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m era com o a la inversa a las com prom etidas se les antoja la o b ra au
tó n o m a q u e ya desde el p rim er día pertenece a los sem inarios en que
irrem ediablem ente term in a. El am enazante vértice de la antítesis re
cuerda hasta qué p u n to es problem ática hoy en día la cuestión del arte.
C ada u n a de las dos alternativas se niega a sí m ism a al m ism o tiem po
q u e a la otra: el arte co m p ro m etid o p o rq u e, necesariam ente separado
d e la realidad en cu anto arte, niega la diferencia co n respecto a ésta;
la de Vartp o u r V artp o rq u e con su absolutización niega tam bién aque
lla indisoluble relación con la realidad que la autonom ización del arte
frente a lo real co n tien e com o su a priori polém ico. La tensión de la
q u e el arte ha vivido hasta tiem pos m uy recientes se desvanece entre
estos dos polos.
E n tre ta n to , sobre la o m n ip o ten cia de la alternativa la m ism a lite
ratu ra co n tem p o rán ea despierta dudas. Esta no está todavía tan com
p letam en te sojuzgada p o r el curso del m u n d o com o para prestarse a
la creación d e frentes. N o se p u ed en separar los carneros de Sartre y
las ovejas de Valéry. El com prom iso com o tal, au n q u e sea en sentido
político, sigue siendo políticam ente am biguo en la m ed id a en que no
se reduce a una p ro p ag an d a cuya com placiente form a se burla de todo
com prom iso del sujeto. Pero lo contrario, lo q u e en el catálogo sovié
tico de los vicios se llam a form alism o, es co m b atid o no solam ente p o r
los funcionarios de allí ni tam poco solam ente p o r el existencialism o
libertario: incluso los vanguardistas reprochan fácilm ente a los llam a
dos textos abstractos falta de acerbidad, de agresividad social. A la in
versa, Sartre tiene en la más alta estim a el Guernica; en m úsica y p in
tu ra no sería difícil acusarle de sim patías form alistas. Su concepto de
com prom iso lo reserva para la literatura en razón de su esencia co n
ceptual: «El esc rito r... tiene que ver con significados»1. Sin duda, pero
no sólo. Si ninguna palabra introducida en un poem a se desprende com
p letam ente de los significados que pose en el habla com unicativa, en
n in g u n a sin em bargo, ni siquiera en la novela tradicional, este signi
ficado sigue siendo sin cam bios el m ism o q u e la palabra tenía fuera.
Ya el sim ple «fue» en u na narración de algo q u e no fue cobra u n a nue
va cualidad form al p o r el hecho de que no fue. Esto persiste en los es-
1 Jean-Paul Sartre, Wat ist Literatura Em Essay, traducción al alemán de Hans Georg Bren
ner, Hamhurgo, I958i p* 10 [ed. esp.: ¿Qué es la literatura?, Buenos Aires, Losada, 1969,
p. 4 5 ].
* Se refiere al 13 de agosto de 1961, fecha del levantamiento del Muro de Berlín. |N*
del T.J
del «Q uien no está conm igo está co n tra mí» cristiano, pero sin el co n
tenido teológico concreto* Todo lo que queda de éste es la autoridad
abstracta de la elección im puesta, sin tener en cuenta que la m ism a p o
sibilidad de éste d epende de aquello p o r elegir. La form a prediseñada
de la alternativa con que Sartre quiere p ro b ar la im posibilidad de p er
der la libertad anula a ésta. D e n tro de lo realm ente pred eterm in ad o ,
degenera en afirm ación vacía: H erbert M arcuse ha llam ado p o r su n o m
bre al absurdo del filosofem a de que uno puede in terio rm en te aceptar
o rechazar el m artirio. Pero precisam ente eso es lo que se supone que
resulta de las situaciones dram áticas de Sarte. Por eso funcionan tan
m al com o m odelos de su p ro p io existencíalism o, porque, en h o n o r a
la verdad, co n tien en en sí to d o el m u n d o adm inistrado que aquél ig
nora; lo que enseñan es la falta de libertad. Su teatro de ideas sabotea
aquello para lo q ue inventó las categorías* Pero eso no es u n defecto
individual de sus obras. Arte no significa ap u n tar alternativas, sino, m e
d ian te nada m ás q ue su form a, resistirse al curso del m u n d o que co n
tin u a p o n ien d o a los hom bres una pistola en el pecho* Pero en c u a n
to las obras de arte co m p ro m etidas p ro p o n e n decisiones y las elevan a
su criterio, éstas se hacen intercam biables* C o m o consecuencia de esa
am bigüedad, Sartre ha declarado m uy ab iertam en te q u e de la litera
tura no esperaba n in g ú n cam bio real del m u n d o ; su escepticism o tes
tim o n ia cam bios históricos en la sociedad tan to com o en la función
práctica de la literatura desde Voltaire* El com prom iso se desliza al te
rreno de la o p in ió n del escritor, conform e al extrem o subjetivism o de
la filosofía de Sartre, en la que, pese a rodo el m aterialism o soterrado,
resuena la especulación alem ana. Para él la obra de arte se convierte
en apelación a los sujetos, p o rque no es nada más que una m anifesta
ción del sujeto, de su decisión o de su indecisión. El no quiere a d m i
tir que el m ism o arran q u e de to d a obra de arte confronta tam bién al
escritor, p o r libre que sea él, con exigencias objetivas de su co n stru c
ción. Frente a éstas la in tención de aquél queda rebajada a m ero m o
m ento. Por eso no es convincente la p reg u n ta de Sartre «¿Por qué es
cribir?» ni su rem isión a una «elección más profunda», porque para lo
escrito, para el p ro d u cto literario, las m otivaciones del a u to r son irre
levantes* Sartre no está lejos de esto en la m edida en que estim a que
el nivel de las obras, com o ya sabía H egel, se eleva cu an to m enos li
gadas están a la persona que las produce* C uando con term inología
d u rk h eim ian a llam a a la o b ra literaria un f a i t socialt está involuntaria-
ca económ ica p o r prim itiva que sea. A lo cual corresponde en. el lado
opuesto u n a in g en u id ad política q u e a aquellos a los que B recht com
bate sólo les p ro d u ciría la m ueca de quienes nada ten d rían que tem er
de enem igos tan bobos; p o d rían estar tan co n ten to s con B recht com o
lo están con la m o rib u n d a Juana en la sum am ente im presionante es
cena final de su obra. P or más generosa que sea la in terp retació n de lo
poéticam ente verosímil, que u n com ité de huelga respaldado por el p ar
tido encom iende a alguien no perten ecien te a la organización u n a ta
rea decisiva es tan im pensable com o que el fracaso de ese individuo
acarree el d e toda la huelga. —La com edia sobre La resistible ascensión
del gran dictador A rturo Ui saca con crudeza y precisión a la luz lo su b
jetivam ente inane e ilusorio del líder fascista. Sin em bargo, el des
m o n taje del líder, com o el de todos los individuos en B recht, se p ro
longa en la constricción d e los contextos sociales y económ icos en los
que actúa el dictador. En lugar de u n a conspiración de dignatarios m uy
poderosos, lo que aparece es una ton torro na organización de gangs
ters, el tru st de la coliflor. Se escam otea el verdadero h o rro r del fas
cism o; éste ya no es el fru to de la co n cen tració n de p o d er social, sino
del azar, com o los accidentes y los crím enes. Así lo decreta la m eta de
la agitación; el op o n en te debe ser em pequeñecido, y eso favorece la fal
sa política, lo m ism o en la literatura q u e en la práctica antes de 1933-
C o n trariam en te a toda dialéctica, la ridiculez a la q u e Ui se entrega no
afecta al fascismo, el cual hacía décadas q u e había sido exactam ente
predicho p o r Jack L o n d o n . El escritor antiideológico prepara la de
gradación de su p ro p ia teoría en ideología. La afirm ación tácitam en
te aceptada de q ue p o r su lado el m u n d o ha dejado de ser antagonis
ta se co m p lem en ta con las brom as sobre to d o lo que desm iente la
teodicea de la situación actual. N o es que, p o r respeto a la grandeza
de la historia universal, estaría p ro h ib id o reírse del p in to r de brocha
gorda, p o r más que el térm in o p in to r de brocha gorda especula desa
gradablem ente con la consciencia burguesa de clase. Y el grem io que
escenificaba la tom a del p o d er era ciertam ente u n a banda. Pero tal afi
nidad electiva no es extraterritorial, sino que está enraizada en la m is
ma sociedad. Lo cóm ico del fascismo, tam bién registrado p o r la pelí
cula de C h ap lin , es p o r tan to al m ism o tiem p o , in m ed iatam en te, el
m áxim o horror. Si éste se escam otea, si se brom ea con los m iserables
explotadores de los verduleros cuando de lo que se trata es de posiciones
económ icas clave, entonces el ataque yerra el tiro. E l gran dictador pier-
4 Sartre, Was ist Literatura, loe. cit,t p. 41 [ed. esp. cit., p> S3]*
* Grigori Evseevich Zinoviev (1883-1936) y Nikolai Ivanovich Bujarin (1888-1938);
líderes de diferentes alas del bolchevismo en las que Stalin fue alternativamente apo
yándose primero para llegar y luego para mantenerse en el poder. Junto a otros muchos
camaradas, ambos fueron condenados y ejecucados por traición en el llamado Proceso
de Moscú (1935-1938). [N. del T.]
** Ralmondo, príncipe de Montecuccoli (1 609-1 680): hombre de armas italiano, tam
bién conocido como teórico del arte militar. [N. del T.]
* Ed. esp*: Muertos sin sepultura, en Same: loe. cit,t p* 238. [N. del T*]
** Hans Magnus Enzensberger (1929): periodista* poeta lírico y ensayista alemán. Miem
bro junto con entre otros Heinrich Boll o Günther Grass del «Grupo 47», la de En-
zensberger ha sido una de las voces más criticas con el conformismo cultural y moral
de la Alemania del «milagro económico». Premio Príncipe de Asturias 2002 de Comu
nicación y Humanidades. [N. del T.]
6 «Es bien sabido que el arre puro y el arre vacío son una misma cosa y que el purismo
esférico no fue más que una brillante maniobra defensiva de los burgueses en el siglo
pasado, los cuales preferían verse denunciados como filisteos que como explotadores»
Loe. cit,, p. 20 [ed. esp. cit., p. $6].
Cfr. Jean-Paul SARTRR, L ’e xistencialisme est u n hum anism e, París, 1946, p. 105*