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UNA MIRADA RESPETUOSA

El contexto en la universidad es muy hostil ¿Cuáles son las personas a las que ministramos el
evangelio? ¿Cuál es la forma en que presentamos el evangelio a esas personas?

El encuentro de Jesús con la samaritana. Hoy vamos a ver una mirada respetuosa a la samaritana y
en seguida a quienes hemos de evangelizar. Una mirada respetuosa es la mirada que se fija
detenidamente en el otro y permite una consideración del otro mucho más rica que el simple
vistazo que se puede hacer.

La mujer samaritana era una mujer rebelde, pero buena y que adoraba a Dios. Lo que nos
convierte en personas separadas de Dios, lo que enemista de Dios es que somos rebeldes, es que
queremos ser buenos a nuestra manera. Todos conocemos personas que son excelentes personas,
pero aun así son malas porque el ser malo reside en estar rebelado contra Dios. Muchos quieren
hacer el bien sin Dios, a su manera, el ser malo no tiene que ver con hacer cosas malas sino por
querer rebelarnos a Dios.

Dios nos creó para tener un vínculo con él, de dependencia e independencia, pero que el hombre
percibe como un concepto de esclavitud. En el principio Adán y Eva pecaron por querer vivir sin
Dios, al querer ser iguales a Dios y vivir sin necesitar de él. “Autólatra”. El problema no son las
teorías de la evolución, sino la ideologización que se tiene de esto, el hecho de que el hombre no
se haya bastado de nadie para ser lo que hoy es. Preferimos ser un accidente del azar antes que
creaturas de un Creador. Porque si somos creaturas de un accidente no hay más qué decir, nadie a
quién darle cuentas. Pero si somos fruto de alguien más, significa que hay un vínculo con alguien,
que nos debemos a alguien más… Y eso es lo que hace estallar el corazón humano.

¿Dónde nace la rebeldía?

La historia de Prometeo y su constante emancipación: Prometeo sube al Olimpo y roba el fuego


para no depender de los dioses, Zeus se enoja y lo ata a una roca donde cada mañana el águila
llegaba a comerse su hígado, por la noche se le regeneraba, y volvía a vivir la misma cosa cada
mañana. Todo por robar el fuego, por querer emanciparse.

El problema es el anhelo de emancipación, de tener a Dios como enemigo que quiere quitarnos la
libertad. Así como la samaritana que quería adorar a Dios donde ella creía. No donde se debía,
sino que quería hacer las cosas a su manera.

Ahora queremos ser como Prometeo, pero del gym y del estilista. Aunque también como Narciso,
siguiendo el hedonismo. Como la samaritana queriendo tener su propia satisfacción personal, y no
hallándola aun después de cinco maridos.

Narciso sufrió el castigo de la diosa de la venganza, quien le hizo enamorarse de sí mismo, tanto
que se creía un regalo para el mundo; tan, pero tan enamorado estaba de sí mismo que se quiso
contemplar así mismo en un estanque, se cayó al estanque y se ahogó.

Así estamos actualmente, en una sociedad asustada, pero muy bonita eso sí. La ética se ha diluido
en estética y está en dietética y en la fiesta y así de lo que resulte grato. La samaritana buscaba
todo esto, de obtener su propia satisfacción.
La gente es ícono de Dios

¿Qué calificación moral tenía o merecía la mujer samaritana en esa mezcla de Narciso y Prometeo
ante sus vecinos?

Podemos seguir hurgando en todos los defectos del ser humano y hasta el infinito, pero toda
persona es imagen de Dios. Toda persona merece una mirada profunda, una mirada respetuosa,
dignidad por ser ícono de Dios. En el sentido más profundo, el denigrar o menospreciar al ser
humano es un sacrilegio, porque es ofender una realidad, que es un valor sagrado. Si
consiguiéramos desarrollar una mirada respetuosa, encontraríamos algo sagrado, algo básico en
las personas.

Necesitamos una segunda conversión. Si nos hemos convertido a Jesús, entonces también nos
hemos convertido a los otros ¡Hay gente que cree que ama a Dios porque no ama a nadie! A veces
sucede que pretendemos estar más cerca de Dios al sentirnos más alejados de los demás, de sus
miserias. La conversión a Dios siempre conlleva la conversión al semejante, porque es icono de
Dios.

Más allá de sus miserias y virtudes toda persona lleva impresa la huella de Dios ¿Cuánto vale el ser
humano para Dios? Vale lo que vale Jesucristo. Juan 3:16. Romanos 4 dice que, aun siendo
pecadores, Cristo murió por nosotros. Antes, no después, nos amó antes y no después (¡ah, qué
verdad tan bella y estremecedora!) Jesús da la vida por voluntad propia no sólo por ser enviado
sino que él mismo expresa su deseo de darla y que nadie se la quita. Todo ese amor viene como un
hilo de río que desciende del trono de Dios. Deberíamos poder desarrollar una mirada por el poder
de su Espíritu, que sea profunda, respetuosa. Pedro y su caso de no querer comer algo impuro.
Definitivamente somos rebeldes rescatables. Dios le dice a Pedro “no te atrevas a desconsiderar
algo por lo que yo también he pagado en la cruz”. Por eso Dios le ofrece a la samaritana agua de
vida eterna.

Por último, sobre todo son, ovejas sin pastor. No sé qué mirada le dedicamos a la gente como hijos
de Dios. Tal vez la gente percibe que no les queremos, que queremos algo de ellos, que queremos
su conversión pero no a ellos, que les querremos hasta después de que ellos se conviertan y no
antes y, si esto hacemos, estamos perdidos. Pero Dios los ha amado antes y no después, así es
como debemos hacer también, antes y no después. Jesús dedicaba una mirada compasiva, una
mirada atenta que veía más allá, veía ovejas que no tienen pastor.

Ovejitas que le pondrían en la cruz. Dice la Biblia que al entrar a la ciudad, al verla Jesús se
conmovió, se le removían las entrañas de compasión por la gente, y lloró ¿Qué vemos cuando
vemos a la gente que nos rodea? ¿Qué sentimientos despiertan en nosotros? El modelo nuestro es
Dios, no el de un Jonás que huye. El samaritano es una persona por la que Dios también ha
muerto.

No es lo exquisito de las palabras sino el corazón que se tiene al hablar de Jesús. "Porque me
dueles, te amo" (Frase de un filósofo español). Prepárate para dar razón de tu fe pero sobre todo
pide un corazón compasivo para mirar.

Emmanuel Buch.
EL INTERCAMBIO

Juan 19:1-42. 1ª. Corintios 1:18 ¿Qué evangelio ofrecemos cuando hablamos de Cristo?

Con cierta frecuencia los que predicamos son los frutos del evangelio, el compromiso social del
evangelio no es en sí la esencia del evangelio, sólo son resultados del evangelio. El evangelio es
que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.

Casi todos los aspectos que trae el Nuevo Testamento, le parece muy bueno a cualquiera, excepto
la cruz. El evangelio es la respuesta a la pregunta ¿Cómo he de ser salvo? El mundo piensa que
todo es relativo y mostrar que se tiene una verdad es una ofensa para ellos, afirmarla es muy mal
visto. La pérdida de perspectiva de la esencia del evangelio, de su origen, cambia la vista, cambia
el objetivo por el que se inició.

¿Qué define al evangelio? La palabra de la cruz. Frente a la tentación de jugar con el evangelio,
está el no presentar lo que es y hacer proselitismo. Por eso Pablo le insiste a Timoteo en la sana
doctrina, aquí la sana doctrina es igual a doctrina higiénica, doctrina que cura, doctrina que da
vida.

Hemos sido creados por Dios con un vínculo a Él. Somos rebeldes que deben bajar las armas. Parte
de la locura de la cruz, es este amor de Dios. Pero no podemos convencer a Dios de que nos deje
de amar. Las historias de hada siempre han estado cargadas de más credibilidad que cualquier
otro cuento.

Nuestra vida es el aval de la cruz, porque pasamos por esta experiencia de morir para vivir y todos
esos contrarios. No adornemos el evangelio como un gran trasatlántico, tipo Titanic, donde hay
buen rollo, el evangelio es una barquita en la que hay que tirarlo todo por la borda para poder
sobrevivir, pues se agita mucho en el mar.

Emmanuel Buch

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