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Discurso argumentativo
Apunte de Cátedra

“Si quiere salir airoso de un debate, no levante la voz, refuerce los


argumentos”
Alberto Gerchunoff

Sobre la argumentación: algunas cuestiones generales

Argumentar es exponer el punto de vista propio para hacer que


otro lo comparta. Cada vez que alguien pretende convencer a otro para
que adhiera a su opinión o para impulsarlo a determinada acción, utiliza
el discurso argumentativo.
La argumentación está presente en la vida cotidiana en múltiples
situaciones de comunicación en las que alguien intenta justificar un
pensamiento, un comportamiento o influir en la actuación ajena; es
inseparable del proceso de socialización y del desarrollo intelectual del
sujeto.
Como hablantes, nos vemos permanentemente obligados a
construir argumentos sólidos en pos de sortear diversas situaciones
diarias: desde la explicación a los padres sobre los estudios de una
carrera de arte pasando por la discusión con la pareja sobre una
supuesta infidelidad o la fundamentación detallada a un docente
respecto a por qué no se logró llegar a tiempo con el trabajo práctico
solicitado. En la lengua oral, además de aparecer con frecuencia en la
conversación cotidiana (aunque con poco rigor), es la forma dominante
en los debates, coloquios o mesas redondas.
La argumentación también está presente en una amplia variedad
de textos escritos, especialmente en los científicos, filosóficos, en el
ensayo, en la oratoria política y judicial, en los textos periodísticos de
opinión, la crítica de espectáculos y en algunas publicidades. Todas
estas instancias requieren de un uso adecuado del discurso
argumentativo, ya que el objetivo central del enunciador es que el
enunciatario adhiera a su postura.
Comprender los argumentos que se transmiten en los mensajes
sociales y poner en práctica estrategias de argumentación es un modo
de desarrollar habilidades de pensamiento. Uno, al enfrentar discursos,
editoriales, textos de opinión, publicidades, etc., debe descifrar lo allí

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expresado, haciendo jugar sus competencias. Estas también aparecen al


momento de construir los propios discursos argumentativos.
Razonamiento y pensamiento cobran un lugar central.
Dice Lilian Bermejo Luque en su artículo ¿Por qué argumentar y
por qué hacerlo bien?: “La gente argumentará mejor o peor, y tendrán o
no razón al hacerlo, pero lo cierto es que la argumentación es una
actividad cotidiana y ubicua en la interacción social: desde los medios de
comunicación a los foros científicos, desde las sobremesas a los debates
parlamentarios, es tan común ver gente embarcada en la tarea de dar y
pedir razones que no queda sino pensar que tal ubicuidad no es mera
casualidad. Antes bien, parecería que la argumentación es una actividad
esencialmente humana, algo particularmente afín a nuestro modo de
ser. Pero, ¿cómo podríamos justificar esta intuición?”.
Agrega la autora en el párrafo siguiente: “(…) resulta evidente que
la argumentación se halla ligada a los rasgos más específicos de nuestro
lenguaje. En particular, a su capacidad de volverse sobre sí mismo. La
práctica de sustentar afirmaciones mediante razones presupone la
habilidad de adoptar una perspectiva reflexiva sobre éstas, y para ello
se necesita un lenguaje capaz de predicar sobre sí mismo: es porque
podemos decir cosas tales como “lo que digo es verdad”, “esa
afirmación no es exacta”, “tu discurso resulta muy convincente”, etc.
que estamos en condiciones de evaluar lo que decimos y, por ende, de
dar y pedir razones para ello. En este sentido, incluso las formas más
sencillas de argumentación constituyen formas sofisticadas de
comunicación que sólo son posibles gracias a la existencia de un
lenguaje reflexivo como el nuestro.”1

¿Por qué trabajar con el discurso argumentativo?: la importancia


de saber argumentar

1
BERMEJO LUQUE Lilian. “¿Por qué argumentar y por qué hacerlo bien?”; en La
Argumentación en el Discurso Público; Vega, L. y G. Bolado, (Eds.) Parlamento de
Cantabria: Santander, pp. 97-110. 2011.

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La enseñanza de la argumentación supera los simples objetivos de


una enseñanza disciplinaria y tiene una dimensión filosófica, psicológica,
social y cultural. La argumentación juega un papel importante en la
educación ética del ciudadano. “Saber argumentar constituye para todos
los actores de una democracia, el medio fundamental para defender sus
ideas, para examinar de manera crítica las ideas de los otros, para
rebatir los argumentos de mala fe y para resolver muchos conflictos de
intereses”.2
Además, la argumentación establece el medio para canalizar, a
través de la palabra, las diferencias con la familia y la sociedad. Es una
práctica discursiva que invita a promover el debate y este debate,
contribuye al desarrollo democrático y a la posibilidad de entablar
mecanismos de convivencia más eficaces y duraderos.
Vale preguntarse junto a Roberto Marafioti en Argumentando
acerca de la argumentación: “¿Cómo hacer para que otro acuerde con lo
que uno dice sin necesidad de tener que emplear la violencia? ¿Cómo
emplear un discurso que posibilite el intercambio comunicativo
reconociendo la existencia de otro y la perspectiva diferente de ese
otro?”. El discurso argumentativo nos invita a resolver diferencias por
medio de los actos de habla. O al menos a plantear dichas diferencias, a
escuchar al otro y a ejercitar esa práctica de “poner sobre la mesa” el
punto de vista propio y reconocer el ajeno, aunque sea con fines
refutativos. Llegar a aceptar el punto de vista del otro y comprenderlo
aunque no lo comparta. Concertar diversas miradas y que estas sean
respetadas.
Se comparte con Alvarado y Yeannoteguy que “(…) el discurso
argumentativo se basa en la necesidad de los seres humanos de
persuadir a sus interlocutores o de llegar a un acuerdo con ellos
respecto de cómo es el mundo. Cuando argumentamos, pretendemos
convencer a nuestro interlocutor de que nuestra tesis, nuestras

2
CAMPS, Ana y DOLZ Joaquim. “Enseñar a argumentar: un desafío para la escuela
actual.” en Comunicación, Lenguaje y Educación, 1995, p. 25.

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propuestas son válidas y certeras. (…) Y lo hacemos hablando (o


escribiendo), porque sólo el discurso es portador de razón. Argumentar
es dirigir a otro (un interlocutor) un argumento, es decir, una buena
razón, para hacerle admitir una conclusión o inducirlo a las conductas
pertinentes.”3

Argumentar no es demostrar

Los términos demostración y argumentación suelen confundirse y


no son lo mismo. Vale la pena detenerse en esta distinción ya que la
misma permite caracterizar en mayor medida las particularidades de la
argumentación.
Chaïm Perelman (1912-1984. Retórico y filósofo polaco) establece
claras diferencias entre argumentar y demostrar. La demostración es un
medio de prueba que se utiliza para establecer la verdad en las ciencias
exactas y en la lógica formal. Los principios o axiomas de los que parte
una demostración no están sujetos a ningún tipo de cuestionamiento; ya
sea que se los considere evidentes, necesarios o verdaderos la validez
de estos axiomas está fuera de discusión4.
La argumentación en cambio es una acción dialógica que permite
la adhesión a la tesis que se propone mediante razones válidas. La
retórica opera mediante el endoxon (término griego, vinculado a la
filosofía) que significa proposición incierta, que no ha sido críticamente
examinada, o sea, es una proposición probable. Ésta no asegura la
transmisión infalible de la verdad de las premisas a la conclusión. El
análisis de un mismo problema puede desembocar en conclusiones muy
diferentes según cuáles sean los puntos de vista desde donde se los
examine y los principios sobre los que se base la argumentación.
Demostración y argumentación se distinguen por los criterios con
los que valoramos sus enunciados. Mientras que en el ámbito de la

3
ALVARADO, Maite y YEANNOTEGUY, Alicia. “La argumentación” en La escritura y sus
formas discursivas, Buenos Aires, Eudeba, 1999.

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Ejemplo de axioma del discurso matemático: “El todo es mayor que cualquiera de sus
partes”

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demostración podemos predicar la verdad o falsedad de una


proposición, en el terreno argumentativo el criterio de “verdad” carece
de sentido. En otras palabras, los discursos argumentativos no son ni
verdaderos ni falsos sino más o menos creíbles según la situación en la
que son enunciados e interpretados, es decir que resultan más o menos
aceptables para un auditorio en un contexto dado. Los enunciados
argumentativos son verosímiles, no verdaderos.
Por otra parte, puesto que el objetivo de una argumentación no es
deducir consecuencias a partir de ciertas premisas sino provocar o
acrecentar la adhesión de un auditorio a las tesis presentada, la
argumentación no se desarrolla jamás en el vacío, en abstracto, es
decir, siempre está estrechamente vinculada con el contexto en el que
se origina. La argumentación, más que cualquier otra forma de
discursividad, se orienta indefectiblemente hacia ese enunciatario que es
necesario convencer. La demostración está dirigida a un auditorio
universal, mientras que la persuasión a auditorios particulares.5
Jean- Blaise Grize, en L´Argumentation, sostiene al respecto:
“argumentar es intentar conducir, a través de un discurso, a un receptor
o un auditorio dado a realizar cierta acción. Se desprende de esto que
una argumentación está construida siempre para alguien, a diferencia
de una demostración, que es ´para todo el mundo`. Se trata entonces,
de un proceso polifónico”6.

Persuadir y Convencer

Lo que determina que se produzca la argumentación es la


existencia de un propósito en el enunciador: influir sobre las creencias o
la forma de actuar del destinatario. Ese propósito se puede alcanzar
mediante el convencimiento o la persuasión. Un enunciador puede
recurrir a lo largo de un discurso a ambos modos de interpelación.

5
Parte de las ideas expuestas fueron tomadas del taller que dictó Analía Reale en 2011
en la UBA.
6
Grize, Jean B. L´ argumentation. Lyon, P.U.L, 1981.

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 Mediante el convencimiento: se convence al destinatario para


tratar de que comparta una idea o realice una acción. Para ello se
apela a la razón. Mediante la razón se vinculan ideas o juicios.

 Mediante la persuasión: se persuade al destinatario para que


asuma una idea o realice una acción. Para ello se apela sobre todo
a los sentimientos y a veces se emplean conscientemente medios
ajenos a la lógica.

Al intentar convencer al otro se utilizan diversos mecanismos


basados tanto en la razón como en la persuasión. Al valerse de la razón,
se encadenan argumentos tanto a favor como en contra de lo sostenido,
sobre la base de la reflexión crítica y explícita. Esta apelación muchas
veces aparece entrelazada con mecanismos persuasivos; allí se elude la
acción de la razón dejando su lugar al carácter psicológico y emotivo de
la argumentación. En el siguiente fragmento de un discurso brindado
por la presidenta de la Nación en el Acto por el 30º aniversario del inicio
de la Guerra de Malvinas, pueden distinguirse en su argumentación
ambas maneras de interpelar al otro:

“(…) Quiero decirles que el día viernes, en mi carácter de


Presidenta de la República, he dirigido una carta al titular de
la Cruz Roja Internacional para que tome las medidas
pertinentes e interceda ante el Reino Unido para poder
identificar a los hombres argentinos y aún ingleses que no
han podido ser identificados, porque cada uno merece tener
su nombre en una lápida…(APLAUSOS)…, cada madre tiene el
derecho inalienable, como Antígona, de Sófocles, viene desde
el fondo de la humanidad, del fondo de la historia de enterrar
a sus muertos, ponerle una placa y llorar frente a esa placa.
Cada hermana, cada viuda, cada padre tiene ese derecho y
por eso hemos reclamado que la Cruz Roja Internacional
interceda para que podamos realizar de la manera que ella lo
disponga como autoridad internacionalmente reconocida por
todos nosotros y lograr así la identificación de los que aún

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faltan, ingleses y argentinos, más argentinos que ingleses


(...)”.7

En el ejemplo pueden distinguirse claramente ambas formas de


interpelación, ya sea mediante la razón –haciendo referencia al pedido
realizado al Titular de la Cruz Roja Internacional- o por el contrario,
apelando a los sentimientos –“(…) cada madre tiene el derecho de
enterrar a sus muertos (…) y llorar frente a esa placa (…)”-. No se trata
sólo de convencer mediante razonamientos lógicos sino también de
buscar conmover apelando a argumentos de índole emotiva.

La modalización

La modalización es un concepto que se vincula con la subjetividad


en el lenguaje y está siempre presente en la actividad discursiva,
indicando la actitud del sujeto hablante con respecto a su interlocutor y
a sus propios enunciados. En los discursos argumentativos la
modalización es particularmente importante para poder interpretar o
construir una perspectiva (una posición subjetiva) en torno a los objetos
del discurso.
Los primeros estudios sobre modalización proceden de la lógica y
la filosofía. Según los lógicos escolásticos, en cualquier enunciado
podemos distinguir el modus y el dictum.
El dictum corresponde al contenido conceptual o a la
información que proporciona el enunciado, «lo dicho» (o en términos
clásicos, el dictum). Por ejemplo, si se dice:

(a) “Viene”.
Hay en ese enunciado un contenido conceptual que parafraseando la
información que transmite el verbo “venir”, indica que alguien
efectivamente vendrá. Ahora bien, si se dice:
(b) “¡Ojalá venga!”

7
Palabras de Cristina Fernández de Kirchner en el acto de Conmemoración del 30°
Aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas, en Ushuaia, Provincia de Tierra del
Fuego, Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

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(c) “Lamentablemente viene”, o


(d) “Probablemente venga”;
el contenido conceptual de estos enunciados pareciera ser el mismo, sin
embargo hay algo que varía en la actitud que adopta el hablante en
relación al contenido informativo de esta secuencia. A esto es a lo que
se denomina modus. El mismo consiste en la actitud adoptada por el
hablante con respecto a ese contenido.
En el primer ejemplo, esa actitud es meramente afirmativa: el
hablante se limita a constatar que se produce un hecho (venir). En el
caso de (b) “¡Ojalá venga!”, ya no estamos frente a una afirmación sino
frente a la expresión de un deseo; en (c) “Lamentablemente viene” el
hablante está manifestando una apreciación subjetiva, valorativa de la
proposición, mientras que en (d) “Probablemente venga” está evaluando
el estatuto lógico de la proposición en términos de probabilidad.
Entonces, todos estos enunciados comparten un contenido
conceptual (lo dicho) pero varían en la modalidad que le imprime el
hablante, en el modus, ya sea en lo que concierne a la volición, es
decir, a su voluntad o sus deseos –como en el caso de (b)– o a su
valoración (c) o a su estatuto lógico (d y e); sin embargo, estos no
son los únicos modos de producir un discurso modalizado. Las lenguas
disponen de numerosos mecanismos para modalizar un discurso.
Los mecanismos de modalización pertenecen a distintos niveles
lingüísticos y pueden ser:

Prosódicos, como la entonación o las pausas.


Morfológicos, como el modo verbal –indicativo, subjuntivo,
condicional- destinado a ponerla de manifiesto. El modo subjuntivo
expresa la duda o el deseo (“¡Que venga de una vez, así nos vamos
rápido!”); el indicativo, se utiliza para las certezas (“Ahora viene”),
mientras que el condicional siempre deja abierta una posibilidad (“Podría
venir”).
Léxicos, adjetivos, adverbios y otros que explicitan la valoración por
parte del enunciador, (“ese estúpido programa”, “ésta me tiene harta”,
“es una belleza”).

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Metaenunciativos, muestran la actitud con la que el hablante se


presenta a sí mismo en el texto (“si puedo decir”, “de algún modo”, “en
mi humilde opinión”);
Tipográficos, como el uso de las comillas, los puntos suspensivos, los
espacios en blanco y otros.
La acción de modalizar una determinada proposición y el
mecanismo lingüístico escogido para lograrlo varía en cada lengua para
una misma clase de texto. La modalización, por ello, es un acto retórico
que requiere ser dominado para producir y comprender adecuadamente
discursos en cada comunidad lingüística particular.

Carácter dialógico de la argumentación. Entramado polifónico

Toda argumentación es, por naturaleza, dialógica dado que


siempre pone en relación un discurso y un contra-discurso real (si se
trata de un escenario polémico) o al menos posible o virtual. Este
carácter dialógico se manifiesta en la superficie textual a través de la
irrupción en el enunciado de otras voces que provienen de otros
discursos y que representan diversos puntos de vista.
En cualquier situación enunciativa, para lograr una verdadera
instancia de comunicación, resulta central que el enunciador tenga
presente al enunciatario de la misma. En el caso específico del discurso
argumentativo, cuyo objetivo es persuadir al otro, esto se vuelve
trascendente ya que el enunciador deberá iniciar un diálogo con el
pensamiento del otro. En términos de Dolz “La argumentación se
asemeja a una especie de diálogo con el pensamiento del otro para
transformar sus opiniones".8
Para tal fin, será necesario que el enunciador defina el punto de
vista propio y visualice otros distintos. También deberá identificar
claramente al enunciatario (puede ser individual o colectivo, concreto o
genérico) para poder preveer sus opiniones y adelantar sus posibles

8
DOLZ, Joaquim. “La argumentación”, en Cuadernos de Pedagogía, Monográfico Leer y
escribir, 216, 1993, pp. 68-70.

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cuestionamientos; y buscar las justificaciones adecuadas a ese


interlocutor
El carácter dialógico de la argumentación se manifiesta
especialmente en la contra-argumentación; esta constituye una de las
estrategias empleadas para definir la posición contraria. Los dos medios
de contra-argumentación más importantes son:
• La concesión o aceptación de una posición contraria para luego limitar
su fuerza argumentativa.
• La refutación o referencia a posiciones contrarias para contradecirlas a
continuación.
Por lo tanto, se puede concluir que el enunciado argumentativo es
polifónico. Esto significa que en un único enunciado pueden identificarse
más de una voz. Según apunta Piatti en “La estilización: otro aspecto de
la modalización discursiva”, Bajtín intentó mostrar que “la lengua no es
monolítica sino que conviven en su interior jergas, dialectos, lenguas
(...) Ducrot (1984) retoma el concepto de Bajtín para desarrollarlo en el
interior mismo del enunciado que señala, en su enunciación, la
superposición de varias voces. En oposición a la premisa de la unicidad
del sujeto hablante, Ducrot postula que incluso en un solo enunciado es
posible reconocer la presencia de más de un enunciador. Desde un
punto de vista empírico, la enunciación es obra de un solo sujeto
hablante, pero la imagen que el enunciado da de ella es la de un
intercambio, un diálogo e incluso una jerarquía de manifestaciones
(…)”9.

La estructura

En la argumentación se presentan diversos elementos que


habitualmente constituyen una estructura lógica la cual permite abordar
a una conclusión. Los elementos que se distinguen son:
• El tema sobre el que se argumenta.

9
PIATTI, Guillermina. “La estilización: otro aspecto de la modalización discursiva”.
Ponencia expuesta en el Congreso de ALEDAR, Asociación de Analistas del Discurso de
la Argentina, Córdoba, 16-18 de abril de 2009.

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• La tesis que se defiende o la postura que el argumentador tiene


respecto al tema.
• Los argumentos o razones en los que se basa la postura del
argumentador.
 Los contrargumentos, es decir las objeciones que se hicieron o
podrían hacerse respecto de la validez de la tesis sostenida por el
emisor.
 La refutación de esos contrargumentos.
 Conclusión

De estos componentes (tema, hipótesis o tesis, argumentos,


contrargumentos, refutación de contrargumentos y conclusión), la
hipótesis o tesis es la más importante, ya que constituye el eje a partir
del cual se desarrollarán los argumentos, quienes a su vez, mantienen
con la hipótesis una relación de causa-efecto y de allí su dependencia. Si
bien estos son los elementos básicos de una argumentación, no siempre
todos están presentes ni se dan necesariamente en ese orden.

Las estrategias argumentativas

Para logar que la argumentación resulte exitosa será necesario una


sólida edificación de los argumentos que sean capaces de mantenerla
en pie. Se enumerarán a continuación, diversas estrategias
argumentativas según el desarrollo que realiza Paula Roich en El taller
del escritor universitario10. Acompañará a cada estrategia una
ejemplificación en relación a los textos “Más ganancia, menos cultura”
de Pierre Bourdieu y “El mercado hace cultura” de Vicent Tournier.

1- El planteo de causas y consecuencias.


En los textos de opinión el enunciador intenta convencer al
enunciatario que su postura sobre algún tema en particular es la más
razonable. Motivo por el cuál plantea relaciones de causa-consecuencia

10
ROICH, Paula. “Exponer, explicar, argumentar” en El taller del escritor universitario.
Irene Klein (coordinadora). Buenos Aires, Prometeo libros, 2007.

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entre ideas o hechos, de tal manera que su opinión emerja como una
conclusión lógica y no como un mero punto de vista. Los conectores
utilizados frecuentemente en este caso son: “por lo tanto”, “por eso”,
“en consecuencia”, “dado que”, “en razón de que”, “porque”, entre
otros.

Ejemplo: “La referencia de Bourdieu a la Antigüedad griega no es


fortuita: si le gusta hacerse pasar por el portavoz de las masas
oprimidas es porque su ideal filosófico sigue marcado por el mito
platónico de la caverna.” (Tournier, Vicent. “El mercado hace cultura”,
1999).

2- La analogía
Establecer una analogía consiste en proponer una situación o idea
que se defiende y otra sobre la que se supone que el enunciatario estará
de acuerdo. En los textos explicativos, la analogía adquiere un valor
esclarecedor porque, generalmente, se la utiliza para aclarar alguna idea
o concepto, a partir de compararlo con otro similar, conocido para el
receptor. En cambio, en los textos de opinión tiene un valor estratégico
para la argumentación, ya que si el enunciatario acepta que las dos
proposiciones son similares, y está de acuerdo con la segunda,
seguramente compartirá la primera; es decir la estrategia del
enunciador habrá sido exitosa, caso contrario habrá fallado.

Ejemplo: “Las luchas actuales de los cineastas por el final cut y contra
la pretensión del productor de tener el derecho final sobre la obra, son
el equivalente exacto de las luchas del pintor del Quattrocento. Los
pintores necesitaron casi cinco siglos para conseguir el derecho de elegir
los colores empleados, la manera de emplearlos y finalmente el derecho
a elegir el tema, especialmente al hacerlo desaparecer con el arte
abstracto, para gran escándalo del burgués que encargaba la obra. Del
mismo modo, para tener un cine de autor se requiere un universo social,
pequeñas salas y cinematecas que proyecten los clásicos y frecuentadas
por los estudiantes, cineclubes animados por profesores de filosofía,
cinéfilos (…)” (Bourdieu, Pierre. “Más ganancias, menos cultura”, 1999).

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3- La ejemplificación
La ejemplificación es otro de los procedimientos recurrentes en la
construcción de los textos explicativos que suele aparecer utilizada con
fines argumentativos. Por medio de ejemplos el enunciador puede
demostrar la validez de una afirmación.
Ejemplo 1: “Como prueba, podría limitarme a mencionar lo ocurrido
con el cine italiano, que fue uno de los mejores del mundo y que sólo
sobrevivía a través de un pequeño puñado de cineastas, o con el cine
alemán, o con el cine de Europa oriental.” (Bourdieu, op.cit).
Ejemplo 2: “Para que lo entiendan mejor, he aquí un ejemplo: el pintor
del Quattrocento -se sabe por la lectura de los contratos- debía luchar
contra quienes le encargaban obras para que éstas dejaran de ser
tratadas como un simple producto, valuado según la superficie pintada y
al precio de los colores empleados; debió luchar para obtener el derecho
a la firma, es decir el derecho a ser tratado como autor (…)” (Bourdieu,
op.cit).

4- La cita de autoridad
Como ya se ha dicho, los textos de opinión son fuertemente
polifónicos. Las citas de autoridad, por ejemplo, son inclusiones de
voces especializadas, respetables o reconocidas que se suman a la del
enunciador para defender su tesis. También puede hacerse referencia a
estadísticas, al resultado de investigaciones o al saber popular. Por
ejemplo: Las mujeres suelen fijarse más en hombres desvalidos
emocional y económicamente. Como dice el refrán: “Dios le da pan al
que no tiene dientes”.
Para introducir citas de autoridad pueden utilizarse frases como las
siguientes: “según (tal persona)”, “como sostiene…”, “Como afirma…”, y
otros.
Las palabras citadas van entre comillas.

Ejemplo: “Cuando, como decía Ernst Gombrich, se destruyen las


condiciones ecológicas del arte, el arte y la cultura no tardan en morir.”
(Bourdieu, op.cit).

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5- La refutación
En su discurso, el enunciador también incluye voces que se oponen a
su tesis, para discutirlas, contradecirlas o descalificarlas.

Ejemplo: “Una producción cultural no comercial y de elite lleva a


exclusiones y privilegios. La ley de la oferta y la demanda no es perfecta
pero registra los gustos del público y tiende a la democratización de la
cultura.” (Tournier, op.cit).

6- Las preguntas retóricas


Otra voz que el enunciador incluye es la del supuesto receptor al que
desea convencer, no se trata de una presencia textual o discursiva sino
que queda implícita. Este procedimiento consiste en formular lo que se
denomina preguntas retóricas, entendiendo las mismas como
enunciados interrogativos que no se plantean para que el lector los
responda sino para dar lugar a respuestas tácitas, aseveraciones
implícitas que hacen que sea más fácil seguir el desarrollo
argumentativo.

Ejemplo: “¿El rigor sociológico no lo debería incitar a interrogarse más


largamente sobre las causas de este cambio?” (Tournier, op.cit).

7- La concesión

Los textos argumentativos suelen incluir concesiones, es decir,


reconocimientos de ciertos puntos de vista del otro como válidos. Sin
embargo, quien argumenta puede terminar descalificando eso que
concedió, por eso se habla de estrategia. La concesión puede ocupar un
importante segmento del discurso argumentativo.

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Bibliografía

ALVARADO, Maite y Yeannoteguy, Alicia. “La argumentación” en La


escritura y sus formas discursivas, Buenos Aires, Eudeba, 1999.

ATORRESI Ana, BAÑÓN Mara, GÁNDARA Santiago y KORNFELD Laura.


“Los textos argumentativos” en Lengua y Literatura. Introducción a la
lingüística y la teoría literaria. Aique, Buenos Aires, 1999.

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(Eds.) Parlamento de Cantabria: Santander, pp. 97-110. 2011.

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DOLZ, Joaquim. “La argumentación”, en Cuadernos de Pedagogía,


Monográfico Leer y escribir, 216, 1993, pp. 68-70.

GRIZE, Jean- Blaise, en L´Argumentation. Lyon, P.U.L, 1981

MARAFIOTI Roberto; “Argumentando acerca de la argumentación”;


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PIATTI, Guillermina. “La estilización: otro aspecto de la modalización


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de Analistas del Discurso de la Argentina, Córdoba, 16-18 de abril de
2009.

ROICH, Paula. “Exponer, explicar, argumentar” en El taller del escritor


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2007.

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Apunte de Cátedra

SEOANE, Carolina; ZUNINO, Carolina y MUSCHIETTI, Marcelo. “La


situación enunciativa” en El taller del escritor universitario. Irene Klein
(coordinadora). Buenos Aires, Prometeo libros, 2007.

Tournier, Vincent. “El mercado hace cultura”, en Clarín, 1999.

VVAA. La argumentación: cuestiones teóricas. Editorial Santillana,


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