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DOMINGO VI Tiempo Ordinario-Ciclo C

“Levantando los ojos hacia sus discípulos les dijo…”

BARTHIMEUS, Instituto para el Progreso Humano


ORACIÓN COLECTA DEL DOMINGO VI, T.O.- C

“Señor, tú que te complaces en habitar en los rectos y


sencillos de corazón, concédenos vivir, por tu gracia, de
tal manera que merezcamos tenerte siempre con
nosotros”
«Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor»

Salmo 1
Lucas 6, 17.20-26

«En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los


Doce y se detuvo en un llano, con un grupo grande
de discípulos y de pueblo, procedente de toda
Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de
Sidón.
Veremos las Bienaventuranzas en la versión del Evangelio de san
Lucas, una versión más breve, más concisa y más orientada hacia
lo social.

No pocos han tratado de invalidar el Decálogo y sustituirlo por


las Bienaventuranzas.
Pero “Jesús ha dado siempre por descontada la validez del
Decálogo”. **
Las Bienaventuranzas “son palabras de promesa que sirven al
mismo tiempo como discernimiento de espíritus y que se
convierten así en palabras orientadoras”.

** Todas las citas son tomadas de “Jesús de Nazaret”,


de Benedicto XVI
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos les
dijo :
Son palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos.

Pobres, hambrientos, que sufren y lloran, odiados y


perseguidos.

Sirven también para todos los que siguen a Jesús.


Dichosos los pobres, porque de ustedes es el reino
de Dios.
Dichosos los que ahora tienen hambre, porque
quedarán saciados.
Dichosos los que ahora lloran, porque reirán.
POBRES. Los de dinero ( y los
necesitados espiritualmente).
Ambos confían más en Dios y están
más dispuestos a ser agradecidos.

HAMBRIENTOS. No solo los de pan,


también los que ansían saciarse con
lo que es justo y bueno.

LLORAN. Los que sufren sin perder


la esperanza, sin endurecerse por el
dolor, ni se desquitan haciendo el
mal.
Jesús nos muestra la “lógica de la esperanza” con la que
podemos superar el posible dolor de vivir tratando de
seguirlo, nos alienta a no perder la paz ni la alegría y a
confiar en la Justicia Divina.

Las Bienaventuranzas invierten los criterios


del mundo, “se mira desde la escala de
valores de Dios, que es distinta a la del
mundo”.
Dichosos ustedes cuando los hombres los odien y
los excluyan, y los insulten, y desprecien el nombre
de ustedes como infame, por causa del Hijo del
hombre. Alégrense ese día y salten de gozo. Eso
es lo que hacían sus padres con los profetas.
Jesús recuerda y advierte cuál es la actitud de los hombres
hacia los que quieren conformarse a Dios, antiguamente
antes de Él, durante su vida y en el futuro.

Pero tampoco deberíamos pensar que estamos condenados a


esperar solo sufrir en este mundo, ni a esperar que la alegría
solo será alcanzada en el más allá,
Porque “con Jesús entra la alegría en la tribulación”.

Necesitamos superar la idea de que las Bienaventuranzas son


una invitación al conformismo resignado.
Pero ¡ay de ustedes los ricos!, porque ya tienen su
consuelo.
¡Ay de ustedes los que ahora están saciados!,
porque tendrán hambre.
¡Ay de los que ahora ríen!, porque harán duelo y
llorarán.
Las Bienaventuranzas no
condenan, “son una advertencia
que quiere salvar”,
para no vivir confundidos,
esperanzados solo en lo
presente, en lo fácil, en lo grato

Alertan para liberar “al hombre


atado a lo aparente, a lo
provisional, que lo llevan a la
pérdida de su grandeza y
profundidad”.
¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es
lo que hacían sus padres con los falsos profetas”.

Palabra de Dios.
Nuevamente, Jesús resalta la
debilidad de la apreciación humana
y la limitación humana para dar un
trato justo

Notamos como “las


bienaventuranzas son la
transposición de la cruz y la
resurrección a la existencia del
discípulo, pero son válidas
porque primero se han hecho
realidad en Cristo”.
“Somos los impostores que dicen la verdad,
los desconocidos conocidos de sobra, los
moribundos que están bien vivos, los
sentenciados nunca ajusticiados, los afligidos
siempre alegres, los pobres que enriquecen a
muchos, los necesitados que todo lo poseen”.
2 Cor 6, 8-10

«Sean misericordiosos, como también su


Barthimeus, Instituto para el Progreso Humano Padre es misericordioso» Lc 6, 36

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