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ar

Alain Finkielkraut

LA SABP>UBIA DEL AMOR


> -~~-·~-->_;_:;,_~~.. ::;: ):, -~;

El encuentro con los demás


Ll tr:1gedi.J de Oblornov
.
Inmediatamente después de la liberación~ Jean Wa,hl
funda en París, en la cille de Montagne-Sainte-Genevieve,
~
·e
f .
i el Colegio Filosófico. Esta institución~ hoy completamen-
te <Jlvidada. fue durante :llgunos años el lugar del pr.nsa-
.S miento vivo en :'rancjj._ En efecto, allí se oían discursos
1i no aodémicos,. se llevaban a cabo nuevas investigaciones,
prospecciones árriesgadas que no tenían su lugar ni en la
universidad ni en las grandes revistas cxda ve:z mis movili-
zadas por los combates de la época.
Hay que rep~senb.rse ese colegio como una especie
de espacio que estaba al abrigo de todos los conformis-- ·
mas, como una cuña d~ saber sustraída a la naciente tira-
nía de la polític:t y que estaba i11 propio. tiempo liber.:da
de una tradición ruoSÓfiC:l pusilinime y soñolient:i.. La e:::t- .
perimentació~ inteh;ctual podía despleg:use allí sin am-
bag~ ~in complejos y a veces sin precaución:. sólo tenia
que rendir cuentas a si misma.
En un clima de apertura general y de curiosidad por \
·todo, ningún ~ por trivial, pot subalterno que fuera
quedaba fuera del campo. de iilvestiaación de la filosofía.
Allí ya no había objetos de pensamiento privilegiados o
'específicos, ao habia uua··mJkhtd apriori mosófic:a: ~
busca de la sipiCJCación parecía ilinrif:ada. Entre lo funda•
1merita! y lo jnsignUtcante no se decidía de antemano, pues
se rech~ las distinciones hábib•ales. Al suspender~·
antigucs criterio~ la filosofía se comprometía~ se encalla-
. ba, se detenía en sectores de la existencia que hasta en-
;

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- -!
~ . . - - . ~

tonces nunca había frecuentado: orlen~ el pensamientO ·


. a clominioa cotidianos considerados indigno. de la antes 1

curiosidad filos6fica.. El mósofo se sentía liberado: ya no ~


·era e5e hombre grave, priSionero de una concepción pe- ~
trificada de lo que es importante y de lo· ·que no lo es, !
condeDado a la perpetuidad· de los grandes problemas. El :
filósofq se reconciliaba ahora con el mundo vivido y to- 1
dos los temas atraían su reflexión. aun aquellos, y sobre
.Jarse. aquellos, que antes no había podido tratar sin reba-
todo

¿Cónío e..~plicá.r estarepentii;la bulimia? Por el descu-


brimiento casi simultáne9 de Hegel, Husserl y Heidegger_
Con ellos, en efecto, la tiloso fía ya no -podía contentarse -~~
con ofrecer la respuesta cartesiana "yo soy un pensan- ~~ ser
te, a la pregunta "¿quién soy?ur La realidad humana ya
no se deímia tan sólo por la razón o el entendimiento,
sino en virlud de estos dos enredos fundamentales: el en-
cuentro con los demás léi relación con el ser. Digo enre-
do y no conocmnento porqúfl lo que, a prioritariamente
acceso al ser o a los demás es, no el saber, sino fenómenos
anteriores a· la reflexión, malestares impalpables, estados
de á.Dimo considerados durante mucho tiempo como cie-
gos o puramente sintomáticos. Inmenso desbarajuste: la
situación se embarullaba en las ~ion~s entre Io-"suh-
1-etivo" y lo "objetivo", entre lo que,· en el hombre, es
a reh nsión l mundo y lo que es manifestación de .ll
mismo. Las cuestiones u imas se enta.IZ _an en expe-
nencii inmediata y hechos que se creían de orden pUra-
mente psíquico mostraban su poder de revelación_ La an-
gustia, por ejemplo, ya no era un rasgo de carácter o una
eaída momentánea en lo irracional, sino _que era un_ cami-
no de aceeso a la- nada, directo e irreductible.
:" Mientras. el freudismo extendía la. competencia de la
psicología ·a todas las manifestaciones humanas, la. feno-
meno ia {puesto· ~e ése-~es el noinbre de este mé_tqdo)
. ~aba en ;aml?io
.en pequenas _cosas e
ttt: ~eta!isico que
vtda. De· manera que as1 -.
.. se aesan:ot:
. . ~: .. ~ . ~ . - . .

· 1 Véase .Kojeve, lntroduction tlltz licture di! Hl!gd, Gallimar~ coJección


"7el"•.pi¡. 163. . .

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preocupaciones plebeyas se abrían a los problemas a.ri.sto-


ciaticos del.~samiento y como dice Lévinas en su pre-
sentación de Le temps et l~autre., colección de conferen·
cias_pronunciadas. en el Colegio Filosófico: "Las palabras
que- designaban aquello por lo que los hpmbres siempre se
habían preocupado ~ atreverse a imaginarlo en un dis-
curso especulativo ~ían .Ja dimensión de ~tegorías'~
La obra de Emmtauel Lévinas sólo era conocida y
- apreciada entonces por un· pequeño círculo de especialis-
tas; se lo escuchaba en el Colegio- Filosófico, pero sus
palabras apenas encontraban eco en los grandes debates
de posguerra. Por lo demás, hubo que esperar más de -
~·e
~
1
-
1
g
treinb· años para que el publico de este íJ..lósofo discreto y_
riguroso desbordara el marco de los técnicos de la filoso·
fía y para que su trabajo tuviera por fin resonancias en la
1t vida intelectuaL Atenidos al sentido de la historia- o im-

•.. . pulsados por la urgencia revolucionaria, los pensadores


durante mucho tiempo consideraban anticuada esta medi-
tación inactual sobre la responsabilidad respecto del pró-
jimo cuando no la ignoraban lisa y llanamente. La recesión
del marxismo apartó el obstáculo: hoy se va descubriendo
a Lévinas, es decir, se descubre además de la gravedad de
·su preocupación ~tica, el inesperado encanto que ejerce
la presencia de temas novelescos en el discurso austero de
la filosofía. - ·
· Qué es la existe~cia? A -esta. pregunta majestuo~
Lévinas respon e con a narración un minúsCulo drama, de
el drama que abruma al pobre Oblomov. Oblomov, céle-
bre per59naje de la literatura rusa,__padece un mal común:
la pereza que est-e hombre radicaliza hasta llegar a un re-
pudio total de toda forma de acontecimiento. Oblomov,
aspua a una calma total y nunca logm realizar por com-
pleto sü ideal. Propietario, vive de las rentas de sus tien:as,
. '.pero esa ociosidad lo acapara aún en demasía. Elbombre
~.tiene que ocupars.!.de _h.l~n de sudo~inio,_ ·
hacer visitas;~ '~Jl.ltC~Jsu_perezamonum~
tal. se revela confra "f()aareft
. .
.
C:oncesiones.
.. Entonces se
- .

• .• .- ::-.•.• -.· ,¡.·-- •

1 . Fata Morpna.llonrpelller;1979.~
IbiJ:las, ú tmqn !t :Jiltn, . . -
12.. ·
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en~ huye de toda anim~ción y se refuÍia en la apa.: ·


:~ y hasta impide que la luz del día entre dentro -de las .
cuátro paredes de sa habita~ión. ¡Nada le vale! En el aire
bay siempre démasiada vida para Oblomov, percibe dema-
siado tumulto y b:ajín en su inacción: allll cuando dejara :
de abrir la correspondéncia que· el correo le trae, aun 1
cuando confiara a otros el trabajo de administrar sus pro- ·
piedades, expulsara a los últimos importunos, se pasara la
vida acostado, ·en suma,- aun ~do decidiera-.de una vez
por tOdas romper todo lazo con el mundo exterior para
abandonarse a una indolencia absoluta, wi sopor sin .. a
obstáculos, aun así le quedaría a·oblomov esta realidad,
este peso, esta ~ esta empresa de la· que no se puede
desertar: k exiStencia. Uno puedé hacer huelga en cual-
quier actividad, mentJs en ser. Oblomov ápa.rta los obstácu-
los que se oponen a su reposo sólo para tropezar con este
escollo insuperable.:Su pereza. en un inútil suspiro.
Existir, dice Lévinas en· .SUS'' cqnferencias del Colegio) (J_-. f.
F~osófico, es un peso y no una ~cia.Es un·encadena~
_mtento de uno mtsmo con uno ·miSmo, es para el· yo el - eg 1 ~

hecho de estar sin cesar estorbado por sí mismo, atascado .


en sí mismo_ La existencia se impone con todo el peso de J ~~ <' -
un contra~o irrescindible. Uno no es:r uno se es, afirma-
ción que es como un· eco de esta fórmula de Sartre conte-
nida en L 'áge de raison: ''Existir. es esto: beberse sin sed"
Esa es la obligación que inspira a Oblomoy ~~una _ .·
aversión impotente y sin alegría". 3 En su la.Scitud a priori
hay una. pro~ contra la pesada Carg~- de la existencia.
Detrás del "hay que hacer;, que todas las mañanas lo
.ñttiga· con sus fastidiosas- recomendaciones, Oblomov per-
cibe -un ¡'hay qÚe ser" más inexorable y más desalentador
aún. Porque, en efecto, ese-perezoso no es el titular de un
_vif defecto., Ja víctin.la de. un :l'eQloto traumatismo·-o et
presentante de una-clase afectada de imj1btent;ia, sino-que
*
•$an ser qué rechaza, sin tener }o$ ~nedios-opam ·hacerlo, ~

su condición de ser~ Más-que uit-simbolo sóciü o wiindi- i


-!· .
. ce de . neurosis, su letargo· es \Ína· ~periencia ·ontológica.
... - ..

,. Ibiuas, De rafsimad raimml. Vrin, PJ78. pá¡.. 38. _

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. 43

Al evitar todos los· enredos·y -siendo inepto pan. las gran-


des tr:agedlu, Oblomov atestigua esta ·tragedia fundamen-
tal: por fatiga o atoní~ ei hoiD.bre se arredra ante la eXis-
-tencia., va arra.StlaDdo los pies, a veces quisiera decir c'un
inome~to de respiro", pero la evasión es ii:riposible, pues
~ hombr,e está encajado ~ el ser. ·
.
:~~ .
-
El miedo en la oscuridad

Para poder llegar a esta problemática es menester su-


perar dos prejuicios contradictorios: el sarcasmo y el mie-
do, la suficiencia y el complejo de inferioridad. En efectti ..
la filosofía provoca- una reacción doble de fuga eu kl
lector cultivado, en ese que antes se llamaba el homore
honrado. Como es escéptico, sólo tieae una coníiaDza
limitada en esas construcciones nebulosas que no dejan
f
=.
¡ subsistir nada del mundo exterior, en esos sistemas que
disecan la vida en el momento mismo en que pretenden
1t tratarla~ Ese lector se irrita al ver la éxperiencia humana
encerrada en textos abstrusos y convertida ~;colmo de
.desvergüenza!- en un conocimiento esotérico, en una
ocupación de especialistas seleccionados con cuidado. Lo
que el profano no perdona a los filósofos es el hecho de
que éstos se adueñen de los problemas de todo el mundo,
de que los -profesioñalicen, de que ·los oscurezcan y de
.que por !m los restituyan pero en un lenguaje del que
queda excluido todo el mundo. ·
Pero ese lector burlón es también un lector intimado:
lo que en él desaprueba la abstracción especulativa es el
sentido común. auÍlque al'mismo tiempo se siente dema-
; siado limitado, demasiado ~ediablemente ramplón
' para ser admitido en esas discusiones de iniciados. Al
: comprobar con resignada ·tristeza que 18. reflexión tiene
1 sus principios y que él n~ .está preparado para ejerCer el
! pensamiento puro, renuncia a él pm:· incompetenchL Si
1
·evita la filosofía con rodeos Jo !hace ·de algún modo con
~ cierto respeto, CCiñ un· esplritu
melancólico de deferencia
: y_ de abdicació~ porq~!!:..~-~~~do de q~e no en- .. se
! cuentra a la· altuia de las circunstancias.. De una manera
1.: - ~c._-~ ~ ---~-·:..: ~.
-- .- __ .. __ -:-- . -~- -~-
·_., - .,~~----:~- ~--;..;_~~:;-~ ~ ~-::
•; . ---.----. . - - - ·- - - -· -. -:·_;,' . :

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i r @ a p u n t e s a l l··:~-:
p r i n t . c~o m . a.~r "' '. ;.,'. ~ :. :, ': ;·.
.,

·general, menos lo asustan las.. cien~_ huf'\UlaS que esta


·disciplina abtupta y soberana que áfronta: lo esencial sin
ninguna mediación.. En suma, lo qu!! hoy prevaieéEfH'timt
imagen a la vez soberana e irrisoria de la actividad filosó-
fica: cumbré de todos los saberes y paroxismo de irreali-
dad, gramática del pensamiento y pura gratuidad verbaL
La malevolencia (¿por qué buscar el mediodía a las dos ·
de la tarde?) y la humildad (¿quién soy yo para arriesgar-
me hasta estas cimas?) se conjt1.gan y dic!orcian la filosofía
de la cultura viva.. La fenomenología ciertamente no puso
fin a esta segregación: verdad es qq_e la fenomenología de-.
muestra que el mundo se nos revela, no en el conocimien- '
to, sino en nuestras preocupaciones y cuidados, en nues-
tras aventuras, en nuestra frivolidad misma; la fenomeno-
logía hace de lo upequeño" e insignificante el camino de
acceso a lo ugrande" y atestigua así una maravillosa predi-
lección por lo ínfimo, pero nada más.. La causa está-per-
dida, estos argumentos carecen de poder. Apenas la cu~o
tión del "ser" aparece en el centro de un texto; la mayo-
ría de los lectores se aparta inmediatamente, presa de un
mezclado sentimiento de desdén y de terror.
Con todo, Lévinas debe a -la gran distinción heideg-
geriana entre el estar aqaí y el ser, entre lo que existe {in-
dividuo, género., colectividad) y el hecho o el evento de la
existencia el haber podido hacer revivir desde el interior
la experiencia del mundo más pueril y la más esp~c~ativa
que se pueda imaginar: el miedo experimentado por· el
niño que está solo en la oscuridad. Hacer revivir 1 no in-
terpretar como hace la psicología. ~·El nuevo estremeci-
miento filosófico" 4 introducido por el autor deL 'étre et
le temps permitía sUspender la explicación por la madre:
cuando el niño no puede dormir, y todas las luces están
apagada$; se pone a escuchar el murmullo impalpable de
la· noche y entonces lo que aprehende es, en su pureza, la -
. existeri.cia sin existente, la forma anónima del ser.- .- '
1-: En tqda la habitación reina el silencio, las cosas pare.'
-o

cen retornar a la nada y sin embargo el oído al acecho_


!' ~ .. • • • 1
: : • • 1

4 Lériñas. L"aistmdtzlúm.e. rmr&O~ et úz mort, en Exercises di! k


Prztímct? no 3/4. 198~ pi¡. 26. . . o - o· o -o

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45

.:.: l :·
•• .l

percibe una extraña batahola en la inmovilidad. No hay


nada, pero- ese vacío. ea denso., esa paz es un alboroto, esa
nada está poblada.de minúsculos temblores y deflagraeío-
nes inasibles; no hay nada sino el- ser en ~~ el inevita-
ble rumor del hay. Siempre hay, aun cuando no haya algo;
eso es lo que comprueba el niño. El ~to nace. en él al
sentirse. como absorbido por esa existen& sin contornos
y no una existencia de formas monstruosas o de imágenes
fantásticas que aparecen a favor de la -oscuridad. El espan-
to infantil quita-el velo a la existencia en lo que ésta tiene
a ')a vez de impersonal y de continuo, es algo que no se
detiene nunca ¿Qué es eso? El evento de ser..
En el silencio nocturno lo que horroriza es, no la
muertey sino el ser. Uno está menos aterrado por la cesa-
ción de la existencia que por esa existencia incesante que
lo envuelve a uno. No hay pausa alguna en ese conCierto,
no se da ningún desgarrón en la perpetuidad del ser. De
~
·¡:
.e- --.
1 '
suerte que en la noche· el niño, que tiene una experiencia
heideggerianay abandona al mismo tiempo la atmósfera de
11
<11
esta íllosofía. En la angustia no tiene la revelación de la
nada. pero en el espanto se le revela su imposibilidad. En
medio del silencio más puro, cuando es·t.án suspenditias las
actividades cotidianas, cuando todo duerme alrededor, lo
que surge en lugar de la nada es un chapoteo casi inaudi-
ble, una atmósfera, ~ mateijalidad. La existencia no
queda abolida. ¿Espanlo irrisorio? Tal vez lo propio del )

hombre proceda de esta experiencia más determinante


que la angustia de la nada: el horror del·ser.·
· Al llegar ~ dí~--··;-.. \!Uelve a ocupar su lugar,
' cada objeto vuelve· á. adquirir su nombre. El ser se cubre
con un velo, se desparrama en realidades distintas. El mis-
. mo yo retoma a su identidad. Se yergue, emerge de la in-
: determinación, asume ·un ser que es de ii~evo su ser junto
; .con otros seres. La luz toma a personaiizar él mundo y disi-
1 pa la· pesadilla del hay:.· Victoria incompleta, siD embarga,
1 pues existir supone suspender el anonimato del ser, forjar-

. se un dom.inia privado~ un universo propio--ia identidad-,


peto al mismo tiempo significa no poder huir de la exis-
tencia, ausentarse de ella.. Existir es permanecer, en virtud
de estar encadenado a uno mismo; . . ____;:...,._
~
adheri4o a la pegajosá
. ~

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46 -. _.; - :·. ... ..'". ' ;._·:. "·

. -
liga 4el ser. 8at'tt'e; y en esto estámuyproximo a Lévinas.
~dice que la existencia es una espesura que ·elllombre no
-:-puede abandonar. Ese peso, esa imposibilidad de romper .
con la er.isten~---esa preSencia continua del yo frente. a;
sf mi3:r&O es el tributo. que cada uno de nosotros paga a la_:
UllÍ'"iersalidad del hay. De ahí procede, como se vio, la Jan~
guidez ·de Oblomov. En efecto, más allá de sus móviles
circunstanciales, la pereza y la fatiga son malestares meta-
físicos, momentos en los que ei que ·existe asume la exis-
tencia a regañadientes porque se siente definitivamente
atrapado en- ella. Se da cuenta d~ que al erguirse no está
s3.lvado sino que por el contrario encuentra aún atascado .. se
• -' • &

uEl yo Ue) siempre tiene un pie cogido en su-propia


existencia.
_Exterior en relación a todo lo demás~ el yo es inte-
rior en relación consigo mismo, ligado a sí mismo.
Está permanentemente encadenado a la existencia
que asumió. Esta imposibilidad para el yo de no ser
sí mismo marca el carácter fundamentalmente trági-
co del yo, el hecho de que esté clavado a su ser."s.

Lo lógico es el cautiverio en el ser y no la angustia.


de la nada.. Lo trágico está en el hecho de que el yo se en-
cuentra encadenado a sí mismo; no se trata de lo trágico
de un poder ejercido sobre el yo por una fuerza ajena a éL
Nuestra illosofía espontánea opone la übertad -posesión
de sf miSmo-- a .la alienación, que es dominio def otro.
Nuestra illosofía espontánea así como la moral más co-
rriente (ser dueño de sí mismo) y los discursos modernos
de la-liberación reclaman para el sujeto una autonomía y _
~quieren asegurar el- desarrollo pleno de su propia realidad
al emanciparlo" de las ~~ exteriores a las que empero
permanece sujeto. Pero la p~ la fatiga o el insonmio,
sensaciones a las que no se ha prestado suficiente aten-
. ción, nos colocan ·por encima de esta tradición illosófica
y por encima· de esta modernidad; dichas experiencias ,
descub~n en el fastidio y el-m~~ de ser uno_ mismo la ·
.-
S Li:vinu. D~ rcdsimce ti raÜillnl;pác 14 2.

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47

. . :.-

alienación por excelencia. Quien impone 1a serrid~bre


original es, no el otro, sino el aer, pues el primer amo es el
1 1
i
sí. mismo que estOrba sin remisión al yo,·y el·lazo iniéial
en él que la conciencia se descu~ cautiva es el lazo de la
1
·identidad. ·Más profundo y más determinante quizá que el w
·1/i t
~··

deseo de ser uno mismo, de encontrarse, de purificarse de


las escorias eXtrañas, es el sueño de verse liberado de su sí
·mismo, d~ escapar a la ~atalidad de re~mar a un~ mismo.

E rostro
En 1947, Lévinas publica De re:ristence l'existant, a
con una faja en la que. se puede leer u Donde no se trata
t: l4 de angustia". De manera igualmente provocativa, no se
-~ 1
= ~ trata tampoco en primer término de una cuestión de lu-
= cha en los grandes análisis posteriores de la relación social,
~ ~
!5 g. del encuentro del ser humano con otro ser humano. Ha-
blo de provocación porque junto a la angustia heideggeria-
na lo que domina el pensamiento de Lévinas es la dialéc-
tica hegeliana del amo y del esclavo, la guerra de .las con-
ciencias. Para ilustrar este conflicto original Sartre eligió
la sit:uación en apariencia más apacible y más insignificante:
"Estoy en un jardín público; no lejos de mí se ex- .1
tiende el césped y -a lo largo de ese césped hay unas
sillas.. Un hombre pasa cerca de las .sillas."' . ·
. -
La decoración es
neutra y no existe ninguna trama..
Todo está tranquilo, no ·pasa nada. Ninguna relación me
liga a ese desconocido que ~eambula en el mismo jardín
en que yo éstoy. Lo que me hiere en pleno corazón y sin
' remedio posible es el hechó mismo del otro. Y ese hecho
: es violencia. Con una mirada el pacífico paseante me ex-
~ pulsa. del paraíso en que me· hpUa~~ y nie-hac~verini cadu-
cidad. Alguien·me ve y eso basta para hacérme.-cambiar de
' mundo.
.
Antes yo era libert8d
- pitia,
,..,-
concrencia:hñerada
. - .. de·_ ~

toda imagen; '~arene~ sin memoria-y sm consecuen-


. .

6 Sartre. L •itn ~t k nimu, Gallima.rcf.. 1943. pág. 311•



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· .
. 48.

cfas"; Pero he
de pronto ine couvatJdQ en.aÍguien. Ob~-:· · \.
vado, escrutado, medido por una desdeñosa ·mirada o aun,
·aimple~te percibido por una mirada ~Ltañ-. teago una ·:;
naturaleza que no puedo recusar y que no me pertenece, ~­
mi ser es ahora exterl9r, está e~o en otro ser. Dicho
·de otra man~ la aparición del otro en Mi ambiente sus- ·
e~ un doble malestar: su ·mirada me reduce al estado de
objeto y ese objetó se me escapa puesto que és para otro. ·
.Emp~f:ana.rse y desasiese, caída y aüenación: ·por el sim- _
pie hecho de ser visto quedo de g~lpe p~trificado; adh~­
do a mí mismo y despojado qe mf mismo. Bajo la niirada
del otro, soy esto o aquello -Y no tengo ningún dominio
sobre esa realidad petrificada.
" ... el o~ ·es para mí a la vez quien me robó mi ser,
y lo que hace que haya un ser que es mi ser. ''7

.Pe manera que porque el otro me mira me tjene co-


gido. Y Sartre deScribe todas las formas del deseo -desde
la violencia sádica a: la dulzura del amor sentimental- co-
mo otras tantas artimañas o estratagemas de guerra que el
sujeto pone por obra para liberarse de ese dominiq. Fren-
te al otro, que me posee al verme como yo no me veré
nunca, soy .uproyecto de recuperacjón de mi ser''.' .
En la base de la co_nciencia de ::Ji·· mismo está, no la
reflexión, sino la relación con el_otro. La realidad humana
es social_ antes de ser razonable; es social y belicosa. La
vida es uaa novela en la que todo es lucha; ésa es la dura
lección de HegeL Tod~ es combate, aun los momentos
más dulces, aun los gestos idílicos que parecen celebrar la
paz, aun la melddía mimosa de la transparencia de las al-
mas ·o de la fusión' de los cueQ)os. Con un rigor sin p~
la descripción fenomenológica pone de manifiesto 1a agre-
sividéid ·y las maquinaciones que se w:den detráS de la .inO:. ·· ('

cencia de la caricia. ~·r.a· caricia no es un simple rozamien-


to, sino que es la models.ción:. Al acariciar a otra persona · .
hago nacer -su carne
. .
bajo miS dedos. La caricia es el- con-~ ,;
::·

7 Sartre, L'itre d lt! némt, GaUimard, "l?"f3. pág. 431•


• Jbúi. pág. 431. -

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49

junto de ]a ceremonia que encarnan al otro".' ¿El aquí-


sito contacto . de las epidermis? Una trampa tendida al
otro para que, al renun~ a su mirada y a su libertad,·se
convierta ~ presencia ofrecida; · es' una incitaclón .a la
pasividad, un intento. de incorpoxar el ser deseado en su
~e para que ya no pueda escaparse y para que yo cese
de vivir bajo su mirada.. Por tierna o ferviente que s~ la
caricia está animada por el deseo .de hacer inofensivo al
otro, de desarmarlo, de transformarlo en objeto y de cer-
.carlo dentro de los límites de su puro estar presente para
que no me trascienda por todas .partes. Es~ es para mí
una manera de toii!arme· insidiosamente el desquite, de no
encontrarme ya expuesto a la mirada del otro, de no ser
dependientet de no estar poseído y de ser por fm dueño.
Por obra de la caricia a mi vez yo petrifico y arrastro a la
.w !1
inercia a aquel o a aquella cuya mirada me adhirió al ser.
-E :"·~
!t Decididamente no hay armisticio alguno en la lucha de las
~ conciencias.. El soldado con licencia continúa siendo un
1t combatiente: el reposo del gUerrero es también una arti-
maña de guerra.
a~. \ 1 Lo que le interesa a Lévinas (y también a Sartre) es
---~­
~-
·l' la situación por excelencia en la que uno no está solo. Y,
fiel en esto a la I~cción de HegeL Lévinas hace remontar
el nacimiento del sujeto al enredo con los demás. Pero ese
enredo es_ muy singular.: lo que manifiesta no es ni un
conflicto ni un idilio. Para describir el encuentro con el
otro, Lévinas hace a un lado tanto el modelo bucólico
como eJ modelo combatiente. Rechaza tanto la bobería de
la reciprocidad amorosa sin nubes como la imagen despia-
dada de la lucha p~ el reconocimiento. Sin abandonarse
:. al encanto almibarado de las utopías retrospectivas, sin caer
·. en la nostalgia sonriente y empalagosa. de una edad de oro
.·,m la que los hombres se ama~ Lévinas se rehúsa por·otro
;lado a conceder a la guerra el privilegio del origen. En una
·época en la que la lucidez, tanto en filo5ofía como en po-
lítica, parece confundirse con el descubrimiento del con-
flicto, tenemos
- pues a un íllósofo que se atreve a afirmar:
·,,. .
..~ .•
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9 _/bid, pág. 459. _'?~-'!:::-·

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~~No es seguro qu~ la guerra· estuviera en el comieozo••.•o -
_r. perra no es el hecho original del encuentro y, por-lo
_demás, tampoco lo es la~ ii se entiende por eDa la lim- .
. patía espontáDea de corazones o ••el feliz encuentro de
· almas fiatemales que se saludan y que conversan,.~u La 1
. relación social es uel milagro .de la J&lida de sí rDismo" 12 1 •
y sólo secundariamente oscila entre los dos polos de la ar-
monía y de la guerra,; Antes de ser la fueiZa alienante que
amenaza, que ataca o que hechiza al yo, la otra persona es
1a fuerza eminen~ que rompe las cadenas que atan el yo a
sí mismo, que lo desatasca, que_ lo libera del fastidio,
que lo des~cupa. de s~. mismo y qúe lo li~era así- del peso . /
de_· su propta exiStencia. Antes de ser xmrada, el otro es 1,
rostro. · -
Rostro y no· destino, figura plástic:t ofrecida al dis-
gusto o a la admiración; rostro y na· texto en que los mo-
vimientos del a1Jna se inscriben y se ~"'Cponen a la pacien-
cia del desciframiento. Valéry dice que uuna obra de arte
debería siempre enseñamos que no habíamos visto lo que
vemos". La. obra filosófica de Lévinas nos enseña, no a
verlo de otra mane.r3.y sino a no identificarlo ya con lo que
la vista puede obtener de él Esa obra filosófica no des-
pierta · nuestros sentidos adormecidos proyectando una
nueva luz sobre una realidad con la cual manteníamos
una relación utilitaria o meéanic~ sino que nos despierta
de la percepción misma, ya sea esta estética, ya sea escru-
tadora, ya áprecie en el rostro el juego d~ la apariencia
o la riqueza de los signos, ya busque un indicio de gracia o
reciba la gracia, ya tenga la pasión del aspecto o la pasión
del secreto. En el rostro hay visión, pero no debemos de-
jarnos engañar por ese parentesco óptico: el rostro es la
única pieZa de caza que nunca puede .cobrá.r el cazador de
imágenes, el ojo regresa ·siempre con el morral_vacío en lo .
tocante al rostro del otro; ese rostro abandona las fotm~ t

lO Lévinas. En d«oummtl"aistence Dt!C Huuol et Heidegger. vnn.


1974,_pág. 234.
11 .lbíd • pag.
" 178. .
12 Lévinas.Difjicik liberté, Albín ~el, 1916. pág. 63.

~-

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51

que toma. hace fracasar la rej,:i:esentación, es la impugna-


f ción perpetua de la mirada -que yo echo sobre él.. ·
\ • . . ~'!Jamamos rostro, ·en efecto, )a manera en que se
.. 1 presenta el otro, td atperar la idea del otro ~n mí. ·Esta
·manera rio consiste en figurar como tema ante mi mira~
en presentarse como _un conjunto de ~dades que se
formen una imagen. El rostro del otro destruye en todo
momento (y desbórda la imagen plástica que me deja) la
~idea adecuada a mi medida. u ·
El ro~o es algo que se escapa permanenteme;¡te. Lo
que lo define de manera positiva es el hecho de sustraerse
a ·la deímición, esa ma:tera de no mantenerse nunca del
todo en el lugar que le isignan mis palabras más agudas o
·mi mirada más penetrante. En el otro sieropre hay un ex-·
ceso o una diferencia en relación con lo que yo sé ·de él
:g ~.
.9- 1
Esta desmesura, este eX:ceso constante del ser apuntado
j respecto de la intención que lo apunta tiene el· nombre de
1t rostro. uEncontrar a un hombre es mantenerse alerta por

•--~ obra de un enigma".14


El rostro no es pues esa forma sensible que habitual-
mente se presenta con ese nombre., sino que es la r~isten­
cia que opone el prójimo a su .propia manifestación, el
hecho de que se sustraiga a su propia imageny el hecho de
imponerse más allá de la forma y de no dejarme entre las
manos más que su dewojo cuando yo creo poseer su
verdad.
Este engaño es positivo y esta derrota es saludable.
· Para salir de sí mismo hay que perder el poder; porque el
otro no se deja asimilia,. no llega a ser mío y mis experien-
cias no son todas ellas las peripecias de un retomo obliga-
do a mi isla natal En el mundo sólo el rostro de los de--
: más puede separarme efectivamente de mí mismo 'Y ha-·
: cerme conocer aventuras que no sean odiseas. Contemplo
: el ro~· pero no lo absorbO: inara.Villosa ~potencia sin la·
: cual la vida, aun la más extravagante, tendría la monoto-
, ~íá de un ~je de uno misino á sí mismo.

.U -Lévinas. Tolllliti d infini, Jrhtinus Wgñoff,. ~Hay~ 1971, pá&- 2L


. . .
14 .Lbinas. En aicot.mruÍI raútmce D« Hussul et Hddqgu, pág. 125.

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52

J. '

. ·~-Poner buen rostro, cambiar de rostro~ a rostro d~cu- ·.


. b~, CÓDSelftl' el rostro impasible, todas estas exp~ ·.
nes revelan las dos acepciori~ co~~cto~ que tiene la .
palabra •-rostro'' en el lenguaje corriente. ESte ··término ·
designa a .la vez .)a apari~cja y la esencia que se "disimula
en él y que se traiciona en ~ los ~ngimientos, los ·artifi-
cios que .impiden a la mirada llegar a la yerdad del ser y
aun a esa niisma verdad una vez que han sido arrancadas ·
las máscaras. Pero lo cierto es que entre confesión y co-
media el rostro .tiene esta fascinante particularidad de
ofrecerse y de sustraerse al saber: Es el lugar del CÜerpo
en el que el alma se muestra y Se-disfraza. Uno compone
un rostro, y a pesar de sí mismo pregona con él sus emo-
ciones más secretas.. Uno se maquilla el rostro para gustar
o para engañar a las miradas que están al acecho y uno lo
e..""<hibe empero "como· una confidencia que se- ignora"
(Sartre). Cada cual quiere manejar su propio rostro, ser-
virse de él como de un arma, convertirlo en un sortilegio
o en una superficie impenetrable; cada uno quiere disimu-
lar sus propias ~egruras en la perfidia de una. sonrisa o sus
penas y preocupaciones en un aspecto regocijado. Los
más h4biles lo
logran; el alma de los menos dotados exhi-
be ante el público el desorden íntimo que se proponían
sustraerle. ·
f"
. Pero, nos dice Lévinas, esta antítesis de ser y de
parecer no es decisiva. Anterior a la dualidad de lo oculto
y de lo descubierto, anterior a los entrelazamientos ·verti-
ginosos del alma y del cueÍpo, es la desnudez del rostro.
El rostro del otro está desnudo antes .• se.r ficticio o au-
téntico, pintoresco o trivial, seductor o repugnante, con-
fí:dencial como · un secreto por fin divulgado u opaco
·como un jeroglífico indescifrable. Desnudo, despojado de
sus propiedades más íntimas o más aparentes, exterior a
la mentira y a la verdad, distinto d~ su reflejo en mí, reti- ,
rado y como faltando a su presencia, uel rostro és esa rea- ·.
lidad· .Por excelencia en la que ~ ser no se _presenta por
sus cualidades.. /'IS · · . ·

1' Lévinas, Diffu:il~ libmi~ primera edición. 1963, pág. 326.

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.....

53

:,.

-, - Pero esa rea!idad sobre la cual yo no tengo ningún


dominio es una piel que n() éSlá- protegida por nada Des-
. riudez · que ~ todo atributo y· que no viste ningún
ropaje. Es la parte más· inaccesible del cUerPO y .la -n:W
vulnerable. Trascendencia y pobreza. Muy alto,. el rostro
se me escapa al despojarme de su propia esencia plástica y
siendo muY. débü me inhibe cuando miro sus ojos desar-
mado~ Si está separado, sobrepasa- mi poder. Sin defensa
queda expuesto y me infunde vergüenza por mi frialdad o
mi serenidad. Me resiste y me requiere, no soy en primer
térmú;to su espectador sino que soy alguien que le está
obligado. La responsabilidad respecto del otro precede a
-la contemplación. El encuentro inicial es ético, el aspecto
estético viene después.
· A merced mí~ ofreciéndaseme, infinitamente frágiL
desgarrado como un llanto suspendido, el rostro me l)ama
en su ayuda, y hay algo imperioso en esta imploración: su


miseria no me da lástima; al ordenarme que acuda en su
ayuda esa miseria me hace violencia. La humilde demu-
1 t.. dez del rostro reclama como algo que le es debido mi soli-
citud y hasta se podría decir, si no temiera uno que este
término ·hubiera sucumbido al ridículo, mi caridad. En
efecto, mi compañía no le basta a la otra persona cuando
ésta se me revela por et,rostro: ella exige que yo esté para
ella y uo solamente con ella.
DP. modo que no soy yo quien en. primer término es
egoísta o desinteresado, sino que es el rostro en su desnu-
dez lo que me hace desinteresarme de mí mismo. El bien
. me viene de afuera, lo ético me cae dé arriba_ y a pesar de.
mí mismo mi "ser se encamina hacia otro,.•'
Se dice que ~1 amor no se manda. Sabiduría superfi-
,cial El rostro del otro me intima al amor o por lo menos
me prohíbe la indiferencia respecto de él Por supuesto,
' puedo volverle las espal~ puedo desobedecer o rebelar~

. ; Lévinas,. Áutnmort qu •etr.~ ou au.-d&i -dt! 1"~ Martinus Nijhoff.


16
La Haya. 1979. pág. 67_ . . ,_ '
. . --. :· '~~-i:',_~:>ltL

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. . ..... . .

·me contri'~- co~na_ción. pero nunca estará dentro de :


.mí Poder· ~o oírlo:~ Ba Pu~-vano qu~ o¡1oner loS. rigores t.
de:]a ley al f~r del amor. El rostro me acoia, me com- f
promete a ponerme ·en-sociedad COn él,- me iubordina J a.su
. detJüid,d. en· suma. me manda· iJiniJrlO. y ciertamente está, 1
por un lado, más alto que yo en virtud· de su negativa a ·
dejarse identificar y, por otro lado, más bajo que yo por- '
que se encuentra a mi merced. Pero la humildad y la altu-
ra son las dos modalidades de su. ·supremacía, del aseen"!'
diente que ejerce sobre mi ser. .
- . .
- ~

"Ei rostro se me impon~ sin que yo pueda permane-


cer sordo a su llamado u olvidarlo, quiero decir, sin.,
, :!4i*flda-dejar de ser responsable de sumiseria.''n
- .

,/"
{Piel .con arrugas

Envej~cer es retirarse progresiva.ménte


del mundo de las apariencias
Goethe

El rostro no es un paisaje. Escrutarlo, por más pa-


ciencia y perspicacia que en ello se pongély es ya errar su
blanco. confundirlo con su efigie. c«El rostro con el que el
otro se vuelve .hacia mí no se resue_Ive en la· representación
del rostro. "11 Esta concepción p!SueltaA:Jente no Í.tgUl'ati-
. va presenta así una excepción. Lévinas revela aquí su pro· - ·
clividad a la abstracción.
'«El otro .hombre_ dispone de su rostro que no está
encerrado en Ja forma de 1a evidencia, -sino que está
· desnudo, despojado de su forma, desprovittc> de su :
. presencia misma que po~ enmascararlo aun como_·
.
1'7 • ~ Hu~e de l'tzutre hommt!, Fata Morpna, 1972, pá¡. 49.
11 Lévinas. Tolllllti et 111/inl, pág. 190•.

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55

su propio retrato; piel con aaugas, taStro de aí mis-


~ presencia que en todo momento es una retitada
al vacío de la muerte con una eventualidad de no re-
tomo."lt

Piel con arrugas: éste- es el único elemento descripti-


vo, la -única marca observable que el filósofo del rostro
concede al lector. Pero lejos de da:r cuerpo a lo otro, esta·
materialidad singular subraya !f.ÚD más su carácter evanes-
cente. Concretas, visibles. las arrugas sUstraen al mismo
tiempo al rostro del poder de la visión. En virtud de su
desgaste, de los surcos que lo atraviesan, el rostro se me
escapa y al mismo tiempo me manda que no lo deje solo.
Presencia precaria y como roída p"Ot una ausencia, el pr&-

....
·2 iii
~

=
. jimo no está. todo entero en lo que veo de él: las arrugas
lo excluyen de la mirada que lo capta.· Las arrugas lo reti-
ran y apartan de· mi vida. Y precisamente porque se mar-
cha, el _rostro se impone. Piel con anugas, me reclama y
1t me abandona, me conmina y me hace a un lado, se me es-
capa por obra de lo que lo pone en peligro ·y no ·me in-
cumbiría si, en su presencia misma, no estuviera a punto
de eclipsarse.
En la acepción común, el rostro es solamente rostro
joven. ¿Qué es, en efecto, la vejez sino el inexorable de-
. numbamiento, la deformación de los ~os, los esti-agos
que produce el tiempo en los seres hasta hacerlos irreco-
nocibles? .La· vejez· es devastación del rostro. Lévinas in-
vierte completamente esta perspectiva y dice implícita·
:. mente que cualquiera que sea su edad civi4 el rostro es
. viejo. La vejez no es lo que lo desfigura, es lo que lo defi-
ne. Un imperceptible desfallecimie~to esfuma la pienitud
·.o 1a gracia de las fisonomías ~ juveniles. ·Las anugas
'que echan a perder la belleza. del rostro lo constituyen al
i); ·mismo tiempo co~o esa.._~dad·-~ 'e _-imperativa
~ • ._, .. .. .... - 1 -··· .... • . .

·. cuya responsabilidad me. incuiÍloe:· 'Piel. con arrugas, el


! .
_: \ . . . .-

;
1
.-~ 19 Lérlnu. llu11U111isme de riZUtn h01111Mw Pá¡. 15.
:~_r-~

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.. S6 ·"::.,.:.._

- ,... _,
·.··-
otro· no es el adv~
me está ~nfiada. · -
de --mi· yo---sino qye _es la caqa que ¡:
· - -- -._ :

·-
..,
. \
_

La vergüenza
.
En el Talmud se encuentril el siguiente apólogo: Un
sabio dice a su hijo: "¡Qué mai redactado está este docu-
mento!" El hijo replica en seluida: ·'•No fui yo quien es-
Cribió esta ac~ fueJudá el sastre". '-'¡Nada de calumnias!",
replica entonces el padre. '()tp VeZ,· mientraS lee un capÍ-
tulo- de los Salmos, el mismo sabio exclama: "¡Qué bien
escrito está este-_ejemplar! ,, UNo -fui yo quien lo escribió,
fue Judá el ~e", dice el hijo. "¡Nada de calumnias!",
lo. corta . de nuevo el padre. Y entonces ~ explica que
nunca hay que hablar bien del prójinio pues por ese ca.:.
mino se puede llegar a hablar mal de éL 1o
· En una primera consideración puede decirse que el
sentido ~e esta mor~eja es el de que todo elogio lleva
consigo la inminencia de su propia mversión. Siendo el
hombre lo que es y como la envidia rema sobre la multi-
plicidad de las pasiones humanas, uno no puede exaltar.
el valor de una persona sin deleitarse de antemano con las
perfidias que lo harán rodar de su pedestaL_ Cuanto máS
se distingue el otro, más lo detesto por la admir3.ción que
me veo obligado a tributar a sus hazañas: será menester
que· ese otro me resarza después de las coronas de laurel
que trenzo para c~ebrar ·sus éxitos o -sus excelencias. Mis
alabanzas exiien ser vettgadas. La prudencia aconseja pues
callar el elogio a fin de· no sucumbir en~ a la tenta-
. ción de denigrar a la p_erso·na alabada... .
· · Pero- ·-esta moraleja. desengañada no agota la riqueza
del- relato= tá.Imúdico~ -El Sabio replica-a su hijo dos veces ·
. exactamente
.-~
en. .los. mismos
-· .. .
término~
. . ....
lo. cual establece
.. ~

20 Véue A.t;zdoth du T11¡,¡¿ de &bylon~ traducido y anotado por Az- :


.lcttc El~ün-Sartre. -Vc:l'db-. 1982. pá¡.. 990. · · -. ·

'-

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'· . :-, .......

entre la apología y la -calumn~ un lazo de equivalencia y


no sólo de causalidad. Admire uno su habilidad o ridiculi-
ce su torpeza, Judá él sastre ~ ambos casoS es califiéado. ;
Aquí está la violencia primera y no ~ ei carácter despec-
tivo o halagador de los ~os empleados.· Qponer al
elogio ~ espontáneo un perentorio "¡nada de calum-
nias!" signifiéa -denunciar la agresividad de esa inocente
actitud:. hablar de alguien, darie el tratamiento de la ter-
cera persona
Sin duda si seguimos al pie- de la letra la prescripción
talmúdica, nos veríamos condenados al silencio o al len-
guaje de la. pura invocación; en efecto, decir "él' ya seria 11

hablar mal de alguien. Pero esta moral -~o ha de aplicarse


~·i
·e
puntualmente.. Nos recuerda solamente que las demás per-
=.
.E-
sonas no pu-eden ser nunca un tema como cualquier otro
ii! t
Cll •
y que ese uél'', pronombre de la no persona, es ciertamen-
te cela palabra más perversa de la lengua". 21 Se habla del
& prójimo por toda clase de buenas razones, pero también

~
para no tener que responderle; uno cubre de predicados la
desnudez de su rostro para no oír su llamado; uno le asig-
na cualidades para esquivar su emplazamiento: ésa es la
esencia de la calumnia y la mentira no es más que una
7

agravación de esta fundamental escapatoria.


Nuestro sabio sin duda colocaría en el orden de la ca-
lumnia los generosos lemas que hoy celebran la düerencia y
convierten en valores las formas de vida o las particularida-
des étnicas que antes eran escarnecidas o desdeñadas. Ver-
dad es que no hay nada peor qué erigir nuestro propio m o-
, do de ser en no~ universal y negar el nombre de seres
humanos a aquellos cuyas costumbres nos son extrañas o
·que exhiben otro· color de piel Ciertamente la diversidad
de las culturas debe ser defendida sin cansancio contra las
i pretensiones del etnocentrismo. Existe empero .un punto

: común entre la valoración de la diferencia y su eiclusión:


el hecho de confundir al prójimo con sus particularidades.
: Al pasar
:
del desprecio a los negros o del temor ~ los ne-
~- .
-.
.

. ....
.
'

.. .
:u_ Roland Barthcs..&znht!S pllT lui-mim~ le Seul.l97S. pá¡. 171.
~-y

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..:.. ~.-
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S&

....

-~Iros a la fómnl)a "BJack .is beautifuln sé realizó mi gran


progreSo, pero en loa dos casos el rostro pennanece enea-_ 1

• denado a IU manifestación; condenado a Ja. expresión.'


· inintemunpida de un meD1Flje univoco.· La ido~tría per- :.
petúa la difamación. ·. ·.
_· Si el otro es lo que es, deja de ser otro. Su. exteriori- · · \
dad queda englobada y su fuerza-imperativa disipada en
beneficio de su. imagen. Uno no libera al otro dotándolo
de una. esencia única aunque sea prestigiosa; así uno se li-
bera de él.. En suma, el rostro identificado con su diferen-
cia es un -rostro despojado de stPalteridad-. Ese rostro .ya
no a~ ya no suplica; ha dejado de damos vergüenza.·
La calumnia restableeió el orden_ -
La turbación frente al otro precede en efecto, a las
7

ideas que nos hacemos de éL Verdaderas o falsas, de ala-


banza o de difamación, esas ideas nacen quizá todas ellas
de un mismo deseo: escapar a nuestro cuestionamiento
originaL "En virtud de la vergüenza. conferimos a los de-
más una presencia indudable", dice Sartre. Y Lévinas po-
dría decir por su cuenta esta frase que hace del malestar
la ~"Cperiencia primera de la socialidad_ Sólo que concebi-
do por Sartre como mirada, el otro me petrifica y me
convierte en objeto, adhiere mi ágil libertad al sery en tan-
to que descrito por Lévinas como rostro, el otro impugna
la tranquila seguridad de mi derecho al ser. Lo que me de-
tiene, lo que .paraliza mi espontaneidad es, no la mirada
cosificante del otro, sino su soledad y desamparo, su des-
nudez sin defensa. Lo que de pronto me hace enrojecer
de vergüenza y me embaraza es, ·no la alienació!l de mi
libertad, sino mi libertad misma: no me siento agredido,
siento que yo ID:ismo sdy el agresor. ~1 rostro del prójimo
me acuSa de perseverar en el ser, egoístamente, sin consi-
deración por todo lo que no sea yo mismo. Y. la timidez
que de ello resulta es la inquietud moral que surg~ en mí.
En ~d de la vergüenza, yo no llego _al conflictO, a la ·
· :~~":.a a muerte de las conciencias, sino que llego al escrú-'
_; ___ .),a la conciencia de mi injusticia natural
· De manera que el rostro d-el otro es doblemente -salu- ·
_dable ~ la medida en que libera al yo de ·sí mismo y en la
.medida en que lo desembriaga de 51.!- . .
complacencia y de_ SU:

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59

' . ~ .: . . .

so_berbia. LéVinas chi ·a estai sencülas -p8Jábru •'yo IOT~ o


- bien el sentido trágico de úna- prisión o bien elsentiQo de
_una_ fuerza· ano Dadora de conquista: Desazón e imperia-
lismo. Fatalidad y vitalidad salvaje. '«Encadenamiento- a
sí mismo en el que el yo sé ahop. en sí m1smo''22 y perse-
verancia en el ser en la cual el-~o, escucha.i1do la locura de
su deseo o prefiriendo la sabiduría de su interés sólo tiene
la preocupación de sí mismo~ Ser, alienación original, sig-
riifica. estar uno clavado a sí mismo,_ pero también signiít-
ca (y ésta es la primera violencia) invadir el mundo sin
"precaución. Al mismo tiempo es estar empantanado y
desparramarse, formar consigo mismo una pareja triste-
mente indisoluble y ser para si en una indiferencia sobe-
rana por todo lo demás. ESta doble manera del ser da al
enredo con el rostro un contenido ético y un sabor nove-
lesco. El rostro, al dar vergüenza al sujeto por su dinamis-
mo devastador y por sus cálculos interesados, prescribe,
~ ~~
·- tiene la fuerza de un imperativo. Al apartar al yo de sí
-a '~ mismo~ el rostro lo aligera y lo seduce, tiene _el atractivo
1
Jt
de una aven4ua, "de un hermoso riesgo que uno puede
-correr". 23 ;

El animal en la jungla

Como se ve, la noVedad de Lévinas consiste menos


- en hab~ de moral en' un 'siglo político que desplazaren
la moral, en colo~ el bien no al f'mal (dentro del cielo de
la utopÍ8.y en el futuro radiante de la historia cumplida},
sino en el comienzo (en 1a experiencia inmemorial del
. encuentro del ser humano con otro ser humano). El sen-
. tido original-del ser para los demás no es la lu~ es la
· ética. El encuentro con el otro hombre provoca la respon-
sabilidad,- no el conflicto. El rostro me reclama como sj
fuera de mi incumbencia y lo hace antes de todo enfren-
~. tamiento conmigo. "La relación ética es anterior a la apa-_

:u lbinu.Autremenr qu'i~re ou /lll-ddi-il~ r~ pág. 160.


n ~inu.. .Autnmmr qu'itrc ou•-ddi de r~ pá¡. 154.

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60

rición de las libertades, a la guerra que., segÚn Hegel, inau-


gura la historia~'.2 4• Esto no quiere decir que antes de la
guerra reiriara la paz; q~ decir tan sólo que la uiolencia.
ética .precede al choque de las conciencias y a la relación ·
de antagonismo. El bien se apodera de mí y se me impone i- ·
sin mi consentimiento. Me elige, antes de que yo lo haya ·
elegido. Puedo desobedecerle ·pero no escapar de él. El
mal es incapaz de borrar Ji vergüenzay es incapaz de
romper o repudiar la sujeción al rostro del otro. ccEI mal
se manifiesta como pecado, es decir, ·éomo responsabili·
dad, a pesar de uno mismo, del rftchazo de las responsabi-
lidades. El mal no está ni junto ·ti.I bien ni frente al bien,
sino que se encuentra en un segundo lugar, por debajo del
bien." 15
¿Qué es el amor al pr6jimo? Una dimensión de la
subjetividad, una modalidad de la condición humana. No
es programa, sino. que es drama, no es cualidad, sino fata-
lidad. Por. efecto del rostro, la bondad se manifiesta al
sujeto ~amo una liberación y como un destino. La bondad
no resulta del "yo quiero" activo en el que se reconoce
tradicionalmente la actitud virtuosa. Ajena a toda especie
de voluntad, está enraizada en una pasividad en la cual no
estamos acostumbrados a ver nacer los valores. A pesar de
mí mismo, mi inte1és se cambia en amor y el otro me in-
cumbe. La preocupación ética es una divagación involun-
taria, . una desviación de la preocupación de uno mismo,
ya ,se viva ésta en la desazón, ya se la practique en el
ego1smo.
"El acto más sublime es el de poner a otro antes que
uno mismo." A este bello aforismo de William Blake, Lé-
vinas le agregarí~ una observación fundamental: él acto
en cuestión no.procede de una decisión magnánima_ sino
de una conminación a la que es imposible sustraerse. Lo
sublime aparece en el extravío de la. voluntad y no en su
apoteosis. Para hablar del bien, Lévinas vuelve a introdu- ·
<?tr los vocablos anticuados de desint-erés, de santidad o de

24 Lévinas. DifF~eile übmi, pág. 33. _


15 Lévinas, Humanirmt! d~ lízutre homm~. pág. 81

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gJoriá, sólo cPte lQ~ enq>lea en un lugar en el' ·qUe uno nun-
ca hubiera esperado encontrarlos. El lenguaje es comeUano
. y Ja intriga raciniilna. En efecto, aquí se trata de agape y
de eros, tanto del amor al prójimo como de Ja pasión
amorosa. "Nadie ·e.
bueno voluntariamente":26 uno no
decide perder Ja -cabeza, ponerse en campañay olvidar la
- prudencia y rechazar sin beneficio los consejos y los cálcu-
los de la razón utilitaria. Uno no decide obrar contra su
propio bien. Despojada de su propia- iniciativa, -nuestra
conciencia se· compromete- "fatalmente como a pesar de
nosotros. con otro que nos atrae tanto mas. cuanto que
nos parece fuera
de la posibilidad de alcanzarlo, hasta ese
punto está más allá de todo lo que nos importa. .,17 ·
En una de sus hermosas novelas co~ Henry James
cuenta la vida o, mejor dicho, la no vida de un hombre,
1!
·e:
j- John Marcher, obsesionado por la extraña sensación de es-
tar elegido para un acontecimiento extraordinario del que
'ª=" nada sabe, sino que habrá- de surgir de golpe y porrazo y
1 t
.-ar... habrá de traStrocar todo su universo. u Algo imprevisible lo
esperaba oculto en los pliegues y los repliegues de los me-
~
ses y de los años, como una fiera agazapada en la jungla_ "'21
1111 John · Marcher espera que ese algo, aun corriendo él
el riesgo de quedar fulminado, lo haga pasar de una vida
puramente vegetativa a una vida verdaderamente viva.
Está siempre preparado para librar el gran combate~ se
ofrece al mortal peligro, se expone a .lo· imprevisible y
prevé tan sólo que ese prodigio se parecerá a un animal que
se lan~!;a sobre su presa. De esta manera ~da su atención
está Ol!Upaüa en acechar el perfil de ese animal en la ur-
.. _dimbre ordinaria en la que se entretejen sus días.
·:_,:~~ ·_una mujer, Mary Bartram. comparte este exlraordi-
~.- nario ~creto y acepta vigilar con John Marcher:. Alerta
' .. . ..

26 Li:Yinu.Autnmmt qu ·1n 011 tftutrlti d~ r~~-;


n Nauricc Blandlot Ltz commulfiiUtl irunOUilb~ Ed. de Winuit. 1983~
páa.74.
-~ Henry James. Ltz bik dmu 14 jrmg/.~9 en L •ilb~ d 1111tru Jiolaella
l•l0/11". 1983. pág. 137.
1

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a¡Otador y sin resuttadó: la monotonía de la existencia de


.!ta&tcher se ve aún acenbiada por la vigllanciw petrificada a
• Ja qüe está constreñido.? Como no -existe nada que guarde'
rela.ció~con lo espera4o, .los años p8ian y el golpe no se~
produce..~· La intimidad del.elegido y de su confidente ~ ·
consnmirá en esta larga espera hasta Ja ~uerte de Maiy
- Bartmm. Y John Marcher que· ha ido en recogimiento a
visita!: su tumba cruza un día su ·mirada con la de un hom-
br~ presa del· Slúrimiento a causa de un reciente duelo ..
Ese minúsculo incidente tiene el valor de una revelación y
Marcher queda fulminado por la idea de demasiado tarde.
"La visión que sus ojos acaban ·de tener le designaba
como en letras de fuego aquello que se la había esca-
·pado de manera tan total y tan absurda. Y eso que
se le había escapado ·hacía de todas las otras cosa.S
una estela de fuego, las rev~ba lacerantes en Suco-
razón. Había visto fuera de su propia existencia, no
aprendido por dentro, cómo es llorada. una mujer
cuando ha sido amada por sí misma: ésa era eri.toda
su fuerza sugestiva la lección que le imponía .el rostro
de aquel extraño que resplandecía aun frente a él
como una antorcha humenate . Esa ·revelación no le
había llegado en las alas de -la experiencia, sino que
lo había rozado, lo había tumbado, lo había voltea-
do con la irreverencia del azar, con la insolencia del
accidente. Pero ahora. que la iluminación había co-
menzado~ lo abarcaba todo hasta el cenit y lo que en
el presente le quedaba a Marcher por contemplar
era, comprendido de pronto, el vacío de su vida. "1°

Preparándose para el ·acQntecim~ento extraordinario


que espera~ Jobn Marcher llegó a convertirse en el hom-
bre a quien na
debía sucederle nada. Malogró su vida así
como se malogra ~ cita por haber identificado la aven- ·
tura con la prueba del combate y por haberse sustraído
así al riesgo de la pasión amorosa. Esperando dar muerte

29 Bemy James. ~ts. DenoCI, 1984_ pág. 346..


. .
30 Hcmy James, Lz bik dtuu lll..jung(e. pág. 174.

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·al animal o'qüedar e¡- miimlo--abatido; Mareher pasó a un. ·


lado de la verdadera confrontación. DispueSto al enfrenta- :
miento más terrible, permaneció ciego a 1a pasión de la ·
·mujer que habría podido.amar eri lUgar de agregarla a su
quimera y de convertirla en la centinela del fabuloso des--
. túio- que' le estaba reservado.. Lo qué sustrajo a Marcher
·a la Violencia del encuentro fue el hecho de haber dado a
esa violencia la forma estereotipada de la lucha. Al ofre-
cerse sin precaución al dolor recibió el más irónico de los
castigos: se vio e."\:ento de sufrir y padeció la espantosa y
ridícula desgracia de haber vivido al abrigo de todos los
estragos, de no haber sufrido nunca por alguien_
Entre la lucha y el idilio, entre la violencia del anta-
gonismo y la paz ~e la efusión hay lugar para otra forma

.
...
·[
=m
~
'
lil de inquietud y otr-a modelo de -encuentro: modelo ético,
según Lévinas, modelo amoroso en la novela de Jam-es; lo
cual .tendería a demostrar ·que moral y pasión presentan
1 ~ afinidadés a las que no han prestado suficiente atención
ni los moralistas de ayer, ni los militantes contemporá-
neos del deseo.

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