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XIII.

historia antediluviana
del pajar y la aguja
tienes ojos verdes, ojos azules, ojos grises

y nunca he visto a nadie del todo

como tú

dianne
Sal a la calle
sin anunciarte a gritos

Mira bien el día,

como si tuviera el tétanos,

en realidad

Aguarda

la explosión áspera de los siervos

de esta gleba

Sométete al verdugo

con la cabeza partida

Remángate la falda

como si hubiera armas de por medio

Cuelga el teléfono

y sal a morir
Estás tirada en el suelo de la cocina,
recitando

a dos ojos

el dibujo de la cortina multicolor

que enmarca,

en un travelling perpetuo

y musculado

al albañil caboverdiano

que repara

enfrente

las tejas

como un cristo

cabizbajo

que caminara sobre el agua

para ti
Hacer el mimo
para infiltrarse y abusar

de la heroína

con la ceguera como recurso principal

A tiro de piedra,

gente que salió del cobre

y sus bocados

Hombres y mujeres

que meterse adentro

como una matrioska del mundo animal

La sábana bajera,

que dura sólo un día

El vértigo del vientre

y sus kilómetros internos

Tu bata rosa,
con su meta de bajar

hasta

el tobillo

y una uña negra,

de la que

otra vez,

encima,

sabes que te va a caer


Intuiste
que otra guerra mundial

venía de camino

Empezaste a ver llover

cuando ni había empezado

Amenazaste con mondarte entera

desde el este

del edén

con la quijada de Caín

al hombro

Comprendiste

que la primavera

otro año más

no traía premio
Olvida
que otra vez

te faltó mi abrazo

Cuenta hasta diez

y no respires

Pégate al suelo,

como ofidio instantáneo

La felicidad es ingrávida y no baja hasta ahí


A las siete menos cuarto,
fundida en su lecho

afilando la guadaña

de una dosis

que arraigó

disfruta

la caída

cíclica

de las estrellas fugaces


Se rieron de tu estuche
desde el fondo de la clase

Perdiste el norte

y repetiste

dos veces

octavo

A renglón seguido

llegó el reformatorio,

como una hostia bien dada,

y, al galope,

el que te vendía, para merendar,

caballo

Y aquel verano

de calor bisonte

en que tragaste semen,


cual si fueran las bodas en Caná

Cautivada por la hora

de tu muerte,

obligaste

al futuro

a no esperarte

y empezaste

a no dejar para mañana

lo que puedas o no puedas vivir hoy


Yo era el hombre que te odiaba
desde lejos

que pedía

diez minutos más

en esta tierra

para odiarte

El que estaba ahí

cuando el resto de tus enemigos

se juntaba

para hacer el vago

La esponja febril

de tu miseria

cada vez que te ponías a horcajadas

El pulmón de tu esperanza,

por si no te quedó claro


El que recogía

tus tristes cigarrillos de después,

para

implacable,

seguir dándote chupadas


No vendré a ti con ramos.

No creo que las rosas

te corten la respiración

Quizá la aguja,

que te extrae,

nuevamente,

en el servicio

de tu cárcel propia

de temprano y tarde,

del desgastado padrenuestro

con que te intentaron herrar

No, Señor, no soy digna

de que entres en mi casa,


pero si entrar entras

trae cien euros

como poco
Se pinta
a todo gas

de un color contemporáneo

con todos los focos

puestos en ella

desnuda y flacucha,

coronada de un mejunje de pellizcos

con sus huesos dispersos

dispuestos a perder

del todo

la carnaza

con esos diez dedos de arriba

capaces de ponerte a relinchar

Espera,
vaciadas las pupilas,

a que comience

otra jornada,

cabronamente,

la debacle
Al levantarme
chirrié en mi estatura

La noche había limado

un poco más

mi cuerpo benefactor

Eso era todo.

Y era lunes

en todas las capitales de Europa

con sus cielos de hierro,

sus farmacias de guardia,

y la inercia de los perros

orinando en el rincón

Respiré

entre las costillas,

preguntando por la muerte

para desandar lo andado


Y no me aclaró nada

Otra vez

el día era

como el traje nuevo ese,

inmune,

del emperador
Quédate,
por favor,

a la posguerra

Regala

tu fotosíntesis,

sin la luz de día alrededor

Compraré maná

por si acaso, otra vez,

te vuelves loca,

por si caes al agujero,

turbio

que tu madre jamás aprobará

Cuidaré de ti

si incubas esa bestia

carente de clemencia,

si resumes tu postura

en sapos y en culebras,
si luego roncas,

aunque ronques mal

Quédate, por favor,

que no hay mañana

ni ayer

sin su freno

que con un poco de suerte,

antes

del próximo cliente

tus párpados,

por fin,

caducarán
Inyectada de nuevo
Manoseado el cerebro

Hecha un titán

pierde su forma y tamaño,

satisfecha

de otra extensa noche por delante,

alejada de la mano

ortopédica

de dios
Te cayó en la cabeza
Te cayó en los pechos

Se desplomó en la habitación,

por descontado

De tejado en tejado, llegó la sequía

abusando

con su vacío sin nada dentro

Y crepitas,

asfixiada en tu vaina

sin apenas grasa corporal

Tiesa. Irreal. Por poco tiempo.

Recargas,

oportuna,

el todoterreno aguijón

pensando un poco en Platón

y mucho más en la caverna


Con uñas sucias
mordisquea mi costra el amanecer

Cada metro o metro y medio

hay un abismo

en el que romperse a tiritar soberbiamente

La luz de la mañana trae sus frutos:

nudo,

desenlace,

y una introducción algo distinta

Alguien,

con tibia y peroné,

llama a la puerta

Trae un océano de sangre que aplastar


A veces oye casi lo que piensas.

Arrimando el maxilar a las rendijas,

ignora la frontera

que define lado y lado

El yugo de la vecina,

con la ira radial

de un día, dos días,

de tres días,

viaja del cielo al infierno

como bilis de ave migratoria


Ya es de noche

y tu vecina,

muerta de obsesión

sin su simiente

repasa

con vocación

la historia

de la vulva monstruosa

de María la virgen
A bocados,
sin soltarla,

a punto de quedarse

sin laringe y saña

enceguecen sin querer frenar

Al compás de su ternura estricta,

a sangre fría,

a sangre fría y bicolor,

súbditos y reyes, uña y carne,

muerden el polvo,

abren la veda,

sin tener nada contra ella,

pero tampoco nada a su favor


Leal,
se incuba en el cauce un nuevo ancla:

apaga

y vámonos de este mundo

Minuto de explosión

en que hincha

y una habitación no es suficiente

Cicatrizando en la cama,

el foso,

la tierra exacta,

puntúa

de uno a diez

otra utopía,

aferrada a este idioma tan rotundo

desde casi ya

los quince años


Caminante,
no hay camino,

porque naciste del polvo

y a él,

caníbal

vuelves

Y héroes y villanos,

tirados a plomo entre mis sábanas,

sin saber amar,

ni falta que hace,

gastarán sus cuartos y mi piel

Y todos los días serán otros días,

con más cánceres

y menos higiene

bajo la vía láctea


Y la frustración

me omnivora

pues también soy vegetal

si me propongo
Sonámbula,
interfieres como presa en el camino

para quebrar el luto

de toda una ciudad entrometida

Amputan su realidad,

subidos

a dos mil metros de altura

tomándote de atrás para adelante

Hambre ramera,

derecho claro de pernada

previo pago,

hongos, legaña y sintrón

que bendijo el cura

Media docena

de muertos vivientes

difuminan el amor

y sus pétalos
escapando a la carrera

como el vaho

para inaugurar el día y negarlo todo

incluso

este pegajoso y artrítico poema

que tan mal,

hasta ahora

se está portando contigo


Saben las ventanas
que el infierno es salir

que por ellas se cuela,

ufana

una plegaria:

este perenne olor a muertos

que tiran y aflojan,

que miden y pesan,

pero los gramos, para ti, son otra historia

Les da igual su pestilencia a quemarropa

O llamar y llamar

casi a las dos,

de madrugada

O esperar

en la escalera

tu bella mugre

O no tener a nadie,

en la garduña,
con quien descargar su lava

Porque saben

que no hay hora punta

para hacerse el muerto

Y que la vida

es un escarmiento

que ninguno ha de querer por la mañana


La luz hoy
tiene escrito

tu nombre podre en las pestañas

Luz que recuerda al champán

que ayer fue tu combustible

Luz esclava

que va ganando enemigos

como ganaron ellos tu matriz

Luz

que, finísima,

latiga

bajando por ti y tu ropa blanca

arrastrando la cólera

de que aún te crean virginal


Luz que degüella

y no negocia,

desdichada y salvaje,

como un hijo,

que tratas de aceptar por su nombre,

que ya tienes en la punta de la lengua


En algún momento
te extraerán del agujero.

Te cogerán por los pelos

y te echarán de casa

por fallarle

al banco

en este ingrato país de mierda

Te sacudirán los pies

de amantes

y sin pruebas

querrán quedarse con tus dientes y saliva,

con el fango gigantesco

que escondiste en el bolsillo,

con la parte de sol que te tocaba

En algún momento
vendrán a lapidarte

niños prodigio

que creyeron al dedillo que necesitaban

corbata

con su iglesia,

sus misiles, su noche celosa de bodas

vendrán amenazantes

a intentar prenderte fuego

para que sus ángeles

hermosos

de Victoria´s secret

no se mueran,

ni por asomo,

de frio
Trepa
el verano

como un postoperatorio

Con el cuerpo hecho un asco

buscas un sitio

visible

por la pierna,

una vena

conjuntada

que aún aguante

para olvidarte de esta vida narrativa

La luz tiene un color sofocante.

El cielo se comió la tierra.

Miras, fija,

a Jordi Hurtado en la tele,

por si esta fuera la última vez


Te quedas clavada,

sin fuerzas,

colgando,

tratando de rezar

porque esto salve

lo que sabes que no tiene salvación


Si insistes,
pues,

seré tu rémora.

Si me agitas hasta la hora

puntual

del desayuno

Seré, si quieres, garganta.

La de las mañanas

de hace dos años,

cuando todavía yo era joven

Seré la palma de mi mano acalambrada

Seré la niebla

que te sirva para escudo

Seré Moisés

entrenando al mar a separarse


Seré la zanja,

sin vestir,

que te haga un ídolo

El calor extraño

del whisky con red bull

La esquirla inmediata

de tu órgano menos paciente

La lengua mansa

a quién reclamarás

que tu hambre

se haya ido

Si pagas bien

seré el socorro

de tu síndrome Estocolmo

de después
La carretera,
nuevamente,

está cortada

Otra carrera de obstáculos

que se acabó

en este hemisferio

Dimite y fermenta

esta empalizada de cuero y tendones

que hace tan solo minutos

fue vuestro caviar

Horneada

a base de jeringas,

justamente fusilada

para afrontar tanta verdad opaca

que la noche maceró

desde temprano

Y en ese momento

el recuerdo

de los hombres
se hace pigmeo

y entra

en cuarto menguante,

alevoso,

el rencor,

sobre el cosmos hueco de la alfombra

Adiós. Hasta luego. Que os vaya bien. Au revoir.

La carretera, nuevamente, está cortada.

Habrá que preguntar

por dónde huir


Se comercia,
sesgada en quinceavos,

otra noche severa y militar

Un colectivo algo especial

de cristos

sin subvención alguna

va vaciándose,

sin tapujos,

por mi carne entreabierta

trazando una forma nueva

de bautismo

una vez

que ya bebieron,

por entero,

a sorbos el río Jordán


Tu amor aguilucho,
casi a la fuerza,

me trotó entera

Viviendo a pastilla diaria,

acabé aquí

La luna,

famélica,

me engendró cachalotes encima

Volverá,

como brutal carcinoma,

borroso,

el amanecer
Buscando mi cama,
al final,

hallarán Cipango

y explotarán mi carne primate

y darán en llamarlo eternidad

pero

seré yo

quien estará muerta

y sin peligro

antes de enero

Me encontrarán flotando,

pero esta vez en el agua,

con la cápsula

primitiva

que fue piel

y un diagrama de huesos

que aún existe


sin contar conmigo

adaptados

a cuando la muerte era algo solidario

a cuando la ruleta rusa,

por fortuna,

era soviética

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