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Ridículas ilustraciones contra el voto de la

mujer de principios del siglo XX

Recuerdos firmes de que la lucha por derechos civiles


siempre ha tenido resistencia fundada en ignorancia y
plena estupidez.
El sufragio de la mujer fue uno de los temas sociales y políticos más
importantes de inicios del siglo XX y finales del XIX. Si bien cada
región y país tomó un largo tiempo para reconocer el derecho de la
mujer a participar en las decisiones de cada gobierno respectivo,
actualmente, al menos de manera oficial, prácticamente todos los
Estados soberanos del mundo reconocen esto como una realidad
política imperante. Con excepción del Vaticano e inclusiones tardías
como la de Arabia Saudita que apenas en el 2011 reconoció los
derechos de la mujer, el sufragio de las mujeres se practica
continuamente.

Desgraciadamente, la lucha por conseguir el reconocimiento de


dichos derechos inalienables ha sido una cuesta arriba por la que
miles de mujeres y hombres han tenido que luchar. En
latinoamérica, por ejemplo, los primeros ejemplos de países a favor
de este cambio fueron Brasil en 1932 y Ecuador en 1929, pero en
otros, como México, no se dio el reconocimiento hasta 1955. Los
argumentos en contra de esto, por más superficiales que parezcan,
jugaron un papel vital para evitarlo y la popular guerra
propagandística en países anglosajones como Reino Unido,
Australia y Estados Unidos, donde se crearon partidos sufragistas, es
un recuerdo de cómo los prejuicios, estereotipos e ignorancia pueden
tener un efecto para hacer una posición tajante y perniciosa en
contra de cualquier grupo social que busque derechos. Desde inicios
del siglo XX se libró una guerra gráfica en la que las mujeres, con
todo lo que tenían, tuvieron que defenderse de las críticas y
prejuicios comunes “naturalistas” sobre el lugar de la mujer en la
sociedad.

Estas postales de Estados Unidos y Reino Unido de inicios del siglo


XX, fueron circuladas y publicadas con el fin de distanciar a
hombres y mujeres por igual de la idea de la inclusión a la esfera
pública de la mujer. No lo lograron, pero son un firme recordatorio
de que el trabajo que hay por hacer por el reconocimiento de
derechos civiles es continuo y que existe una temible atemporalidad
en cuanto a los prejuicios de las capacidades de la mujer.

La lucha continúa, pero comenzó hace muchos años con valientes


mujeres que se atrevieron a protestar un rol asignado a partir de
sus capacidades maternales, físicas e intelectuales.
"¿Qué es una sufragista sin una casa sufriendo?". Vía.
"Amo a mi esposo, pero – Oh tú votas". Vía.
"La manera más sencilla para conseguir votos sufragistas". Vía.

"Quiero votar, pero mi esposa no me deja". Vía.


"Me gustaría ser soltero de nuevo". Vía.

"Mi esposa se unió al Movimiento Sufragista, (¡He sufrido desde entonces!)". Vía.
"La vida sólo es una maldita cosa tras otra". Vía.
"¡Quién dijo divorcio!". Vía.
"Donde la mujer vota – no hay descanso". Vía.
"¡Oh sálvenos, senadores, de nosotros mismos!". Vía.
"¡Las niñas hacen el trabajo de los tipos ahora!". Vía.
"Las sufragistas se ponen más salvajes cada día y rompen ventanas de las tiendas". Vía.
"La Señora de las sufragistas". Vía.

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