Está en la página 1de 6

Antonio Elio Brailovsky: “El tema

ambiental no está en la agenda política


argentina”
Es uno de los referentes de consulta ineludible en cuestiones ambientales, docente
universitario, investigador y merecedor de numerosas distinciones. En diálogo exclusivo
conEl Tribuno, Antonio Brailovsky se mostró preocupado por el futuro del agua en Salta y
otras provincias. Además habló de Botnia, el Riachuelo y los vacíos políticos en el tema
ecológico y de preservación del medio ambiente. En ese marco, dijo que “la cuestión
ambiental no está incorporada en la agenda pública”.

¿Cuál es su opinión respecto a la reciente noticia que muestra al Riachuelo como uno
de los ríos más contaminados del mundo?

Tendría que llamarnos la atención el que aquí descubran algo obvio cuando se lo dice
desde el exterior. Es decir, hace muchos años que sabíamos que el estado del Riachuelo
ameritaba un ranking muy importante entre los sitios más contaminados del mundo. Sin
embargo no se dijo nada hasta que un conjunto de ONG internacionales puso blanco
sobre negro. Yo creo que el que esto aparezca de esta manera en los medios argentinos es
un reflejo de hipocresía, porque lo sabíamos, lo sabíamos todos. Entonces, cuando algo
obvio aparece en los medios uno tiene que preguntarse por qué, ¿por qué aparece en los
medios algo obvio? Se supone que los medios tienen que informar algo que el público
desconoce.
Lo interesante es que es un caso en que el público simula desconocer. Entonces
estamos todos en la mentira de sorprendernos. No podemos sorprendernos si hay cinco
millones de personas afectadas por uno de los niveles de contaminación más altos del
mundo.
Este es claramente un problema a escala internacional. Hay muchos ríos que tienen
peores contaminantes en sus aguas, pero que afectan a algunos centenares de personas.
Cuando uno dice que hay cinco millones de afectados, está hablando de una escala que
equivale a la población de un país entero. Entonces, otra vez este juego del disimulo y este
juego de simular sorprendernos.

A fines de los años 80 editó “El negocio de envenenar”, ¿cree que en el caso del
Riachuelo sucede esto?

Yo creo que el narcotráfico, la trata de personas, la contaminación masiva y todas las


formas de crimen organizado no son posibles sin una connivencia con los organismos de
seguridad y con el sector político. En el caso del Riachuelo, hay una clara connivencia con
intendentes y políticos del Conurbano bonaerense, que son aquellos a los que estas
empresas les financian las campañas electorales. Si uno quiere hacer política necesita
tener mucho dinero. La política es una actividad extraordinariamente cara. Y aquél que
está en una actividad ilegal necesita un respaldo político y está dispuesto a financiar a
alguien que mire para otro lado. De modo que enseguida aparece una sociedad entre un
contaminador que necesita de un intendente que lo trate bien y un intendente que
necesita que alguien le financie la política.

En 1991 escribió “Memoria verde”, un libro sobre la historia ecológica de Argentina.


Desde entonces hasta hoy hubo varias propuestas para sanear el Riachuelo ¿alguna le
pareció seria, viable?

La más seria en la historia del Riachuelo es la de la época de Sarmiento. En 1871 se


erradicaron las industrias contaminantes, que eran los saladeros. Se limpió el Riachuelo
por varios años, hasta que se volvieron a radicar industrias contaminantes. Después de
1871 hubo varios simulacros. Esta vez, hay una diferencia importante -que es un mandato
de la Corte Suprema de Justicia-, de avanzar en ese sentido.
Un balance de lo que se ha hecho y de lo que no se ha hecho: se ha limpiado la basura
flotante sobre el curso de agua y hay una limpieza permanente, se han removido los
cascos de barcos hundidos es la parte más sencilla, porque se venden como chatarra y
esto financia parte de la operación. Prácticamente se ha liberado la costa, el llamado
Camino de Sirga, y se ha reubicado a buena parte de la población que estaba en situación
de riesgo. Y sacaron los basurales del borde del río, que eran los que se veían. Los otros,
que no se ven, reaparecen todo el tiempo.
¿Qué falta? Falta control de las industrias. En este punto se hizo algo que nunca se
había hecho: una ficha que está en internet, en la página de Acumar, el organismo de
autoridad de cuenca, por cada una de las empresas, cerca de dos mil, calificadas de
contaminantes. La ficha indica cuando se las visitó, qué irregularidades se detectaron, si se
les solicitó alguna cosa, etc.
¿Qué falta? Falta establecer normas de contaminación mucho más estrictas. Como
establecieron normas de contaminación muy permisivas, las empresas que antes
contaminaban ilegalmente, ahora contaminan con permiso. Las normas son muy laxas
desde el punto de vista legal y les permiten contaminar en blanco a los que antes
contaminaban en negro. Hay que establecer otros parámetros mucho más rigurosos y hay
que solucionar el problema de las cloacas.

¿A qué apunta específicamente con la cuestión cloacal?

Si usted mira el Google Earth, el programa de fotos de satélite, puede ver que hay un
punto exacto de dos o tres metros en los cuales el río Matanza pasa de marrón a negro. Es
el punto en el que recibe las cloacas que están camino a Ezeiza. Se ve el color ahí, no es
algo secreto.
Hay un proyecto de AySa, la empresa de saneamiento, de hacer un tratamiento muy
precario con estas cloacas, porque lo que AySA propone es hacer un caño que lo mande al
Río de la Plata, cambiar la contaminación de lugar, poniéndola en un lugar donde no se
vea. Esto implica un riesgo alto para las tomas de agua. En definitiva, estamos usando el
Río de la Plata de tanque de agua del inodoro. ¿Cuánto tiempo más puede resistir este
uso?. Estamos en niveles de riesgo crecientes y AySA tendría que invertir en una planta de
tratamiento completo de las cloacas y no solamente en un caño que mande lejos la
contaminación, que es el proyecto que hay hasta ahora.

¿Cree que no se toma verdadera conciencia de lo que la contaminación implica?

Creo que no está todavía en la agenda pública y se ve que el tema ambiental no fue
objeto de debate en la última campaña electoral. Ni los ciudadanos, ni los periodistas, ni
lo propios políticos de otro partido al competir plantearon el tema ambiental. Nadie dijo
qué vas a hacer con la soja, el Riachuelo, la deforestación, la gran minería. El tema estuvo
ausente. Y yo creo que así como discutimos la seguridad y otras temáticas, también
tenemos que discutir la política ambiental. Esto no surgió de los políticos, no surgió de los
medios y la sociedad no se lo reclamó.

En este sentido ¿considera que hay un vacío político, de los medios y social?

Creo que hay un retraso. La gente tiene ideas ambiguas, genéricas sobre el tema, pero
los que están dispuestos a comprometerse siguen siendo una minoría. Esto se nota en las
prioridades de inversión del Estado. Cuando uno mira los censos de Argentina, por
provincias y por municipios, encuentra que es mucha más la gente que tiene pavimento
que la gente que tiene agua potable y cloacas. Si la prioridad es el automóvil, es lógico
invertir en pavimento. Si la prioridad es la salud pública, hay que olvidarse del pavimento
y poner todo el acento en agua y cloacas. Y lo que comentan los políticos de todos los
partidos, cuando recorren el Gran Buenos Aires, es que los vecinos les piden pavimento,
no les piden agua y cloacas. De modo que hay un ida y vuelta entre los medios, la sociedad
civil y los políticos.

Se han difundido cifras de ventas récord de automóviles, ¿qué reflexiones tiene sobre
el tema?

Con los niveles de caos de tránsito que hay, el automóvil es la peor manera de
desplazarse en la ciudad. Ahora, casi nadie reclama la ampliación de los subterráneos.
Están trabados los valores de una sociedad que acepta los valores comerciales y que
termina sufriendo las consecuencias de esas prioridades o valores.
¿Cómo evalúa las recientes modificaciones urbanas en la Ciudad de Buenos Aires?

Creo que el modelo de carriles exclusivos para colectivos es una buena respuesta. En el
caso de la Ciudad de Buenos Aires, se exageró, se sobreactuó el tema del Metrobús en la 9
de Julio, porque para organizarlo no necesitaban destruir el arbolado urbano y no
necesitaban el 90% del cemento que pusieron. Bastaba con cambiar unos cartelitos de
lugar. Lo que pasa es que la gente cree que cuanto más grande es una obra, más eficaz es.
En este caso, aceptaron la destrucción inútil del arbolado urbano. Porque efectivamente el
tránsito mejoró, pero la destrucción del arbolado fue inútil.
En muchas regiones del país se destruye el arbolado para construir centros comerciales
o edificios, se piensa en las fuentes de trabajo, pero no en el impacto ambiental.
Creo que la mayor parte de la gente prefiere que haya árboles, pero no los acepta
cerca suyo. Un grupo de vecinos que plantan árboles en las veredas del Gran Buenos
Aires, donde no los hay, me contó que los vecinos les dicen: “no lo plantes delante de mi
casa, porque después viene alguien y estaciona el auto para aprovechar la sombra.
Entonces prefiero que no haya árbol”.
En el caso de las fuentes de trabajo, vale la pena señalar que un shopping destruye más
fuentes de trabajo de las que crea, porque obliga a cerrar una cantidad importante de
pequeños comercios. Siempre se dice “va a trabajar tanta gente”, pero nunca se hace el
cálculo de la gente que deja de trabajar, de los negocios que cierran porque no pueden
competir con el shopping.

¿Cuál es su opinión sobre el conflicto entre Argentina y Uruguay por la cuestión de


Botnia?

Creo que ha sido una pelea sobreactuada, que los dos gobiernos necesitaban un
enemigo externo para reforzar su frente interno. Una gran empresa es siempre un
problema: hay que atenderlo, hay que controlar, hay que evitar la contaminación, es una
actividad de alto riesgo. Creo que el fallo de La Haya fue muy bueno, en el sentido de que
permite un control conjunto. Es decir, no hay casos en la historia mundial de que una
fábrica pueda ser controlada desde otro país. El que desde Argentina se pueda controlar a
esta fábrica Botnia UPM básicamente ayuda en una cuestión de advertencia: los
finlandeses se van a cuidar. La actitud de una empresa hacia la contaminación depende de
si la controlan o no. Si la controlan, invierte en procedimientos de descontaminación. Si no
la controlan, se ahorra la plata y pasa a ser una ganancia. Ahora, estando dos países
encima, cuando uno mira los comunicados de cancillería, están hablando de pequeños
problemas. Hay problemas, por supuesto, los va a haber siempre con una fábrica de este
tamaño, pero hasta ahora nada espantoso. Son problemas que hay que ajustar, son
problemas para multar, no para un juicio internacional.
Lo que sí creo es que ha sido absolutamente lamentable que Argentina no midiera de
la misma manera a las papeleras que están del lado argentino. No les estamos exigiendo
lo mismo que a UPM Botnia. La de mayor riesgo, porque tiene una tecnología obsoleta y
cero control es el ingenio Ledesma, de Jujuy. Toda la gente de Libertador General San
Martín se queja de enfermedades bronquiales, ha habido enfermedades y muertes
atribuibles. Es un caso a reclamarle, tal vez mucho menos de lo que le reclamamos a
Botnia. Sería el caso extremo. En la costa del río Uruguay tenemos una empresa de riesgo
controlada por dos países, con parámetros estrictos, con organismos de control de los dos
lados, con discusiones, con peleas. Y en territorio argentino tenemos una papelera de
altísimo riesgo, adentro de un pueblo donde la gente se queja de problemas de salud.

¿Qué cuestiones ambientales deberían incorporarse de manera urgente en la agenda


política?

El tema del agua como hilo conductor: que toda la población del país tenga acceso al
agua y saneamiento en condiciones confiables. Esto implica un control de todas las
fuentes de contaminación, control en serio, no como el que hay ahora. Implica control de
los riegos sobre el agua: hay riesgos de contaminación, pero también de agotamiento del
agua. En toda la zona árida del país tenemos emprendimientos que consumen demasiada
agua, desde las canchas de golf en Córdoba hasta los emprendimientos mineros en San
Juan, Catamarca, La Rioja.
El proceso de cambio climático significa que cada vez estamos teniendo menos agua en
las zonas secas. En algún momento, en San Juan va a haber que elegir entre agua para la
minería o agua para la población. ¿Qué tal si lo empezamos a planificar ahora, antes de
que llegue una sequía desastrosa? En Salta se está vendiendo agua del subsuelo del Valle
de Lerma a una minera chilena ¿alguien hizo el balance de si esa agua se puede vender o
si estamos agotando el recurso a cambio solo de dinero? Una vez que la minera agote el
agua ¿qué hace Salta? En todas nuestras zonas áridas y semiáridas hay que pasar a un
nivel estricto, diría maniático, de ahorro del agua. Y a partir de allí, ver cuáles actividades
son prioritarias y cuáles no.

La trayectoria

Antonio Elio Brailovsky es licenciado en Economía Política por la Universidad de Buenos


Aires y es una de las figuras relevantes de la ecología argentina. Su dedicación profesional
a los estudios del medio ambiente se manifestó en la cátedra, en cargos públicos y en la
escritura de numerosos libros, algunos de ellos emblemáticos, como Historia ecológica de
Iberoamérica. De los Mayas al Quijote (2006); Esta, nuestra única Tierra (1992) o la
Introducción al estudio de los recursos naturales (1987), de la que fue compilador y
coautor. Dentro de esta disciplina se pueden señalar obras como “Memoria verde: historia
ecológica de la Argentina” (1991), escrita en colaboración con Dina Foguelman; “La
ecología y el futuro de la Argentina” (1992), o “El ambiente en la Edad Media” (1997).
Brailovsky es profesor titular en la Universidad de Buenos Aires y en la de Belgrano, y ha
sido convencional constituyente, director general de la Comisión de Ecología de la
Legislatura y Defensor del Pueblo Adjunto para temas de Medio Ambiente y Urbanismo de
la Ciudad de Buenos Aires.
Los intereses intelectuales de Brailovsky no se agotan en la ecología. Es también autor
de Historia de las crisis argentinas (1982) y de una decena de obras narrativas y teatrales.
Por su destacada labor en todos estos campos fue distinguido con innumerables e
importantes galardones.

Fuente
El Tribuno de Salta (2013). Antonio Elio Brailovsky: “El tema ambiental no está en la agenda
política argentina”. Recuperado de: http://www.eltribuno.info/salta/nota/2013-11-10-2-58-0-
antonio-elio-brailovsky-el-tema-ambiental-no-esta-en-la-agenda-politica-argentina

También podría gustarte