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XX.

flores marchitas
que llevan tu mismo nombre
me están serrando el corazón
con un serrucho
de dientes muy agudos
s. de beauvoir
tres.
Con mano férrea
y férreo el brazo,
vaciaron
la ciudad
de sabios y ascetas

Con su santa glaciación,


despiojaron
de ansiedad,

a golpe limpio de hamburguesa

Dicen que es progreso.

Yo,
lo llamo roña
dos.
Genocidio el gemido.

Acre la faringe.

La garantía
de un cielo puro,
embosca.

Encarrilada,
ya no vas a llorar.

Lección general de dignidad: mi cuerpo es mío.

Si hay solución,
ya no hay problema
Devasta escondites,
tiempo,
porque yo no pienso huir

Me atravesaré los ojos


con lo que quede de día
y,
quizás,
en la asepsia de tu nuevo amor,
en ese desarraigo máximo,
haya paz
y no martillos

Salvaguarda el aplomo y acaba conmigo

Todo es negociable

menos esta esclavitud


Y de repente me he puesto triste.
Encapsulada,
porque ya no puedo más.

Porque ya no hay género ni número.


Ni hay
humano ni inhumano,
ni posesivos,
ni posición.

Porque inverosímiles bacantes,


boyantes de salvajismo
y antidepresivos,
sumergen
en ese pozo sin fondo
que es el resquemor

la nitidez estupefacta
con que
te cedo al sol

para cerrar el círculo perfecto


Que un huracán
unilateral bienintencionado
me haga desaparecer

Que la ira
sea
un demencial torrente merecido

Que el dudoso
beneficio monoteísta
de las parejas salvadas de la hidropesía
sea
causante
del sempiterno agrio sabor a resaca
que me puebla

Que las drogas duras no me ablanden

Que tu cárcel tenga nombre


y no sea yo

Que una vez abatido el miedo,


el espectáculo
consiga
comenzar
uno.
Se tortura los ovarios,
con rigor,
en su propia y evidente fosa interior

porque el mundo es una mierda.

Contagia
su díscolo cric cric
la guillotina

La razón de este cataclismo


será afrontar
sus sólidos huesos

y perderles el tacto fósil

Bovinamente,
el fin del mundo
se está aplazando

La otra mejilla
la va a poner
tu puto dios
Te postras
en la costra
que dejó el cuchillo
en la costa acribillada de tu piel

en la pústula terminal en que acabó su cariño.

Sientes
que los dedos son retorcidos alambres
del estado vegetal.

Huele aún a él.


Las brasas.

Vuelves a donde dejaste el cráneo.

A tu barriga atónita de mundo,


en cuyo seno,
una fábula mansa hecha niño
te decuplica la angustia

_No sé tú,
pero yo ya no te quiero. Esa es la excusa,
El error de la gente es ser familia.

Ser la luz
que da casa
a hijos de asesino.
La última ola,
incómoda,
dice adiós, con rencor, al horizonte

Este océano,
aunque avisa,
algo mantiene de traidor

Ahora
que su artificio
devoró membrana a membrana
la playa,

abrazado a tus restos,


hijo,

siento el polo opuesto de la culpa.


Todo se trata
de una chica y su pistola,
como dijiste

Y de no seguir complicándose la vida.

De mestizar
el tiempo y los microbios
y acabar enterrada,
penetrando unos metros por debajo

De no activar
el trópico cadáver
que pulsa la entrepierna

De un vientre enclenque
que no se civilice

De envejecer,
cada mediodía,
treinta y seis años
De dejar,
con ojeriza,
una última bala,

un último
sufijo
manumisor

que reglamente las iniciales


de tu nombre
Se van mis ojos.

Y pudre el paisaje hasta dolerles,


hasta rozar
su descorazonador corazón desconocido.

Inculpan
e insultan
los enemigos naturales de la muerte
a esta hija descarriada
que no quiere encarrilarse

Dejo
en el suelo,
a sus suelas,
un pedazo de carne descompuesta.

No se preocupen. Esto es Galicia. Aquí las ratas

comen marisco
Tengo una herida
inválida
que atraviesa a pulso entrañas

que crece ebria


y sale,
sin ruido,
por la espalda

que yergue yerta mi sombra


y oscurece buena parte
de esta oceánica tragedia

Y si querer quieren, de ella, nacer flores,


pues que nazcan

Y si querer quiero amor,


lo descongelo

Y al amanecer,
entre el cívico rocío
y las estrellas

veo terminada, por fin,


la evolución
Encontraron un cadáver en la playa.
Un cadáver
sumamente
pequeñito.

Te mira rígido aquel vil mazacote que camina paseando su gimnasio.


Te miran bañistas. Dos o tres. Que aún es temprano.
Te mira, boquiabierto, el pescador. Te mira el pescado.
Te mirará,
seguro, seguro,
la pescadera.
Te miran desde el primero A, B y C.
Te mira y te señala toda una constelación.

Pobrecitos ellos.
Pobres.

La vida no ha sabido prepararles


para esto.
A veces,
tienen la suerte
de que la muerte hace visita en otras puertas

Y,
brutas bestias
de antemano,
se lanzan a sentir desaforado

Iniciado este maremágnum,


la inmortalidad
tiende a ser despreciada

Y entonces,
la debacle,
esa huesuda mano que tacha el avance,
precipitado,
de tu almanaque,

como una corona de espinas sin pasión alguna,

vislumbra la grosera
composición
de tu calavera

Que si la respiración exige riesgo,

no hay silencio
que no huela a muerte
Clava los pies al núcleo
de la tierra

Espetada bravamente bien

Del interior
de la vagina,
un orgánico murmullo:

Que Pilatos
se
apiade
de ti

La luz
artificial,
en general,
ya no te estima
Mina la arena,
bélico,
un mundano cordón umbilical

Monstruos antepasados
hieren la herida
insurgente
que no quiso vida albergar

Será raíz.
Pasto.
Ocle.
Destrucción definitiva del futuro.

Convéncete
que convencer al juez
será convencer a la prensa
Molicie,
si más aún ablandas,

acaso te hagas parte


venenosa
de ese aire que no quisiera explicar

Si, maniática, te transportas,


atraída
por cualquier imán
que no sea el mío,

así la voz se te entrecorte.

Si abandonas este idilio,

mácula
que desde el nacimiento
llevo adscrita al pecho,

si humillas
a la mujer equivocada
que estoy siendo,

si tu ritmo franco,
camarada corazón,
cambia de bando,

te lo juro,

la siguiente cicatriz será la tuya


Yo soy la mar empapada de mar,
catapultada.

Desmedida o no,
he visto en las tinieblas
un millón y medio de pecados

He visto que en la sombra hay animales


manejando el futuro
de los otros animales

He visto
una pulgosa manada masculina
de gilipollas
velando,
en el velo del paladar,
palabras de muerte.

No quieren hablar
de la gran plaga bíblica que fue el dinero.

El amor les fue ridículo.


La cosecha se les desproporcionó.

Si no importa el mundo, ya estoy limpia


Pasó el ciclón,

poniendo nombre a las costuras,


haciendo de la tierra natal
tierra corrupta

Los músculos,
a punto de partir,
se relajaron
para detener las goteras de la historia

Lo natural
será el alcohol y su bravura,

que este ciclo salvaje


ya no tendrá reverso

que en este pasado imparable


ya no hay trampa
ni cartón

que en esta perra


euforia
nuestra
no habrá heridos sino muertos
Me encanta
como huele la ciudad cuando entra el frio
con una violencia
esencial
que serpentea

Cuando
al pozo sin fondo de esta avaricia
cae,
desde el cielo,
una soberbia cascada de odio mutuo

Cuando,
entonces,
una termonuclear negrura
se alinea con la tierra

y las cenizas,
infinitesimales,
exagerando su peso,
cubren cómos y porqués

y adiestran la necesidad de aire

Porque de tanta amargura


también se vive
Roba, miente y mata

porque no van a perdonarte

Porque
el número de crímenes
es mayor que el de milagros

Porque de noche,
el frío
gotea una vez sobre cada vértebra
y
gritar más fuerte
sólo va a ser mentir más alto

Porque esta rastrera retina colecciona mordeduras


Porque de estar aquí, ahora, quedará la anécdota

Porque
se me rompe el corazón

y no me entero
cero.
Que la tierra me sea leve. Sin martirios.

Que responda
como ancestral paracaídas que fue siempre.

Que tu globo ocular


sienta la falta
de mi globo ocular expiatorio.

Que mi abandonada y partida


escápula
hable al futuro
de cómo, mundo, me mustiaste.

Que a esta bala


que encontrarás en pleno pecho
no se le dé
oportunidad
de hacer más daño.

Que todo esto


que escribí y escribo
tenga
la amorosa hoguera

que merece.

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