IDENTIDAD, CIUDADANIA Y COMUNIDAD POLITICA:
ZQUE ES UN SUJETO POLITICO?
Etienne Tassin*
El siglo XX concluye con un resurgimiento, mas o menos violen-
tamente expresado, de las afirmaciones identitarias. Este reviste dos as-
pectos espectaculares, que son s6lo en apariencia opuestos, en tanto pro-
vvienen de la misma légica comunitaria : en primer término la afirmacién
de un derecho a la diferencia, que no es la reivindicacién de un respeto
de la singularidad de cada sujeto sino aquella del recorocimiento de
idades culturales comunitarias elevadas en principio de identifica-
ci6n para los individuos; en segundo término la afirmacién de una sobe-
rania nacional, que asimila la promocién cultural de una comunidad na-
cional con la libertad politica de los pueblos a disponer de ellos mismos.
La ideologia nacionalista no es més que la expresiOn supuestamente
“politica” de un comunitarismo cultural radical, enarbolado a la dimen-
sign del Estado, La misma descansa sobre lo que un autor ha titulado
recientemente [a ilusion de identidad. La suposicién de cue a una pre-
tendida “ identidad cultural” corresponde necesariamente una “* identi-
dad politica”, es en realidad tan ilusoria como la anterior”. Esta ilusién
se propaga peligrosamente hoy en dia, no s6lo en forma mortal en los
conflictos que conocen los paises del Céucaso, los Balcanes, la regién
de los Grandes Lagos afticanos, o en sus variantes integristas, el
subcontinente Indio, el Medio Oriente o Algeria, sino también en el seno
de las democracias europeas o americanas de tradicién republicana. Ea
estas iltimas se conjuga una “politica de integracién” con una “politica
de exclusién”, ya que es en nombre de la presupuesta identidad cultural
de la nacién, que un cierto nimero de individuos o de comunidades se
‘encuentran excluidos del cuerpo politico, privados de ciudadania y
carentes del reconocimiento social que cada tno tiene derecho a esperar
‘en una repiiblica democratica. La ilusidn de identidad es sn duda lo que
vuelve al comunitarismo radical extrafio a toda comprensién
‘auténticamente politica de un espacio publico de ciudadania. Y es tam-
bign ella la que hace del nacionalismo radical erigido en pelitica, el prin-
cipal obstéculo al funcionamiento auténticamente republicano de una
* Traducido por Rocio trala. UBA.
"Jean Franeots Bayart, fusion Idenatcaire, Paris, Fayard, 1996. p9
49Frororas oe us cusananta
democracia,
Sin siquiera evocar el caso de los trabajadores clandestinos
sisteméticamente privados de los derechos iummanos mis fundamenta-
les, desde el momento en que no se les reconoce su ciudadania ( como
el derecho a cuidados de la.asistencia piblica), sélo hace falta observar,
en la mayoria de las democracias, como la privacién de derechos politi-
cos (comprendidos aquellos a nivel local) que golpea a los extranjeros
residentes, tratados como si no fueran miembros activos de la vida co-
lectiva, 10s expone al riesgo de ser igualmente despojados de los dere-
chos sociales. Al no ser “ciudadano” francés, por ejemplo (es decir de
set “nacionales” franceses), los trabajadores emigrados regulares (quie~
nes por otro lado pagan los impuestos igual que los “franceses”) son
cada vez més reprochados de beneficiarse de derechos de proteccién
social ligados a sus actividades ( subsidio familiar, derecho al aloja-
miento o al Salario Minimo de Insercién en Francia, etc.).
La suerte reservada a los residentes extranjeros en estos paises
democréticos, revela hasta que punto la asimilacién o la congruencia de
una identidad cultural con una supuesta identidad politica constituye un
doble error, tanto respecto de la identidad cultural como respecto de la
accién ciudadana; respecto de las presupuestas comunidades particula-
res en el seno de las cuales los individuos pueden identificarse, como
respecto del espacio piblico en el seno del cual ellos pueden , por sus
acciones y sus palabras, hacer prevalecer sus exigencias de un reconoci-
‘miento de los, derechos y participar en las responsabilidades publicas,
Para estos residentes, la alternativa es en efecto simple: o renunciar a la
comunidad de pertenencia original y a la identidad cultural que los es-
tructura en beneficio de una integracién en el cuerpo de ciudadanos; 0
renunciar a la actividad ciudadana y a los derechos politicos que la cali-
fican, en beneficio de la preservacion de su identidad cultural. La prime-
ra soluci6n se paga al precio de la identidad: Ia integracién politica es la
inversa de una alienacién cultural; la segunda al precio de la ciudadania:
la preservacién de la identidad cultural y de la comunidad de pertenen-
cia es el contrario de una alienacién politica. En un movimiento perver-
so, la afirmacién de la identidad nacional en Ja que se basa esta politica
de exclusién, viene asi a mantener sino a desarrollar una estrategia de
repliegue o de encierro de Ia identidad, centrada en los valores cultura~
les y confesionales y profiindamente ciega u hostil a las virtudes y a las
cexigencias de un espacio piiblico democritico. Las estrategias de identi-
ficacién culturales comunitarias pueden aparecer como una réplica de
50.
Eno Tass
ee
las comunidades particulares a la identificacién nacionalista del pueblo
y el Estado, emprendido por el Estado-nacién. El integrismo politics
alimenta el integrismo comunitarista ya que éste no es més que su eleva
cién a una potencia superior, la del Estado, concebide como la exacia
expresién de une pretendida entidad cultural que presenta como su con.
dicién, pero que erige en motivo de su accién politica,
1
__ Deconstruir esta asimilacién evidente entre una identidad cultural
nacional y una identidad politica estatal, es sin duda una de las priotida-
des de una filosofia de la ciudadania. Lo que no viene a ser sustituir la
amalgama de una pretendida identided cultural y de una supuesta iden-
tidad politica por su simple oposicién, sino de reconocer al menos tres
cosas: en primer lugar, que aquello que en el orden politico se opone a la
identidad comunitaria 0 cultural, no es una identidad politica, sino una
actividad ciudadana; en segundo lugar, que esa actividad, atin si tiene
por condicién una pertenencia comunitaria, no apunta como fin sélo a
Ja promocién de una identidad cultural, confesional o nacional: ala iden-
{iftcacién cultural se opone la subjetivacién politica que hace coincidir
la accién politica y las relaciones conflictuales que la atraviesan con la
exposicién de la singularidad de los individuos; y, ea fin, que ésta
subjetivacién politica exige para desplegarse un espacio publica de cit~
dadania que se opone a toda logica comunitarista y que se normativiza
sobre principios ético - juridicos irreductibles a simples valores cultura.
les. Debemos estar atentos ano confundir la identidad de un individuo
con su ciudadanfa, su ser (privado) con su accién (ptiblica), la fuente de
su ser con el despliegue de sus razones, su pertenencia comunitaria con
‘suactividad politica, su cultura con el civismo, ni el ser-en-comiin de las
comunidades culturales con el actuar-juntos de una comunidad Politica,
el sentimiento nacional con la responsabilidad politica, en sintesis, el
principio de filiacién que funda una identidad comtin en la particién de
valores culturales con el principio de accién que despliega una ciudada-
‘ia compartida en la identidad de un combate politico llevado en nom.
bre de principios.
sng unt Teflexién sobre el concepto de ciudadanta fiel a las exigen-
cias de igualdad democrética y de libertad republicana debe entonces
interogarse conjuntamente, 1) sobre los procesos de identificacién (sub-
jetiva cierto, pero también comunitaria, cultural, social) por los cuales
stFivosors of Us cuoaoania
uun individuo se dota de una identidad; 2) sobre I i
di ta de una identidad; las modalidades d
Pertenencia comunitaria (familiar, confesional, étnica, social naciccal
urope,.) por las Suales se consttuye un “ser-en-comiin”, una unidad
runitaria y una identidad colectiva; 3) sobre las rel
subjetivacién por las cuales un sujeto privy, aencihende eam
{enencias comunitarias se léva levado por accién publica al seno de
conffontaciones polticss, a a dignidad de actor politic, es decir de
Estas tres interrogaciones se cruzan de maner ati
ra problematic =
de el momento en que se trata de definir los caracteres propioe de tna
comunidad politica (y no simplemente econémica, social, cultural.) y
ge es membros ue a sconstityen propiamente os ciudadanos Cque
Privados identificados por sus deseos, s1 i
des, sus costumbres, sus hdbitos, sus contest genes incos 9
, SUS , , siones, sus orig et
teritoriales, su cultura sus modios de insercin en la esfera del trabeio,
etc... Porque hay que convenir a la vez 1) que el individuo no accede
su dimension especificamente cfudadana, através de la cual puede scar
mir el gobierno de una existencia plural en un espacio piblice de accion
Ye palabras slo erancéndose de toda identiicacion privada de tipo
f Glo renunciando a confundir su existenei 6
politica con su identdad estrctamente privada y solo rentacionde y
hacer dl Estado de a conmuniad plitea en general el lugar y el
en 1 identificacién; 2) que la comunidad i-
ani cine ples cat
‘ én de los asuatos piblicos y promover un “vivir-juntos”
ciudadano, s6lo arrancéndose a todo anclaje particularista, y reneneing
do a querer substituir una comunidad identificatoria de orice eee,
: a tificatoria de orden superio
las comunidades heterogéneas que laconstituyen, en sitesi, rechazan.
do con rte rtaliad toda légica comunitarista como toda légica in-
ualista (de las cuales podemos demostrar que no son méi
aspectos de un mismo particularismo de la idenificacton®™ fe a8 dow
No debemos, en efecto, asimilar dos regimenes diferentes - de
Enowe Tasser
individuacién comunitaria y de subjetivacién individual -en las relacio-
nes que un individuo mantiene con la comunidad a la cuil pertenece 0
con el espacio puiblico en el seno del cual actia, relaciones que él cons-
truye en motivo de identificacién o en principio de accién. Por un lado,
a la vista de la pertenencia comunitaria, Ia pregunta que se hace es la de
la identidad, individual y colectiva. {Qué soy? o ,Qué sonos?, pregun-
tas que no revisten en realidad, la mayor parte del tiempo, segtin la di
tincién arendtiana entre lo que yo soy y quién soy, més que una interro-
gacién sobre la quididad (lo que yo soy), y no sobre el egente, el who
(quién soy). Este interrogante encuentra su respuesta en el marco de
comunidades de pertenencia bajo la forma de un reconocimiento étnico,
confesional, cultural, etc... de donde provienen las identidades naciona-
les (soy un bretén, un pentecotista, un francés, etc.,). Porotro lado, a la
vista de la sociedad politica, la pregunta que se hace no es aquella de la
identidad sino aquella de la subjetividad politica, aquella de la ciudada-
nia. Y esta pregunta no interroga entonces: ,Qué soy? o Qué somos?
sino: ? gQué acciones emprendemos nosotros? o si se puece decir : ;Qué
hacemos ? La cuestién politica propiamente dicha no es entonces aque-
Hla de (a identidad comunitaria sino aquella de la actividad publica.
Llevar la cuestién de la identidad de un registro al otro dela existencia,
del plano individual al plano comunitario, y de los planos cultural, so
cial 0 nacional al plano politico, es finalmente quedar tributario de una
conceptualizacién del fenémeno politico que confunde la dentidad cul-
tural con el ejercicio de una actividad de ciudadano. Es subordinar, po-
driamos decir, el civismo a la cultura, el demos al ethnos.
Parece entonces que debemos disociar el ser individual (el s¢
‘uno) o comunitario (el ser-comtin) que obedece por entero a una légica
identitaria, de la accién ciudadana y politica (que constituye lo que
‘Aristételes llamaba “vivir - juntos” o Hannah Arendt “el actuar concer-
tado"), que obedece a normas ético- juridicas, afirmando, por medio de
iniciativas que, en tanto puiblicas son especificamente politicas , princi-
pos (libertad, igualdad, equidad, justicia, derecho, respeto de las identi-
hay, entre a eivindicaci6n liberal de la libertad individual y la afirmacién de un bien o
dde una prioridad comunitaria sino una diferencia de grado, pero no de naturaleza ni de
Idgica. Se podrla decir que el comunitarismo es una ampliacion de una légica
individualista elevada al registro de una comunidad individualizante de individuos,
‘como podemos decir que el individualism liberal no es otra cosa que Ia reduccion o ia
‘condensacign en la figura del individuo autonome del contenido de tods vida comunitaria.
‘No se abandona la misma logica
NTS Atende, The Human Condition, University of Chiga Press, 1958, Chap. V.
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