la persecución mayoría indígenas que, sin duda,
del régimen contrainsurgente de ese país; pero de esa experiencia nunca, habían doblegado mis ortodoxias
hasta donde yo sé, volvió a hablar. revolucionarias.
Don Samuel Ruiz le abrió los brazos, lo invitó a conocer y a trabajar Nos encontramos primero en
con los indígenas de la Diócesis de San Cristóbal, en donde el proyecto los campamentos de refugiados,
de recristianización, concientización y desarrollo comunitario que, con- después, a partir del 94, en la es-
secuente con los postulados de Medellín y Puebla, ya sentaba en la prác- peranza de futuro que nos abrió
tica cotidiana de un ejército de catequistas y agentes de pastoral, bases, el zapatismo con su mandar obe-
posterionnente, de profundos cambios sociales liberadores para los indí- deciendo. Nos abrazamos, nos
genas y no indígenas de Chiapas. reconocimos; pero no hablamos.
Pero la lectura del libro también me hizo recordar nuestras discusio- Coincidimos en los espacios de las
nes, nuestras diferencias de concepciones, yo provenía de una militancia convocatorias del EZLN, en even-
de izquierda ortodoxa y muy crítica tanto del trabajo pastoral, como del tos, foros, proyectos, activismos y
indigenismo oficial y, aunque coincidíamos con Andrés en la necesidad discusiones colectivas; participa-
de revalorar y reconocer la cultura indígena, así como el derecho de los mos en las consultas, redactamos
indígenas a construir sus propias organizaciones y derroteros políticos comunicados de La Otra de Jovel,
—como se planteó en Barbados—, yo no aceptaba que esa posibilidad pero nunca, nunca, hablamos de
se pudiera construir a la sombra de la Iglesia, por muy liberadora que nuestros disensos pasados y acer-
fuera, pues a pesar de lo positivo que resultaba el proceso generalizado camientos presentes.
de concientización que había logrado Don Sami, la diócesis no tenía y no De allí que la lectura del libro
podía tener un proyecto político propio de cambios estructurales, mucho profundizara en mí esta carencia.
menos aliada con los norteños (Política Popular). Tanto los ricos planteamientos
El apasionado rechazo de Andrés a los comunismos y a los feminis- teóricos y políticos que recoge el
mos y mi militancia ortodoxa nos distanciaron, caminamos por más de libro como el repaso por su vida
una década en diferentes tiempos y geografías. Y, cuando a finales de de esperanzas contestatarias, que
los ochenta nos volvimos a encontrar, los dos habíamos cambiado: él, nos hacen Jorge Santiago y Jérom
en su caminar campesino, había conocido de muy adentro a los indíge- Baschet en la última sesión del
nas y, más allá de las instituciones, se había identificado con sus luchas, Coloquio, afloraron en mí los
se había apropiado de sus saberes. Yo llevaba en mi corazón las muer- pendientes que permanecieron
tes y sacrificios, un tanto inútiles, de miles de guatemaltecos/as, en su aprisionados quizás por el temor
a distanciarnos nuevamente. Pero
con la lectura del libro esos faltan-
tes se expresaron en una fuerte ne-
cesidad de dialogar con él; con el
Andrés de botas, chaleco y bufan-
da de seda, formado en el caminar
cotidiano por las realidades histó-
ricas y presentes de las pedagogías
individuales y comunitarias de los
indígenas.
Sentí la urgencia de reconocer-
le a voz en cuello su honestidad,
sus valiosos aportes, sus justas
críticas, su entrega, su incansable
imaginación creadora, su capaci-
dad para ganarse la confianza del

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interlocutor más reacio. Pero tam- intelectuales de otros países y del nuestro. Homenaje que nos congregó
bién sentí, al leer en el mismo li- a muchos indígenas y no indígenas que te conocimos, te apreciamos,
bro “La historia de un desencuen- te reconocemos y, aún sin proponérnoslo, de generación en generación
tro” del sub Marcos, la urgencia mantendremos viva la memoria de tus enseñanzas, tus experiencias y
de hablar muy cercanamente con el ejemplo de tu consecuente y orgullosa práctica zapatista que siempre
el antropólogo Andrés de algo que pone por delante el rojo corazón que en colectivo late.
para él fue siempre difícil aceptar: En su última participación en el coloquio, el Sup Marcos mencionó a
la necesidad de diseñar estrategias los participantes de las siete mesas, te los recuerdo tal como aparecen en
específicas de género para impul- el libro: “Hemos escuchado...luces y destellos que a nosotras, a nosotros
sar la participación de indígenas los zapatistas nos dan aliento y respiro: Esa mezcla explosiva de cono-
y no indígenas, sobre todo de las cimiento hecho sentimiento, con el que nos deslumbró y conmovió John
mujeres, en las luchas populares, Berger; el cuestionamiento lúcido y sin concesiones de Jean Robert; el
en la construcción de la democra- análisis concreto e implacable de Sergio Rodríguez, la serena claridad
cia desde abajo. Necesité hablar- de las reflexiones de Froncoise Houtart; la honesta historia de lo que
le de nuestro feminismo popular pasó y pasará con un movimiento que nosotros no sólo respetamos, tam-
desde abajo, a la izquierda y desde bién admiramos, el MST, contada por el compañero Ricardo Gobrim; el
adentro, así como del ejemplo que pensamiento rico y abarcante de Jorge Alonso, la entusiasta descripción
nos han dado las mujeres zapatis- de Peter Roset; la brillante referencia que Gilberto Valdés hizo de las
tas con su participación en la con- discusiones teóricas que se dan ahora en la Cuba revolucionaria; las
creción del mandar obedeciendo... provechosas provocaciones de Gustavo Esteva, la noble lucidez de Sylvia
Por eso le escribí la carta que aho- Marcos; los avances teórico analíticos de Carlos Aguirre Rojas; las lu-
ra quiero compartirles. ces de largo aliento de lmmanuel Wallerstein y, hace unos momentos, la
sapienza hermana y compañera de Don Pablo y la inquietante ilumina-
Mi querido Andrés: ción que sobre el cinismo capitalista pone Naomi Klein”.
Tal vez me aprovecho de que No quiero cansarte Andrés, repitiendo los aportes de cada uno, fi-
no me puedas contestar por ahora nalmente los tienes en el libro, exceptuando, no sé porqué, el de Carlos
con la misma efusividad de siem- Aguirre. Con las exposiciones nos dimos cuenta de los muchos enfo-
pre, pero quizás pronto tendrás ques que necesitamos construir y desarrollar en la práctica para poder
oportunidad de hacerlo en otros ver nuestra realidad en toda su complejidad. Supimos de las muchas y
cruces de camino. Te escribo esta diferentes luchas que los movimientos antisistémicos realizan. Al paso de
carta como un adelanto de pen- las sesiones, se identificaron desafíos y se hicieron propuestas que, como
dientes que me gustaría conver- dice Jérome Baschet en la introducción, despertaron nuestro anhelo de
sar largamente contigo, sentados futuro. Sólo recojo algunos elementos de las intervenciones para que, con
como otras veces en la mesa de tu aguda perspicacia, nos ayudes a muchos de los que estamos aquí a pro-
tu biblioteca, saboreando una taza fundizar, a fin de reafirmar nuestros análisis para fortalecer en la práctica
del rico café que sabes preparar. nuestros posicionamientos y compromisos políticos como miembros de
Te cuento la novedad de La Otra Campaña.
que ya salió el libro del emoti- Por ejemplo, Andrés, se nos hizo recordar que los análisis y las pro-
vo homenaje colectivo que te puestas políticas que hagamos deben partir siempre de la realidad. La
ofrecieron los compañeros de la teoría de arriba insiste en la primacía de la idea sobre la materia, de la
Comisión Sexta del EZLN, la re- teoría sobre la práctica, de lo individual sobre lo colectivo, de lo estático
vista Contrahistorias y el Cideci- sobre lo cambiante. La teoría de abajo, en cambio, parte de la realidad
Unitierra hace dos años, en el que, material en toda su inabarcable complejidad y prioriza las construcciones
como recordarás, participaron colectivas del conocimiento sobre las individuales, acepta lo efímero de
con sus palabras y experiencias nuestras conclusiones ante los ritmos cada vez más complejos y violentos
antisistémicas muy distinguidos de la dinámica social.

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Como tú lo reclamaste en muchas de tus intervenciones, es importan- Tal vez no hemos sabido expli-
te descolonizar nuestros pensamientos y nuestras lógicas en la construc- carles lo valioso que encontramos
ción del conocimiento para poder valorar, rescatar y respetar las formas su potencial transformador que,
no occidentales del pensamiento y la riqueza de los conocimientos de los como sabemos, es el punto clave
otros, de los indígenas; sin idealismos, pero también sin asistencialismos que nos hermana en las luchas
discriminatorios. Sólo desde posiciones de igualdad, estaremos en posi- concretas, en las pequeñas que
bilidad de construir propuestas colectivas para nuestro caminar conjunto vamos dando cotidianamente en
hacia una vida con justicia y dignidad para todos. nuestro caminar de hormigas y en
Esto significa, como tú lo sabes mi querido Andrés, desechar los las grandes luchas que tendremos
hegemonismos de la cultura occidental que, desde el centro, conscien- que dar contra el sistema con to-
te o inconscientemente, imponemos con frecuencia, directamente o con das nuestras fuerzas unidas.
mediaciones, sobre las periferias. Un ejemplo de esto, que mencionó el Afortunadamente, como dice
sub llamándolo “desencuentro”, sucedió en el 94 cuando un grupo de el sub, se ha iniciado un recono-
feministas que, sin conocer la realidad de las opresiones y las subordina- cimiento mutuo entre las compa-
ciones, llegó a decirles a las mujeres zapatistas lo que debían hacer para ñeras zapatistas y nosotras que
liberarse de los machos, incluyendo al propio sub. devendrá en algo muy otro y que
Esas imposiciones teñidas por un esencialismo supuestamente eman- seguro pondrá a temblar no sólo
cipador y surgidas ideológicamente del liberalismo y de las realidades al sistema patriarcal en su con-
urbanas y provenientes del centro del poder de la geografía nacional, no junto, sino también a quienes es-
coincidían con la valoración que las mujeres tenían de su realidad colec- tamos apenas entendiendo la fuer-
tiva en ese momento como indígenas, campesinas y entusiastas militantes za y poder de esa diferencia... de
zapatistas. Pienso que su propuesta estaba fuera de tiempo y de lugar. Era esa tensión, que simultáneamente
totalmente violento e inoportuno pedirles que confrontaran las discrimina- se convertirá en liga y puente de
ciones y exclusiones provenientes de sus esposos y compañeros —inclu- donde saldrá un nuevo calenda-
yendo al propio sup—, pues aunque sin duda existían y, en parte, existen rio en una nueva geografía... en
aún desigualdades y discriminaciones de género en esos espacios, en ese donde la mujer, en su igualdad
momento forman parte articulada del imaginario cultural legitimado. Su y diferencia, tenga el lugar que
deconstrucción, que además debe ser tarea de ellas mismas, en sus tiem- conquiste en esa lucha, la más
pos, oportunidades y ritmos, no era prioritaria en un momento en donde la pesada, la más compleja y la más
discriminación de clase, étnica y también de género se expresaba en forma continua de todas las luchas anti-
de amenazas y guerra contrainsurgentes de parte del Estado. sistémicas”.
Como dice el sub, tendremos que desalambrar la teoría de arriba par- De cualquier manera, yo
tiendo de la realidad y a través de la práctica. El problema teórico es para quiero explicarte ahora algunas
el zapatismo un problema práctico, la teoría no sólo no debe aislarse de características de nuestro posicio-
la realidad, sino debe buscar en ella los mazos que a veces son necesa- namiento feminista que concibe
rios cuando se encuentra un callejón sin salida conceptual... No debemos al género en forma relacional. La
olvidar que no existen los conocimientos absolutos; las teorías redondas transformación de las relaciones
y acabadas... suelen hacerse añicos con el primer ventarrón de la reali- de género existentes ahora, no sólo
dad. Con la crítica y la honestidad los pensadores de izquierda debemos repercutirá en las mujeres, sino en
cuestionar el alud de evidencias que, con el disfraz de la cientijicidad, todas las relaciones sociales.
sepultan la realidad. —No Andrés, no me calles.
Andrés, el relato de este desencuentro feminista que nos hizo el Sub Déjame hablar, te prometo ser
ha sido muy importante para entender otros desencuentros “incompren- concisa y clara.
sibles” que, posteriormente, hemos tenido las feministas de abajo con las Sí, acepto eso que tú has argu-
compañeras zapatistas, y aún con compañeras/os de La Otra que, como mentado varias veces, el feminis-
tú, no han tenido oportunidad de conocer nuestro otro trabajo feminista. mo surge con el liberalismo. Y por

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eso, como dice Celia Amorós desde producción y el gobierno y las mujeres en la reproducción social y cul-
su pensar eurocentrista, el feminis- tural, al principio sólo era parte de la división sexual del trabajo, pero se
mo busca la subjetivación política, fue convirtiendo en una desigualdad, en la medida en que los hombres
la individuación o la autodetermi- manejaron, decidieron y monopolizaron la economía y las formas de or-
nación de las mujeres, como le lla- ganización y control de la sociedad, es decir, del gobierno, la economía
mamos por acá. Subjetivación que y el poder social.
les ha sido negada a través de los Las mujeres no tenían, y muchas no tienen todavía, posibilidades
diferentes sistemas productivos y de participar en las decisiones de sus comunidades, y menos del país.
organizacionales de la sociedad y Su participación y reconocimiento como miembros de una comunidad
está, según el feminismo radical, estuvo, hasta hace muy poco tiempo, mediada siempre por los hombres y
en contraposición al verticalismo sus poderes, por lo que no podían ejercer su ciudadanía ni su ciudadanía
de los colectivos mixtos, cuyos étnica, plenamente. No se trata de victimizar a las mujeres, ni de pensar
acuerdos, muchas veces tomados que los malos son los hombres, como plantean malévolamente algunos
por las direcciones, se convierten críticos del feminismo; sino de reconocer que, en la dinámica históri-
en imposiciones que impiden a ca de la sociedad, las situaciones, relaciones y posiciones sociales entre
las mujeres vivir su vida en pri- hombres y mujeres, no sólo han sido diferentes, sino han colocado en
mera persona, como dice Marcela desventaja a las mujeres por ser mujeres. Se trata de reconocer que sus
Lagarde. potencialidades han estado subsumidas por las valoraciones sociales, las
Sin embargo, aunque no es- formas de pensar, sentir y actuar que han conformado imaginarios sexis-
tamos de acuerdo con impulsar tas y culturas discriminatorias que funcionan, son asumidas, puestas en
el carácter individualista de los práctica y recreadas de generación en generación, tanto por los hombres
feminismos liberales e ilustrados, como por las mujeres.
no podemos negar que las mujeres Pero además, Andrés, consideramos que las relaciones de género, por
en nuestra sociedad y en las que su transversalidad, forman parte de todas las estructuras sociales sobre
le precedieron han sido discrimi- las que se fincan las desigualdades del sistema mundo capitalista y que es
nadas por el poder sexista de los necesario transformar a través de la práctica revolucionaria. Te digo esto
hombres, gobiernos y el Estado y, Andrés porque en tu posicionamiento político nos dejas muy claro que
por lo tanto, excluidas de las insti- las formas culturales, entre ellas las lenguas, y las estructuras políticas
tuciones públicas. Tanto las leyes, y económicas no son entes separados, sino integrados a la dinámica del
las costumbres, las religiones y
hasta las ideologías revoluciona-
rias que forman parte de los habi-
tus que dinamizan las relaciones
(Bourdieu), han impedido que las
mujeres accedan al poder público
en igualdad, es decir, caminando
parejos hombres y mujeres, como
se dice en los idiomas mayas. Las
mujeres, aún cuando trabajan fue-
ra de la casa, son las responsables
de su funcionamiento, cuidando y
educando a los hijos como si sólo
fueran de ellas y no de los hom-
bres también.
Esta diferenciación de fun-
ciones sociales: los hombres en la

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sus funciones, tienen que actuar con los parámetros
sexistas, verticales y autoritarios establecidos, tienen
que colocarse en competencia con los hombres y de-
mostrar que pueden hacer los trabajos y, con frecuen-
cia, mejor que ellos. Sin embargo, sus salarios son
menores, los tiempos de su trabajo no consideran sus
necesidades específicas, como su obligación de ama-
mantar a sus hijos. Ni les proporcionan guarderías y
otros servicios para alivianar sus responsabilidades
domésticas, que no sólo no desaparecen con la globa-
lización sino se han vuelto más complicadas. El aba-
ratamiento de la fuerza de trabajo en las zonas rurales,
que se produce cuando las mujeres se ven obligadas
a trabajar en situaciones de gran vulnerabilidad, pesa
sobre sus hombros y su salud por las dobles y triples
sistema mundo. Sin embargo, en tus análisis y dis- jornadas de trabajo que tienen que realizar.
cursos, como en los de la mayoría de los intelectua- Así mismo, en la impunidad de las violaciones y
les, las desigualdades de género no aparecen o se les la precariedad de los derechos de las mujeres se unen
da poca importancia. ¿Recuerdas que una vez, en un la injusticia social y la misoginia, cuya violencia ter-
seminario que nos impartiste sobre la Historia de la mina con frecuencia en feminicidios.
Filosofía, alguien te preguntó por qué no incluías el Las reglas subordinadoras e impuestas por las
pensamiento de las filósofas feministas? malas costumbres, como dicen las compañeras de
Las formas y niveles de discriminación de género Codimuj (Coordinación Diocesana de Mujeres), han
han variado con los tiempos y las geografías, pero las dejado a las mujeres sin palabra, pues sólo pueden to-
posiciones de las mujeres en la sociedad siempre han mar algunas decisiones en la vida familiar; pero, aún
estado por debajo de los hombres. Cuando, al pasar ahí, se dan injusticias y desigualdades fuertes como el
de los siglos, las mujeres conquistaron la posibilidad que las vendan los padres a la familia de sus futuros
de participar en algunos espacios que antes estuvie- suegros, que se tengan que casar con el hombre que
ron vedados para ellas, se encontraron que las leyes y ellos decidan, tengan por obligación todos los hijos
normas de las instituciones no tomaban en cuenta su posibles, aunque ellas ya no puedan con la carga fa-
especificidad, al estar construidas sobre parámetros miliar que representan.
(es decir reglas), hechos por los hombres y para los Esto quiere decir que, efectivamente, la cultura,
hombres, como sucedió al excluirlas en el reparto de indígena o no, ha absorbido e impone en forma de
la tierra, y como sucede aún en muchas asambleas prescripciones (mandatos) sociales estereotipadas
comunitarias (no zapatistas), en donde las mujeres ni esas formas ventajosas para los hombres, que hacen
siquiera pueden estar presentes. que las mujeres se subordinen a los privilegios mas-
Es más, muchas mujeres han tenido la oportu- culinos, la mayoría de las veces, sin tener siquiera la
nidad de acceder a puestos con cierto poder, o a in- posibilidad de negociar con ellos. Muchos hombres
corporarse por necesidad a la dinámica del mercado se sienten orgullosos de tener sólo para ellos el poder
laboral, esto representa quizás un avance o un mejo- sobre las mujeres y actúan machistamente, es decir,
ramiento en su situación económica, pero pocas veces excluyéndolas, discriminándolas y violentándolas,
se traduce en posiciones de igualdad con relación a sintiendo que efectivamente son sus dueños. Pero, en
los hombres, porque, para acceder a esos espacios, correspondencia, ellas se objetivizan al aceptar que los
tienen que actuar como hombres. Nosotras decimos tienen que agradar, servir, obedecer, esperar, aguantar
que son mujeres con bigotes, tan largos como los tu- sus malos tratos y las golpizas que les dan, aceptar sin
yos Andrés, pues, para ser aceptadas y tener éxito en chistar que se gasten el poco ingreso familiar en sus

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borracheras y que las abandonen con sus hijos, como todos los trabajadores que necesitaban. A medida que
está sucediendo con muchos hombres que migran. se ha desarrollado la industria y la tecnología, se han
Algunos varones reconocen, como el sub, que a necesitado relativamente menos trabajadores, así que
pesar de los cambios que han promovido en su ser y los jefes de familia van decidiendo tener menos hijos,
en la sociedad, en su caso desde abajo y a la izquierda, porque cada vez cuesta más mantenerlos y educarlos
guardan aún, en lo profundo de sus corazones, ideas en la forma que se necesita para que sean competiti-
y costumbres de superioridad. Es decir, reconocen vos en el trabajo.
que son machistas y que, a veces, hasta sin quererlo, Pero, como de todas maneras hay mucha pobla-
excluyen y discriminan a las mujeres, porque son las- ción, sobre todo en los países pobres, los gobiernos
tres muy difíciles de extirpar. Las subordinaciones de consideran necesario reducir la producción de hijos.
género, como todas las subordinaciones que produce De ahí que el sistema, con sus políticas neoliberales
y/o alimenta el capitalismo, sólo pueden desaparecer patriarcales, como sucede a través del programa de
totalmente con la desaparición el sistema mismo y la Oportunidades, obligue a las mujeres, no a los hom-
construcción de un nuevo mundo. bres, a controlar su fecundidad o a esterilizarse para
Se considera que las relaciones desiguales entre que tengan pocos hijos. Pero, además, con el dinero
hombres y mujeres incluyen o parten de la subordi- que les da a cambio, las madres tienen que educarlos
nación de la sexualidad femenina, es decir, se asume en la forma que ahora el sistema mundial exige: tie-
que debemos estar al servicio sexual de los hombres. nen que cursar por lo menos la primaria para migrar y
“Para eso te casaste, es tu obligación, tenés que encontrar trabajo en los Estados Unidos.
aguantar aunque no te guste”, dicen algunas madres Fíjate Andrés que en la investigación que algu-
cuando sus hijas les piden ayuda. Esto implica, como nas feministas, con las compañeras del Movimiento
dijimos antes, que no podemos decidir libremente Independiente de Mujeres (MIM) y de otras orga-
sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas, no te- nizaciones, estamos realizando sobre los efectos de
nemos posibilidad real de autodeterminarnos, menos las crisis en las mujeres, nos hemos encontrado que
a nivel de las decisiones económicas globales que to- el principal ingreso de muchas familias es lo que re-
man los empresarios y financieros más poderosos del ciben del programa Oportunidades, diseñado por el
mundo de acuerdo a los intereses y funcionamiento Banco Mundial especialmente para América Latina.
patriarcal de la sociedad capitalista. La cultura subor- Lo poco que las madres reciben por cada hijo que va
dinadora de género forma parte y reproduce la do- a la escuela no cambia su existencia, ni resuelve todas
minación, más aún si la legislación está en manos de sus necesidades, pero sí recicla la pobreza y mantiene
los gobiernos de derecha, como sucede en la mayor los precios de la mano de obra en su nivel más bajo.
parte de los estados, incluyendo el de Chiapas, que Basándose en el hambre de los pobres, el sistema
han vuelto a la penalización de los abortos que, como neoliberal controla y desmoviliza políticamente a la
sabemos, anualmente es causa de miles de muertes población con sus apoyos: Una mujer que por años
femeninas. había asistido a nuestros talleres nos dijo: “Ahora soy
Nuestra única función social reconocida ha sido como prostituta del gobierno pues, a cambio del con-
la de tener hijos y educarlos de acuerdo a las cos- trol que tiene de mi vagina, recibo dinero para darle
tumbres, incluyendo las subordinaciones de clase, de comer a mis hijos”. ¿Esto tiene algo que ver con la
etnia, género y otras que ­reproducimos al socializar- subordinación y el carácter patriarcal del sistema?
los, proceso en el que la escuela y los medios masi- Por otro lado, Andrés, la crisis financiera que
vos de comunicación intervienen en forma especial. explotó el año pasado está atentando contra la vida
Al tener hijos, hemos producido, como obligación familiar de mucha gente y especialmente de los cam-
aceptada al casarnos, la fuerza de trabajo en la can- pesinos, y debilitando al extremo la vida comunita-
tidad y calidad que los sistemas han necesitado para ria de los indígenas, pues la desestructuración de la
reproducirse. Primero se necesitaron muchos hijos economía campesina (privatización de la tierra, bajos
para que los patrones, dueños de la tierra, tuvieran precios para los productos, altos precios de consumo)

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ha generalizado la extrema pobreza (más del 80 por hemos desarrollado en Chiapas feministas de La Otra
ciento) en las zonas rurales. Especialmente, en Los Campaña de Jovel. No separamos la lucha por la igual-
Altos, El Norte, La Fronteriza y La Sierra de Chiapas, dad de género de las luchas contra otras desigualdades:
nos encontramos que muchos hombres han migrado la económica y la étnica principalmente. No podría ser
y las mujeres apenas alcanzan a darles a sus hijos una de otra manera, la realidad nos lo impone.
comida al día y, a veces, sólo dos tortillas acompaña- Poco a poco, las mujeres con las que trabajamos,
das, si acaso, con lo que llaman verdura salvaje, que que desafortunadamente no son muchas, han descu-
son las hojas tiernas de algunos árboles que la terri- bierto que los cambios tienen que darse desde abajo,
ble sequía de este año ha respetado. También, mu- involucrando tanto a hombres como a mujeres. Han
chas mujeres indígenas jóvenes y madres solas han ido descubriendo que el ejercicio de su derecho a de-
salido a buscar trabajo, y lo que encuentran es infor- cidir implica tener información y hacer el análisis de
mal, inseguro y con muy bajos salarios. Las sirvientas las causas de sus problemas. Ya lo reconocen algunas
indígenas y las empleadas abundan en las ciudades, como un camino que les da poder para reclamar una
trabajando, a veces, sólo por la comida. Otras se han vida digna, a través de la negociación en sus casas
refugiado en la prostitución, pero muchas más se han y comunidades, exigiendo al Estado el cumplimiento
hecho cargo de la parcela familiar. Ellas dicen ya no de sus obligaciones o bien integrándose a una lucha
padezco la subordinación a mi marido: ahora soy de resistencia, como sucede con la luz, las minas y el
hombre y mujer en la casa. rechazo a la militarización y paramilitarización de sus
En muchas regiones, nos encontramos que el territorios.
endeudamiento ha proliferado, se trata de redes Es importante, Andrés, decirte que también, al
de polleros, tenderos y prestamistas ligadas a los lado de nuestra práctica feminista, vamos intentando
bancos y a las empresas, que les cobran a las y los algunos análisis teóricos. Junto con Gisela Espinosa
campesinos hasta 600 y 800 por ciento de intereses. Damián, investigadora de la UAM Xochimilco, al
Muchos hombres migran a Cancún para pagar los analizar la crisis que hoy se vive en Chiapas, encon-
intereses y poder volver a endeudarse. Por la crisis, tramos, como varios de los investigadores que escri-
ahora el dinero de los préstamos fluye de aquí hacia ben en tu libro homenaje, que no se trata sólo de una
Estados Unidos, a fin de que los migrantes resistan crisis financiera, sino de una profunda crisis de la vía
hasta encontrar ocupación. El trabajo servil también civilizatoria adoptada por occidente que, fincada en
ha proliferado nuevamente en el campo. Muchos de la vía instrumental capitalista, no sólo ha puesto el
los patrones que tienen ahora sólo entre 20 y 30 hec- trabajo social al servicio de la ganancia, sino ha ge-
táreas de pasto y cafetales, sobre todo en el norte de nerado una crisis total: ambiental, productiva, social,
Chiapas, contratan peones que sobreviven en peque- energética y financiera.
ñas parcelas de su territorio recibiendo, a cambio, el Planteamos que, si queremos remontar esta crisis
trabajo gratuito de la familia y el servicio doméstico y construir nuevas alternativas de existencia, es pre-
y sexual de las mujeres. ciso revalorar formas de vida y de pensamiento que,
No sigo, Andrés, porque además tendría que con- pese a siglos de modernización, sobreviven en las zo-
tarte de la violencia, de los despojos, que la militari- nas indígenas y rurales, que han sido conservadas y
zación y la narcomilitarización, en muchas regiones, recreadas especialmente por las mujeres, tanto en los
junto con la migración, se han vuelto las únicas alter- espacios del trabajo doméstico como en la pequeña
nativas de trabajo para los jóvenes. Ya conocerás los producción para el consumo familiar (feminización
resultados de nuestra investigación. de la agricultura). Lo importante es que esos espacios
Pero dos cosas quería decirte cuando empecé a mantienen una racionalidad que privilegia el bienes-
enumerar lo que de por sí ya sabes: la última crisis tar sobre la ganancia; el valor de uso, sobre el merca-
se ha sobrepuesto a la crisis permanente que pade- do; las satisfacciones de las necesidades primarias de
cen los pobres del campo. Quería hablarte, y se me va la familia, sobre el consumismo; que no convierte en
quedando entre líneas, del feminismo, muy otro, que capital los recursos naturales y que aún construye y

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respeta, en cierta forma, los valores colectivos, sobre aunque no se identifican como feministas, están ca-
los individuales. minando a grandes pasos hacia la igualdad de géne-
Pensamos con Gisela que todos estos elementos, ro. Después del Coloquio que se realizó para ti hace
fragmentarios o en jirones, constituyen el germen in- dos años, estuvimos en La Garrucha en el Encuentro
acabado, pero vivo, de un proyecto civilizatorio alter- de las Zapatistas con las Mujeres del Mundo. Fue un
nativo que encuentra en las mujeres a sus principales encuentro especial organizado por ellas, tanto en sus
depositarias. La búsqueda de alternativas obliga a vi- contenidos como en su logística. Durante tres días,
sibilizar su aporte, pero también a reconocer que la oímos de boca de mujeres de base, dirigentas y com-
lógica del bienestar ha tenido un alto costo para ellas, batientes zapatistas, la forma en que se han organi-
precisamente por su posición desventajosa y subordi- zado como mujeres y están participando, podríamos
nada ante el Estado, la sociedad y sus propias familias decir que masivamente, en las estructuras de gobier-
y comunidades. no, de justicia, de educación, de salud y de defensa
Por lo tanto, sabemos que recuperar esa raciona- en sus municipios y estructuras regionales. Fueron
lidad para enfrentar las crisis implica modificar las
inequidades de género en cada espacio y en todas
las relaciones sociales, desde abajo y a la izquierda,
como dice Sylvia Marcos, retomando el pensamiento
zapatista. Pero también desde adentro, agregamos no-
sotras, es decir, desde nuestros cuerpos, nuestros co-
razones y nuestras mentalidades, en donde hombres y
mujeres llevamos incrustados, de una u otra manera,
los parámetros patriarcales de la sociedad occidental.
Partiendo de lo anterior, y en un sentido prácti-
co, para fomentar las posibilidades y los anhelos de
un cambio social profundo, nos planteamos trabajar
ya no sólo en la toma de conciencia de las mujeres
sobre las causas y violencias de su situación jodida
y subordinada; sino también impulsando la revalora-
ción del sentido colectivo en el trabajo doméstico, e
impulsando la pequeña producción para el consumo
familiar, con técnicas de jardinería, para aminorar la
dependencia del mercado. Así mismo, la lucha para
preservar los recursos naturales, la tierra y el territo-
rio, además de fortalecer las identidades colectivas,
puede albergar gérmenes para la movilización de las
mujeres y sus familias hacia la construcción de un sis-
tema alternativo al capitalismo patriarcal.
Concebimos esos espacios femeninos como un
germen favorable a la lucha anticapitalista, ésa que
bien sabemos es necesaria para terminar con el capi-
talismo que, a pesar de sus crisis, no se transformará
por sí mismo.
Andrés, esta carta, por su tamaño, se va volviendo
periódico, sin embargo, no quiero terminar sin com-
partirte algo que me ha hecho vibrar mi feminismo
desde lo más profundo: las compañeras/os zapatistas,

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evidentes las diferencias en el nivel de avance que dentro del proyecto político zapatista, su participa-
han alcanzado en cada Caracol. De cualquier forma, ción como un derecho y una obligación colectivos.
es sorprendente lo que han alcanzado en tan poco Para lo que, seguramente, ha sido necesario un proce-
tiempo, comparando con los años que nosotras lleva- so de decolonización de su pensamiento y de su vida
mos trabajando en las comunidades del Norte y de los a través de la misma práctica. Eliminando los miedos
Altos de Chiapas. originados en las impotencias aprendidas, en el ser-
Es indudable que la causa fundamental, o al me- vilismo voluntario y en la dependencia vital impues-
nos una de las principales, es que su trabajo se reali- tos por las diversas dominaciones de género, clase y
za dentro de un proyecto político incluyente y que, etnia desde el poder colonial y del Estado nacional.
por lo tanto, no sólo han avanzado las mujeres hacia Partiendo de esta experiencia en proceso, podemos
la igualdad de poderes y posibilidades de decisión, pensar que la subjetivación de las mujeres no está,
sino también los hombres. Esto implica que el reco- necesariamente, en contradicción irreductible con lo
nocimiento de la poca participación de las mujeres en comunitario y colectivo, como plantea desde su cen-
los órganos de gobierno, producción, justicia y edu- tralidad el feminismo hegemónico.
cación que, como recordarás, conocimos a través del Andrés, dejo pendientes reflexiones para otra
Sub hace varios años, cuando nos dieron a conocer ocasión. Sé que pacientemente me estás esperando,
la Sexta Declaración de la Selva, llevó a impulsar en junto con Angélica, en algún final de camino de esta
la práctica la participación de las mujeres para lograr vida/muerte para responder, desde tu sabiduría, mis
hacer realidad la democracia desde abajo y a la iz- atrevimientos. No te detengas querido Andrés, con
quierda. Desde luego, esto no quiere decir, como las ello seguirás fortaleciendo nuestras luchas.
mismas compañeras zapatistas lo reconocieron en
esa ocasión, que ya todo marche parejo. Todavía hay San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, diciembre de
muchas mujeres, sobre todo entre las mayores, que 2009. 
tienen resistencias para su plena
participación. Aún falta lo que la
falta, diría el Sub.
Es importante añadir que la
experiencia de las compañeras/os
zapatistas en la construcción de
la igualdad y la democracia desde
abajo, ha logrado demostrar algo
que, desde la teoría feminista,
parecía imposible de realización:
que las autodeterminaciones per-
sonales pueden irse construyendo
en los espacios colectivos y comu-
nitarios, con la condición de que
exista un proyecto político que, en
la práctica, permita que las muje-
res tengan iguales posibilidades
que los hombres de tomar parte en
las decisiones colectivas.­
Esto implica no solamente
la existencia de esos espacios de
participación, sino que las mujeres
hayan asumido profundamente,

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