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Muertos incómodos

(Falta lo que falta)

Novela a cuatro manos

Subcomandante Marcos
Paco Ignacio Taibo II
NovelaA4 12/4/04 12:49 PM Página 1

MUERTOS INCOMODOS
(falta lo que falta)
NOVELA A CUATRO MANOS
por
SUBCOMANDANTE MARCOS Y PACO IGNACIO TAIBO II

PRÓLOGO

Hace una semana Paco Taibo II recibió una carta del subcomandante Marcos
en la que le proponía escribir una novela policiaca a “cuatro manos”, se
fijaron las reglas, y este es el resultado. Una novela que se está escribiendo,
diseñada como un juego de ping pong en el que cada autor y su personaje
reaccionan a lo que el otro escribe, en una historia que promete meterse en
las tripas del desastre nacional.

El libro, que hoy comienza a presentar La Jornada por entregas, será editado
posteriormente en todo el ámbito del idioma español por Planeta, y en los
próximos días se cerrarán convenios de edición en Italia, Francia, Estados
Unidos, Grecia y Turquía.

CAPÍTULO I
“A VECES TOMA MÁS DE 500 AÑOS”

“Todo lo que tarde más de seis meses, o es El me había dicho que me iba a recibió. Yo también que lo conocí a
un embarazo o no vale la pena” mandar a la ciudad, que tenía que Don Manolo. Ya tiene días que vino

A
A SÍ ME DIJO EL SUP. Yo me lo hacer unos trabajos para la lucha, a hacerle una entrevista al Sup. Trajo
quedé mirando por ver si estaba bro- que primero iba a pasar un tiempo un montón de butifarras, o sea de
meando o lo decía en serio. Y es que a agarrando el modo de la ciudad y ya carnes, en su mochila. Yo no conoz-
veces al Sup como que se le cruzan los luego iba a hacer los trabajos. Fue co qué cosa es butifarras, pero cuan-
cables. O sea que a veces los bro- mea entonces que yo le pregunté que do lo fui a alcanzar con el caballo, lo
a los ciudadanos pero con nues- tro cuánto tiempo iba a estar agarrando vi que tienen rodeado los perros al
modo, y a veces hace bromas con el modo ciudadano y él me contestó Don Manolo. Le pregunté si trae
nosotros pero con el modo de los ciu- que seis meses, y yo le pregunté si algo de carne en su mochila y él me
dadanos. Y entonces como que abastaba con seis meses y el Sup dijo dijo “traigo butifarras, pero son para
nomás no le atina. Aunque no se ve entonces lo que dijo. el Subcomandante Insurgente Ma-
que mucho le importe. El se ríe. El Sup me dijo eso después de rcos”, así dijo. Ahí claro lo miré que
Pero no, esa vez no era así. El Sup tardar hablando con un tal Pepe lo respetaba mucho al Sup, porque
no bromeaba. Bastaba ver que tenía la Carvalho que había llegado a La así sólo le dicen los ciudadanos que
mirada seria, fija en la pipa mientras Realidad, trayendo un mensaje de mucho lo respetan y lo cariñan. Pero
le daba fuego con el encendedor. La Don Manolo Vázquez Montalbán y les decía que qué cosa es butifarras,
miraba a la pipa como si esperara que pidiendo verlo al Sup. Bueno, eso porque yo le pregunté si traía carne
ella, y no yo, le diera la razón. me dijo el Max, que fue el que lo y él respondió que traía butifarras,
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así que las butifarras son unos modos de cómo Infantería Zapatista, que comandaba el Sup —Acaba de llegar esto. Después de leer, el
hacen la carne en su país de Don Manolo. Pedro, en la toma de Las Margaritas. Ahora ten- Teniente Coronel le regresa los papeles con una pre-
A Don Manolo no le gusta que le digan dría yo unos 61 años pero no los tengo porque ya gunta.
“Manolo”, sino “Manuel”. Eso me lo dijo cuando estoy muerto ya. O sea que soy finado. Al Sup —¿Y qué vas a hacer?
íbamos camino a la comandancia. Tardamos en Marcos primero lo conocí en 1992, cuando se votó la —No sé —dice el Sup, y se quedan los dos pen-
llegar. Primero porque Don Manolo no sabía de guerra. Ya después lo volví a ver en 1994 y jun- tos sando… Se va el tucán con un ruidoso aleteo y distrae
caballos y tardó un buen rato en subirse a la mon- nos cotorreamos cuando los federales nos ata- caron la mirada de ambos. Después de un momento se
tura. Y aluego pues le tocó un caballo muy paja- en febrero de 1995. Yo andaba con él y con el miran y, al mismo tiempo, dicen, se dicen:
rero y él digamos que no muy se le da lo de la Mayor Moisés cuando nos echaron encima los —Elías.
jineteada y entonces el caballo agarra para el tanques de guerra, los helicópteros y las tropas Ya parpadea la tarde cuando en la punta del cerro
potrero en lugar de irse por el camino real. Como especiales de los ejércitos. Estuvo un poco duro, se dibuja la figura del Teniente a caballo. Recorre la
tardábamos en enderezar los caballos, lo platica- sí, pero ya ven que no nos pepenaron. Nos pela- orillada del pueblo, evitando lodo y miradas extrañas.
mos con Don Manolo y creo que hasta nos hici- mos, como quien dice. Aunque todavía tardamos Llega hasta donde Adolfo tiene su posta.
mos amigos. Así fue como supe que no le gusta días oyendo el “chaca-chaca” de los helicópteros. —¿Y el Mayor? —pregunta.
que le digan “Manolo”, pero a mí me abasta con —Está en la reunión con las autoridades del
que me digan que una cosa no, para que yo terco municipio.
en que sí. No lo hago por malora, es que creo que Va el Teniente.
así me hicieron, o sea que es mi modo, o sea que El Mayor recibe y lee: “Localiza a Elías y dile
contreras. Así me dice el Sup, “Elías Contreras”, que se dé su vuelta donde ya sabe para hablar
pero no porque así me con el viejo. Si puede mañana, está bien, si no
llame. “Elías” es mi nombre de lucha y pues cuando tenga chance. Es todo”.
“Contreras” pues así me puso el Sup En el radio, el Mayor transmite:
porque dijo que yo también necesi- “Gama, Gama. Si copias dile al del ojo
taba un apellido de lucha, y que grande que compre su anteojo maña-
como siempre llevaba la contra na o cuando pueda”.
en lo que fuera pues me queda- ba En lo alto de un cerro, el opera-
bien el apellido “Contreras”. Esto dor recibe y a su vez trasnsmite:
pasó un buen tiempo antes de “Tortolita, tortolita, si copias, hay
que yo fuera a Gua- dalajara, a un 40 para Elías, que dice Nube
recoger un correo en los baños que vaya mañana”.
públicos La Mutualista y conociera al En el pueblo, el encargado de la
chino Fuang Chu. Y sí, también posta lo va a hablar al responsable:
mucho antes de que me encontrara “Que lo busques a Elías y le digas
con el comisión de que mañana vaya para La Realidad”.
investigación que se llama Ya tiene rato que el sol se tapó con la
Belascoarán, en el Monumento a la ondulada cobija de los cerros, cuando apa-
Revolución, allá en la Ciudad de México. rece Elías en la puerta de su champa, car-
Yo le digo “comisión de investigación”, pero gando un bulto de calabazas con el
el Belascoarán dice “detective”. En nues- mecapal.
tras tierras zapatistas no hay “detectives”, hay En una mano lleva la chimba y en la otra…
“comisiones de investigación”. El Belascoarán dice
que en la Ciudad de México no hay “comisiones de EL MACHETE
investigación”, hay “detectives”. Yo le digo que Sí, el Sup no mero me enseñó el papel pero sí me
cada quien su modo. Pero les decía que todo esto Bueno, ya es mucha vuelta. Yo sólo quería dijo que de qué se trababa el asunto. Era una
fue más después de que el Sup me dijo eso de los presentarme. Yo me llamo Elías, Elías Contreras, y desaparición. Que en el papel le avisaban que
seis meses. Y más después fue también que encon- soy comisión de investigación. Pero antes no era desapareció una compañera y que el Sup hiciera
tré a la Magdalena en la Ciudad de México. ¡Ah la comisión de investigación, era nomás base de un comunicado acusándolo al mal gobierno.
Magdalena! Pero de eso les platico más luego… o a apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Que de por sí es su trabajo del Sup pero que la
lo mejor ni les platico porque hay heridas que no Nacional, aquí en Chiapas que está en nuestro problema es que la gente de la ciudada o sea que
sanan manque uno las platique. Al contrario, más país que se llama México. ¿Qué ónde mero queda los ciudadanos ya están hallados a que los zapa-
sangran cuando se visten de palabras. eso? Bueno, pues ahí mírenlo en una mapa que tistas les hablamos con la verdad o que sea que
Pero mucho tiempo antes de que el Sup me está en la… no les mentiramos. Y entonces que la problema
es que qué tal que el Sup hace el comunicado de
2 COMANDANCIA GENERAL DEL EZLN
Un tucán solitario saca lustre a su pico en lo alto del
denuncia y arresulta que la compañera no está
desaparecida o que no fue el mal gobierno el que
dijera lo de los seis meses, yo ya había investiga-
do algunas cosas que pasan en los municipios tronco de un bayalté. Abajo el Teniente Hilario revi- la perjudicó y entonces pues vamos a echar
autónomos rebeles zapatistas. Se dice “casos”, no sa si los caballos no han acabado con la pequeña nuestra mentira y entonces pues nuestra palabra
“cosas”, me dijo aluego el Belascoarán que se la milpa y la insurgenta Martina termina de repasar los como que se hace débil y entonces aluego no nos
pasaba dándome carrilla porque según él yo nombres de las capitales de los estados La guardia van a creer. Y entonces que mi trabajo era que
hablaba muy otro y, siempre que le daba su gana, limpia su arma, sentada a la puerta de una champita. tenía que investigar si la compañera ésa estaba
se la pasaba corrigiéndome el modo de hablar. A un lado, y prendida de una varita, ondea una vieja desaparecida de veras o lo que sea y entonces yo
Pero yo, en lugar de corregirme, pues más le bandera de tela negra, con una estrella de cinco pun- le avisaba al Sup qué mero pasó y él ya veía
daba. Contreras, pues. Uno de esos “casos” fue el tas y las siglas EZLN. La estrella y las letras son de entonces qué hacemos.
que ahora le da título a este capítulo de esta un rojo desteñido. En la puerta aparece el Sup. La Le pregunté al Sup que cuánto tiempo tengo y
novela que, ahí lo van a mirar, es muy otra. guardia se cuadra. él me dijo que tres días nomás. Yo no le pregunté
Pero déjenme y les platico un poco de quien —Llámalo al Teniente Coronel José —dice el Sup. por qué tres días y no uno o diez o quince. El lo
era yo. Sí, era. Porque ahora ya estoy finado. Yo José llega. El Sup le entrega unos papeles diciéndole: sabrá. Yo me fui a ensillar la mula y, esa misma
fui miliciano cuando nos alzamos en 1994 y com- tarde, enrrumbé para Entre Cerros, que así se
batí con las tropas del Primer Regimiento de
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llama el pueblo donde desapareció la compañera eran eso, cuentos, así que me fui rumbo a la trilla contra la pared de la champa. Había un buen
que se llama o se llamaba María, porque qué tal que va a donde sacan leña. Ya iba saliendo del tanto de leña, así que, ¿para qué había ido por
que ya estaba finada, y es o era esposa del res- pueblo cuando escucho una voz que dice: más leña la entonces ya no tan finada María si ya
ponsable zapatista local de ese pueblo. —¡Ese Elías Contreras! —lo volteé a mirar tenía como para un buen rato? Se me ocurrió
En llegando al pueblo lo hablé al compa respon- quién me habla y era el Comandante Tacho que entonces que a la María no la habían desapareci-
sable que su nombre es Genaro, y que es o era su iba llegando al pueblo, creo que a dar plática. do y que ella misma se había desaparecido. O sea
esposo de la finada María. Bueno, no es finada… —¿Idiay Tacho? —lo saludé. que, como luego decimos acá, se había huido.
todavía. El Genaro me dijo que él cree que salió por Yo me iba a quedar a hablar con él del neoli- Hecho la raya agarré el camino real pa Entre
leña y aluego pos ya no regresó. La buscó, sí. No la beralismo y de la globalización, de esas cosas, Cerros y, después de un café donde mi comadre
encontró, que si la hubiera encontrado pues no avi- pero me acordé de que sólo tengo tres días para el Eulogia, me acomodé a dormir en la troje. Acaso
saba a la Comandancia. Que eso fue hace unas tres asunto de la tal finada María y ahí nomás me pude dormir. Con el chaquiste y la preocupación
semanas. Que por qué no avisó luego. Que porqué despedí del Tacho. nomás no entró mi sueño. Cuando no entra mi
pensó que aluego aparecía. Que si no sabía pá —Ya me voy ya —le dije. sueño pienso mucho. La Sara me regaña porque
dónde había jalado. Que no. Que la buscara yo. —Ah, ¿andas de comisión? —me preguntó. mucho pienso. Yo le digo que ni modos, que así
Que tal vez la habían robado los ejércitos o los para- me hicieron. Lo quedé pensando mucho. Que si
militares o ya estaba finada. Que quién le iba a la María no está finada, que si no la desaparecie-
hacer su pozol y sus tortillas. Que quién le cuidaba a ron, que si ella se autodesapareció, que si pa
los hijos. dónde jaló, que si se autodesapareció era por-
Yo me despedí. Como que lo vi más pre- que no quería que la aparecieran, que si
ocupado por quién le hacía la comida que entonces tal vez estaba donde nadie la
por la suerte de la finada. O sea apareciera.
que no la acordaba bien, que sea con Amaneció lloviendo, así que lo
amor que dicen, sino que la acor- empresté un nylón con mi compa-
daba para los trabajos. Entonces pos dre Humberto. Le dejé la mula car-
mejor me fui al arroyo, a donde gada y me fui para el Caracol de La
lavan las mujeres y ahí la encontré a Realidad. En llegando, lo pedí hablar
la comadre Eulogia. con la Junta de Buen Gobierno.
Ella estaba con mi ahijado, el Me pasaron primero con la
Heriberto, y taba lavando Comisión de Vigilancia. Ahí
saber qué. Y entonces la hablé a mi estaban el Míster y el Brusli. Les dije
comadre Eulogia porque ella es que andaba de comisión de
de por sí muy averigua- dora. Y investigación y lo quería hablar
ella me dijo que, antes de a la Junta de Buen Go- bierno.
desaparecerse, la finada María Me pasaron luego. A la Junta le
que no era finada todavía, había dejado pedí que si tenían informa- ción de
de ir a las reuniones de la Cooperativa los colectivos de mujeres en los
Mujeres por la Dignidad, mero cuando la pueblos. Me pasaron una lista.
iban a nombrar autori- Tardé un
dad, y que ella, la Eulogia, la fue a ver a la buen rato. No me cuadró nada de la lista. Se
supuesta finada para ver por qué ya no iba a las las devolví.
reuniones, y que ella, la María, le dijo “Acaso me —¿Qué buscas pues? —me preguntaron.
mandan”, y que no le dijo más porque ahí nomás —No sé —les dije, porque la mera verdad,
llegó el Genaro y la María se quedó callada, que sea que yo mero no sabía qué buscaba, pero
moliendo el maíz. Le pregunté si tal vez se perdió —Sí —le dije sabía que lo sabría cuando lo encontrara.
en el monte la María, y entonces la Eulogia dijo: —Vaya con dios Don Elías —me despidió. —Tá muy revuelto tu pensamiento —me dije-
—¡Qué se va a perder, si mero se conoce todas —Vaya usted Don Tacho —le dije y agarré ron los de la Junta.
las trillas y todos los piques! camino. —De por si — les dije.
—Tons no se perdió —le digo. En llegando al acahual, empezó a llover. Yo no —Entonces, ¿no lo encontraste lo que busca-
—No —me dice. llevaba nylon, así que nomás ahí empecé a decir bas? — me preguntaron.
—¿Y entonces? —le pregunto. groserías, que no tapan de la lluvia pero cuando —Pos no —les respondí.
—Pos yo creo que fue el Sombrerón que se la menos algo calientan. Seguí la trilla de la leña por —Pos en esa lista están todos los colectivos de
llevó —me responde. todos lados. Y es que la caminadera de la leña se mujeres —me dijo uno de la Junta.
—No chingue comadre —le dije —usted tan parte muchas veces, como si fuera la rama de un —Sí, todos… menos uno que apenas se está
grandota y todavía cree en los cuentos esos del árbol. Onde quiera anduve y nada me encontré
sombrerón.
—Pos ya ve que aluego pasan cosas compa-
nada pa saber qué había sido de la supuesta fina-
da María. Me arrimé al arroyo y tomé mi pozol
3
formando —dijo otro.
dre, como lo de la mujer de Ruperto —insiste la sentado en una piedra. Se anocheció entonces.
—¡Ah sí!, pero es en una nueva región que
Eulogia. Aunque la luna era una pelota, tuve que usar mi
apenas se está naciendo, todavía no tienen muni-
—¡Ah que comadre!, pero eso no fue el focador para regresar al camino real. Había
cipio autónomo, pero ya las mujeres se están
Sombrerón, fue el Miguel. ¿A poco no se acuerda seguido una picada vieja. “¿Y ora?”, me quedé
organizando en colectivo —dijo el primero.
que los encontraron debajo del fogón a los dos, pensando y mirando como baboso las ramas cor-
—Pos sí, de por sí las mujeres son las más pri-
bien desnudos? —le insistí. tadas por el machete… machete… ¡Machete!
meras en organizarnos, si estamos tardando en
—Bueno —dijo la Eulogia— , pero aluego hay ¡Eso mero! No había encontrado por ningún lado el
la lucha es por los hombres que tienen muy chi-
otras historias del Sombrerón que se me afigura machete con el que la pretendida finada María se
quito su pensamiento —dijo la única compañera
que sí son ciertas. había ido a cortar leña. Entonces me recordé que
que hay en la Junta. Los varones nos quedamos
Yo nomás no tenía tiempo de explicarle a mi en el sitio del Genaro había visto un mache- te al
callados.
comadre Eulogia que los cuentos del Sombrerón lado de los tercios de leña que se apilaban
Yo sentí que ya mero encuentro lo que no sé
que estoy buscando, así que pregunto:
—¿Onde mero está ese colectivo que se está
formando?
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—Es en la región Ceiba, en el pueblo Tres que se llama María que se desapareció del pueblo la problema a la asamblea de su pueblo, pero que
Cruces, por allá de la carretera de Comitán —dijo la Entre Cerros y es que está muy preocupado su no hubo acuerdo y las cosas seguían igual. Que sus
compañera. marido. hijos ya están grandes y no la necesitan. Que la Ley
Empresté su yegua con el Brusli y jalé para Tres Ella, sin soltar la piedra: Revolucionaria de Mujeres dice que ella tiene dere-
Cruces. En el camino se anocheció y la yegua se —Acaso conozco el pueblo Entre Cerros, no a la cho para avanzar. Que cada tanto, escuchándola
espantaba con cualquier sombra, así que la dejé María ésa, ni a su marido Genaro. hablar, la Doña Lucha movía la cabeza como estan-
encargada en una ranchería y me seguí a pata. Ya Ahí nomás le aventé: do de acuerdo y cerraba los puños como si estuvie-
se estaba acabando el segundo día, así que casi me —Yo no dije que el marido se llama Genaro. Yo ra muy brava. Que la Abril, que sea la María, se
corretié. Llegué al pueblo cuando la luna ya lleva- me imagino que se puso pálida, porque la cansó nomás de que la trataran como perro. Que
ba más de la mitad de su carrera. Fui donde le res- mera verdad sí alcanzaba a ver su cara, pero no antes de autodesaparecerse le había dejado un
ponsable local y me presenté. El se fue un rato. Me mero me daba cuenta si cambiaba de color. buen tanto de leña al Genaro, nomás pa que viera
imagino que a checar por radio si yo era quien Después de un largo silencio, ella dijo con firme- que no se iba por haragana. Que se había autode-
decía que era, porque al poco regresó muy conten- za, agarrando ahora un palo con la mano libre: saparecido porque nomás ya no aguantaba. Que la
to y hasta me ofreció de cenar. Echamos café y gui- —No me voy a dejar que me lleven a la mala. Ley Revolucionaria de Mujeres dice que ella puede
neo. En acabando le pregunté de los trabajos y él escoger a su pareja o si tiene o no pareja. Que se fue
me dijo que ahí nomás iban un poco bien, que el para Tres Cruces porque ya había conocido en una
colectivo en veces de desanimaba, pero con la plá- reunión de mujeres a Doña Lucha y que sabía que
tica política se levantaba otra vuelta y así. ella la iba a apoyar. Que aceptaba que era un su
—El que va un poco mejor es el colecti- delito el echar mentiras de que era “Comisión de
vo de mujeres, pero es que mucho le echa Mujeres”, pero que así se le ocurrió para que la
ganas Abril —dijo el responsa- dejaran entrar en el pueblo. Que se cambió
ble. de nombre y se puso “Abril”, porque así se
—¿Abril?, y ése quién es? —le llama el mes de las mujeres que luchan.
pregunté. Que yo no le aclaré que el mes de las
—Acaso es un ése, es una mujeres que luchan es marzo y no
ésa —me respondió. abril, porque estaban muy bravas las
Yo le di otro sorbo al café y dos. Que mejor se los aclarara otro
esperé. El responsable con- cuando ya estuvieran más calma- das.
tinuó: Que Abril aceptaba su castigo por estar
—Abril es una compañe- ra mentirando de eso de que era “comisión
que llegó hace como tres de mujeres”, pero que no iba a regresar
semanas, dijo que era comi- sión a que la maltrata- ran. Que ella era
de mujeres. La acomoda- mos en zapatista y que se estaba portando
casa de Doña Lucha, que está como zapatista.
sola desde que el Aram El Sup y el Teniente Coronel me
se pasó a ser difunto. Ahí se vive esa escucharon en silencio, el Sup sólo relle- naba
Abril y yo creo que tiene bueno la pipa y la encendía cada tanto. Cuando
su pensamiento porque mucho la acabé de informar me dijo:
quieren las mujeres del pueblo. Cada —Pues es una sorpresa. A ese compa
semana se reúnen para la política y los traba- Genaro lo conocí en una reunión de responsables,
jos. Y creo que ya hasta pidieron registrar su hablaba bien y parecía muy zapatista.
colectivo en la Junta de Buen Gobierno. Yo le dije:
Me despedí del responsable y le dije que iba a —Oí Sup, ¿acaso conoce a alguien que no
tomar posada en la iglesia. Como no queriendo le pueda ser zapatista por un rato?
pregunté dónde mero vivía Doña Lucha. Me dijo —Yo no vengo a llevar a nadie compañera, ni a El movió la cabeza como pensando.
que en la orilla del pueblo que da al cerro. Me fui, la buena ni a la mala. Sólo ando investigando —¿Cuánto se toma para ser zapatista pues?
pero en lugar de ir a la iglesia, me seguí de largo. —le dije y me di la vuelta para retirarme. —me preguntó mientras me ayudaba a ensillar la
Sólo había una champa del lado del cerro, así que Apenas di unos pasos y escuché su voz: mula.
supuse que ésa era la casa de Doña Lucha. Quedé —¿No quiere pasar a comer algo? Doña —A veces toma más de 500 años —le dije y
un rato esperando. No mucho. Se abrió la puerta y, Lucha hizo tamales…. me apuré a agarrar camino porque mi pueblo de
lo que primero fue una sombra, a la luz de la luna Después de comer, mientras María-Abril, o por sí queda retirado.
llena se hizo una mujer. Abril-María me contaba su historia, Doña Lucha Arriba el sol se iba como si algo le hiciera…
—Buenas noches María —le dije saliendo de me ofreció…

4 detrás de la pileta de agua.


UN CAFÉ
“El Sup te está esperando de por sí”, me dijo el com-
FALTA
A mordiscos, el cielo arranca la oscuridad que ya flore-
ce en las copas de los árboles. Distraído con el vuelo de
Ella se quedó como engarrotada. Después de pañero insurgente que estaba en la posta, a la una nube, el Sup mordisquea la pipa ya apagada.
un momento, se agachó para agarrar una piedra y entrada de la Comandancia. —En la cuestión de mujeres falta mucho —dice el
me encaró diciendo: Y sí, ahí nomás donde amarran los caballos Teniente Coronel.
—Acaso me llamo María, yo me llamo Abril. Yo estaba el Sup, fumando su pipa. Me abrazó, me —Falta —dice el Sup y mete los papeles del caso en
la miré en silencio, pensando que cual- quier ofreció café y nos sentamos en un tronco. Estaba una abultada carpeta que dice: “Elías: Comisión de
otra mujer se hubiera espantado y hubiera también el Teniente Coronel José. Yo les informé Investigación”.
gritado o corrido, o las dos cosas. Ella, en todo. Porque resulta que a la María, que sea a la Alguien, lejos de ahí, recibe un sobre cerrado cuyo
cambio, estaba dispuesta a enfrentarse a un Abril, el marido, que sea el Genaro, mucho la remitente advierte:
desconocido. Una mujer así no se queda maltrataba, y no la dejaba participar, y mucho la
callada si algo no le parece. Tampoco se queda celaba. Que cuando el Genaro, que sea el marido, Desde las montañas del Sureste Mexicano.
a vivir con alguien que la maltrata. Sin dejar de supo que la iban a nombrar autoridad en el colec- Subcomandante Insurgente Marcos.
vigilar la mano donde tivo de mujeres pues hasta le pegó. Que ella pasó México, noviembre del 2004.
llevaba la piedra, le hablé despacio:
—Yo me llamo Elías y soy comisión de inves-
tigación. Ando viendo qué pasó con una mujer
MUERTOS INCOMODOS
(falta lo que falta)
NOVELA A CUATRO MANOS
por
SUBCOMANDANTE MARCOS Y PACO IGNACIO TAIBO II

CAPÍTULO II
“VAMOS DEJANDO UN RECUERDO”

¿
H
abía más antenas o había menos? había de durarle, para dejar el –Te la vas a pelar y te vas a
Había muchas más, se dijo. Mu- observatorio. En los últimos me- desengañar –dijo Belascoarán
chas más antenas de televisión. ses le gustaba ver la ciudad de ofreciéndole la casi colilla mor-
¿Muchas más que cuándo? Que México desde arriba. Desde los disqueada de su delicado con
antes, claro. Y dejó que ese más altos techos, azoteas, puen- filtro.
“antes” se desvaneciera. Cada tes elevados, que podía encon- Carlos negó con la cabeza.
vez aparecían más “antes” en su trar. Era menos dañina, más ciu- –Lo busca un funcionario
conversación o en las imágenes dad, de una sola pieza hasta progresista.
que le cruzaban por la cabeza, se donde la vista abarcara. Le gus- –¿Y esos cómo son?
estaba volviendo un adulto pre- taba, le seguía gustando. –Igual que los otros, pero no
jubilado. Pero, la verdad, lo de Cuando iba por el minuto aceptan mordidas, éste trae la
las antenas, lo tenía bastante cinco y medio de su cigarrillo, corbata manchada de chocolate
claro. Había muchas más que su compañero de oficina, el y trae a un perro cojo con él.
antes, y no hay duda que forma- tapicero Carlos Vargas, apareció Héctor Belascoarán Shayne,
ban la cúpula de una selva. La chiflando por la puerta metálica detective independiente, acostu-
selva de las antenas de televisión que daba acceso a la azotea. mbrado a los enigmas absurdos,
del DF. La selva de antenas y Chiflaba Volver empezar, aquella porque vivía en la ciudad más
postes de luz y arbotantes, que canción que había hecho famosa maravillosamente absurda del
se enlazaban con árboles, surgí- la orquesta de Glenn Miller, y planeta, descendió los siete pisos
an de azoteas, colgaban de ten- en el DF los bailes de quince preguntándose qué significaría
dederos, se izaban sobre palos años de los años 60. La silbaba “un perro cojo” en el críptico
de escoba, gloriosas, arrogantes. sin desafinar, con notable preci- lenguaje del tapicero, tan sólo
La selva del DF, con todo y sus sión. para descubrir que un “perro
montañas, los cerros contamina- –Jefe, tengo media idea de cojo” era un pinche perro cojo,
dos del Ajusco. que estas desapariciones de con la pata delantera derecha
La tarde se estaba desvane- usted a la azotea se deben a que entablillada, rostro sufridor y
ciendo, Belascoarán encendió el ha empezado a fumar mota a unas orejas que le llegaban al
último cigarrillo y se dio de escondidas. Se ha vuelto pache- suelo. El perro reposaba dócil y
tiempo los siete minutos que co, motorolo, fumarolas. triste a los pies del “funcionario
12 de diciembre de 2004
progresista”. Carlos, ignorándolos, se diri- seguidas, como Smiley–Guinness usaba el –Aquí están las cintas. Total, la oye en
gió a su esquina del despacho donde estaba método de interrogatorio más eficaz del cinco minutos, decide y nos vemos luego.
trabajando en las tripas de un sillón de pelu- mundo: ponía cara de idiota (si no fuera inglés –No tengo contestador en esta oficina. Si
chín cuasi rosa. se atrevería decir que era la mejor cara de pen- me las presta, mañana...
Belascoarán se dejó caer en su silla y las dejo que había visto en su vida) y miraba fija- –No, mañana, no, al rato. Aquí le dejo mi
ruedas se deslizaron elegantemente hasta mente a las personas, lánguido, como sin dirección –dijo Monteverde tendiéndole un
hacerlo topar con la pared. Miró al funciona- mucho interés, desinteresado, como hacién- papelito que tenía ya preparado. Y aquí hay
rio progresista fijamente y alzó las cejas, o doles el favor, y la gente hablaba, y hablaba, y unas notas que preparé sobre cómo conocí al
más bien alzó una ceja, porque desde que lo él sólo de vez en cuando, muy de vez en cuan- muerto. Estaré en mi casa... Yo no duermo.
habían dejado tuerto tenía problemas de do, soltaba una lacónica pregunta, como –Yo tampoco –dijo Héctor.
movilidad con la otra. quien no quiere la cosa, nomás por no dejar. Y vio cómo el homónimo Monteverde se
–¿Usted es un hombre de izquierda? El método surtió efecto. ponía en pie, y seguido por su perro cojo
–preguntó el funcionario y quién sabe por –Llevo una semana escuchando mensajes dejaba la oficina.
qué a Belascoarán no le pareció un arranque en el contestador telefónico de un cuate, –¡Qué pinche historia! –dijo Carlos
inesperado en tiempos como aquellos pero ese cuate murió en 1969. Lo mataron. Y Vargas con la boca llena de tachuelas y sacu-
donde las monjas de la inquisición volvían diendo su pinche martillo sobre el sillón
en sus escobas al conjuro del gobierno del rosa.
tal Fox, que de zorro no tenía ni los pelos. –Me viene a la cabeza la frase esa de que
Tomó aliento: la realidad se está poniendo muy rara –con-
–Mi hermano dice que soy de izquierda testó Belascoarán.
natural, pero pinchemente inconsciente Horas más tarde, en su casa, Héctor escu-
–respondió Héctor sonriendo–. O sea, como chó la voz del muerto que hablaba desde
que de izquierda pero sin haber leído a una cinta.
Marx a los 16, sin haber ido a las manifesta- –Hola, soy Jesús María Alvarado. Ya te
ciones suficientes y sin tener en mi casa llamaré de nuevo, mano.
póster del Che Guevara. O sea, pues sí, La voz no le resultaba familiar, era de
de izquierda, yo. un hombre ronco y no parecía haber
El alegato pareció convencer al ansiedad, premura, nada, en esa
personaje voz afónica que decía un nom-
–¿Me garantiza que esta bre. Desde luego no era ca-
conversación será confi- vernosa ni le habían me-
dencial? tido efectos especiales,
–Si lo sabe Dios, no pretendía ser la
que lo sepa el mundo voz de un muerto.
–respondió Héctor, que ¿Cómo eran las voces de
no garantizaba nada desde los muertos? Hablar con los
hacía mucho tiempo. muertos...
–¿Es usted creyente? –preguntó Pero Jesús María Alvarado
el progresista desconcertado. estaba muerto, aunque no en el 69
–Un amigo mío dice que dejó la reli- como había dicho el funcionario progre-
gión católica por dos razones, por culpa de sista Monteverde, sino en el 71. O sea, pura
que le parecía una mentada de madre lo de prehistoria, hacía 34 años. Lo habían asesi-
los tesoros del Vaticano en un mundo de nado al salir de la cárcel. Un tiro en la nuca
pobres y porque no dejan fumar en las igle- para el primer preso político que dejaba la
sias. Supongo que eso se extiende a todas las prisión después del movimiento de 68. Ley
religiones. Yo me sumo. La idea de Dios me fuga. Sin explicaciones oficiales.
da güeva –remató Héctor muy serio. Monteverde y Alvarado se habían cono-
Aprovechando el silencio observó al “fun- cido en una preparatoria donde ambos
cionario progresista”, que contra lo que le daban clase de literatura. Conocido breve-
había informado Carlos Vargas no tenía cor- mente, de lejos. Un par de cafés juntos, un
bata, aunque sí una mancha de chocolate en la ahora me habla, me deja recados. Me cuen- par de reuniones del colegio de profesores.
camisa amarilla, una barba medio descuidada ta historias. Pero no sé qué quiere, bien a Las asambleas del 68, la creación de la
y lentes de miope terminal. Era alto, muy alto. bien, no sé qué quiere. Y yo creo que llama Coalición de maestros en apoyo al movi-
Cuando se excitaba movía la cabeza de lado a cuando sabe que no estoy en casa, para que miento estudiantil. Monteverde era despis-
lado, como negando. Parecía un hombre se quede grabado... A lo mejor es una tado, enamoradizo, tímido, hijo de un

2 honesto, eso que su mamá llamaba “una


buena persona”, refiriéndose siempre a los
obreros, los lecheros, los plomeros, los jardi-
broma. Pero si es una broma es una broma
muy pinche.
Héctor mantuvo su rostro de Alec
empresario de pompas fúnebres que había
hecho su fortuna con el lujo de la muerte,
cosa que a Héctor Monteverde (siempre
neros, los vendedores de lotería. Que Héctor Guinness. según las notas que estaban inteligentemen-
recordara, su mamá nunca había llamado –Me llamo Héctor –dijo el hombre. te redactadas) le parecía no sólo amoral, sino
“una buena persona” a ningún burgués, ni –Yo también –respondió Belascoarán vergonzosa y ocultable en el año del movi-
grande ni pequeño. Algo debería saberles. como disculpándose. miento. La literatura universal era por tanto
–Me habla un muerto –dijo el hombre –Héctor Monteverde. el antídoto a las agencias funerarias. Alva-
rompiendo la revisión de él y de su pasado –¿Y el muerto? rado era un hijo de campesinos poblanos
que estaba haciendo Héctor. –El muerto se llama Jesús María Alva- que había llegado a la literatura por inexpli-
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Héctor optó por el silencio. Hacía un par rado. Y era a toda madre. cables razones de patriotismo, a fuerza de
de meses había rentado en un videoclub la Héctor pasó al silencio. recitar la Suave Patria y aprenderse versos de
serie de Alec Guinness sobre una novela de Le –¿Usted cuánto cobra? Díaz Mirón, Gutiérrez Nájera y Sor Juana
Carré, El topo, producida por la BBC, y había –Poco –dijo Belascoarán. El tipo pareció para recitarlos en su pueblo. Eternamente
contemplado, fascinado durante seis horas darse por satisfecho. El perro también. miserable, llegaba a fin de mes sin dinero
para lavarse la ropa, con deudas en la tienda se disfrazó el muy puto. Y medio que averi- cara con agua fría. Como todas las gentes que
de la esquina y enfurecido. guo que Juancho era un amigo de éstos, viven solas, solía hablar con su propia ima-
Por lo visto, Héctor Monteverde, en taquero allí en Juárez, que se cansó de la gen reflejada, pero ahora no se le ocurrió
aquellos años mágicos y terribles, siguió a la mala vida y hacía unos tres años se fue de nada que decir. Lo pensó de nuevo y comen-
distancia la historia de Alvarado y sus hue- mojado para poner una carnicería en zó a reírse a carcajadas. Kafka en calzoncillos
llas, hasta el asesinato del hombre. Burbank, California. Y yo no salía del sacón en Xochimilco. Bin Laden Juancho en Bur-
Héctor dijo que había que pensarse el de onda y volteé a la tele y sí, allí estaba el bank. Claro, en los ratos libres que le dejaban
asunto con calma, dejó de lado la contesta- pinche Bin Laden, y cuando giré la cabeza los comunicados, como decía Alvarado,
dora, las notas y el jugo de durazno que se para preguntarle al par de beodos si sabían Juancho se dedicaba a coger y dejarse filmar.
estaba tomando, y subió a la azotea de su más sobre Juancho y si seguro que era él y Las mil y una noches en versión taquería de
casa con el paquete de cartas que había qué a qué horas Juancho se había dejado Ciudad Juárez, cachondos pero simpáticos, el
encontrado en el buzón. Con toda paciencia barbita de chivo, los dos pinchurrientos pito más menso de la frontera.
se dedicó a fabricar avioncitos de papel, que briagos se habían hecho ojo de hormiga. Y La tercera cinta empezaba como siempre:
iba colocando en el pretil del cuarto piso. por más que los busqué dentro de la cantina “Habla Jesús María Alvarado”, como si
Abajo el nuevo bullicio de la colonia Con- y hasta la salida, ya no los pude hallar. Y me se tratara una y otra vez de dejar en claro
desa, los motociclistas, los adolescentes jol- dije: qué pinche casualidad, el alter ego de que el muerto había vuelto del valle de las
goriosos. sombras. Tras el nombre seguía una pausa.
Soplaba poco viento, pero de vez en cuan- Luego una frase críptica: “Mejor no hubiera
do los avioncitos de papel lograban despegar vuelto”, luego un largo silencio y el clic del
y flotaban haciendo giros maravillosos, esca- final de la llamada.
pándose uno de vez en cuando en la brisa. Había una cuarta llamada que empezaba
Cuando se le acabaron regresó a su cuarto. con el “Habla Jesús María Alvarado”, y luego
Había dejado todas las luces encendidas, el sin más recitaba unos versos:
mejor antídoto contra la soledad, convertir tu “Donde yo sólo sea/ memoria de una pie-
casa en un pinche árbol navideño. Rebobinó dra sepultada entre ortigas/sobre la cual el
la cinta del contestador. Lo que había oído viento escapa a sus insomnios.”
era lo que había oído, la voz dijo de Y ya. El poema le sonaba, pero no
nuevo: lograba saber de quién o de dónde.
–Oye, soy Jesús María Alva- El progresista Monteverde vi-
rado. Ya te llamaré de nuevo, vía en la colonia Roma Sur, a
mano. una docena de cuadras de
Otro Jesús María su casa, de tal manera
Alvarado, el hijo de que Héctor Belascoa-
Jesús María Alvarado, rán se fue dando un
el fantasma de Jesús paseo, caminando por el
María Alvarado, el alter ego camellón de Alfonso Reyes,
homónimo de Jesús María que era mejor cuando se llama-
Alvarado, un bailarina de table ba Juanacatlán y estaba lleno de
dance que quería llamar la atención, putas sindicalizadas o intentándolo.
los de la Secretaría de Gobernación que Se detuvo en una de las taquerías a
querían volver loco a Monteverde por comerse dos de arrachera con queso y
quién sabe qué razones ocultas, resumió. mucha salsa verde, y prosiguió el paseo son-
La segunda llamada era mejor: riendo a desconocidos, dando de vez en
“Mira, mano, habla Jesús María Alva- cuando las buenas noches por el placer de
rado. Espero que tu cinta dure un rato por- ver cómo los educados mexicanos del DF
que te voy a contar una historia que me recuperaban su educación básica y le con-
pasó. Una historia bien pendeja, bien loca. testaban.
Estaba yo en Juárez en una cantina, y como Por lo visto, el personaje vivía solo. Solo
todas las mesas estaban ocupadas, me con el perro de la pata entablillada que cuan-
quedé parado tomándome una cerveza fren- do Belascoarán cruzó la puerta se acercó a
te a la pinche tele. Había un ruido cabrón y Bin Laden es un taquero de Juárez. Pero lamerle la mano en signo de reconocimiento,
no oía nada, pero ahí estaba el Bin Laden luego se me juntan los cables y me digo: de identidad o simplemente de solidaridad
con cara de palo en uno de esos comunica- Alvarado, ¿qué sabes de Burbank? Y resul- entre cojos. No había signos de niños en la
dos que manda a través de la tele; a mí ese ta que algo sé, porque Burbank es la capital casa, no había fotografías, sólo en las paredes
güey me caga y no estaba haciendo mucho del cine porno de Estados Unidos, un pue- reproducciones de cuadros de montañas y
caso, pero entonces, atrás de mí, unos cuates
gritaban, algo así como: “¡El Juancho, el
Pinche Juancho!” Volteé la cabeza para ver
blucho cerca de Los Ángeles, moteles y
empresas triple x, coge y coge, filma y
filma, viva el capitalismo salvaje. Y junto
volcanes, desde un Velasco, hasta el Paricutín
de Atl, pasando por fotos muy buenas del
Everest a lo National Geographic.
3
qué pedo con el pinchejuancho. Y vi a dos todo y me digo: ‘¿A poco estos culeros de Monteverde tenía la misma camisa con
cabrones musculosos y medio pedos que Bush y sus amigos están haciendo los mancha de chocolate de unas horas antes.
seguían con la letanía: ¡El Juancho, el pinche comunicados de Bin Laden, los mensajes Héctor le pidió permiso para pasar al baño.
Juancho!, mientras señalaban a la tele. Giré del demonio, en un estudio porno en Estaba reluciente, brillaba. Monteverde en
la cabeza para checar que no estaba en el Burbank, California, que hasta desierto tie- sus ratos libres debería ser un fanático del
error, como uno acostumbra, y seguía el Bin nen por allí? ¿A poco todo es un montaje, detergente y el limpiavidrios. Un toque de
Laden muy mono con una metra en la mano una fábrica de sueños de mierda, con un ex sentido del humor incongruente en tanta
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y el turbantón y la cara de menso. Giré de taquero mexicano llamado Juancho de per- sobriedad higiénica lo conmovió: un póster
nuevo para ver a los promotores del sonaje central? Yo, de verdad, no me lo tra- sobre una de las paredes decía: “El estreñi-
Juancho y me les encaré. ¿Qué pedo con el gaba’, me decía: ‘¿cómo vas creer?’ Pero, ¿a miento promueve la lectura”. Decidió poner
Juancho?, les digo, y ahí, medio tartajas por poco no es bonita la historia?” uno así en su casa. La idea no era nueva, y
el chupe, me dicen que ese es su cuate el Héctor apagó la contestadora telefónica. no era su caso, pero constituía una justifica-
Juancho, ese mero, que mira nomás de qué Fue al baño, se miró en el espejo y se lavó la ción más para leer sentado en el retrete.
El pasillo estaba lleno de libros en el por él le enviaría estos mensajes? ¿Quién es –¿A quién le ha contado esta historia?
suelo, a falta de libreros los habían acomo- usted, Monteverde? ¿Qué hace en la vida? –A Tobías –dijo Monteverde señalando al
dado de canto apoyados contra la pared, de –Trabajo en el Gobierno del DF, soy perro.
manera que con tan sólo agacharse, podía investigador especial de la Contraloría. Un –Y esa historia de Bin Laden, ¿usted se la
uno escoger. Reconoció muchas de sus pro- trabajo medio delicado y más en estos tiem- cree?
pias lecturas: Remarque, Fast, Haefs, Ross pos, por eso me mosqueé. Si no, hubiera –No, pero está pocamadre. Me hubiera
Thomas, Neruda, Hemingway, Cortázar pensado que era una broma. Pero sabe, últi- gustado contarla a mí.
completito. mamente las cosas están tan turbias... Belascoarán volvió al Alec Guinness
–¿A poco no está rarísimo tocayo? –¿Y en qué está trabajando ahora? silencioso, pero esta vez no produjo efecto,
Sin responder, Belascoarán llegó a la con- –Lo siento, es confidencial y además Monteverde se quedó pensando en algo que
clusión de que tenía que posponer el méto- parece que no tiene que ver con esto de las estaba lejos, muy lejos.
do Alec Guinness. Era el momento de las llamadas del muerto. Parezco policía chino –¿Y usted, a qué hora se volvió insom-
preguntas. Se dejó caer en un sillón gris rata –remató Monteverde sonriendo –¿Verdad? ne?– preguntó finalmente el detective.
y sin esperar a que Monteverde hiciera lo Pero es que es delicado, con tanta pinche –Cuando perdimos las elecciones del 88,
mismo soltó: corrupción que había de la época priísta y el día en que se cayó el sistema, cuando el
–¿Reconoce la voz? que esos culeros nos heredaron... fraude electoral. No sé por qué me dio en la
–No, pues vaya usted a saber. Han pasa- cabeza la idea de que en la noche iban a
do tantos años. venir por nosotros, nos iban a matar a
–¿Eran ustedes muy amigos? Tan amigos todos... ¿Y usted?
como para que si estuviera vivo... –Hace unos meses, una noche en la que la
–Yo fui al velorio, está muerto. Lo vi muer- mujer que a veces iba a dormir conmigo no
to en el ataúd, con un parche que le asomaba llegó, me quedé esperando y ahora no duer-
de la parte de atrás de la cabeza, en donde le mo de noche –dijo el detective un poco aver-
dieron el tiro –interrumpió Monteverde. gonzado. Su argumento resultaba pobre al
–¿Y eran muy amigos? lado del de Monteverde, poco valía su insom-
–Pues amigos. Él era muy aventado nio desamoroso al lado del insomnio históri-
para todo, yo era más tímido, pero ahí co del profesor de literatura de preparato-
andábamos en el movimiento y dá- rias devenido funcionario progresista.
bamos clases de literatura en las –¿Quién le dio mi dirección?
prepas y tuvimos una novia a ¿Quién le sugirió que hablara
medias, primero él y luego conmigo?
yo, y comíamos comida –En la oficina de Cuau-
corrida en la calle, de htémoc Cárdenas tra-
la más barata. baja un cuate que
Lo de dar clase de li- tenemos en común. Ma-
teratura en las prepas le re- rio Marrufo Larrea. Le dije
cordó a Belascoarán el poema: que me estaba pasando un
–Donde yo sólo sea/memoria rollo muy raro y me dijo que
de una piedra sepultada entre orti- usted se especializaba en rollos
gas/ sobre la cual el viento escapa a sus raros.
insomnios... –En México no soy el único.
–Donde habite el olvido/ en los vastos Para celebrarlo se tomaron dos cocacolas
jardines sin aurora/ donde yo sólo sea... con limón, la de Belascoarán sin hielo.
–dijo Monteverde. Ya se vuelve un lugar común eso de decir
–Claro, Cernuda, Donde habite el olvido, que uno está prendido como por un cordón
me sonaba, pero no lograba... –dijo Belas- umbilical a esta ciudad, atrapado en una
coarán palmeando, aplaudiendo a su me- mezcla de amor y odio. Belascoarán insom-
moria recuperada. ne, contemplando la noche de neón por la
–Maravilloso poema –dijo Monteverde, y ventana, repasa sus propias palabras. Se
remató: –Donde penas y dichas no sean más siente el último de los mohicanos. Constata,
que nombres,/cielo y tierra nativos en torno confirma: No hay odio. Sólo una enorme,
de un recuerdo;/donde al fin quede libre sin –¿Y usted no es corrupto? Perdón que se una infinita sensación de amor por la ciudad
saberlo yo mismo; disuelto en niebla, ausen- lo pregunte, pero como no nos conocemos. mutante en la que habita y lo habita, sueña
cia/ausencia leve como carne de niño. Monteverde produjo una sonrisa triste. y lo sueña. Una voluntad de amor que más
–Allá, allá lejos;/ donde habite el olvido –Nomás se puede comprar a quién se pone que definirse en la rabia, la posesión o el
–remataron a coro. a la venta. Yo soy de acero, amigo, inoxidable, sexo, se desliza a la ternura. Deben ser las

4 Mucho poema, de esos que te agarraban


de los huevos y apretaban suavemente hasta
incorruptible, un poco pendejo y muy de
izquierda. Yo no insulto a mis muertos.
manifestaciones, el color dorado de la luz en
el Zócalo, los tenderetes de libros, los tacos
que el dolor iba convirtiéndose en una idea. La mirada tristona se le fue transmutan- de carnitas, los ríos de solidaridad profun-
Mucho poeta el viejo español exilado en do y echaba una que otra chispita por los da, los amigos del taller mecánico de enfren-
México. Héctor encendió un cigarrillo, apro- ojos. Hasta el perro se animó y levantó la te que lo saludan al paso. Será esa maravi-
vechó la pausa para ordenar sus ideas, el cabeza. llosa luna de invierno. Será.
perro que debería ser un antitabaquista de –¿Y usted se pone a la venta? –le pregun- Héctor se sentó a fumar en un sillón. Pasó
mucho cuidado se alejó del humo cojeando. tó al detective. la noche fumando y escuchando los ruidos de
–Eso me asustó más que los otros mensa- –Para los días que vamos a vivir, amigo, la calle. Sin saber por qué, le vino a la imagen
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jes, era el poema favorito de Jesús María, a no me gustaría despertar con un güey que el rostro del perro cojo de Héctor Monteverde.
cada rato se lo recitaba a sus alumnos, yo huele a podrido todos los días. Nomás que Al amanecer, se quedó dormido.
empecé a hacerlo por su culpa. yo si me oxido, aunque no me pandeo –res-
Héctor encendió un nuevo cigarrillo con pondió Belascoarán tocándose la pierna Desde la Ciudad de México.
la colilla del anterior, el perro ya ni protestó. donde tenía un clavo de acero que hacía Paco Ignacio Taibo II.
–¿Por qué Alvarado, el fantasma de danzar a todos los detectores de metal de los México, diciembre del 2004.
Alvarado o alguien que se quiere hacer pasar aeropuertos.

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