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El pecado

Ya habíamos dicho que el pecado trae consecuencias, mencionamos por lo menos dos en las
clases pasadas ¿Quién me puede decir cuáles son esas consecuencias? La muerte física y la
muerte espiritual.
Pero ¿qué es lo que Piensa Dios del pecado?
Hoy vamos a ver qué es lo que nos dice la biblia de lo que Dios piensa a cerca del pecado.
Salmo 5:4 Dios odia el pecado porque es lo opuesto a su naturaleza, Dios es santo y ese es
su atributo más sublime. Isaías 6:3, Salmos 92:15. Dios es justo por lo tanto no puede haber
injusticia en El, Él no puede sentirse cómodo con el pecado.
La biblia menciona al pecado con palabras de hostilidad mencionándolo como lo peor de lo
peor, como algo aborrecible. Isaías 1:6 (llaga podrida), Salmo 38:4 (una carga muy pesada),
2 corintios 7:1 (contaminación), Mateo 6:12 (una deuda) 1 de juan 1:6 (tinieblas)
Otra de las razones por las que Dios odia el pecado es porque nos separa de Él, Isaias 59:2
son nuestras iniquidades o pecados lo que hacen una división entre nosotros y nuestro Dios,
es como si deliberadamente estuviésemos construyendo un muro que nos separa cada vez
mas y mas de Dios Jeremías 5:25 el pecado nos aparta del bien y nos hunden cada vez mas
en la maldad, todas las personas que ahora son homicidas, o ladrones no fue ese su primer
pecado si no que comenzaron haciendo pecados “pequeños” pero el pecado cada vez mas nos
hacen hundirnos en pecado.
Génesis 3:8 El pecado fue lo que origino que Adan y eva se escaparan de la presencia de
Dios, para esconderse. El pecado siempre trae separación y cuando decimos que Dios odia el
pecado, es por que odia estar separado de nosotros. Su amor nos exige restaurarnos, su
misericordia nos da el camino a la salvación de la condena que su justicia exige.
Dios odia el pecado debido a su sutil engaño que nos seduce a centrarnos más en el mundo
y alejarnos de las bendiciones de Dios.(Salmo 16:11). Ir en busca del pecado, es darle la
espalda a los dones de Dios, el cual tiene "pensamientos de paz, y no de mal, para daros el
fin que esperáis" (Jeremías 29:11). El odio que Dios tiene del pecado implica que él ama a
su pueblo y quiere bendecirlo.

Otra razón por la que Dios odia el pecado es que nos ciega a la verdad. Juan dice que el que
aborrece a su hermano "no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos" (1
Juan 2:11). El pecado tiene consecuencias que el pecador a menudo pasa por alto. "No os
engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también
segará" (Gálatas 6:7; ver también Números 32:23). Dios odia el pecado por la misma razón
que la luz odia la oscuridad y que la verdad odia la mentira. Dios quiere que sus hijos
"alcancen todas las riquezas de pleno entendimiento" (Colosenses 2:2), y el pecado sólo se
interpone en el camino.

Dios odia el pecado porque nos esclaviza y eventualmente terminará por destruirnos,
nuestro pecado nos llevará a la ceguera espiritual y a la esclavitud. "¿No sabéis que, si os
sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien
obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?" (Romanos
6:16). Dios es la fuente de la vida, y él extenderá esa vida eterna a todos los que creen. El
pecado es una barrera para nuestra recepción de la vida, y esa es una razón por la que Dios
lo odia.

Dios odia el pecado porque disminuye nuestro amor por él. La biblia dice, "No améis al
mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no
está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los
ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo" (1 Juan 2:15-16).
Santiago nos advierte del peligro de abrazar el mundo: "¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis
que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo
del mundo, se constituye enemigo de Dios" (Santiago 4:4). Nadie puede servir a dos
señores (Lucas 16:13), y debemos elegir entre el pecado y la justicia.

Como creyentes, debemos odiar el pecado como lo hace Dios. Somos "hijos de luz e hijos
del día; no somos de la noche ni de las tinieblas" (1 Tesalonicenses 5:5). Debemos
reconocer que Dios nos ha apartado; somos "una nación santa, un pueblo que le pertenece a
Dios" (1 Pedro 2:9). No podemos llegar a ser santos por nuestra propia cuenta, sin embargo
Dios nos da su Espíritu Santo para santificarnos (2 Tesalonicenses 2:13). Tenemos su
promesa de que él nos ayudará en nuestra lucha contra el pecado (1 Corintios 1:8).

Odiamos el pecado porque nos separa de Dios. Lo odiamos porque disminuye nuestro amor
y adormece nuestra conciencia, porque nos ata y nos ciega. Lo odiamos porque contrista al
Espíritu de Dios (Efesios 4:30). Nuestra oración al santo es: "Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tesalonicenses 5:23).

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