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XV.

porque estamos enfermos


y vamos a morir
el lobo se hizo perro

cuando empezó a hurgar en la basura

alguien, en el diario el país


Se enfunda el cuerpo
en la piel de otro animal

para ir a fundar la luna,

para que sus embriones

de multípara hembra

puedan vivir

indivisibles

en el fin del mundo,

para aserrar hombres por el medio

si es que todavía

queda alguno

Sólo allí regalará su amor

Lo que quieren hacerle ver,

no le interesa
Caíste a esta grieta
para liarte las manos,

que antes,

las tenías desatadas,

agarradas a la garganta

del amante que te amargó

tres años,

prona y supinamente

Encuentras el contraste

idóneo

de las margaritas

que fueron creciendo

ilusas

de todo lo que lloraste

desde el accidente
Espero a los chacales
y su sarro

con parsimonia

El rocío,

metálico y protector,

me atrofia

y me descafeína por las bravas

Floto, no lo crees,

pero floto

A veces sueño en sueños

que soy la mujer serena

que nunca acabó de dormir

Nunca se sabe

lo que habrá de celebrar

quien nació sin corazón

en la nevera
Vienen al sol en pedacitos

como momias que vieron

sin mucha convicción,

el extranjero

Hinchan tu corazón, visiblemente

prometidas

al optimismo marcial

del futuro

que separará,

por descuido,

la camada

si no hay más cera

que la que ahora

te quema

por el centro

el pantalón
Finge desiertos
donde predicar ofertas

irrechazables

Vegeta en la estación

los días de huelga

Suda, una y mil veces,

incapaz

de explicar nada

Quiere,

la virgen,

desterrar la atrofia

de su roma lengua

Sueña

que su hijo

se hizo por fin grande

y va al gimnasio
Ni primogénita, ni benjamina,
que,

sin depositar huevas

fueron cayendo con la guerrilla

(dicen

que los milicos los ponían a la brasa

y se comían partes)

Dejan las uñas de tener bordes

para, tercas,

seguir creciendo

y raspar

otra semana entera de vudú

Ahora que la noche

es de los tristes

y soy el único animal

que te contempla
Nunca supiste
mondarte del todo el alma,

gravitar

sobre tu lista de festines por el cuello

No fuiste quién a tragarte

el horizonte

como meta,

el globo terráqueo

como polvo que no usar

Todavía no sabes si vendrá

el invierno

si prefieres

arrepentirte en el túnel

o regresar

a depredar jovencitos

al otro lado, histórico, del mar


En el agua buscan oro
Y en el oro, absolución

Personas que se escabulleron

de respirar

como es debido

dedican frases entera

al cambio de clima

si se encuentra,

espeluznado,

a otro cabrón

En el colchón,

hambre caimana

y juguetes sexuales

Y el pitillo

solitario

de después
Habrá un ángel
por cada seis demonios

Tomarán estos,

en monopolio,

la puerta de los laberintos

Les oirás silbar,

en demasía

para ti que lo eres todo

Sabrán darte

en tu veinticinco cumpleaños

una receta

definitiva

para el canibalismo
Demuéstrame que existe Silicon Valley,
que,

técnicamente,

no murió

que acabó la peste negra

que trajeron,

corruptas,

las aves de corral

y que, excrementicia brotó

sobre este paisaje farándula

de Hitchcock

que del último

al primero

saboreamos

de la manera en que aman

ciertos bichos

la madera de ataúd

y lo que hay dentro


A medida que el domingo
viene a molestar

con Jesús y sus discípulos,

la ramera dispar de Babilonia,

en su presente

del montón

encara

entumecida y sin papeles

el escalofrío resultante

de ser

del todo honesta

con sus hijos


Te escupían a la cara
amor

y agua de mar

Intentaban,

halagadas,

algas agarrarte

peregrinaje pertinaz piernas arriba

como si se hubieran metido

en el bikini

los vecinos

Pusieron perdida, de saliva,

la pleamar

Y la brisa, encima, no salió

Ojalá os torpedee un submarino

o siete test

positivos

de embarazo
Vas
desacompasada

de beber tanto

Descubriste,

domador,

el bourbon de Kentucky

Fallas te quiebran

por dentro

el organismo

viendo como a tu hijo,

accidental occidental,

la cólera de millares

le destroza la crisma

porque la Gran Manzana,

gandul,

se vino abajo
Cava, cava,
infraestructúrate

Madruga madrigueras

hasta el centro

excéntrico

de la tierra

Vienen los cazadores de hombres

El único tesoro,

ahora posible,

es la venganza
A años vista
de ser sede olímpica

y ante la falta absoluta

de deportistas de élite,

el gobierno laico

de la República bananera de Panamá

desarrolla

un peliagudo plan

destinado

a incrementar la natalidad

mediante

publicidad

dudosamente subjetiva
Doce días de camino
Buscando apetitos nuevos,

formas inmediatas

de utilizar los molares

de sujetar

la onomatopeya

huérfana

del sistema digestivo

Cabecilla asmático

de una nueva

reforma agraria,

cabra montés,

porque el paciente inglés

se llevó

toda tu hierba
No mires. Sigue adelante. Cloquea

Sólo son sus dioses idiotas

en aritmética progresión

Tantos,

que acabaron siendo montañas

a las que,

subdesarrollados,

rezan

y llevan

a sus hijas, a hombros,

a quemar

Cloquea. Cloquea fuerte.

Si vas en misión de paz,

es difícil

que te crean
El primer hombre
que inventó la cárcel

(cuando todos eran amigos.

Cuando todos

eran tan amigos)

elige bando,

se lava las herida con pisco

y pregunta por su basilisco amor

en caída libre,

que se quedó bien preso,

allá

por la edad de piedra


Son tus piernas
el plenilunio perdido,

mi muro particular

de las lamentaciones,

la llave maestra

que resucitará a los muertos

del obús

principal

los días desmedidos,

las noches sin lucha,

la organización,

entera,

mundial,

de la salud
En el momento
abúlico

en que se declare

la guerra nuclear

utópico será

ser inocente
Sombras,
que sonámbulas

desplazan cremalleras por la noche

Tasados masculinamente

Discípulos

de los frascos nocturnos

del amor

Hijos todos

de la hiena

que más parecía reírse

Sometidos al constante

hábito

superficial

de no poder recordar

al día siguiente

su apellido
Se extinguió el formol
que te cubría

que te hacía, de veras, olvidar Argelia

Sujetaste, firme,

la bolsa con los vegetales

de la cena

prisionera de una calle

ahora inhóspita,

sin recovecos

Aquel tranvía volador

te dijo

a qué se dedicaba Burik,

tu queridísimo hijo

cuando tú lo creías en la escuela


El primer puñetazo
te desdobló una costilla

y parecieron dos

Visitaste el suelo

y te gustó un poco

El segundo ya fue puro plagio,

un cohete que te abrió

ambas cejas

y te devolvió el cerebro al parvulario

donde,

sin censura,

colgarás

las fotos deformes

de la ficha policial
Todos estos años esperando a Moby Dick
o a los turistas

o heroicas canciones

subidas de tono

como si los vikingos cotizaran en bolsa

Ingredientes paramétricos

de una nostalgia

que sólo admitió astilleros

que le cercenaron pulmón y medio

de un plumazo

y nos dejó

este cisma higiénico

entre mar y cielo

y dos filas de dientes,

clamorosos

de apretar
En la villa de Castrofilippo
nada tienen que decirse

Mecánicos hombres,

mujeres y niños

celebran

su cielo y su infierno a la vez

Micronesia.

Cada cual y su espalda.

No suena el teléfono,

porque no tienen

Por las noches,

si no hubiera grillos,

los harían repoblar


Dime si salpicarás
cuando te parta una embolia

si algún músculo inquieto,

podado,

fortuito,

se techará junto a mi

Dime si tu sangre tributaria

se alterará

en kilogramos

cuando la temperatura corporal

se sienta traicionada

Dime si te animarás

a una última mueca,

si escucharemos el himno,

o tan sólo la alegría


Sabes que no sabes dónde estás
Y no te importa

ahora que el bote de cola,

inhalado, murió

devolviéndote este cáncer

sin trópico asociado

Sabes que eso que va por ahí

tiene alas y vuela

y que estaría cojonudo a la cazuela

que fuiste cocinera antes que yonqui

Sabes que hay un carrito.

Lo has visto.

Y lo que duele al bolsillo

es no encontrar el resguardo

que canjee

a tu niño

por este frio universal que campó encima


Sácate el vestido
y fabrica bombas

Peregrina luego al sol,

encinta y aislante

Sé un terremoto y diluvia metralla

Inflama la hipótesis,

mayor de edad,

del cuerpo

Respira sin ambages,

desgañitada

de repetir entre jadeos que me muera

Sácate el vestido

y fabrica bombas
Walter tiene una bicicleta

Todos los días avanza en ella

orgulloso de ser más veloz

que los viandantes

Los viandantes tienen sus piernas

todos los días pasean en ellas

orgullosos de ser

más rápidos

que los cangrejos

Los cangrejos no tienen prisa.

Todos los días pasean

orgullosos

de no tener que ir a trabajar


No siempre son necesarias
las razones

Cizaña

superpoblándose de cizaña

Saliste cabizbaja

de la cueva

porque no te quedaba

pared asimétrica

en que pintar hombres

Desde que la gasolina

se extinguió por completo,

si se te incendia

el corazón

ya no es por culpa nuestra


Vuelta la espalda,
como una orden de alejamiento

hasta Somalia

Un secuestro sin secuestrador

Te girarás porque alguien,

borracho,

enunciará tu nombre

Y será el amor de tu vida

Agua tibia de fregar

la materia inerte que se quiera ir

La literatura,

sin bruma,

muere pronto
Murcia
será el lugar

donde vayan a morir los hombres

Alguien lo aseguró,

catastrófico y genocida,

esta mañana

Escarbarán la tierra

y caerán agotados

de forma natural

Eso es todo.

Y tendrán, conmemorados, su lazo

de un bonito color

que aún no haya escogido

nadie
Domina
la parsimonia de las horas

Clava su emoción

y andan para él

Olvidó el lenguaje

que exigía

reglas gramaticales

Bígamo a dos manos

de flora y fauna

no necesita compañera

que le regule el calor

en este citoplasma aletargado

Todavía sonríe

al recordar

que debajo del mar

hay hombres rana


Se sabían ya borrados.
Catatonia puritana del Far West.

El feo vendió a sus hijos

El malo, a sus amigos mejores

El bueno,

barbitúricos, no más

Enfermo de fama,

un sheriff que no pedía explicaciones

aplicó,

duplicados,

tormentos de plata

en sus pechos

siguiendo la huella

de las grandes serpientes

que se dedican,

abonadas,

a extinguir
Dicen que las precipitaciones y la herrumbre,
o la censura

barrieron la única copia

La posible, inverosímil,

cumbre

del expresionismo fílmico

alemán

Después de Los Nibelungos,

allá por el veinticinco,

Tarzán

terminaba sus días

empalado en una farola

por los ardientes

comedores de hombres

que habían perdido,

esa tarde,

el apetito
Canta para los soldados:
que se paren de matar

Penetra,

aciaga y ciega

en la luna,

enseña la marca sincrónica

del sujetador

(Suena un disparo entre bambalinas

y se incrusta

en tu maxilar de arriba)

Todos los bebés son iguales

cuando nacen muertos

Se queda el portal de Belén

sin ángeles

ni argumentos
Pietro se desenganchó
Y también Sandrusca

Ahora son marionetas

territorialmente extrañas

Títeres manoseados

por artesanos del humor más negro,

esclavos

de la medicina

que los viene a fumigar,

a retorcer las cuerdas

Los salteadores de caminos

no podrán con ellos

La publicidad,

esa sí,

es la que mata
Te sentabas, temblando,
en el manillar

Y conociste Montana

Pasamos como terremoto

la costa de California

donde el hombre alcanza a parecerse

al odio desmedido

que le hizo nacer

En una habitación oscura de San Diego

conocí tu cuerpo produciendo sombras,

y el orgasmo

repentino

que le escondiste al doctor

Quisiera de vuelta la semana pasada

cuando aún

tus miembros eran puros en la playa

cuando nuestro amor

aún era raro

y no seropositivo
La noche más triste
me arañó la cara

El planeta tierra, halitósico,

me obstaculizó un poco

Enfermó grave

el conductor de ambulancias

y ninguno de sus

quince nietos

se acercó

al filón ponzoñoso de su páncreas

teniendo éste

que confiar

su muerte altisonante

a los vecinos
Se conocieron en la caricia
de los baños públicos

Garantízame furor y furia

e iré detrás

Un vuelo majestuoso

en tu dirección

del hombre bala

A pastar,

pacífico,

dormitorios

insonorizados de amor

Paraíso al que vino el chupacabras

Mala hierba

que no muere

termina por no defraudar


La inflación llegaba a amigdalitis
La economía en declive

Las matrices,

refrigeradas,

se negaban a nacer esclavos

El pueblo, aburrido,

sin pan,

sin circo,

empezaba a protestar

Así que bajaron ellos,

de mutuo acuerdo

En este lugar exacto,

a J.M. Aznar, una espada corta

le partía

por el centro

de su brillantemente tierna

región abdominal
Tu sonrisa te abrió una puerta
Los pechos, dos

Te has aupado a la mesa

de la oficina

y cantado a gritos

con la aspereza donativa

de la reina del mambo

aficionada al caos

de la bebida fuerte

Rociadas las ortigas

con la sal de tus pulmones,

alguno,

goloso,

se irritará la piel,

bajo el escritorio,

tocándose por ti
Desde este lado escondido del cosmos
que de memoria me sé

da igual

que me venden las venas

o que las venda yo

Será la selección natural

de las especies

la que, de verdad,

me tulla

Peyorativa,

sin análisis de sangre,

descansará violenta

la tierra sobre mí

Sofisma natural de la barbarie

la noche en que,

por fin,

bata mi récord
Marea negra
los latidos en la sien

Abaratada,

con el cuerpo reubicado

en piezas

saca

un botellín

del mini bar

No.

No podemos seguir siendo amigos

Así te pisen la cabeza

Ya tengo gente suficiente

clavándome puñales

en la espalda
Son las cuatro y veinte.

Camélida,

sobrada de agua,

espero misericordia inguinal,

un sexo que herede, sin protocolos,

mi carne androide

Caminar sobre el fuego

y dormir en el jardín de infancia

Mañana,

un coma tutelado

que campe a sus anchas

Lisboa cerró su espacio aéreo.

Volveré pronto.

Te quiero mama.
Le contaste al barrio
que en la capital

había monstruos,

billetes por fajos,

mucha policía y poca diversión

que sentiste tu sangre atrapada

cual viruta

en la madera,

como palabras cohibidas

que no emergen

o el sudor desesperado

de la espalda

de cualquier tirano

cuando hacen el amor

sin saber cómo


Veintidós grados cincuenta y tres minutos
latitud sur

Sesenta y ocho grados quince minutos

longitud oeste

Valles de la luna y la muerte

Atacama

El lugar más árido del planeta

Se te cayó una lágrima

que no servía

para nada
Debajo del almendro
le haces un hombre

con los fluidos inexpertos

de sexto de EGB

Y te estropeas rápido,

de tanto madurar

El miedo te cosió la boca,

fermentó en las cuerdas

vocales

y te impide gritarlo todo

Sácame esto

ya

de dentro

te lo pido por favor


El viento sur arrastra
otro día doblegado

de difuntos

Te prestaron sangre

de sopetón

para que no murieras

y esperas que su perdón trepane

La rabia te impide acercarte

al éxtasis monocorde

del agua

Feliz vida de mierda

Deberías guardar la ropa

aunque no te decidieras

a nadar
Crecen las flores y se marchitan

La metamorfosis drogada

del caminar del tiempo

A través de las persianas,

la pena capital

pregona tu nombre

en el telediario

Llora tu madre

noches enteras

sin nadie que la abrace

Esto,

sí,

es una emergencia
Fundidos.
Por encima de la fatiga

tras diecisiete horas

en la fábrica de zinc

Coagulada la espuma

que ni logra confortar

Resumido el día a día

como patíbulo

Empequeñecidos

Minimizados

se alivian al pensar

lo que tendrían que hacer

si les contratara

la mafia
Hubo un tiempo en que no tenían trompa
Ni colmillos

Pacíficos herbívoros

de un tamaño superior a lo normal

Ciento cuarenta kilos de vegetación

que comer,

alargaron su jornada diurna

Y así descubrieron la luna.

Diez minutos contemplándola

y surgió el amor

a sus cuatro fases

Intentando tocarla, desarrollaron trompa

Y colmillos, para luchar por ella

Los hombres africanos descubrieron los eclipses

Los elefantes, al hombre blanco

Los hombres blancos,

la muerte y el marfil
Carnosos, acaparan sol
si yo ahorco,

tú ahorcas,

él ahorca

Hombre ciclónico

y su sed plácida de mal

decididos a acabar con tu familia

Los huesos, avasallados

Dolor de riñones sin donar

Tus dedos, descansando

de torcerlo todo

Fracasé

mañana

ya por adelantado

La tierra prometida

la compró

toda

Repsol
Si eres listo,
correrás cuesta arriba

Cuento los metros,

la ecuación ingrata que nos distancia

Fe en la explosión

del odio,

si las matemáticas encallan

No has de ser tú

el animal que me desprenda de ella,

en edad

pedregosa

de probarlo todo

Si mi hija se vuelve volcánica,

si comenzáis a pecar conjuntamente

te arranco

el bazo

a dentelladas
Anda,
una piraña,

amenazándote la sangre

buscando gramos de néctar

que chupar y comer

por el amazonas embarrado de las venas

Su aliento fresco

te permite descansar,

doblegarte

y regalar el suelo firme

trasladar, agria,

la visión

al infinito

sembrar,

espaciadamente,

las semillas automáticas

de la decepción de siempre
Traquetea, a lo largo, el día
Truenos

parecen llevársele, sobre aviso,

la cabellera

Las habituales tareas mercenarias

Esta, en concreto, es una pieza

que sus antepasados navajos entonaban

antes de ir

a partirse el alma a la pradera

Un canto a la madre tierra

cuando sólo los bisontes producían polvo

Gestas

que se gestan en gestos

en la cantina de Jenny

o entre sus piernas de vino a granel

Por el día canta la guerra

Por la noche lame, de lejos,

la paz
La bola de cristal
no te había preparado

para esto

Una aguja se enhebra

y te une al silencio

como un bucle

Noche temática

de hándicaps

amenazando hacerse perenne

Esperas

que el miedo converja

y se arroje en tus brazos a llorar

que el futuro,

en algún momento,

se haga presente

de indicativo
A la puesta de sol
termina la vida,

un impacto postizo de teorías nuevas

Tu mujer,

medias de seda,

zapatos caros de tacón,

hace brotar su resaca en los columpios

Despegan,

los platillos volantes,

su tapa sólida de los sesos,

con una forma de magnetismo

por consolidar

Inician la ruta de vuelta

a donde quiera que duerman

porque pediste fuego

y al final

prendieron el bosque por entero en tu honor


Descarrila el mar
y devora el pan

de cada día

con una última palada

como de hollín

que vapulea cien años de noviazgo

Punto de congelación

de nuestra salvaje atmósfera conjunta,

de la lista de la compra

cuando ya no queda nada que comprar

del gigantismo inútil

en que

de citarte,

mi amor,

me salió quiste

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