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flores marchitas
que llevan tu mismo nombre
me están serrando el corazón
con un serrucho
de dientes muy agudos
s. de beauvoir
tres.
Con mano férrea
y férreo el brazo,
vaciaron
la ciudad
de sabios y ascetas
Yo,
lo llamo roña
dos.
Genocidio el gemido.
Acre la faringe.
La garantía
de un cielo puro,
embosca.
Encarrilada,
ya no vas a llorar.
Si hay solución,
ya no hay problema
Devasta escondites,
tiempo,
porque yo no pienso huir
Todo es negociable
la nitidez estupefacta
con que
te cedo al sol
Que la ira
sea
un demencial torrente merecido
Que el dudoso
beneficio monoteísta
de las parejas salvadas de la hidropesía
sea
causante
del sempiterno agrio sabor a resaca
que me puebla
Contagia
su díscolo cric cric
la guillotina
Bovinamente,
el fin del mundo
se está aplazando
La otra mejilla
la va a poner
tu puto dios
Te postras
en la costra
que dejó el cuchillo
en la costa acribillada de tu piel
Sientes
que los dedos son retorcidos alambres
del estado vegetal.
_No sé tú,
pero yo ya no te quiero. Esa es la excusa,
El error de la gente es ser familia.
Ser la luz
que da casa
a hijos de asesino.
La última ola,
incómoda,
dice adiós, con rencor, al horizonte
Este océano,
aunque avisa,
algo mantiene de traidor
Ahora
que su artificio
devoró membrana a membrana
la playa,
De mestizar
el tiempo y los microbios
y acabar enterrada,
penetrando unos metros por debajo
De no activar
el trópico cadáver
que pulsa la entrepierna
De un vientre enclenque
que no se civilice
De envejecer,
cada mediodía,
treinta y seis años
De dejar,
con ojeriza,
una última bala,
un último
sufijo
manumisor
Inculpan
e insultan
los enemigos naturales de la muerte
a esta hija descarriada
que no quiere encarrilarse
Dejo
en el suelo,
a sus suelas,
un pedazo de carne descompuesta.
comen marisco
Tengo una herida
inválida
que atraviesa a pulso entrañas
Y al amanecer,
entre el cívico rocío
y las estrellas
Pobrecitos ellos.
Pobres.
Y,
brutas bestias
de antemano,
se lanzan a sentir desaforado
Y entonces,
la debacle,
esa huesuda mano que tacha el avance,
precipitado,
de tu almanaque,
vislumbra la grosera
composición
de tu calavera
no hay silencio
que no huela a muerte
Clava los pies al núcleo
de la tierra
Del interior
de la vagina,
un orgánico murmullo:
Que Pilatos
se
apiade
de ti
La luz
artificial,
en general,
ya no te estima
Mina la arena,
bélico,
un mundano cordón umbilical
Monstruos antepasados
hieren la herida
insurgente
que no quiso vida albergar
Será raíz.
Pasto.
Ocle.
Destrucción definitiva del futuro.
Convéncete
que convencer al juez
será convencer a la prensa
Molicie,
si más aún ablandas,
mácula
que desde el nacimiento
llevo adscrita al pecho,
si humillas
a la mujer equivocada
que estoy siendo,
si tu ritmo franco,
camarada corazón,
cambia de bando,
te lo juro,
Desmedida o no,
he visto en las tinieblas
un millón y medio de pecados
He visto
una pulgosa manada masculina
de gilipollas
velando,
en el velo del paladar,
palabras de muerte.
No quieren hablar
de la gran plaga bíblica que fue el dinero.
Los músculos,
a punto de partir,
se relajaron
para detener las goteras de la historia
Lo natural
será el alcohol y su bravura,
Cuando
al pozo sin fondo de esta avaricia
cae,
desde el cielo,
una soberbia cascada de odio mutuo
Cuando,
entonces,
una termonuclear negrura
se alinea con la tierra
y las cenizas,
infinitesimales,
exagerando su peso,
cubren cómos y porqués
Porque
el número de crímenes
es mayor que el de milagros
Porque de noche,
el frío
gotea una vez sobre cada vértebra
y
gritar más fuerte
sólo va a ser mentir más alto
Porque
se me rompe el corazón
y no me entero
cero.
Que la tierra me sea leve. Sin martirios.
Que responda
como ancestral paracaídas que fue siempre.
que merece.