Santo Tomés considera esos casos en los que no obede-
cer una ley injusta conduciria al caos, y en ellos exige
que se cumpla, como una aplicacién del principio del
mal menor (es decir, el no cumplirla llevarfa a un mal
mayor que el cumplirla); pero insiste en la obligaci6n de
que la ley sea justa, pues de ello depende el que el hom-
bre sea visto en su alta dignidad, y no como sujeto a los
caprichos del tirano, Jo cual sigue siendo objeto de
discusién, sobre todo para ver cuéndo se impone la des-
obediencia social
Segiin Santo Tomas, a nivel humano, hay dos clases
principales de ley, a saber, la ley natural y la ley positiva?.
La ley natural es la que expresa como preceptos las exi-
gencias de la naturaleza humana. La razén penetra las
exigencias de la naturaleza humana y las erige como
imperativos: derecho a la vida, al trabajo, a la libertad,
etc. Son principios morales que surgen de la misma
naturaleza del hombre, ie. aluden a propiedades y
caracteristicas esenciales del hombre, y la razén las
encuentra o descubre al estudiar y analizar detenida-
‘mente esa naturaleza humana. La ley positiva o civil es
Is que corresponde més facilmente a la definicién de la
ley dada por Tomés, y es la que promulgan los legisla-
dores o Jas imponen (por eso se Ilaman "positivas”). La
exigencia de Santo Tomas es gue la ley positiva siempre
respete y promueva lo preceptuado por la ley natural. Si
va en contra de la ley natural; es una ley injusta'; de
hecho no es ley. No podemos detenernos aqui a revisar
Ja justificacion de la ley natural por parte de Santo
‘Tomés; s6lo indicaremos que forman un capitulo inte-
resante de la polémica jusnaturalismo-iuspositivismo!!
9. Chibid..q.91,a.2,6:4.94,4.2,c99.9%a. Le
10. Ch ibid” 4 96, a. 4,6.
11. CEM. Boueyor, Eiga y derecho en Tomds de Aquino, México:
UNAM, 1997; c- A Meso Posada, 7a ies natural en Santo Tomas
Fundamentos metaftsicos y propiedades, Chia (Colombia): Universidad de
la Sabana, 1998,
196
La conciencia moral, para Tomas, es el dictamen
del entendimiento préctico acerca de la moralidad del
acto que se va a realizar o que ya se ha realizado,
segtin los principios morales. No es, pues, otra facul-
tad, sino un acto del propio intelecto, en su aspecto
practico. Ve la moralidad y no lo meramente psicol6-
gico de la accion, Primeramente juzga el acto que se
va a realizar, como conciencia antecedent, pero tam-
bién el ya realizado, como conciencia consecuente 0
consiguiente al acto. En ambos casos es Ja regla pr6-
xima y subjetiva, pero recibe objetividad de los prin-
cipios 0 leyes morales. Por eso se ha dicho que la
conciencia correcta est animada por los principios y
las leyes; y es que la ley es entendida por Tomas como
una invitacién (no como una esclavitud) a la concien-
cia para seguir el bien.
Las pasiones
Elacto humano es ditigido por la ley y la conciencia,
Pero el acto humang hunde sus raices en las mismas
pasiones de] hombre, En efecto, la pasién es el substra-
to basico del acto'libre, porque es una pulsién que tien-
de hacia el fin del hombre, pero se puede realizar de
nvaneras variables, dando Ingar a la incorreccién con
respecto de ese fin; ello hace que las pasiones puedan ser
dirigidas por la raz6n, al aflorar como actos libres por
virtud de la inteligencia y la voluntad. Estén en la rafz de
Jos actos humanos o actos libres, pero todavia pertene-
cen a los apetitos sensibles. Y es que las pasiones son
actos del apetito humano, en los que el hombre comu-
nica con el animal, aunque no coincide completamente
con él, ya que estas pasiones 0 actos del apetito pueden
ser dirigidos por la razén (i.e. promovidos o reprimi-
dos) de acuerdo a lo que conviene para el bien y el fin
197del hombre!?, La inteligencia y la voluntad se sirven de
es0s actos para orientar el dinamismo de la conducta
hacia las virtudes, hacia lo virtuoso. La sensibilidad o
apetito sensitivo es entonces regido por la inteligencia y
Ia voluntad aprovech4ndolo para el bien moral. Son las
pasiones desordenadas las que conducen a los vicios y al
mal moral. Por eso las pasiones -que de suyo son neu-
tras moralmente, simplemente naturales~ han de ser
bien orientadas por la inteligencia del hombre, y para
ello han de revestirse de las virtudes, y de esa manera
daran normalmente actos proporcionados y adecuados
al bien 0 fin que pretenden aleanzar.
Tomis divide las pasiones segiin las dos clases de
apetito sensible que postula en su antropologia filos6fi-
ca, pues en ellas se incardinan aquéllas, como también
lo decia Aristételes. Ya que las pasiones son afecciones
del ser humano que se tfansforman en energia para
actuar, es necesario conocer bien sus clases, para poder
aprovechar su influjo en el actuar mural. Y las dos clases
de apetito segiin las cuales se dividen son el apetito con-
cupiscible y el apetito irascible, ya que en el hombre
hay un impulso a lo grato y otro a lo arduo, violento 0
agresivo. En efecto, el apetito concupiscible tiene como
objeto tender a lo agradable para apropiarselo y recha-
zar lo desagradable, y las pasiones que se incardinan en
€lson: amor y odio, deseo y aversién, gozo y tristeza. En
cambio, el apetito irascible tiene como objeto tender a lo
dificil, para superarlo y vencerlo, y las pasiones que se
incardinan a él son la esperanza y la desesperacion, la
audacia y el temor, el coraje o Ja ira’,
Santo Tomés argumenta para defender esta clasifica-
cién diciendo que estas pasiones surgen de las posibles
relaciones de los apetitos con sus objetos. Efectivamente,
12, Cf. Saxo Toiwss, Quaestiones disputatae de vertate, q. 26, a.2,¢
13, El mismo, Summa Theologiae, I, q.23, a. 1, c; Quadstiones dis.
putaiae de vertate, 26, 2.4, 6
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en el apetito concupiscible el bien, captado de manera
simple e inmediata, engendra amor; el mal, que es
opuesto al bien, considerado de manera simple, engen-
dra odio; el bien, considerado como futuro, engendra
deseo; el mal, considerado como futuro, engendra aver-
sidn o fuga; el bien, considerado como posefdo en el
presente, engendra gozo; y el mal, considerado como
tenido en el presente, engendra tristeza. Con ello se
muestra una parte de la clasificacién que ha dado
Tomés. Para la otra parte argumenta asimismo por las
relaciones del apetito irascible con sus objetos -el bien y
el mal-, asf: en el apetito irascible el bien arduo ausen-
te, si es posible, engendra esperanza; si es imposible,
engendra desesperacién; el mal arduo ausente, sies supe-
rable, engendra audacia; si es insuperable, engendra
temor; y el mal arduo presente engendra ira. De esta
manera Tomds arguye a favor de la clasificacién que ha
efectuado de las pasiones!,
Pues bien, ya los apetitos y las pasiones determinan
ciertos clementos de la moralidad, que la ética debe
tener en cuenta (pues representan rasgos de la natura-
Ieza humana que deben ser salvaguardados, pero todo
debe hacerse conforme a la recta razén ~pues la razén
es la verdadera naturaleza del hombre, junto con la
animalidad-, y en ese sentido deben ser orientadas por
ella). Pero el influjo de los apetitos y de las pasiones en
elacto humano moral es encauzado por la razén sobre
todo mediante las virtudes éticas que se afiaden a
ellos" y que dependen de la voluntad -orientada por el
intelecto.
14, El mismo, Summa Theologias, LIL, 4,232.2, 6.9 a.4,¢.
15. Ibid 4. 24,2. 2,¢.
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Dos Lenguajes Contrastantes en El Arte Colombiano: Nueva Figuración e Indexicalidad, en El Contexto de La Problemática Sociopolítica de Las Décadas de 1960 y 1980