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La soberanía puede definirse como la autoridad para decidir sobre algo o alguien. En el
caso de un soberano, es la capacidad de tomar decisiones que afecten directamente a una
población determinada. En el pasado, cuando la organización política se denominaba
monarquía absoluta, esta potestad residía en la figura del rey, que la tomaba por herencia y
a su vez la legaba a sus hijos. Así, el monarca era considerado absoluto porque podía
imponer normas a los demás, pero estaba exento de que otro le impusiese normas. La forma
de legitimar esta situación era mediante derecho divino, es decir, explicarla bajo el hecho
de que era Dios el que concedía este derecho al gobernante.
En la actualidad todavía existe un puñado de países en los que se encuentra vigente esta
forma de gobierno. Estas monarquías coexisten con las denominadas monarquías
parlamentarias, formas políticas en donde el rey tiene un rol protocolar, de reducido margen
de acción. Son los últimos resquicios de un tiempo muy distinto del actual.
3.4. Gobierno Constitucional Puro Republicano
El Estado, que es el conjunto de instituciones que ejerce su gobierno y aplica sus leyes con
soberanía sobre un territorio delimitado, necesita que ese poder de mando ejercido por el
gobierno, se halle organizado de algún modo. Así puede ser monárquico o republicano. La
República puede estar constituida sobre un Estado espacialmente dividido en territorios
autónomos, lo sería una República Federal como el caso de Argentina, o con un poder
centralizado sobre todo el territorio del país, lo que constituiría una República Unitaria,
como por ejemplo, Uruguay. También pude ser la república, una democracia o una
aristocracia, como la república concebida por Platón, que en realidad se llamaba “politeia”
donde se aspiraba a que gobiernen los mejores, en una forma donde se entremezclaban
rasgos de la democracia con los de la aristocracia.
República proviene del vocablo latino res (cosa) pública, perteneciente al “populus” o
pueblo, significando que el poder reside en el pueblo, que lo delega transitoriamente en sus
representantes. Esta es una diferencia fundamental con los gobiernos monárquicos donde el
soberano tiene carácter vitalicio, y muchas veces, hereditario.
Otras características de la República, son: la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos;
los gobernantes son responsables ante el pueblo que los eligió, por sus actos de gobierno; y
la publicidad de dichos actos, que no deben ser secretos, sino puestos a conocimiento del
público para poder ser controlados. Esto se hace a través del Boletín Oficial, los diarios de
las sesiones legislativas, o la colección de fallos de la Corte Suprema.
Pasando al sudeste de Asia, están Bangladesh y Timor Oriental, dos países que cuentan con
un régimen parlamentario. No podemos dejar fuera de esta lista a la India, que cuenta con el
segundo puesto en cantidad de habitantes a nivel mundial, después de China. Pakistán,
Líbano, Irak e Israel son otros países con gobiernos parlamentarios, en este caso, en
el Medio Oriente. El Líbano tiene una situación particular, ya que también sostiene
un sistema llamado Confesionalismo, el cual permite la distribución del poder entre los
diversos grupos religiosos del país.
Es importante señalar que el régimen parlamentario está presente en otras partes del mundo,
aunque no con tanta densidad como en las mencionadas anteriormente. Por ejemplo, en el
Pacífico Sur existe Samoa, una nación ubicada a 500 kilómetros de Fiji. También se
encuentran Dominica, y Trinidad y Tobago, dos países que llevan algunas décadas con este
régimen; la primera lo adoptó en el año 1979, con su Reforma, y la segunda, tras
independizarse de Reino Unido en 1976.
2) Que éste no puede ser despedido del cargo por una votación del parlamento o el
Congreso durante su periodo de gestión pre-establecido;
4. Los periodos del Ejecutivo y del Legislativo son fijos, y la existencia de estos
poderes es independiente de la voluntad política del otro, por lo que la división de
poderes es inherente.