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Los pedazos de lo cotidiano

Cuando hablamos de lo cotidiano generalmente uno piensa en esa parte monótona de la vida, esa
parte que se repite día a día; las mismas caras, los mismos lugares, las mismas tareas. Lo cotidiano
aparece para describir momentos, lugares, actividades que tiñen (aparentemente) de gris la vida.
Está emparejado a lo rutinario, lo habitual, lo ritual y sin más está destinado al olvido. Se sumerge
tan hondo en nosotros que se pierde, pero está presente todo el tiempo. Se desdeña y por el
contrario se atesora lo inhabitual, lo infrecuente; los recuerdos más valorados son de las acciones
que huyen de la rutina, ese pequeño instante que nos alejó de la monotonía.
Hace falta sensibilidad para maravillarse con lo cotidiano, para tratarlo como nuevo, para
entenderlo y desmenuzarlo a modo, para ver la diferencia en el hilo de los días, para verlo con
ojos renovados a través de la bruma gris del tiempo. Esa sensibilidad es la que nos hace distinguir
que nuestro cotidiano está lejano de cualquier otro, qué es único y por tanto digno de ser atesorado.
En ese sentido la exposición Fragmentación recoge muestras de los cotidianos de Lisandro Arenas,
Zaid Rivas y José Luis Vázquez, que a partir de la gráfica y la pintura constituyen imágenes que
nos remiten directamente a sus contextos, no de creadores sino al personal.
Así, en la obra de Lisandro vemos imágenes del contexto violento actual articulado a la vida
cotidiana, las patrullas en llamas son tan comunes que sirven de farol para iluminar el baile de la
fiesta patronal, los niños juegan a ser sicarios con pistolas de plástico y los marinos se toman
selfies frente a los narcobloqueos.
Zaid imagina nítidamente a una persona disfrazada como diablo (o él mismo) sentado
tranquilamente en una banca pública de un parque perdido, sonriente con un cráneo como
compañero; puede ser cualquier lugar, recordatorio de que la muerte está presente siempre.
Las pinturas de José Luis reproducen la vida cotidiana familiar; un abrazo previo a la siesta, la
comida de la familia, el masaje como remedio al empacho, etc. Éstas imágenes a modo de
anecdotario revelan la necesidad por entender las dinámicas familiares desde una perspectiva
íntima, perspectiva de la que él forma parte. Estas dinámicas son tratadas desde un plano
simbólico dentro de su obra gráfica.
A través de estas obras podemos entrever los cotidianos de los artistas que los muestran no solo
como anecdotario ni como una simple bitácora sino son esfuerzos para comprender la naturaleza
de los mismos, como lo apunta Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad: En lugar de interrogarnos
a nosotros mismos, ¿no sería mejor crear, obrar sobre una realidad que no se entrega al que la contempla, sino al
que es capaz de sumergirse en ella?
Daniel Toscano Simbrón 30/07/2018

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