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En primer lugar, los criterios de oportunidad se aplican antes de iniciar formalmente la

persecución penal o, una vez iniciada, en sus etapas iniciales. Ello implica una gran ventaja
para la administración de justicia penal, pues evita la utilización ineficiente de recursos
siempre escasos. De este modo, los casos que no requieren solución alguna (supuesto de la
retribución «natural»), o los casos que tienen otra solución posible (reparación) fuera de la
justicia penal son descartados rápidamente por el sistema, y le permiten orientar su actividad
y sus recursos a aquellos casos que efectivamente deben ser atendidos. La rápida resolución
del caso también beneficia al autor, que no se debe someter a un procedimiento para esperar
la decisión del caso.

La segunda característica que se debe destacar de la manera en que se ha implementado el


principio de oportunidad se vincula con el hecho de que se atiende los intereses de la víctima.
Ello pues en los dos últimos supuestos previstos en el artículo 2, que serán los supuestos de
aplicación más usuales, se obliga, cuando existe una víctima que ha soportado un daño, a que
el autor repare ese daño o a que llegue a un acuerdo con la víctima en ese sentido. Este
mecanismo, entonces, permite excluir el tratamiento penal del caso y, al mismo tiempo,
atender los intereses de la víctima.

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