Está en la página 1de 40

XVIII.

el amor
después de Frank Zappa
porque usted necesita lo que no necesita

m. tena
Bebe fuerte
y se confiesa

puesto aún el vestido de la boda

Sigue su dieta beoda

que hoy le sienta como un guante

Un cuerpo crudo

convirtiéndose en abono,

el amante

Amanece

y los barrenderos ya barrieron para casa

Mira a ver

quién demonios

te va a dar la enhorabuena
Si pudieras decelerar la tierra

Que no llegara el sol

a descubrirte

que nada fue, en realidad, como creías

que saldrás

de la gran guerra

como fiel cadáver

desamparado,

fuera del amor avaro de la ONU

que hueles a pesticida, a raticida,

a genocida,

a vulgar veneno

que no te han lavado

y se te va empapando el vestido
con la sangre

con que hace,

Jehová

nuevos testigos
Dile al condenado a muerte
que no fume

que aquí,

el colorante artificial es comunitario

que no se gasifique antes de tiempo

que se olvide de rezar,

que eso no vale

(ya lo supo Robert Johnson)

que peor que el diablo

siempre va a ser la coca cola


Algo
le has hecho al mimo,

que el cabrón

ha optado por moverse

Parte a acariciar las manos

que le daban de comer a tus espaldas

A gesticular, ensimismado,

de rodillas

a caer derrumbado a sus pies banqueros

a besar y lamer

lo que haga falta

Una vez más,

la gravedad,

resulta ser más fuerte que la ley


Baja Verónica a la noche con la cabeza alta

Sitiado

el vuelo de la falda

y la matriz, matraz del todo

Monedas de cincuenta céntimos

y un número de teléfono

mal escrito

entre los dedos

Dedos a los que explicar

que perdiste ya la cuenta:

Jorge, Javier, Lisandro,

un tal Domínguez,

perros de presa en esta cacería inútil

un chatarrero, un camaleón, un pichabrava, un vendeglobos…

Nueve de cada diez,

aquí,

no son dentistas
Friega, fatídica,
la escalera del portal

que ni está sucia

Tiene una hija metida,

incurable,

en cada fregado

Un quitanieves

alejó a su hombre

y ya no quiere a nadie que la cruja

Desconoce

el alza de precios

con que acaba cada guerra

No tiene ella la culpa,

presidente

de escribir tan mal

tu nombre ario
Come las uñas.
Traga saliva.

Adora el dinero.

Qué bonitas son las cosas aquí afuera.

Quedó en Manila la casa.

Y el Ford focus

Reza.

Y que rece tu papá

Tal vez sea el siguiente al que decidan cortarle la cabeza

Quisieras reconciliarte

y llevarlo

a cenar

pero tendrías que sacarlo de la cárcel


Pasamos noches hijaputas
haciendo crecer

y crecer

el extrarradio

Tu imagíname a mí,

con doce años

saliendo de casa

con un cuchillo de medio metro

y voz de pito

imagínate a ti,

(un poco más joven)

entregándome el clima de Groenlandia

con los labios,

buscando la explicación veraz

de adónde fue a parar

tu padre

con la cartilla de ahorros


de qué hembra corsaria

de ojos rasgados

y piel de lince

le alborotó de ese modo los testículos

La tinta china y el ejército mongol

Desde entonces,

ya lo ven,

tengo correa
No le sonrías al carnicero,

sus machetes

todavía llevan sangre

Es de noche y sabes mentir,

baja la vista

y jura

que estuviste con un par de amigas en Ikea

Haz el amor

como una rata,

sin ninguna luz y con los dientes fuera

Reza a la virgen,

(cualquiera de ellas)

porque mañana la sangre

no esté fresca
Traga,
el hombre orquesta,

su puta ensalada de quesos

virgencita de los muertos,

le han robado, anoche,

el auto

Ahí va,

con su cantinela sorda,

a no dormir si es necesario.

A que aparezca.

Apoya el pie

en la luz del sol

del callejón de los gichos,

ese recóndito plasma

donde, sabe,

le devolverán con fe auténtica los golpes

Piensa en su chica,
polinizada prematura,

por puro honor

recibiendo

enojada

su regalo de san Valentín

en la cruz roja
Tengo a mis hijos,
carcomidos,

denunciándome en la radio

Destronados,

agitan mi cadáver

(padre del amor hermoso)

Olvidaron que aún ardía

Maruja,

por favor,

permanece drogada

El abogado dijo que se la traía floja

No se engañen. Todo el dinero es sucio.


A lo bonzo,
va tu cuerpo,

desandando lo andado

Comienza una jornada nueva,

bárbara

para el ornitólogo

Un poco de amor cochino,

piensas,

nunca está de más

y dejar luego los huevos

que se empollen ellos mismos

preparándose para ser normales

ahora que el catastro

planea subastar

la casa natal

de un tal Pancho Villa


Llegaron del monte con garras y garrotes
y una sed

secundaria

de justicia y puntería

Hacía demasiado calor

y les picaba la barba. Les sudaba el bigote. Hedían.

Se habían vuelto comadrejas

por el suplicio ritual de la caridad ajena,

por su apellido de protección oficial.

Lo dicen las encuestas,

por su asco a internet

Portan

bajo la coraza,

entre los propios intestinos,

pasado, presente y futuro

de la enfermedad contagiosa de la rabia


Crece la hierba
y esconde tu olvido

La venta de ginebra

ha crecido

en el barrio

un tres por ciento

Ya no hay espacio

en el espacio

para aquel amor salvaje,

para

el pronombre interesante que fue nosotros

Limpio el rojo putón,

que dijo L´Oreal que me pusiera

Quito las lentillas,

para no captar el daño

Quedo

en nada

si me quitas el corsé
Abandonaste a los hijos
porque no los querías.

Decir

que te odio

es eufemismo

Hay un cajón

lleno de fármacos amigos.

Van a aceptarte.

Para hacerte más sufrir,

te herviría,

hasta la calavera

Merecieras el infierno,

pero no existe
Chiara mide
uno noventa y tres

y tiene un arco

Tuvo un novio que jamás la quiso

y ahora otro

que ni sabe ni contesta

A veces los ves por los bares

sin decirse nada,

acechada de escalofríos,

víctima

del precio

pagado por erguirse tanto tanto

Sabe decir puntería en siete idiomas.

Y no le sirve de nada.

Las palabras favoritas de occidente

son

televisor

y de plasma
Si llegar llego a casa,
te dejo que me ahogues con la almohada

que me entierres en brea

y me metas,

pecho adentro,

dinamita

que me latigues, me guillotines,

me retuerzas los miembros,

me des cáncer

que me hundas en el mar,

diez u once veces,

todo, para no ver esto

Han rizado el rizo.

Hoy es el día mundial

de John Bon Jovi


Se han cargado al turco de la tienda
de alimentación

Parece ser

que fue un ladrón de poca monta.

En la cafetería del jardín botánico,

los esbirros del alcalde

mantienen el estómago lleno mientras leen

la prensa.

La ley de protección de datos

no les va a sermonear.

Nosotros,

más en el mundo,

imaginamos en la mirilla tu cuerpo desnudo

que jamás se vende.

En esta historia nadie va a pedir dinero.


Dice que a su hermano
se le olvida todo.

Incluso lo que acaba de olvidar

Dice

que lo agarró la mala suerte en los ochenta,

cuando juraba:

droga, mátame a mí

Parecía,

a simple vista,

un barrio cualquiera

de una ciudad cualquiera

y era un campo

de experimentar suicidas.

Dar cera y pulir cera,

como dijeron luego en kárate kid

Rosa tenía nombre de hoja muerta,


y lija en las entrañas.

Le dio un hijo

que no quiso saber de él.

Y no lo culpo.

Lo mejor,

tú no lo sabes,

debe ser mirar

sin ver
Saco músculo en brazo
y pectoral. Exponencio deltoides.

Inhalo frente al espejo,

el aire extraordinario que me dais a respirar

Soy el macho dominante.

Soy el mejor, desde hace rato.

Amo y odio,

a partes iguales,

lo estrecha que va haciéndose la tierra

Construyo,

de manera inútil,

predicados

que no puedo contar a nadie

No hay teléfono

en el corredor de la muerte
Son mayoría. Tienen disculpa.

Consumen y trabajan,

datan su historia.

Viven ese marciano líquido amniótico.

Aceptan los sueños

de los que aceptan dormir.

Pero es de noche.

Y no todo el mundo entiende

de heliocentrismo.

Me alejo de la corteza terrestre,

homo

excesivamente erectus

dispuesto a llevarme

el premio nobel de la sarna.


Entro al bar.

Masco el cebo.

No tengo disculpa.

Muerdo, porque sé morder.

El pecho va calando.

La electricidad me recorre

de arriba abajo

como supo Tesla.

Trae, hasta mí, alegría,

y su nombre áspero de siete letras.

Buceo en cubitos de hielo.

Serpenteo ese líquido que arde,

para no verla,
poliquística,

alrededor.

Oigo que dice

que en Televisa

los de bigote

son siempre perversos.

Ya no hay marcha atrás.

Llegan

las hormonas del desastre.

Una pelirroja desnaturalizada

que triunfa

como la cizaña

desde que era una niña.

Desaparece la postrera estrella.

Me deshago.

Despierto en ti,
y ahí,

se acabó la frase

La familia, con altibajos, puede que te cubra.

El sistema sanitario,

malamente.

Pídeles perdón por no evitarla,

porque se llevará tu amor,

cuando no la mires,

a un paraíso.

Dicen que son buenos tiempos

para las islas Caimán.


Se atascó el inodoro
por culpa

de la dichosa tormenta

No recoge los residuos desde ayer

Parásitos diversos

resucitan

su ocasión de multiplicarse

Son, las moscas, buitres domésticos

La magia,

de nuevo,

va por dentro
1.

Cristo me ama. Yo amo a cristo.


Soy su criatura y creación.

Nos amamos,

como pueden amarse un dios y un hombre,

y amamos

nuestro amor inverosímil.

Pero, el domingo a las doce

amo también mi entrepierna.

Soy pura gula

y al subir al púlpito

le pido

que superpueble

de niños

la primera y la segunda fila

2.

Me dijeron
que subiera rápido al coche

y no llorara

Van al cielo los niños obedientes.

Separa un poco las rodillas.

Sóplame en la oreja,

que me da gustito

Hoy es navidad, y vale todo

3.

Hay un par de casquillos

cerca de la ventana de la rectoría.

Una copa de plata

abollada

en el suelo.

El tercero, santificarás las fiestas.

La sangre y el vino
mezclan,

lastimosamente,

entre baldosa y baldosa


Te has metido
a la trágala

dos o tres buscapinas

Pentagrama vacío de la noche de reyes

Donde todos dijeron ágape

prometiste distancia

Brindan

contaminadas

las buenas gentes de Luxemburgo

al publicitar

tu muerte

Te auguran,
estadistas,

un bonito cajón de pinotea

Lloran,

sin consuelo,

siete o seis mamíferos

Mueren

de pena

los medios

básicos

de producción

También podría gustarte