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De Suyo - Zubiri PDF
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Abstract
Zubiri’s thought is explained based on his brilliant concept of reality. Reality is unde r-
stood as a formality, a mode in which things stay with the human apprehender when they
are impinge upon him. In order to understand just what formality is, we must study cer-
tain categories which express it in an essential way. These categories are: de suyo [in its
own right], prius, more, towards, and actuality. In this brief essay we shall study only the
first two: de suyo and prius. In subsequent articles we shall address the others. We believe
that it is fundamental to carry out a profound exegesis of these terms, in the light of
Zubiri’s mode of philosophizing (the construct nominal logos), in order to be able then to
immerse ourselves in the subtleties of Zubirian philosophy. Everything which can give of
itself this philosophy in the matter of metaphysics, ethics, political philosophy, philosophy
of nature, theology, etc. will be possible given an adequate knowledge of these physical
categories of reality.
Resumen
El pensamiento zubiriano se explica desde una brillante concepción de la realidad. Ella
es entendida como una formalidad, un modo en que las cosas quedan al aprehensor
humano cuando estas se le imponen. Para entender lo que sea la formalidad es menester
estudiar ciertas categorías que la expresan esencialmente. Estas categorías son: de suyo,
prius, mas, hacia y actualidad. En este breve escrito solamente estudiaremos las categorías
primarias: de suyo y prius. Y en otros artículos posteriores indagaremos las restantes.
Creemos que es fundamental realizar una exégesis profunda de estos términos, a la luz del
modo de filosofar zubiriano (logos nominal constructo), para poder luego sumergirnos en
todos los matices de la filosofía zubiriana. Todo lo que puede dar de sí esta filosofía en ma-
teria de metafísica, ética, filosofía política, filosofía de la naturaleza, teología, etc. será posi-
ble desde un adecuado conocimiento de estas categorías físicas de la realidad.
“Realidad es una formalidad de la alteri- creer que o no se esta diciendo nada nue-
2
dad de lo sentido: es el ‘de suyo’.” vo o lo que se dice es una gran estupidez.
Y esto se debe tanto al contenido mismo
A modo de Introducción a un lector sin del tema a tratar como a su forma de ex-
espíritu aventurero presarlo (forma que nace impelida por el
contenido dicho: en nuestro caso una lógi-
El gran problema que tiene pensar es- ca elusiva de la circularidad y de la repeti-
tos asuntos tan “ técnicos y teóricos” de ción); sucede que lo árido y desértico del
filosofía es que, como de suyo son difíciles tema su vuelve asfixiante y agobiante y
de tratar, algún lector desprevenido puede ante esto nace la física necesidad de bus-
67
68 Ricardo A. Espinoza Lolas
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car para no desfallecer algún refugio que todas ellas son muy validas y pertinentes
nos de aire y agua para proseguir con la en si mismas. Pero nosotros creemos ver
lectura. Y de esta búsqueda surgen algu- que todavía no se ha discutido, de modo
nos caminos poco apropiados para el pe n- general, lo esencial de su pensamiento,
sar. Se opta, en definitiva, por dejar de leer aunque esto parezca un agravio a los
o lo que es peor criticar lo que no se ha grandes estudiosos de su pensamiento3
leído y etiquetarlo de alguna simple mane- (pero para nada lo es). Porque no se trata
ra en que pueda ser despachado con bre- de pensar a Zubiri “desde” la fenomenolo-
vedad no solamente para tal lector sino gía husserliana o la ontología heideggeri a-
para cualquiera; el juicio de tal lector bus- na (ni menos de la neoescolastica); ni
ca con afán la absolutez y en ello la de s- tampoco pensarlo “desde” cierto horizonte
piadada censura. Pero si Ud. es un lector científico del siglo XX ya de la relatividad
de esos tiene por lo menos dos posibilida- de Einstein (o la cuántica de Planck, Hei-
des bien claras; por una parte, una su- senberg, Schrödinger, De Broglie) ya de la
mamente clara y tajante: ¡no leer este e s- genética de Crick y Watson ya de la lin-
crito! De este modo no quedara defrauda- güística de Benveniste o “desde” conside-
do con el y además no dirá cosas que no raciones históricas o teológicas interesa-
son ciertas de este trabajo. Por otra parte, das (aunque sean las mas plausibles);
si lo lee intente dejarse llevar por el escrito incluso pues no es propio pensar la filoso-
como un niño inocente y que sea el escrito fía zubiriana “desde” el propio Zubiri de
el que le diga lo que tiene que solamente carne y hueso eso es otro asunto (que
sugerirle (lo demás es siempre cosa suya, también puede ser valido desde unas
pertenece a su ámbito de libertad). La filo- perspectivas biográficas, psicológicas, so-
sofía en realidad es tarea difícil y a lo me- ciológicas, históricas, etc.), pero estas lec-
jor es para pocos; sumergirse en estas turas pasan por alto lo esencial del pe n-
profundidades debe ser siempre una aven- samiento zubiriano. Por esto creemos de
tura y si no se esta dispuesto a ser un modo tajante que incluso siendo validas y
aventurero mejor no comenzar el viaje a pertinentes todas estas formas de acceder
las tierras indómitas y abismales del pe n- al pensamiento zubiriano no son esenci a-
samiento… Se cuenta que Erwin Rohde le les a este; es decir, se mueven en lo “i n-
respondió a través de un escrito a Ulrich esencial” de su decir. Este articulo tiene el
Willamowitz-Mollendorff, a raíz de su de s- mero y simple propósito de “leer” el pe n-
piada critica a El nacimiento de una trage- samiento de Zubiri desde lo “esencial” a el.
dia de Nietzsche, que “… a veces cuando De allí que tengamos que volver a esos
una cabeza choca con un libro y suena a viejos temas de su pensamiento y simpl e-
vacío no es necesariamente la culpa del mente “re -pensarlos”: el problema de en-
libro”… tender la realidad como “formalidad de
realidad” y en esto el papel que cumple
I. La formalidad de realidad tanto el “de suyo” como el “prius” . Lo la-
mentable del caso es que por la extensión
Del pensamiento de Zubiri se esta ca- misma del articulo solamente se puede
da vez “diciendo y pensando” mas cosas indicar y señalar por donde tiene que ir un
debido a la publicación continua de sus pensamiento que pretenda dar con lo
obras (tarea sumamente importante para esencial de la filosofía zubiriana y, en esto,
un pensador es que sea por lo menos leído nos quedaran muchos temas fuera de la
y por eso es fundamental tener su obra articulación misma del trabajo. Lo que
publicada). Podemos encontrar varios artí- intentamos en cierta forma es algo que ya
culos, conferencias, tesis doctorales, se- se ha intentado a lo largo de la historia de
minarios, congresos, libros, etc. que inten- la filosofía; es el intento de pensar por
tan dar con el pensamiento zubiriano de s- ejemplo la Critica de la Razón Pura de Kant
de distintas perspectivas. Por lo general por parte de Fichte o del genial intento de
físico permite mostrar fundamentalmente dad real”). Y por este carácter físico las
que la realidad (o formalidad de realidad) cosas nos “quedan” impuestas de una
no tiene nada que ver con lo conceptual ya “forma” determinada en nuestra aprehe n-
entendido en la filosofía clásica (realismo e sión.
idealismo) ya en la filosofía fenomenológi- Las cosas son sentidas como conteni-
ca. Por este motivo el término físico atra- dos cualitativos (notas) que quedan en un
viesa la obra zubiriana esencialmente. Y aspecto muy determinado y preciso; y es-
esto no lo podemos olvidar ningún instan- tos contenidos que así quedan nos notifi-
te. Y en Inteligencia sentiente se indica el can a la cosa real misma “en” el acto de
carácter físico de la siguiente manera: “En aprehensión: “El contenido de una nota
la intelección me ‘está’ presente algo… El ‘queda’, y en cuanto ‘queda” es indepe n-
‘estar’ es un carácter ‘físico’ y no solamen- diente del sentiente en cuya impresión
te intencional de la intelección. F ísico es el ‘queda’… ‘Quedar’ es estar presente como
vocablo originario y antiguo para designar autónomo… lo ‘otro’ [las cosas]… tiene
algo que no es meramente conceptivo sino además de un contenido una forma propia
real”8. Lo físico se contrapone radicalmen- de autonomía. Por esto es por lo que llamo
te a lo conceptual e intencional; en esto a este momento formalidad”9. La formali-
vemos ya de inmediato la crítica de Zubiri dad de realidad para Zubiri es la forma en
no solamente a la filosofía tradicional ya que queda lo otro (las cosas, los conteni-
realista ya idealista, sino también su críti- dos, las notas, lo real para el caso da lo
ca a la fenomenología. No podemos pasar mismo el vocablo) cuando se nos impone
por alto que el filosofo español no sola- como un carácter físico en la aprehensión.
mente busca tomar distancia de la filosofía Esto otro puede ser cualquier tipo de con-
clásica (realista e idealista) sino que sobre tenido que comparece a la aprehe nsión:
todo quiere tomar distancia de la gran un color, un paisaje, etc. Pero este conte-
filosofía husserliana de la fenomenología nido que queda en una formalidad de rea-
(no podemos seguir entendiendo a Zubiri lidad siempre queda en una impresión
desde la fenomenología porque es un error determinada. El contenido se siente im-
fundamental y que traiciona en su raíz al presivamente como algo absolutamente
pensamiento de este. Pedagógicamente es autónomo al aprehensor “en” el acto mis-
importante ver el rasgo fenomenológico del mo de aprehensión. La aprehensión de las
pensamiento de Zubiri en cuanto a su cosas es una aprehensión sentiente de
gestación histórica pero para nada nos carácter impresivo en que lo otro se nos
sirve para lo esencial de este: su rasgo impone como algo que queda absoluta-
físico). El carácter físico de la formalidad mente independiente y autónomo al apre-
expresa a las cosas en cuanto “están” pre- hensor “en” el acto mismo de aprehensión.
sentes en la intelección. Que las cosas Es lo que el pe nsador llama “de suyo”.
estén aprehendidas como reales si gnifica Este término es el tecnicismo de nuestro
que son aprehendidas en su simple, pero pensador que mienta a la formalidad de
originario carácter físico. ¿Qué quiere de- realidad en lo más propio de su esencia.
cir esto? Las cosas se nos presentan en la Con lo expresado se nos deja inmedi a-
intelección de un modo muy peculiar, esto tamente claro que lo que entiende Zubiri
es, se nos “imponen” radicalmente. Este por realidad no es nada común ni trivial. Y
carácter de imposición en que “están” to- esto es algo que se tiene que pensar y re -
das las cosas al ser aprehendidas es su pensar continuamente: allí radica toda
carácter físico. Físico mienta ese “estar” novedad de su pensamiento. Realidad no
impositivo de las cosas en la aprehensión; es una cosa, no es una zona de realidad
“estar” que nos deja absolutamente reteni- allende la aprehensión, no es una estruc-
dos, poseídos y arrastrados por el carácter tura a priori del sujeto pensante, no es
mismo de realidad de las cosas al ser sen- una entidad a posteriori de las cosas, no es
tidas (aquí radica lo que Zubiri llama “ver- ningún tipo de ente (ni el más excelso ni el
más pobre). ¿Qué es realidad entonces? Es el “de suyo”. Los griegos, para nuestro
simplemente la formalidad del “de suyo” pensador, llamaban al “de suyo” simple-
en que los contenidos cualitativos quedan mente Žrx®. Zubiri traduce interpretati-
al aprehensor en el acto mismo de apre- vamente Žrx® por “de suyo” y esto es muy
hensión. De allí que el neologismo de “re i- interesante para ser analizado, pues pien-
dad” exprese mucho mejor la idea que sa al pensamiento originario de los griegos
Zubiri tiene de la realidad como formali- desde su incipiente filosofía: “Este fondo
dad. Pues este término nos impide pensar universal, de donde nace todo cuanto hay,
desde un horizonte ajeno al pensamiento es la Naturaleza, la phýsis. Este nacimien-
de nuestro pensador. La formalidad de to se concibe por estos pensadores, con
realidad (“reidad”) nos deja instalados en Anaximandro a la cabeza, como un magno
un supuesto que es anterior a cualquier acto vital. Y ello en dos esenciales dimen-
horizonte metafísico; es decir, es anterior a siones. Por un lado, las cosas nacen de la
cualquier construcción teorética transce n- Naturaleza, como algo que ésta produce
dental y dualista de la realidad entendida ‘de suyo’ (arkhé). Por aquí la Naturaleza
como zonas de cosas: ya “en” la aprehen- aparece dotada de una estructura propia,
sión ya “allende” la aprehensión. Pero para independientemente de las vicisitudes
entender tal determinación de la formali- teogónicas y cosmogónicas. Por otro lado,
dad de realidad (la reidad) como “de suyo” la generación de las cosas se concibe como
es menester que lo analicemos detallada- un movimiento en que éstas se van auto-
mente. Lo lamentable es el poco uso de tal conformando en esa especie de sustancia
termino; serviría para evitar muchas con- que es la Naturaleza. En este sentido, la
fusiones que se presentan a la hora de Naturaleza no es principio, sino algo que
interpretar a Zubiri. Su gran idea de en- constituye, para este primer brote arcaico
tender la realidad como formalidad de rea- del pensamiento, el fondo permanente que
lidad, esto es, como reidad es un pensa- hay en todas las cosas, a modo de sustan-
miento que todavía tiene que dar mucho cia de que todas están hechas”10. Esta cita
de si, pues porque aun no se ha pe nsado muy precisa de Zubiri nos servirá para
lo suficiente en su radicalidad. Si nos introducirnos en el sentido acabado del
hemos percatado es tan novedoso la con- “de suyo”, pues en ella ya están configura-
cepción zubiriana que es un gran error dos los lineamientos de este término que
conceptual seguir pensando al filosofo serán repensados en su filosofía madura
español desde categorías ajenas y añejas de la “noología”.
del horizonte europeo del siglo XX. El filósofo español por lo general para
explicar lo que sea la formalidad de reali-
dad lo hace en contraposición con la for-
II. El “de suyo”
malidad de estimulidad, esto es, la forma-
A. “De suyo” y Grecia lidad del sentir en su pureza absoluta que
Es muy interesante comenzar nuestro es el modo que tiene el animal de habérse-
análisis del “de suyo” de sde lo propuesto las con el medio. De modo muy pedagógico
por Zubiri en sus primeros escritos; los realiza toda una distinción entre estímulo
cuales versaban sobre historia de la filoso- y realidad (y en esto entre el animal y el
fía en general y de los griegos en particular hombre) para que de este modo podamos
(no olvidemos que era profesor de historia atender a lo propiamente específico de la
de la filosofía en Madrid y en Barcelona). formalidad de realidad. Nosotros, por el
En esto ya veremos que su pensamiento contrario, no haremos un análisis del “de
estaba poco a poco madurando notable- suyo” en contraposición al “signo estimúli-
mente y que esas categorías filos óficas que co”, aunque esto sea realizado por el pro-
nacieron en esos años para expresar su pio filósofo pues creemos que realizar esto
propio pensamiento han perdurado a lo es una gran equivoc ación. Contraponer
largo de su filosofía; un ejemplo de esto, es “de suyo” con “signo”, esto es, la formali-
dad de realidad propia del hombre con la algo un poco artificioso y contraproducen-
formalidad de estimulidad propia del ani- te en estos momentos pa ra el estudio del
mal (según lo propuesto por el pensamien- hombre en sus rasgos más esenciales que
to de Zubiri) no nos parece el método más se le contraponga de modo tan absoluto
adecuado para acceder radicalmente al “de respecto de los animales. Creemos que la
suyo” mismo. Pues con esto el “de suyo” formalidad de realidad dará los frutos que
queda, en cierta forma, dependiendo de lo tiene que dar desde sí misma, sin la nece-
que sea el estímulo para ser entendido. sidad de contraponerla al sentir propio de
Creemos que el “de suyo” es el gozne arti- los animales. Lo qué sea éste todavía se
culador de todo el pensamiento zubiriano está debatiendo e investigando a distintos
y, por tanto, debe ser entendido “en y por niveles.
sí mismo” y no puede ser entendido desde El texto zubiriano citado anteriormen-
otra conceptuación. Pero aunque nos pa- te se encuentra en “Sócrates y la sabiduría
rezca lo más plausible la estimulidad en griega” y es del año 1940 y aunque parez-
los animales no deja de ser por ello una ca muy antiguo sigue siendo muy verdade-
simple “teoría del enfrentamiento” animal ro y permanece en el pensamiento ulterior
con su entorno. Y como teoría que es, de Zubiri. Para ver esto, tenemos otro es-
siempre estará sujeta a una constante crito que es de la última etapa del filósofo
probación en contraste con la experiencia que señala algo parecido: “… el ‘de suyo’
dada ya que ¿quién sabe como se enfrenta como nuda realidad es lo que concibió el
un animal con su medio? Además, con griego en el concepto de lo que llamó natu-
este tipo de análisis el “de suyo” pierde raleza, phýsis”11. Estas palabras fueron
toda su “fáctica” fuerza física, impositiva, escritas en 1983, el año en que murió el
originaria y constitutiva que le constituyen filosofo; aquí claramente nos dice que el
en desmedro de una “claridad” pedagógica “de suyo” es lo que los griegos llamaron
que surge de la comparación con el “signo fÝsij; el “de suyo” en su “nuda realidad”
estimúlico”. es la fÝsij, pero de la nuda realidad
Nosotros, en definitiva, no podemos hablaremos mas adelante. Lo interesante
seguir el esquema zubiriano por varias es que podemos ver que Zubiri interpreta
razones. No creemos que tal distinción en el “de suyo” la base misma del horizon-
tenga un fundamento in re. No está dado, te griego, ya que es la Žrx® que se consti-
no es dato para describir, semejante dife- tuye radicalmente como fÝsij (en esto esta
rencia e ntre el animal y el hombre. No nos ligado tanto el pensamiento presocrático
es posible experimentar desde un animal “jónico” en su articulación final con el
su estar embargado en el mundo. ¡Es ab- pensamiento del “estagirita”). Pero vamos
solutamente imposible! Todo lo que se diga por pasos contados. Respe cto al “de suyo”
respecto de esto, por excelente y plausible su nacimiento, al parecer, se remonta a la
que parezca, siempre será una construc- concepción que el pensador tiene de la
ción teórica desde un modelo previo, en filosofía griega en el sentido más radical,
este caso, la intelección humana. Luego, esto es, al célebre Žrx® de Anaximandro.
como es evidente, el animal nunca será Dejando de lado que la interpretación zu-
capaz de pasar el umbral que nosotros biriana está íntimamente bosquejada de s-
mismos hemos impuesto para que lo pase. de su concepción filosófica interpretativa
Los animales siempre serán repr obados en de Aristóteles, la cual nos lleva a com-
el modelo de la intele cción propuesto, pues prender el término Žrx® por “principio” y,
el hombre se levanta como la única medi- a su vez, a contraponerlo con “sustancia”,
da de toda s las cosas. Y, por tanto, los en ella misma “ya” se trasluce lo propio de
animales serán confinados, casi de mane- su pensamiento. No entraremos al tema
ra a priori, a la estimulidad. Ésta será el mismo de Anaximandro porque nos lleva-
“cajón de sastre” de todo lo que no es pro- ría muy lejos de nuestro análisis; solamen-
piamente humano. Además, nos parece te nos limitaremos a la visión que Zubiri le
rando la dimensión “diacrónica” a la “sin- bra por: cosa real, lo real, la realidad, la
crónica” misma del “de suyo”. Y así el “de nuda realidad, etc.; pero cada uno de es-
suyo” será, a una, el principio estructural tos matices añade un sentido distinto de-
de toda las cosas que posibilita y, a una, lo ntro de lo mismo. El matiz de lo “nudo” es
que constituye el dinamismo en esa mis- esencial para captar lo que sea el “de su-
ma totalidad, pero “ya” no como sustancia yo” sentido impresivamente en la aprehe n-
que permanece detrás del todo mismo, sión. En la aprehensión primordial se
sino como un todo único y constructo; siente a las cosas reales como “nudas”;
esto es, como sustantividad. Por esto, po- por esto se dice que: “La realidad que la
dríamos decir que el “de suyo” como razón intelige, no es entonces la nuda rea-
Žrx® es realmente la “física” sustantividad lidad, es decir, no es la realidad tal como
y nada mas. es inteligi da sólo como formalidad de lo
aprehendido en intelección sentiente, sino
B. “De suyo” y nuda realidad que es esta misma formalidad sentiente en
Otra determinación esencial para su momento campal o ambital, pero apre-
comprender el “de suyo” es el termino hendido en sí mismo como realidad-
“nudo”, tal termino solamente es entendi- fundamento”13. Dejando de lado la cues-
ble primeramente desde lo ya señalado. Es tión de la razón, este texto nos muestra la
el carácter físico sustantivo del “de suyo” ligazón que hay entre “nuda” realidad y
ya vislumbrado por Zubiri desde el hori- aprehensión primordial. Si el pensador
zonte griego del pensar en donde tenemos español dice constantemente que en la
ahora que analizar ese nuevo rasgo de lo aprehensión primordial de realidad se
“nudo”. De ahí que se nos diga, en el texto aprehende lo real en y por sí mismo, ahora
de 1983, que el “de suyo” es lo que los se dice que se aprehende como “nuda”
griegos entendieron por fæsiw en sentido realidad, esto es, la mera formalidad de lo
pleno; esto es, como “nuda” realidad. A aprehendido en intelección sentiente. Y
raíz de esto podemos darnos cuenta que esto era lo que llamaba “de suyo” en toda
Zubiri ve en el “de suyo” la “nuda” realidad su obra, aprehender lo real en y por sí
de lo real. ¿Qué significa “nuda” realidad? mismo en aprehensión primordial, o sea,
¿Qué señala esencialmente lo “nudo”? aprehender lo real de modo “nudo”. Por
Intentando dar con el significado de “nu- esto, en otro orden de problemas, se nos
do” nos introduciremos al problema de la señala que: “… real, decimos, significa ‘de
realidad como formalidad. Pero no olvide- suyo’. Pero este ‘de suyo’ tiene a su vez
mos que este término zubiriano fue a lo tres momentos formales distintos. Tiene
largo de su vida adquiriendo tal sentido un momento según el cual la cosa es lo
que llegó a mentar a la realidad misma en que es ‘de suyo’ en y por sí misma como
lo que tiene de más propio. Para entrar a es. Es lo que llamo la nuda realidad”14.
este tema del “de suyo” y la “nuda” reali- Los otros dos momentos son “forzosidad” y
dad tenemos que señalar que para nuestro “poderosidad”, pero de ellos no hablare-
pensador estos términos se recubren entre mos temáticamente en este escrito. En
sí en el ámbito de la aprehensión misma: todo caso podemos señalar que la forzosi-
“Llamaremos a las cosas en su nuda reali- dad indica el carácter físico de necesidad
dad, ‘cosas-realidad’… El hierro y la made- que soporta la realidad como “de suyo”; en
ra en su nuda realidad son cosa- cambio, la “poderosidad” nos mienta la
realidad” 12. Para hablar de las cosas re- dominancia misma de la realidad sobre el
ales, como el hierro o la madera, el filósofo contenido. Ambos momentos son dos di-
simplemente nos refiere al carácter de mensiones transce ndentales de la realidad
“nuda” realidad en el que consisten. Nues- como “de suyo” y son las dimensiones que
tro pensador, a veces, no es muy preciso van a provocar el giro de interpretación del
en su léxico filosófico y cuando quiere re- “de suyo” desde la visión “diacrónica”,
ferirse simplemente a las cosas las nom- pues estas dimensiones nos dan el dina-
mente la ‘nuda ’ realidad de algo, pero ja- ción más acabada y profunda del “de su-
más la aprehende como re alidad que está yo”. Para esto tenemos un excelente texto
‘ante’ él”18. Se podrá ser sordo y ciego, en Inteligencia y Logos, que nos dice en lo
pero no se puede (en casos normales) dejar que consiste la realidad como “de suyo” o
de sentir la realidad como “nuda”. No olvi- si se quiere como lo “desuyo” se despliega
demos el famoso caso de Helen Keller y su en distintas notas de si, las cuales lo di-
manera de acceder al mundo a través del mensionan en algún aspecto. Y allí nos
tacto (“sentir” el agua en sus manos). De percataremos de la doble visión tanto “sin-
ahí que Zubiri incluso llegue a llamar a la crónica” como “diacrónica” de la realidad
aprehensión primordial de realidad sim- entendida como “de suyo” por el filósofo.
plemente “nuda” intelección en Inteligencia El texto zubiriano señala que: “… hay
y Razón: “En la aprehensión primordial o aprehensiones en que los caracteres de lo
nuda intele cción sentiente siente en sí y sentido en impresión son caracteres que
por sí en impresión como formalidad de lo se aprehenden formalmente como pertene-
sentido”19. Esta homologación de la apre- cientes en propio a lo aprehendido: la in-
hensión primordial como “nuda” intelec- tensidad de un color o de un sonido son
ción es muy significativa. Por todo esto, se un momento aprehendido como carácter
puede ver la radicalidad y primariedad del en propio del color o del sonido. Es lo que
modo de presentación de “nuda” realidad llamo formalidad de realidad. Realidad es
del tacto. De ahí que se pueda asimilar por el modo de ser ‘en propio’, dentro de la
extrapolación legítima la “nuda” realidad aprehensión misma. ‘En propio’ significa
al “de suyo”, aunque obviamente no son lo que pertenece a lo aprehendido, por tanto,
mismo, pues “nuda” realidad: “No es algo aún antes de la aprehensión misma
idéntico al ‘de suyo’, pero en el curso del (prius). Como este modo de quedar en la
trabajo, por razones obvias, he tomado aprehensión es un modo de quedar en
como sinónimos ‘de suyo’ y nuda reali- impresión, resulta que la aprehensión es
dad”20. Esas “razones obvias” es lo que un acto de impresión de realidad. En ella
hemos señalado anteriormente, porque no su contenido es actual en la impresión,
siendo lo mismo “de suyo” y “nuda” reali- pero sin referencia ninguna a una re s-
dad funciona casi como siéndolo. Esta es puesta. Es lo que llamo mera actualidad:
la razón que en el pasaje muy parecido al lo aprehendido está presente y solamente
de El hombre y Dios, que hemos ya citado está presente. Pues bien estos tres mo-
sobre la “nuda” realidad, la forzosidad y la mentos (impresión, en propio, y mera ac-
poderosidad, en Inteligencia y realidad le tualidad) constituyen unitariamente lo que
introduzca una simple variación, en vez de llamo ser de suyo. He aquí la formalidad
“nuda” realidad dice “de suyo”: “Estos tres de realidad: un modo de alteridad que
momentos, ‘de suyo’, fuerza y poder, com- consiste en el ‘de suyo’. No se trata de re a-
peten a toda impresión de realidad”. De lidad en la significación de real como algo
este modo se mantiene el matiz de difere n- ‘fuera’ de la impresión, sino que se trata
cia que él busca. de una formalidad presente ‘en’ la apre-
hensión misma. Y como tal esta formali-
C. Distintos aspectos que expresan al de dad es un momento físico de lo aprehendi-
“de suyo” do”21. Ahora bien, en este texto el “de su-
Sabiendo que formalidad de realidad yo” ha quedado explicitado esencialmente.
es radicalmente “de suyo”, esto es, en una Puesto que “impresión”, “en propio” y “me-
primera aproximación, la “física y nuda” ra actualidad” constituyen en unidad el
realidad que mienta a lo real “en y por sí “de suyo”. ¿Cómo entender esta articula-
mismo” en la aprehensión, en donde lo ción de estos tres momentos de modo ade-
real se siente “solamente” como real (es lo cuado?
real en “su” realidad), podemos ahora dar Es importante no caer en una tenta-
un paso más y avanzar a una determina- ción típica de interpretación del pensa-
miento de Zubiri; esto es, pensar que en lo actualidad, en dónde queda explicitado y
que dice se esconde algo “fundamental y vehiculado el carácter mismo de realidad:
tremebundo”, pero que está totalmente “…lo sentido se me presenta como algo
vedado para la razón de un simple mortal. que tiene una especie de fuero interno
Pensar esto es una vez más la interpreta- propio: es caliente, es frío, es pesado, etc.,
ción predicativa que busca el “sub-jectum” de suyo. No se trata de que el contenido
tras lo accidental. Y este modo de enfren- sea propio de un sujeto que esté por deba-
tar los textos de nuestro pensador contra- jo o por detrás de lo propiamente sentido,
dice el modo mismo de pensar del filósofo sino que de suyo significa que eso que es
español. El “de suyo” no explica nada el contenido de la impresión tiene ese ca-
“tremebundo”, “oscuro”, “fundamental”, rácter formal propio. Pues bien, este ca-
“sustancial” o de “otro mundo” que se es- rácter de de suyo es lo que llamo realidad.
conde tras la apariencia (esto sería el dua- Cada cosa es real precisa y formalmente
lismo metafísico que niega r adicalmente el por ser de suyo aquello que ella es en im-
pensamiento zubiriano). Pero también presión. Ser real significa pura y simpl e-
debemos quitarnos de la cabeza creer que mente ser de por sí, ser de suyo aquello
el “de suyo” se explica en los tres caracte- que nos presenta en la impresión. El de
res enunciados: “en propio”, “impresión” y suyo es, pues, lo que constituye la reali-
“actualidad”. Estos caracteres no son los dad en cuanto tal”23. En este texto, Zubiri
que expresan (como atributos esenciales) de inmediato parte diciendo que no pode-
al “de suyo”, sino que es el “de suyo”, en mos entender al “de suyo” de manera pre-
su “des-nudez física” esencial, en y por sí dicativa, esto es, como “algo” que está más
mismo el que muestra tres caras (facies) allá de lo que se nos impone sentiente-
acabadas de sí. Es el “de suyo” que se rati- mente. A raíz de esto es muy importante
fica a sí mismo en esas tres “notas”. Son que tengamos presente siempre la crítica
tres modos de consideración de lo mismo al logos predicativo que hemos señalado
en que es el “de suyo” la razón misma de en el artículo sobre el logos nominal cons-
su unidad. Esto lo podemos ver en un tructo24. Lo que se busca con esto, es ne-
texto de 1975 que está en Sobre el Hombre gar, en su raíz, la interpretación de la me-
y en donde se aprecia que la impresión fue tafísica dualista que atraviesa el pensa-
subsumida por la actualidad y que el “en miento occidental desde los griegos hasta
propio” se entiende junto al “prius”: “La nuestros días. Es lo impresivo mismo se n-
unidad intrínseca y formal de estos tres tido en una cualidad dada lo que “está”
caracteres (actualidad, en propio y prius) presente como “de suyo” en la aprehen-
constituye la nueva formalidad: lo apre- sión. Lo impresivo sentido se actualiza
hendido queda en la aprehensión como como “de suyo”. De allí que impresión y
algo ‘de suyo’. ‘De suyo’ es la expresión y actualidad en esta nueva dete rminación
la conceptuación unitarias de aquellos tres del “de suyo” queden recubiertos entre sí.
caracteres o momentos”22. En este otro Desde la comprensión radical de la actua-
orden de enunciación, además, se produce lidad es asumida esencialmente la impr e-
una inversión en la consideración misma sión. Ella se nos abre en lo que “de suyo”
del “de suyo”, pues como primer momento es, esto es, en el carácter físico de su “n u-
aparece ahora la “actualidad” y luego el da” realidad. Por tanto, en este texto lo
“en propio” y el “prius”. En la actualidad diacrónico aparece primariamente y lo
ha quedado absorbida y asumida la im- sincrónico después. Esto se debe a la
presión. Pues ésta es la que “da de sí”, en perspe ctiva de análisis que el filósofo está
cierto modo a aquella. Y, a su vez, aquella enfocando la cuestión a examinar. Según
es la que muestra totalmente a ésta. En la sea lo que le interesa ya lo estructural ya
impresión sentiente se “está” presentando lo dinámico comienza su estudio del “de
la realidad en y por sí misma de modo “en suyo” desde uno u otro aspecto. Pero los
propio” y “prius”. Es la impresión, o la dos aspectos son dos lados de la misma
moneda. La moneda del “de suyo” analiza- la formalidad de realidad al ser aprehendi-
do desde el logos nominal constructo da como tal. Dicho con toda claridad, en el
Eso que se nos “está” presentando fí- ejemplo del calor: “El calor es caliente: no
sicamente en la impresión misma se nos es una tautología verbal. ‘Es caliente’ sig-
presenta como lo “en propio prius” en la nifica que el calor y todos sus caracteres
aprehensión. Respecto al “en propio” se térmicos son sentidos como ‘suyos’. El
debe comprender simplemente ese rasgo calor es así calor en y por sí mismo. Y pre-
de ser lo que propiamente se pertenece a cisamente por esto el calor es nota tan ‘en
sí mismo “en” la aprehe nsión sentiente. Y propio’ que ni siquiera le pertenece su
se pertenece a sí mismo como algo ante- inclusión en el proceso sentiente. Está de
rior a la aprehensión, pero “en” ella. Por alguna manera incluido en él, pero es por
tanto, lo que queremos simplemente indi- ser ya calor. El calor como algo ‘de suyo’
car es que “en propio” es un nombre si n- es, pues, anterior a su estar presente en el
crónico para el “prius”. De este modo te- sentir” 28. Estas palabras son muy decisi-
nemos que leer en conjunto ambos térmi- vas. El “de suyo” es el sustento mismo de
nos. Esto lo podemos ver en un texto clave la modalización de “en propio” y “prius”,
en que se muestra de modo radical que el pues en el “de suyo” se piensa de modo
“de suyo” como “en propio” mienta al totalmente originario. Lo “en propio” indica
“prius”. Esta vinculación Zubiri la señala a solamente el rasgo de nota de lo aprehen-
través del célebre y recurrente ejemplo del dido. Y como tal nota se impone físicamen-
calor que ya hemos analizado en detalle en te en una mera ratificación de sí en la
otro lugar25: “Este ‘en propio’ tiene una aprehensión, que en cuanto ratificación la
riqueza insondable. Significa… que el calor nota es sentida como de ella misma, se
calienta siendo caliente. Esto es, el calor pertenece a sí misma. Y el “prius” señala a
estimulante queda en mi aprehensión co- esa misma nota, pero de modo radical y
mo algo que es ‘ya’ caliente, y que por eso originario, desde el rasgo mismo de ante-
es por lo que estimula. Este momento del rioridad y autonomía absoluta de dicha
‘ya’ expresa que lo estimulante queda en la nota en el acto de aprehensión. Por esto el
aprehensión como algo que ‘es’ estimulan- filósofo nos puede indicar que: “… el calor
te, ‘antes’ de estar estimulando y precisa- calienta porque es ‘ya’ caliente. Este mo-
mente para poder estimular. Es lo que he mento del ‘ya’ es justamente la anterior i-
solido llamar el momento del prius, no un dad de que hablo. A este momento de an-
prius cronológico, sino un prius de forma- terioridad es al que suelo llamar momento
lidad. Es un momento ‘físico’ de lo apre- de prius. Es un prius no en el orden del
hendido en la aprehensión”26. Con este proceso sino en el orden de la aprehensión
texto centrado en el célebre ejemplo del misma: calienta ‘siendo’ caliente. ‘Ser ca-
calor nos podemos dar cuenta que el “en liente’ no es lo mismo que ‘cale ntar’. El ‘es’
propio” mienta al “prius” mismo de la for- es, en el calor aprehe ndido mismo, un
malidad de realidad sentida de modo físi- prius respecto de su ‘calentar’: es ‘su’ ca-
co. Es lo físico mismo que se impone en la lor, el calor es ‘suyo’. Y este ‘suyo’ es justo
aprehensión como siendo “en propio”, pro- lo que llamo prius. La nota ‘queda’ como
pio de sí, por sí mismo, anterior “ya” a ella siendo nota en forma tal que su contenido
misma “en” ella. Y ese “ya” del “en propio”, ‘queda’ reposando como realidad sobre sí
de esa autopertenencia, nos indica lo radi- mismo y fundando formalmente su propia
cal del “de suyo”: “… lo inteligido se nos aprehensión”29. La nota queda en lo que
presenta no sólo como algo independiente simplemente es, esto es, queda en lo en y
de la intelección, sino como algo que ‘de por sí mismo que es. Y esto es quedar de
suyo’ es lo que es, es decir, como siendo modo “nudo” en la aprehensión como an-
algo en la intelección pero prius a ella”27. terior a ella misma. La nota térmica se
De allí que “en propio” y “prius” se identi- pertenece absolutamente a sí misma, ella
fiquen para señalar el “de suyo” mismo de es dueña de sí, por decirlo de alguna ma-
la unidad misma que lo plasma de modo ficado concreto? Por esto el pensamiento
estructural. Y esa unidad es constructa, zubiriano es heredero, como es obvio, de lo
pues señala a la unidad esencial que arti- más esencial del pensamiento de Heide g-
cula a todas las notas de la estructura ger: la “diferencia ontológica”. La realidad
entre sí en modo de coherencia. Basta con es lo total y absolutamente otro que lo
lo señalado para continuar nuestra expo- real. Pero aquí radica también toda la di s-
sición; respecto a la sustantividad y lo tinción con el pensamiento he ideggeriano.
constructo los textos son variados a lo Pues lo totalmente otro no es otro por en-
largo de la obra zubiriana. Y no podemos cima o por fuera de lo real, esto es, algo
seguir tratando sobre ellos porque nos que esté por fuera de lo físico (que se nos
llevaría a la concepción metafísica del impone no a nuestro sentir sino a nuestro
pensamiento de Zubiri; la cual no preten- inteligir, aquí ya esta presente la dicotomía
demos abordar en este trabajo. insalvable entre sentir e inteligir que reali-
En este modo de describir lo que se za la filosofía a lo largo de la historia del
nos impone físicamente en una aprehe n- pensamiento); sino “de ntro”, “en” lo real
sión de realidad es la realidad de lo real; mismo sentido. Zubiri se distancia en la
realidad, y no lo olvidemos, no es “algo” ni misma “diferencia” que establece el pe n-
concebido, ni sentido, ni construido como samiento de Heidegger y, en ello, el filósofo
“zona o clase de cosas”. ¿Qué quiere decir español cree ver que se distancia desde la
esto? Esto es muy importante porque de constitución misma del pensamiento filo-
inmediato nos evita interpretar de modo sófico en Occidente; es deci r, desde Par-
“sustancialista” a la realidad. Evidente- ménides en adelante.
mente si pretendemos entender a la reali- El lenguaje vulgar y en especial el filo-
dad como un “algo”, entonces intentare- sófico tiende de manera natural y espon-
mos buscar la palabra clave que la expli- táneo a entender, a la primera, como re a-
que. Y en esto nos pondremos a buscarla lidad lo que está por encima y más allá de
por fuera de la realidad misma sentida en lo dado sentientemente, esto es, de modo
impresión. La formalidad de realidad no es impresivo. No olvide mos que Zubiri ve este
“algo” en ningún sentido, ni al modo re- desliz del lenguaje en el inicio mismo del
alista ni al modo idealista ni al modo fe- filosofar y lo aduce al expresar mismo
nomenológico ni al modo cientificista, etc. griego indoeuropeo; el cual no puede por
No es ningún “ente” como se decía en la su propia constitución dejar de
filosofía clásica, pero ninguno en absoluto, “sustancializar” un fantasmal “sub-jectum”
ni el más excelso (Dios) ni el más ínfimo por fuera del sentir (aàsyhsiw), es decir, de
(Nada; humo llamaba al ser Nietzsche), lo físico (tŒ fusik‹). Pero esto es todo lo
pues no tiene nada que ver con lo “ente”, contrario al pensamiento propuesto por
es lo totalmente diferente al “ente”. Es lo Zubiri. No sería en absoluto entender la
totalmente “otro” al “ente”, éste tomado realidad en sentido originario. Entonces
tanto como lo allende al acto aprehensivo, ¿qué es la realidad? Si la realidad no es de
en cuanto acto, como lo inmanente a él: ningún modo “zona o clase de cosas”, ni
“Esta formalidad no es formalmente reali- ningún tipo de ente que esté más allá de lo
dad allende la aprehensión. Pero tan enér- sentido impresivamente en una aprehe n-
gicamente como esto ha de decirse que no sión, entonces nos queda lo novedoso y
es algo puramente inmanente, empleando propio del pensamiento zubiriano. ¿Qué es
una terminología antigua y literalmente eso que nos queda? Nos queda meramente
inadecuada”38. Si la realidad no es algo la “reidad”. El problema es radical y muy
“allende” la aprehensión, ni es algo mera- importante de entender correctamente.
mente inmanente a ella (que Zubiri llama Pues una comprensión equivocada de la
lo “aquende”), entonces ¿qué es? Si no es idea de realidad nos llevará por un camino
ningún tipo de “ente”, de la clase que sea, del todo equivocado: ya a un realismo in-
entonces ¿cómo podemos dar con su signi- genuo ya a un subjetivismo ingenuo que
genuo ya a un subjetivismo ingenuo que “Causa es todo aquello que ejerce un influ-
ha perforado al pensamiento filosófico jo productor o originante del llamado efec-
desde sus comienzos. Por eso es siempre to, no sólo como eficiente sino también
preferible utilizar el neologismo de “re i- material, formal y final, o visto desde el
dad”, pues con esto evitamos todos esos efecto es un carácter según éste es algo
“errores” de interpretación. Esta palabra producido realmente por su causa. Causa-
nos impide caer en la te ntación del decir lidad es, pues, producción originante”39. Y
indoeuropeo, puesto que nos señala de esta producción originante es una “teoría
forma radical que realidad no puede signi- de la causalidad natural” que intenta res-
ficar nada del tipo conceptual que señale ponder por las cosas naturales (físicas),
algo parecido al “sub-jectum” de la filosofía propuesta por Aristóteles y que ha atrave-
occidental. Es muy lamentable que el pro- sado todo el pe nsamiento occidental a lo
pio Zubiri, como ya hemos dicho, no utili- largo de los siglos: “… la célebre teoría
zara este neologismo más a menudo, con aristotélica de la causalidad está riguro-
esto se habrían evitado una gran cantidad samente plasmada sobre las realidades
de confusiones a la hora de tratar de en- ‘naturales’. La teoría aristotélica de la cau-
tenderlo. salidad es una teoría de la causalidad na-
Señalado estas precisiones, volvamos tural”40. Con esto vemos lo fundamental
al texto que analizamos para poder enten- de la crítica zubiriana. Por una parte, todo
derlo en plenitud: “… realidad no designa lo que se ha dicho de la causalidad remon-
formalmente una zona o clase de cosas, ta a una concepción profunda que Aristó-
sino tan sólo una formalidad, la reidad…”. teles y los griegos en general tienen de las
El filósofo quiere dar verdadera unidad al cosas físicas. Y, por otra parte, esa misma
pensamiento occidental que a lo largo de concepción es una teoría, una construc-
la historia ha establecido una diferencia ción racional de unos hechos que se nos
absoluta entre “zonas de cosas” (el pro- imponen inexorablemente. Y aquí radica
blema de la dualidad de mundos: sensible- todo el problema, pues esa concepción de
inteligible, apariencia-verdad, físico- lo real está anclada en el decir predicativo
conceptual, etc.). En la formalidad lo que que tiende a formular una sustancia (no
se impone, lo que se presenta, lo que ad- sensitiva, ni física) que está por “debajo”
viene, lo que se siente, lo apr ehendido “no de lo sensitivo y físico fundando de tal
es efecto de algo que estuviera allende lo manera a la cosa. Y esto, para Zubiri, “no”
aprehendido”. No se trata para nada de un está dado de ninguna manera.
problema de causalidad; esto es, entre una La causalidad es una teoría que busca
causa que está “allende” la aprehensión y explicar el hecho que se nos impone en
que funciona “produciendo” un efecto en nuestra aprehe nsión de las cosas. De allí
ella, un efecto “desde afuera” de ella. Zubi- que Aristóteles “necesite” construir la te o-
ri con esto desmonta de inmediato la es- ría de la causalidad para conectar, ligar a
tructura causal tan típica del pensamiento las cosas con la aprehensión de ellas: “Es-
“tradicional” filosófico de estructuración te orden causal es para Aristóteles algo
predicativa (una vez mas Zubiri sigue en dado en nuestras aprehensiones sensori a-
cierta forma la critica tanto de Hume como les”41. Pero esta causalidad no está nunca
de Nietzsche a la concepción metafísica de dada, pues es una simple teoría que inten-
la causalidad). La causalidad, según nues- ta conectar a la aprehensión humana con
tro pensador, tal como es entendida bajo la construcción de lo real como sustancia
la estructuración: causa y efecto, es una de accidentes: “La causalidad aristotélica
“vieja” idea filosófica que ha penetrado no está dada; jamás está dada la influen-
todo el pensamiento de Occidente y es una cia originante”42. Pues cuando se predica
de las manifestaciones más fuertes del un sujeto que está por debajo de los atri-
decir predicativo indoeuropeo. Nuestro butos, este sujeto se torna en lo que siem-
pensador lo manifiesta de este modo: pre es (öntow on) y no puede no ser: “El
término del sentir serían las cosas sensi- dad lo real nos “queda” de una forma de-
bles, mudables y múltiples como se com- terminada en dicha aprehensión. ¿Qué es
placían en designarlas los griegos. Para este modo de “quedar”? No olvidemos que
ellos transcendental en cambio significa lo estamos tratando de entender lo que es la
que ‘siempre es’. El trans es, por tanto, el realidad como formalidad y, en esto, en lo
salto obligado de una zona de realidad a que tiene de “prius” radicalmente. Pero
otra. Es un salto obligado si se parte de la para esto, ahora, nos salta un problema:
intelección concipiente”43. De este modo comprender lo que mienta el “modo de
se produce una inversión radical en la quedar”, en el cual consiste la formalidad:
manera de considerar los hechos. Lo sen- “Como este modo de quedar en la apre-
tido queda como efecto de algo que está hensión es un modo de quedar en impre-
más allá de sí mismo. El “sub-jectum” que sión, resulta que la aprehensión es un
construyó la inteligencia concipiente, de s- acto de impresión de realidad”44. Si que-
de los mismos griegos en adelante, nos remos captar el “prius” en su radicalidad
queda como lo que causa, lo que es res- tenemos que entender el “quedar”, pero
ponsable absoluto de los atributos; y, es- para esto es necesario dar con la “impre-
tos a su vez, se muestran como lo accide n- sión”; en ella se juega, obviamente, la m i-
tal de tal sujeto. “Lo que siempre es” rada renovada de Zubiri. Pues es la impre-
(ŒeÜ ön) es entendido en términos de con- sión la que “queda” de una manera dete r-
ceptos (por tanto nada físico) y es lo que minada en la aprehe nsión sentiente de lo
no puede dejar de ser (por tanto lo inmu- real por parte del hombre y no solamente
table); en cambio, lo que se siente se con- queda sino que suscita todo el proceso
sidera un atributo por sí mismo accidental sentiente. Además, no podemos olvidar lo
y sujeto a cambio. Esta postura, para Zu- dicho anteriormente, la impresión es un
biri, tergiversa y falsifica la esencia misma rasgo constitutivo del “de suyo”. El “de
de lo sentido como real en aprehensión suyo” se nos está presentando, se nos ac-
primordial. Y esto también trae muchas tualiza, de modo impresivo en la intele c-
consecuencias de toda índole, por ejemplo, ción. Esto es fundamental y nunca lo po-
en lo referente a los problemas éticos. Algo demos perder de vista en un estudio.
que lamentablemente no podemos analizar A lo largo de la historia de la filosofía,
aquí pues excede nuestro tema a tratar. esto es un problema muy grave, no se ha
realizado una “crítica” de la concepción de
C. El “quedar” de la realidad impresión (ni los empiristas lo han hecho
En la formalidad de realidad, por en- y menos los kantianos que usan la con-
de, estamos en un estadio anterior al á m- cepción de la impresión desde el horizonte
bito de la causalidad. Por tanto, anterior al empirista sin “criticarla” formalmente… es
“sub-jectum” que funciona como causa cosa de pensar en las primeras líneas de la
originaria de cualquier efecto accide ntal Critica de la Razón Pura). A la impresión se
atributivo de sí mismo. Y esto se debe te- la ha entendido simplemente como una
ner siempre presente en nuestros análisis. afección de una cualidad al sentir (posi-
En la formalidad nos movemos, en cierto ción que en el fondo remite hasta el mismo
sentido, en un ámbito de funcionalidad y Aristóteles): “Puede decirse que la totali-
dominancia entre los momentos (o notas) dad de la filosofía moderna, al igual que la
de realidad e intelección “en” el acto mis- filosofía antigua, casi no ha conceptuado
mo de aprehensión de re alidad sin salirnos la impresión más que como afe cción”45.
de ella en nuestro análisis descriptivo. Para Zubiri esto es totalmente insuficiente,
Estos momentos están articulados cons- porque lo propio de la impresión no está
tructamente, como un todo coherente de en su carácter de afección, sino en el m o-
notas, las cuales están constituyendo mento de alteridad de lo afectante propi a-
nuestra aprehensión sentiente de las co- mente tal. Todo lo que afecta a la aprehen-
sas reales. En esta aprehensión de reali- sión lo hace de un “modo determinado”.
tructa nos dice que: “Aprehensión sentien- existencia del hombre en el mundo, el
te consiste en aprehensión en impresión. existir humano, como un encontrarse con
La impresión no es sólo una afección del las cosas, das Dasein des Befindlichkeit.
aprehensor, sino que en esta afección la Ahora bien –añade Heidegger inmediata-
impresión nos presenta algo otro que el mente – la facticidad, Facktizität… es un
aprehensor y que su afección. Esto otro carácter que la existe ncia absorbe en sí
tiene tres momentos constitutivos: un con- misma; por tanto, las cosas son aquello
tenido, un modo de ser otro (lo que he sobre lo cual se apoya la existencia para
llamado formalidad de alteridad [se refiere hacerse a sí misma transcender y estar en
al primer volumen de Inteligencia sentien- el mundo, etc.”47. Y dentro de estas filos o-
te. *Inteligencia y realidad], y una fuerza fías obviamente no solamente se encue n-
de imposición. Para nuestro problema lo tran la heideggeriana sino también la sar-
esencial se halla en el momento de forma- treana: “De aquí que la sensibilidad no sea
lidad” 46. Desde el empirismo inglés, inclu- una especie de residuo ‘hylético’ de la con-
so desde antes, sabemos que la impresión ciencia, como dice Husserl, ni un factum
es afe cción del aprehensor, pero Zubiri brutum, como la llaman Heidegger y Sar-
nos muestra que en la impresión misma tre, sino que es un momento intrínseco y
como afección se da “algo otro” al apre- formal de la intele cción misma”48, pues la
hensor y a la impresión afectante. ¿Qué es filosofía de Sartre, siguiendo la filosofía
este “algo otro”? ¿Qué es radicalmente la heideggeriana, también cree ver en el m o-
impresión? La “im-presión” es lo que nos mento de realidad algo totalmente deriva-
presiona, pero nos presiona no como algo do y secundario al momento diferenciante
que esté como causa allende la aprehe n- entre ser (nada diría Sartre en El ser y la
sión misma, sino que nos presiona desde nada) y ente: “En el desarrollo del proble-
“dentro” de la aprehensión, “en” ella mis- ma habla el pensador francés de lo que
ma. Y nos presiona no como un algo cual- Heidegger ha llamado existentes brutos,
quiera. No es un “sub-jectum” ni nada pa- traduciendo ahí el factum brutum por exis-
recido. Esto sería una vez más no enten- tencia bruta”49. Por eso Zubiri en su diálo-
der lo que quiere decir Zubiri. Con esto go con el horizonte abierto por la fenome-
nuestro pe nsador también ajusta cuentas nología tiene que hacerse cargo detalla-
con toda la filosofía del siglo XX, la cual damente de su discípulo más brillante:
nació desde el horizonte abierto por la Heidegger. Por tanto, la impresión como
fenomenología de Husserl. La fenomenolo- residuo hylético se nos transforma en na-
gía y por tanto la ontología heideggeriana da mas y nada menos que soporte “para”
siempre entendió a la impresión (y con ello que el inteligir (conciencia di rían los feno-
obviamente a la sensibilida d) como “mero menologos) describa y construya unidades
residuo hyletico” y aquí radica la gran in- de sentido para su propia e interna confi-
suficiencia de la fenomenología a la hora guración. Las cosas quedan en el fondo no
de tratar de analizar a las cosas de sde tocadas en lo que realmente son sino si m-
ellas mismas, esto es, desde su carácter plemente referidas como “se ntidos” para el
físico. El gran discípulo de Husserl llevó propio yo en su trato cotidiano con el
los supuestos de su maestro al extremo de mundo, esto es, en sentidos que le permi-
sus posibilidades; las cosas son lo más tan crear y proyectar un mundo en donde
fundamental en donde se mueve el hom- situarse y así darse una orientación para
bre, pero, a la vez, es lo menos sustantivo ser en el día (de esto se sigue la interna
de todo, un mero “residuo”, un “hecho articulación que hay entre Fenomenología
bruto”, una cosa sentido desde la cual la y Hermeneútica; pensemos en la corre s-
existencia humana se levanta para darse pondencia que se suscito entre Husserl y
sentido a sí misma al darle sentido a ellas: Dilthey al final de sus respectivas vidas).
“Unos años más tarde, un discípulo suyo En el fondo lo que nos quiere decir Zubiri
[de Husserl], Martin Heidegger, describe la es que también la fenomenología y todas
las filosofías que se han nutrido de ella esencialmente las notas entre sí están
han caído en el problema del decir predi- articuladas constructamente, al modo de
cativo, decir que dicotomiza la realidad en un sistema cíclico; en el cual cada nota se
dos mundos: uno aparente y otro verdade- constituye por todas las restantes51.
ro; en donde el primero solamente es Por lo general para hablar del conte-
asiento “sustancial”, sustrato material, nido qua contenido se nos hace referencias
para el segundo; lo noético o la unidad de a ejemplos: este calor, este color, esta lu-
sentido, en estas filosofías, necesitaría ese minosidad, etc. Esta es la única manera
suelo impresivo para dar todo lo que tiene en que podemos captar de buen modo lo
que dar, pero es un uso sumamente utili- que es un contenido. Éste se nos muestra
tarista y funcional de las cosas. Ellas ya como lo más pasajero: “[las notas reales]
no son nada en y por si mismas. tienen por razón de su contenido una gran
Pero para el filosofo español, este “al- especificidad” 52. Y, por ende, lo más difícil
go otro” de la impresión se nos muestra en de precisar. Sin embargo, el contenido
un constructo muy especial. Es un “algo impresivo es lo que atraviesa la totalidad
otro” que no tiene el rasgo de ser “sub- del decir zubiriano. Y allí radica uno de los
jectum”, sino de ser “constructo de notas”; grandes logros de su pensamiento. El con-
es, en cierta medida, “lo sustantivo” que tenido se nos muestra en el acto aprehe n-
está constituyendo el acto aprehensivo sivo sentiente de índole esencialmente
propiamente tal. Dicho en categorías esco- impresivo, como la nota que le da cuerpo a
lásticas, su objeto formal propio. La im - dicho acto. Es la nota la que consiste en
presión afectante en cuanto afectante nos ser lo más puntual, determinado y preciso
impresiona como “algo otro sustantivo” que abre desde sí misma al acto aprehe n-
que, ante un análisis descriptivo construc- sivo. Da lo mismo que hablemos de nota
to, se estructura en un constructo de no- como elemental (sensación) o de notas
tas bien delimitado, preciso y acabado. como complejo de notas (percepción) para
Estas notas son: contenido, modo de ser lo que estamos diciendo. En todo caso,
otro (alteridad o formalidad) y fuerza de creemos, que es imposible que un acto de
imposición. Nosotros analizaremos esta aprehensión sentiente recaiga en una sola
estructura someramente en lo que nos nota, esto solamente podría ser posible en
concierne respecto a nue stro estudio del un “experimento de tipo científico” en lo
“prius” del “de suyo”. que se produce se halla inducido, pero
aún ahí creemos que no puede ser esa
i. El contenido afectante (afección) nota elemental 53. El contenido abre la
Veamos someramente en qué consi s- intelección y la deja por su propia preca-
ten cada una de estas tres notas del cons- riedad lanzada a ulteriores determinaci o-
tructo sustantivo de la impresión que nos nes, las cuales van enriqueciendo dicho
afecta. En primer lugar, tenemos el rasgo contenido sentido en primera instancia:
de “contenido”. “Este ‘otro’, es decir, esta “… la aprehensión primordial de realidad
nota, tiene ante todo un contenido propio: envuelve esencial y inamisible una gran
este color, esta dureza, esta temperatura, determinación de contenido. Pero, sin e m-
etc. es a lo que apuntó siempre la filosofía bargo, a pesar de ello hay una cierta insu-
griega y medieval” 50. Respecto al conteni- ficiencia en la aprehensión primordial de
do, Zubiri no nos puede decir mucho en realidad. Esta insuficiencia afecta al con-
qué consiste, pues de inmediato se nos tenido de esa aprehensión, pero no con-
vinculan las otras dimensiones del cons- cierne sino a las notas de su contenido. En
tructo en cuestión. Siempre en un descri- los modos ulteriores de intelección, el con-
bir constructo un momento o nota nos tenido se hace inmensamente más rico” 54.
remite de inmediato a todas las demás. Pero junto con ser el contenido lo más
Por este motivo, el pensador nos habla de pobre, específico y determinado del acto
las “notas-de”, esto quiere indicar que aprehensivo, éste se nos muestra como la
vo”. No olvidemos que cuando Zubiri dice cia. Por esto Zubiri ve que tanto el reali s-
“descriptivo” no lo dice al modo fenomeno- mo como el idealismo se han extraviado en
lógico, sino al modo constructo, esto es, no su análisis. ¿De quién es el color? El color
describe intencionalmente “noemas” sino es si mplemente “de suyo”, se pertenece a
que describe en su carácter físico a la re a- sí mismo, es “en propio”. La nota no pe r-
lidad misma de lo real que se impone a la tenece a la cosa como algo que está más
aprehensión (esto es lo que nuestro filóso- allá de su carácter de ser simple nota tér-
fo llamaría “noérgia”): “La impresión… no mica (esta sería la postura realista anclada
es en primera línea unidad noético- en el decir predicativo), ni pertenece a la
noemáti ca de conciencia, sino que es un inteligencia como si fuera algo que ésta
acto de aprehensión, una noérgia, un ér- pone o establece en la nota térmica senti-
gon”58. da (esta sería la postura del idealismo
En el texto citado con anterioridad te- también anclado en un decir predicativo).
nemos todo lo necesario para entender lo La nota no tiene ningún rasgo “genitivo” ya
que el pensador pretende decir por “que- respecto “de” la cosa ya respecto “de” la
dar” y, en esto, lo que quiere decir por intelige ncia. Ambas interpretaciones son
formalidad de realidad. “Quedar es el estar dos caras de la misma moneda: el decir
presente como autónomo” del contenido. “subjetual predicativo” típico de las len-
El contenido nos afecta, pero en ese afec- guas indoeuropeas. Sin embargo, la nota
tarnos que nos impresiona se nos “queda” térmica simplemente es “de suyo”, se pe r-
como “algo autónomo” en la impresión tenece a sí misma, con independencia a b-
misma. La nota queda autonomizada en el soluta de una posible “cosa” que estuviera
acto mismo del sentir. “Dentro” del acto se más allá de lo sentido y con independencia
siente al contenido con un cierto “despe- absoluta de la intelección que lo está inte-
gamiento” del aprehensor. Este rasgo de ligiendo en un momento determinado. La
autonomía es, a una, un rasgo del mismo nota térmica es sentida como un “prius” a
contenido, como un rasgo del aprehensor. la aprehensión “en” ella misma. Por esto a
Este modo de quedar o de alteridad o de nuestro pensador le gusta usar el neolo-
formalidad (el vocablo da lo mismo en este gismo de “reidad” para dar cuenta en lo
contexto) lo que nos está indicando es ese esencial de la realidad sin conducirnos ni
sutil momento en que lo aprehendido en al realismo ni al idealismo: “… reidad si g-
cuanto aprehendido en el acto mismo de nifica aquí si mple realidad, simple ser ‘de
aprehensión impresiva nos queda con una suyo’. Los caracteres del calor se aprehen-
cierta “anterioridad”, esto es, el “prius”. Y den impresivamente como siendo ‘su-
será éste, según Zubiri, lo que en el hom- yos’”61. Pero antes de seguir, en la explici-
bre marcará toda la diferencia esencial con tación del rasgo mismo de alteridad en el
respecto a los otros animales. La nota, por quedar del acto aprehensivo impresivo
ejemplo el calor, nos queda en sí misma propiamente humano, es mene ster que
notificándose como algo otro (como algo digamos y expresemos el tercer momento
meramente “noto”) en el acto aprehensivo. del “algo otro” en lo que consiste la impre-
No olvidemos que al hablar de nota no sión afectante; es decir, la fuerza de impo-
hacemos referencia a nada que esté “por sición.
fuera” de ella misma. No se trata de una iii. La fuerza de imposición
nota “de” una cosa59. Esto sería volver a La fuerza de imposición es otro mo-
caer en el decir que acusa a la realidad de mento esencial del contenido. El “algo
modo indoeuropeo, esto es, predica “algo otro” no solamente es un determinado
‘de’ un sujeto”: “Si veo un simple color, “este” tal o cual que especifica y da cum-
este color no es ‘de’ una cosa sino que ‘es’ plimiento al acto del sentir, sino que junto
en sí la cosa misma: el color es noto en sí al quedar como otro autonomizado y de s-
mismo” 60. Por tanto, el color no es “de” la pegado en la aprehensión, queda como
cosa, pero tampoco lo es “de” la inteligen- algo que no puede no quedar en dicho
acto; esto es, se impone a él. La impresión hace como un algo otro autónomo y es
se impone al aprehensor en la aprehe n- esta autonomía sentida la que nos fuerza
sión misma. Y se impone con una fuerza en la aprehensión misma. Ese carácter del
tal que no es posible no sentirla. Este ras- contenido “en y por sí mismo” en la apre-
go de imposición es lo que apunta, en de- hensión es la fuerza misma de la realidad.
finitiva, el carácter físico de la realidad. La fuerza de imposición es la fuerza de la
Zubiri cuando nos señala en lo que consis- realidad que es sentida i mpresivamente en
te la fuerza de imposición da variados ro- los contenidos que nos quedan de modo
deos para mostrarla, pero es inevitable en otro, desgajados absolutamente de noso-
el decir constructo en el que se mueve. tros mismos. Tal fuerza que se nos impone
Pues para decirnos algo de ella de inme- nos deja sumidos en lo absolutamente otro
diato tiene que hacer uso de otros momen- a la aprehensión sentiente, “en” ella mis-
tos de la formalidad. Sin embargo, trate- ma.
mos de comprender lo que nos dice y luego Para ver el total sentido de la fuerza
lo comentaremos desde otro pasaje de su de imposición tenemos un texto brillante
obra sumamente más explícito: “[El tercer en Zubiri. No olvidemos que la dificultad
carácter de la impresión] Es la fuerza de aparente que ti ene nuestro pensador para
imposición con que la nota presente en la expresar lo que quiere expresar es que el
afección se impone al sentiente. Es justo lo decir constructo describe constructos de
que suscita el proceso mismo del sentir. notas y éstas son muy difíciles de precisar
En general se trata más de un conjunto de por sí mismas de manera aislada, porque
notas que de una aislada. Así, por ejem- de antemano cada una de ellas está toca-
plo, como dice el refrán, ‘gato escaldado da por las demás. El texto se encuentra
del agua fría huye’. El agua sentida en en el apartado de la “verdad real” en Inteli-
impresión se ‘impone’ al animal. Esta fue r- gencia y realidad: “En cuanto la realidad
za de imposición es muy variable. Una aprehendida está ratificada en la impre-
misma alteridad impresiva puede impo- sión misma, es verdad real. La ratificación
nerse de forma muy varia”62. Una vez más es la fuerza de imposición de la impresión
nuestro pensador para explicar una idea de realidad. La ratificación es la fuerza de
fundamental parte explicando desde lo la realidad en la intelección… no somos
que tiene que explicar. Su decir se nota nosotros los que vamos a la verdad real,
circular y repetitivo. Además, tiene que sino que la verdad real nos tiene por así
echar mano de un eje mplo para dar con el decirlo en sus manos. No poseemos la
asunto. Si no lo hiciera se entendería muy verdad real sino que la verdad real nos
poco lo que intentar explicar. Esto siempre tiene poseídos por la fuerza de la realidad.
estará presente en el decir zubiriano, pero Esta posesión no es un mero estado men-
es inevitable porque él busca con todo tal o cosa semejante, sino que es la estruc-
ahínco no caer en la trampa mortífera del tura formal de nuestra intelección misma.
indoeuropeo que predica accide ntes de un Toda forma de intelección ulterior a la
sujeto esencial que está más allá de dichos intelección primaria y radical está dete r-
accide ntes. Veamos lo que nos dice. minada por lo real mismo: la determina-
La fuerza de imposición es la nota ción es entonces un arrastre. Estamos
misma que se impone al aprehe nsor, pero poseídos por la verdad real y arrastrados
se impone como un si stema complejo de por ella a ulteriores intelecciones” 63. Estas
notas, lo que es evidente. Esto cada vez palabras que nos hablan sobre la verdad
más nos aleja de la hipótesis de la nota real y su “ratificación”, nos dejan instala-
elemental que presupone la psicología dos de lleno en la fuerza de imposición. Es
experimental para la “sensación”. Y es esta la fuerza de la realidad la que se nos im-
constelación de notas, la que al quedar de pone en nuestro acto de aprehensión. Y en
un modo determinado, se impone de cierta esta imposición lo sentido propiamente tal
manera al aprehensor. Lo que queda lo queda ratificado como lo que es y nada
decirlo porque es fundamental para él de- ción puede salir a conocer en su funda-
jarlo sumamente patente, como formalidad mento lo que sean tales cosas reales apr e-
no es un concepto ni nada por el estilo, hendidas en intelección sentiente. Por esto
sino que es simplemente el carácter físico Zubiri prefiere decir que su filosofía es un
de las cosas que se nos imponen a la apre- “reísmo” y no un realismo, porque está
hensión, carácter que es sentido como algo anclada en una nueva concepción de la
real y tangible, esto es, “de suyo” en una realidad, esto es, la “reidad”.
impresión sentiente como un “prius en” Veamos finalmente que es el “prius”
ella. en toda su magnitud desde una vez más el
La prioridad y dominancia del “prius” ejemplo del calor. Y lo haremos desde su
nos deja instalados en lo físico mismo que obra Inteligencia y realidad: “… el calor
se impone en la intelección en el acto como realidad es algo a lo que sus cuali-
mismo de i nteligir. Esto es un asunto muy dades térmicas pertenecen ‘de suyo’: es
importante para Zubiri; pues éste tiene calentante… [el calor ‘es calentante’] en-
que mostrar que cuando se habla de for- uncia un modo de presentación que tras-
malidad de realidad no se está diciendo ciende de la mera presentación: decir que
nada en sentido tradicional en la filosofía, el calor ‘es caliente’ o es calentante es un
es decir, no es ningún tipo de “otro mun- modo de presentación según el cual la
do”. La formalidad es física y se nos impo- realidad presente es un momento prius de
ne como tal en los contenidos sentidos en lo presentado, esto es, un momento de lo
el acto mismo de intelección impresiva; y presentado como real en y por sí mismo y
es en esta formalidad donde se da tanto el no sólo como momento de su presenta-
acto de sentir como de lo sentido. La for- ción. A esta realidad pertenecen sus cuali-
malidad tiene completamente agarrado y dades térmicas ‘de suyo’: antes de su pre-
ligado al sentir y a lo sentido; la formali- sentación, el calor es caliente”76. En la
dad se articula constructamente en el acto intelección lo inteligido la requiere como lo
mismo de sentir como en lo que es sentido que está “ya” de antemano constituyéndo-
en dicho acto. Y lo que es sentido por ser la. Los caracteres térmicos (es decir, el
tal sobrepasa absolutamente al sentir calor simplemente hablando) se nos pre-
mismo; lo sentido excede al sentir en el sentan como lo que es “ya” por excelencia
acto de sentir. El contenido en su pobreza prioritario y primario a la intelección mis-
propia, por ser una simple determinación ma en cuanto intelección. Y junto con ser
cualitativa, deja al sentir pidiendo “algo prioritario a la intelección la domina por
más”. El “prius” del contenido se nos torna completo. Estos caracteres térmicos son lo
en eso “en propio” que “de suyo” señorea que son, es decir, son la cosa misma (el
en la intelección misma como el real objeto calor) que en el acto aprehensivo demanda
de su acto. “Como este momento de forma- y requiere una determinación más acaba-
lidad es un prius de las cosas, resulta que da de sí. El “prius” de los caracteres nos
la realidad no consiste formalmente ni se denotan a la cosa misma “dentro” de la
agota forzosamente en ser inteligida”75. El aprehensión y en esto señala lo que la
contenido se nos abre en algo que se tras- cosa tiene de “esta”, o sea, de determinada
ciende a sí mismo en el acto de intele c- y específica; y, a una, denota lo que la
ción; y es este carácter físico del contenido cosa tiene de “más”, o sea, de indetermi-
mismo lo que funciona como “prius de- nada e inespecífica. Este desnivel en la
ntro” del acto mismo de inteligir. De allí cosa misma, del contenido real (del estí-
que no podemos acusar a Zubiri de ser un mulo real, de lo determinado inespecífico,
realista en sentido clásico del término. Su de lo sentido intelectivo) es lo que marca la
realismo es totalmente diferente; las cosas dominancia de lo real en el contenido
reales sentidas se nos imponen como in- mismo que se nos i mpone con la fuerza de
dependientes de nuestra intelección, pero realidad en la impresión afectante: “Las
en ella misma; y gracias a esto la intele c- cosas reales no consisten tan sólo en la
bargados. De aquí que Zubiri vea que es estado tendiendo todo este escrito. Antes-
ejecutar un acto de violencia contra lo de pensar grandes cuestiones sobre la vida
obvio la tarea misma de la filosofía: “Esta o intentar dar grandes concepciones filosó-
visión de lo diáfano, esta visión de lo ficas académicas es necesario simplemen-
transcendental es enormemente violenta. te quedarse en lo mismo. Estar simple-
Es la violencia de la percepción y de lo mente atendiendo a lo mismo en que nos
diáfano”79. Por tanto, en ese acto violento movemos y en esto tratar de sacarlo sim-
de intentar describir lo obvio que nos plemente a la luz. La filosofía busca sim-
constituye se nos vuelve en la misión del plemente sacar a la luz lo obvio que nos
filosofar y a esta misión es a la que ha conmueve...
Notas
1 Este escrito está pensado desde todo lo ex- gote, Germán; “Naturaleza e Historia en Orte-
puesto en el artículo titulado “El logos no- ga y Zubiri”; en Revista Agustiniana;
minal constructo en el pensamiento de Zubi- 103/104; 1993; págs. 311-333. Pintor-
ri” publicado en The Xavier Zubiri Review; Ramos, Antonio; Realidad y sentido. Desde
Volume 3; 2000/2001; págs. 29-57. una inspiración zubiriana; Publicaciones Uni-
versidad Pontificia de Salamanca; Salaman-
2 Zubiri, X.; Inteligencia sentiente/Inteligencia y
realidad; 3.ª ed.; Alianza Editorial; Madrid; ca; 1993. Realidad y verdad. Las bases de la
1984; pág. 351. Citado en adelante solame n- filosofía de Zubiri; Publicaciones Universidad
Pontificia de Salamanca; Salamanca; 1994.
te como Inteligencia y realidad.
“Intelectualismo e inteleccionismo”; en
3 Para estudiar a Zubiri en distntos niveles de VV.AA.; Del sentido a la realidad. Estudios
su pensamiento se pueden encontrar exce- sobre la filosofía de Zubiri; Trotta; Madrid;
lente estudios. Por ejemplo; Bañón, Juan; 1995. Zubiri; Ediciones del Orto; Madrid;
Metafísica y noología en Zubiri; UPSA; Sala- 1996. Rivera, J.E.; Heidegger y Zubiri; Edito-
manca; 1999; págs. 49-137. Cerezo, Galán; rial Universidad de Chile; Santiago; 2001. Ti-
“Idea y ámbito de la metafísica en Ortega y rado, V.; Intencionalidad, actualidad y esen-
Zubiri”, en VV.AA.; Concepciones de la meta- cia: Husserl y Zubiri; UPSA; Salamanca;
física; Trotta; Madrid; 1998; págs. 252-292. 2002.
Ellacuría, Ignacio; “Introducción crítica a la
antropología filosófica de Zubiri”; en Realitas;
4 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.;
II; 1976. “Aproximación a la obra completa de pág. 35.
Xavier Zubiri”; en Estudios Centroamericanos; 5 Id.; pág. 123.
421-422; 1983; págs. 965-982. Ferraz, An- 6 Zubiri, X.; Sobre la esencia; Alianza Editorial;
tonio; Zubiri: el realismo radical; Ediciones Madrid; 1985; pág. 12.
Pedagógicas; Madrid; 1995. “Sistematismo de 7 Id.; págs. 11-13.
la filosofía zubiriana”; en VV.AA.; Del sentido
a la realidad. Estudios sobre la filosofía de
8 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.;
Zubiri; Trotta; Madrid; 1995; págs. 51-71. pág. 22.
González, Antonio; “Dios y la realidad del 9 Id.; pág. 35.
mal. Consideraciones filosófico-teológicas 10 Zubiri, X.; Naturaleza, Historia, Dios; 9ª ed.;
desde el pensamiento de Zubiri”; en VV.AA.; Alianza Editorial; Madrid; 1987; págs. 203-
Del sentido a la realidad. Estudios sobre la fi- 204.
losofía de Zubiri; Trotta; Madrid; 1995; págs. 11 Zubiri, X.; El hombre y Dios; Alianza Edito-
175-219. Gracia, Diego; “La historia como
rial; Madrid; 1984; pág. 28.
problema metafísico”; en VV.AA.; Realitas
(1976-1979); III-IV; págs. 79-149. Voluntad 12 Zubiri, X.; Sobre el sentimiento y la volición;
de verdad. Para leer a Zubiri; Labor; Barcelo- Alianza Editorial; Madrid; 1992; pág. 229.
na; 1986. “Religación y religión en Zubiri”; en 13 Zubiri, X.; Inteligencia y Razón; Alianza Edi-
VV.AA.; Filosofía de la religión. Estudios y torial; Madrid; 1983; pág. 51.
textos; Trotta; Madrid; 1994. Marquínez Ar- 14 Zubiri, X.; El hombre y Dios; op. cit.; pág. 27.
15 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.; 44 Zubiri, X.; Inteligencia y Logos; op. cit.; pág.
pág. 199. 13.
16 Id.; pág. 101. 45 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.;
17 Zubiri, X.; Inteligencia y Logos; Alianza Edi- pág. 32.
torail; Madrid; 1982; págs. 241-242. 46 Zubiri, X.; Inteligencia y Logos; op. cit.; pág.
18 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.; 12.
pág. 110. 47 Ibidem.
19 Zubiri, X.; Inteligencia y Razón; op. cit.; pág. 48 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.;
87. pág. 85.
20 Zubiri, X.; El hombre y Dios; op. cit.; pág. 27. 49 Zubiri, X.; Sobre la realidad; Alianza Edito-
21 Zubiri, X.; Inteligencia y Logos; op. cit.; págs. rial; Madrid; 2002; pág. 15.
12-13. 50 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.;
22 Zubiri, X.; Sobre el Hombre; Alianza Edito- pág. 34.
rial; Madrid; 1986; pág. 24. 51 Cfr.; id.; págs. 201-207.
23 Zubiri, X.; Espacio. Tiempo. Materia; Alianza 52 Id.; pág. 124.
Editorial; Madrid;1996; pág. 153.
53 Cfr.; id.; pág. 259
24 Espinoza, R.; El logos nominal constructo en
el pensamiento de Zubiri; op. cit.; págs. 31-
54 Id.; pág. 266.
35. 55 Id.; pág. 124.
25 Id.; págs. 55-56. 56 Id.; pág. 58.
26 Zubiri, X.; Sobre el Hombre; op. cit.; págs. 57 Id.; pág. 35.
23-24. 58 Id.; pág. 67.
27 Zubiri, X.; Sobre el sentimiento y la volición; 59 Espinoza, R.; El logos nominal constructo en
op. cit.; pág. 220. el pensamiento de Zubiri; op. cit.; págs. 39-
28 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.; 42.
pág. 61. 60 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.;
29 Id.; pág. 62. pág. 33.
30 Id.; pág. 57. 61 Id.; pág. 57.
31 Id.; pág. 230. 62 Id.; págs. 33-34.
32 Id.; pág. 233. 63 Id., págs. 242-243.
33 Zubiri, X.; Sobre el Hombre; op. cit.; pág. 22. 64 Zubiri, X.; Inteligencia y Razón; op. cit.; pág.
34 Zubiri, X.; Sobre el sentimiento y la volición; 92.
op. cit.; pág. 221. 65 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.;
35 Zubiri, X.; Inteligencia y Logos; op. cit.; págs. pág. 149.
12-13. 66 Id.; pág. 63.
36 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.; 67 Id.; pág. 58.
pág. 251. 68 Zubiri, X; .Espacio. Tiempo. Materia; op. cit.;
37 Id.; págs. 172-173. pág. 153.
38 Id.; pág. 58. 69 Zubiri, X.; Inteligencia y Logos; op. cit.; pág.
39 Zubiri, X.; Inteligencia y Razón; op. cit.; pág. 255.
236. 70 Zubiri, X.; Sobre la esencia; op. cit.; pág.
40 Id.; pág. 238. 381.
41 Id.; pág. 236.
71 Id.; pág. 394.
42 Id.; pág. 240.
72 Zubiri, X., Inteligencia y realidad; op. cit.;
pág. 10.
43 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.;
pág. 129.
73 Id.
74 Zubiri, X.; Espacio. Tiempo. Materia; op. cit.; Biografia del autor
pág. 64.
Licenciado en Filosofía (en la actualidad, desde
75 Zubiri, X.; Inteligencia y realidad; op. cit.; el segundo semestre de 1999, realizando estu-
pág. 230. dios de doctorado en la Universidad Autonoma
76 Id.; pág. 217. de Madrid. Titulo de la Tesis: “Realidad y Tiem-
77 Id.; pág. 198. po en la filosofia de Xavier Zubiri”). De 1997 en
adelante es Profesor Jornada Completa de la
78 Id.; pág., 191.
Universidad Católica de Valparaíso (UCV) de
79 Zubiri, X.; Los problemas fundamentales de Chile. Ha publicado ocho articulos en revistas
la metafisica occidental; Alianza Editorial; de Alemania, EE.UU., Brasil, y Chile. E-mail:
Madrid; 1994; pag. 22. ricardofilosofo@hotmail.com