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CRISIS INTERNACIONAL DE EUROPA, EEUU, CHINA Y JAPÓN

Crisis internacional de Estados Unidos


La primera crisis financiera internacional del siglo XXI estalló en el 2007 con el
virtual colapso del sistema financiero de Estados Unidos; el detonante fue el
estallido de una burbuja inmobiliaria, alimentada por un boom crediticio durante
los seis años previos. En paralelo, burbujas inmobiliarias también estallaron en
España, Irlanda y Reino Unido. Por tanto, ocasionó una crisis en las economías
avanzadas con impactos en todo el mundo, manifestados en una
desaceleración de la actividad productiva y aumentos en el desempleo.
¿En qué consistió y por qué ocurrió?
En términos generales, la crisis puso sobre el tapete una antigua lección: si un
gobierno gasta por encima de sus ingresos, genera un déficit fiscal; el exceso
de gasto público puede ser cubierto durante un tiempo con deuda, pero si la
tendencia persiste, llega un momento en que ya no es posible endeudarse
más. En esa circunstancia solo queda reducir el gasto. Dicho de otro modo, al
igual que en una familia, no se puede gastar por encima de los ingresos de
manera indefinida. Más aún, en Estados Unidos y varios países europeos no
solo se trata de un problema de los gobiernos, sino también de las familias en
sí, es decir, todas se han acostumbrado a gastar más de lo que pueden pagar.
Esto ha ocurrido desde hace un par de décadas, pero con mayor profundidad
en los primeros diez años del siglo XXI. El crecimiento alto y sostenido de la
economía mundial en medio de una ola de innovaciones en las tecnologías de
la información había generado la “muerte del riesgo”, es decir, los agentes
económicos redujeron la aversión al riesgo casi hasta eliminarla debido al
optimismo sobre el comportamiento de la economía mundial. El resultado fue el
boom crediticio y el sobreendeudamiento de las familias y el gobierno de
Estados Unidos que acompañó la burbuja inmobiliaria ocurrida entre los años
2002 y 2007. Desde esa óptica, la crisis fue un resultado del éxito anterior. El
mundo transitó del crecimiento y la confianza a la depresión y el pánico.
Ante ese panorama sólo quedaba ajustar, es decir, disminuir el gasto y
aumentar los ingresos públicos para reequilibrar las finanzas públicas. Como
consecuencia, las familias compran menos, las empresas venden menos y la
economía se contrae.
¿Y por qué afecta esta situación al resto del mundo? Porque Estados Unidos y
Europa son los principales demandantes de bienes y servicios del resto de
países, entre ellos China. Si Estados Unidos y Europa compran menos al resto
del mundo, China producirá menos, pues observa cómo se reducen sus
principales mercados; los tres motores de la economía mundial se frenan y con
ellos la economía mundial. En el 2009, la economía mundial experimentó una
recesión sincronizada, es decir, una caída de la producción de –0.5%. En
Estados Unidos fue de –2.6% y en la Eurozona la recesión fue de –4.1%. El
Perú, luego de crecer en 9.8% en el 2008, lo hizo solo en 0.9% en el 2009.
Como consecuencia, en América Latina el resultado de la evolución del PBI fue
de –1.7%. China, gracias al tamaño de su mercado interno, creció en 9.2%.
La implicancia principal para una economía pequeña como la peruana es su
dependencia de la evolución de la economía mundial; lo que pase con ella
impactará sobre nuestro país. Por ello, la crisis actual configura un entorno
externo desfavorable para el gobierno actual, a diferencia del contexto
internacional favorable que enfrentaron Toledo y García durante el periodo de
auge de la economía mundial. Y por ello debe tenerse cautela con los
incrementos en el gasto público, pues la solidez macroeconómica es nuestro
principal amortiguador de los embates de la crisis.
¿Cuál fue el origen de este problema?
El colapso del sistema financiero de Estados Unidos hacia los años 2007 y
2008. Los sistemas financieros tienen como principal función la canalización de
los fondos de los depositantes a los inversionistas. Si dejan de operar de
manera normal, el sector productivo de la economía se frena, debido a la
reducción drástica del crédito. ¿Y por qué colapsan los sistemas financieros?
Porque algunos no pueden pagar sus deudas. La historia muestra que las crisis
financieras son crisis de deuda, sea del sector privado o del sector público, que
aparecen luego de un periodo de auge crediticio manifestado en burbujas
especulativas en algún activo, por lo general en acciones o viviendas.
Durante la primera década del siglo XXI, Estados Unidos vivió por encima de
sus posibilidades. Por un lado, hubo una disminución de impuestos y un alto
nivel de gasto público del gobierno, en especial por guerras en el exterior como
la de Irak, como consecuencia del ataque a las Torres Gemelas del 2001. Por
otro lado, las familias se sobreendeudaron gracias a un boom crediticio que
llevó a un aumento desmedido de los precios de las viviendas y otros activos.
¿Y por qué las entidades financieras otorgaron tantos créditos? Porque gracias
a los adelantos en las tecnologías de la información, los bancos comerciales
que otorgaban los préstamos revendían estos a bancos de inversión en Wall
Street, los cuales, a través de complicadas técnicas financieras, creaban
nuevos productos financieros opacos y exóticos que, a su vez, eran vendidos a
inversionistas en todo el mundo. La disminución en la tasa de interés abarató
aún más los préstamos; como dirían los economistas, fue una combinación de
una política fiscal expansiva (mayores gastos y menores impuestos) con una
política monetaria expansiva (menores tasas de interés). El resultado: un boom
crediticio y sobreendeudamiento que colapsó en agosto del 2007 y alcanzó
impactos globales a partir de setiembre del 2008 con la quiebra y desaparición
de los bancos de inversión en Wall Street. Mientras tanto, en varios países de
la Eurozona como España e Irlanda, el boom crediticio también generó
burbujas en los precios de varios activos, como las viviendas. La interconexión
del mundo hizo que la posibilidad de una nueva Gran Depresión, similar a la de
hace ochenta años, fuera real.

Crisis internacional de Europa


Durante el primer trimestre del 2012, los problemas europeos han puesto en
tela de juicio la existencia misma de la Eurozona. ¿Qué pasa con Europa?
La crisis europea combina varios elementos. En primer lugar, varios países
tienen un problema de sobreendeudamiento público, como Grecia, Italia,
Portugal e Irlanda, en los cuales la deuda pública es mayor que el 100% del
PBI (en Grecia se ubica en torno al 160%); en Francia, Bélgica, Alemania y
Reino Unido se ubica entre el 80% y el 99%. En segundo lugar, el déficit fiscal
supera el 6% del PBI en Reino Unido, Irlanda, Grecia y España. En tercer lugar,
el crecimiento es lento, y esto es clave, pues el crecimiento genera los recursos
para el repago de la deuda. Grecia y Portugal enfrentarían una recesión de –
3% este año, al igual que Italia (–2.2%) y España (–1.7%), mientras que
Alemania y Francia apenas estarían por encima del 0%. En cuarto lugar,
Europa enfrenta problemas de competitividad, es decir, le es caro producir y
por ende competir con otros países en los mercados externos, problema más
visible en Italia, España, Portugal, Grecia e Irlanda. En quinto lugar, algunos
países como Irlanda enfrentan los efectos de una crisis bancaria. En sexto
lugar, en España e Irlanda hubo una burbuja inmobiliaria. En sétimo lugar, y
como consecuencia, existe un problema de desempleo: la tasa de desempleo
en España alcanza el 23% (y el 50%, es decir, uno de cada dos, si nos
referimos al desempleo juvenil); en Grecia, el 18%; y en Portugal e Irlanda,
alrededor del 15%. La variedad de problemas genera la necesidad de varias
respuestas en forma simultánea y coordinada, y no solo medidas de reducción
del déficit fiscal como viene ocurriendo.
Desde un punto de vista estructural, la Eurozona tiene un problema de diseño
institucional. La Eurozona está compuesta por 17 países, todos son parte de la
Unión Europea, que está compuesta por 27 países. La zona del euro es una
unión monetaria, que desde 1999 utiliza al euro como moneda oficial y tiene
sus fundamentos institucionales en el Tratado de Maastricht de 1992; esto
significa que una entidad llamada Banco Central Europeo (BCE) tiene bajo su
responsabilidad la política monetaria de los 17 países y, por tanto, la emisión
del euro; los países miembros no tienen moneda propia y usan como banco
central común al BCE. Sin embargo, además de incluir economías con distintos
niveles de competitividad, la Eurozona no es una unión fiscal; en términos
simples, mientras que el control monetario está en manos de una institución
común, la disciplina fiscal depende de cada gobierno, por lo que ellos pueden
contraer deuda y generar altos déficit fiscal. Esto, a pesar de que el tratado
constitutivo impone restricciones fiscales que quedan bajo la responsabilidad
de cada gobierno.
Los problemas de solvencia de Grecia, Irlanda y Portugal en cuanto a la
situación fiscal aumentaron el nerviosismo de los mercados, y desde el último
trimestre del 2011 la atención se centró en la posibilidad real de una moratoria
de la deuda. Los inversionistas muestran cada vez menos disposición a prestar
dinero a economías percibidas como riesgosas en términos de repago de
deuda, y en caso de hacerlo, exigen una tasa de interés mayor para compensar
el riesgo, con lo cual la deuda mantiene su espiral ascendente. Los programas
de rescate por parte del Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el
Fondo Monetario Internacional no han sido suficientes, pues el problema no es
de liquidez, sino de insolvencia.
Así como la crisis financiera de Estados Unidos fue enfrentada con paquetes
de rescate que implicaron mayor deuda e inyección de liquidez a las entidades
financieras, los problemas en Europa fueron afrontados de manera similar con
más dinero que “rescató” a los gobiernos con problemas de repago de deuda a
cambio de programas de ajustes. Los casos más emblemáticos son los de
Grecia, Portugal e Irlanda. En el cuarto trimestre del 2011, entraron en recesión
los siguientes países: Bélgica, República Checa, Irlanda, Grecia, España, Italia,
Países Bajos (Holanda), Portugal y Eslovenia. Las tasas de desempleo,
consecuencia del ajuste, superan el 20% en España, Grecia, Irlanda y Portugal.
La tasa de desempleo juvenil (menores de 25 años) es 50% en España y
Grecia, y 36% en Eslovaquia. Los problemas europeos tardarán aún en
resolverse.

Crisis internacional de Japón


El caso del Japón ha sido más grave que el de Europa Occidental. Dicho país
se vio afectado por el alza en los precios del petróleo y las materias primas, así
como por la caída de sus exportaciones, que para octubre de 2008 se habían
reducido en 38% respecto al mismo mes del año anterior. El colapso de
Lehman Brothers fue particularmente difícil para los bancos japoneses, lo cual
llevó a que su banco central, el Banco del Japón, trate de mantener tasas de
interés cercanas a cero para reducir los problemas de los bancos e incentivar la
economía. La crisis automotriz ha sido también de grandes proporciones en el
Japón, donde la empresa Toyota, actual fabricante de vehículos más grande en
el mundo, experimentó por primera vez en su historia pérdidas en el año 2008
cercanas a cinco mil millones de dólares.
En la etapa comprendida entre 2007- 2011 las autoridades del gobierno y del
Banco de Japón trataron de continuar la aplicación de las reformas
estructurales planificadas desde el Gobierno de Koizumi, para sacar al país
adelante, aunque aún en la actualidad algunas de esas reformas no se han
materializado y otras se han quedado a medias por diferentes razones. Entre
las más importantes figuran el breve período de permanencia en el poder de
los gobiernos sucesores, o simplemente la discrepancia con algunas medidas o
la falta de apoyo para su implementación de forma total.
En la actualidad existe una gran incertidumbre sobre el futuro de Japón. Por un
lado, no se avizora que vaya a salir de la crisis económica en que se encuentra
en el corto plazo, tanto por la situación de su economía interna como por la del
entorno internacional, por otro, pesa la inestabilidad política que aún se
mantiene, y a ello se le unen otras dificultades como los escándalos por
corrupción, desviación de recursos financieros y enriquecimiento personal de
los ocupantes de altos puestos del gobierno, todo lo cual ha ido en detrimento
de la política económica a que se aspiraba.

Evolución económica en el período posterior a Koizumi

A partir de noviembre del 2007 la economía japonesa empezó a verse afectada


nuevamente, cuando el Banco Central nipón, en su informe mensual, anunció
por primera vez en tres años una desaceleración en el crecimiento económico,
así como un decrecimiento de los indicadores fundamentales de la economía
nacional, que entró en recesión en el año 2008. Los problemas comenzaron a
profundizarse y se registró una contracción consecutiva en el crecimiento del
PIB durante los últimos trimestres de ese año; todo ello debido a la
desaceleración económica internacional vinculada a la crisis global y sus
efectos negativos sobre la demanda mundial.

La producción industrial nipona y las exportaciones disminuyeron por la


desaceleración de la demanda, fundamentalmente de EE.UU. y Europa. El
incremento del precio del petróleo y de las materias primas afectaron una vez
más los beneficios de las PYMEs japonesas, repercutiendo en el salario y la
confianza del consumidor.

La debilidad de la actividad económica nipona durante el 2008, obligó al Comité


de Política Monetaria de Japón a reducir el nivel al que se encontraba la tasa
de interés de 0,50% a un 0,30%. La situación continuó agravándose por lo que
en diciembre de ese mismo año el Banco de Japón decidió bajar nuevamente
la tasa de interés, a niveles extremos.
En enero del 2009, el Banco de Japón proyectó dos años de deflación en el
país, debido principalmente a la ampliación de la brecha entre la producción
nipona y una disminución cada vez mayor de la demanda interna y externa.
Este fenómeno es uno de los más peligrosos y complejos de resolver.

El PIB japonés se contrajo en el 2009 un 6,3%, prácticamente el doble


comparado al año 2008, decrecimiento superior al estimado con anterioridad
por las autoridades económicas.

Por otra parte, el índice de desempleo en el año 2009 se situó en el 5,2%, 1,2
puntos porcentuales por encima de la media de 2008 y marcando su peor nivel
en seis años. (Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones de Japón,
2011)

Como consecuencia de lo anterior, el número de suicidios en Japón aumentó


otra vez en el 2009, con un total que se mantuvo por encima de los 30 mil por
duodécimo año consecutivo.

En ese mismo año el panorama internacional obligó a la economía japonesa a


lidiar con otras dificultades entre las que se destacaron la deflación y la
apreciación del yen. La moneda japonesa se apreció durante todo ese año
trayendo consecuencias negativas para las exportaciones niponas.

Situación crítica en el año 2011 y 2012


Un hecho que agravó considerablemente la situación ya difícil en el país fue el
terremoto y posterior tsunami que tuvo lugar en marzo de 2011. La economía
nipona se contrajo siete décimas por debajo de lo estimado inicialmente (-
0,9%) y el Banco Mundial evaluó los daños en 235 000 millones de dólares,
equivalentes a un 2,5% y un 4% del PIB del país en el 2010.
Las causas internas fundamentales de la permanencia de la crisis japonesa
son:
 Soluciones tardías y mal dirigidas por parte de los diferentes gobiernos.
 Inestabilidad política en la Administración Central del país, que conlleva
la inexistencia de un modelo económico a seguir. La pérdida de
confianza hacia el gobierno y el no seguimiento de una política
económica estable que garantice la recuperación de la economía, hace
más grave la situación.
 Ausencia de una adecuada coordinación entre la política fiscal y la
política monetaria, pues el gobierno presionó al Banco Central a tomar
medidas inmediatas de estímulo a la economía y el Banco de Japón fue
siempre lento en su relajación monetaria para así obligar al gobierno a
reestructurar la economía.
 La política fiscal ha sido el instrumento financiero que más se ha
utilizado para la recuperación de la economía, sin embargo, no ha sido
efectiva. El problema es que la composición del gasto público no ha sido
adecuada debido a que se contabilizaron como gasto público
presupuestos de períodos anteriores, por lo que realmente no hubo un
incremento del gasto. Asimismo, las asignaciones presupuestarias eran
frecuentemente inferiores a las anunciadas.
 Ineficiente política de estímulo, incorrectamente dirigida, pues los
paquetes fiscales de gran magnitud consistían en préstamos a
instituciones financieras públicas que no creaban necesariamente un
aumento de demanda. Los sectores tradicionales en Japón (transporte,
construcción, manufacturas, comercio) han recibido durante todos estos
años protección y subsidios, lo cual ha dado como resultado que se
pierda incentivo en la inversión de estos sectores trayendo como
consecuencia una menor tasa de crecimiento de la productividad, ya que
no están estimulados a competir.

Muchas de las dificultades anteriores pudieran explicarse por las debilidades e


inconsistencias de la gestión estatal nipona, que hacen imposible una gestión
eficiente y el logro de los propósitos enunciados.
A toda esta situación interna se le sumó la crisis global que está afectando aún
a todo el mundo, en especial al desarrollado. Con una economía frágil,
dependiente de las exportaciones y un sistema financiero con fuertes lazos con
el de Estados Unidos, la crisis que se generó en este país y se trasladó
rápidamente al resto del mundo, se hizo sentir en Japón.

Crisis internacional de China


La crisis también afectó a países emergentes como China e India, en parte por
aspectos financieros y también debido a la caída de las exportaciones como
consecuencia de la menor demanda de productos por parte de los países
industriales afectados por la crisis. Ya la economía china creció solamente al
10,5% en la primera mitad de 2008 cuando en el año 2007 había crecido al
12%, mientras que la economía india que había crecido a 9,3% en el 2007 vio
reducido su crecimiento en la primera mitad de 2008 a 8%. Por otro lado, los
mercados financieros de dichos países fueron también fuertemente afectados
por la crisis. Los mercados de valores —bolsas—, cuyos precios durante 2005-
2007 se habían cuadruplicado en China y triplicado en India, declinaron en un
60% en China y 30% en India entre mediados de 2007 y el tercer trimestre de
2008.

Exceso de deuda
El exceso de deuda está afectando a todos los sectores de la economía china,
empezando por el inmobiliario. El efecto contagio se ha propagado por las
empresas controladas por el estado parcial o totalmente. La mayor parte de las
grandes compañías chinas prosperaron a gran velocidad durante algunos años,
en parte al amparo de los subsidios del Gobierno. Pero, al mismo tiempo, no
estaban acumulando capital porque sus actividades tenían demasiada
dependencia de los subsidios. Los bancos chinos, contralados en gran parte
por el Partido Comunista, empeoraron la situación otorgando créditos a tipos
artificialmente bajos, fomentando el exceso de deuda en todos los sectores del
país. Muchos de los grandes proyectos de desarrollo a gran escala de China
son perfectos ejemplos de acumulación de deuda. Los proyectos de
infraestructuras se financiaron con créditos a tipos muy bajos. Gran parte de
esos préstamos se concedieron a través de la llamada "banca en la sombra", lo
que significa que el crédito no sigue los cauces normales y los productos
crediticios se venden directamente a los particulares. Ante esta situación, la
deuda del sector público, sobre todo a niveles locales y regionales, se ha
disparado.
Pequeños inversores
La revalorización de la bolsa china en un 150% en menos de un año ha atraído
a muchos inversores: entusiasmados por los precios razonables optaron por
entrar en el mercado. Sin embargo, además de los inversores profesionales un
gran número de ahorradores chinos se animaron por la tendencia alcista.
Varios de ellos se endeudaron a fin de adquirir más valores, informa
Bloomberg.
Más de 40 millones de cuentas se abrieron entre junio de 2014 y mayo de
2015. Muchos de estos inversores chinos no tenían demasiada experiencia en
bolsa y entraron en ella con tendencias alcistas: su objetivo era comprar caro y
vender aún más caro, pero la situación actual ya no se les permite hacerlo.
La causa de la caída vista desde Occidente
Varios expertos explican la caída de la bolsa china por una 'burbuja'. A pesar de
que en 2014 China superó a EE.UU. convirtiéndose en la mayor economía del
mundo en términos del PIB a paridad del poder adquisitivo, el ritmo de
crecimiento se ha ralentizado. En consecuencia, se ha registrado una
diferencia significativa entre el crecimiento real del país y el ascenso
desorbitado de la bolsa. Los precios de los valores habían crecido a mucha
mayor velocidad que el ritmo de desarrollo económico y que los beneficios
empresariales.

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